Atacar la miseria del transporte público es atacar la sociedad que nos trata de mercancía.
Cada día la misma canción. Suenan los despertadores y miles de personas, en un estado parecido al comático, se arrastran hacia las paradas para esperar su colectivo. Con un poco de suerte se pueden subir a la primera chatarra que pasa, que les transportara a su destino como sardinas en lata o como ganado en un camión, aunque más bien parecen un rebaño de ovejas.
Y ahí empieza la tremenda carrera de todos los días: lxs más jóvenes van a la escuela o el colegio, donde aprenden que en este mundo tendrán que obedecer y aburrirse. Aparte de domesticarlos, lxs profesorxs les enseñan algunas que otras habilidades que solo sirven para ser como los adultos. Esos que al bajar de sus colectivos empiezan sus tareas productivas. Algunos realizan laburo físico, otros se pasan llenando papeles en oficinas, los menos afortunados se ven obligados a vender cualquier estupidez en la calle, o pedir monedas para sobrevivir. Pocos son los que sienten que algún sentido tiene su trabajo. Largas horas después, apretados en colectivos, la masa agotada vuelve a su casa. Al día siguiente se repite el mismo triste escenario.
En esta cadena de explotación, el transporte público es un eslabón esencial, que nos roba horas de nuestras vidas y nos deja frustrados y sin pasiones.
Últimamente, se mueven los que tienen la manija de este gran chantaje diario a los pobres. En marzo, los empresarios del transporte público pidieron un aumento del precio del pasaje. Estos mafiosos, expertos en la codicia que viajan confortablemente en camionetas, querían cobrar 2.500 guaraníes por su ‘servicio’ miserable. El gobierno, confrontado por un descontento amplio y algunas manifestaciones de protesta, ofreció un subsidio jugoso a los empresarios por cada boleto. Los transportistas rechazaron e iniciaron reguladas, pidiendo el pasaje a 2.600 y más subsidio. Y ahora chantajean a miles de personas con un paro general.
En ese punto sinceramente perdimos el hilo en el laberinto de negociaciones entre el gobierno, empresarios y sindicalistas en hoteles y ministerios. Pero de cualquier manera, es seguro que seguiremos viajando de la misma manera, obligados a ejecutar las mismas tareas aburridas que nos ofrece este mundo donde reina el dinero. A menos que digamos BASTA! Que dejemos de ser un engranaje bien aceitado de esta gran máquina capitalista. Resistir contra la suba del pasaje y el subsidio es un primer paso, como lo hicieron cientos de personas en el microcentro de Asunción en abril y junio, y lxs usuarixs enojadxs que cerraron la ruta en San Lorenzo durante el paro. Despertarse de la hipnosis colectiva de nuestros roles sociales (consumidor, estudiante, trabajador, vendedor ambulante, etc.) es el siguiente. La estatización del transporte público, como proponen partidos de izquierda, no nos parece una solución, ya que significa simplemente que otros gestionen la existencia vacía a que nos condenaron.
Solamente una furia emancipadora podrá acabar con esa forma moderna de esclavitud. Con un poco de creatividad podemos encontrar miles de maneras de enfrentar el chantaje que sufrimos. Pensemos en piquetes, que siempre han sido un arma del pueblo para retrasar la economía, escraches, movilización, sabotaje; solos o en grupo.
“Con un poco de práctica, podremos recorrer la calle de casa a la escuela, de la oficina al supermercado, del banco a la discoteca, con los ojos cerrados. […] Ha llegado la hora de romper con este ´nosotros´, reflejo de la única comunidad actual, la de la autoridad y la mercancía. Una parte de esta sociedad tiene absoluto interés en que el orden siga reinando; la otra, en que todo se derrumbe lo más rápido posible. Decidir de qué parte estar es el primer paso.” (Ai Ferri Corti)
Cada día la misma canción. Suenan los despertadores y miles de personas, en un estado parecido al comático, se arrastran hacia las paradas para esperar su colectivo. Con un poco de suerte se pueden subir a la primera chatarra que pasa, que les transportara a su destino como sardinas en lata o como ganado en un camión, aunque más bien parecen un rebaño de ovejas.
Y ahí empieza la tremenda carrera de todos los días: lxs más jóvenes van a la escuela o el colegio, donde aprenden que en este mundo tendrán que obedecer y aburrirse. Aparte de domesticarlos, lxs profesorxs les enseñan algunas que otras habilidades que solo sirven para ser como los adultos. Esos que al bajar de sus colectivos empiezan sus tareas productivas. Algunos realizan laburo físico, otros se pasan llenando papeles en oficinas, los menos afortunados se ven obligados a vender cualquier estupidez en la calle, o pedir monedas para sobrevivir. Pocos son los que sienten que algún sentido tiene su trabajo. Largas horas después, apretados en colectivos, la masa agotada vuelve a su casa. Al día siguiente se repite el mismo triste escenario.
En esta cadena de explotación, el transporte público es un eslabón esencial, que nos roba horas de nuestras vidas y nos deja frustrados y sin pasiones.
Últimamente, se mueven los que tienen la manija de este gran chantaje diario a los pobres. En marzo, los empresarios del transporte público pidieron un aumento del precio del pasaje. Estos mafiosos, expertos en la codicia que viajan confortablemente en camionetas, querían cobrar 2.500 guaraníes por su ‘servicio’ miserable. El gobierno, confrontado por un descontento amplio y algunas manifestaciones de protesta, ofreció un subsidio jugoso a los empresarios por cada boleto. Los transportistas rechazaron e iniciaron reguladas, pidiendo el pasaje a 2.600 y más subsidio. Y ahora chantajean a miles de personas con un paro general.
En ese punto sinceramente perdimos el hilo en el laberinto de negociaciones entre el gobierno, empresarios y sindicalistas en hoteles y ministerios. Pero de cualquier manera, es seguro que seguiremos viajando de la misma manera, obligados a ejecutar las mismas tareas aburridas que nos ofrece este mundo donde reina el dinero. A menos que digamos BASTA! Que dejemos de ser un engranaje bien aceitado de esta gran máquina capitalista. Resistir contra la suba del pasaje y el subsidio es un primer paso, como lo hicieron cientos de personas en el microcentro de Asunción en abril y junio, y lxs usuarixs enojadxs que cerraron la ruta en San Lorenzo durante el paro. Despertarse de la hipnosis colectiva de nuestros roles sociales (consumidor, estudiante, trabajador, vendedor ambulante, etc.) es el siguiente. La estatización del transporte público, como proponen partidos de izquierda, no nos parece una solución, ya que significa simplemente que otros gestionen la existencia vacía a que nos condenaron.
Solamente una furia emancipadora podrá acabar con esa forma moderna de esclavitud. Con un poco de creatividad podemos encontrar miles de maneras de enfrentar el chantaje que sufrimos. Pensemos en piquetes, que siempre han sido un arma del pueblo para retrasar la economía, escraches, movilización, sabotaje; solos o en grupo.
“Con un poco de práctica, podremos recorrer la calle de casa a la escuela, de la oficina al supermercado, del banco a la discoteca, con los ojos cerrados. […] Ha llegado la hora de romper con este ´nosotros´, reflejo de la única comunidad actual, la de la autoridad y la mercancía. Una parte de esta sociedad tiene absoluto interés en que el orden siga reinando; la otra, en que todo se derrumbe lo más rápido posible. Decidir de qué parte estar es el primer paso.” (Ai Ferri Corti)
# Extraído del Periódico Sin Permiso
# Asuncion, Paraguay. Junio de 2011*
* Al igual que la página de Hommodollars de acuerdo a los combates que se están dando en el Brasil, recordamos este panfleto sobre el tema, el problema siempre es el mismo... la lucha tambien!!!
(si alguien conoce actuales de Brasil que avise)
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