Desde el inicio de noviembre, la sombra anárquica del
comunismo oscurece los días sanguinarios del capital y sus luminosas promesas
de vida eterna de la opresión. Empujados por cuestiones inmediatas (coste de vida,
hambre, terrorismo policial, imposturas sucesivas del Estado y sus gerentes) y,
después inspirados por las rebeliones en América del Norte, los
trabajadores se pusieron en revuelta en más de 21 países. Tales luchas ocurren
ahora, en ese exacto momento: piquetes, huelgas, manifestaciones,
enfrentamientos con la policía, saqueos en los grandes centros comerciales,
ocupaciones urbanas y de fábricas. De Finlandia a Costa de
Marfil, de Pakistán a Argentina, de Estados Unidos a Indonesia, de Japón a
Italia, un rastro de sabotaje y transgresión atraviesa el planeta. La clase
dominante, al frente del comando de los Estados y del sistema capitalista, en
el todo el mundo ya está segura del peligro, teme el contagio de las
revueltas y ejecuta todo tipo de medidas para inmunizar algunos países/regiones
estratégicas (India, Alemania, Oceanía, Brasil).
Contra todos aquellos que sólo entrevén “nubes de eventos”, “coincidencias” y simples “simultaneidades” es necesario subrayar que tales revueltas están en una línea de continuidad con los combates internacionales de los últimos 15 años, cuyos principales episodios fueron:
- Las luchas en paralelo entre rebeliones sociales explotando en varios países en la vuelta del siglo, con la intención pero sin encarrilamiento revolucionario (Ecuador 1999, Argentina, Argelia, 2001, etc.) y tentativas de organizaciones/militantes revolucionarios de radicalizar la onda de protestas “antiglobalización” (1999-2001) - en contra las autoridades de esas protestas, que visaban arrinconarles en límites aceptables por el sistema (Acción Global de los Pueblos, Fórum Social Mundial, etc.);
- La reanudación de la lucha internacional después de la paranoia “antiterrorista”, después de la derrota del movimiento internacional contra la invasión militar en Irak (derrota promovida por muchos que decían “organizarlo”), lenta reanudación ocurrida entre 2003-2005 con la huelga de los transportes en Nueva York, luchas de jubilados en Austria, rebeliones en los suburbios (Francia, Bélgica, Alemania, España...), revueltas en la Europa del Este (Georgia, Ucrania, Kirguizistán);
- Una secuencia de luchas sociales entre fines del 2006 a 2008: ola de huelgas en Bélgica, en Brasil, en Corea del Sur, rebeliones en Birmania y Tíbet; en Francia, en Guinea-Conakry, en Bahréin, en Turquía, multitudinarias huelgas en Bangladesh, la rebelión de Oaxaca, etc.
En todos esos casos la confrontación social sobrepasó varias veces los límites legales, pero aún no desplegó la solidaridad, la replicabilidad y la amplitud internacional que tres grandes levantamientos internacionales propagaron en los últimos 6 años:
- Las “revueltas del hambre”, accionadas por la subida internacional de los alimentos y por la crisis económica en más de 25-30 países en 2008;
- La “primavera árabe” de 2011-12, que incendió primero el norte de África (Magreb) y el Oriente Medio, alcanzando después África Subsahariana, inspirando movimientos en el Occidente (“Indignados” en Europa, “Occupy Wall Street”, las revueltas obreras de 2011 en Brasil);
- Y en fin, la actual ola de luchas, motivadas por las hazañas homicidas de la policía en el occidente (los 43 de Iguala, el asesinato del militante Rèmy Fraisse en Francia, las ejecuciones de Mike Brown/Eric Garner en Estados Unidos, las prisiones/torturas de anarquistas en Grecia), acompañadas por cuestiones locales en otros países (las revueltas de Burkina Faso se multiplicaron en Togo, en Ghana, en Benín y en Costa de Marfil), o por el desgaste de las facciones en el poder (Hong Kong, Japón, Hungría).
La primera constatación que puede ser hecha es que las luchas
sociales contra el capital están siendo cada vez más compactas y simultáneas
internacionalmente y que desde las “revueltas del hambre" en 2008, el
intervalo entre las revueltas internacionales está reduciéndose. Tampoco
tales intervalos son periodos de parálisis. Fueron en ellos que se produjeron
acontecimientos como las revueltas de 2012-13 en Etiopía, las luchas en Brasil
[durante el 2013], en Bulgaria y en Bosnia. Los incendios sociales son [y serán]
difíciles de prevenir y apagar.
Medidas paliativas fueron arrojadas por el capitalismo internacional, por el Estado en todas sus manifestaciones locales de “derecha” y de “izquierda”: abreviación con rapidez aplastadora del movimiento en Hong Kong, la reciente prisión-relámpago de militantes en Cataluña, marchas islamofóbicas/xenofóbicas en las calles de Berlín (semanas después de la indignación generalizada con la muerte de Tugce), ataques a huelguistas en Pakistán (9 muertes en fábrica ocupada),en Bélgica y en Italia. Sin contar la tentativa de ahogar las luchas sociales en el caldero electorero de la lucha “anticorrupción” (Ghana, Hungría, Japón - donde ocurrió un importante boicot electoral -, Haití, Brasil).
La solidaridad entre las actuales luchas sociales y la necesidad de sobrepasar el cuadro limitado del mantenimiento del sistema (sindicatos, partidos, ONGS,nuevas elecciones, ideologías “anticorrupción”, nacionalismo), son garantías fundamentales e irreductibles para que sea dado el paso siguiente en la actual fase de la guerra social internacional. Las inevitables medidas de miseria que gobernantes, ministros y sus oráculos financieros decretan y van a decretar en breve, seguidas de la sangría en las calles contra quienes reclamar están preparando condiciones para enfrentamientos aún mayores, más internacionalizados, más duraderos y agudos.
Los trabajadores pueden ojear a la propia miseria, pueden ser los espectadores de la propia derrota o pueden dar audazmente el paso siguiente contra una sociedad cuyo futuro es sólo más del mismo, contra un mundo que les reserva el papel de coadyuvantes y no de personajes principales de sus vidas. Los enfrentamientos de hoy son indispensables para victorias posteriores. Las batallas internacionales de ahora son el esbozo de la revolución internacional de mañana.
# por INICIATIVA REVOLUCIÓN UNIVERSAL
# 22 de diciembre de 2014, Brasil.
Por nuestra parte, debemos agregar una cosa y comentar otra:
1) Que los compañeros autores de este texto nos informan que a este conjunto de luchas y revueltas actuales habría que sumarle la que en este momento tiene lugar en Irlanda.
2) Nuestro comentario: si bien es cierto que las luchas y revueltas proletarias internacionales en la actualidad son cada vez más "compactas, simultáneas y frecuentes" y que son "indispensables para victorias posteriores", es más, que la guerra de clases, la solidaridad internacionalista y la violencia proletaria no son simples palabras bonitas o altisonantes sino acciones y realidades concretas, inocultables e indispensables para la revolución; también es cierto que así como aquéllas emergen o explotan asimismo son apagadas/cooptadas/reprimidas por el Capital-Estado, incluidas sus izquerdas y sus derechas de distinto ropaje (sindicatos, partidos, ongs, ciudadanistas, pacifistas por un lado, fascistas y fanáticos religiosos por otro).
Pero esta reemergencia irregular del proletariado en la actualidad se debe sobre todo a que todavía le falta autonomía y ruptura en todo sentido, a que nuestra clase no se asume todavía como lo que es: como proletariado, como clase revolucionaria o antagónica al Capital. En efecto, en estas luchas y revueltas nuestras clase aún no se reapropia ni defiende su propio programa revolucionario histórico, más que en la teoría o en la conciencia, en los actos, en el qué hacer, en las directivas prácticas o de acción, y por tanto o en este sentido les falta dirección proletaria y revolucionaria, además de faltarle asociaciones o estructuras de lucha propias o autónomas.
Tanto con la teoría como con la acción, y al calor de las mismas luchas concretas, las minorías revolucionarias -comunistas y anarquistas- del mismo proletariado de todas partes tenemos la responsabilidad de hacer y exponer este balance crítico de las actuales luchas de nuestra clase a fin de contribuir a que puedan precisamente "sobrepasar" o superar sus contradicciones y debilidades que hoy portan, y, por el contrario, a fin de que nuestra clase se reapropie de su programa y luche por imponerlo, levante sus propias estructuras u organizaciones, y asuma -hasta sus últimas consecuencias- su antagonismo contra el Capital-Estado y sus agentes de derecha y de izquierda por igual; en fin, con el objetivo de que se asuma como proletariado o como clase -y, por tanto, como partido- de la revolución social mundial.
De lo contrario, caeríamos en la pura "constatación" de hechos y en un ingenuo optimismo. De lo contrario, "las batallas internacionales de ahora" no "serán el esbozo de la revolución internacional de mañana."
1) Que los compañeros autores de este texto nos informan que a este conjunto de luchas y revueltas actuales habría que sumarle la que en este momento tiene lugar en Irlanda.
2) Nuestro comentario: si bien es cierto que las luchas y revueltas proletarias internacionales en la actualidad son cada vez más "compactas, simultáneas y frecuentes" y que son "indispensables para victorias posteriores", es más, que la guerra de clases, la solidaridad internacionalista y la violencia proletaria no son simples palabras bonitas o altisonantes sino acciones y realidades concretas, inocultables e indispensables para la revolución; también es cierto que así como aquéllas emergen o explotan asimismo son apagadas/cooptadas/reprimidas por el Capital-Estado, incluidas sus izquerdas y sus derechas de distinto ropaje (sindicatos, partidos, ongs, ciudadanistas, pacifistas por un lado, fascistas y fanáticos religiosos por otro).
Pero esta reemergencia irregular del proletariado en la actualidad se debe sobre todo a que todavía le falta autonomía y ruptura en todo sentido, a que nuestra clase no se asume todavía como lo que es: como proletariado, como clase revolucionaria o antagónica al Capital. En efecto, en estas luchas y revueltas nuestras clase aún no se reapropia ni defiende su propio programa revolucionario histórico, más que en la teoría o en la conciencia, en los actos, en el qué hacer, en las directivas prácticas o de acción, y por tanto o en este sentido les falta dirección proletaria y revolucionaria, además de faltarle asociaciones o estructuras de lucha propias o autónomas.
Tanto con la teoría como con la acción, y al calor de las mismas luchas concretas, las minorías revolucionarias -comunistas y anarquistas- del mismo proletariado de todas partes tenemos la responsabilidad de hacer y exponer este balance crítico de las actuales luchas de nuestra clase a fin de contribuir a que puedan precisamente "sobrepasar" o superar sus contradicciones y debilidades que hoy portan, y, por el contrario, a fin de que nuestra clase se reapropie de su programa y luche por imponerlo, levante sus propias estructuras u organizaciones, y asuma -hasta sus últimas consecuencias- su antagonismo contra el Capital-Estado y sus agentes de derecha y de izquierda por igual; en fin, con el objetivo de que se asuma como proletariado o como clase -y, por tanto, como partido- de la revolución social mundial.
De lo contrario, caeríamos en la pura "constatación" de hechos y en un ingenuo optimismo. De lo contrario, "las batallas internacionales de ahora" no "serán el esbozo de la revolución internacional de mañana."
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