miércoles, 18 de noviembre de 2020

[Perú] UNA FARSA DEAMBULA ENTRE NOSOTROS


16/10/2020
CIRCULO ANTIFORMAL MARX-BAKUNIN
JOVENES PROLETARIOS SIN SINDICATO

Una larga “paz social” en este pedazo de territorio mercantil llamado Perú se estaba disimulando en el tiempo. La DEMOCRACIA que es el caballito de batalla de la clase burguesa, la hizo estallar.

La lucha interna entre ambas facciones de la burguesía, representada de un lado por el legislativo que se abandero descaradamente en asumir una lucha moral “contra la corrupción”, y el ejecutivo representado por Vizcarra, cada una representando sus intereses y agendas políticas por el control de las estructuras del Estado, no tuvo otro desenlace que la repartija del poder para acomodar la administración del capital.

La agudización paulatina de estas disputas políticas, llega aparejada de una crisis económica internacional donde el capitalismo nos viene mostrando su pestífero cadáver y que como una bestia mecánica de explotación va esparciendo sus embates de miseria, alienación y precarización intensificada.

Los procesos de rebelión y lucha que se están presentando en el momento y a los cuales asistimos, se van desarrollando en un sentido general débil. Impulsada por una izquierda del capital ya moribunda que, al pedir “mejores gestiones económicas”, a “enjuiciar a los corruptos”, e igualar el “reparto de la riqueza” y finalmente concluir en “nueva constitución”, deposita ilusoriamente su fe en el cambio de administradores en el Estado y su solución por medio de éste. Es decir, sin cuestionar las relaciones sociales de producción capitalistas y la masificación de seres humanos proletarizados que ésta relación necesita para subsistir, alientan la reforma del estado de cosas existente para el cambio de una clase de explotadores por otra, por medio de la entidad que protege la ejecución de todas las explotaciones: el Estado, cuna de la reproducción de la explotación social.

¡La clase explotada no tiene necesidad de elegir a nuestros próximos verdugos, si no el de combatir los medios y las estructuras que los reproducen de igual manera! ¡Tenemos que tomar las riendas de las luchas en nuestras manos!!

En este escenario, se han ido sumando gradualmente otras demandas de luchas fuera de las luchas interclasistas de la burguesía que denuncian la vida precaria, la agonía en el trabajo, la rabia de vivir en un mundo que no nos pertenece, la humillación de los políticos. Este año de la crisis sanitaria capitalista saco a relucir todas sus contradicciones, y la necesidad de asumirnos orgánicamente en una lucha que tenga como fin practico nuestra auto emancipación como clase proletarizada.

Apostemos por construir el proyecto de negación que supere este inhumano mundo. Nuestros compañeros de otras épocas demostraron lo que hay que hacer como mínimo para ganar. Escupamos en esa aguanta bendita que se nos ha prohibido escupir: La economía, porque sabemos que el capitalismo no nos ofrece nada salvo la esclavitud más brutal y exagerada y en su derrumbe histórico seremos nosotros sus primeras víctimas. Solo en la lucha se conoce a la clase amiga y a la clase enemiga y solo mediante la lucha nos podemos aproximar a un cisma re-ordenador social que crecerá mucho más rápido que nuestros salarios de hambre.

¡POR LA AUTONOMIA Y GENERALIZACION DE LOS MEDIOS PARA LA LUCHA!
¡CONTRA EL CAPITAL, EL ESTADO Y LA DEMOCRACIA!
¡LA VIDA NO SE MENDIGA, SE TOMA!
¡OMNIA SUNT COMMUNIA!

La nueva anormalidad. Un suave golpe de Estado

Gobernar por el miedo en tiempos de crisis
 

Miguel Amorós
12 de noviembre de 2020
España

La catástrofe no solo es la promesa de desgracia hecha por la civilización industrial, es ya nuestro presente inmediato. Lo confirma el alarmismo de los expertos ante la posibilidad anunciada a los cuatro vientos de un colapso del sistema sanitario. Al decretar el fin del estado de alarma anterior, los gobernantes intentaban evitar la agudización de la crisis económica. Sin embargo, la precipitación por sacar la economía del confinamiento ha conducido a lo contrario: los rebrotes del virus no han tardado en venir, o al menos es lo que dicen las estadísticas de interesados estudios científicos. Según dejan entrever los medios de desinformación, la gestión efectiva de la pandemia no pudo ser más desastrosa, pues si bien una sociedad de consumo no es capaz de sobrevivir con una economía semiparalizada, tampoco puede dejar de lado a los consumidores. Su grado de disponibilidad para el trabajo y el dispendio, o sea, lo que suele llamarse salud, ha de ser satisfactorio. Más claro: por no dar un salto hacia delante en el control social de envergadura suficiente, los dirigentes se han visto forzados a dar un paso atrás, proclamando un nuevo estado de alarma con el fin de acogerse a disposiciones disciplinarias anteriores, preparadas con restricciones inútiles en «actividades no esenciales», toques de queda y confinamientos a la carta. No es seguro que estemos ante una “segunda ola”, pero lo cierto es que estamos ante un verdadero golpe de Estado. Por la vía de la excepción se abre un segundo capítulo en la implantación de una dictadura sanitaria destinada a perdurar. El pájaro desarrollista con la ayuda del virus mediático incuba el huevo de la tiranía.

En verdad, las condiciones de vida en la sociedad del crecimiento infinito constituyen una seria amenaza para la salud del vecindario, pero los dirigentes y sus asesores no plantean soluciones técnicas que no discurran en el sentido de los intereses dominantes. El problema es que estos son contradictorios. Hay conflicto de potencias y conflicto dentro de ellas. Las estructuras de poder se están reconfigurando a escala mundial ante las crisis venideras que el choque de intereses está planteando. Se articulan de nuevo los Estados, el capitalismo y la tecnociencia -la megamáquina- con previsibles malas consecuencias para la población, de la cual una parte cada vez mayor ya resulta inútil para el sistema. Se trata de gestionar excedentes, técnicamente, bien por guerras, bien mediante enfermedades infecciosas. Si lo que se persigue es la obediencia incondicional, el miedo, y en casos graves, el terror, es la herramienta necesaria de gobierno. En el caso concreto de la pandemia, todo consistiría en encajar la salud con la economía convirtiendo aquella en una oportunidad de tecnificación y desarrollo. La costosa sanidad pública se dejaría tal como está, es decir, semidesmantelada. Los medicamentos caros y las vacunas milagreras serían el primer objetivo de la industria farmacéutica, la más corrupta, y por supuesto, de los gobiernos. Acompañadas por medidas profilácticas como el lavado de manos, el saludo con codo, el pago con tarjeta, la mascarilla, la distancia, la ventilación, el silencio y pronto el carnet de inmunidad, abrirán paso al control general. Pero para que la población obedezca los consejos que brinda la farmacopea del espectáculo, urge una sumisión servil, y ahí está el problema: nadie cambia alegremente sus hábitos sociales por el aislamiento sin sentido por más que lo ordenen las autoridades. Situaciones supuestamente alarmantes requieren dosis superiores de catastrofismo y gran despliegue policial. La dominación ha de recurrir primero al miedo y luego, si eso no funciona con todos, a la fuerza. Políticamente, eso significa la supresión de las apariencias democráticas del parlamentarismo en pro del autoritarismo típico de las dictaduras, cuya eficacia ahora depende de un control digital absoluto. En efecto, la supresión de las libertades formales (de circulación, de reunión, de manifestación, de residencia, de prescripción médica, etc.) que garantizan las constituciones, el «rastreo», las multas y el fomento de la delación, tienen muy poco que ver con el derecho a la salud y mucho con la remodernización del poder a la que no es ajena la pérdida de confianza de los gobernados, que, ante la duplicidad, la ineptitud y la irresponsabilidad de los gobernantes, incurren con desenvoltura en la desobediencia. Y puesto que la soberanía llamada popular allá donde reina la mundialización no reside realmente en el pueblo, considerado un ser irracional que debe ser neutralizado, sino en el Estado, fiel ejecutor de los designios de las altas finanzas, el despotismo es la respuesta natural del poder a la pérdida de legitimidad. Al separar la gobernanza del derecho mediante decretos ad hoc de legalidad cuestionable, el Estado cobra a la población el peaje de una pretendida crisis que confiesa no haber sabido conjurar, pero de la que culpa al “comportamiento incívico” de determinados sectores, principalmente juveniles. Si no hubiera resistencia a tanto abuso, la vida social acabaría recluida en el espacio virtual y lo único democrático que permanecería en pie sería el contagio.

El último libro de Vaneigem empieza así: «Desde los días sombríos que iluminaban la noche de los tiempos, solamente era cosa de morir. De ahora en adelante se trata de vivir. Vivir en fin, es reconstruir el mundo». Literalmente, la situación empuja a una reacción colectiva contra la privatización, la artificialización y la burocratización en defensa de la vida, estrechamente ligada a la defensa de la libertad. Lo que mata a la una (el Estado, el Capital), mata a la otra, por lo que tal defensa empieza por la desobediencia civil a los dictados de ambos. Ellos son el verdadero peligro, y no el virus. La reacción desobediente contra todas las imposiciones constituye en estos momentos el eje de la lucha social, pero desobedecer no es suficiente: frente a la confusión fomentada por el poder, hay que reivindicar la verdad. Conviene evitar a toda costa que la protesta sea desacreditada por las alucinaciones del complotismo y el negacionismo. Las fisuras que se están produciendo en el consenso científico pueden contribuir a ello. Respecto a la pandemia, la primera norma de la autodefensa aconseja guardar distancias higiénicas con el Estado e ir a la autogestión de la sanidad. El coronavirus, arma del Estado, también podría usarse en su contra. No interesa una sanidad pública porque depende del Estado y sus filiales autonómicas, sino un sistema de salud en manos de colectivos compuestos por personal sanitario, usuarios y enfermos. La cuestión consiste menos en crear clínicas alternativas en la órbita de la economía social -opción tampoco descartable-, que en arrebatar al Estado la gestión de una medicina que se quiere a escala humana, es decir, descentralizada y próxima. Nada será posible sin sostenidos estallidos de cólera que pongan en movimiento a masas insumisas hartas de sufrir la torpe manipulación de las autoridades y sus estúpidos confinamientos. Mejor afrontar las consecuencias de su insubordinación que vivir bajo la férula de ejecutivos ignorantes y tecnócratas embusteros. En un mundo determinado por el trabajo muerto y devorado por una psicosis inducida desde los medios, que sean cada vez más los cuerdos que tomen partido por la naturaleza, libertad, la verdad y la vida.

¡La bolsa o la vida! O el caos económico y sanitario, o el fin de la dominación. O las engañosas comodidades cada vez mas constreñidas de una economía mortífera, o la aventura de una existencia soberana, esa es la cuestión. Las protestas conscientes de la vida cotidiana han de tener como horizonte un mundo antidesarrollista, no patriarcal, sin polución, sin alimentos industriales, sin ocio de fábrica, sin basura, desglobalizado y desestatizado. Si nos detenemos de nuevo en la salud, recordemos que para propagarse, los virus requieren una población numerosa, densa y en perpetuo movimiento. En cambio, los agrupamientos pequeños y tranquilos no padecen enfermedades epidémicas. El hacinamiento y la hiperactividad promueven la transmisión -condiciones que se dan óptimamente en las metrópolis-, así como también los desplazamientos masivos debido a las hambrunas, las guerras y el turismo. Razones de más para que el mundo a reconstruir sea un agregado de pacíficas comunas autosuficientes mayormente rural, desmotorizado, desurbanizado y desmilitarizado.

El capital mata

Grupo Barbaria
7 noviembre, 2020
España

Sacrificio, resistencia, moral de victoria, unidad (entre empresarios y trabajadores). Estas palabras constituyen el mantra que repite de modo machacón el presidente de España, Pedro Sánchez, desde el inicio de la pandemia. Su uso no es casual: quieren que los proletarios y proletarias veamos nuestras necesidades amordazadas, que no luchemos por nuestros intereses, en un momento en que nuestra vida se ve amenazada.

Sacrificio, resistencia, moral de victoria y unidad son sinónimos de pasividad, de dejarnos matar como carne de cañón, sometiéndonos a las necesidades del gobierno y del capital, de su lógica de acumulación.

En la primavera de este año murieron decenas de miles de personas en el Estado español y más de un millón de personas en todo el mundo, aunque los datos reales son siempre muy superiores a los oficiales. En esa ocasión fue flagrante cómo todos los Estados pusieron las necesidades de la economía nacional por encima de las vidas y la salud. De hecho, el gobierno de España, en el inicio del verano, llevó a cabo un desconfinamiento acelerado para impulsar el turismo y la hostelería, una de las principales actividades económicas de un capital local cada vez más en crisis. Los telediarios locales dedicaban más de la mitad de su duración a enseñarnos las terrazas de los bares repletos. Los noticiarios empezaban su emisión saludando a los turistas alemanes que llegaban a Mallorca de nuevo. El gobierno anunciaba triunfante que «habíamos vencido al virus». El sacrificio, la resistencia, la unidad y la moral de victoria habían ganado. Y, sin embargo…

Sin embargo, era muy fácil prever que no iba a ser así, que el virus volvería con la fuerza de la reanudación de la producción y circulación mercantil. Y mucho antes de lo que ningún experto había previsto. Sucedió ya durante el verano, primero en Aragón y Cataluña, y desde agosto en Madrid.

Y sin embargo el Estado no tomó medidas, y no es casual. Lo que interesa al Estado es que la economía avance y crezca, porque es de ese modo que se alimenta el capital, que nos devora y nos hace víctimas colaterales pero necesarias. A finales del verano, desde la televisión, asistimos con machacona insistencia a la necesidad de abrir las escuelas, a toda costa, cayese quien cayese. La ministra de Educación, Celáa, llegó a anunciar en El País que los beneficios de su apertura eran superiores a los riesgos (o sea la enfermedad y muerte de trabajadores y familias). Los beneficios consistían en que la máquina siguiese funcionando, que la sociedad siguiese produciendo y consumiendo y para ello los alumnos debían estar confinados en las escuelas. Las luchas que surgieron frente a la apertura de las escuelas, como la que se dio en Madrid, fueron importantes pero muy minoritarias. A día de hoy ya hay al menos un docente muerto que sumar a las frías estadísticas de los caídos en combate. Todo ello bajo el nombre de la unidad, resistencia y moral de victoria.

Poco a poco se anuncia un segundo confinamiento domiciliario. La enfermedad no deja de crecer y con ella los hospitalizados, ingresados en UCI y muertos diarios. Víctimas colaterales de la moral de victoria, carnes de cañón del capital. Y, sin embargo, un segundo confinamiento será muy diferente al primero. De hecho ya lo es. Porque no hay soluciones dentro del capital: confinamiento significa, dentro de los parámetros capitalistas, paro y pobreza, miseria y hambre, despidos y precarización laboral. Por eso es falsa la polarización entre partidos de izquierda y de derecha. Si no hay soluciones dentro del capital, los políticos, sin importar el bando en el que estén, no pueden más que administrar el desastre y mandar a la policía cuando protestamos. Y entre ellos, la izquierda lo hace mintiendo. El gobierno más progresista de la historia de España, como le autodenominaron sus followers con el histrionismo que caracteriza a la izquierda progre, dijo por boca de su vicepresidente segundo que no iban a dejar a nadie atrás. Pero ya se sabe, las palabras son palabras y no valen nada. Lo que sí vale son las necesidades de la economía nacional, que se expresan en miles de desahucios semanales, cientos de miles de despidos al mes, millones de personas en la pobreza y miseria.

Ese es el material inflamable que alimentará las hogueras, presentes y futuras, de la rabia social. La rabia ya ha empezado. Se ha expresado en las movilizaciones de estos días, de un modo muy confuso, con una participación cierta también de grupos de extrema derecha, pero no podemos dejar que los árboles nos impidan ver el bosque. Lo que hay es una enorme rabia social que se acumula y se acumulará cada vez con más fuerza. De fondo asistimos a un mundo que ya no da más de sí, que ha agotado su base propulsora (la acumulación de capital en forma de valor) y que a eso añade una acumulación catastrófica de crisis, desde la pandemia al cambio climático. Es importante analizar estos disturbios y manifestaciones en perspectiva, no en la fotografía del momento, sino en proceso. La instantánea no nos permite reconocer la secuencia de los acontecimientos, éstos solo se pueden entender dentro de la dinámica más general del capitalismo. Y esta dinámica es catastrófica.

Estamos entrando en el final de una larga historia, en la crisis de supervivencia del capital. Con ello no afirmamos que el camino sea fácil o sencillo, todo lo contrario. Nos encontraremos con mucho material inflamable durante estos años, material que despertará luchas y polarizaciones sociales. Lo decisivo es que estas luchas adquieran una dirección y sentido de clase. Y para ello debemos constituirnos en un cuerpo unido de combate —esto es, en clase— contra todos nuestros enemigos. Y eso incluye a los fascistas pero también al izquierdismo socialdemócrata en todas sus variantes.

*

Ver también:

Un mundo que ya no
(02/11/2020)
http://barbaria.net/2020/11/02/un-mundo-que-ya-no

lunes, 2 de noviembre de 2020

[Argentina] Documental: HUMO. Reflexiones más allá de las quemas

 

Durante el año 2020, antes y durante la llamada pandemia del COVID19, grandes incendios se registraron en todo el cauce del río Paraná. Dentro de las islas, el fuego ha arrasado flora, fauna y ranchos de isleños. En las ciudades de la costa, una nube de humo y ceniza de intenso olor lo cubría todo. Montes nativos destruidos, animales carbonizados, gente sin casa y, tras los barbijos, narices y gargantas lastimadas.

A pesar del aislamiento impuesto, miles de personas nos encontramos en cortes, asambleas, escraches y movilizaciones exigiendo el fin de las quemas. Hasta ahora, ha prevalecido el pedido de más legalidad y el falso supuesto de “la ausencia del Estado”.

Desde una perspectiva anticapitalista y antiestatal nos proponemos analizar lo que viene sucediendo en las islas, a fin de promover una reflexión más profunda acerca del origen de los incendios, así como también una crítica hacia el legalismo y el llamado “desarrollo sustentable”.

El modelo agroindustrial y la especulación inmobiliaria siguen destruyendo la vida en pos de la ganancia, pero también la resistencia y la lucha continúan brotando por todos lados. Consideramos necesario afilar la crítica y las acciones contra el sistema capitalista. Este documental es un aporte en ese sentido.

¡Ni quemas, ni dragado, ni agrotóxicos!
¡Tierra y libertad!

Boletín La Oveja Negra
Rosario, noviembre de 2020

Si considerás que este material merece ser recomendado, ¡a proyectarlo y difundirlo libremente!
Muerte a la propiedad en todas sus formas.

http://boletinlaovejanegra.blogspot.com

martes, 27 de octubre de 2020

[Chile] Reporte de una insurrección

27/10/2020
Evade Chile

Compañerxs,

Una época llega a su fin. Romper juntos las cadenas de la competencia y el miedo del viejo mundo fue una fiesta donde no hizo falta ni líderes, ni representantes, ni vanguardias, ni partidos para que cada cual encontrara su lugar y supiera lo que quería dar. Nuestras capacidades de acción e intervención en la realidad eran tan amplias como nuestra imaginación. Y se multiplicaban a medida que nos dejábamos empapar más y más en las aguas de la revuelta. Esa experiencia aún alienta en nuestros corazones. Como se dice en estas tierras: “lo comido y lo bailado no lo quita nadie”. La estrella de la vida es nuestra.

La insurrección no se hace cargo de salvar las instituciones e institucionalizaciones de los de arriba, es una fuerza subterránea que asciende rompiendo con los obstáculos al goce inmediato y con los estrechos caminos mentales y terrenales de la destrucción planetaria comandada por la diada del Dios Dinero y el Dios Trabajo: estos son solo símbolos de nuestro despojo y de lo que nos separa de la vida. Símbolos del olvido de que somos nosotrxs quienes construimos el mundo y lo volveremos a construir a nuestro antojo si la Madre Tierra nos lo permite. Esta lucha por salvar lo que queda de vida dentro de nosotrxs no está separada de la lucha por salvar la vida que queda sobre el astro que habitamos.

¿Podrá la resaca que acompaña la borrachera democrática hacernos olvidar el sabor vital de la revuelta? Por supuesto que no. ¿Podrá quizás inaugurar un nuevo periodo de estupefacción y amnesia que postergue una vez más nuestro esfuerzo? Es posible, tampoco tenemos miedo de aceptarlo porque conocemos esa vieja rutina. Es urgente que el potencial humano despierte antes de que su sentido de derrota lo supere completamente, pero nuestro aliento no se apura: cuando la humanidad realmente despierte la celebración no tendrá fin.

Nuestra insurrección abrió otros mundos posibles y nos mostró que lo que éramos capaces de hacer es mucho más que una raya en un papel.

Nada está perdido. Sabemos bien que a veces para encontrarse hay que perderse.

¡Despierta!

En las montañas, en las costas, en los bosques, en los desiertos y hasta en las urbes derruidas, la vida nos espera.
 
 
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EVADE CHILE 2020 #


Links de descarga del Reporte: pliegos - páginas


CONTENIDOS


11...   La batalla de Santiago
28...   [Primer comunicado] El derecho de vivir no se mendiga, ¡se toma!
34...   [Segundo comunicado] ¡Evade todo!
38...   [Tercer comunicado] El momento decisivo: ¡Hermanxs, tenemos derecho a la autodefensa!
41...   [Cuarto comunicado] Aviso de utilidad pública: A propósito de la agonía del viejo mundo
43...   Carta abierta a Jorge González
49...   Primera carta
61...   [Quinto comunicado] ¿Es posible salir de la espiral de la violencia?
66...   [Sexto comunicado] Cómo (no) organizarse si lo que se busca es subvertir la lógica mercantil y patriarcal del dinero
68...   [Séptimo comunicado] Hoy todo es posible
74...   [Octavo comunicado] ¡La resistencia es vida!
77...   [Noveno comunicado] ¡Nos quieren dar lecciones!
79...   Segunda carta
84...   [Décimo comunicado] Sabemos que el cambio no está en La Moneda…
87...   [Onceavo comunicado] Llamamiento de una liceana
101...  El baile de lxs que sobran
145...  Tercera carta
158...  Todo comienza aquí y ahora
184...  Unidad y diferencias en las insurrecciones de Francia y Chile
197...  [Doceavo comunicado] No escucharemos más sermones
200...  [Treceavo comunicado] ¡El norte de Chile aún resiste!
204...  Cuarta carta
208...  Quinta carta
215...  [Catorceavo comunicado] El cambio no está en las urnas
218...  Hacia la Comuna
227...  Sexta carta
244...  ¡La pandemia no detendrá la revuelta!
244...      Coronavirus: Reporte de Chile
248...      Coronavirus: Reporte de Francia
255...  Séptima carta
267...  Octava carta
269...  Pueblos del mundo, ¡un esfuerzo más!
293...  Novena carta
311...  La batalla del 10%

[Chile] La democracia es el orden del Capital: apuntes contra la trampa constituyente

24/10/2020
Ya no hay vuelta atrás N° especial

«Frente a un nuevo ciclo de eventos electorales que se abre con el plebiscito del “Apruebo” y “Rechazo”, destinado explícitamente a conducir por los cauces institucionales todas las energías subversivas desplegadas intensamente desde el 18 de octubre de 2019, presentamos este material para contribuir a una crítica de la democracia como sistema político inherente a una forma de organización social basada en la explotación y la dominación. Particularmente, pretendemos aportar a la evaluación crítica de procesos promovidos por la clase capitalista como lo son los reacomodos constitucionales, que dejan intactas las categorías básicas y fundamentales de la sociedad del capital (tal es su objetivo), categorías contra las cuales, instintiva y conscientemente, se alzan las reivindicaciones y críticas prácticas de nuestra clase cuando estalla en revueltas de la magnitud que presenciamos (y que protagonizamos como proletarixs inmersos en las experiencias de lucha) hace unos meses, antes de que se desatara la crisis –y dictadura- sanitaria por la pandemia de coronavirus, y que hoy vuelve a demostrar que no está sepultada ni completamente domesticada. Trabajo, dinero, capital, Estado, propiedad privada, mercancía… son conceptos que no son letra muerta en alguna carta magna, sino elementos que organizan nuestra sociedad y su miseria.  Presentamos una revisión teórica e histórica de procesos similares al que estamos observando hoy, extractando aportes pasados relevantes y también considerando casos recientes en otros países.  Alentamos la lectura, discusión, crítica y difusión.

Vamos hacia la vida»

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[Chile] Un largo octubre. Notas y apuntes sobre lo que abre y cierra octubre de 2019 en Chile

7/10/2020
Círculo de Comunistas Esotéricos

 «Teniendo esta posición en cuenta, es que presentamos esta interpretación política sobre la revuelta que se inicia el 18 de octubre de 2019 en Santiago de Chile y que se prolonga por todo el territorio hasta el día de hoy bajo la forma de un estallido social, asunto que trataremos de manera profunda en los apartados que siguen. Consideramos que para poder explicarlo, en el sentido de entender cuáles han sido sus formas y contenidos, es necesario tomar una posición que supere la excepcionalidad mediante la cual se ha leído hasta el momento por todos los sectores políticos que se han visto involucrados en el proceso desde esos días salvajes que no volverán, pero que de manera latente aún están ahí. Nadie se baña dos veces en un mismo río, nos dijo alguna vez el viejo Heráclito»

Descarga Un largo octubre

jueves, 15 de octubre de 2020

[Chile] POR QUÉ NO VOTAMOS


* Nota de este blog: Sobre el plebiscito nacional de Chile de 2020?, un referéndum convocado para el 25 de octubre con el objeto de determinar si la ciudadanía está de acuerdo con iniciar un proceso constituyente para generar una nueva Constitución. A casi un año del comienzo de la revuelta en Chile se habla de "apruebo" o "rechazo".

Vamos Hacia la Vida
14 de octubre 2020

El ritual por excelencia de la democracia son las elecciones. El día en que se llevan cabo, una variedad de derechos quedan suspendidos mientras que al mismo tiempo los recintos de votación son resguardados por fuerzas militares y policiales. Este aparente contraste entre el acto más democrático de todos ocurriendo bajo vigilantes fusiles y libertades restringidas, no es sin embargo más que una de las más claras evidencias del inmanente carácter despótico del Estado y la sociedad organizada en torno a la acumulación capitalista.

“Esta vez sí será diferente”. “Ahora tenemos mucho en juego”. Todo proceso electoral es majaderamente promocionado como trascendental. Sin embargo, el plebiscito pactado para este 25 de octubre es quizás el evento que más se ha vendido en años bajo esta premisa. “Una oportunidad histórica que no podemos dejar pasar”, o “la batalla por la que pelearon nuestros padres y abuelos”, nos dice el progresismo/izquierdismo. “Debemos terminar con la herencia de Pinochet”. Y así, otra vez, la figura del sanguinario dictador se utiliza para conjurar la crítica radical y total contra la sociedad del Capital. Si durante la dictadura militar la crítica al capitalismo se escamoteó ante las peticiones democráticas de partidos que incluían también a sectores golpistas, si el “mal” fue personificado en Pinochet y la vuelta a la democracia fue impuesta como la meta a alcanzar, desactivando con ello el motor de las extensas jornadas de protestas y las organizaciones de base que brotaban en las poblaciones, hoy el repugnante asesino le vuelve a prestar sus servicios a la izquierda del capital para convertirse en el “símbolo” a derrotar. En el caso de que incluso se asuma que nada positivo para nosotrxs está garantizado luego de votar, al menos “el pueblo obtendrá un triunfo simbólico”, nos cuentan. Es decir, otra derrota disfrazada de victoria, otra vez la alegría que no llegará.

El 18 de octubre de 2019 una explosión de rabia lúcidamente dirigida contra las estructuras del Capital y sus esbirros sacudió todo el país. La revuelta se nutría de una generalizada toma de consciencia de la imposibilidad de un presente y futuro que valga la pena vivir, de seguir las mismas condiciones que nos han arrastrado hasta estos días. Un amplio espectro de nuestra clase, principalmente el proletariado juvenil, ya no se tragaría más la publicidad del sistema. Más allá de los delirios del facherío recalcitrante, tras la revuelta de octubre, que se extendió a cada rincón de este territorio dominado por el Estado chileno, no había ninguna organización ni partido político que la dirigiese. Era una rebelión espontánea pero no por ello menos clara ni coordinada. La autoorganización tomaba el protagonismo. Ningún aparato político lograba encauzar el ímpetu rebelde de aquellas jornadas. Tras años de ciclos de protestas y debate crítico/teórico en torno a ellos, el germen de la revuelta lograba esta vez expandirse.

Nada detenía la creciente conflictividad, expresada en la masividad de las manifestaciones callejeras y la intensidad de los enfrentamientos con los aparatos represivos policiales y militares. El toque de queda tempranamente decretado para intentar frenar por la fuerza la explosión proletaria no fue respetado en ningún lado. Las propuestas miserables del gobierno para intentar aplacar la rabia generalizada no hacían más que añadir combustible al incendio. En contrapartida, la represión mutilaba y cegaba a nuestrxs compañerxs, asesinaba a decenas de lxs nuestrxs, mientras millares eran detenidxs brutalmente, expuestxs a vejaciones y torturas sistemáticas. La izquierda oficial no podía dirigir nada, ni mostraba mayor intención de hacerlo. Más bien, como se evidenció luego, su apuesta era contener el estallido, asustada también frente a la diversidad de experiencias en que nuestra clase expresaba su ira y sus reivindicaciones. Las burocracias sindicales, como era de esperar, en su gran mayoría se mostraron también reticentes a la acción, y se limitaron a vociferar tímidas demandas y unos cuantos eslóganes carentes de contenido. La derecha política, obviamente, pedía a gritos el derramamiento de sangre, pero su legitimidad se desplomaba exponencialmente con el transcurso de los días.

El día 12 de noviembre, organizaciones sindicales y gremiales asociadas a la izquierda tradicional, agrupadas en la amorfa entidad llamada “Unidad Social”, se vieron forzadas a convocar una jornada de huelga general que, si bien la mayoría de los sindicatos no secundó oficialmente, sí fue de facto exitosa, pues el nivel de masividad y conflictividad en las calles no permitió que ese fuera un día laboral normal. Ni aquel, ni los inmediatamente siguientes. Es así como, durante la madrugada del 15 de noviembre, la casi totalidad de los partidos políticos con representación parlamentaria firman entre cuatro paredes el llamado “Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución”, que salvaba al gobierno y con ello también al congreso. Es decir, el histórico Partido del Orden jugaba una de sus últimas fichas. Durante la mañana siguiente, algunxs despistadxs celebraron como un triunfo aquel pacto pacificador. El pueblo, suponían, obligaba a la clase política a dar una respuesta concreta: se hacía posible cambiar la constitución, la demanda con que la izquierda del capital pretendía desde hace años hacer proselitismo y obtener réditos electorales, y objetivo declarado de organizaciones ciudadanistas.

Transcurridas solo horas del mentado pacto, Abel Acuña, joven de 29 años, caía muerto en Plaza Dignidad mientras era parte de las manifestaciones, víctima de un paro cardiorrespiratorio agudizado por los gases tóxicos de la policía, mientras el carro lanzaguas apuntaba su chorro directamente a la ambulancia que lo atendía, bajo incesantes descargas de bombas lacrimógenas y perdigones que incluso hirieron al personal de salud que lo intentaba reanimar. Desde su misma concepción, el pacto de pacificación venía manchado con sangre. Con todo, estuvo muy lejos de calmar los ánimos. Pero era una jugada a largo plazo, pensada en encorsetar toda la intensidad desplegada durante aquellas semanas dentro de los márgenes de las campañas electorales, en transformar las nacientes organizaciones de base, las Asambleas Territoriales, en plataformas para las elecciones. La parafernalia democrática debía secuestrar y contener, como explícitamente lo afirmaron diversos voceros del partido del orden, de izquierda a derecha, la tendencia rupturista que tendía a la revuelta en una naciente revolución.

El objetivo fundamental del proceso constituyente que se abre con el plebiscito y sus opciones por el “apruebo” o “rechazo” es eliminar la amenaza del cuestionamiento concreto, profundo y radical, de las relaciones capitalistas como tales y las instituciones que las protegen, lo que equivale a poner en riesgo la legitimidad misma de la política burguesa y sus casi indiferenciables juglares, partidos y alianzas.

Si bien a los pocos días de iniciada la explosiva revuelta, la demanda de una Asamblea Constituyente que diera paso a una nueva constitución fue acogida con simpatía dentro de buena parte del movimiento, puesto que aún no se había superado el sentido común propio de la ideología dominante, que ve en el Estado un organismo neutral y capaz de llegar a representar los intereses populares, ni siquiera este anhelo ingenuo era tomado en consideración en la fabricación del acuerdo cocinado por las cúpulas de los partidos políticos. Una serie de trabas burocráticas hacen desde un principio absurdas las promesas de cambios efectivos profundos tras el proceso constituyente. De partida, no se conformará una asamblea constituyente como tal, sino que, a lo más, se da la opción para votar por una “convención constitucional” que falazmente es presentada por los aparatos políticos de izquierda cómplices del acuerdo como el equivalente de ésta. Por otro lado, persisten una serie de mecanismos que hacen que los sectores más conservadores puedan controlar lo que finalmente se escriba en la eventual nueva constitución, gracias al famoso quórum de los 2/3. Por si fuera poco, el sistema electoral no sufrirá variación, lo que significa que seguirán siendo los desprestigiados partidos políticos los que finalmente impondrán sus candidatos y, por tanto, las ya fútiles esperanzas puestas en ser protagonistas o siquiera escuchadxs en esos espacios de la política burguesa se enfrentan de entrada con un muro infranqueable.

“Pero puede ser un avance”, nos replican. No hay que dejar de “dar la pelea”. ¿Un avance hacia dónde? Este tipo de razonamientos dejan intencionalmente fuera la verdad de que estos procesos están diseñados para hacer impotentes nuestros esfuerzos y luchas. Si la única respuesta o “conquista”, como insisten en llamarle algunxs, obtenida de parte del poder luego de la imponente revuelta iniciada en octubre, fue este plebiscito y propuesta de reforma constitucional, mientras nos reprimían de la forma más brutal ¿qué más debemos esperar?

Los partidos que se ufanan de haber logrado la vuelta a la democracia, de haber derrotado al tirano “con un lápiz y un papel”, que por 30 años usufructuaron del modelo diseñado en dictadura, hoy nos invitan a cercenar nuestro movimiento y volverlo en contra nuestra, bajo la promesa de una nueva constitución que actualice la economía capitalista y les otorgue una renovada legitimidad.

No es tan solo que este proceso constituyente sea insuficiente, sino que es un mecanismo histórico para desarticularnos, para subordinar toda actividad autónoma a los intereses de la política electoral: para transformarnos en masa manipulable y negociable a la que recurrir para, en el mejor de los casos, meter presión por un par de leyes moderadas y artículos constitucionales altisonantes, a costa de la pérdida de autonomía y horizontes propios.

Ya su papel se evidencia hoy en los organismos que el propio movimiento gestó durante su revolución: las asambleas. Todos los necesarios y urgentes debates quedan nublados por la agenda electorera, y los partidos ya comienzan a fracturar todas las experiencias, aislando a quienes cuestionan la vía institucional desmovilizadora o muestran iniciativa propia, ofreciendo candidaturas y cargos tras bambalinas, sembrando con ello la desconfianza y reduciendo las instancias a meros aparatos propagandísticos de tal o cual campaña.

El último recurso ante el derrumbe de todo argumento medianamente racional para justificar el acarreo a las urnas es el del moralismo culpabilizante: “votaré porque el pueblo va a votar y yo estaré con él”, “voto porque la señora de la pobla dice que va a votar”. Cuando esto lo afirman los funcionarios frenteamplistas, no es más que una mentira. Ellxs quieren que votemos porque lo que les interesa es el mantenimiento de este orden social tal como está, sin mayores modificaciones. Cuando lo dicen personas más cercanas, que sostienen algún tipo de anticapitalismo, parece solo una excusa. “La señora de la pobla” se transforma en una figura mítica a la que apelar moralmente. Pero esas señoras de la pobla son nuestras madres, tías, abuelas y vecinas con quienes compartimos espacios y experiencias, y a quienes no escondemos nuestras posiciones ni tratamos de manipular condescendientemente.

Ya llevamos siglos de derrotas acumuladas siguiendo el mismo guión. La respuesta del partido del orden frente al estallido ha sido de manual: represión, encuadramiento, desmembramiento y más represión.

Más de 2.500 mil personas, según informaron organismos de DD.HH., estuvieron en algún momento encerradas en las prisiones de diferentes ciudades a lo largo del país por haber sido partícipes de la revuelta. Hoy siguen siendo centenares. El cobarde pacto firmado el 15 de noviembre del año pasado ni siquiera tuvo la mínima decencia de poner como condición su liberación y un cese del actuar criminal de los aparatos represivos del Estado. Por el contrario, cada semana caen más compañerxs, mientras un manto de impunidad protege a los esbirros.

La función fundamental de todo Estado es proteger los intereses de la clase dominante, de aquella que vive gracias a la explotación de las demás. Toda modificación dentro del Estado es entonces nada más que un reacomodo en las formas en que se lleva a cabo la dominación social. Pero para subsistir y justificarse, el aparato estatal debe presentarse a sí mismo como una entidad neutral encargada de regular la sociedad, de amortiguar los conflictos que surgen dentro de ella para evitar el colapso y el caos. Debe convencernos de que no es posible vivir si no es mediante él.

Hay sectores que realmente aspiran a una gestión más “social” del capitalismo. Para ellos, efectivamente una nueva constitución puede significar un avance o incluso un triunfo en sí mismo, puesto que su triunfo es contenernos. Pero nosotrxs ya no podemos seguir aplazando nuestras necesidades vitales. Debemos develar los mecanismos de encuadramiento de la institucionalidad capitalista, presentados por todo el abanico de partidos de izquierda y derecha que la sostienen. Debemos criticarlos y atacarlos. Debemos defender la autonomía de nuestra clase frente a toda intervención politiquera, frente a toda intención de interpretarnos con el lenguaje propio del poder.

El “Apruebo” y el “Rechazo” no son más que opciones de la casta política para dejar todo igual.

Nuestra apuesta es la autonomía, la acción directa, la construcción de comunidades de lucha genuinas y opuestas a las instituciones de la clase dominante, sus partidos y sus lacayos. Por eso no votamos, porque más allá del voto mismo, de la mitificada raya en el papel, el proceso constituyente en sí es la carta de quienes no quieren perder su poder, de quienes viven a nuestra costa, de quienes se aterran al vernos actuar y pensar por cuenta propia, criticando la miseria capitalista desde sus mismos cimientos.

martes, 13 de octubre de 2020

Virus, el mundo de hoy

Gilles Dauvé
22 de septiembre 2020

Traducción: Vamos Hacia la Vida (Chile)


1 / ENFERMEDAD DE CIVILIZACIÓN
1.1 / Morimos como hemos vivimos
1.2 / Cronología de una gestión por expedientes
Primer momento: Advertencia
Segundo momento: Negación
Tercer momento: La gestión sanitaria tiene prioridad sobre la economía
Cuarto momento: De vuelta al trabajo —casi— como siempre
1.3 / “¡Y bien! La guerra”
2 / CADA CUAL SEGÚN SU CAPITALISMO
3 / “ME VEO OBLIGADO A ADMITIR QUE TODO CONTINÚA”…
3.1 / Preservar el status quo
3.2 / Tres semanas ganadas para el planeta
3.3 / Aceleración
3.4 / ¿Habrá una vida sin Internet?
4 / BALANCE Y PERSPECTIVAS
4.1 / Distanciamiento  
4.2 / Hipótesis

https://hacialavida.noblogs.org/virus-el-mundo-de-hoy-guilles-dauve-septiembre-2020

lunes, 7 de septiembre de 2020

[Libro] Coronavirus, crisis y confinamiento

Lazo Ediciones
Rosario, Argentina. Septiembre 2020

• Prólogo (Lazo Ediciones)
• El coronavirus como declaración de guerra (Santiago López Petit)
• Crisis sanitaria, crisis económica y crisis social son una única y misma cosa (Carbure)
• El Despotismo occidental (Gianfranco Sanguinetti)
• El Estado con mascarilla (Miguel Amorós)
• Contra la pandemia del Capital ¡Revolución social! (Proletarios Internacionalistas)
• Crisis capitalista, pandemia y el programa de la revolución (Vamos hacia la vida)
• Instauración del riesgo de extinción (Jacques Camatte)
• La salud como proceso. Carta de una enfermera familiar y comunitaria (Alba Campos Lizcano)
• Coronavirus y trabajo (Boletín La Oveja Negra)
• Sobre el contagio de los discursos. No nos salvará la ciencia, ni el Estado, ni el Capital (Biblioteca La Caldera)
• La capitulación impuesta a las sociedades occidentales del nuevo Despotismo (Gianfranco Sanguinetti)

 Desde la declaración de la pandemia del coronavirus y la instauración del confinamiento a nivel mundial, han circulado decenas y decenas de artículos de análisis y reflexión. Para esta compilación hemos seleccionado tan solo un puñado de textos con un denominador común: no se limitan a explicar la realidad, sino que buscan transformarla. Solo al margen de la agenda del orden, abordando desde una perspectiva radical el significado de la salud y la defensa de la vida, la crisis y la reestructuración del trabajo, la lucha y el control social, los discursos médicos y científicos, así como las implicancias a nivel subjetivo del contexto actual, es que podremos ir construyendo una visión de conjunto y enfrentar este particular momento que atravesamos en tantas regiones del mundo.

Descargar libro en la página de Lazo Ediciones

viernes, 28 de agosto de 2020

[Bielorrusia] Cuidado con el régimen que está tratando de separarnos

 
Anarquistas
15-08-2020

Ayer  publicamos un panfleto llamando a respetar todas las tácticas de protesta. La razón de la publicación de este folleto fue la experiencia negativa de algunos activistas del movimiento anarquista en las calles de la ciudad. Los manifestantes pacifistas comenzaron a buscar activamente dentro de la multitud a los que, segun ellos, "provocan" a la policía y, supuestamente, hacen que esta disperse las manifestaciones por la fuerza. Todos aquellos que intentan alejar a la gente de la policía e impedir los arrestos, al menos por parte de la gente, empiezan a ser percibidos negativamente. Segun la opinion de estos manifestantes pacificos son estas acciones las que llevan a la dispersión violenta de las manifestaciones.

Después de varios días de protestas pacíficas, cada vez más personas activas en las redes sociales están pidiendo exclusivamente protestas pacíficas. En su opinión, debemos dejar de provocar a la policía y tratar de persuadirla. Lo absurdo de la situación ha llegado a tal punto que a pesar de  las historias de torturas y palizas a los manifestantes, hay noticias de personas que regalan flores a las tropas y les dan besos. Pareciera que no hubiera sangre corriendo por las calles de nuestras ciudades.

La situación se está desarrollando tan rápidamente que algunos están empezando a pedir el arresto y traslado a la policía de activistas vestidos de negro y con mochilas que no llevan globos y flores blancas. Creemos que tales llamadas provienen, al menos en parte, de las propias autoridades. Ahora es crucial que la KGB y el Ministerio del Interior dividan la protesta en dos partes y dejen a los manifestantes pacíficos sin ningún apoyo. La detención de anarquistas, antifascistas y otras personas activas en la calle ayudará a las autoridades a reducir la intensidad de la protesta. Quienes sean entregados a la policía seguramente seran torturados y posiblemente asesinados. ¡Entra en razón, estás pidiendo que tus hermanos y hermanas sean puestos en manos de los castigadores!

No podemos derrotar a este régimen si pensamos constantemente en lo que podría provocarlo. Hoy en día cualquier protesta en Bielorrusia es ilegal.  Incluso si te paras en la acera durante una acción no autorizada, sigues haciendo algo ilegal, y las autoridades pueden detenerte con el uso de la fuerza en virtud de estas leyes. Las leyes que han estado escribiendo durante 26 años son cadenas que nos retienen en los sótanos del sistema. Es necesario dejar de buscar entre nosotros a algunos provocadores imaginarios, de los que incluso se habla en los canales estatales. Todos sabemos perfectamente que el principal provocador de Bielorrusia lleva bigote, y es de él de quien debemos deshacernos.

Es extremadamente difícil para los activistas del movimiento anarquista hacer algo en las calles ahora. No sólo la policia antidisturbios, sino también otras agencias de la ley están detrás de nosotros. Repartir panfletos o participar activamente en mítines a la entrada de las fábricas puede terminar no sólo en la detención, sino también en casos penales, así como en la tortura. Llamamos a la solidaridad de todos los manifestantes. ¡Sólo juntos podremos vencer!

¡Nos vemos en las calles!


ver también:

https://expandiendolarevuelta.noblogs.org/post/2020/08/19/bielorrusia-anarquistas-en-el-levantamiento-contra-la-dictadura/

https://periodicogatonegro.wordpress.com/2020/08/19/analisis-desde-bielorrusia-como-llegaron-los-bielorrusos-a-rebelarse-contra-la-dictadura-y-cuidado-con-el-regimen-que-esta-tratando-de-separarnos/

[Chile] MOVILIZACIONES REACCIONARIAS Y CHANTAJE DEMOCRÁTICO: ESTRATEGIAS DEL ORDEN CAPITALISTA

 
Proletarixs en reuelta
28 de agosto

Mientras los Presos Políticos Mapuche continúan una huelga de hambre de casi 120 días, exigiendo garantías mínimas en los procesos judiciales en su contra levantados por el Estado chileno, los gremios de camioneros -fieles representantes de los intereses de la patronal y agentes históricos de la derecha política- llevan a cabo movilizaciones que tienen como principal demanda la intensificación de la represión estatal en el Wallmapu.

De esta movilización reaccionaria se pueden comentar varios elementos:

-El cacareado llamado a paro del 27 de agosto contó con muy poco apoyo, no siendo seguido por dos de las tres más grandes agrupaciones gremiales de camioneros (todas dirigidas por la derecha), y ha despertado un amplio repudio en toda la población.

-Se enmarca en una estrategia parainstitucional del gobierno que busca afirmar una base en torno a la derecha más rancia, conservadora y filofascista. Esto se expresa en la tolerancia y protección de las manifestaciones de este tipo, siendo uno de sus hitos más importantes el desalojo de la toma de la Municipalidad de Curacautín (y otras dos más) a manos de turbas racistas, que contaron con la abierta complicidad de las fuerzas policiales y militares, además del visto bueno del Ministro del Interior Víctor Pérez, quien horas antes se reunió con los dirigentes fascistas y anti-Mapuche que convocaron a estos ataques.

-También, quedan nuevamente en evidencia las fisuras dentro de la alianza gobernante, tambaleante entre la derecha más dura, y el manejo de la crisis mediante la integración del descontento generalizado en las vías institucionales, a través del plebiscito y proceso constituyente. No por nada algunos de sus rostros más publicitados afirman que votarán por la opción del “Apruebo” y hasta se autodenominan como socialdemócratas.

-Desde este sector de la política burguesa lidian abiertamente con la amenaza de una “revolución social”, y su objetivo declarado es combatirla por todos los medios. Para ello, apuestan, no sin contradicciones y roces internos, por el endurecimiento de la legislación represiva (todos los puntos del petitorio del gremio de camioneros apuntaban en esta dirección), el fortalecimiento de los aparatos policiales y de inteligencia (ídem), canalización institucional de demandas populares y fomento de organizaciones civiles de corte neofascista. Anticipando un escenario de intensa conflictividad social, tantean el terreno de la represión militarizada, junto con la promoción de enfrentamientos entre civiles, mientras otras fracciones, temerosas de un aislamiento total, intentan acercarse a posiciones de “centro” o “dialogantes”. Claramente, esta última política no descarta en absoluto recurrir simultáneamente a la represión sanguinaria; solo pretende acotarla.

-Por su parte, la respuesta general de la izquierda, tanto parlamentaria como pretendidamente revolucionaria, se limita a señalar la identificación con la derecha fascistoide del gremio de camioneros, exigiendo para éste el mismo trato represivo al que nos tiene acostumbradxs el Estado cuando somos nosotrxs quienes salimos a la calle. Así, se acusa al paro de camioneros de “atentar contra el Estado de derecho” y de “ir contra la democracia”. Por tanto, solicita la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado o incluso la Ley Antiterrorista, todo en el lenguaje propio de la clase dominante. Una cosa es denunciar la evidente desigualdad con que se tratan las manifestaciones callejeras dependiendo de su identificación política, y otra muy distinta aceptar la lógica y discurso del poder, pretendiendo que sea ejecutado con “justicia”. De esta forma, no se podrá sino ver montajes en las acciones radicales contra la infraestructura capitalista y sus agentes, quitando así legitimidad a la lucha por fuera de los límites que establece la legalidad burguesa para precisamente condenar a la impotencia cualquier intento de protesta. La consecuencia de esta lógica es la propia inactividad frente a las diversas formas en que el poder nos ataca; regalarles las calles, mientras se denuncia el obvio sesgo ideológico del gobierno y los aparatos represivos, como si pudiera esperarse otra cosa. Estos hechos deben ser reconocidos y señalados como expresión de la naturaleza de clase del Estado y la imposibilidad de su reforma. Deben servir para romper toda ilusión en un cambio en su política de defensa de los intereses capitalistas.

-Recordando su herencia propiamente socialdemócrata, esta izquierda intenta colar consignas como “más trenes menos camiones”, como si esa fuera alguna solución siquiera tibia frente a los crecientes conflictos. Como si esos trenes, y la infraestructura que requieren, no tuvieran otro objetivo que no sea acarrear mercancías y materias primas depredadas de nuestro entorno. Jamás pondrá en tela de juicio a las relaciones capitalistas mismas, pues eso sería su condena como variante de izquierda del partido del orden.

-A las manifestaciones del neofascismo se les combate desde nuestra clase, con nuestros propios métodos, no acudiendo a la represión estatal, pues al hacer esto último se otorga legitimidad a mecanismos generados fundamentalmente para ser aplicados contra nuestras luchas.

-Otro discurso de esta izquierda es que tras estas manifestaciones estaría la intención de desestabilizar el actual orden democrático (como si fuera hoy muy estable) con el objetivo de no llevar a cabo el plebiscito en octubre. Asumir ese razonamiento es no comprender que el plebiscito es precisamente la vía mediante la cual el partido del orden pretende recuperar su estabilidad (estabilidad que no es más que explotación capitalista sin mayores sobresaltos), y como consecuencia, tener una excusa para condenar cualquier expresión autónoma que no se cuadre con los delirios democráticos: el clásico y nefasto “no hay que hacerle el juego a la derecha”.

-Lxs explotadxs debemos comprender el mundo no según las categorías propias de la política burguesa (“derecha”, “izquierda”), sino sobre aquello que nos condiciona como clase dominada y explotada. Debemos criticar y actuar contra el capital mismo, y esto significa una oposición radical al Estado, a la jerarquización sexual, la producción y circulación de mercancías; la mercantilización de cada aspecto de nuestras vidas.

-Los sectores reaccionarios de derecha ya preparan la represión brutal de un eventual y probable resurgir proletario, tanto dentro como fuera de su propia legalidad. Mientras, buena parte de la izquierda intenta apaciguarnos y hacernos desfilar hacia las urnas de votos, urnas que de seguir aquella deriva serán más que una triste alegoría del destino de nuestros esfuerzos y nuestras propias vidas. O bien, intentará canalizar toda la energía desplegada en las calles, de la que hace solo unos meses comprobábamos su magnitud, en función de intereses electorales. Cualquier actividad autónoma por fuera de esos márgenes será calificada como irresponsable y relacionada a alguna forma de “guerrillerismo” o “lucharmadismo”, que no ha sido más que la variante armada del reformismo histórico. Nuestra lucha no se decide con votos ni con aparatos armados actuando en representación de toda la clase explotada. Más allá de esa dicotomía propia de la socialdemocracia, el proletariado construye sus organismos autónomos en función de sus intereses vitales, y recurre a las formas de lucha que le sean coherentes y útiles. Y esos medios no son democráticos ni militaristas.

-Frente a la parafernalia política que estas semanas se desplegará con mayor efervescencia, frente a las movidas neofascistas de grupos amparados por el poder, recordemos el potencial que vislumbramos en los meses de revuelta y confiemos en nosotrxs mismxs. Después de todo, no contamos con nada ni nadie más. Pero tampoco les necesitamos ni les queremos.

¡Solidaridad con las comunidades Mapuche que se enfrentan al Estado y cuadrillas paramilitares racistas!

¡Solidaridad en todas las poblaciones contra las políticas asesinas del gobierno de turno y su falsa oposición!

[Chile] ¿ANTES QUE PACA, MUJER?

 
Proletarixs en revuelta
23 de agosto

El femicidio de una paca perpetrado por uno de sus compañeros de fila, abre discusiones en el espacio virtual, al que hemos sido confinadxs como último espacio de socialización. El feminismo ha impulsado un espectro infinito de posibilidades de críticas y se ha extendido de forma transversal en el espacio público gracias al esfuerzo de compañeras, influyendo incluso en los medios de comunicación. Sin embargo, hoy vemos como ese potencial evidencia los límites de sus aportes en tanto análisis parcial de la totalidad.

La muerte de Norma Vásquez Soto es un femicidio, eso es un hecho incuestionable. Ella fue agredida y asesinada por ser mujer, en este sentido, es evidente que no reivindicamos, ni alegra este tipo de prácticas de violación, abuso sexual y asesinato, como tampoco reivindicamos la tortura y la violencia indiscriminada como método de lucha. Tampoco el punitivismo, encarcelar, o cancelar personas soluciona un problema de fondo que está anclado en las destructivas relaciones sociales propias de nuestra época. Todo esto no quiere decir que Norma sea merecedora de respaldo por quienes hemos vivido, en carne propia, lo que implica el monopolio de la violencia por parte del Estado ni tampoco que ser mujer sea sinónimo de inocencia y bondad.

Es alarmante que incluso luego de más de una treintena de asesinadxs en contextos represivos durante los meses de revuelta, un segmento de la población siga llamando a empatizar con la muerte de una paca. No obstante, esto es una posibilidad, que surge al entender el feminismo como un movimiento parcializado y enfocado en la integración en igualdad de condiciones de las mujeres en las dinámicas capitalistas. El feminismo podría ser un medio para que la mitad de la humanidad lea la realidad y apueste por la emancipación humana- entendida como la liberación de nuestra actividad de las garras de la apropiación privada, el dinero y el Estado, y, por cierto, de la dominación patriarcal- siempre y cuando sobrepase los límites del esencialismo identitario. De lo contrario, desde la lectura abstracta, se podría llegar a obviar que, a cuatro años del asesinato de Macarena Valdés, cuando la comunidad en lucha se ha volcado a las calles en su conmemoración, son estas mismas pacas y pacos quienes reprimen a nuestrxs compañerxs, y esa es la realidad material desde la que debemos enarbolar cualquier reivindicación.

Incluso el feminismo llamado de clase, que asume la perspectiva “interseccional”, se queda corto en este sentido. La clase no es un indicador más entre otros de algún tipo de opresión, es algo mucho más profundo que eso, es el antagonismo que mueve la realidad que nos han impuesto, entre quienes tienen los medios de producción y quienes no poseen más que su fuerza de trabajo para sobrevivir. Ser proletarix no es una creencia subjetiva, ni tampoco algo que reivindicar, es una realidad material que se debe superar.

Así, el feminismo como ideología separada, incluso en sus vertientes clasistas, no puede hacer una lectura completa de la realidad en la que vivimos por sí solo.

Desde el 18 de octubre y alimentado por el develamiento de las malversaciones de fondos cometidas, Carabineros de Chile ha estado en la palestra más que nunca, como lo que es: una institución nefasta. En este sentido, es necesario ser clarxs: todas las policías del mundo lo son, en tanto que su función es la preservación del orden capitalista, lo que incluye el reprimir y someter a quienes se levantan en lucha. Carabineros de Chile no es una institución reformable.

Al 20 de agosto de este pandémico 2020, se registran 23 femicidios consumados y 74 frustrados. Es sintomático de los caminos confusos que va tomando la “crítica” progresista, arrastrada por las abstracciones de igualdad ciudadana y el sentido común de la clase dominante, que nos cueste tantos debates discernir sobre cuáles son reivindicables y cuáles no lo son. Ante esto, cómo sería llevar hasta el fondo estos planteamientos: ¿No estamos todas, falta Norma? Disparando cegadores perdigones a quienes salen a luchar por transformar nuestras condiciones de existencia.

¡Por la emancipación humana!
¡Vamos hacia la vida!

[Argentina] Aquí y ahora la lucha continúa


Boletín La Oveja Negra
Rosario, 1° de agosto de 2020. Panfleto repartido el 1° de agosto en el corte del puente Rosario-Victoria contra las quemas en las islas

Hoy, es 1 de agosto, algunas compañeras y compañeros no están acá porque en la plaza Sarmiento se está realizando una actividad a tres años de la desaparición y posterior asesinato del compañero Santiago Maldonado.

Hoy nosotros estamos acá, cortando una ruta para que el humedal deje de arder. Hace tres años Santiago estaba en el Sur cortando otra ruta junto a los mapuches para recuperar su territorio. El sábado pasado y el anterior, gendarmería dejó prácticamente vía libre para que algunos camioneros nos atropellen y golpeen, la misma fuerza armada que asesinó a Santiago, la que hace unos años invadió la ciudad con la excusa del narcotráfico. Otra rama del mismo brazo armado de los poderosos es la que hoy tiene a Facundo Castro desaparecido.

Quizás eso lo entendimos, por eso hablamos de no delegar nuestro cuidado a los gendarmes, de no quedarnos tranquilos y hacer una barricada más grande, pero quizás seguimos tropezando con la misma piedra: dialogar con quienes son parte del problema. Es cierto, estamos acá para algo que no es apagar el fuego objetivamente, si no estaríamos del otro lado del río. Pero algunos desconfiamos y marcamos los límites de la legalidad y de las palabras de quienes gobiernan, los de ayer y los de hoy.

Depende cuál sea el conflicto que se atraviese y el descontento social, serán menos o más hostiles, pero jamás dejarán de defender los intereses de los ricos, de los terratenientes, esos que hoy están quemando las islas, esos que ayer construyeron este puente de mierda sobre el que estamos parados y se cagaron en todo, en quienes viven hace más de cien años en el Remanso Valerio, en toda la flora y fauna que hay, o mejor dicho había, en el humedal. “Hay que progresar” dicen algunos, y se van a justificar en que sirvió de conexión, para esto y lo otro. Lo mismo van a hacer el año que viene cuando concesionen el nuevo dragado del río: “vamos a poder exportar más toneladas” dirán. Y es cierto, conecta y se podrá exporta más… ¿Y? ¿Quién se beneficia con esto? ¿Quiénes son los que analizan qué conviene y qué no? ¿Quiénes firman estos acuerdos? ¿Quiénes hicieron vista gorda o formaron parte del negocio cuando se loteó “Los Marinos” frente a La Fluvial? Que no nos sorprenda una copia de Nordelta en un tiempo.

¿Podrán o querrán, mejor dicho, las gobernaciones detener las quemas? ¿Cómo detener las quemas sin detener la producción ganadera? No es por tercos, si a algo venimos acá no es a pelearnos entre quienes queremos que el fuego en las islas pare. Revisamos distintos proyectos que hay para la “ley de humedales”, y nos encontramos con que ninguno podrá literalmente apagar el fuego. En cambio, dicen que se usarán los humedales de forma sustentable, algunas zonas estarán protegidas, y en caso del no cumplimiento: multas, suspensión, cese de la actividad, etc. Y no es que seamos especialistas en leyes, es que ninguna ley podrá apagar un incendio que es causado por la sed de ganar dinero, que es la misma que arruina cada rincón del planeta. Existe ya el artículo 41 de la Constitución Nacional, el Convenio Ramsar aprobado en el año 1991 a través de la sanción de la Ley 23.919, también la ley 26.562 ¿por qué otra ley garantizaría que este modelo productivo no avance sobre nuestro medio? ¿Tantas vueltas hay que darle para entender que esto destruye la vida?

Ahora, mientras codo a codo nos hermanamos en la lucha, podemos también pensar que si no cambia todo no cambia nada, que si queman las islas, o el amazonas, o nos fumigan, es por la insaciable necesidad de ganar dinero de unos pocos. Porque la naturaleza, y nosotros los seres humanos como parte de ella, es vista como mercancía. Y es a este mundo de las mercancías al que debemos derribar.



[Argentina] Una reflexión a orillas del río

Boletín La Oveja Negra
Rosario, 25 de julio de 2020. Panfleto repartido el 25 de julio en el corte del puente Rosario-Victoria contra las quemas en las islas

Una vez más nos estamos encontrando.

El espectáculo horroroso del que somos testigos nos trajo hasta aquí para manifestarnos, para gritar, para juntarnos en este tiempo de aislamiento oficial.

Invitamos a reflexionar acerca de todos los atropellos que se llevan adelante contra la vida, que en este caso pone en el centro de la problemática al humedal, por la situación inmediata que se viene repitiendo hace varias semanas de quema permanente de montes y pastizales.

Queremos centrarnos en las acciones que se vienen llevando adelante, sus limitaciones y posibles escenarios de acción. En este sentido, vale recalcar que lo que nos une ante esta situación es la lucha, y que lo único que puede poner en tensión la urgencia de los incendios es la acción colectiva, en el seno de la movilización misma.

La impotencia de los primeros días se transformó en asambleas y encuentros y, sin que nadie nos lo ordene, y aunque más de uno nos haya tratado de delincuentes, el fin de semana pasado cortamos este puente y obstruimos por unas horas la normalidad. Esa normalidad basada en la circulación de mercancías, donde la destrucción de la naturaleza es el núcleo fundamental.

Hay mucha gente que se moviliza sinceramente, pidiendo una Ley de Humedales, una producción sustentable en las islas o un Parque Nacional. Estas soluciones se pintan como realistas e inmediatas pero ¿atacan al problema de fondo?

Desde la reforma del ‘94, la necesidad de una vida sana, reducida a derecho legal, se encuentra consagrada en el artículo 41 de la Constitución Nacional. En ese sentido, Argentina suscribe a todos los acuerdos ambientales internacionales: Protocolo de Kyoto, Protocolo de Montreal, Convención de Humedales y otros. También desde esa reforma, en el artículo 75 inciso 17 se reconoce la preexistencia al Estado de los pueblos originarios y sus territorios. Argentina también ha sido pionera en la creación de áreas protegidas. En 1922 crea el Parque Nacional del Sud, actual Nahuel Huapi, tercero del mundo después del Yellowstone en EEUU (1872) y el Banff en Canadá (1885). En cuestión de humedales, también participa del Convenio Ramsar.

Sin embargo, la realidad ha sido y es bien distinta tras las abstracciones de la legalidad. Desde los años 90 y en especial en los últimos veinte años, la destrucción de la naturaleza ha llegado a límites brutales. La expansión de la frontera agrícola se aceleró como pocas veces en la historia y la comida transgénica puebla nuestras mesas como nunca. 500 millones de litros de agrotóxicos son vertidos cada año en toda el área productiva agroindustrial. Entre 1998 y 2017 se arrasaron más de cinco millones de hectáreas de monte nativo, parte de los 35 millones que se desmontaron en total en el Cono Sur. El éxodo del campo a la ciudad no se detiene y las comunidades rurales, tanto criollas como indígenas, siguen siendo desalojadas, asediadas y reprimidas. Como corolario del histórico apriete que sufren las poblaciones que quedan dentro de los límites de áreas protegidas, en noviembre del 2017, por defender la tierra y la vida de su comunidad, Rafael Nahuel fue asesinado de un balazo en la espalda por Prefectura Naval tras una denuncia de Parques.

Entonces, queremos hacer la pregunta: ¿se podrá frenar todo este desastre con una ley? ¿Son más leyes lo que necesitamos?

El intendente Javkin en recientes declaraciones se lavó las manos, como si no pudiera hacer nada, afirmando que es un problema de Entre Ríos. El ministro de ambiente de la Nación, Juan Cabandié, anticipó en estos días una nueva figura legal, los “faros de preservación”, que daría una solución “de fondo” al problema del humo. Una vez más, el ojo vigilante y controlador señalará a quienes recorremos las islas, pero no a las ganancias de los ganaderos.

Queremos respirar aire puro, queremos caminar por los montes siendo parte de ellos, queremos bañarnos en el río como tantos miles de personas lo hicieron en el pasado. Queremos que otras especies animales sigan su vida tranquilamente, sin agrotóxicos, sin incendios, sin dragados ni alambrados.

El río, como todo lo que llamamos ‘naturaleza’, se halla en permanente cambio. Vida y muerte son una parte constitutiva suya: fluye, se seca, renace, observamos los cambios de color de los ciclos de su flora. Un día aquí una isla desaparece y otro día emerge un banco de arena que mañana será un monte tupido. Toda esa vida en constante ebullición, ¿cabe en la letra muerta de una ley de escritorio? ¿Es algo que se pueda vender al precio de una entrada, cual museo natural? ¿Tiene un funcionario político la sensibilidad de entender todo esto?

Compañeras y compañeros, esta lucha la hacemos entre todos. No es una guerra contra Entre Ríos, ni tampoco debemos permitir que sea el trampolín para que los especialistas de hoy sean los funcionarios de mañana. De este modo, discutamos las acciones que queramos llevar adelante entre nosotros y si los políticos tienen que enterarse, será por nuestras propias actividades, por el eco que de ellas se haga, y no por la invitación a una instancia en particular.

Sigamos luchando y encontrándonos. Sigamos conversando sobre hacia dónde queremos ir.

Después de todo, si hemos observado bien, sabremos que cuando el río se desborda es cuando más fecunda se vuelve la tierra...

lunes, 10 de agosto de 2020

Desde Beirut: «Justicia para las víctimas, venganza contra el régimen»

 

Anónimo
9 de agosto de 2020
Fuente: https://lundi.am/Depuis-Beyrouth-Justice-pour-les-victimes-vengeance-contre-le-regime
Traducción: José Sagasti

Este llamamiento colectivo, que acaba de ser transmitido por los amigos libaneses, fue megafoneado, expuesto y distribuido en los barrios afectados por la catástrofe de Beirut mientras una enorme multitud recorría las calles del centro de la ciudad.

Somos dueños de la calle y vamos a volver.

Todos nacimos el 4 de agosto de 2020, a las 6 p.m. en el puerto de Beirut, muelle número 12.

Ese día, todos nacimos, o mejor dicho, todos morimos. Algunos de nosotros volvimos a la vida, cadáveres llenos de vidrio y hormigón, residuos de Nitrato de Amonio. Todo lo que nos quedaba entonces, los cadáveres que somos, era medir el alcance del desastre que ha ocurrido en nuestra ciudad.

Esto no ocurrió como resultado de un catástrofe natural. Esto no es el resultado de una mala operación de trabajo o de un accidente de cualquier tipo. Tampoco es el resultado del estado general de corrupción que ha estado ocurriendo aquí por más de treinta años. La explosión del 4 de agosto de 2020 es un asesinato premeditado cometido contra el pueblo.

Así que hay quienes planearon, quienes ejecutaron, quienes se beneficiaron y quienes ahora se justifican.

4 de agosto de 2020, 6:00 p.m., muelle 12. Una guerra comenzó aquí, con cientos de muertos, miles de heridos, cientos de miles de desplazados y pérdidas inconmensurables. Esta guerra se podría haber evitado.
Ella había sido anunciada durante años. Podría haberse evitado la explosión pero sucedió. La bomba estalló y nosotros morimos. La pregunta sigue siendo: ¿Cuantas bombas más nos esperan?

El 4 de agosto de 2020, el poder asesino lanzó una bomba en el corazón de la capital, decretando que no había límites a su barbarie. No hay necesidad de esperar los resultados de las investigaciones, sabemos la verdad. Está grabado en los cuerpos y los heridos, en las calles que fueron afectadas, en los ojos de los sobrevivientes, en la memoria viva de las víctimas. No necesitamos comisiones de investigación que no sean más que copias de esta ley de amnistía, la misma ley que todavía da legitimidad a estos criminales.

En este día 4 de agosto de 2020, el gobierno ha demostrado que no sólo es corrupto, saqueador e incompetente, sino que es asesino. Ya no es posible que el pueblo coexista con él.

El 4 de agosto de 2020, el poder asesino lanzó una bomba en el corazón de la capital y así cortó el último cordón que nos ataba a ella. Ya no estamos buscando hechos que puedan restaurar nuestra confianza en este poder. La responsabilidad no recae en la persona que soldó la puerta del almacén, sino en los que soldaron el sistema.

Cien años después de la fundación del Líbano, nuestro contrato social es obsoleto, nuestro llamado estado soberano, nuestro llamado hogar de resistencia y nuestro llamado territorio de entendimiento nacional. Todo esto es una mentira. La verdad es esta: EL PUEBLO LIBANÉS ESTÁ BAJO OCUPACIÓN.

El 4 de agosto de 2020, toda la legitimidad de este poder cayó y ahora estamos en guerra con él. Ni sus políticos, ni sus instituciones, ni sus partidos, ni sus bancos, ni sus medios de comunicación son legítimos. Y esta legitimidad no será restaurada por las comisiones de investigación, las urnas y los gobiernos de rescate. La legitimidad hoy es nuestra, nosotros que limpiamos nuestras calles, cuidamos a nuestros heridos y lloramos a nuestros muertos.

El 4 de agosto de 2020, el gobierno reconoció su crimen al declarar el estado de emergencia militar.

No encontró nada más para cubrir su fracaso. Su única preocupación, antes de contar las víctimas o proporcionar ayuda, es eliminar cualquier objeción al respecto. La declaración de un estado de emergencia es una descarga de responsabilidad para el rescate y el socorro. La declaración del estado de emergencia es una declaración de guerra contra los sobrevivientes. Una declaración de estado de emergencia militar es una declaración de estado policial nacida del vientre de la explosión.

El 4 de agosto de 2020, el gobierno nos declaró la guerra.
En cuanto a nosotros, proclamamos el comienzo de la batalla por la liberación
Ya no es el 17 de octubre. No nos rebelaremos más, no nos manifestaremos más, no proclamaremos más nuestras demandas. Ha llegado el momento de la lucha.
Lucharemos para liberar nuestras instituciones de las manos de los usurpadores.
Lucharemos para liberar nuestra ciudad de los atacantes.
Lucharemos para liberar nuestras propiedades y ahorros del poder de los bancos.
Lucharemos para liberar al pueblo de la ocupación.
Lucharemos para liberarnos de este régimen.
Un día, "nuestro presidente" dijo: «Si no te gusta el país, entonces emigra».
Señor, desde el 4 de agosto de 2020, la batalla por su destitución ha comenzado.

¿Hasta cuándo estaremos a salvo?

domingo, 2 de agosto de 2020

CONTRA LA REPRESIÓN ESTATAL Y PARAPOLICIAL EN EL WALLMAPU


Vamos Hacia la Vida
1 de agosto 2020

Durante la noche del sábado y madrugada del domingo se sucedieron en tres comunas de la Araucanía dolorosos episodios de servilismo nauseabundo y despreciable racismo. Las municipalidades de Curacautín, Victoria y Traiguén se encontraban ocupadas por comunerxs Mapuche como forma de presión, en solidaridad con los presos políticos que llevan más de 90 días en huelga de hambre. Estas formas de lucha se suman a una serie de otras acciones solidarias y de sabotaje, las que han gatillado la represión más dura por parte del Estado chileno, amparando a su vez a grupos paramilitares y de ultraderecha ligados a intereses latifundistas y de diversas industrias y gremios patronales (forestales, agricultores, transportistas). Fueron estos grupos, en evidente complicidad con los aparatos tradicionales de la represión estatal (policías y militares), los que organizaron violentos desalojos de los edificios tomados, convocando a turbas serviles que se agrupaban entonando diversos cánticos racistas. Mujeres y niñxs fueron insultadxs y golpeadxs, casi linchadxs, y posteriormente detenidxs por la policía. Se quemaron también algunos vehículos de lxs comunerxs movilizadoxs y un rewe –importante símbolo espiritual mapuche- en Victoria. Imágenes que inundaron de ira y pena los corazones de quienes empatizamos con todas las manifestaciones de lucha contra la miseria del mundo capitalista.

El 31 de julio, el recién nombrado ministro del interior Víctor Pérez, siniestro personaje de la derecha más rancia, ferviente pinochetista y con estrechas relaciones con Paul Schäfer y Colonia Dignidad (que, además de secta inspirada en ideas fascistas, funcionara como centro de detención y tortura durante la Dictadura), visitó precisamente la ciudad de Temuco para dar una señal de apoyo a todos los grupos reaccionarios y anti-Mapuche que operan en los territorios en conflicto y, por lo visto en la última jornada, para coordinar los horribles ataques racistas que presenciamos.

El gobierno encabezado por Piñera, atravesado con crisis internas, hace rato viene optando por reforzar su base de apoyo más conservadora y fascistoide, incapaz de recuperar cualquier atisbo de apoyo popular que lo aleje de las históricas e inéditas cifras de rechazo que se ha ganado por su criminal actuar desde la revuelta del 18 de octubre, incluyendo el asesino rol que han jugado en el manejo de la pandemia del coronavirus. El nombramiento de un ultraderechista como Víctor Pérez es una clara señal de esta deriva en pos de una represión totalmente desbocada, que recurre al fomento de cuadrillas nacionalistas, las que desde luego contarán entre sus filas con los siempre despreciables pobres con vocación de vasallos, tal como vimos este fin de semana.

Por su parte, la Izquierda en su más amplio espectro, que fue incapaz de lograr alguna mínima conducción de la revuelta proletaria, revuelta que desbordaba los medios y fines de todo el aparataje político, incluyendo los supuestos “críticos”, y que con mucho esfuerzo ha introducido la consigna de una “nueva constitución”, plebiscito pactado con sangre mediante, no puede tampoco abordar las reivindicaciones Mapuche de territorio y autonomía (y por tanto, expulsión de las industrias capitalistas, forestales y agrícolas principalmente, de las zonas en conflicto) sin traicionar su existencia anclada en la sociedad burguesa: la política como esfera separada de la sociedad, como gestión del Estado siempre capitalista. Pretende simpatizar con su lucha, con sus demandas, y levanta como bandera, queriendo emular la constitución del gobierno -obviamente- capitalista de Evo Morales y el MAS boliviano, y crear así la figura de un Estado plurinacional que integraría al fin al pueblo Mapuche. Por supuesto, eso es un sinsentido. Las comunidades Mapuche no son chilenas, y sus reivindicaciones apuntan a dejar en claro aquello. No es la participación en un Estado nacional que a ellas se les presenta incluso más ajeno que a todxs nosotrxs, lo que podría solucionar de alguna manera el conflicto. Como obviamente tampoco lo hizo la constitución boliviana plurinacional: en cuanto los intereses de los capitalistas nacionales e internacionales chocaron con los de las diversas comunidades originarias de ese país, el Estado no tardó en tomar partido por los primeros; no podría ser de otra manera, el Estado ES SIEMPRE el instrumento de la clase capitalista.

La lucha del pueblo Mapuche se enmarca en una historia centenaria de resistencia a la imposición de las relaciones capitalistas, que desde tiempos de la conquista del continente americano por la corona española vienen expandiéndose y enraizando, masacrando a las culturas originarias, en un proceso de despojo y proletarización forzada, tal como aconteció en todo el planeta. Las formas de vida de estos pueblos, muchos de ellos sin jerarquías políticas definidas en su interior, entraron en abierta contradicción con el progreso de la civilización del Capital, teniendo que pagar por ello con sangre. Y mucha sangre es la que ha corrido. Pero esta tarea genocida la profundizaron y llevaron al paroxismo los estados independientes y republicanos. Es el Estado chileno, y no la corona española, el que mediante su ejército lleva a cabo la “Pacificación de la Araucanía”, masacrando a lxs Mapuche e integrándolos en su territorio, a costa, claro, precisamente de robarles sus tierras y condenarlos a la miseria.

Es contra este Estado que las luchas de las comunidades se dirigen. El mismo Estado contra el que nos alzamos desde siempre, y en este siglo, con mayor fuerza desde el 18 de octubre pasado, en todo el territorio denominado por las castas dominantes como Chile. La expulsión de los intereses capitalistas del territorio ancestral mapuche no va a lograrse por las vías institucionales que propone el reformismo progresista; el percibido aislamiento de esta lucha respecto a otras expresiones del movimiento proletario “chileno” debe ser disuelto precisamente al reconocer como un mismo combate, con todas sus diferencias y contradicciones, el que llevamos a cabo todxs quienes debemos alimentar con nuestras vidas la acumulación de capital.

En las multitudinarias manifestaciones que se sucedían a diario durante las jornadas de revuelta, abundaban por miles las “banderas mapuches” (bandera que por cierto es creada recién en la década del 90 por parte de una agrupación particularmente proclive a la política institucional. Las comunidades mapuche no tenían una bandera nacional propiamente tal, pues el concepto mismo de nación y su fetichismo simbolizado en una bandera son propios de la burguesía moderna, reutilizando simbolismos de sociedades de clase predecesoras). Es ahora cuando esa afirmación de solidaridad se debe hacer carne. Pero no solamente en la necesaria participación de actividades específicamente solidarias con esta lucha, sino fundamentalmente en la comprensión y en el asumir un antagonismo abierto y radical con la sociedad capitalista y todas sus instituciones, para de una vez por todas poner la vida misma, el respeto por nuestra historia y nuestra diversidad, en el centro de nuestras prioridades. Para crear una verdadera comunidad humana rica, heterogénea y solidaria.

jueves, 23 de julio de 2020

[Video - Desde Brasil] El Fin de La Policia


Antimidia
Brasil, fecha desconocida.

Los levantamientos por la muerte de George Floyd en los Estados Unidos en 2020 despiertaran el debate sobre la abolición de la policía. ¿Pero es posible vivir sin la policía? ¿Para qué fue creada la policía y qué papel juega en el mundo de hoy?

Ver video:

lunes, 20 de julio de 2020

NO AL ESFUERZO DE GUERRA


Anónimo
Fecha y lugar desconocidos.


En nombre de una guerra contra un virus, de una llamada "crisis de salud", el Estado nos pide que abandonemos nuestras luchas, que nos encerremos en casa, que nos comuniquemos solo por medios electrónicos, que no nos juntemos, que no nos reunamos con los seres queridos, ni amigos u otros, que no acompañemos más a los ancianos ni en la vida ni en la muerte, que dejemos que los pacientes hospitalizados mueran solos, lejos de todo, ... que abandonemos a los encarcelados a su suerte, privados de todo apoyo, que dejemos que los migrantes mueran en las fronteras, ... que consideremos al otro como un peligro potencial, un enemigo, ... para romper toda solidaridad, para dar un paso más en la atomización social. ¡Cada uno para sí mismo, cada uno detrás de su mascarilla, cada uno detrás de su miedo! Las limitadas relaciones humanas que aún podíamos realizar son negadas bajo el bombardeo mediático del miedo.

El proyecto capitalista de negación de la vida, donde las mercancías determinan la totalidad social llega a cumbres insospechadas. El internet de las cosas que se iba imponiendo progresivamente irrumpe bruscamente amparado en la paranoia social. Objetos interconectados que se apoderan de cada uno de nuestros gestos, pensamientos, movimientos, reuniones, deseos, acciones... Como en China, donde todo acceso a un comercio, un parque, un edificio, agua, electricidad, transporte público... pasan por el escaneo del Código QR. El rastreo y señalamiento en los desplazamientos cotidianos, reuniones… para saber todo lo que haces, adquiere rango de ley. Cualquier cuestionamiento o tentativa de saltarse esa monitorización social está amenazada de sanción, encierro, tortura, desaparición. El estado se esfuerza más que nunca por hacernos pequeños robots perfectos, por hacer nuestras vidas cárceles al aire libre, por usar anteojeras y caminar en línea recta. ¡Es la libertad democrática en su más alta expresión!

Utilizando el miedo al virus el Estado crea el pánico, nos coloca en un estado de shock, ... y nos hace títeres obedientes. ¡Sin palabras! En todas partes, los Estados, independientemente del discurso del gobierno o político dirigente, han esperado hasta que el miedo estaba lo suficientemente instalado, que el golpeteo de números y amenazas hagan su efecto para atreverse a sacar todas sus medidas de contención. La población tuvo que adherirse. Se le aterrorizó lo suficientemente para que cumpliera con las medidas de confinamiento, lo suficientemente paralizada como para abandonar a sus seres queridos, desconfiar de sus amigos, retroceder cuando se acerca otro ser humano, un vecino ... una máscara y abstenerse de cualquier mala conducta. La cobertura del coronavirus ha servido para hacer que las personas aceptaran la violencia del distanciamiento, de la separación cada vez mayor entre sí. Acercarse, abrazarse, besarse, tocarse... ¡Tantos actos criminales!

Los estados han enviado trabajadores de salud con poco personal y con las manos vacías al "frente" debido a recortes presupuestarios durante décadas, dándonos imágenes de trabajadores de la salud con exceso de trabajo, hospitales saturados, mientras que las ofertas de otros hospitales y laboratorios con estructuras de recepción y / o todo el equipo para probar el impacto de este famoso virus han sido excluidos deliberadamente. Las imágenes de impotencia, de hospitales saturados de enfermos y muertos -imágenes que se preocupan de ocultar en otros momentos como el pico anual de la gripe- se repiten hasta la extenuación para que la gente acepte lo inaceptable, la violencia del distanciamiento, del aislamiento.

Con todo ello los Estados lograron crear un impresionante inmovilismo social que puso fin, temporalmente, a todas las luchas que, propagándose en 2019 (en Sudán, Líbano, Chile, Francia, Irán, Irak), amenazaron con contaminar 2020.

Y, para aquellos que no se someten a la dictadura del Estado de alarma, que se atreven a seguir hablando entre ellos demasiado cerca: ¡condenas morales: "irresponsables" o peores "asesinos"! Condenas físicas: multas, penas de prisión, desapariciones, torturas, campos de reeducación, hospitales psiquiátricos, ... ¡Y lo que es peor, en nombre de la salud, la denuncia elevada al rango de deber cívico! No solo se impone el requisito de someterse, sino también ser agente activo del Estado ejerciendo la represión a cualquier pequeña disidencia. ¡Ser los viles servidores de la guerra de todos contra todos! Es la base social de esta sociedad: dividirnos, ¡para romper toda solidaridad de clase!

Aplaudir al personal médico, incluso con reservas, es aplaudir el esfuerzo de guerra. Exigir una refinanciación del sector médico es ignorar la medicina que nos imponen atenta contra nuestra salud, es hablar de una mejor distribución del presupuesto estatal y ponerse en el lugar de un gestor. Al igual que hablar de incompetencia, que discute la relevancia de tal y cual medida. Y esto obviamente es admitir que sería una crisis de salud. ¡No! ¡No aplaudimos a los trabajadores de salud ni todos aquellos que obedecen el requisito de ser buenos soldados y sacrificar su salud para… ¿Para qué? ¿Para defender la imagen de un estado protector? Apoyemos a aquellos que se atreven a expresar el hecho de que no quieren servir como carne de cañón.

Hoy vamos sabiendo que los moribundos son aún más numerosos en áreas muy contaminadas (contaminación industrial, electrónica, etc.), más numerosos entre los ancianos que ya combinaban varios tratamientos para diversos problemas de salud. También que un buen número de personas mayores se dejan morir de angustia emocional, de no ser capaces de soportar lo insoportable, este doble encierro... Hoy sabemos que cada año, en el pico de la gripe estacional, los hospitales y cuidadores están abrumados y colapsados, abrumados por los recortes y las formas naturales de ayudar a los enfermos a desecharse. Demasiadas posibilidades de una cura relativamente fácil y económica no generan suficientes beneficios para la industria farmacéutica. Y entonces ya no tendríamos miedo, recuperaríamos la confianza en nuestras capacidades de autocuración, en nuestra fuerza de combate. No es rentable ni en términos de obtener ganancias, ni en términos de mantener nuestro sometimiento. Los verdaderos "gestos de barrera", como tomar vitamina C, D3, magnesio, zinc, tomillo, ... y otros remedios no tóxicos, salir, recibir oxígeno, ... son deliberadamente denigrados o prohibidos por el Estado y su medicina que por el contrario nos debilita con un mundo en el que no se puede vivir (contaminación, alimentación tóxica, trabajo, destrucción psíquica…). El Estado se basa en siglos de represión del cuerpo, de destrucción de los conocimientos históricos de curación, de lavado de cerebro, privatización del conocimiento en manos de "expertos", cultura de la ignorancia y sumisión a las autoridades médicas (determinadas, evidentemente, por la dictadura de la ganancia) para hacernos tragar cualquier cosa para luchar contra ese virus, y especialmente para asustarnos hasta el punto de renunciar a toda autonomía de pensamiento y acción.

Todos los aspectos que habrían permitido mantener la calma y comprender rápidamente que el confinamiento no tenía nada que ver con ninguna cuestión de salud se han ocultado deliberadamente. Tuvimos que asustarnos y movilizarnos para una guerra que no es la nuestra, para hacernos adherir al consenso nacional, para que todos se mantengan unidos para salvar ... el Estado y la economía, el Estado y las necesidades de la ganancia.

Lo que está realmente en juego es una crisis económica y social que ha estado amenazando con explotar durante décadas y que el Estado quiere camuflar hoy detrás de la llamada crisis de salud. El coronavirus es el chivo expiatorio para culpabilizar de todos los males a un virus y esconder al verdadero productor de muerte: el capitalismo. Capitalismo que se encamina ya desde hace años a una crisis de dimensiones impredecibles. Los economistas ya no tienen miedo de hacer comparaciones con las crisis más importantes del pasado: largas filas de desempleados, de despidos, de destrucción, de escasez, inflación, ... preparación para la movilización para una nueva fase de guerra entre poderes económicos, condicionamiento para llevarnos a servir como carne para cañón.

No tenemos la más mínima duda de esos motivos y desde luego no nos vamos a tragar que nuestra salud, nuestro cuidado, es un asunto de Estado. El Estado nunca regatea en sacrificios de poblaciones enteras en el altar del dinero y las ganancias. La llamada salud hoy sirve de pretexto para hacernos tragar sus medidas. Recordemos que esta sociedad se basa en la explotación, en guerras para saquear los recursos vitales, masacres, exterminios y esclavitud de todo el planeta. Recordemos las generaciones sacrificadas en las minas y otros campos de trabajo. Recordemos a los muertos en los campos de batalla. Recordemos a los millones de personas que sobreviven y mueren en los campos de refugiados. Recordemos a los las fronteras llenas de migrantes que ningún Estado quiere. Recordemos que cada día más de 10.000 personas mueren de hambre. Recordemos que está es la condena del proletariado en esta sociedad: el proletariado sufrirá durante toda su vida sino destruye el viejo mundo.

Las medidas decretadas sacan a la luz que no se trata de una crisis de salud sino de una profunda crisis del sistema capitalista. Aquellos que vivían en trabajos informales y / o de trabajo negro son privados de todos los ingresos, la hambruna y la desposesión se desarrolla a gran velocidad. Las colas de hambrientos, de desposeídos… siguen aumentando. El "después" que nos prometen toma la forma de escasez, aumentos de precios, desalojos…

El Estado espera contener el imparable desarrollo de luchas con una represión y un control cada vez más estricto: códigos QR generalizados, teléfonos inteligentes, instrumentos privilegiados de rastreo. El 5G no es sólo una herramienta que maximiza la ganancia directa por la velocidad de latencia en las operaciones mercantiles, sino una herramienta perfecta para perfeccionar ese control social.

Entonces, ¿qué queremos? ¿Nos encerramos en circuitos cada vez más controlados? ¿Continuar alimentando al vampiro capitalista? ¿Continuar sirviendo como carne de trabajo o de cañón? ¿Caminar hacia una guerra que solo sirve para perpetuar el capital y destruir cada vez más a la humanidad y la Tierra?

Abajo la sumisión. ¡Vamos a la revuelta!

¡Tomemos el control de nuestras vidas!
¡Ya no seamos manipulados como títeres!

¡Abajo a la pandemia del miedo! ¡No al esfuerzo de guerra!

¡No al distanciamiento social! ¡Abajo las mascarillas!
¡Vamos a juntarnos! ¡Tapémonos el rostro sólo para golpearles de forma anónima!


Luchando contra el estado de alarma en algún lugar del mundo…
...Unos rebeldes por la destrucción de su mundo de muerte

jueves, 16 de julio de 2020

[España] ESTAMOS HARTOS DE VUESTRA MASCARILLA OBLIGATORIA


Anónimo
Primer quiencena de julio de 2020, España

La campaña de terror sanitario que los gobiernos llevan cinco largos meses aplicando contra la gente ha rebasado esta semana un nuevo umbral de brutalidad: en numerosas zonas del país ya es obligatorio llevar la mascarilla siempre, incluso aunque se pueda guardar la distancia de metro y medio.

Justo en el momento en que la enfermedad y el caos organizado por los protocolos y las medidas aplicados para gestionarla están remitiendo (más del 60% de los positivos que se detectan ahora son asintomáticos, y de los propiamente enfermos, muy pocos requieren hospitalización), nos vienen con esta vuelta de tuerca de la mascarilla, así como con la amenaza y la aplicación efectiva de nuevos encierros forzosos de ciudades y comarcas enteras, para lo cual les basta con contar positivos, no enfermos.

El uso obligatorio de mascarilla no tiene justificación médica (¿cómo si no se entiende que cualquier cosa valga como mascarilla?, ¿cómo si no se entiende que a ninguna autoridad le preocupe que todos la usemos de manera incorrecta y que sea perniciosa para la salud?). No: es una medida disciplinaria y propagandística. La mascarilla mantiene viva la amenaza del virus y la idea de que se está haciendo algo para combatirlo. La mascarilla separa, aísla y enfrenta a la gente, alimentando la idea de que que somos peligrosos los unos para los otros, y permite identificar fácilmente al desobediente, de tal manera que los obedientes puedan reconvenirle, intimidarle o insultarle, y los agentes del Orden multarle o agredirle.

Contra una norma tan estúpida y dañina, ahora más que nunca, cabe protestar y cabe desobedecer. O al menos, no obedecer más de lo que manda la propia Ley. Sigue habiendo partes del país donde la mascarilla sólo es obligatoria en los transportes públicos y cuando no se pueda guardar la distancia de metro y medio, lo mismo en sitios cerrados que abiertos. Y en las regiones donde la cosa se ha endurecido, siguen estando exentos de la mascarilla los niños de menos de seis años, quienes hagan deporte al aire libre, personas en supuestos de fuerza mayor o situación de necesidad, quienes tengan algún problema de salud que les impida llevarla y quienes estén haciendo cosas incompatibles con el uso de mascarilla (claro que las principales actividades incompatibles con el uso de mascarilla son ¡hablar y respirar!). También cabe desobedecer obedeciendo: obedeciendo de manera paródica o exagerada, pintándose en la mascarilla lemas como «No me dejan respirar», poniéndose un bozal encima o saliendo a la calle con una escafandra o con un burka… Las ocurrencias de la inteligencia no sometida no tienen fin.

¿CUÁNTO MÁS VAMOS A AGUANTAR?

ESTAMOS HARTOS DE VUESTRA MASCARILLA OBLIGATORIA
ESTAMOS HARTOS DE VUESTRA CAMPAÑA MUNDIAL DE TERROR
ESTAMOS HARTOS DE QUE NOS ENCERRÉIS CADA VEZ QUE OS VENGA EN GANA
ESTAMOS HARTOS DE VUESTROS VIRUS Y DE VUESTRAS AMENAZAS
ESTAMOS HARTOS DE VUESTROS REMEDIOS, QUE SON PEORES QUE LA ENFERMEDAD, CUANDO NO LA PROPIA ENFERMEDAD
ESTAMOS HARTOS DE VUESTRO CAOS ORGANIZADO ESTAMOS HARTOS DE QUE HAGÁIS DE CADA VECINO, DE CADA AMIGO Y DE CADA HERMANO UN POLICÍA
ESTAMOS MUY HARTOS.
ASÍ QUE, DE UNA VEZ POR TODAS...
¡DEJADNOS VIVIR!
¡DEJADNOS RESPIRAR!