lunes, 18 de noviembre de 2024

El pueblo que avasalla a otro forja sus propias cadenas

Declaración de EMANCIPACIÓN ante la escalada bélica mundial

28/10/2024

La guerra interestatal entre Rusia y Ucrania desatada el 24/2/2022 tras la invasión rusa de territorio ucraniano, así como la masacre del pueblo palestino que lleva a cabo el Estado de Israel tras una incursión del grupo Hamas en territorio israelí el 7/10/2023, acentúan la dinámica hacia una nueva guerra mundial. En efecto, la guerra ruso-ucraniana y la masacre palestina perpetrada por Israel expresan la exacerbación de una larvada guerra comercial entre Estados que —valga la redundancia— viene exacerbándose en los últimos años.

Es alrededor de estos dos conflictos situados en Europa y Asia que la maquinaria —y la economía— de guerra se perfecciona en distintos países del mundo. No obstante, otros conflictos militares y tensiones prebélicas alimentan la dinámica de conflagración global —y expresan disputas por el “reparto económico” del mercado mundial—, desde guerras civiles (Sudán, Yemen) hasta fricciones diplomáticas entre Estados (China con relación a Taiwán, por caso), pasando por situaciones de agazapada lucha interestatal y/o de clases (la querella entre Venezuela y Guyana por el Esequibo, territorio rico en hidrocarburos y minerales; el despliegue de armas y tropas estadounidenses en zonas cercanas a Filipinas e Israel; los gritos aún mudos que se escuchan en la región de los Balcanes, sobre todo en Kosovo y Bosnia-Herzegovina; etcétera).

Mientras tanto, la clase dominante de cada país —que domina en su respectivo Estado— propaga la conciliación de clases por medio del nacionalismo, sea éste de carácter ofensivo (expansionismo territorial) o defensivo (“autodeterminación del pueblo”, “liberación nacional”, “guerra justa”).

Frente a este panorama bélico que de seguir desarrollándose a los proletarios de todo el mundo nos traerá más penurias económicas y mayor control social, desde EMANCIPACIØN oponemos el internacionalismo de la clase obrera a todo nacionalismo, sea éste “palestino”, “ucraniano”, etc. Como lo explicitó Karl Marx en su crítica al programa de Gotha (1875) del Arbeiterpartei alemán:

La clase obrera, para poder luchar, tiene que organizarse como clase en su propio país, ya que éste es el escenario inmediato de su lucha. En este sentido, su lucha de clases es nacional, no por su contenido sino, como dice el Manifiesto Comunista, “por su forma”. Pero “el marco del Estado nacional de hoy”, por ejemplo del imperio alemán, se halla a su vez, económicamente, “dentro del marco” del mercado mundial y, políticamente, “dentro del marco” de un sistema de Estados. Cualquier comerciante sabe que el comercio alemán es, al mismo tiempo, comercio exterior, y la grandeza del señor Bismarck reside precisamente en algún tipo de política internacional. ¿Y a qué reduce su internacionalismo el Partido Obrero Alemán? A la conciencia de que el resultado de sus aspiraciones “será la confraternización internacional de los pueblos”, una frase tomada de la burguesa Liga por la Paz y la Libertad que se quiere hacer pasar como equivalente de la confraternización internacional de las clases obreras en su lucha común contra las clases dominantes y sus gobiernos.

En el sentido de la crítica marxiana recién expuesta, hoy día el conjunto de la clase obrera, a su vez atizada por los sindicatos y las distintas izquierdas del Capital (como la del Arbeiterpartei alemán de 1875) que actúan en los diversos Estados, no sólo no lucha abiertamente contra las clases dominantes y sus gobiernos sino que integra (o simpatiza con) alguno de los bandos burgueses en contienda, ya sea “anti” o “pro” ruso, ucraniano, israelí, palestino, etc.; ya sea “en defensa de la paz”, “en defensa de la democracia”, “contra el totalitarismo”, “contra la barbarie”, etc.

Ante el militarismo creciente, el proletariado debe sacudirse y responder de manera unívoca como la clase universal que es. En cada país debemos oponer la guerra de clases a la guerra interestatal-capitalista que pretende usarnos como carne de cañón. Lejos de la “liberación nacional” y de la “defensa de la democracia”, debemos librar en todos los países una guerra contra el Capital y el Estado para emanciparnos de la esclavitud asalariada y conformar una comuna internacional sin clases sociales. Con este fin, la clase obrera no debe sucumbir ante la campaña bélica de las clases dominantes y sus gobiernos: en el frente de guerra debe liberarse del mando castrense, sea desertando masivamente, sea volteando las armas contra los opresores militares y confraternizando con sus hermanos de clase que del otro lado de la barricada defienden los intereses de la burguesía nacional antagonista; en la retaguardia, saboteando el esfuerzo “patriótico” de guerra por todos los medios posibles.

Conscientes de la debilidad de nuestra fuerza política y convencidos de que la unión hace la fuerza, hacemos un llamado a las organizaciones que acuerden con los siguientes puntos a coordinar acciones y debates contra la guerra:

1. La clase trabajadora, que constituye la inmensa mayoría de la humanidad, es la víctima principal en todo conflicto bélico. Es ella la que con su esfuerzo “patriótico” padece la carestía de vida y el control social que se profundizan durante cualquier guerra interestatal-capitalista.

2. Tanto la “defensa” como la “liberación” nacional significan luchar y morir por los intereses de una facción “nacional” de la clase capitalista en desmedro de otra. En el contexto de una guerra, no significa sino matar a (o ser matado por) otras personas de la clase obrera en favor del poder económico y político de la clase capitalista que la explota y oprime.

3. El nacionalismo y la democracia son utilizados como razones morales por la clase capitalista de cada Estado para inculcar a sus trabajadores la movilización para la guerra, justificando así la militarización de la sociedad civil. El proletariado no debe olvidar que la máquina de guerra se lubrica con su propia sangre, músculo y cerebro, es decir: por medio de la extracción de plusvalía.

4. El modo de producción capitalista se sostiene gracias a las guerras periódicas que tienen por fin la perpetuación de la valorización del valor, de ahí que la confraternización internacional de la clase obrera imposibilitaría las guerras entre naciones si se abolen las relaciones sociales Capital y Estado. Al mismo tiempo, la “paz militar” capitalista significa mantener la “paz social” entre clases sociales antagónicas. De ahí que el pacifismo alimente la maquinaria social de dominación y explotación que no cuestiona. Si se detienen la explotación y dominación, cesan las guerras militar y social del Capital y el Estado.

5. Durante la guerra se impulsan las violaciones de mujeres adultas y niñas, la limpieza étnica y el genocidio; se profundizan la pobreza y la falta de vivienda; abundan los traumas mentales y las mutilaciones corporales; se devasta la naturaleza y proliferan enfermedades. La guerra, expresión extrema de las periódicas crisis capitalistas, acrecienta el horror en el que vivimos cotidianamente en tiempos de “paz”. Se trata de acabar no sólo con la guerra que produce muerte y destrucción sino con la paz de los cementerios. Se trata de enterrar el capitalismo para que nazca el comunismo.

Estos cinco puntos, considerados como plataforma ideológica para la constitución de un comité regional contra la guerra que intervenga en la lucha de clases, serán girados a distintos grupos políticos: oportunamente publicaremos las respuestas obtenidas.


Trabajadores del mundo, ¡uníos!

¡Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases!

¡Abajo las guerras del Capital!

¡Arriba la revolución comunista en todo el mundo!

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