Expandiendo la revuelta
01/02/2024, Buenos Aires.
No se trata simplemente de ir en contra, de apelar a retoricas ideológicas o anteponer deseos personales a una lucha colectiva, pero cuando vemos el espectáculo de la revuelta, o mejor dicho, la revuelta convertida en espectáculo, por lo menos nos toca hacer una autocrítica.
El nacionalismo invade cada consigna y cada discurso, pero sobre todo impone su proyección en torno a la lucha contra el DNU y la Ley ómnibus, argumentando una falsa dicotomía, un enemigo imaginario cuando al fin y al cabo todos se sientan en la misma mesa a la espera de “inversiones” y “debaten” en el parlamento la gestión de la explotación. No nos equivoquemos, estamos todxs en la misma, pero hay muchxs, demasiadxs, que buscan hacer de la rabia, de la indignación, de la rebeldía, un espacio de explotación mediático-política. Cuando frente al Congreso hay más cámaras que caras tapadas, cuando las manifestaciones se transforman en un reel para instagram o en palabras ingeniosas para twitter, lo discursivo se impone por sobre las prácticas. Mientras tanto C5N y Grabois advierten que si alguien le tira alguna piedra a la policía es un infiltrado de Bullrich, y TN cumple su función histórica “quienes están ahí no son el pueblo, el pueblo está trabajando” repiten cínicamente, al mismo tiempo los medios “alternativos” reivindican lo “pacifico” de los manifestantes que se dejan pegar para dar una buena imagen, y lo deshonroso de la detención policial a algunas militantes por cantar el himno nacional.
Sabemos que es una frase hecha, pero la realidad no deja de demostrarnos una y otra vez que los dirigentes son quienes están apaciguando la rebeldía, que antes que la negación de la realidad están más interesados en llegar a acuerdos políticos, en acumular militantes y en representar a una masa pasiva que aplauda sus decisiones. Desde el peronismo a la izquierda parlamentaria, desde los medios oficiales a gran parte de los que se dicen alternativos, no queremos ser parte de este show y al mismo tiempo sabemos que somos tantxs otrxs, que más allá incluso de diferencias ideológicas, queremos arrasar con esta realidad, las asambleas nos demuestran constantemente que no necesitamos lideres ni punteros, y las manifestaciones espontáneas, como aquella surgida el reciente 21 de diciembre, evidencian que cuando nos organizamos horizontalmente somos más peligrosxs que cuando nos convertimos en carne de cañon ajena.
La lucha es larga y seguiremos acá, firmes, algunas veces entre la multitud, otras en sus márgenes, lo que podemos decir en este momento, es simplemente que seamos críticxs de nuestra participación en el espectáculo al que nos intentan introducir, y no dejemos tampoco que los reflectores y el asco patriótico apaguen nuestras pasiones.
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