R.S.
23 de marzo de 2022
Traducción: Vamos hacia la vida
La invasión rusa de Ucrania no es una guerra mundial, sino que es una guerra a nivel mundial.
En la crisis, la reestructuración ha dejado de funcionar
Cada fase del modo de producción capitalista incluye su forma militar, la relación de explotación como lucha de clases es tanto económica como política y militar. En la subsunción real del trabajo bajo el capital, todas las guerras no sólo oponen a dos enemigos que persiguen objetivos antagónicos, sino sobre todo a dos enemigos constituidos y construidos por la polarización de una misma contradicción, cada uno de los cuales representa un polo y cada uno conlleva en sí mismo la existencia y la necesidad del otro.
Actualmente, desde la crisis de 2008, la del modo de producción tal como se reestructuró en los años 1970-1980, la contradicción a resolver globalmente es aquella de la desconexión entre la valorización del capital y la reproducción de la fuerza de trabajo que fue el principio mismo de la globalización de la acumulación. Hace falta rearticular mundialmente la acumulación de capital y la reproducción de la fuerza de trabajo global. No se puede retornar hacia las formas de acumulación nacional o incluso de bloques. En el enfrentamiento entre Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia, la cuestión es saber qué bloque, a través de las rivalidades y alianzas entre estas cuatro potencias, podrá imponer un modelo jerárquico pero mundialmente soportable para los “vencidos”.
El capital no produce jamás por sí mismo soluciones a sus contradicciones, ni en la mera confrontación competitiva entre potencias. En los fundamentos siempre está la explotación que hace que este enfrentamiento tenga sentido sólo a través de la confrontación con el proletariado. Es la lucha de clases derrotada y las modalidades e “invenciones sociales” necesarias para vencerla las que perfilan las características de una reestructuración. La subsunción real está siempre en proceso. Pero, de momento, ni Estados Unidos, ni Rusia, ni China, ni Europa representan una reestructuración futura, lo que está en juego, hasta la guerra entre estas potencias, es sólo la existencia manifiesta de la contradicción a resolver y la contradicción las atraviesa, reproduciendo sus términos en cada una de ellas. Para todas, la contradicción se encuentra en la naturaleza del Estado y en la relación entre la valorización y la reproducción de la fuerza de trabajo a escala mundial. Pero la reestructuración ha dejado de funcionar.
Si la cuestión se plantea hoy con tanta violencia, es porque hemos llegado al límite de todos los “cueste lo que cueste” y de todas las “generosidades” de los Bancos Centrales. En la crisis de 2008, la desconexión de la dinámica de la globalización se convirtió en su obstáculo, las secciones I y II de la reproducción ya no se articulan, la crisis de sobreacumulación se volvió idéntica a la crisis de subconsumo, el equilibrio de subinversión que había mantenido la tasa de ganancia se derrumba en la mala gestión monetaria y la inflación refuerza la desconexión. Si consideramos la desconexión como la esencia y la dinámica de la globalización en los últimos treinta años, entonces es un mundo que ha entrado en crisis y debe renovarse. Este mundo era aquel de la globalización americana.
Leer artículo completo: https://hacialavida.noblogs.org/ucrania-2022-roland-simon
Original en francés: https://dndf.org/?p=20016
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