La guerra explicita el horror de una sociedad basada en la acumulación y la ganancia. Es la paz capitalista por otros medios. La que acontece en Ucrania se suma a las guerras e invasiones que lamentablemente ya no reportan novedad alguna (Palestina, Yemen, Siria) y a los millones de muertos por el hambre, la miseria, el trabajo, las enfermedades prevenibles o el suicidio.
En las zonas en conflicto se agregan las muertes y penurias por los bombardeos, la falta de agua, comida, medicamentos, abrigo y energía. Así como también ocurre en los campos de refugiados, en las cárceles, en el frente. Reclutan a proletarios de distintos países para masacrarse por los intereses de sus explotadores y gobernantes, ¡por los intereses de la burguesía! Encarcelan a quienes en Rusia se oponen a la guerra y lo manifiestan pública y colectivamente. Militarizan y aumentan la intensidad del trabajo mientras agudizan los ajustes. ¡Eso es una guerra! ¡Estas son las guerras contra el proletariado!
La guerra es la esfera de lo destructivo controlado, del desastre premeditado, de la gestión y administración de la muerte y la miseria. Esta competencia es inherente al Capital. Proletarios luchan, mueren y sufren el estado de guerra en nombre de uno u otro bloque, cuando los proletarios no tenemos patria ni nación que defender. Como señalaba Marx: «El obrero no es ni francés, ni inglés, ni alemán, pues su nacionalidad es el trabajo, la esclavitud libre, la venta de sí mismo y del propio trabajo. No está gobernado por Francia, Inglaterra ni Alemania, sino por el capital. El aire de su tierra no es ni francés, ni inglés, ni alemán, sino el aire de la fábrica. La tierra que le pertenece no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana, sino aquella que se encuentra a unos pocos metros bajo tierra. Al interior de un país, el dinero es la patria del industrial.»
Pese a todo hay a quienes, empecinados en pertenecer o identificarse con algún bando capitalista, es decir asesino, justifican una u otra guerra, uno u otro ataque, uno u otro Estado. Con argumentos rancios, sean estos estalinistas o liberales, fascistas o antifascistas, incluso antiimperialistas, todos se concentran en apuntalar la explotación y la opresión: el capitalismo.
Claro que existen diferencias, que sean todos una mierda no significa que sean la misma mierda: Zelenski, Biden, Putin, la OTAN, los neonazis ucranianos, los neonazis rusos. Los dirigentes de Estados, sus conflictos y alianzas, sus paces y guerras, sus desarrollos y destrucciones, sus ciencias y religiones, sus ayudas humanitarias y controles de seguridad ¡todos sirven a un solo interés!: el mantener el dominio de la paz social, que no es más que la paz de los cementerios.
No existe, ni existió, ni existirán “buenos” o “malos” dirigentes burgueses, “buenos” o “malos” partidos burgueses; ni tampoco tiene sentido hablar de “buenas” o “malas” naciones o Estados. Ayer, hoy y mañana, el interés de la clase burguesa se encuentra y se encontrará siempre en guerra contra el proletariado. El trabajo, la explotación, la miseria y la guerra son las formas concretas de ese interés.
En la guerra y en la paz nos ajustan “por los intereses del país”. Pero como decimos desde hace décadas y décadas en todos los continentes: el enemigo también se encuentra “en nuestro propio país”, es “nuestra” burguesía.
La fuerza revolucionaria del proletariado depende de su capacidad para luchar contra las diferentes fracciones burguesas, contra las diferentes formas de dominación que el Capital despliega. Es en este sentido que frente a toda guerra burguesa los revolucionarios se solidarizan con sus pares de las otras regiones y, así como lo han hecho en el pasado, hoy levantan y levantarán siempre una consigna internacionalista y revolucionaria contra la guerra. Puede que estas consignas no tengan actualmente la fuerza necesaria para ser una práctica masiva del proletariado, pero no por ello dejan de ser una dirección y perspectiva.
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