Todos, cualquier cosa que digamos, cualquier cosa que hagamos,
tomamos parte en la lucha de clases… Sea de forma activa o pasiva… Sea
profundizándola y extendiéndola o sea negándola… Como sujeto de su
propia existencia o como objeto de su supervivencia bajo la dictadura
del valor… En el área del proletariado o de la burguesía… Como un ser
humano o como un idiota útil al capital… “La historia de todas las
sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de clases.”
(Karl Marx)
En este corto texto acerca de las actuales luchas en Egipto, queremos
enfatizar las importantes afirmaciones de la histórica lucha de nuestra
clase contra la tiranía del valor, contra la explotación. Nuestro
objetivo es obviamente no analizar estos eventos solo para simplemente
comprenderlos, sino para transformarlos, para interrumpir la naturaleza
cotidiana de nuestra vida como proletarios con la miseria que nos ahoga,
para que erradiquemos definitivamente la relación social capitalista de
nuestro planeta. No queremos derrochar nuestro tiempo describiendo en
incontables páginas los horrores de esta sociedad de muerte y
sufrimiento. Obviamente no queremos ser seres pasivos o académicos.
Tampoco estamos interesados en la biología del Capital, ni nos interesa
describirla de una manera objetiva. Por el contrario, nuestro propósito
es tomar parte en su destrucción final actuando en el movimiento de su
necrología… Y esto implica erguirse firmemente en el corazón de los
eventos que ocurren frente a nuestros ojos, para ser una parte
determinada de ellos como una fuerza activa y decisiva.
Desde hace más de dos años, una importante ola de revueltas ha
corrido a través del Magreb y Máshrek. Una tras otro, Túnez, Egipto,
Bahréin, Yemen, Libia, y Siria… han estallado en las llamas de la
revuelta… Algunos “dictadores” han caído, otros se han aferrado a los
remanentes de su poder. La represión es feroz en todos lados, pues el
proletariado está determinado a no estirar la pata en el altar del valor
sin al menos vender cara su vida. Revueltas contra el hambre, contra la
miseria, contra los aumentos de precios de la “canasta básica”, contra
el desempleo, contra la impunidad de los torturadores, contra la
arrogancia de los señores atrincherados en sus cada vez menos
inaccesibles fuertes…
Y cuando los “dictadores” han sido sacados por la presión “de la
calle” (un eufemismo periodístico para no referirse al genuino sujeto de
estos movimientos: a saber ¡el proletariado en lucha!), o mejor dicho,
cuando la burguesía mundial y su aparato central remueven a tal o cual
administrador que se ha mostrado incapaz de controlar la situación,
entonces “nuevas” caras aparecen, “alternativas” políticas más creíbles
emergen en orden de restituir la paz social y la ley y el orden de los
negocios. Pero rápidamente, la lucha recobra sus dinámicas como hemos
visto en los últimos dos años…
En Túnez, no pasa un día sin protestas, piquetes, ocupaciones,
huelgas salvajes en Túnez (capital), Sfax, Siliana, Kasserine, El Kef,
Gafsa, Redeyef, etc., sin que las estaciones de policía hayan sido
incendiadas por proletarios enfurecidos, quienes claramente no se creen
más ningún cuento hecho por los administradores de su supervivencia,
mientras van sembrando sus semillas de un llamado cada vez más global a
cuestionar éste mundo de miseria. Los “nuevos” líderes (una mezcla de
facciones “progresistas” e islámicas) son usualmente abucheadas en sus
apariciones públicas, como por ejemplo en el aniversario de “la
revolución”, los líderes del partido Islamista de gobierno “Ennahda”
fueron prendidos fuego por proletarios más que hartos de ser siempre
engañados y jodidos por la burguesía.
A comienzos de febrero, el asesinato de un “oponente de izquierda” en
el medio de la calle hizo que estallara todo y miles de proletarios
explotaron de rabia. Chokri Belaid era el líder del “Partido Unificado
de Patriotas Democráticos” (¡con un programa burgués!), una de las
organizaciones más importantes dentro del “Frente Popular” el cual tuvo
que radicalizar su discurso de algún modo ante la presión del
proletariado para parecer una alternativa más convincente frente a los
islamistas y el “vacío de poder” como consecuencia del desarrollo de los
disturbios. El asunto aquí no es tanto si algunos proletarios se
identifican a sí mismos como la “oponentes” al gobierno de “Ennahda” o
no. Ellos solo expresan un tipo de empatía con alguien a quien
consideran víctima del mismo Estado enemigo, el cual por medio de
milicias islámicas, escuadrones de la muerte y la policía persiguen y
maten día y noche a los proletarios radicalizados. Desde entonces, no es
sorprendente que nuestra clase incremente su ofensiva y apunte a las
más evidentes y odiadas representaciones de éste Estado…
En Siria no hay duda que los bombardeos sobre las ciudades y las
masacres masivas, el terrible estado de represión y su militarización,
representa un persistente acoso que busca reclutar proletarios en lucha
(tengan estos armas o no) para una u otra facción, oponiéndose entre
ellas en la tentativa por conquistar el poder y dirigir el antagonismo
social. La totalidad de los poderes estatales regionales e
internacionales (Rusia, Irán, China por un lado, Arabia Saudita, Qatar,
Turquía, Francia, Estados Unidos, etc. por el otro) empuja a la
confrontación de clases hacia la militarización, de forma que el
proletariado pierda sus propias dinámicas de subversión de este mundo
miserable, privando al proletariado de su autonomía de clase… El tercer
campo en Siria (así es como se ha llamado al proletariado que se opone a
ambos polos de la contrarrevolución) está camino a la ruina y a ser
reclutado si no quiebra el aislamiento al que ha sido empujado, si el
contenido universal de esta lucha (el cual emerge en todas las luchas de
nuestra clase) no es puesto en frente, si rápidamente no encuentra eco a
sus luchas, si una nueva fuente de hostilidad insurreccional no se
desarrolla por todas partes de modo que no haya nunca más un minuto de
descanso para la voraz burguesía…
Y es precisamente desde Egipto, donde los tambores de nuestra guerra
social resuenan siempre con más fuerza, que podemos escuchar las voces
anunciando con profunda determinación que el antagonismo social que ha
comenzado antes por esta región deberá expandirse por todo el mundo.
“No votes por nadie…”
Cuando el “dictador” Mubarak fue depuesto, toda la burguesía proclamó
que la “democracia” debía ser establecida, que el “pueblo soberano”
debía participar en la construcción de su futuro y su voz finalmente
sería escuchada. Pero rápidamente fue creciendo la desilusión de la
burguesía pues la elección de la Asamblea Constituyente en noviembre del
201, así como la elección presidencial de junio del 2012 (con más de un
58% de abstención) y el referéndum para la nueva constitución en
diciembre del mismo año (donde la abstención superó el 68%), a saber,
cada ronda del circo electoral fue rechazado por importantes sectores
del proletariado en un activo boicot. Cerca de la plaza Tahrir, alguien
escribió en sobre una pared: “No vote por nadie. Nadie mantendrá sus
promesas. Nadie escucha al pobre. A nadie le importa un carajo esto”.
Sin embargo el estado logró movilizar a millones de tontos útiles
quienes se hicieron cómplices en forma voluntaria de esta orgía
electoral. Y es gracias a “el pueblo” que los “Hermanos Musulmanes” y
otros islamistas son (¡temporalmente!) los “nuevos líderes” del país.
Por lo tanto, podemos ver como, a través del mito democrático del
“pueblo soberano”, se desarrolla el enfrentamiento de dos polos que se
oponen dentro de la misma población: por un lado “el pueblo egipcio” que
toma parte en las elecciones y posteriormente en la consolidación de
una dictadura democrática, y al otro lado de la barricada social al
proletariado en lucha que rechaza estas elecciones y proyecta la
continuidad de la acción directa para expresar su desprecio (ciertamente
aún confuso y limitado) por la democracia.
Aquí también debemos enfatizar la contundente respuesta que los
militantes que se denominan a sí mismos “Camaradas del Cairo” enviaron a
“Occupy Wall Street” (OWS) en noviembre del 2011. OWS, como forma de
“solidaridad”, quiso enviar algunos “monitores electorales” a Egipto de
modo que la farsa electoral “marchara sobre ruedas”. Esto es lo que
“Camaradas del Cairo” declaró: “La verdad sea dicha, la noticia nos
chocó bastante; simplemente pasamos la mayor parte del día tratando de
imaginar quién podría haber solicitado esta ayuda en nuestro nombre.
Tenemos algunas consideraciones respecto a vuestra idea, y queremos
sumarnos a su conversación. Nos ha parecido que ustedes han tomado las
calles y ocupado parques y ciudades ante la insatisfacción con las
falsas promesas del juego de la política electoral. […] ¿Por qué,
entonces, nuestras elecciones podrían ser una causa de celebración?
¿Cuándo, incluso en el mejor de los mundos posibles, puede existir una
entidad supuestamente “representativa” basada en el interés del 1% sobre
el restante 99% de nosotros? […] ¿Es esto lo que ustedes desean
monitorear?”.
A pesar de los obvios límites de éste texto, solo nos queda expresar
nuestra genuina solidaridad con la respuesta de “Camaradas del Cairo”.
De hecho, lo que OWS proponía significa que el mundo capitalista se
puede dividir en al menos dos partes, con situaciones diferentes y
tareas diferentes que asumir: por un lado el próspero “mundo occidental”
donde las elecciones y el parlamentarismo no son un problema a tratar
en la agenda, y por el otro lado los países “subdesarrollados” del
“Tercer mundo” donde las tareas de las masas proletarias serían defender
a la facción progresista de la clase dominante y usar medios burgueses
como las elecciones… Esto es obviamente completamente falso,
paternalista y tiene la mala leche de dividirnos como compañeros y
compañeras alrededor del mundo que enfrentáramos los mismos enemigos, la
misma opresión, la misma explotación, y que usamos las mismas armas y
medios para revolucionar éste mundo, para abolir la sociedad de clases.
Pero desde que el islamista Morsi fue electo presidente, ha sido
evidente que esta facción de la burguesía ha terminado rápidamente
desacreditada por su incapacidad para lidiar con la tarea fundamental,
la cual es manejar las relaciones sociales capitalistas a favor de la
clase dirigente, y al mismo tiempo pretender satisfacer las ilusorias
promesas de cambios y bienestar social que solo un puñado de idiotas
(“el pueblo egipcio”, trabajando y votando) ha creído. De cara a la
desilusión, los recortes de salarios, los aumentos de precios de los
bienes básicos, enfrentando una permanente represión feroz, el
proletariado ha reanudado su ofensiva y recién electo Morsi como
presidente ha salido a la calle a rechazar en las calles con más fuerza y
determinación de lo que fue Mubarak hace unos pocos meses atrás…
“No hacer las cosas rentables para los capitalistas”
La operación para mantener la paz social en Egipto (la cual desplazó,
luego de solo dieciocho días de protestas y combates del proletariado, a
un “dictador” demasiado manso e incapaz de manejar las relaciones
sociales capitalistas de forma más conveniente para los negocios) no dio
frutos después de todo. Una de las primeras medidas para restaurar la
ley y orden capitalistas tomado por la camarilla militar después de la
caída de Mubarak fue prohibir las huelgas (“¡que destruyen al país!”).
Sin embargo, debemos hacer hincapié que en los últimos dos años el
proletariado ha estado rechazando todo tipo de disciplina del trabajo,
todo tipo de sacrificio, en resumen, han luchado para “no hacer las
cosas provechosas para los capitalistas”, para parafrasear a los
camaradas del KAPD a comienzo de los años 20. El pasado octubre, lo que
es lo mismo que decir un par de semanas después de las elecciones
presidenciales, el Banco Mundial expresó su “preocupación” (por lo bajo)
respecto de la escala que había alcanzado el descontento social en
Egipto donde se habían registrado más de 300 huelgas en las primeras dos
semanas de septiembre, la mayor parte de ellas en sectores clave de la
economía perteneciente al ejército. Más de 2000 huelgas se registraron
en septiembre y octubre a pesar de la represión y la criminalización de
los trabajadores militantes.
Durante noviembre y diciembre, alguna gente se indignó por el hecho
de que el nuevo proyecto de constitución impuesto por los “Hermanos
Musulmanes”, y en última instancia por el estado de los capitalistas,
del cual estos islamistas y algunos militares solo son sus
representantes políticos, contenía medidas “liberticidas” (así fue
expresado por todos los liberales y otros devotos de ésta hipocresía que
es la dictadura democrática). Pero éstas maniobras solo taparon
torpemente otras medidas de la misma constitución las cuales consolidan
la represión anti-obrera y esto es solo la continuación de numerosos
arrestos y seguimientos contra los militantes obreros involucrados en la
extensión de las huelgas salvajes. Y éste no es más que el enésimo
intento de amordazar a nuestra clase, esa donde miles de proletarios se
encuentran luchando en las calles de El Cairo, Alejandría, Suez, Port
Said, Ismailía, etc., esa que asaltó el palacio presidencial, esa que
combatió a la policía pero también a los militantes islamistas, y con
los matones del brazo armado de los Hermanos Musulmanes, incendiando
decenas de sus oficinas por todo el país. Debemos enfatizar que al mismo
tiempo que se expresaba el desprecio por el “nuevo poder” islamita
(“democráticamente elegido, debemos recordarlo), nuestros hermanos y
hermanas de clase deseaban conmemorar la importancia de los sangrientas
protestas de noviembre del 2011 (conocidas con el nombre de “batalla de
la calle Mohamed Mahmud”), boicoteando la elección de la asamblea
constituyente, donde más de cuarenta compañeros murieron.
Toda esta rebelión, toda esta revuelta, todo este rechazo profundo y
radical a someterse a los estándares del funcionamiento del capital
general, todo este rencor, incluso cuando a nuestra clase la engañan con
el circo electoral, en resumen, todo este sabotaje de la economía
nacional ha llevado a la economía de Egipto a un catastrófico estado de
crisis. La actual moneda, el peso egipcio, deberá ser devaluado, las
reservas monetarias del Banco Central, que llegaban a los 36 mil
millones en enero del 2011 (es decir, justo antes de la caída de
Mubarak), hoy llegan solo a los 13 mil millones, tan solo dos años
después, difícilmente esta cantidad alcanzará para pagar 3 meses de
bienes básicos de importación. El gobierno egipcio necesita con urgencia
15 mil millones para equilibrar su presupuesto; pero lejos de esta
cifra solo Qatar ha accedido a prestarle 5, lo cual está lejos de ser
suficiente. El verano pasado, el presidente Morsi negoció préstamo por
4,8 mil millones con el Fondo Monetario Internacional, pero el aumento
de las huelgas salvajes y la agitación social pospusieron un posible
acuerdo. El mensaje “subliminal” de FMI fue que Egipto debe primero
restaurar la ley y el orden así como la paz social en el país, y
terminar con los subsidios a los productos básicos garantizados por el
gobierno, lo que inevitablemente generaría una nueva oleada de
agitación… Cada vez más la burguesía local como la mundial está llegando
a un camino sin salida en ésta crisis sistemática…
Como en el 25 de enero, 2013 se acerca…
En este día que marca oficialmente el segundo aniversario del
comienzo de “la revolución” que tumbó a Mubarak, las fuerzas del
proletariado se han expresado una vez más de forma masiva en las calles
enfrentando a las fuerzas que buscan conservar este mundo. Estos hechos
no representan un “segundo asalto de la revolución”, y mucho menos una
“segunda revolución”, pues se trata del mismo movimiento de nuestra
clase, el mismo proceso de cuestionamiento de lo existente, es el mismo
movimiento el que continúa, el que se desarrolla y afirma a sí mismo
cada vez más fuerte. Y en esto no solo hay continuidad en el tiempo, de
hecho, acá no ha habido un “cese de las hostilidades” entre proletarios y
burgueses en los últimos dos años. Esto también se refiere al contenido
de la lucha, y su reflexión hacía la clarificación del movimiento no
sólo respecto a la lucha aquí y ahora, sino también por la lucha en el
contexto histórico. Para muchos de los que se rebelaron contra Mubarak
hoy es claro que en realidad ellos se han estado revelando contra toda
personificación de la relación capitalista de explotación. Se trata de
continuar y profundizar la ruptura esbozada en enero del 2011 la cual ha
ido obteniendo colores brillantes en un proceso de radicalización
inevitable. Nuestra clase no se conforma con solo unos cambios
cosméticos (por ejemplo alcanzar varias vueltas en el circo electoral,
una nueva constitución, “libertad de prensa”, etc.) combinados con
diversas medidas que aspiran a volver a la economía nacional nuevamente
sobre sus rieles y por lo tanto incrementar nuestra tasa de explotación.
Tras el aprendizaje obtenido en las violentas confrontaciones de
noviembre y diciembre pasados, algunos de los sectores más determinados y
avanzados de nuestra clase desarrollaron la ofensiva y seguridad de las
protestas proletarias organizando grupos de choque autónomos para
resistir cualquier intento de los matones islamitas de sofocar nuestro
movimiento. Los medios de comunicación se hicieron un festín con la
historia de “un nuevo grupo de Black Bloc en Egipto”… Sensacionalismo,
una mierda. Pero es hace semanas y meses, incluso de antes de “la
revolución” del 2011, que el asociacionismo proletario (derivados de las
dinámicas del movimiento de lucha) se ha desarrollado, reforzado y
consolidado en Egipto tan bien como en todo rincón del planeta donde
nuestra clase levanta cabeza tras décadas de sufrimiento, sometimiento,
silencio… Muchas expresiones militantes y estructuras re-emergieron de
las profundidades de esta vorágine social y la antigua confrontación
entre las fuerzas antagónicas de ambas clases sociales, desplegando las
potencias y debilidades de nuestra clase, sus límites e incomprensión:
“socialistas libertarios”, “sindicalistas revolucionarios”, socialistas
revolucionarios”, “anarquistas”, “comunistas”, “Black Blocs”, “Ultras”,
“barras bravas”, etc. son algunos de los nombres que estas minorías han
usado para etiquetarse a sí mismas o que la prensa burguesa le ha
colgado a sus acciones, sus rupturas y sus vacilaciones.
A partir del viernes 25 de enero, importantes protestas y choques
sacudieron todo el país, mostrando así el agravamiento de la crisis
global (“social”, “económica”, “política”) y la reducción a los términos
básicos del antagonismo entre los sectores del proletariado en lucha y
la última alternativa política (los “Hermanos Musulmanes”) impulsados
por el sistema de administración del capitalismo.
El día después, el anuncio de la sentencia a muerte de 21 hinchas de
Port Said provocó una nueva ola de agitación: estaciones de policías
fueron asaltadas e incendiadas así como las oficinas de los “Hermanos
Musulmanes”, algunos grupos armados atacaron la principal prisión e
intentaron liberar a los presos… En tres días cerca de cuarenta
proletarios fueron asesinados por los policías, lo que llevó al gobierno
a imponer el estado de emergencia y el toque de queda en Port Said así
como en las ciudades industriales de Ismailía y Suez. Pero la población
desafió abiertamente esta decisión organizando protestas nocturnas y
partidos de fútbol en las calles, en los cuales, los soldados que se
suponía debían vigilar el toque de queda, también participaron. Luego de
algunos días, el toque de queda fue “aflojado”, aunque no del todo bien
abolido por falta de confianza en el acatamiento de los soldados…
En la misma disposición de derrotismo dentro de las “fuerzas de
seguridad”, notamos que al mismo tiempo que un grupo de policías
protestaba pidiendo al gobierno mayor capacidad de represión, más
armamento para “defenderse” y colaboración de “matones armados”, otros
sectores de la policía salieron a las calles por todo el país, el 12 de
febrero, para expresar su rechazo a ser usados como instrumentos de la
maquinaria represiva contra la población.
Queremos enfatizar el desprecio de nuestra clase hacia la actitud
“camaleónica” (nada para sorprenderse…) de la oposición burguesa
(principalmente representada por la coalición del Frente de Salvación
Nacional) en el transcurso de estos eventos. El FSN, siempre marcando el
paso atrás del movimiento de nuestra clase, temerosos de su energía y
radicalización, intentando en vano de canalizarlo, finalmente firma un
acuerdo con los “Hermanos Musulmanes” condenando “toda forma de
violencia” en la víspera de la gran protesta del viernes primero de
febrero, con el fin de tomar el control del movimiento y pacificar
nuestra rabia. Pero nuestra clase dio una respuesta clara a estos
“opositores” burgueses así como al gobierno y una vez más (por varios
días) el palacio presidencial fue asaltado… todos los llamados
posteriores del FSN para “derrocar al opresivo régimen y la dominación
política de los Hermanos Musulmanes”, intentando así de estar a la saga
de la perspectiva de un movimiento radicalizado, son infructuosos pues
estos profesionales de la política se han desacreditado completamente
ante los manifestantes salvo un puñado de tontos útiles que siguen
creyendo sus mentiras…
Dicho esto, no pretendemos discutir aquí sobre el contenido de los
eventos de febrero del 2012, los cuales son la causa para la sentencia a
muerte en Port Said, cuando más de 70 personas que estaban en un
partido de fútbol entre el equipo local (Al-Masry) y un club de El Cairo
(Al Ahly) fueron muertos en enfrentamientos. Sin embargo, no hay dudas
de que un sector de los militares deliberada e intencionadamente
quisieron castigar a los “barras” de El Cairo famosos por su
participación y militancia en la ola de agitación social que ha sacudido
a Egipto. Por el otro lado, el hecho que proletarios de la barra de Por
Said puedan haber sido usados como mercenarios en éste terrible hecho,
aún no ha sido probado, y aunque ese sea el caso, no sería la primera
vez en la tormentosa historia de la lucha de clases que un grupo de
proletarios defienda (temporalmente) los intereses de la burguesía aún
así sea contra sus propios intereses y los de toda nuestra clase… Como
haya sido este asunto turbio cocinado de antemano, el proletariado en
lucha en Port Said demostró claramente de que lado de la barricada se
plantan durante estas últimas semanas…
En efecto, desde el domingo 17 de febrero, amplios sectores
proletarios de Port Said empezaron, fuera de toda estructura sindical o
partido político, una campaña de “desobediencia civil”, consistente en
bloquear toda actividad económica en la zona industrial del Canal de
Suez a la vez que imponían una huelga general, forzando a algunos buques
a ser desviados, levantando piquetes y barricadas en los principales
puntos de la ciudad, cortando rutas y las vías del ferrocarril,
organizando piquetes itinerantes para que trabajadores de otras fábricas
se unieran a la huelga, cerrando las escuelas y los edificios de la
administración pública, rechazando el pago de los impuestos, boicoteando
el pago de las facturas de el servicio eléctrico, enfrentándose
directamente con la policía, atacando e incendiando sus guaridas,
provocando cantidad de muertes en ambos bandos, etc. Lo que parece
caracterizar el desarrollo de esta lucha es la auto-organización de las
masas descontentas, las que se dotaron una vez más de estructuras
autónomas (“comités populares”, etc.) tomando a su cargo los diversos
aspectos esenciales de la vida, como la distribución (gratis o no) de
comida, como cuestionar la producción (¿qué se debe producir y por
qué?), rechazando el trabajo y el sistema escolar, etc. A causa de todas
estas expresiones de ruptura con el orden social establecido, algunos
militantes han dicho (tal vez un poco a prisa) que esta experiencia en
Port Said es “una realidad sin precedentes” así como “un experimento de
una nueva forma de vida, producción y existencia”, y yendo más lejos
llamándola “La Comuna de París Egipcia”…(1)
En los días siguientes, esta campaña de acción directa se propagó
rápidamente como un fuego incontrolable a otras ciudades de la zona del
canal, como Ismailía y Suez, así como a otras del delta del Nilo:
violentos choques entre las “fuerzas de seguridad” de la burguesía y
proletarios cada vez más decididos a dar combate estallan en Mansura
(muchos muertos), Tanta, El-Mahalla, El-Kubra, etc., los que parecieron
estar fuera del control de los partisanos de la paz social… y así hasta
Alejandría y El Cairo. Desde el 5 de marzo docenas de estaciones de
policía y la mayoría de las gobernaciones del país fueron afectadas por
una huelga de policías quienes rechazaban ser enviados al choque contra
las huelgas y manifestaciones. Todo esto indica una vez más el nivel de
disolución de los aparatos de represión central del Estado… Este asunto
de la “seguridad” se volvió central para el Estado al punto de que el
gobierno consideró la creación de una “policía privada” para restaurar
la ley y el orden o como propuso el grupo islamista “ultraconservador”
Al-Gamaa Al-Islamiya la organización de “milicias de seguridad” para
“proteger la propiedad privada y los bancos”…
Finalmente no podemos dejar de mencionar la explosión de violencia
que siguió a la confirmación de la sentencia a muerte de los 21 de Port
Said el sábado 9 de marzo y especialmente el veredicto que dejó libres a
varios oficiales de policía y a otros que sólo dieron una sentencia
simbólica. En Port Said los protestantes intentaron bloquear el Canal de
Suez, así como en El Cairo los edificios de la policía ardieron. Lo
mismo sucedió en las oficinas de la “Asociación de Fútbol Egipcia”, lo
que muestra la pérdida de interés que una parte importante de sectores
combativos y activos del proletariado empiezan a sentir hacia el fútbol y
los deportes en general, el cual deja de cumplir su propósito social de
distracción y de alimentar el nacionalismo. Los estadios han sido
abandonados por los proletarios que tienen cosas mejores que hacer como
charlar por las calles, discutir de “política” y atacar el deterioro de
sus condiciones de vida… Grupos de hinchas de equipos de fútbol, como
los “Green Devils” de Port Said o los “Ultras Devils” y los “Ultras
Ahlawy” de El Cairo se han involucrado en el movimiento social y han
creado sus “tropas de choque”. Incluso más de algún conocido jugador de
fútbol ha pasado a rechazar este aspecto de la sociedad espectacular
para involucrarse en el movimiento de nuestra clase…
Deseamos terminar este breve texto sobre la lucha de clases en Egipto
con algunas consideraciones programáticas, las cuales no son creación
de nuestros cerebros sino que son el resultado directo de este
movimiento que ha ocurrido frente a nuestros ojos. También hay algunas
“lecciones” que podemos bosquejar y otras que las minorías
revolucionarias ya han planteado a raíz de las luchas del pasado. Ya sea
en el momento del movimiento proletario en Francia en los años 1870-71,
mejor conocido como “La Comuna de París”; o de la época del proceso
revolucionario que impactó al mundo entre 1917 y 1921, especialmente en
Rusia, pero también los las repúblicas de consejos de Baviera y Hungría
en 1919; o incluso en España en 1936-37, etc. En todos esos momentos
álgidos de la lucha del proletariado, el Capital fue capaz de animar
todo tipo de alternancias democráticas. De cara a un enemigo común (el
proletariado) que amenaza los fundamentos mismos de la expansión de la
reproducción de la relación social existente, todas las facciones
burguesas que hasta ayer (formalmente) se “odiaban” unas a otras, hoy se
unen o asumen una tras otra la administración de la sociedad y su paz
social. Incluso el Capital está dispuesto, si es necesario, a cooptar
elementos del proletariado derivados de la lucha, para colocarlos a
cargo de cierta función esencial del “poder” y de ese modo
transformarlos en administradores de las relaciones sociales y
enterradores de la lucha (como el rol que jugó la CNT y los “camaradas
ministros” en España)…
El Estado es una relación social
Como sea, todo esto es para decir, contrariamente a todas las
creencias idealistas transmitidas por la ideología dominante, y por lo
tanto repetidas por un gran número de proletarios y militantes en lucha,
contrariamente a lo que en general se entiende por Estado, es decir su
reducción a un “aparato”, a una “institución”, o a una simple
“estructura”; el Estado no es una herramienta “neutral” que el
proletariado puede tomar bajo su control y utilizarla como tal para sus
propios fines, o incluso pasar de la toma de decisiones “vertical” a la
toma de decisiones “horizontal” (¡el fetichismo y la miseria del
federalismo!). Un gran número de revolucionarios del pasado, hayan sido
“anarquistas”, “comunistas”, “Marxistas”, “socialistas revolucionarios”,
etc., siempre comprendieron el Estado como una “herramienta” o más
simplemente como “el gobierno”…
El Estado es una relación social compuesta de diversos aparatos
(gobierno, parlamento, policía, ejército, empresarios, sindicatos,
partidos políticos, sistema educacional, etc.). En éste sentido solo
podemos reafirmar lo expuesto por Malatesta a fines del siglo 19, que el
Estado se encuentra aún dentro de nuestras asociaciones…
El Estado es una relación social que se reproduce aún dentro de nuestras luchas y lo cual combatimos con vehemencia.
El Estado es una relación social y en Egipto se hace visible cuando
todas las facciones burguesas se candidatean para administrarlo: desde
los militares que asumieron durante el “período de transición
democrática” tras haber “despedido” al incapaz de Mubarak, hasta los
Islamistas y su poción mágica de ultraliberalismo divino, y por último
los próximos candidatos como El Baradei y otros charlatanes que son lo
mismo… Y es seguro que todas las tendencias del arco-iris izquierdista
están esperando tras bambalinas su turno para aparecer…
El Estado es una relación social y hasta el presente nivel de
desarrollo de las sociedades de clases (y el capitalismo es el resultado
final de este desarrollo, como una síntesis de los modos previos de
producción), el Estado solo puede ser el Estado de los capitalistas, y
por lo tanto solo puede ser destruido por la fuerza de una revolución
social, a través del movimiento de subversión de éste mundo que
terminará todas las formas de explotación para abrazar la sociedad
comunista…
¿Qué cambio? ¿Qué revolución?
Nos diferenciamos claramente de todos aquellos (“aquí” como “allá”)
que hacen llamados por “más democracia”, rechazamos esa falsa dicotomía
entre “dictadura” y “democracia”, pues en todas partes funciona el mismo
Estado, la misma dictadura de la ganancia y el dinero que se impone
sobre nuestras necesidades humanas, en todas partes se vive el
antagonismo irreconciliable entre la clase de los ricos que impone sus
normas y la de los desposeídos, se trate de una democracia
“parlamentaria” y “multipartidista” o de una “militar” y de “un solo
partido”… Esta democracia genera muchas ideologías, las cuales se
vuelven fuerzas materiales, como el mito del “pueblo soberano”, lo cual
se traduce en que esta fuerza niega en la acción el antagonismo de
clases. Bajo la democrática dictadura del valor, el proletariado se ve
disuelto en “el pueblo” y termina codo a codo con su enemigo histórico,
la burguesía, en defensa de los intereses de la nación y la economía. Ya
se trate de Túnez o más aún, de Egipto, es el “pueblo soberano” el que
elige un nuevo amo, aunque el voto esté teórica y prácticamente en
oposición directa al proletariado, del cual importantes sectores
rechazan esta comedia infernal. No se trata solo de la burguesía en
contra del proletariado, sino especialmente del pueblo contra el
proletariado mismo… y de vuelta, el proletariado se tiene que organizar
su lucha en contra del “pueblo”…
Titulamos este texto “Nada ha cambiado, pero todo comienza…”, para
hacer evidente que estamos enfermos y cansados de todos esos “cambios” y
esas “revoluciones” de las que habla la burguesía, y que no son nada
más que premisas a la luz de los enormes levantamientos que estamos
esperando y los cuales hemos de conducir con fuerza. De hecho, todo
comienza y es especialmente necesario que todo continúe, que el
movimiento de subversión de este mundo no se detenga, al menos no antes
que encontremos la solución de las contradicciones y antagonismos
sociales, no antes que toda la humanidad sea libre, y se libre por sí
misma de sus antiguas y milenarias cadenas…
Pero sabemos que al mismo tiempo, muchas cosas han cambiado y muchas
otras están cambiando… Acontecimientos como los de Egipto, Túnez, Siria
(a pesar de la enorme represión que intenta suprimir nuestra energía
bajo un diluvio de fuego y sangre, de cenizas y rublos), en Grecia, en
Sudáfrica… y donde sea que nuestra clase levante su cabeza y luche por
vivir, estos acontecimientos nos transforman, nos llenan de energía, nos
otorgan nuevas perspectivas a esta despiadada y lamentable
supervivencia a la que estamos condenados sobre el altar de sumisión al
Dios Capital. Los hombres y mujeres lanzados de cabeza a la lucha ya
tienen otra concepción de la vida, han forjado y alcanzado una
“conciencia política”, lo que es lo mismo que decir que han transformado
sus relaciones con otros hombres y mujeres que están en lucha, sus
relaciones con el mundo… El miedo empieza a moverse al otro bando…
En este breve texto respecto a las presentes luchas en Egipto,
queremos enfatizar las importantes afirmaciones de la vieja lucha de
nuestra clase contra la tiranía del valor, contra la explotación.
Nuestro punto obviamente no es analizarlos para simplemente entenderlos,
sino más bien para transformarlos, para interrumpir la naturaleza
histórica de nuestra vida diaria de proletarios sujetos por la miseria,
por lo que debemos erradicar definitivamente la relación social
capitalista de la superficie de nuestro planeta. No pretendemos gastar
nuestro tiempo describiendo a lo largo de estas páginas los horrores de
esta sociedad de muerte y sufrimiento. Obviamente no queremos ponernos
en un rol pasivo y académico. Tampoco nos interesa la biología del
capital, y no tenemos ninguna intención de describir las cosas de forma
objetiva. Por el contrario nuestro propósito es tomar parte directamente
en su destrucción final y participar en el movimiento de su necrología…
Y esto significa plantarse firmemente en el corazón de los
acontecimientos que tiene lugar frente a nuestros ojos, ser parte
determinante de ellos como una fuerza activa y decisiva…
Como decía el viejo amigo Karl Marx “La historia de todas las
sociedades existentes hasta nuestro días es la historia de la lucha de
clases”… Pero si la lucha de clases está siempre presente, incluso
cuando el proletariado se muestra impasible, agotado, invisible,
ausente, debemos enfatizar que el desarrollo de las luchas en el mundo
desde hace algunos años nos señala que estamos comenzando a transitar de
un periodo de luchas de “baja intensidad” (como le gusta decir
groseramente a la burguesía y sus estúpidos ejércitos) a un período de
“mediana intensidad” previos a abordar luchas de “alta intensidad”. Esta
última clase de luchas se han de traducir en una afirmación global de
un proceso revolucionario a escala mundial que considere teórica y
prácticamente la destrucción de la relación social capitalista, de la
tiranía del valor y de un mundo basado en la producción de mercancías…
Camaradas proletarios en lucha en Túnez, Siria, Egipto… En
Sudáfrica, China, Grecia… y en todo rincón del planeta… el capitalismo
no tiene nada más que ofrecernos salvo austeridad, miseria, explotación,
represión, guerra, muerte…
La lucha por vivir, por el desarrollo de una sociedad sin clases,
sin Estado y sin explotadores, sin patrones, sin policía, ejércitos,
cárceles, etc. pasa por la destrucción de todas las facciones burguesas
que manejan nuestra vida cotidiana y nos mantienen en la miseria:
“dictadores” y “demócratas”, los militares y civiles de “izquierda” y
“derecha”, ultraliberales, socialdemócratas, islamistas y secularistas…
Abracemos el internacionalismo, rompamos las fronteras nacionales
(así como las fronteras entre diferentes sectores) que envenenan las
luchas de nuestra clase. Promovamos el derrotismo revolucionario: la
mayor solidaridad con los proletarios que están lejos es luchar en
nuestro propio territorio contra nuestro enemigo común, contra nuestra
propia burguesía, contra el propio Estado que nos somete, contra el
Estado Mundial del Capital.
¡Que nada sea rentable para los capitalistas!
¡La economía está en crisis, que reviente!
¡El enemigo es el capitalismo y la dictadura del mercado mundial!
¡El objetivo es en todos los sitios el mismo: revolución social!
¡Destrucción del Estado y el Capital!
# Tridni Valka (Guerra de Clases)
(1) Ver el texto publicado por el blog militante italiano infoaut.org:
“Egipto. La autogestión de Port Said y la lucha obrera” disponible en
español en
http://anarkismo.net/article/25078/