Este año hemos vuelto a ser convocados para recordar a los luchadores antifascistas muertos durante el franquismo. Mientras el poder asesina a nuestros hermanos en las cárceles, los tajos, los psiquiátricos y las fronteras, nos piden que recordemos a cinco fusilados de hace 30 años, cinco fusilados que no tienen nada que ver con nosotros, con nuestros intereses o nuestros deseos. Porque nosotros no queremos ser antifascistas, queremos ser revolucionarios.
Fascismo y democracia han sido siempre sistemas políticos complementarios al servicio de los intereses del capital. Cuando la democracia no podía contener el empuje proletario el capital recurría a formas de dominación más brutales. El fascismo italiano surgió al calor de las luchas obreras del norte de Italia, el nazismo alemán como respuesta a las insurrecciones de los años 20 y en España, el alzamiento militar que se convertiría en franquismo fue la reacción a una clara situación prerrevolucionaria. En todos los casos la socialdemocracia (los partidos socialistas y comunistas) allanó el camino de la represión o colaboró abiertamente con ella, combatiendo así a su verdadero enemigo: la revolución.
Ahora que la democracia ha devenido en control totalitario de la vida social, el fascismo como sistema de dominación ha perdido su sentido. Claro que sigue habiendo nazis y fascistas pero no son los que mueven los hilos, son un problema de la calle y deben ser combatidos en ella día a día, sin esperar a fechas señaladas ni a coordinadoras antifas que nos marquen el camino. Pegarle a un nazi es un ejercicio sano y desestresante tanto como pegarle al ciudadano demócrata que nos vigila, nos delata y nos denuncia.
El antifascismo como opción política es una farsa y los autoproclamados antifascistas de politiqueo y rueda de prensa no son más que los restos de una izquierda extraparlamentaria, grupuscular y burocrática reconvertida en ciudadanista y neodemócrata que busca clientela joven y rebelde. Que no nos vendan la moto antifa, el problema no es la derecha o la izquierda, es el capitalismo, es la democracia. Los madrileños que no somos ni demócratas ni antifascistas seguiremos combatiendo a los fascistas, a los demócratas de toda la vida y a los que empiezan su vida como demócratas, pero no bajo la falsa bandera del antifascismo sino bajo la de la lucha revolucionaria.
# Noviembre de 2005, Madrid. Comunistas por la anarquía.
Muy bueno el blog. Echen un vistazo al mío,
ResponderEliminarwww.capitalismoybarbarie.com.
Salud!
los antifascistas lavan culpas con su militancia a medias.
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