Quemar simplemente el decorado de lo que no queremos ver nunca más, el de la miseria que oprime, el de la ciudad de hormigón que encierra, que asfixia.
Quemar los medios de transporte que humillan todos los días la mposibilidad de salir de ese gris.
Quemar las escuelas de «la república» que son los primeros lugares de exclusión, de selección, de clasificación, de aprendizaje a la obediencia incon-dicional. Quemar los ayuntamientos que gestionan la miseria, y las comisarías, sinónimos de humillación, prepotencia y palizas.
Quemar el Estado que gestiona esas prisiones a cielo abierto.
Quemar los locales de los partidos políticos, quemar a los políticos despreciativos. Quemar a la élite.
Quemar los depósitos de mercancías, las concesionarias automotrices, los bancos, los videoclubs, los supermercados, los centros comerciales, los canales de televisión.
Quemar y no robar, sólo para transformar en humo esta mercancía por la cual debemos reventar trabajando y que debemos «normalmente» codiciar, consumir, acumular.
Quemar porque parecería que es la única forma de hacerse oír, de no ser invisible.
Quemar con el espíritu evidente de hacer cambiar las cosas.
# Este texto recorrió las calles de diversos suburbios durante la revuelta del 2005 en Francia
Quemar los medios de transporte que humillan todos los días la mposibilidad de salir de ese gris.
Quemar las escuelas de «la república» que son los primeros lugares de exclusión, de selección, de clasificación, de aprendizaje a la obediencia incon-dicional. Quemar los ayuntamientos que gestionan la miseria, y las comisarías, sinónimos de humillación, prepotencia y palizas.
Quemar el Estado que gestiona esas prisiones a cielo abierto.
Quemar los locales de los partidos políticos, quemar a los políticos despreciativos. Quemar a la élite.
Quemar los depósitos de mercancías, las concesionarias automotrices, los bancos, los videoclubs, los supermercados, los centros comerciales, los canales de televisión.
Quemar y no robar, sólo para transformar en humo esta mercancía por la cual debemos reventar trabajando y que debemos «normalmente» codiciar, consumir, acumular.
Quemar porque parecería que es la única forma de hacerse oír, de no ser invisible.
Quemar con el espíritu evidente de hacer cambiar las cosas.
# Este texto recorrió las calles de diversos suburbios durante la revuelta del 2005 en Francia
# Publicado en el libro "La llama del suburbio", por Proletarios Internacionalistas. Descargar en: www.es.proletariosinternacionalistas.org/la-llama-del-suburbio