Nuestra diferencia de edad y el distanciamiento general nos dificulta discutir con vosotros en las calles; esta es la razón por la que os mandamos esta carta.
La mayoría de nosotros aún no nos hemos quedado calvos ni nos ha salido barriga. Somos parte del movimiento de 1990-91. Habéis tenido que oir hablar de aquello. En aquel entonces, cuando habíamos ocupado nuestras escuelas durante 30-35 días, los fascistas mataron a un profesor porque fue más allá de su rol natural (el de ser nuestro guardián) y cruzó la línea hacia el lado opuesto: vino con nosotros, a nuestra lucha. Entonces, hasta el más duro de nosotros fue a la calle a los disturbios. Sin embargo, nosotros ni siquiera pensamos en hacer lo que tan fácilmente hacéis vosotros hoy: atacar comisarías (aunque cantábamos aquello de "quemar comisarías...").
Así pues, habéis ido más allá que nosotros, como ocurre siempre en la historia. Las condiciones son diferentes, por supuesto. En los 90 nos compraron con la excusa del éxito personal y algunos de nosotros nos lo tragamos. Ahora la gente no se cree este cuento de hadas. Vuestros hermanos mayores nos lo demostraron durante el movimiento estudiantil de 2006-07; vosotros ahora les escupís su cuento de hadas a la cara.
Todo bien hasta el momento
Ahora comienzan las buenas y difíciles cuestiones
Para empezar, os decimos que lo que hemos aprendido de vuestras luchas y de nuestras derrotas (porque mientras el mundo no sea nuestro siempre seremos perdedores) y podéis emplear lo que hemos aprendido como queráis:
No os quedéis solos. Llamadnos; llamad a tanta gente como sea posible. No sabemos cómo podéis hacerlo, encontraréis la manera. Ya habéis ocupado vuestras escuelas y nos decís que la razón más importante es que no os gustan. Bien. Ya que las habéis ocupado, invertidle el rol. Intercambiad vuestras ocupaciones con otra gente. Dejad que vuestras escuelas sean el primer hogar para nuestras nuevas relaciones. Su arma más potente es nuestra división. Tal y como vosotros no teméis atacar las comisarías porque estáis unidos, no temáis llamarnos para cambiar nuestras vidas todos juntos.
No escuchéis a ninguna organización política (ni anarquista ni ninguna). Haced lo que necesitéis. Confiad en la gente, no en esquemas e ideas abstractas. Confiad en vuestras relaciones directas con la gente. Confiad en vuestros amigos: haced vuestra lucha de cuanta más gente posible, vuestra gente. No les escuchéis cuando os digan que vuestra lucha no tiene contenido político y que debería obtenerlo. Vuestra lucha es el contenido. Tan sólo tenéis vuestra lucha y está en vuestras manos asegurar su avance. Tan sólo ella puede cambiar vuestra vida, a vosotros y las relaciones reales con vuestros compañeros.
No temáis actuar cuando os enfrentéis a cosas nuevas. Cada uno de nosotros, ahora que nos hacemos mayores, tiene algo sembrado en su cerebro. Vosotros también, aunque seáis jóvenes. No olvidéis la importancia de este hecho. En 1991, nos enfrentamos al olor de un nuevo mundo y, creednos, lo encontramos difícil. Habíamos aprendido que siempre debe haber límites. No temáis la destrucción de mercancías. No os asustéis ante los saqueos de tiendas. Lo hacemos porque es nuestro. Vosotros (como nosotros en el pasado) habéis sido criados para levantaros todas las mañanas con el fin de hacer cosas que más tarde no serán vuestras. Recuperémoslas y compartámoslas. Tal y como hacemos con nuestros amigos y el amor.
Os pedimos disculpas por escribir esta carta tan rápidamente, pero lo hacemos al ritmo del trabajo, en secreto para evitar que se entere el jefe. Somos prisioneros en el trabajo, como vosotros en la escuela.
Ahora mentiremos a nuestro jefe y dejaremos el trabajo: nos reuniremos con vosotros en Syntagma con piedras en las manos.
Proletarios
# Diciembre del 2008. Grecia.
Traducido por Klinamen.org
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