Asumimos la responsabilidad por la
ejecución del mafioso Habibi, que desde hace años estuvo en la
vanguardia de los incidentes violentos hacia residentes y habituales en
el barrio de Exarchia, culminando en el ataque asesino contra tres
compañeros del Centro Social Okupado VOX, el mes pasado. El carácter
paranoico de este individuo específico y la violencia despiadada que
infligió a la menor provocación, le hicieron un potencial asesino en
serie, el miedo y terror de la zona. El bullying, el robo y los
apuñalamientos estaban incluidos en el repertorio de su presencia diaria
en la plaza de Exarchia, dándole el espacio para pretender ser el líder
con el que (supuestamente) nadie podría discutir. Con la fuerza de una
horda de caníbales que le rodeaban, pero también con el respaldo de la
mafia y la policía, actuó sin molestias vendiendo drogas y aterrorizando
al vecindario, que estaba indefenso y e incapaz de tratar con él,
subyugadxs a su poder y silenciadxs.
El miedo que causó su actividad
criminal, le dio más y más audacia, ya que llevó a cabo repetidamente
asaltos con intenciones asesinas ante los ojos de decenas de vecinxs,
dejando tras él personas ensangrentadas y medio muertas, mientras él se
quedaba en la zona sin ser molestado y orgulloso. Y esto porque, aunque
era un drogadicto y un paranoico, sabía muy bien que no habría
consecuencias para él. Porque él sabía que nadie intervendría, a causa
de la consenso de sometimiento impuesto por el miedo. Porque él sabía
que no sería arrestado, ya que siendo lo que era, un empleado de la
mafia, era esencialmente un empleado de la policía también.
Sin embargo, su audacia demostró ser
“suicida” al final, cuando cometió el error de atacar a tres compañeros
anarquistas del Centro Social Okupado VOX, dañando a dos de ellos. La
paciencia se acabó y la implementación de la justicia
popular-revolucionaria requirió su sentencia de muerte. No sólo en el
marco de la venganza por los compañeros heridos, sino también en defensa
de un barrio afligido, que estamos segurxs que una vez oigan acerca de
la ejecución de esta escoria se sentirá aliviado. Porque alguien tenía
que tomar acciones. Por la restauración, incluso marginal, de las
relaciones de poder en el barrio de Exarchia, por el recordatorio de que
el brazo largo del para-Estado tiene que lidiar con el brazo castigador
del movimiento.
Hablando de para-Estado, debemos
aclarar que para nosotrxs la ejecución de este individuo específico, no
se limita sólo a un golpe contra el “canibalismo” que reina en Exarchia.
No percibimos la violencia “canibalística” como un fenómeno social
generalizado. No somos sociólogos, sino que estamos posicionadxs en la
clase que está en guerra con el capital y como tales entramos en batalla
para ganar de nuevo Exarchia. Con esta orientación, esta ejecución
específica se extiende también al conflicto físico con el conjunto
para-estatal de la mafia/policía. Es decir, se extiende a la batalla
contra una de las más duras expresiones del Capital. Y esto es porque
Habibi fue reclutado por la mafia de Exarchia no sólo como uno más de
las decenas de traficantes de droga que operan en la zona, sino también
como un gendarme que violentamente guarda la rentabilidad fluida de sus
jefes. El trasfondo rico de Habibi, que incluyó todo tipo de actividad
antisocial, le hizo el secuaz, el perro guardián rabioso de la mafia en
la plaza de Exarchia. Y fue el perro guardián porque esta violencia
suya, al margen de ser psicótica e imprudente, funciona como una amenaza
contra cualquiera que imaginase siquiera interrumpir el tráfico fluido
de drogas. Contra, finalmente, cualquiera que molestase el reinado de la
mafia en la plaza de Exarchia.
Ejecutando
a Habibi, dejamos claro que nosotrxs disputamos con los hechos el
reinado de los traficantes. Que nosotrxs también tenemos los medios para
tratar con ellos y que si es necesario participaremos en una
confrontación directa con ellos. Una confrontación que es histórica y
políticamente imperativa. El clúster entre mafia y policía, a pesar de
ser un fenómeno comprobado en numerosas ocasiones que ya no sorprende a
nadie, en Exarchia es expresado con reveladores términos manifiestos.
Aquellxs que viven, trabajan o pasan el rato en la zona, saben muy bien
que los puntos de venta de drogas no son zonas remotas, por el
contrario se hacen cargo de los principales puntos alrededor de la plaza
de Exarchia. También saben cuándo y por quién son vendidas las drogas,
ya que estamos hablando de turnos de casi 24 horas llevados a cabo por
individuxs que viven y se mueven alrededor de Exarchia. Saben qué
comercios operan como fachadas para el lavado de dinero, quiénes son los
líderes de la mafia, y dónde pasan el rato, visiblemente armados.
También saben que el comandante de la comisaría de policía de Exarchia
se reúne con algunxs de ellxs en un clima particularmente amistoso. Todo
esto tiene lugar ante nuestros ojos todos los días y nadie dice ni una
palabra. Y nadie dice ni una palabra porque el miedo o la indiferencia
les dominan. Y aun peor, porque incluso entre las fuerzas más saludables
en el barrio, domina la futilidad que nada cambia. De
hecho , el rizoma de la red de matones , “anarquistas”, vándalos,
grandes comerciantes, traficantes de droga y policías es profundo. Y es
tan profundo que necesita un terremoto para ser arrancado. Este
terremoto es nuestro objetivo, y para completarlo debemos inicialmente
dividir claramente los campos. Quiénes somos y quiénes están contra
nosotrxs. Así podemos medir y así la tolerancia, los tratos y el
equilibrio entre dos botes cesa. No somos todo un barrio y no hay sitio
para todxs nosotrxs en este barrio. Sería tragicómico para la policía
reclamar la ignorancia sobre personas y situaciones y peor todavía sobre
la incapacidad de intervenir por el miedo a lxs aanarquistas. Y seria
tragicómico porque la policía hace redadas, tortura y arresta a lxs
anarquistas con una habilidad y crueldad particulares cuando hay
enfrentamientos en la zona. ¿Por qué no puede pasar lo mismo con los
traficantes de drogas, los matones y los secuaces? La pregunta
obviamente es retórica. Y es retórica porque debido a nuestra posición
como luchadorxs sociales, no podríamos denunciar la inactividad de la
policía, implicando que necesitamos su intervención para resolver el
problema. Por el contrario, lo que estamos probando al hablar sobre la
ausencia-protección de la policía es la flagrante fusión de intereses,
es la existencia de un frente para-estatal, que puede ser enfrentado por
la gente en la lucha y sólo por ellxs. No nos engañemos a nosotrxs
mismxs por lo tanto, esperando la ayuda de cuerpos e instituciones
oficiales. Todos ellos estan en el ajo y nosotrxs estamos contra ellxs.
Por tanto la cuestión de Exarchia,
concierne en su núcleo al enfrentamiento con los mecanismos de
acumulación colateral de capital, es decir, estamos hablando acerca del
para-Estado, acerca de la otra cara de la rentabilidad capitalista. La
llamada para-economía es una red de tamaño inimaginable que trae miles
de millones. Además, hoy la admisión de que los capitales “negros”
rescatan el sistema bancario internacionalmente es particularmente
característica, probando así no sólo el tamaño de los beneficios, sino
también la agregacion de la economía capitalista “ilegal” y la
“legítima”. Por tanto, dada esta agregación, es obvio que las mafias son
la expresión organizada de la economía “negra”, por tanto también la
organización lateral del mecanismo del Estado. Jueces/zas, periodistas,
políticxs, empresarixs y maderos consisten en la junta directiva de la
para-economía, usando como “hombres de paja” a los varios tontos útiles
para hacer el trabajo sucio. Así, los traficantes de drogas de Exarchia,
compuestos de elementos lumpen-parasitarios, “gorilas”, pequeños
criminales y aspirantes a gangster, son simplemente los tontos útiles
para la comisaría de policía de Exarchia y el GADA (Jefatura Policial de
Atenas), los centros oficiales para controlar la venta de drogas. Esta
escoria, que pretenden ser Escobar y no tener miedo, son chivatos
comunes y asociados de la policía, son matones y disimulados porque sin
sus protectores jamás se atreverían ya no sólo a poner la mano encima,
sino tan siquiera a poner su mirada encima de aquellxs que luchan por el
barrio de Exarchia.
Entendiendo el problema desde su
raíz, llegamos a la conclusión de que la guerra contra las mafias es una
guerra en el corazón de la acumulación capitalista, es una guerra
anticapitalista. Por esto, no nos perderemos en fantasiosos esquemas
teóricos que nos llevan a no enfrentarnos con la mafia porque el
capitalismo existe (existirá) sin ellos también, decimos que finalmente
deberíamos empezar desde alguna parte. Porque el capitalismo no es una
relación abstracta, sino por el contrario una relación tangible,
material y muy específica. Esta, la guerra para mantener un barrio
limpio del fango de la basura capitalista que la mafia lava, no es una
guerra de ideas, sino una guerra por el cambio de la correlación
material del poder. Claramente, el barrio de Exarchia está plagado por
una serie de problemas. El principio de todo esto, es la transformación
de Exarchia en una zona de consumismo masivo, que atrae a la mafia y
finalmente trae el deterioro político y cultural del área. La
concentración de decenas de servicios de comidas, que cosechan la carga
histórica y política de la zona y se lucran vendiendo un estilo de vida
alternativo y pseudo-insurreccionalista, tiene como una consecuencia la
reunión de miles de jóvenes con términos de consumismo y
despolitización. Y exactamente aquí es donde la mafia encuentra un suelo
fértil para florecer. Porque el área la zona produce innumerables
ganancias de la “protección” de decenas de comercios e incluso más de la
venta de drogas.
Es un hecho triste que los miles de
jóvenes que pasan el rato en un barrio de constante agitación política,
parezcan tener una falsa interpretación de la libertad, que termina
confundiéndose con el uso de drogas. Las ideologías urbanas que
nutrieron todo tipo de formas de “estilo de vida alternativo” apuntaron a
la desorientación y a la afasia ideológica, promueven el uso de drogas
como una supuesta experiencia liberadora, transformando a miles de
jóvenes chavales en usuarios adictos o no y en “consumidores” que apoyan
económicamente las organizaciones criminales de la mafia. Nosotrxs
llamamos a todxs estxs chicxs jóvenes, que podrían y deberían estar de
nuestro lado, a considerar que las drogas son un medio de sedación y no
de liberación, les llamamos a no contribuir económicamente con la mafia,
les llamamos a tomar una posición en esta batalla, ya sea dejando de
pillar drogas o marchándose de Exarchia. De otra forma, mientras la
lucha se intensifica, lxs usuarixs y la enorme demanda que ofrecen a los
traficantes de drogas, tendrá que ser enfrentada incluso con violencia.
Hablando de la cuestión de las drogas
y de la cultura de las drogas en general como un fenómeno que
principalmente inunda a la juventud, somos absolutxs, afirmando que
envenenar nuestro cerebro y nuestro cuerpo con sustancias, es una
experiencia fugaz, un engaño de nuestros sentidos oprimidos y un falso
escape de los problemas reales y comunes que nos infectan.
Específicamente en las sociedades occidentales donde el capital ha
invadido cada aspecto de nuestro mundo emocional, el concepto de la
personalidad ha sido deconstruido, a través de su colocación en un
entorno social alienado y asfixiante. El de la soledad, la inseguridad,
la amputación emocional y la depresión. En una exigencia irracional y
una vida insoportable. La búsqueda justificable de salidas, cuando es
llevada a cabo bajo un estado de falta de conciencia de clase, conducirá
de hecho a caminos díscolos. Las drogas son uno de ellos. Y son
probablemente la expresión más dura del auto-castigo y la introversión,
ya que la deseada “salida” conduce de nuevo a nosotrxs mismxs y a
nuestros problemas en los peores términos. En otras palabras, no
respondemos con violencia liberadora a la violencia forzada en nosotrxs
por la sociedad de clases, sino con una violencia que está dirigida
contra nosotrxs mismxs. Esto es por lo que como revolucionarixs,
luchamos contra las drogas, que son un soporte para el refuerzo de la
parálisis social, pero también un ataque directo a la parte más animada
de la sociedad, la juventud. Hemos dicho antes que ya no hay
habitaciones para todxs nosotrxs en este barrio. Y con esto no nos
referimos sólo a la mafia, sino también al hooliganismo donde quiera que
se exprese. Ya sea con un manto político, o apolíticamente y en crudo.
La lucha por Exarchia, incluso si tenemos que entrar en un conflicto
armado, no se preocupa de los medios de la lucha sino del contenido que
representan. La batalla de Exarchia, es una batalla entre civilizaciones
por la simple razón de que no hay dos bandas enfrentándose sino dos
mundos. EN un lado el mundo del para-Estado y la podredumbre y en el
otro nuestro mundo, de libertad, solidaridad y lucha. Sin embargo, la
formación de nuestro campo no está completa sólo con llamados
declaratorios a la batalla, sino con educación y conformidad con los
estándares culturales del nuevo mundo que representamos. Esto es por lo
que la batalla de Exarchia es una batalla contra el capital y su mafia,
así como contra la corrosión interna del movimiento. Contra la cultura
de las drogas, la indisciplina, el anti-socialismo y la violencia sin
sentido. De otro modo, estamos condenadxs a perder esta lucha o, peor
aun, a convertirnos en parte del problema. Es un hecho que cuando algo
no está limitado en algún punto se expandirá tanto que acabará chocando
contigo al final. Se esparcirá como el cáncer. Así que en el caso de
Exarchia, donde el carácter por el contrario romántico del barrio, que
siempre abrazó a lxs parias, a lxs intransigentes y a los desheredadxs,
hoy demuestra lo contrario. No porque esta gente no deba ser abrazada,
sino porque deberían ser incorporadxs con reglas fundamentales de
solidaridad social. Deberían aceptar la oferta pero también ser
recíprocos, probando en la práctica que la solidaridad no es la puerta
trasera del caos y el canibalismo sino el epítome de la madurez social, a
través de su habilidad para auto-institucionalizarse y operar en
armonía. La solidaridad social es por tanto una cuestión de
responsabilidad y no de simple tolerancia.
Más particularmente, cuando estamos
tratando con elementos criminales-antisociales, el manejo de los cuales
no es ajustado por alguna mano invisible, sino por nuestra capacidad
para mantener, al menos, un equilibrio de fuerzas. Deberíamos mantener
un ojo sobre ellos, imponernos sobre ellos y recordarles que están en un
ambiente hostil. De otro modo los mafiosos y los hooligans se sentirán a
salvo y fuertes, impondrán su hegemonía y nos eliminarán. Por tanto, en
respuesta a las incomprensibles teorías como “Exarchia siempre ha sido
así”, decimos que aquellxs que reivindican esto pertenecen a las fuerzas
conservadoras, a aquellxs que eso es, con su actitud perpetúan la
decadente situación en el barrio. Por tanto, desde ahora en adelante
serán también considerados una parte del problema.
Exarchia es una de las regiones más
cargadas políticamente de Europa. Allí, duras luchas han sido
combatidas, compañerxs han sido asesinadxs por la policía,
insurrecciones han comenzado, movimientos e ideas han nacido. La imagen
de este barrio ahora se rinde a la decadencia de las drogas, el
pseudoentretenimiento y el hooliganismo, es una imagen triste. Sin
embargo, debemos admitir que refleja los problemas estructurales,
organizativos e ideológicos de nuestro movimiento. En nombre de una
latente “anti-autoridad”, que identifica los términos de la formación
del frente proletario, en un nivel de ética y relaciones, con los
términos con los cuales peleamos contra el mundo civil, olvidamos que tú
no respondes a la brutalidad con caricia. Así cuando nuestras ideas
sobre relaciones sociales se transforman en una ideología, y no en un
constante conflicto para protegerlas, entonces se crean lagunas, y el
poder del enemigo encuentra el espacio para sentarse en nuestra
“anti-autoridad”. Todo es juzgado por las correlaciones materiales
reales y no por nuestras visiones abstractas. Lo “Anti-autoritario”, por
tanto, para sobrevivir en el entorno urbano donde evoluciona, y para
convencer de que se trata de una propuesta realista de organización
social, debe ejercer autoridad en sus enemigos. De modo está condenada
al fracaso. Por otro lado, el significado más amplio de la tolerancia,
que permite a los elementos antisociales actuar sin molestias en el
barrio de Exarchia, plantea algunas cuestiones básicas. ¿Por qué somos
(debemos ser) tolerantes a cualquiera que usando como coartada su
identidad nacional o supuestamente política (la de un inmigrante o un
“anarquista”) ejerce violencia antisocial, y no somos tolerantes a la
sociedad local que justificadamente protesta contra ello? ¿Por qué son
los primeros atribuidos como fuerzas amistosas y los últimos como
pequeño burgueses y fascistas? ¿A quiénes nos dirigimos y quiénes son
nuestros aliados? Aquí es donde entramos en las profundidades del
carácter histórico del movimiento, sus distorsiones al respecto de la
lucha de clases y su papel dentro de ella.
La tolerancia por lo tanto no es un
cupón de libre contribución al que se le pone precio a la voluntad.
Tiene un precio considerable. El precio de la responsabilidad. Y ante el
peligro de convertirnos en parias en nuestro propio barrio, ser ética y
políticamente asediados e incapaces de defender nuestro espacio vital
perdiendo la credibilidad de una propuesta política responsable hacia la
sociedad, nosotrxs decimos que esa responsabilidad es nuestra. Cueste
lo que cueste. Por lo tanto, ¿cómo defendemos con los hechos la
auto-organización en el barrio de Exarchia, dejado solo cuando somos
amenazadxs? Seguramente no sea simplemente reivindicándolo como una
formación abstracta, o como una estructura que no se comunica en ninguna
parte con el mundo exterior. La auto-organización significa la forma (y
no el contenido) sobre la que se componen nuestras fuerzas. Significa
que tenemos la habilidad, con nuestras propias herramientas políticas y
experienciales, de formar el campo proletario organizado contra la clase
burguesa. Uniones, asambleas, comisiones, okupaciones, grupos armados
etc. son la expresión física de la auto-organización, son nuestras armas
contra el Estado burgués y sus instituciones. Y exactamente porque la
auto-organización no significa islas y comunidades de libertad, sino
puntos de elaboración, puesta en alerta y embate de las fuerzas
proletarias, debemos protegerlas del reformismo, así como del enemigo de
clase.
Las milicias como una forma de
auto-organización, donde sea y cuando sea que apareciesen como una
necesidad, defendieron lo colectivamente establecido, pero también el
derecho de la gente y del movimiento a contraatacar la violencia de lxs
capitalistas y de aquellxs que les sirven. Contra la policía, los
militares, los fascistas y toda clase de paramilitares. Las milicias
siempre fueron sangre de la sangre de la gente y del movimiento, porque
sirvieron a sus necesidades y expresaron la respuesta colectiva a la
pregunta de cómo nuestras luchas serán protegidas de la violencia de los
jefes, y cómo nos defenderemos a nosotrxs mismxs contra nuestro
amenazado derramamiento de sangre. Porque, al final, expresaron su
aceptación de hecho de la violencia como un prerrequisito necesario en
el desarrollo de la lucha de clases y los inevitables obstáculos que
encuentra cuando es llevada a cabo con términos revolucionarios reales.
Hoy en Exarchia, a pesar de que
estamos en un tiempo y espacio completamente diferente del que dio a luz
a las milicias del último siglo, encontramos las mismas cuestiones que
nuestrxs antepasadxs encontraron. Cuestiones de organización y defensa
de la lucha contra la violencia del enemigo de clase. Incluso si es
inapropiado proceder con reducciones automáticas y mímica, estamos
obligadxs a releer la historia, estudiar las razones que crearon las
guardias armadas y aprender de ellas. Por tanto, estamos hablando
primero de contenido y segundo de la forma. Y esto es porque el
contenido es común y concierne la necesidad diacrónicamente existencial
del movimiento de defenderse a sí mismo. La forma que esta defensa
tomará hoy en día, dada la violencia requerida por un lado y las
particulares correlaciones vigentes por el otro, está en la jurisdicción
del movimiento el analizarla.
Por tanto, en el marco de esta
necesidad, de encontrar respuestas concernientes a las cuestiones de
proteger a la gente y al movimiento, incorporamos también la ejecución
de Habibi. Motivadxs por la necesidad imperativa de dejar de contemplar
impasiblemente la caída de Exarchia, de no inclinar la cabeza a la
violencia que recibimos de los matones que actúan en la zona, pero
también abrir con madurez la discusión sobre los medios de batalla que
la situación demanda, llevamos a cabo esta acción específica. Esta
elección nuestra está dialécticamente conectada con las movilizaciones
que están teniendo lugar estos últimos meses en Exarchia contra las
mafias y el “canibalismo” social en general. Nosotrxs, evaluando
positivamente estas movilizaciones, quisimos contribuir con nuestros
propios términos. Porque antes de nada, la unidad es importante bajo un
objetivo común e imperativo y no las identificaciones ideológicas.
Porque la mafia nos ha declarado la guerra y no tenemos más tiempo que
perder. De otro modo, todo el mundo levantará la bandera de la pureza
ideológica, mientras al mismo tiempo nos convertimos en una minoría
indefensa. Por lo tanto todo el mundo debe hacer su elección. Ya sea con
el movimiento y su historia o solo con sus desilusiones ideológicas.
SON ELLOS O NOSOTROS, NO HAY SOLUCIÓN INTERMEDIA.
# Grupos de milicia armada
# Septiembre de 2016