[Este artículo es un apéndice del libro Guerra social y telaraña imperialista en Siria de Proletarios Internacionalistas, noviembre de 2015]
Ante el avance catastrófico del capital que sufrimos los
proletarios en todas partes y las luchas que de forma explosiva
responden a esta situación aquí y allá, ante la negra perspectiva
que se dibuja en el horizonte para los amos del mundo, incluso en los
países donde la paz social sigue reinando, el capital siempre busca
formas de impe-dir la contestación social y mantenerse a flote en
mitad de la tormenta. En los últimos años el cuco islamista se
presenta como una de las bazas por excelencia para alcanzar este
objetivo.
Si en el pasado se sacó al proletariado de la pelea contra el
capital con el cuco del fascismo, afirmando la polarización
fascismo–antifascismo que llevará al proletariado a negarse y
masacrarse en una de las carnicerías más grandes de la historia (la
llama-da segunda guerra mundial), hoy el islamismo ocupa el lugar
que en su día le correspondió al fascismo.1
Por un lado, el islamismo se pre-senta de forma ilusoria para
muchos proletarios que revientan brutalmente bajo la dictadura del
capital, como si fuera una alternativa al infierno que viven, por
otro lado, otros muchos proletarios lo perciben como una terrible
amenaza que hay que combatir, más incluso que el capitalismo.
Como
con el fascismo, se logra hacer creer que el islamismo es algo
diferente, independiente o separado del capitalismo. En este
escenario el capital oxigena sus células y se prepara para
rejuvenecerse bañándose en los ríos de sangre emanados de los
cuerpos de los explotados de todo el mundo.
Las campañas de difusión, orques-tadas por los medios y voceros
del capital desde hace años, han conseguido darle al islamismo la
importancia necesaria para presentarlo en ciertos lugares como el mal
absoluto, en otros como una oposición a los gendarmes mundiales del
capitalismo. Al–Qaeda primero y el Estado Islámico después
representan las dos organizaciones más importantes del islamismo
“ra-dical”. El protagonismo adquirido por este último a raíz de
la contienda siria, nos vuelve a demostrar la necesidad de denunciar
esta trampa de la burguesía, y exponer que todo lo que actualmente
se denomina islamismo no es más que una ideología utilizada por
fracciones del capital para pelear por el reparto del mundo,
controlar a proletarios y hacer al mismo tiempo que se maten entre
ellos. No es nuestra intención exponer aquí una crítica detallada
del islamismo, sino subrayar esta función social que cumple en la
actualidad esta ideología religiosa y en particular una de sus
expresiones actuales, el EI (Estado Islámico).
Los orígenes del EI hay que rastrearlos en Irak y concretamente
en la estrategia de ocupación del Estado de EEUU en 2004 en Irak que
fomentó la baza religiosa para poder dividir al proletariado y
controlar ese país, utilizando a la burguesía religiosa chiita.
Precisamente ahí está el origen de la ola yihadista del Estado
Islámico que busca canalizar la contraposición a esa burguesía
religiosa que gobernaba Irak, reivindicando el exterminio de los
chiitas de la faz de la tierra como método de liberación. Este
accionar irá parejo de la ejecución de todo aquel que es señalado
como hereje en las zonas suníes de Irak, junto con todas las
brutalidades a las que someten a las mujeres.Mientras Israel, Arabia
Saudí, sus protegidos y evidentemente EEUU se frotaban las manos con
esta beligerancia, comenzará una campaña de voladuras sistemáticas
de mezquitas chiitas en Irak que posteriormente se extenderá por
todo el mundo.
La principal organización que asumirá todo esto en
un primer momento en Irak será Al–Qaeda, pero pronto pasó a
denominarse Estado Islámico de Irak.Con el comienzo de la guerra en
Siria esta organización iba a ganar protagonismo. Las dificultades
de encuadramiento que en ese país surgían en las regiones del
norte, ante todo en la región de Rojava, llevará a la fracción
burguesa encabezada por EEUU, especialmente al Estado de Turquía, a
impulsar al EI desde Irak porque Al–Nusra no era capaz de abrir las
rutas de suministros del ELS a través de la región de Rojava.
Rápidamente el EI se convertirá en una herramienta fundamental para
reprimir al proletariado de ese país ante la situación causada tras
el desgaste del ELS.
El flujo de dólares de los saudíes y del
propio EEUU les fortalece en todos los rincones del llamado entorno
yihadista suní saliendo del ostracismo en el que se encontraban.Por
esa época empieza hablarse del Estado Islámico de Irak y Levante
como una «marca blanca» del ELS para hacer cierto trabajo sucio en
esa región. Como decíamos su labor se centrará en las zonas del
norte de Siria donde se concentraron una gran parte de los
proletarios disidentes con la oposición burguesa a Assad.
Esa región
sufrirá el acoso de Al–Nusra, el Frente Islámico y el Estado
Islámico de Irak y Levante en el verano de 2013 y 2014. Con el paso
del tiempo el EI se irá haciendo un pequeño nombre en la historia
del terror capitalista gracias a las acciones que realiza para
aterrorizar a los proletarios, algunas de las más conocidas
acontecerán en Rojava.
Se darán todo tipo de facilidades para el reclutamiento de miles
de personas del Magreb y de Europa, que fueron a parar a las filas
del Estado Islámico atraídos por el salario que ofrecía así como
su propaganda antioccidental. En un prin-cipio se complementa en su
tarea con Al–Nusra: mientras ésta última encuadra a los
combatientes en siria que rompen con el ELS, el Estado Islámico
recluta a combatientes extranjeros, muchos de ellos provenientes de
Al–Nusra.
Pero no será hasta los sucesos de Irak en 2014 cuando el Estado
Islámico se consolidará como un verdadero ejército insertado en
Oriente Medio. En esa fecha el ejército iraquí se hunde en amplias
zonas del país y algo menos de 15.000 combatientes del EI avanzan
ante más de 250.000 soldados iraquíes que se niegan a ser carne de
cañón y desertan en masa.
Con esa victoria y la reestructuración del EI con nuevas
incorporaciones y con un mando único, se crea el fenómeno mediático
de la apoteosis del hedonismo sádico. Internet se saturará de
vídeos de esta organización decapitando en masa. Todo difundido
profusamente y con una tupida red de propagandistas y captadores que
envían nuevas remesas de soldados.
Desde ese momento, sintiéndose fuerte y con la cobertura del
Estado de Turquía, el EI tratará de coger distancia de sus antiguos
aliados y financiadores para asumir con cierta independencia sus
actuaciones en Siria. Comenzará a concentrar centenares de tanques y
blindados pesados, capturados sin gran esfuerzo en Irak, por las
carreteras en dirección a Siria, aplastarán toda débil oposición
del ELS, y se enfrentarán a tumba abierta con Al–Nusra. El
mariscal Rommel jamás tuvo tantas facilidades para mover divisiones
de tanques por desiertos y eriales sin un solo lugar donde
esconderse. Más de doscientos tanques y blindados aparecerán en
Kobane, sin contar la artillería pesada, para controlar la ciudad.
Allí encontraremos uno de los momentos fundamentales para consolidar
esta polarización interburguesa (islamismo–antiislamismo) a nivel
internacional y arrastrar al proletariado al frentismo y a la guerra
imperialista esgrimiendo la amenaza yihadista. Las políticas
represivas se redoblarán contra el proletariado en todo el mundo
bajo la cobertura yihadista, mientras el Estado Islámico avanzará
por las zonas rurales sirias.
La histeria llega a tal punto que se clamará la intervención de
la OTAN, el bombardeo de EEUU, para derrotar al EI. Como siempre la
causa humanitaria será la bandera que lleven clavada en la punta los
misiles occidentales que caigan sobre el suelo sirio. Lo que pocos se
atreverán a decir es que el EI no es ninguna novedad en la historia
terrorista del capitalismo, sólo es una pequeña expresión de ese
terror que no hace más que imponer las necesidades capitalistas, tal
y como hacen en el resto del mundo otras expresiones del capital. No
es de extrañar entonces que el EI se encargue de la gestión de las
zonas menos pobladas de Siria y por consiguiente de las regiones
rurales desérticas y de la cuenca del Éufrates.
No hay que olvidar que no hace mucho un informe del FMI aconsejaba
a los gobiernos de Medio Oriente una vuelta de tuerca a la
privatización de esas tierras, de los montes comu-nales que
perduraban, así como de las cuencas fluviales para sanear la
economía. Algo que supondría la expulsión y el aumento de la
explotación de los proletarios locales, así como la explotación de
los escasos recursos hídricos disponibles. Las compañías
agroindustriales de la casa de Saud, turcas o incluso multinacionales
de abolengo como Monsanto esperan su oportunidad para expoliar el
suelo y los acuíferos en manos del EI, como sucedió en la cuenca
del mar Caspio.
Efectivamente, mediante el EI se concretan ciertos planes
orquestados por el capitalismo mundial que no pudo implementar el
gobierno del partido Baaz y su familia presidencial.
Todo esto nos recuerda entre muchos episodios, el caso argelino en
1992 donde se usó el yihadismo para poder imponer ciertos planes del
capital.2
Lo que está claro es que no hay dife-rencia entre la gestión de la
miseria en Siria entre el Estado Islámico, Assad o la oposición
burguesa en torno a EEUU.
El terror para la imposición de las necesidades del capital es
la sagrada escritura de todos ellos, el dinero contante y sonante su
verdadero Dios. Son manifestaciones del capital que compiten por
mostrarse como las más aptas para hacerse con la gestión
capitalista en tal o cual lugar del mundo.
En consecuencia todo este ascenso del islamismo es un elemento
generado e inseparable del capitalismo. La burguesía busca formas
ideológicas de dominación que sean capaces de imponer la paz social
y permitir una óptima producción y circulación de capital. El
islamismo cumple ese rol, tanto como el cristianismo, el fascismo, el
stalinismo… En consecuencia no se trata para los proletarios de
emprender una lucha específica contra esas formas ideológicas, como
si se trataran de realidades que coexisten con el capitalismo, sino
de comprender que son expresiones de un todo, que son partículas de
un mismo organismo: el capitalismo. Es una ilusión tratar de
combatir lo que genera el capitalismo si no es combatiendo al mismo
capitalismo, luchando por abolir esta sociedad de explotación y
muerte.
Poner al islamismo como un enemigo al lado del capital es
seguir el juego de distracción de la burguesía, es caminar hacia el
frentismo, hacia la polarización interclasista, hacia la alianza con
expresiones del enemigo, hacia la liquidación de la autonomía de
clase. Para nosotros no hay duda alguna de que el enemigo es el
capital, independientemente que asuma tal o cual forma religiosa, tal
o cual manifestación ideológica. Quien escinde el islamismo del
cuerpo orgánico del que forma parte no comprende el proyecto social
de esa ideología, quedándose en las formas, en el mundo de las
apariencias, imposibilitado de atacar la raíz del problema.
El modo de producción capitalista todo lo abarca, todo lo subsume
y todo lo pervierte. La contraposición a esta totalidad sólo puede
venir de la crítica de la totalidad. Abandonar la crítica unitaria
de este modo de producción y escindirla en críticas parciales
(aunque se quieran unificar en tanto que separadas) es abandonar el
terreno de la revolución social. Por ello la lucha contra el
islamismo sólo adquiere contenido real en la lucha contra el
capitalismo, en la lucha revolucionaria por la abolición de las
clases sociales. Sólo desde esa perspectiva radical las múltiples
manifestaciones del capital y todas sus implicaciones son puestas en
la picota para su liquidación.
Notas:
1La
baza fascismo–antifascismo sigue y seguirá siendo muy importante
para neutralizar la lucha del proletariado. Pese a ser usado hasta
la extenuación a lo largo de décadas, pese al balance de las
experiencias del pasado hecho por minorías revolucionarias de
episodios como la guerra civil en España o la llamada segunda
guerra mundial, esta polarización interbur-guesa sigue teniendo una
gran vigencia (podemos citar su uso en las convulsiones sociales en
Grecia y Ucrania como ejemplos recientes). Es evidente que sólo
cuando sectores importantes del proletariado se afirmen en el
combate orientados por la experien-cia de su clase todos esos
anzuelos entrarán en crisis.
2Ver
al respecto el libro La guerra sucia el ex–milico
(subteniente del ejército argelino) Habib Suaïdia que escribió
acerca de la lucha antiterrorista en Argelia y del desaparecido y
misterioso GIA (Grupo Islámico Armado), destapando la operación de
los servicios secretos argelinos y franceses, y los manejos en la
transición de las propieda-des de la tierra.
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