El ciudadano vota.
El parlamentario hace la ley.
El policía la hace cumplir.
El juez castiga a todo aquel que no la respete.
El patrón se enriquece con tu fatiga.
El padre de familia te pone en el camino correcto.
Y para que te tragues todo eso, los periodistas te dan primicias E-X-C-L-U-S-I-V-A-S.
Los intelectuales piensan por ti, los de uniforme blanco te encajan pichicatas.
Pero es lógico: es su profesión. Y tu que eres ciudadano, también votas por eso.
El presidente cambia, los milicos siguen. Porque se necesitan algunos para mantener el orden: proteger a los propietarios y us propiedades, poner a la gente refractaria a trabajar o en los calabozos.
Cuando el milico te apalea y/o te tira gases… resulta cómico verte gritar que eres ciudadano, francés, demócrata o republicano.
Porque es esa misma democracia la que te insulta y condena. Es la misma que persigue a los inmigrantes indocumentados luego de haber saqueado tierras por todo el mundo.
Porque para el que no tiene el buen pedazo de papel (carta de identidad), ni billetes en el bolsillo las fronteras están por todas partes, como lo están las redadas, las miradas, los garrotes policiales. Y no lejos de aquí como en Vincennes, no se incluyen los Centros de Detención Administrativas.
Mientras haya papeles y dinero, nunca habrá suficiente para todos.
Pero siempre lo suficiente para que pasemos la vida a correr por él.
El problema no es la inmigración, sino los Estados.
El problema no es Macron, es la democracia.
El problema no es el fin del mes, sino el dinero.
Las autoridades siempre serán enemigas de la libertad.
De la tuya, de la nuestra.
Francia: ¡qué reviente!
¡Viva la revolución!
Autor, fecha y ciudad desconocidos
Traducción Grupo Comunista Internacionalista
Publicado en revista Comunismo nro.68 (noviembre de 2019)
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