martes, 26 de octubre de 2010

Ni cárcel ni juicio. Acotaciones sobre la caída de Mariano Ferreyra.

El día miércoles 20/10/10 el suelo volvió a estremecerse ante la caída de un militante social. Mariano Ferreyra fue baleado por una patota del sindicato Unión Ferroviaria, en uno de los tantos conflictos que se desatan cuando los laburantes exigen mejoras en sus condiciones de subsistencia y el Poder responde con castigo y disciplina.

Hoy, quienes actuaron de verdugos no fueron ni la policía ni los militares, sino el mismo sindicato del área de los trabajadores a los cuales Mariano estaba apoyando. Ésto no es azaroso, y va más allá de la simple necesidad del Estado de diluir su responsabilidad usando agentes por fuera de su estructura formal.

Ésto no es nuevo, sino es producto de un desarrollo histórico de un siglo del sindicalismo, que comenzó con el cambio de la acción de lucha de clases a la de conciliación de clases. Este proceso va a la par de las transformaciones en la producción y la organización del trabajo. Así como en el accionar del estado, donde en un principio reprime al movimiento obrero acertándole duros golpes para luego, una vez debilitado éste, asumir una represión selectiva, negociando y entregando concesiones a los sindicatos reformistas. Clima en el cual aparece y se expande el llamado “sindicalismo revolucionario” (conciliador en la práctica, mas no en el discurso) y el gradual desplazamiento de los sectores genuinamente revolucionarios (mayoritariamente anarquistas). Este cambio se fue profundizando, con sus resistencias y contradicciones, hasta convertir el sindicato en una institución más del estado, con el peronismo. Así se consolida como aparato de mediación entre capital y trabajo, ofreciendo a los patrones mano de obra dócil, y a los trabajadores algunos supuestos “beneficios” (mas la mistificación de pertenecer a una estructura que supuestamente defiende a su clase).

En esta lógica ya no existen los intereses de clase, sino los de la organización. Así, la búsqueda de un cambio social global se transforma en la búsqueda de la expansión y consolidación de la organización como un fin en sí mismo, siendo necesario un grupo especializado cuya función sea velar por los intereses de la organización, generando a su vez la separación entre dirigentes y dirigidos (1) – lógica reproducida incesantemente por gran parte de las organizaciones de izquierda.

Así se consolida la ideología gremialista, diluyendo la identidad de clase no ya como proletaria, sino como mero trabajador (2) , creando humanos descuartizados cuya existencia se reduce a su rol en el sistema productivo (obrero industrial, oficinista, estudiante...): concepción totalmente burguesa y, por lo tanto, alienante. Una vez más, la izquierda burguesa cumple su misión de reproducir el discurso dominante.

Tanto es así, que se llega al extremo de institucionalizar el velorio de nuestro caídos. Podemos oír las exigencias de que el estado investigue: ¿le vamos a pedir al asesino que se investigue a sí mismo? Podemos oír las exigencias de juicio: ¿no son estos mismos jueces los garantes de esta existencia de miseria? Podemos oír las condenas de cárcel: las mismas que mañana van a ser llenadas con nuestros pellejos por subversivos, las mismas que hoy exterminan a tantos de nosotros.

La lucha no puede reducirse a saber quién apretó el gatillo, sabemos reconocer a nuestros enemigos: el sistema, sus defensores y sus falsos críticos. Por eso, no podemos ahogar nuestra rabia en los laberintos de la justicia burguesa que lo único que garantiza es la contención del conflicto social, no podemos legitimar las armas con la que nuestros verdugos mañana nos harán reventar.

De este modo, tenemos que ver en Mariano no a un mártir, y menos como de una organización en específico (PO), sino reconocer en él la caída de un hermano de clase que, pese a los abismos políticos que nos diferencian, nos interpela a todos. Por lo tanto, no podemos estar pasivos lamentándonos, sino de pie y en posición de combate.

Nuestra rabia no se desgasta con tres chivos en la cárcel, tampoco con remover un burócrata sindical, nuestro odio es contra las instituciones, la miseria cotidiana, contra el capital y su estado.

Debemos estar preparados y ser concientes que la única forma de detener la violencia brutal y cotidiana es la autoorganización, organizándonos en nuestros barrios, colegios, trabajos y facultades, con autogestión y acción directa; tal que podamos hacer frente al estado y a su aparato represivo, sino daremos vueltas eternamente entre las telarañas del mundo burgués.

El objetivo de este panfleto no es desacreditar, sino radicalizar la crítica para que el día de mañana no hayan ni Marianos Ferreyras, ni Diegos Bonefois, ni Maximilianos Kostekis.


NI MÁRTIRES NI INOCENTES

LA SANGRE NO SE LAVA CON LÁGRIMAS:

¡GUERRA SOCIAL!

algunxs anarquistas


(1) Consideramos que la burocracia nace de la estructura sindical, y no al revés. El aparato gremialista no cambia por los intereses personales de una dirección en específico, por lo tanto una “dirección revolucionaria” no representa ningún cambio estructural mientras no se destruya la dinámica de negociación y amortiguación de las bases (lo que permite el contínuo funcionamiento de la tasa de ganancia).

(2) Cuando nos referimos a clase proletaria nos referimos a una clase que, precisamente, es proletarizada, o sea que está separada a la fuerza de todo medio de subsistencia que le permita vivir sin subyugarse a la borágine de la economía (y con ella a la norma establecida). Proletario no es sólo el trabajador asalariado, proletario es ser estudiante, desocupado, vagabundo, loco, preso, sin tierra, puta, cuenta propista, carterista, discriminado sexual, etc. En fin, parte de esa inmensa masa oprimida que es necesaria para el normal funcionamiento del capitalismo en su fase actual. En ese sentido, nos oponemos a la visión obrerista de la lucha, no nos enorgullece ser oprimidos, nos reconocemos como clase para que nuestra lucha nos libere de nuestra condición proletaria.


# Octubre de 2010, región desconocida.

lunes, 25 de octubre de 2010

[ESPAÑA] ABAJO LA PAZ SOCIAL

Ante el recrudecimiento de la crisis, los explotadores de todos los países aceleran las medidas contra el proletariado, contra todos los desposeídos. Negocian, acuerdan y conspiran para darnos otro apretón más al cinturón. Los gobiernos de todo el mundo y de todos los colores aplican latigazos cada vez más crueles. Despidos, bajadas de sueldos, intensificación y extensión del trabajo... La salud de la economía, de la empresa, está por encima de la de los proletarios. Los esclavos asalariados deben sacrificarse para mantener en pie su propia esclavitud. La vida de la inmensa mayoría de la humanidad debe ser llevada más allá de cualquier límite para salvaguardar los bolsillos de los burgueses, para evitar la bancarrota de este sistema moribundo.

Frente a esto, los proletarios sólo tenemos, como siempre, dos alternativas: luchar o reventar. Organizarnos para defender nuestras necesidades frente a las de la economía capitalista, o agachar la cabeza y aceptar como corderitos los sacrificios que nos imponen y que nos coloca en el matadero mediante hambrunas, guerras, deterioro de salud, mediocridad cotidiana, destrucción del planeta..

No, no nos engañemos, no hay medias tintas. Las reformas, las diversas alternativas que nos ofrecen un capitalismo más justo, con diferentes formas de producción y distribución: el gestionismo, el ciudadanismo, el decrecimiento, la antiglobalización, el recambio en el gobierno, las negociaciones sindicales y todas las demás variantes que pretenden cambiar el mundo sin revolución, son maniobras para enredarnos y anular nuestra lucha. Son mecanismos y aparatos para colarnos todo lo que quieran.

Y si hoy los sindicatos nos llaman a un paro general y planean un “plan de lucha” es precisamente para sabotear nuestra lucha. Para encuadrarnos, para controlarnos. Para que las respuestas a los ataques contra nuestras condiciones de vida transcurran por los cauces legales de la democracia, lo que significa que todo siga igual o peor aún.

Para defendernos de los ataques del Capital necesitamos organizarnos fuera y en contra de los partidos, sindicatos y ONG's. Debemos estructurar nuestra lucha rompiendo toda separación sectorial y todas las divisiones que nos imponen (parados/activos, temporales/fijos, autóctonos/inmigrantes, estudiantes/trabajadores...).

Frente al deterioro de nuestra miserable vida y ante la estafa del paro sindical, organicémonos para destrozar la paz social e impidamos la vuelta a la normalidad con todos los medios a nuestro alcance. Usemos todos los mecanismos posibles para imponer nuestras necesidades a las de la economía:

- Impidamos la circulación de la mercancía. Cortemos las carreteras, las vías de tren...

- Bloqueemos la producción. Organicemos piquetes en fábricas, oficinas, colegios...

- Expropiemos la producción acumulada en supermercados, almacenes...

- Boicoteemos u ocupemos los medios de comunicaciones burgueses.

- Organicémonos para combatir la represión.

- Rechacemos todo sacrificio, toda defensa de la economía nacional.

Si la economía está en crisis... ¡que reviente!



CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE LA ECONOMÍA...

...POR LA DICTADURA DE NUESTRAS NECESIDADES HUMANAS


# región ibérica. Septiembre 2010.

[ESPAÑA] LA ECONOMÍA ESTÁ EN CRISIS… ¡QUE REVIENTE!

La contradicción entre las necesidades humanas y las necesidades del capital (de la ganancia capitalista), es cada vez más aguda en todo el mundo. Los criminales tejes y manejes de bolsas y mercados, el calendario cínico y asesino de los planes de ajuste estructurales que la burguesía organiza a nivel mundial, las medidas anticrisis (despidos, reformas laborales, EREs…) significan para nuestra clase cada vez más miseria, privación, envenenamiento cotidiano y generalizado. La catástrofe del capital se acelera y ¡es siempre nuestra clase la que paga la cuenta!


El capital nos ha desposeído de todo para obligarnos a trabajar. Somos esclavos de los burgueses que nos exprimen en las fábricas, en las oficinas, en el campo, en la calle o donde sea, y cuando no nos necesitan nos lanzan a la basura. Cuando la catástrofe que ellos han creado estalla, nos llevan al límite de nuestra resistencia para salvar sus muebles, nos ponen en fila para que reventemos en la puta calle, a la espera que no nos quede ni un recurso para subsistir.


Lo que hoy pasa en todo el mundo, las medidas contra el proletariado que se aprueban en todos los países sin excepción, no son producto de “malas políticas”, de los bancos, de la buena o mala voluntad, de tal institución… es el producto más genuino del capitalismo, de un sistema social cimentado en la explotación del hombre por el hombre, de la explotación de una clase sobre otra, de un mundo que avanza como una trituradora dispuesto a arrasar con todo rastro de vida en el planeta a medida que escupe valor, que chorrea capital.

Pero el proletariado no traga eternamente la brutalidad creciente de los múltiples ataques contra sus condiciones de vida. Hoy vemos que en la calle comienzan a esbozarse las nuevas luchas que se avecinan. Estos meses en algunos países como Grecia nuestros hermanos ya han marcado el inicio del camino. Han salido a la calle haciendo frente a las medidas de apretarse aun más el cinturón. Han asumido la defensa de sus necesidades humanas reapropiándose de medios de vida, atacando los símbolos capital, rechazando la mediación sindical, haciendo frente a la represión policial, negando la solución democrática. Se han enfrentado al Estado.


En realidad no tenemos más que dos alternativas: luchar por destruir este sistema social o reventar. No hay caminos intermedios. El reformismo, la fe en las promesas, la ideología del mal menor o la pasividad, los políticos, el sindicalismo, solo nos conducen a la derrota, a mantener en pie este mundo miserable que nos ahoga a la espera de que nos remate. Todos esos políticos y sindicatos que dicen representar a los obreros son expresiones de la bestia capitalista. Nunca fueron herramientas para luchar por los intereses proletarios, por nuestras necesidades. Fueron, son y serán herramientas del enemigo, estructuras del Estado, del capital, por muy rojo que se pinten.

Nuestra fuerza está única y exclusivamente en nosotros mismos. En organizarnos fuera y en contra de las estructuras del Estado, en romper nuestras divisiones sector por sector, país por país, en defender intransigentemente nuestros intereses contra los de la economía: ningún sacrificio, ninguna defensa de la empresa, ninguna delegación sindical, ninguna concesión. Retomemos la acción directa, organicemos y estructuremos la lucha, dirijamos nuestros destinos. Acabemos con el capitalismo.

Reventar o luchar, no hay otra alternativa para el proletariado.

No aceptemos ni un solo sacrificio. Impongamos nuestra fuerza colectiva

Organicémonos fuera y contra de los sindicatos.

CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE LA ECONOMÍA…

… POR LA DICTADURA DE NUESTRAS NECESIDADES HUMANAS

Proletarios internacionalistas

# Región ibérica, Octubre 2010

jueves, 21 de octubre de 2010

[Argentina] ¡Asesinos!

Como si no les bastará con vivir de la sangre y el sudor de los trabajadores, un muerto y heridos graves es el saldo de la acción de una patota sindical, esta vez de la Unión Ferroviaria, con barrabravas incluidos. Mariano Ferreyra asesinado de un balazo y Elsa Rodríguez, con un tiro en la cabeza se debate entre la vida y la muerte, entre otros manifestantes heridos.
Amparados por la Policía Federal y el gobierno de turno, que seguramente nos vendrán a decir que unirán fuerzas "para encontrar al culpable", es decir algún chivo expiatorio para lavarse la cara y seguir para que todo siga igual, esa fue siempre su política, ¡eso es la política!
Por si hacía falta, el Miércoles 20 de Octubre de 2010 en Buenos Aires queda expuesto lo que es este entramado de muerte que llaman sociedad, el mismo que asesina por "gatillo fácil" en los barrios, el mismo que permite y alienta la trata de personas, el mismo que mata de hambre y de desesperación, y rápida o lentamente en los trabajos.

Estos sucesos no son extraordinarios, ni la demencia de algún personaje sindical, politiquero o policial, estas son las consecuencias lógicas de este sistema que atenta contra la vida: asesinando a Mariano, o hace años a Dario y a Maxi, a Carlos Fuentealba y todos los “sin nombre” que mueren día a día, como el albañil aplastado por una pared en la zona sur de Rosario este mismo Miércoles.

Estamos cada vez mas empujados a escoger entre seguir con esta inmundicia o luchar para cambiarlo todo.



#Grupo Anarquistas Rosario, Octubre de 2010.
www.grupoanarquistasrosario.blogspot.com

[Ecuador] VIOLENTO EPISODIO DE PUGNA INTERBURGUESA

30 DE SEPTIEMBRE: VIOLENTO EPISODIO DE PUGNA INTERBURGUESA.
OTRA VEZ LA MISERIA DEL ESTADO-CAPITAL, DE SUS DERECHAS Y SUS IZQUIERDAS


Cuando se siente amenazado, el Estado se defiende solamente a sí mismo.
Marx

El proletariado no es débil porque está dividido, está dividido porque es débil.
Pannekoek

El 30 de septiembre no fue un “intento de golpe de Estado por parte de la derecha y el imperialismo”, como falsa y paranoicamente nos quiere hacer creer este gobierno contrarrevolucionario. Tampoco fue una simple “reivindicación sectorial” o “justa protesta” de los policías, ni mucho menos un “triunfo del pueblo por defender su proceso", como rebuznan algunos izquierdistas miopes y oportunistas. Lo ocurrido ese día fue nada más y nada menos que un violento episodio de pugna interburguesa intraestatal; es decir, una sangrienta y espectacular pelea por el poder entre patrones, entre fracciones, aparatos o mafias rivales al interior del mismo Estado burgués, a través de sus cuerpos represivos. En este caso, la resentida y reaccionaria derecha del capital –representada por el Partido Sociedad Patriótica (PSP)- contra la arribista y progresista izquierda del capital –representada por Alianza País (AP)-, queriendo todavía la una disputarle espacios e influencias dentro de los aparatos estatales a la otra o, en su defecto, queriendo generar un ambiente de inestabilidad para obtener rédito político. Pero al final de la jornada, el “triunfo amargo” se lo llevó el gobierno de Correa; mientras que, de su lado, policías y militares no perdieron sus exclusivos privilegios de casta burocrática. En suma, el único protagonista y el único ganador del 30 de septiembre fue ese monopolio de la violencia o esa mafia de mafias que es el Estado; el que, como sabemos, no es neutral, sino que es el Estado del Capital, el Estado de la clase capitalista que explota, oprime y reprime a nuestra clase proletaria.

Esto es así porque aún vivimos tiempos de contrarrevolución, es decir, tiempos donde el capitalismo mantiene la ofensiva contra la amenaza de insurrección proletaria y revolución social, con medidas de todo tipo (económicas, políticas, ideológicas, represivas), y en especial, mediante enemigos camuflados o gobiernos “de izquierda” como el de Correa. Son tiempos en los que la tónica está dada precisamente por este tipo de contradicciones secundarias o conflictos entre fracciones de la clase dominante, mientras que el proletariado en tanto sujeto revolucionario brilla por su ausencia, o es utilizado como masa de maniobra y carne de cañón por estas fracciones de la burguesía (más de 10 muertos y de 150 heridos hubo ese día), o es el pasivo espectador de este repugnante show político-militar-mediático.

Sin duda, el mayor gendarme del capital y el principal aparato de la contrarrevolución es el Estado. Como el capitalismo se basa en la competencia, el Estado funciona y se fortalece a través de sus pugnas internas de poder. Por eso, cuando se siente amenazado o cuando necesita fortalecerse, el Estado solo se defiende a sí mismo, ¡a nadie más! En efecto, durante el 30 de septiembre lo que le interesaba al Estado no eran las vidas humanas puestas en riesgo por el mismo terror de Estado, sino protegerse a sí mismo, a fin, a su vez, de proteger la propiedad privada, la mercancía, el orden: la normalidad capitalista que nos subyuga día tras día, en la cual el capital es como un parásito que vive a costa de nuestro trabajo y nuestra vida.

Por su parte, todas y cada una de las derechas del capital –PSP, PSC-Madera de Guerrero, PRIAN, etc.- así como de las izquierdas del capital –AP, PCE, PSE, PCMLE-MPD, Pachakutik, Polo Democrático, Diabluma, etc.- que, como buenos oportunistas políticos que son, salieron a favor o en contra de la rabiosa canallada de los chapas aquel día, lo único que estaban haciendo es tratar de pescar a río revuelto en nombre de sus mezquinos y acomodados intereses dentro y solamente dentro del sistema de dominación capitalista, esto es dentro del sistema de esclavitud asalariada y despotismo estatal. En fin, desempeñaron el único papel que les corresponde a todos ellos: putrefactos títeres peleones del mismo circo o diferentes tripas entrecruzadas de la misma bestia.

Así quedo demostrada, una vez más, toda la miseria del Estado, de las derechas y de las izquierdas del capital por igual. Todo esto, en nombre de la dictadura “legal y legítima” del capital llamada democracia, bien resguardada por sus perros guardianes: los militares y los policías. Así y solo así es como la contrarrevolución ciudadana sigue en marcha. De hecho, este gobierno es contrarrevolucionario porque solo beneficia a ciertos capitales (locales y transnacionales), mientras que administra nuestra explotación y miseria asalariadas, nos entrega migajas en forma de bonos y demás, nos embrutece y desmoviliza colectivamente con su política y su propaganda, y reprime violentamente nuestros reclamos y protestas. Es más que seguro que, una vez resuelta esta “crisis interna” con la policía, el gobierno capitalista y contrarrevolucionario de Correa volverá a arremeter contra nuestra clase con leyes, con “paquetazos” y, por supuesto, con policías y militares nuevamente en primera fila mostrándonos sus colmillos.

Por otro lado, no existen “malos policías” y “buenos policías”, como lloriqueaba Correa; tampoco es cierto que son “pueblo uniformado”, como dice alguna gente. Absolutamente todos los policías –y militares- solo “sirven y protegen” a la explotación y opresión capitalistas y, para colmo, todos los privilegios que gozan estos cerdos y gorilas con armas provienen ¡de nuestros bolsillos! Toda la brutalidad cometida por policías y militares el 30 de septiembre solo demostró que ellos no son más que los perros guardianes del capitalismo, los asesinos a sueldo del Estado -el único y gran terrorista-, y traidores y enemigos a muerte de los proletarios.

Finalmente, la democracia solo es una y es la burguesa, puesto que es la forma política inherente a la sociedad mercantil y espectacular generalizada que es el capitalismo: he allí sus instituciones, el mercado, el gobierno, el parlamento, los partidos y sindicatos, las urnas, los medios de comunicación, la ciudadanía. Pero, sobre todo, no hay democracia sin policía y sin ejército, es decir sin violencia organizada de la burguesía para proteger la propiedad privada y reprimir a los proletarios (y/o a otras fracciones burguesas que se opongan al poder de turno). Lo cual no es solamente el “lado oscuro” ni el “exceso obsceno” de la democracia, sino su esencia misma. No hay Estado sin represión. No hay democracia sin dictadura de clase. Todos los defensores de la democracia, por tanto, son los defensores de la dictadura de los que nos explotan, oprimen y matan a los proletarios: “el partido de la reacción contra el proletariado es el partido de la democracia”. Y es que es la democracia la que nos entretiene y estupidiza con mercancías para comprar, con televisión y urnas, al mismo tiempo que mata de hambre y a balazos a millones de proletarios. No en vano Correa, los militares, la prensa, las derechas y las izquierdas del capital corearon en una sola voz que se haya “salvado la democracia”, es decir la dictadura del capital. Por todo ello, no se trata de “radicalizar la democracia” ni cosa por el estilo, como cree todo socialdemócrata, sino de criticarla y de abolirla radicalmente mediante la dictadura social de las necesidades humanas sobre la dictadura democrática del capital-estado, es decir mediante la dictadura del proletariado.

Por cierto, tal vez alguien increpe que si no existiese policía y ejército, no habría quién nos “proteja” de la delincuencia. Pero lo de la delincuencia no es un problema de ese día, ni del gobierno actual. Es un problema de fondo. Existe policía y existe delincuencia porque existe propiedad privada, explotación y miseria. Es un “lado oscuro” pero inevitable de la sociedad capitalista. Por lo tanto, la delincuencia no se soluciona con más fuentes de empleo ni con más policía, sino aboliendo el capitalismo y su Estado. En este sentido, los saqueos –como los habidos el 30 de septiembre- son justificables en la medida en que imponen las necesidades de los proletarios que saquean por sobre la propiedad privada y la mercancía. Pero, en cambio, los mismos solo cobrarían un sentido revolucionario si formasen parte de la lucha proletaria por la abolición social de la propiedad privada y la mercancía, de la empresa y la policía.

Ahora bien, el problema principal desde el punto de vista revolucionario es que nuestra clase actualmente no existe como clase para sí misma, como movimiento revolucionario real que lucha por suprimir de raíz la sociedad capitalista de clases en su totalidad y, con ello, suprimirse a sí misma como clase social para devenir comunidad humana real. Existe como mansa clase trabajadora para el capital, o como esa histórica criatura del Estado llamada “pueblo”. Peor aún, existe como masa ciudadana (¡!), tal como se pudo observar el 30 de septiembre, pues la gente lanzada a las calles aquel día se dejó manipular como si fuesen peones de ajedrez o soldaditos de plomo, apoyando a bandos enemigos de nuestra clase. Sin embargo, podría decirse que la mayoría de nuestra clase fue un espectador pasivo de este sangriento espectáculo estatal televisado (ojo). No podía ser de otra manera. En primer lugar, porque esa no era su lucha, sino una lucha entre patrones y sus perros guardianes. Y en segundo lugar, porque no existe un proletariado visible en lucha contra el capital, un proletariado autónomo y antagónico, revolucionario, ya que “el proletariado es revolucionario o no es nada”. Esto no es una queja. Es un hecho determinante a tal punto que por eso los conflictos principales actuales no son conflictos sociales entre proletarios y burgueses, sino conflictos políticos entre burgueses mismos. Por eso lo ocurrido el 30 de septiembre no fue lucha de clases, sino lucha entre fracciones, mafias o aparatos de la burguesía, de su Estado. Y por eso, frente a estas falsas contraposiciones y falsos dilemas, los proletarios no tenemos ¡ningún partido que tomar!, sino más bien que tomar distancia de ellos y comenzar a luchar por nuestros propios objetivos y con nuestros propios métodos, en nuestro propio terreno de clase y contra toda la bestia capitalista. No es suficiente que los burgueses se peleen y se maten entre ellos mismos. Para que todo cambie en serio, es necesario que el proletariado reemerja para cuestionar, golpear y destruir o subvertir de raíz todo el orden burgués. Y esto no se trata de una miserable lucha política para conquistar el poder del Estado burgués, sino de una lucha social o generalizada para revolucionarlo todo desde sus cimientos, para cambiar la vida misma. No para cambiar las fichas del ajedrez de la dictadura democrática capitalista, sino para romper todo el tablero.

Nuestra clase lucha por necesidades concretas, por sus condiciones materiales de vida (alimentación, vivienda, salud, tiempo libre, etc.), no por ideologías ni por reformas. Son el capital, el Estado y las izquierdas del capital las que desvían y encasillan la lucha proletaria de esta manera. Entonces, para que el proletariado reemerja o insurja en la lucha de clases y le pueda dar una solución revolucionaria a la actual crisis capitalista, es necesario que comience a luchar por sus intereses o reivindicaciones propias y no por las de sus enemigos de clase, recuperando su confianza, su solidaridad, su autonomía y su combatividad de clase. Es necesario profundizar, radicalizar, generalizar y unificar estas reivindicaciones, y deshacernos de las ilusiones reformistas de lucha (leyes, reformas, “poder popular”, etc.), así como también de las mediaciones del mismo capital-estado (gobierno, asamblea nacional, partidos, sindicatos, ongs, “movimientos sociales”, etc.), levantando nuestras propias formas de asociación u organización clasista y autónoma para la lucha (asambleas, comités, núcleos, grupos, etc.), y sabiendo golpear al poder burgués donde le duela. Tarde o temprano, nuestra clase se dará cuenta que sus reivindicaciones o necesidades vitales no pueden ser verdaderamente satisfechas por el capitalismo, sino en contra y más allá de éste. Que la única solución de fondo ha de ser la revolución social, y que la única vía para ello será la insurrección. Mientras tanto, hermanos proletarios, procuremos convertir las próximas protestas sociales en huelga general, y la huelga general en huelga salvaje. De lo contrario, seguiremos siendo espectadores o carne de cañón de las pugnas interburguesas por venir.

Frente a la confusión reinante dentro de nuestra clase –algo propio de tiempos contrarrevolucionarios- en torno a los polémicos y recientes hechos del 30 de septiembre en ecuador, es necesario y pertinente que las minorías proletarias revolucionarias los aclaremos desde una firme y clara posición programática, como parte de la misma clase que somos. El programa comunista histórico y mundial de nuestra clase (abolición de la propiedad privada, el trabajo asalariado, el capital, el Estado, la democracia, las patrias, etc., mediante la lucha autónoma, la insurrección y la dictadura del proletariado) es nuestra arma de combate por el momento, no solo contra el capital-estado, sino contra toda forma de reformismo (sean correístas, marxistas-leninistas, “anarquistas”) dado su carácter confusionista y contrarrevolucionario. Reiterarles a todos estos nuestro odio de clase. De este modo, lo que más nos interesa es que materiales como este contribuyan a la autoclarificación de nuestros hermanos de clase, si no es de todos, al menos sí de algunos proletarios, a fin de que no vuelvan a ser peones de ajedrez ni carne de cañón de ninguna fracción de la burguesía, sino que sean sus enemigos; a fin de que ya no tengan miedo de sus opresores ni luchen por el “mal menor”, sino que les infundan miedo a ellos y luchen por conquistarlo todo, puesto que los proletarios somos quienes producimos o creamos todo en esta sociedad, por lo tanto, todo debería pertenecernos.


¡EL ÚNICO Y GRAN TERRORISTA ES EL ESTADO CAPITALISTA!

HERMANO PROLETARIO: ¡NO TOMES PARTIDO POR NINGUNA FRACCIÓN DE LA CLASE QUE TE EXPLOTA Y OPRIME

EN SUS MISERABLES PUGNAS DE PODER COMO LA DEL 30 DE SEPTIEMBRE!

HERMANO PROLETARIO: ¡NO TE CONVIERTAS EN TRAIDOR Y ENEMIGO DE TU CLASE:

NO TE HAGAS POLICÍA, MILITAR, POLÍTICO NI SINDICALISTA NUNCA!

HERMANO PROLETARIO: ¡LUCHA POR LAS REIVINDICACIONES CONCRETAS DE TU CLASE Y CON TU CLASE,

CONFIANDO SOLAMENTE EN TUS PROPIAS FUERZAS, CON SOLIDARIDAD, AUTONOMÍA Y COMBATIVIDAD!

¡CONVIRTAMOS LAS PRÓXIMAS PROTESTAS SOCIALES EN HUELGA GENERAL,

Y LA HUELGA GENERAL EN HUELGA SALVAJE!

¡TARDE O TEMPRANO, LA ÚNICA SOLUCIÓN VITAL SERÁ LA REVOLUCIÓN SOCIAL,

Y LA ÚNICA VÍA SERÁ LA INSURRECCIÓN!

¡ABAJO EL ESTADO, LA POLICÍA, EL EJÉRCITO, LOS PARTIDOS, LA DEMOCRACIA, LA PATRIA,

LA PROPIEDAD PRIVADA, LA MERCANCÍA Y EL TRABAJO ASALARIADO!

¡POR EL COMUNISMO Y LA ANARQUÍA SIEMPRE!



Proletarios Salvajes comunismoobarbarie[a]gmail.com
# Octubre 2010, Quito-Ecuador

miércoles, 6 de octubre de 2010

La sonrisa de los antisistema tras el 29 (s)‏

Ahora lo entendemos, aquel veterano, con gafas y canas, que primero miró de reojo la hoguera y luego echó un cartón para azuzarla: era un antisistema.
Aquellos adolescentes que aparcaron las bicis y ayudaron a romper la cristaleras del museo Diocesiá (el de los embaucadores y abusadores) también eran antisistema.
De los lateros pakistaníes ya sospechábamos, como nadie estaba por ellos, también aprovecharon para prender fuegos.
Los que portaban la pancarta del piquete de las 12 horas: “Contra la dictadura del Capial, Huelga General” también lo eran.
Los que robaron vaqueros también, los que los tiraron en la hoguera, más de lo mismo.
Los que usaron las sillas de las pizzería para construir barricadas, también.
Todos antisistema.

La pancarta del banco ocupado “la banca nos explota, la patronal nos vende, los políticos nos asfixian y CCOO y UGT nos mienten”, o algo así, también lo era.
Como la octavilla de “La economía está en crisis...¡Qué reviente!” y las del 29 Salvaje, todas antisistema.
Y el periodista, que afirmó: “no hay nada nuevo, son revolucionarios que, como el viejo topo, salen a la luz tras debilitar los cimientos del poder”, ¿también era antisistema?
¿Y el juez que permitió que la ocupación del Banco durara hasta el día de la huelga, no sería también antisistema?
¿No serás tú el único imbécil que no eres antisistema? El único que aún alaba el sistema capitalista.

Porque de lo que estamos hablando es de antisistema capitalista. Ese sistema que expulsa a unos, margina a otros y aísla y explota a la mayoría. Ese sistema del que una minúscula minoría de propietarios se beneficia. Un sistema que desde que surgió necesitó de una policía para defenderse, de unas leyes para perpetuarse y de unos periodistas para legitimizarlo. ¿Por qué nunca dicen de qué sistema somos los antisistema?, ¿por qué no aclaran que es el del Capital?, de ese sistema en crisis que ya pocos se atreven a defender. ¿Por qué no lo dicen aunque se cante: “¡anti, anti, anticapitalistas!”. ¿Por qué no se acercan a preguntarnos qué mundo queremos? O mejor, qué de todo esto no queremos. ¿Por qué se limitan a poner antisistema?, ¿será como sinónimo de antisociales? Creemos que no, pues saben que si hay alguien a quien les gusta estar acompañado, mezclado y arrambado, es a nosotros. Sin importar edades ni preferencias amorosas. Estamos contra el capitalismo, luchamos para abolir este sistema basado en el trabajo asalariado y la desigualdad social, y si usamos la violencia es porque es un sistema que desde su gestación la usó para imponerse y defenderse, la usó al privarnos de los medios de subsistencia y obligarnos a trabajar (para los propietarios de las cosas).

Sabemos que si se nos volviera a ocurrir convertir el Ritz en un comedor popular y los latifundios de Aragón, en colectividades agrarias, el Estado nos respondería con armas de fuego. Por eso somos conscientes que en una insurrección tendremos que usar algo más que piedras para defendernos. Ante todo detestamos la violencia cotidiana del capital, la que mata en sus guerras y hambrunas o la que administra muerte en sus lugares de trabajo y estudio. Pero sigamos con el término de moda entre los mass media: antisistema.

Tras la batalla del Cine Ocupado, 1996, cifraron nuestra media de edad entre dieciocho y treinta años, tiempo después, en las batallas anticapitalistas por las cumbres de presidentes, seguíamos en esa juventud. Casi una década después, vuelven a decir que seguimos en esa franja de edad. ¿Qué se piensan que para nosotros no pasa el tiempo? ¿Qué nosotros claudicamos como la mayoría de sus amigos? ¿Qué nuestra rebeldía era un asunto de juventud? O piensan que nosotros somos los teóricos y los jóvenes los que tiran piedras. Pues no, nosotros también tiramos piedras y prendemos fuegos, y los jóvenes no paran de forjar teoría. Como aquellos encapuchados de Madrid que subieron a un andamio para desplegar una pancarta con la consigna: “sindicalistas traidores la huelga es de los trabajadores”, pura teoría, poesía casi, como aquel verso de “Quien siembra miseria, recoge rabia”. Pero basta de tratar de aclararles las cosas a los funcionarios de Mentira y el Poder.

Si hacemos este escrito no es para los periodistas, no es para explicarles porqué, el 29 Salvaje, nuestra rabia hacia sus poderosas mentiras se expresó rompiendo los cristales de sus unidades móviles. Nosotros os queríamos escribir a todos vosotros, también nosotros, a todas las compañeras, a todas las que rompimos la cotidianeidad capitalista en el centro de Barcelona, a todos los que, tarde o temprano, nos volveremos a encontrar, otra vez decididos, otra vez organizados, otra vez unidos, como una auténtica comunidad de lucha. Un fuerte abrazo a todos los que, tras el 29 S. andamos con una sonrisa por las calles… ¡cchzz! cuando pases al lado de los mossos ponte serio, que nos andan buscando.

¡Compañeros presos a las calles, calles para la insurrección!

# Sonrisas Antisistema. Carcelona, otoño caliente de 2010.

viernes, 1 de octubre de 2010

El malestar y las ganas de vivir estallan en Barcelona

La gente ha dicho basta. Las autoridades afirman que ha sido un grupo antisistema, jóvenes con estética okupa…. Pues no. Hemos sido nosotros. Ese nosotros que las furgonetas de la policía histérica persiguió durante horas por la ciudad sin poder encontrarlo. Ese nosotros que aplaudía cuando se rompían los cristales de El Corte Inglés. Ese nosotros que tomó la palabra en la primera asamblea realizada en el banco expropiado de la plaza Catalunya y dijo: "Tengo casi cincuenta años. Estoy en paro desde hace cuatro años después de trabajar toda la vida. Estoy desesperada pero esta okupación me ha devuelto la sonrisa". En la dictadura democrática todo se puede decir y no sirve para nada. Sí, ciertamente. Pero que en un edificio de los más altos de la ciudad una enorme pancarta proclame "La banca nos asfixia, la patronal nos explota, los políticos nos mienten, CCOO y UGT nos venden… A la mierda" es una verdad demasiado insoportable para el poder. Porque además la gente acudía cada vez en mayor número. Y no había banderas ni consignas facilonas que ya nadie cree. El discurso tópico de la izquierda había quedado atrás. Éramos sencillamente vidas precarias que tomaban la palabra, y entonces asomaba toda la desesperación, y también las inmensas ganas de inventar caminos para resistir juntas. Para salir de esta cárcel en la que se ha transformado la vida. "A la mierda" era un grito de rabia. Pero poco a poco este grito se organizaba, se ampliaba, se enriquecía… y miles de voces lo hacían suyo. Para la dictadura franquista cualquier conflicto de orden público era causado siempre por una minoría, y el modo de descalificarla consistía en decir que se trataba de "estudiantes". Estudiante era sinónimo de vago. Ahora la dictadura democrática insiste como siempre también en calificarnos de minoría, aunque en este caso nos llame vándalos y gamberros. No quieren saber que esa minoría - ese nosotros que se rebela contra esta realidad - es la que hace la historia. Cayó (parcialmente) la dictadura franquista. Sabemos también que tarde o temprano ese sistema de opresión y miseria será agujereado como un gruyere. Porque miles de personas están inventando miles de salidas. Y caerá. Ellos tienen el día. Nosotros tenemos la noche. No pueden identificarnos y nunca sabrán quienes somos. Por eso nos tienen tanto miedo.

Vidas precarias
# región española. Septiembre de 2010, en el contexto de la Huelga General.