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miércoles, 28 de febrero de 2024

[Israel] El discurso de los derechos humanos ha fracasao en detener el genocidio en Gaza

Un anarquista de Jaffa sobre la necesidad de estrategias anticoloniales para la liberación
2024-02-13, publicación original en CrimthInc.

Tras cuatro meses de asalto a Gaza, el ejército israelí ha obligado a más de un millón de refugiados a refugiarse al borde de la frontera egipcia y ahora los bombardea mientras amenaza con organizar un asalto terrestre contra ellos. En el siguiente texto, Jonathan Pollak, participante desde hace mucho tiempo en Anarquistas contra el Muro y otros esfuerzos de solidaridad anticolonial, explica por qué no debemos esperar que las instituciones internacionales o los movimientos de protesta de la sociedad israelí pongan fin al genocidio de Gaza y hace un llamamiento a la gente corriente para que pase a la acción.

Una versión más corta de este texto fue rechazada por la plataforma liberal israelí Haaretz, un indicio de la disminución del espacio para la disidencia en Palestina y dentro de la sociedad israelí.


El discurso de los derechos humanos no ha logrado detener el genocidio en Gaza

Llevamos ya más de 120 días de un ataque israelí sin precedentes contra Gaza. Sus terribles repercusiones y nuestra incapacidad para ponerle fin deberían obligarnos a reevaluar nuestra perspectiva sobre el poder, nuestra forma de entenderlo y, lo que es más importante, lo que tenemos que hacer para combatirlo.

En medio de la sangre derramada, los interminables días de muerte y destrucción, la insoportable escasez, el hambre, la sed y la desesperación, las incesantes noches de fuego y azufre y fósforo blanco lloviendo indiscriminadamente del cielo, debemos enfrentarnos a la cruda realidad y remodelar nuestras estrategias.

Las víctimas mortales registradas oficialmente -además de las muchas personas palestinas que permanecen sepultadas bajo los escombros y que aún no figuran en el recuento oficial- suponen ya la aniquilación de casi el 1,5% de toda la vida humana en la Franja de Gaza. A medida que Israel intensifica sus ataques contra Rafah, parece que no hay final a la vista. Pronto se habrá extinguido la vida de uno de cada cincuenta habitantes de Gaza.

El ejército israelí está infligiendo un número sin precedentes de sufrimiento y muerte a los 2,3 millones de habitantes de Gaza, superando cualquier cosa jamás presenciada en Palestina -o en cualquier otro lugar- durante el siglo XXI. Sin embargo, estas asombrosas cifras no han penetrado en las gruesas capas de disociación y desconexión que caracterizan a la sociedad israelí y a los aliados occidentales de Israel. En todo caso, la reducción de esta tragedia a estadísticas parece dificultar más que mejorar nuestra comprensión. Presenta un todo que oscurece lo específico: las cifras ocultan la personalidad de los innumerables individuos que han sufrido muertes dolorosas y particulares.

Al mismo tiempo, la insondable magnitud de la masacre de Gaza hace imposible comprenderla a través de las historias de las víctimas individuales. Periodistas, barrenderos, poetas, amas de casa, trabajadores de la construcción, madres, médicos y niños, una multitud demasiado vasta para ser narrada. Nos quedan figuras anónimas sin rostro. Entre ellos hay más de 12.000 niños. Probablemente muchos más.

Por favor, hagan una pausa y digan esto en voz alta, palabra por palabra: más de doce mil niños y niñas. Asesinadas. ¿Hay alguna forma de que podamos asimilarlo y superar el ámbito de las estadísticas para comprender la horrible realidad?

Las frías y contundentes cifras también ocultan cientos de familias aniquiladas, muchas de ellas completamente borradas -a veces tres, incluso cuatro generaciones, borradas de la faz de la tierra.

Estas cifras eclipsan a las más de 67.000 personas que han resultado heridas, miles de las cuales quedarán paralizadas para el resto de sus vidas. El sistema médico de Gaza ha sido destruido casi por completo; se están llevando a cabo amputaciones vitales sin anestesia. El grado de destrucción de las infraestructuras en Gaza supera al de los bombardeos de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial. Casi dos millones de personas -aproximadamente el 85% de la población de la Franja de Gaza- se han visto desplazadas, con sus vidas destrozadas por los bombardeos israelíes mientras se refugian en el sur de la Franja, peligrosamente superpoblada, que el gobierno israelí declaró falsamente “segura”, pero que sigue bombardeando con cientos de bombas de 2000 libras. El hambre en Gaza, creado por la política estatal israelí incluso antes de la guerra, es tan grave que equivale a una hambruna. En su desesperación, la gente ha recurrido a comer forraje, pero ahora incluso eso se está acabando.

Hace aproximadamente un mes, un conocido mío que huyó a Rafah desde la ciudad de Gaza después de que bombardearan su casa allí me dijo que él y su familia ya se habían visto obligados a trasladarse de un refugio temporal a otro seis veces diferentes en sus intentos de escapar de las bombas. Desesperado, me dijo: “No hay comida, ni agua, ni un lugar donde dormir. Estamos constantemente sedientos, hambrientos y mojados. Ya he tenido que sacar a mis hijos de debajo de los escombros dos veces: una en Gaza y otra aquí en Rafah”.

Estos ríos de sangre deben romper los muros de nuestra apatía. Ojalá el tiempo se detuviera lo suficiente para que todos pudiéramos procesar nuestro dolor. Pero no lo hará. Sigue pasando mientras caen más bombas sobre Gaza.

Décadas de injusticia han allanado el camino para esto. Han pasado 75 años desde la Nakba, 75 años de colonialismo israelí, y sus defensores siguen negando los hechos. Incluso después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) afirmara que hay motivos para temer que se esté cometiendo un genocidio en Gaza, Estados Unidos y muchos de los demás aliados occidentales de Israel han guardado silencio.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó la mera disposición del tribunal a debatir el caso de “una vergüenza que no se borrará en generaciones”. Efectivamente, la sentencia es una vergüenza. A pesar de que todo quedó a la vista, el tribunal no ordenó a Israel que cesara el fuego. Es una vergüenza para el propio tribunal y para la idea misma de que el derecho internacional debe proteger las vidas y los derechos de las personas que son aplastadas por la fuerza militar de las naciones.

Se dirá sin duda que el derecho, por naturaleza, es meticuloso y que considera el bosque no como un todo sino como árboles individuales. A eso debemos responder que la realidad, los hechos, el sentido común deben estar por encima de la ley, no por debajo de ella. Israel dedica considerables recursos a un legalismo del campo de batalla, destinado a dar cobertura a sus actos asesinos. Este enfoque consiste en trocear la realidad en finas lonchas de observaciones y acciones independientes aprobadas legalmente. En el bloque X había un objetivo militar, lo que justifica la muerte de más de dos docenas de civiles no implicados; el bloque Y era el hogar de un bombero empleado por Hamás, lo que legitima, según el principio de proporcionalidad, la decisión de aniquilar a tres familias vecinas. Pero esta práctica no puede convertir el agua genocida en vino legítimo. Se trata de una luz de gas legal que desmenuza la realidad para ocultar un patrón de asesinato masivo indiscriminado.

Si la matanza del 1,5% de la población en cuatro meses no es genocidio; si los actos de Israel no se consideran lo suficientemente graves como para que un tribunal ordene el cese inmediato de la matanza, ni siquiera a la luz de la incitación abierta al exterminio de los palestinos por parte de destacados políticos israelíes y miembros de la prensa, por no mencionar al presidente y al primer ministro de Israel; cuando se acepta la falta de castigo por tales incitaciones y tales actos en lugar de calificarlos de genocidio en los términos más sencillos, entonces las palabras que utilizamos para describir la realidad han perdido todo su significado y necesitamos urgentemente un nuevo lenguaje que vaya más allá de los confines de la jerga jurídica.

Dejar el cuchillo del carnicero en la mano del carnicero -dejar a Israel sin trabas ni obstáculos- significa permitir que continúe la matanza en Gaza. Este es el fracaso absoluto y continuo del derecho internacional y de las instituciones encargadas de mantenerlo.

Este fracaso traspasa la responsabilidad de forzar el fin de la catástrofe en curso, para que recaiga sobre los hombros de la sociedad civil. Esto debería obligarnos a superar los vacíos paradigmas liberales de los derechos humanos, que han sustituido a la liberación como discurso dominante en la política de izquierdas.

El camino a seguir

El discurso de los derechos humanos que ha secuestrado a la izquierda política en las últimas décadas nos ha alejado de un marco de liberación y acción eficaz. Ahora está claro que debemos desviarnos del pensamiento liberal para restablecer estrategias que desarmen y deconstruyan el poder. La complicidad moral con los crímenes de Israel que representa la negativa de la CIJ a ordenar un alto el fuego inmediato nos obliga a ello. Ofrece un argumento convincente de que todos debemos romper con el actual sistema fracasado.

Por otra parte, la realidad no esperará a que resolvamos las cosas. No podemos simplemente tomarnos nuestro tiempo y esperar a pasar a la acción hasta que hayamos desarrollado y popularizado nuevas narrativas y marcos conceptuales. Tenemos que utilizar todos los medios a nuestro alcance para actuar ahora mismo.

¿Nos ofrece la CIJ alguna herramienta que podamos utilizar? la CIJ está considerada la más alta instancia del derecho internacional. Aunque no dispone de mecanismos de aplicación independientes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sus sentencias y jurisprudencia se consideran la base de la jurisprudencia del derecho internacional, y a menudo se incorporan a las sentencias de los tribunales nacionales sobre estos asuntos. A pesar de haber ordenado muy pocas medidas contra Israel o el genocidio en curso que se está llevando a cabo, el tribunal sí determinó que hay motivos considerables para creer que se está produciendo un genocidio.

Dado que el tribunal no adoptó ninguna medida real contra Israel, debería ser evidente que la responsabilidad de actuar recae sobre nosotras y nuestros movimientos. Afortunadamente, la sentencia también podría darnos algunas herramientas para utilizar aquí y ahora mientras desarrollamos nuevos marcos de liberación. Un ejemplo de ello es una reciente demanda ante un tribunal federal de California que pretendía ordenar a la administración estadounidense que pusiera fin al apoyo militar a Israel. El caso fue desestimado alegando que la política exterior estadounidense está fuera de la jurisdicción del tribunal, pero éste determinó que es plausible que Israel esté cometiendo genocidio en Gaza basándose en la sentencia de la CIJ.

El argumento jurídico de que los gobiernos deben abstenerse de complicidad en el genocidio no carece de fundamento en la legislación estadounidense, así como en muchos otros países. Un tribunal holandés ha ordenado recientemente al gobierno de los Países Bajos que detenga la entrega de piezas para los aviones de combate F-35 que Israel está utilizando para bombardear la Franja de Gaza. Ahora podría ser plausible obligar a más gobiernos a imponer embargos de armas, sanciones u otras medidas a través de los tribunales nacionales.

Sin embargo, tales estrategias nos siguen reduciendo a confiar en supuestos expertos; no nos ayudarán a construir movimientos. El genocidio no se detendrá desde dentro de la sociedad israelí. La presión para hacerlo debe venir de fuera. Ha llegado el momento de la acción directa y de los esfuerzos de abajo arriba, como los boicots impulsados por las comunidades a los productos israelíes, a los vendedores que comercian con ellos, a las exportaciones culturales y propagandísticas israelíes y a cualquier otra cosa que alimente el movimiento mundial de boicot, desinversión y sanciones. El bloqueo del puerto de Tacoma o las acciones de los trabajadores portuarios de todo el mundo que se niegan a cargar barcos y mercancías israelíes y a transportar armas a Israel son ejemplos de cómo podríamos avanzar, construyendo hacia un movimiento de base proactivo.

Debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para detener el genocidio que se está produciendo ahora, pero es importante que abordemos el hecho de hacerlo como un paso hacia la promoción de la liberación palestina y el desmantelamiento del colonialismo de los colonos israelíes. La descripción del pueblo palestino como poco más que víctimas a merced de la represión israelí es a veces bien intencionada, pero borra su personalidad y su capacidad de acción. Mientras nos esforzamos por poner fin a la maquinaria bélica de Israel, debemos articular que esto forma parte de la lucha para acabar con el colonialismo israelí, y centrar a los y las palestinas como protagonistas de esa historia.

Las raíces del problema

Desde antes de la creación del Estado israelí, Israel ha sido una sociedad racista y colonialista, basada en la idea de que los israelíes son fundamentalmente superiores a los palestinos. Esta es la corriente principal del pensamiento político israelí, tanto en su ala derecha como en la llamada izquierda. Este es el pensamiento que motivó la desposesión masiva de familias palestinas que precedió a la formación del Estado, la limpieza étnica de la Nakba en 1948, y diversas formas de apartheid y gobierno militar desde entonces. De hecho, sólo ha habido un año en la historia de Israel -1966- en el que no impusiera un régimen de dictadura militar sobre al menos parte de su población palestina.

Desde mucho antes del actual asalto a Gaza, la realidad cotidiana de la existencia palestina bajo el dominio israelí ha sido un terror continuo y permanente en medio de la violencia y la incertidumbre. Ser palestino significa pasar por un puesto de control sin saber si te sacarán y te detendrán; significa la violencia de las turbas de colonos; significa que te metan en la cárcel bajo detención administrativa, sin saber para qué ni durante cuánto tiempo; significa una redada militar en mitad de la noche. Son todas estas cosas y otras peores, día tras día, a lo largo de toda una vida, a lo largo de generaciones. Una de las muchas cosas que ocurrieron el 7 de octubre fue que, durante un breve periodo de tiempo, también los israelíes, como sociedad, experimentaron ese tipo de terror existencial, esa inquietante incertidumbre y falta de seguridad.

Los sucesos del 7 de octubre han tenido tal impacto en la sociedad israelí que, incluso hoy, la mayoría de la ciudadanía israelí sigue centrándose en sí misma como principal víctima de la narración. Uno de los efectos de esto es la obsesión israelí por contextualizar el genocidio de Gaza en relación con la violencia del 7 de octubre. Una queja común sobre la decisión de la CIJ entre los israelíes es que el tribunal no mencionó el 7 de octubre en su decisión (de hecho, sí lo mencionó). Al mismo tiempo, esta exigencia de contexto pretende suprimir el contexto más amplio. Muchas personas, incluso de la llamada izquierda, expresan su indignación cuando la situación actual se pone en el contexto de la Nakba, la ocupación de 1967 o el asedio en curso. Según esta lógica al revés, proporcionar ese contexto se percibe como un genocidio contra los israelíes.

El racismo israelí era frecuente antes, pero desde el 7 de octubre, el discurso genocida no disimulado y los llamamientos abiertos al genocidio real se han convertido en la norma. Dentro de la sociedad israelí no existe ningún movimiento realmente significativo contra el genocidio. Los movimientos de protesta que existen tienen un tamaño y una influencia insignificantes, o se dedican principalmente a exigir un acuerdo de intercambio de rehenes, o se centran en cuestiones internas israelíes, reminiscencias del movimiento pro-judicial de antes del 7 de octubre.

Los minúsculos islotes aislados de resistencia al asalto a Gaza y a los aspectos más generales del dominio israelí son tan pequeños que deben entenderse como un error de redondeo, no como una fuerza real. La idea de que existe un movimiento contra el colonialismo y por la liberación palestina dentro de la sociedad israelí es una ilusión. Para desempeñar un papel a la hora de labrar un camino hacia un futuro de verdadera libertad, quienes proceden de esta sociedad de colonos tendrán que rechazar de raíz el colonialismo israelí. Debemos tener en cuenta que, por mucho que queramos ser parte de la solución, también seguiremos siendo inherentemente parte del problema.

Al abordar el futuro posterior al genocidio, debemos preguntarnos cómo sobrevivirán las ideas igualitarias en una realidad asolada por la guerra, la muerte y la destrucción. No está claro cómo podemos prever y crear un futuro que pueda trascender el trauma del pasado reciente, sobre todo teniendo en cuenta que, aunque la ruina y la violencia podrían disminuir una vez que haya cesado el asalto, la represión israelí continuará.

Todavía no hay nada claro sobre el futuro posterior al genocidio, incluidos los giros que tomará el movimiento palestino de liberación. Eso sólo lo puede decidir los y las palestinas. Lo que es obvio -y debería haber estado claro mucho antes- es que quienes se oponen al colonialismo no deben regodearse en los privilegios que éste otorga. Los detalles exactos del camino hacia la liberación son inciertos, pero es innegable que quienes quieran contribuir a allanarlo sólo pueden desempeñar un papel en ello dentro del movimiento palestino. La responsabilidad de encontrar formas de hacerlo, de transgredir los límites de la identidad nacional forzada que existen precisamente para impedirlo, recae en quienes desean apoyar al pueblo palestino y romper los confines del colonialismo.

lunes, 26 de febrero de 2024

[EE.UU.] Sobre la acción de Aaron Bushnell en solidaridad con Gaza

Aaron Bushnell, era soldado estadounidense de 25 años que se prendió fuego frente a la embajada de Israel en Washington DC, murió en el hospital. Grito “Palestina libre” mientras se prende fuego.

Traducción automática de un artículo publicado en CrimethInc.:  “This Is What Our Ruling Class Has Decided Will Be Normal” On Aaron Bushnell’s Action in Solidarity with Gaza

“Esto es lo que nuestra clase gobernante ha decidido que será normal”
Sobre la acción de Aaron Bushnell en solidaridad con Gaza

El domingo 25 de febrero recibimos un correo electrónico de una persona que firmó Aarón Bushnell.

Lee,

Hoy planeo participar en un acto extremo de protesta contra el genocidio del pueblo palestino. Los enlaces a continuación deberían llevarlo a una transmisión en vivo y a imágenes grabadas del evento, que serán muy inquietantes. Le pido que se asegure de que las imágenes se conserven y se informen sobre ellas.

Consultamos la cuenta de Twitch. El nombre de usuario mostrado era “LillyAnarKitty” y el ícono de usuario era un círculo A, el significado universal del anarquismo: el movimiento contra todas las formas de dominación y opresión.

En el vídeo, Aaron comienza presentándose. “Mi nombre es Aaron Bushnell. Soy miembro en servicio activo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y ya no seré cómplice del genocidio. Estoy a punto de participar en un acto de protesta extremo, pero en comparación con lo que la gente ha estado experimentando en Palestina a manos de sus colonizadores, no es nada extremo. Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que será normal”.

El vídeo muestra a Aaron continuando filmando mientras camina hacia la puerta de la embajada de Israel en Washington, DC, cuelga el teléfono, se moja en un líquido inflamable y se prende fuego, gritando “Palestina libre” varias veces. Después de que se desploma, los agentes de policía que habían estado observando cómo se desarrollaba la situación entran corriendo en el marco: uno con un extintor de incendios, otro con una pistola. El oficial continúa apuntando con el arma a Aaron durante más de treinta segundos mientras Aaron yace en el suelo, ardiendo.

Posteriormente, la policía anunció que habían llamado a su Unidad de Eliminación de Artefactos Explosivos.

Desde entonces hemos confirmado la identidad de Aaron Bushnell. Sirvió en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante casi cuatro años. Uno de sus seres queridos nos describió a Aaron como “una fuerza de alegría en nuestra comunidad”. Una publicación en línea lo describió como “una persona increíblemente gentil, amable y compasiva que dedica cada minuto y cada centavo que tiene a ayudar a los demás. Es tonto, hace reír a cualquiera y no haría daño a una mosca. Es un anarquista de principios que vive sus valores en todo lo que hace”.

Los amigos de Aaron nos dicen que ha fallecido como consecuencia de sus heridas.

Toda la tarde, mientras otros periodistas daban la noticia, discutíamos cómo debíamos hablar de esto. Algunos temas son demasiado complejos para abordarlos en una publicación apresurada en las redes sociales.

La magnitud de la tragedia que está teniendo lugar en Gaza es desgarradora. Supera todo lo que podemos entender desde el punto de vista de Estados Unidos. Más de 30.000 palestinos han sido asesinados, entre ellos más de 12.000 niños. Más de la mitad de todos los edificios habitables de toda Gaza han sido destruidos, junto con la mayoría de los hospitales. La gran mayoría de la población vive como refugiada con poco acceso a agua, alimentos o refugio.

El ejército israelí está planeando ahora una invasión terrestre de Rafah que añadirá un número incalculable de víctimas a este número. No es una exageración decir que estamos siendo testigos de la comisión deliberada de genocidio. Todas las pruebas disponibles indican que el ejército israelí seguirá matando a miles de palestinos hasta que se vean obligados a detenerse. Y cuanto más se prolongue este derramamiento de sangre, más personas morirán en el futuro, mientras otros gobiernos y grupos imitan el precedente sentado por el gobierno israelí.

El gobierno de Estados Unidos tiene la misma responsabilidad en esta tragedia, ya que armó y financió a Israel y le proporcionó impunidad en la esfera de las relaciones internacionales. Dentro de Israel, las autoridades han reprimido efectivamente los movimientos de protesta en solidaridad con Gaza. Si las protestas van a ejercer influencia para detener el genocidio, corresponde al pueblo de Estados Unidos descubrir cómo lograrlo.

¿Pero qué hará falta? Miles de personas en todo el país han participado en valientes actos de protesta sin lograr aún detener el ataque de Israel.

Aaron Bushnell fue uno de los que simpatizó con los palestinos que sufren y mueren en Gaza, uno de los que está atormentado por la pregunta de cuáles son nuestras responsabilidades cuando nos enfrentamos a una tragedia así. En este sentido, fue ejemplar. Honramos su deseo de no permanecer pasivos ante la atrocidad.

La muerte de una persona en Estados Unidos no debería considerarse más trágica –ni más digna de noticia– que la muerte de un solo palestino. Aún así, hay más que decir sobre su decisión.


Aaron fue la segunda persona que se autoinmoló en una institución diplomática israelí en Estados Unidos. Otro manifestante hizo lo mismo en el consulado de Israel en Atlanta el 1 de diciembre de 2023. No nos resulta fácil saber hablar de sus muertes.

Algunos periodistas se ven a sí mismos involucrados en la actividad neutral de difundir información como un fin en sí mismo, como si el proceso de seleccionar qué difundir y cómo enmarcarlo pudiera alguna vez ser neutral. Por nuestra parte, cuando hablamos, suponemos que estamos hablando con personas de acción, personas como nosotros que son conscientes de su agencia y están en el proceso de decidir qué hacer, personas que pueden estar luchando contra el dolor y la desesperación.

Los seres humanos se influyen unos a otros tanto a través de argumentos racionales como a través de la contagiosidad de la acción. Como dijo Peter Kropotkin : "El coraje, la devoción y el espíritu de sacrificio son tan contagiosos como la cobardía, la sumisión y el pánico".

Así como tenemos la responsabilidad de no mostrar cobardía, también tenemos la responsabilidad de no promover el sacrificio de manera casual. No debemos hablar descuidadamente de asumir riesgos, ni siquiera de riesgos que hayamos asumido nosotros mismos. Una cosa es exponerse al riesgo; otra cosa es invitar a otros a correr riesgos sin saber cuáles pueden ser las consecuencias para ellos.

Y aquí no hablamos de un riesgo, sino de la peor de todas las certezas.

No enaltezcamos la decisión de acabar con la vida, ni celebremos nada que tenga repercusiones tan permanentes. En lugar de exaltar a Aarón como mártir y animar a otros a emularlo, honramos su memoria, pero os exhortamos a tomar un camino diferente.


"Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que será normal".

Estas palabras de Aarón nos persiguen.

El esta en lo correcto. Estamos entrando rápidamente en una era en la que la vida humana se considera inútil. Esto es obvio en Gaza, pero también podemos verlo en otras partes del mundo. Con las guerras proliferando en Medio Oriente y el norte de África, nos encontramos en el umbral de una nueva era de genocidios. Incluso dentro de Estados Unidos, los incidentes con víctimas masivas se han vuelto rutinarios, mientras que un segmento entero de la clase baja está condenado a la adicción , la falta de vivienda y la muerte.

Como táctica, la autoinmolación expresa una lógica similar a la premisa de la huelga de hambre. El manifestante se trata a sí mismo como un rehén e intenta utilizar su voluntad de morir para presionar a las autoridades. Esta estrategia supone que las autoridades están preocupadas en primer lugar por el bienestar del manifestante. Hoy, sin embargo, como escribimos sobre la huelga de hambre de Alfredo Cospito ,

Nadie debería hacerse ilusiones sobre cómo ven los gobiernos la santidad de la vida en la era de la COVID-19, cuando el gobierno de Estados Unidos puede tolerar la muerte de un millón de personas sin sonrojarse mientras el gobierno ruso emplea explícitamente a convictos como carne de cañón. Los políticos fascistas recién elegidos que gobiernan Italia no tienen escrúpulos en condenar a muerte a poblaciones enteras, y mucho menos en permitir que muera un solo anarquista.

En este caso, Aaron no era un anarquista encarcelado, sino un miembro en servicio activo del ejército estadounidense. Su perfil de linkedin especifica que se graduó de la formación básica “de primer nivel y de primera clase”. ¿Hará esto alguna diferencia para el gobierno de Estados Unidos?

Al menos, la acción de Aaron muestra que el genocidio no puede tener lugar en el extranjero sin daños colaterales en este lado del océano. Desafortunadamente, las autoridades nunca se han sentido especialmente conmovidas por las muertes de personal militar estadounidense. Innumerables veteranos estadounidenses han luchado contra la adicción y la falta de vivienda desde que regresaron de Irak y Afganistán . Los veteranos se suicidan a un ritmo mucho mayor que el resto de adultos. El ejército estadounidense sigue utilizando armas que exponen a las tropas estadounidenses a lesiones cerebrales permanentes .

A los miembros del ejército se les enseña a comprender su voluntad de morir como el principal recurso que tienen para poner al servicio de las cosas en las que creen. En muchos casos, esta forma de pensar se transmite de generación en generación. Al mismo tiempo, la clase dominante toma con calma la muerte de soldados. Esto es lo que han decidido que será normal.

No es la voluntad de morir lo que influirá en nuestros gobernantes. Realmente temen nuestras vidas, no nuestras muertes; temen nuestra voluntad de actuar colectivamente según una lógica diferente, interrumpiendo activamente su orden.

Muchas cosas que valen la pena hacer implican riesgos, pero elegir poner fin intencionalmente a tu vida significa excluir años o décadas de posibilidades, negándonos al resto de nosotros un futuro contigo. Si tal decisión alguna vez es apropiada, será sólo cuando se hayan agotado todos los demás cursos de acción posibles.

La incertidumbre es una de las cosas más difíciles de soportar para el ser humano. Existe una tendencia a tratar de resolverlo lo más rápido posible, incluso imponiendo de antemano el peor de los casos, incluso si eso significa elegir la muerte. Hay una especie de alivio al saber cómo resultarán las cosas. Con demasiada frecuencia, la desesperación y el autosacrificio se mezclan y confunden, ofreciendo un escape demasiado simple de tragedias que parecen irresolubles.

Si tienes el corazón destrozado por los horrores en Gaza y estás dispuesto a soportar consecuencias significativas para intentar detenerlos, te instamos a que hagas todo lo que esté a tu alcance para encontrar camaradas y hacer planes colectivamente. Sentar las bases para una vida plena de resistencia al colonialismo y a todas las formas de opresión. Prepárese para correr riesgos según lo exija su conciencia, pero no se apresure hacia la autodestrucción. Te necesitamos desesperadamente vivo, a nuestro lado, para todo lo que está por venir.

Como escribimos en 2011 en referencia a la autoinmolación de Mohamed Bouazizi ,

Nada es más aterrador que apartarse de lo que sabemos. Puede que se necesite más coraje para hacer esto sin suicidarse que para prenderse fuego. Ese coraje es más fácil de encontrar en compañía; Hay tantas cosas que podemos hacer juntos que no podemos hacer como individuos. Si hubiera podido participar en un movimiento social poderoso, quizás Bouazizi nunca se habría suicidado; pero, paradójicamente, para que tal cosa sea posible, cada uno de nosotros tiene que dar un paso análogo al que dio hacia el vacío.

Admitamos que el tipo de actividad de protesta que ha tenido lugar hasta ahora en Estados Unidos no ha servido para obligar al gobierno estadounidense a obligar a detener el genocidio en Gaza. Es una pregunta abierta qué podría lograr eso. La acción de Aarón nos desafía a responder esta pregunta, y a responderla de manera diferente a como lo hizo él.

Lamentamos su fallecimiento.


Si usted o sus familiares actualmente sirven en el ejército de los EE. UU., comuníquese con la línea directa de derechos de los militares al 1-877-447-4487.

 

 

lunes, 3 de octubre de 2022

Rusia: movilización y resistencia

¿Puede el movimiento antiguerra ruso estar a la altura del desafío?

Traducción e introducción: materialesxlaemancipacion.espivblogs.net

Extraído de:
avtonom.org 26/09/2022
es.crimethinc.com/2022/09/26/russia-mobilization-and-resistance-can-the-russian-anti-war-movement-rise-to-the-challenge 

Publicamos a continuación un posicionamiento  realizado por anarquistas de Rusia con respecto a la agitación y desobediencia contra la reciente movilización masiva de tropas de milicos y reclutamiento forzado de civiles por parte del Estado capitalista ruso. Una vez más el fantasma del derrotismo revolucionario se manifiesta en las calles de distintas ciudades rusas a través de acciones directas, deserciones y sabotajes realizadas por el proletariado a manera de insumisión, y como contundentes respuestas a la agudización de este conflicto bélico que una vez más arrastro a nuestra clase al matadero imperialista. Más allá de ciertas discrepancias terminológicas expuestas en el texto (“ciudadanos” o  “por una sociedad más participativa e igualitaria”) se resalta cualitativamente el rechazo contundente de una guerra entre todas las distintas facciones del Capital, oponiéndose a todas por igual; y que además, exhorta a una movilización internacional e internacionalista para frenar esta barbarie, dando a entender que desde hace mucho esto dejo de ser un conflicto local y que por el contrario se enmarca en la actual crisis del Capital.

El 21 de septiembre, tras la contraofensiva ucraniana de principios de septiembre, Vladimir Putin anunció una «movilización parcial» de la población rusa para apoyar la invasión rusa de Ucrania iniciada en febrero de este año. El artículo de Crimethinc, escrito en colaboración con anarquistas rusos y que incorpora material traducido de nuestro sitio web avtonom.org, examina la respuesta del movimiento antiguerra en Rusia y el potencial de disturbios en la sociedad rusa en general.

A finales de marzo de 2022, escribimos que la primera fase del movimiento antiguerra ruso había llegado a su límite, reprimido en gran parte por la fuerza bruta. Suponíamos que la siguiente fase no comenzaría hasta que las sanciones económicas y la pérdida de seres queridos en la guerra hubieran hecho mella en la población. Sin embargo, en contra de lo que se esperaba, la economía rusa no se ha hundido -gracias en parte a la fidelidad de los capitalistas occidentales al petróleo ruso- y Putin ha conseguido minimizar el descontento en Moscú y San Petersburgo recurriendo a soldados procedentes principalmente de pequeñas ciudades.

Otro acontecimiento que puede presionar a la sociedad rusa es la movilización de aquellos que han sido reclutados, y en Rusia todos los hombres mayores de 18 años están sujetos a la conscripción. Después de que las bajas de guerra rusas alcanzaran las cinco cifras, Putin eligió finalmente este camino. Ya estamos viendo cómo se recluta a la gente a la fuerza en las fuerzas armadas rusas. ¿Significa esto que la guerra se prolongará indefinidamente? ¿O comenzará un nuevo periodo de inestabilidad política en Rusia?

En nuestra opinión, el movimiento antibélico militante en Rusia sigue siendo la única esperanza de paz en toda la región postsoviética. Como escribimos en marzo:

«La única manera de evitar esta guerra -y probablemente también la única manera de detenerla ahora sin que se produzcan enormes bajas en ambos bandos- es que estalle un poderoso movimiento internacional contra la guerra en Rusia que haga tambalearse al gobierno de Putin, seguido de algo similar en Ucrania y en otras partes del mundo. Si la guerra se prolonga indefinidamente o se termina de alguna manera por la fuerza bruta del militarismo nacionalista, dejará a la gente de todos los lados del conflicto atrapada en una trampa nacionalista y militarista durante décadas.

Pero si la guerra en Ucrania termina mediante la rebelión y la solidaridad de la gente común, podría sentar un precedente para nuevos levantamientos, insurrecciones y solidaridad que podrían extenderse desde Rusia a Ucrania, Europa Occidental y Estados Unidos.»

El problema es que durante la última década y media Putin ha reprimido sistemáticamente todos los movimientos en Rusia, así como en los países vecinos. Un sinnúmero de rusos, que de otro modo podrían formar la columna vertebral del movimiento antiguerra ruso, ya están en prisión o se han visto obligados a emigrar. Sobre esto, los anarquistas de Irkutsk escribieron en su canal de Telegram el día después de que se anunciara la "movilización parcial":

«El verano fue un periodo de recesión. Nadie protestaba, o si lo hacían, era de forma individual y era más bien un activismo cotidiano.

Ayer la situación volvió a cambiar. Y como alguien escribió a finales de febrero: Enhorabuena, tenemos una situación revolucionaria, pero me apresuro a decir que no tenemos ninguna fuerza revolucionaria en el país».

¿Cómo se crea un movimiento revolucionario en medio de la más brutal represión? Esta es más o menos la misma cuestión por la que la gente ha estado luchando en Irán durante la última década, aunque con más imprevisibilidad.

El anuncio de una "movilización parcial" desencadenó una nueva ola de emigración. Han aparecido largas colas en las fronteras, por ejemplo en la frontera con Mongolia. Irónicamente, si Rusia consigue proteger sus fronteras de los desertores para que la movilización sea más eficaz, también puede cerrar la válvula de presión que hasta ahora ha garantizado la sostenibilidad de la autocracia rusa.

Inmediatamente después de que Putin anunciara una "movilización parcial", los manifestantes salieron a las calles de todo el país. Como en febrero y marzo, las feministas ayudaron a organizar muchas de estas concentraciones. Las protestas del 21 de septiembre y de este pasado fin de semana no fueron tan grandes como las manifestaciones en el momento álgido de la primera ola de protestas. Pero si se tiene en cuenta que las penas han aumentado tanto que ahora se pueden pasar años en la cárcel por sostener una pancarta, es impresionante que hayan tenido lugar. (Como amantes de la poesía de Vladimir Mayakovsky, queremos enviar nuestro más cordial saludo a los manifestantes que fueron detenidos por intentar leer poesía antibélica en su monumento de la Plaza del Triunfo).

La policía, como es habitual, respondió a la protesta con fuerza bruta. Además, la propia movilización militar se ha utilizado de forma punitiva: a muchos de los detenidos se les entregaron avisos de movilización en las comisarías. Por supuesto, esta práctica contribuirá a la inquietante impresión de que la movilización es una táctica de distracción por parte del gobierno de Putin contra ciertos segmentos de la población, en lugar de un objetivo patriótico, y también podría conducir a una movilización menos fiable de las tropas en el frente.

Las protestas más interesantes han tenido lugar en pequeñas ciudades de la periferia de Rusia, donde los manifestantes han empezado a intentar defenderse. En el pueblo de Endirey, en Daguestán, por ejemplo, la policía se vio obligada a disparar por encima de las cabezas de los manifestantes para recuperar el control de la situación. En Makhachkala, la capital de Daguestán, los manifestantes intentaron bloquear la carretera y se enfrentaron a las fuerzas de seguridad. Si la red de control de Rusia comienza a desgarrarse, lo hará en los bordes, no en el centro del régimen.

Como la protesta ordinaria es tan costosa, la principal forma de protesta que ha cobrado impulso en los últimos siete meses han sido las acciones clandestinas, como la quema de centros de reclutamiento militar y el sabotaje de ferrocarriles. Antes del anuncio de la "movilización parcial", se habían producido al menos 37 ataques incendiarios contra comités militares y edificios administrativos desde la invasión de Ucrania; en la mañana del 25 de septiembre, tras el anuncio de movilización de Putin, se habían registrado al menos 17 ataques más. En el momento de finalizar este texto se ha producido otro, con lo que el número de ataques asciende a 55 (a fecha de 26.09.2022).

Algunos de estos ataques bien podrían ser obra de anarquistas organizados, como los asociados a la clandestina Organización Militante Anarco-Comunista, que comenzó a recibir mucha publicidad después de que los entrevistáramos el mes pasado. Algunos de los otros ataques son simplemente actos de desesperación. En las últimas 24 horas, un hombre que protestaba contra la movilización se prendió fuego en una estación de autobuses de Ryazan. Otro disparó y mató a un comisario militar en la ciudad de Ust-Ilimsk, en la región de Irkutsk. Al parecer, cuando el comisario militar estaba informando a los reclutas, el asaltante dijo: «¡Nadie va a ninguna parte!» y le disparó. Al igual que en Kazajstán, el hecho de que sea tan difícil protestar abiertamente significa que la línea entre salir a la calle con una pancarta dibujada a mano y salir solo con una lata de gasolina o un arma de fuego casera es más delgada que en Europa Occidental y Estados Unidos.

Aunque por fin se puede asumir que, acorralado, Putin puede perder pronto el poder, esto no garantiza en absoluto que lo que venga después sea mejor. El nacionalismo frustrado es un caldo de cultivo clásico para el fascismo, y muchos de los que se han atrevido a criticar la política exterior de Putin son halcones de la guerra que han exigido una política más agresiva hacia Ucrania y sus aliados. Putin ha cultivado movimientos nacionalistas y fascistas leales mientras reprimía movimientos y subculturas autónomas y antiautoritarias, y el legado de la Unión Soviética ha desacreditado las ideas izquierdistas y comunistas en la mente de millones de rusos.

Ahora es crucial canalizar los recursos y el apoyo a los anarquistas rusos y a los manifestantes contra la guerra para que tengan los medios a su disposición para defender su causa ante otros rusos, no sólo para poner fin a la guerra en Ucrania, sino también para un nuevo modelo de sociedad que sustituya al régimen de Putin, uno más participativo e igualitario. El capitalismo desenfrenado y la anarquía que se produjeron tras el colapso de la Unión Soviética en 1991 fueron un desastre de enormes proporciones; por ello, es comprensible que muchos rusos tengan miedo al cambio, y corresponde al movimiento anarquista demostrar que el cambio social puede conducir a resultados diferentes.

Como argumentamos en el artículo Levantamiento en Kazajistán: «El verdadero cambio social en la esfera de influencia rusa, como en Occidente, requerirá una larga lucha. El derrocamiento de los gobiernos es necesario pero no suficiente: para protegerse de futuras imposiciones políticas y económicas, los ciudadanos tendrán que desarrollar un poder colectivo sobre una base horizontal y descentralizada. Esto no es el trabajo de un día o de un año, sino de una generación».

Llevamos mucho tiempo insistiendo en que la situación de Rusia merece nuestra atención no porque represente un caso atroz y excepcional de opresión estatal, sino porque es una variación de la misma situación a la que nos enfrentamos todos en todo el mundo. La autocracia totalitaria no ha perdido su posición como modelo de poder estatal en el siglo XXI. Está ganando terreno en Europa -como demuestra la victoria de la extrema derecha en las elecciones italianas de esta semana-, así como en Estados Unidos.

A medida que se intensifican los conflictos por los recursos, exacerbados por la crisis medioambiental, es probable que veamos más guerras como la de Ucrania. De hecho, ya está ocurriendo en otros países de la antigua Unión Soviética, como las acaloradas disputas entre Tayikistán y Kirguistán, Azerbaiyán y Armenia. Los que luchan contra el autoritarismo y el militarismo en Rusia hoy en día están luchando lo mismo que deberíamos estar luchando en todo el mundo y deberíamos aprender de ellos y apoyarlos.

sábado, 4 de junio de 2022

Sus armas no te protegerán, pero pueden hacer que te maten. Por qué ni la vigilancia policial ni el control de armas bastarán para detener los tiroteos

CrimethInc. / It’s Going Down
EE.UU.,  27/05/2022


Ni los llamamientos de los republicanos para que se aumenten las armas y la vigilancia policial, ni las exigencias de los demócratas para que se controlen más las armas, pueden poner fin a la epidemia de tiroteos masivos en Estados Unidos. El problema es más profundo de lo que cualquiera de estos enfoques puede abordar.

Una semana y media después de que un supremacista blanco de 18 años asesinara a diez personas de raza negra en un tiroteo masivo en un supermercado de Buffalo, otro joven de 18 años mató a diecinueve niños y dos profesores en una escuela de Uvalde, Texas, a la que asisten predominantemente estudiantes de clase trabajadora y latinos. El marido de una de esas profesoras murió posteriormente de un ataque al corazón provocado por el dolor.

La ciudad de Uvalde presupuesta casi medio millón de dólares para los servicios de seguridad y vigilancia de las escuelas, a los que se suman 69.000 dólares del gobierno del estado de Texas para detectores de metales, barreras, sistemas de seguridad, «sistemas de alarma contra tiradores activos en todo el campus», etc. A pesar de recibir casi el 40% del presupuesto de la ciudad y medio millón de dólares adicionales de dinero de subvención estatal, la policía de Uvalde arrastró los pies durante un tiempo inusualmente largo durante la masacre mientras los padres les rogaban que hicieran algo.

Como los anarquistas han documentado, la militarización de la policía no ha hecho nada para proteger a la gente de los tiroteos masivos. En 2020, las armas de fuego se convirtieron en la principal causa de muerte de niños en Estados Unidos. Los asesinatos policiales ya estaban entre las principales causas de muerte de los jóvenes.

Crear una sociedad basada en la coacción y el control no nos protege. Todo el dinero que los gobiernos municipales, estatales y federales han canalizado hacia los departamentos de policía los ha convertido en una fuerza más poderosa en nuestra sociedad, pero esto no nos ha hecho más seguros. No utilizan esas armas para impedir que la gente nos haga daño, sino para protegerse, perseguir sus propios intereses y dominarnos.

Según los tribunales, los policías no tienen el deber de proteger a los estudiantes de ser asesinados en primer lugar. La policía no está para eso. La función de la policía no es proteger, sino controlar. No es prevenir las crisis, sino determinar quién sufre en ellas. Las imágenes de la policía conteniendo físicamente a los padres mientras sus hijos eran asesinados dicen mucho de esto.

Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata están aprovechando esta oportunidad para repetir sus argumentos sobre quién debe o no debe tener armas. Pero ninguno de los dos está reconociendo las causas fundamentales del problema. Ambos proponen respuestas que sólo pueden alimentar el círculo vicioso que produjo esta tragedia en primer lugar.

Los republicanos…

Los republicanos, vinculados desde hace tiempo a la Asociación Nacional del Rifle y a la industria de las armas, han respondido a esta masacre pidiendo más policías y más guardias en las escuelas. Han buscado sistemáticamente desfinanciar las escuelas y limitar lo que se puede enseñar o incluso decir en ellas, pero están ansiosos por canalizar cada vez más recursos hacia la industria de la seguridad. Por supuesto, inundar nuestra sociedad con aún más armas no reducirá el número de tiroteos, ya sea por parte de la policía de servicio, de la policía fuera de servicio o de otros que tengan acceso a sus armas.

Algunos republicanos han incluido los tiroteos masivos en su libro de jugadas, convirtiendo estas tragedias en una oportunidad para difundir la desinformación y el odio. El congresista de Arizona Paul Gosar, conocido por participar en conferencias de nacionalistas blancos, afirmó que el tirador era un «ilegal transexual de izquierdas», repitiendo una mentira que había aparecido en la plataforma de reclutamiento de extrema derecha 4chan. La personalidad mediática de derechas Candace Owens también difundió esta mentira. No fue una coincidencia que un grupo de fanáticos repitiera esta afirmación mientras agredían a una chica trans menor de edad poco después.

Algunos republicanos de base pueden ser lo suficientemente crédulos como para creer estas mentiras, que se actualizan constantemente para adelantarse a los verificadores de hechos en el ciclo de noticias. Otros republicanos seguramente reconocen que son falsas, pero en un mundo de noticias falsas, las falsedades proclamadas con audacia se interpretan como una demostración de fuerza.

Esta cínica estrategia crea un bucle de retroalimentación. Cuanto peor se pongan las cosas, cuanto más descienda la sociedad a la violencia autodestructiva, más oportunidades habrá de culpar de esta violencia a un Otro -ya sea trans, izquierdista, indocumentado o negro- contra el que se requiere una fuerza cada vez más violenta. Por eso, ningún tiroteo masivo -y ya ha habido 214 este año- desacreditará a los republicanos, en lo que respecta a su base.

…Los demócratas…

Los demócratas, en cambio, han pedido más control de las armas. Algunos demócratas de la izquierda incluso están comprendiendo que ninguna medida policial va a poner fin a los tiroteos masivos. Pero el problema es: ¿quién haría cumplir leyes de armas más estrictas? La policía, por supuesto. Y aplicarían esas leyes de forma tan selectiva, y con tanto racismo y violencia, como aplican todas las demás leyes en vigor.

Hay más de 400 millones de armas de fuego de propiedad privada en los Estados Unidos, bastante más de una por ser humano. Ahora que están en circulación, será difícil devolver el genio a la botella. Las campañas de recompra podrían tener algún pequeño impacto, pero mientras haya nacionalistas blancos armados y policías armados, otras personas dudarán, con razón, en entregar sus armas. Hasta que nuestra sociedad no esté preparada para un desarme multilateral -incluido el Estado- esas armas van a seguir circulando, y los esfuerzos de la policía por controlarlas sólo conducirán a más encarcelamientos y violencia policial.

Si, al final de una represión invasiva sin precedentes, sólo la policía conservara el acceso a las armas de fuego en Estados Unidos, eso no pondría fin a los tiroteos masivos de supremacistas blancos como el de Buffalo. La policía está desproporcionadamente involucrada en los movimientos de supremacía blanca, incluso si no contamos los asesinatos que cometen en el trabajo.

Cuando los demócratas critican el comportamiento de la policía -por ejemplo, la cobardía de los policías en Uvalde- esto a menudo sirve para racionalizar la dirección de más recursos hacia la policía y sus sustitutos. Mientras la lógica del sistema de justicia punitiva siga siendo incuestionable, incluso las críticas más feroces se utilizarán para justificar las peticiones de nuevos compuestos y programas de formación policial.

Los republicanos no quieren obstaculizar el acceso a las armas de los vigilantes blancos, porque consideran que éstos son esenciales para preservar el orden social imperante. Los demócratas quieren que el Estado tenga el monopolio de la fuerza, porque creen que es la mejor manera de preservar ese mismo orden social. Bajo Biden, los demócratas han hecho todo lo posible para rehabilitar la imagen de la policía, al tiempo que asocian falsamente el aumento constante de la violencia y la desesperación con los movimientos para abolir la policía y los esfuerzos para abolir las disparidades de riqueza y poder que impone la policía existe.

…Y nosotros

¿Cuál es entonces la solución? ¿Qué podemos hacer para poner fin a los tiroteos masivos?

Si la policía existe para proteger a los ricos (y a ellos mismos), entonces, a medida que aumenten las disparidades de riqueza y poder, la policía protegerá cada vez a menos personas. Esto no es una señal de su fracaso; es precisamente lo que siempre han hecho.

El abismo entre los ricos y los pobres no ha dejado de aumentar desde hace décadas, junto con la violencia policial y los tiroteos masivos. La desesperación y la desesperanza resultantes contribuyen a que la gente se convierta en tiradores de masas. Lo mismo ocurre con la búsqueda de chivos expiatorios y la demagogia que surgen en una sociedad tan profundamente desigual, temerosa y enconada. Si queremos detener los tiroteos, a largo plazo, tenemos que abolir todos los mecanismos que crean estas desigualdades, y todas las fuerzas que preservan el capitalismo, la supremacía blanca y el patriarcado. En este sentido, la lucha para detener los tiroteos masivos debe fijarse objetivos mucho más amplios si quiere tener éxito.

Durante los simulacros de tiradores activos en las escuelas de todo Estados Unidos, se enseña a los niños que su mejor opción en caso de un tiroteo es defenderse, es decir, lanzar libros de texto o sillas o cualquier cosa que puedan tener en sus manos contra el tirador. Esta es la respuesta de una sociedad que no pretende proteger a los niños, que nunca los ha protegido. Indica que realmente estamos solos. Tenemos que entender esto y empezar a organizarnos en consecuencia, en lugar de poner nuestra fe en los políticos de cualquier partido.

Una de las funciones fundamentales de la policía es disuadirnos de resolver los problemas por nosotros mismos, por lo que aplazamos tanto nuestra propia seguridad como la resolución de conflictos a las autoridades. Sin embargo, la mayoría de los padres se arriesgan más para proteger a sus hijos de lo que lo hará la policía. ¿Qué habría sido necesario para que los padres de Uvalde hubieran sido capaces de afrontar con éxito el tiroteo por sí mismos, desafiando a la policía ¿Qué instituciones de base tendrían que existir, qué recursos y habilidades tendrían que circular? Es horrible reconocerlo, pero nos encontramos en una situación en la que cada vez más personas no tienen una opción mejor.

Si depende de nosotros hacer frente a estos tiroteos, entonces en lugar de buscar a los demócratas para que refuercen el control de las armas a través de la legislación y la acción policial, podríamos empezar por preguntarnos cómo sería una campaña de acción directa dirigida a la propia industria de las armas. ¿Y si pudiéramos eludir por completo la máquina Rube Goldberg de la política partidista para reducir los márgenes de beneficio de las empresas que se han estado forrando con la venta de armas de fuego?

No hay seguridad sin autodeterminación. Para estar seguros, tenemos que ser los que definan lo que cuenta como seguridad, y tenemos que tener el poder de dar forma a las condiciones de nuestras vidas. Hasta ahora, los participantes más eficaces en el movimiento contra los tiroteos masivos han sido los estudiantes que han organizado paros en sus escuelas. Otro punto de partida es asegurarse de que los estudiantes organizadores cuenten con todo el apoyo y los recursos que necesiten mientras descubren por sí mismos la mejor manera de preservar sus vidas.

    «Si la escuela ha enseñado algo a los estudiantes de hoy, es que quienes toman decisiones en su nombre no siempre tienen en cuenta sus mejores intereses. En el mundo en el que se adentran -cargado de tremendas disparidades, amenazado por la catástrofe climática y asolado por los conflictos civiles- lo más importante que podrían aprender es cómo actuar colectivamente para defenderse unos a otros. Esa es la habilidad que van a necesitar, más que cualquier prerrequisito o formación laboral». (Cuando el recorte de clases es una cuestión de vida o muerte)

Fuente: https://es.crimethinc.com/2022/05/27/sus-armas-no-te-protegeran-pero-pueden-hacer-que-te-maten-por-que-ni-la-vigilancia-policial-ni-el-control-de-armas-bastaran-para-detener-los-tiroteos

viernes, 7 de mayo de 2021

Colombia ha Perdido el Miedo. Continúa un Levantamiento a Nivel Nacional Frente a la Violencia Estatal

Crimethinc, primera semana de mayo de 2021

Después de décadas de conflicto armado y violencia paramilitar, durante el último año y medio Colombia ha visto cómo los movimientos de protesta regresaban con fuerza. Las poderosas manifestaciones que tuvieron lugar la semana pasada, superan incluso los puntos álgidos del levantamiento nacional de noviembre y diciembre de 2019. En respuesta, el gobierno más fuertemente armado de América Latina ha llevado a cabo una brutal represión.

  • Un Pueblo sin Piernas, Pero que Camina
  • COVID-19 El Menor de Nuestros Problemas
  • Si la Reforma Tributaria nos Arruina, la Reforma a la Salud nos Mata
  • Cinco Días de Movilización, Protestas y Huelga General
  • Cali: Capital de la Resistencia
  • Las Herramientas de lxs Enemigxs: Respuesta Militar a la Protesta Social
  • Calles Desbordadas

Texto completo: https://es.crimethinc.com/2021/05/05/colombia-ha-perdido-el-miedo-continua-un-levantamiento-a-nivel-nacional-frente-a-la-violencia-estatal

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domingo, 15 de marzo de 2020

Artículos sobre la pandemia coronavirus Covid19

Agregamos algunos artículos para aportar a la reflexión sobre la cuestión social de esta pandemia

Diario viral: los días del coronavirus en Bolonia (22-25 de febrero de 2020)
Wu Ming (Italia)
https://www.elsaltodiario.com/salud/diario-viral-los-dias-del-coronavirus-en-bolonia

COVID-19: la militarización de las crisis
Raúl Zibechi
https://ecuadortoday.media/2020/02/29/covid-19-la-militarizacion-de-las-crisis/

El coronavirus como tapadera de la crisis sistémica
Raúl Zibechi
https://mundo.sputniknews.com/firmas/202003041090677600-el-coronavirus-como-tapadera-de-la-crisis-sistemica/

Coronavirus y la infinita solidaridad entre los de abajo
Raúl Zibechi
https://desinformemonos.org/coronavirus-y-la-infinita-solidaridad-entre-los-de-abajo

Enfermos
Anarquista
https://www.anarquista.info/aportes/enfermos/

En contra del coronavirus y el oportunismo del Estado
CrimethInc.
https://es.crimethinc.com/2020/03/13/en-contra-del-coronavirus-y-el-oportunismo-del-estado-anarquistas-en-italia-reportan-sobre-la-propagacion-del-virus-y-la-cuarentena

Contagio
N+1
https://rentry.co/contagio

COVID 19 como fenómeno visible de una situación crítica de la economía mundial que viene de lejos
Julio Gambina
https://www.anred.org/2020/03/14/covid-19-como-fenomeno-visible-de-una-situacion-critica-de-la-economia-mundial-que-viene-de-lejos

¿Hacia una depresión global?
Rolando Astarita
https://rolandoastarita.blog/2020/03/10/hacia-una-depresion-global

 

lunes, 13 de enero de 2020

Contra todas las guerras, contra todos los gobiernos. Comprendiendo la guerra Estados Unidos-Irán

Luego del ataque aéreo de Estados Unidos que mató al general iraní Qasem Soleimani el 3 de enero, y de los ataques con misiles iraníes contra posiciones estadounidenses en Irak el 7 de enero, ha habido considerable ansiedad sobre la escalada de la guerra entre Estados Unidos e Irán. En un ecosistema de medios impulsado principalmente por el miedo y la indignación, las malas noticias viajan rápido, y las peores interpretaciones de las noticias viajan aun más rápido. Por nuestra parte, creemos que la guerra se intensificará, pero adoptando una forma más difusa que el tipo de guerra convencional que la mayoría de la gente espera. Como enemigos declarados de la guerra y la tiranía, creemos que es importante formular estrategias en consecuencia a ello.

Luego de los ataques con misiles, el gobierno iraquí anunció que el ejército iraní había disparado 22 misiles, y que 17 de ellos atacaron la base aérea estadounidense de Al-Asad, 15 de los cuales detonaron (aunque sin víctimas). En una declaración posterior, el gobierno iraquí declaró que los funcionarios iraníes les habían advertido de los ataques por adelantado. De ser aquello cierto, parece probable que el gobierno iraní estuviera evitando intencionalmente matar tropas estadounidenses pero demostrando que es capaz de atacar objetivos estadounidenses. Esta es una manera en que el gobierno iraní puede salvar las apariencias y aplacar a los intransigentes, dejando a Estados Unidos la opción de no escalar la situación.

La respuesta real al asesinato de Soleimani por parte de Estados Unidos probablemente tendrá lugar fuera del teatro oficial de guerra, en la forma de violencia subsidiaria y ataques terroristas. Irán respalda a fuerzas en todo el Medio Oriente, especialmente en Irak y el Líbano, donde su representante Hezbolá podría decirse que es más poderoso que el gobierno oficial. Iraq y Siria ya han sido testigos de muchos años de violencia; ahora parece inevitable que toda la extensión de territorio desde el Mar Caspio hasta el Mediterráneo se vea afectada por la guerra civil en los años venideros. El Estado Islámico, que perdió el último de sus territorios hace menos de un año, será sucedido por otros grupos que han aprendido de su rápido ascenso y caída.

De modo que, independientemente de que la escalada de los EE.UU con  Irán desencadene un conflicto terrestre o propicie una ocupación, representa otro paso hacia una política exterior de los EE.UU. que presupone y apresura un futuro de guerra civil mundial. Como oponentes tanto de la guerra como de la tiranía, tenemos que analizar lo que los autoritarios de todas las tendencias pueden ganar con este enfoque.

Primero, vale la pena repetir que la escalada del conflicto de Estados Unidos con Irán confirma nuestra tesis de que cuando Donald Trump alentó al presidente turco Recep Tayyip Erdoğan a invadir Siria, no fue un paso hacia el retiro de Estados Unidos de la región, sino simplemente una reorganización de las alianzas de Estados Unidos en el Medio Oriente hacia actores más autoritarios. Estados Unidos ya había enviado 14.000 tropas más a la región antes de darle a Erdoğan la luz verde; desde entonces, miles de tropas más los han seguido. Los supuestos “antiimperialistas”, que repitieron la mentira de Trump de que estaba sacando a Estados Unidos de “guerras interminables”, ingenuamente le dieron cobertura a sus esfuerzos por instigar las ambiciones imperiales turca y rusa, mientras sentaban las bases para que él intensificara el conflicto con Irán.

A pesar del temor generalizado de los demócratas de que Trump esté tratando de iniciar una guerra para distraer de los (estancados) procedimientos de impeachment o manipular al público (ya polarizado) de cara a las elecciones, parece claro que Trump no está buscando una guerra convencional con Irán. Quiere lanzar el peso militar a los EE.UU sin verse involucrado en operaciones terrestres. Siguiendo el ejemplo de Israel, espera poder ordenar ataques aéreos quirúrgicos contra adversarios extranjeros de alto rango sin tener que hacer ocupación de otro país; de esa manera, puede obtener crédito de su base islamofóbica por ser duro, mientras perpetúa el engaño fino de que está “sacando a Estados Unidos de guerras interminables”.

La verdad es que la guerra del siglo XXI va a ser diferente de la invasión y ocupación de Irak en 2003. El conflicto en Siria nos da una idea de lo que podemos esperar: una guerra civil que duró años y que involucró a apoderados que representaban a la mayoría de los actores de poder globales, en la que las distinciones entre civiles y militares se difuminaron en todos los lados. Probablemente veremos más casos en los que la violencia oficial del Estado es performativa, como los ataques con misiles iraníes de ayer, mientras que la verdadera lucha y muerte la realizan representantes de poderes, fuerzas paramilitares y civiles.

Las principales víctimas de la escalada de Trump serán civiles, tanto ciudadanos estadounidenses como también iraníes e iraquíes. Sin embargo, parece claro que a Trump no le preocupa la probabilidad de que los civiles estadounidenses sean blanco de ataques como consecuencia de su decisión. Por el contrario, puede que incluso agradezca esos ataques, contando con que conduzcan a los estadounidenses más temerosos e ignorantes hacia su bando.

Desde el 2001, el Partido Republicano de Estados Unidos solo se ha beneficiado de las políticas que han polarizado poblaciones completas, resultando en el surgimiento de ISIS, ataques terroristas, y muertes de civiles por cientes de miles. Ellos cuentan con la amenaza del fundamentalismo islámico para hacer ver a su fundamentalismo autoritario más atractivo. Esto da otra interpretación del tweet de Trump declarando “¡Todo está bien! Y “Hasta aquí todo bien”, inmediatamente luego del ataque de misiles iraní.

No hay fuerza bruta capaz de mantener unido el orden neoliberal, y Trump no está tratando de mantenerlo unido. Más bien, él y sus compatriotas nacionalistas buscan asegurar que los conflictos que suceden al orden neoliberal se desarrollen según líneas étnicas y nacionales, en lugar de unir a todos contra la clase gobernante que representa. Caso concreto: el gobierno iraní, amenazado por disturbios masivos hace apenas dos meses, ahora puede usar la escalada del conflicto con Estados Unidos para legitimar su autoridad interna.

En respuesta a las maquinaciones de los gobiernos iraní y estadounidense, nuestro objetivo es identificar y resistir todos los esfuerzos por enfrentarnos entre nosotros. Nuestro objetivo es construir solidaridad que cruce las líneas nacionales, étnicas y religiosas, mientras hacemos todo lo que podemos para derrocar gobiernos autoritarios de DC a Teherán. Nuestra esperanza es que los movimientos revolucionarios estallen a ambos lados de cada frontera. Las escaladas en la violencia del estatal se calculan para hacer esto imposible, para sustituir la guerra por la revolución. En un mundo que se dirige a guerras cada vez más difusas, impulsado por caudillos nacionalistas, nuestra mejor oportunidad de supervivencia es construir vínculos entre movimientos sociales combativos como los de Líbano, Egipto e Irán (y no hace mucho incluso en Rusia y Turquía) y, con suerte, pronto en Estados Unidos como también en Hong Kong y Chile. Luchemos contra los que nos harían morir en su nombre, no entre nosotros.

Esto contrasta marcadamente con la estrategia que implica el enfoque de ciertos izquierdistas autoritarios en Estados Unidos, que siempre buscan una autoridad que afirmar, se han decidido a legitimar al gobierno iraní. Seamos claros: hacerlo es escupir las tumbas de las 1500 personas que el gobierno iraní mató para acabar con el reciente levantamiento. Es legitimar todas las prisiones y la policía en Irán y todas las formas de tiranía contra las que el pueblo iraní se levantó. No tenemos que afirmar la legitimidad de las autoridades iraníes para condenar a Trump por intentar convencerlos de que nos ataquen. Si hay aliados naturales para nosotros en esta situación, deberían ser los que resistan la autoridad del gobierno iraní de la misma manera que nos oponemos a la autoridad de Trump.

Por nuestra parte, nuestra red incluye a refugiados que fueron obligados a huir del gobierno autoritario de Irán. No podemos apoyar “el menor de dos males”, ni podemos aceptar el tipo de razonamiento binario que sugiere cualquiera al que el gobierno de Estados Unidos se oponga debe ser, por lo tanto, un gobierno bueno y legítimo. Apoyamos a aquellos en Medio Oriente que han declarado que: "la oposición a los ataques aéreos del imperialismo estadounidense y a las amenazas de guerra contra Irán e Irak sólo pueden ser efectivas cuando están enraizadas en solidaridad con las fuerzas progresistas y revolucionarias en la región de Medio Oriente y el norte de África y en total oposición a todos los gobiernos autoritarios y potencias imperialistas en la región."

Nos gustaría ver a otros en Estados Unidos poner más empeño en aprender sobre los movimientos de resistencia antiautoritaria en Irán y otras partes del Medio Oriente, y menos energía en tratar de rehabilitar a Soleimani como un héroe “antiimperialista”. Los dos bandos que quieren forzar la falsa dicotomía de “Trump o Irán” sobre nosotros son simétricos en el sentido de que cuentan con la amenaza representada por la alternativa para obligarnos a ponernos del lado de ellos. Tenemos que hacer que otra opción sea pensable: un camino compartido hacia la libertad.

Es por ello que estamos en contra de todas las guerras, contra de todos los gobiernos, contra todas las opresiones. Creemos apasionadamente en el potencial de que todos los seres humanos tienen a la autodeterminación, al apoyo mutuo y a la coexistencia pacífica. Las autoridades a ambos lados quieren hacernos temer los unos a los otros, pero sabemos que ellos son nuestro enemigo principal.

“El mundo no está dividido entre países. El mundo no está dividido entre Oriente y Occidente. Tu eres estadounidense, yo soy iraní,  no nos conocemos, pero hablamos juntos y nos entendemos perfectamente. La diferencia entre tú y tu gobierno es mucho más grande que entre tú y yo. Y la diferencia entre yo y mi gobierno es mucho más grande que entre yo y tú. Y nuestros gobiernos son muy parecidos.” (Marjane Satrapi)


CrimethInc., 9 de enero de 2020
https://es.crimethinc.com/2020/01/09/contra-todas-las-guerras-contra-todos-los-gobiernos-comprendiendo-la-guerra-estados-unidos-iran