¿Cuál es la diferencia entre las revueltas que estallan en Mundo Arabe y las revueltas anteriores en América Latina o la de Grecia o los barrios pobres de Francia? ¿Qué diferencia puede haber entre la lucha de los proletarios en Argelia, Tunes, Egipto, Yemen, Libia, Bahréin, Siria, o con la de Bolivia o China? No hay causas diferentes, no hay enemigo diferente, no puede haber perspectiva diferente. Si la revuelta proletaria estalla en forma separada es por la capacidad (cada vez menor) del capital mundial de atacar paquete por paquete al proletariado, en base a la dosificación de los planes de austeridad, en función de los consejos de los aparatos de contrainsurgencia y también por la incapacidad organizativa del proletariado de coordinar su propia lucha.
Los medios de falsificación de la opinión pública han hecho lo imposible para ocultar la revuelta proletaria generalizada en todo el mundo árabe. Para la burguesía, la perspectiva de que su dominación internacional sea desestabilizada no es una ficción: a cualquier precio se intenta evitar que la lucha sea un ejemplo para los otros proletarios del mundo. Todo debe ser presentado como diferente, salvo la mistificación democrática que sería un paraíso para todos. La lucha social, que estamos viviendo en una parte cada vez mayor del planeta, no es sólo una lucha contra tal o cual dictador, no es una lucha por imponer tal o cual secta religiosa o por más o menos democracia, sino bien por el contrario, es una profunda revuelta social contra el capitalismo mundial, que condena a una parte siempre mayor de seres humanos a soportar toda la catástrofe de este sistema social.
Los aumentos de precios de todos los cereales, de las legumbres, de la carne…volvieron a generalizarse a fines del 2010 y principios de este año. Las revueltas en Tunes, en Argelia, Egipto, Palestina, Irak, Libia, Siria… son, antes que nada, revueltas de la misma clase social y por las mismas razones. La supervivencia es mucho más difícil, la lucha contra una mayor opresión capitalista es una necesidad. Es esa identidad de necesidades y perspectivas lo que más se busca ocultar con las ideologías de “revoluciones democráticas” y/o religiosas.
Claro que la revuelta ataca frontalmente a la dominación política burguesa formal de tal o cual país, tal o tal monstruoso dictador y que es normal que las fracciones burguesas de oposición tratando, de terminar la revolución lo antes posible, griten a la “revolución democrática” o determinen que el objetivo de la misma sea sólo la liquidación de tal o cual tirano.
Nada más normal que la sublevación proletaria se estrelle primero contra los opresores de su propio Estado. Nada más normal que, cuando no basta el terrorismo de Estado, la burguesía como clase mundial deje caer a quienes siempre había apoyado. Pero, más allá de la liquidación de tal o tal odiado jefe de Estado, lo que hace de las diferentes revueltas una sola lucha mundial, es esa lucha fundamental por la supervivencia, por la vida, contra el mundo del capitalismo y contra la consecuente dictadura del mercado y la ganancia. Lo importante no es lo que figure en cada bandera o consigna, sino que esa negación de tal o tal personaje contenga, al mismo tiempo, la negación del mundo capitalista y que el proletariado en otras latitudes se reconozca en esa misma lucha.
Saludamos el ataque de los proletarios contra los bastiones y símbolos de cada una de las dictaduras regionales, contra cada uno de los tiranos, de los torturadores. Pero dentro de ese ataque reafirmamos la universalidad de esa lucha, que surge de la contradicción general entre capitalismo y humanidad, entre capital y la tierra, entre la pervivencia de este sistema social y la necesidad de la especie humana de destruir para siempre todo el sistema social mundial.
Si, se trata de luchar contra la dictadura, pero no contra tal o cual dictadura política particular, sino bien por el contrario, contra la dictadura social y general del capitalismo.
¡Viva la lucha contra todos los dictadores!
¡Viva la lucha contra la dictadura social y mundial del capital!
La fabricación ideológica de las “revoluciones democráticas” no es evidentemente, sólo una cuestión ideológica. Las banderas que las compañías de información levantan, y con las que se dirigen a las masas en revueltas, son a su vez los límites del movimiento mismo del proletariado. Además, todas las agencias de seguridad, las fuerzas militares, y las estructuras de espionaje y de sabotaje actúan prácticamente para transformar esas profundas revueltas sociales en meras luchas políticas entre fracciones burguesas, entre potencias imperialistas. Frente al proletariado mundial, especialmente cuando este reafirma su perspectiva revolucionaria internacional de destruir el capitalismo mundial, la burguesía internacional tiene como única perspectiva la desestructuración de esa fuerza canalizándola en polarizaciones interburguesas, interimperialistas.
Es a esa realidad que obedecen las acciones militares bajo la dirección de los Estados Gendarmes en Libia. No sólo quieren apropiarse el petróleo libio y tienen intereses particulares como fracciones burguesas. Su acción sigue teniendo el mismo objetivo que el de Gadhafi: ¡liquidar la revuelta proletaria! ¡Alinear a los combatientes en uno u otro bando imperialista!
LA LUCHA DE LOS PROLETARIOS EL MUNDO ÁRABE, ES NUESTRA LUCHA.Los medios de falsificación de la opinión pública han hecho lo imposible para ocultar la revuelta proletaria generalizada en todo el mundo árabe. Para la burguesía, la perspectiva de que su dominación internacional sea desestabilizada no es una ficción: a cualquier precio se intenta evitar que la lucha sea un ejemplo para los otros proletarios del mundo. Todo debe ser presentado como diferente, salvo la mistificación democrática que sería un paraíso para todos. La lucha social, que estamos viviendo en una parte cada vez mayor del planeta, no es sólo una lucha contra tal o cual dictador, no es una lucha por imponer tal o cual secta religiosa o por más o menos democracia, sino bien por el contrario, es una profunda revuelta social contra el capitalismo mundial, que condena a una parte siempre mayor de seres humanos a soportar toda la catástrofe de este sistema social.
Los aumentos de precios de todos los cereales, de las legumbres, de la carne…volvieron a generalizarse a fines del 2010 y principios de este año. Las revueltas en Tunes, en Argelia, Egipto, Palestina, Irak, Libia, Siria… son, antes que nada, revueltas de la misma clase social y por las mismas razones. La supervivencia es mucho más difícil, la lucha contra una mayor opresión capitalista es una necesidad. Es esa identidad de necesidades y perspectivas lo que más se busca ocultar con las ideologías de “revoluciones democráticas” y/o religiosas.
Claro que la revuelta ataca frontalmente a la dominación política burguesa formal de tal o cual país, tal o tal monstruoso dictador y que es normal que las fracciones burguesas de oposición tratando, de terminar la revolución lo antes posible, griten a la “revolución democrática” o determinen que el objetivo de la misma sea sólo la liquidación de tal o cual tirano.
Nada más normal que la sublevación proletaria se estrelle primero contra los opresores de su propio Estado. Nada más normal que, cuando no basta el terrorismo de Estado, la burguesía como clase mundial deje caer a quienes siempre había apoyado. Pero, más allá de la liquidación de tal o tal odiado jefe de Estado, lo que hace de las diferentes revueltas una sola lucha mundial, es esa lucha fundamental por la supervivencia, por la vida, contra el mundo del capitalismo y contra la consecuente dictadura del mercado y la ganancia. Lo importante no es lo que figure en cada bandera o consigna, sino que esa negación de tal o tal personaje contenga, al mismo tiempo, la negación del mundo capitalista y que el proletariado en otras latitudes se reconozca en esa misma lucha.
Saludamos el ataque de los proletarios contra los bastiones y símbolos de cada una de las dictaduras regionales, contra cada uno de los tiranos, de los torturadores. Pero dentro de ese ataque reafirmamos la universalidad de esa lucha, que surge de la contradicción general entre capitalismo y humanidad, entre capital y la tierra, entre la pervivencia de este sistema social y la necesidad de la especie humana de destruir para siempre todo el sistema social mundial.
Si, se trata de luchar contra la dictadura, pero no contra tal o cual dictadura política particular, sino bien por el contrario, contra la dictadura social y general del capitalismo.
¡Viva la lucha contra todos los dictadores!
¡Viva la lucha contra la dictadura social y mundial del capital!
La fabricación ideológica de las “revoluciones democráticas” no es evidentemente, sólo una cuestión ideológica. Las banderas que las compañías de información levantan, y con las que se dirigen a las masas en revueltas, son a su vez los límites del movimiento mismo del proletariado. Además, todas las agencias de seguridad, las fuerzas militares, y las estructuras de espionaje y de sabotaje actúan prácticamente para transformar esas profundas revueltas sociales en meras luchas políticas entre fracciones burguesas, entre potencias imperialistas. Frente al proletariado mundial, especialmente cuando este reafirma su perspectiva revolucionaria internacional de destruir el capitalismo mundial, la burguesía internacional tiene como única perspectiva la desestructuración de esa fuerza canalizándola en polarizaciones interburguesas, interimperialistas.
Es a esa realidad que obedecen las acciones militares bajo la dirección de los Estados Gendarmes en Libia. No sólo quieren apropiarse el petróleo libio y tienen intereses particulares como fracciones burguesas. Su acción sigue teniendo el mismo objetivo que el de Gadhafi: ¡liquidar la revuelta proletaria! ¡Alinear a los combatientes en uno u otro bando imperialista!
EL ENEMIGO ES EL CAPITALISMO Y LA DICTADURA DEL MERCADO MUNDIAL.
EL OBJETIVO ES EL MISMO EN TODAS PARTES: ¡REVOLUCIÓN SOCIAL!
¡DESTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO Y EL ESTADO!
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