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martes, 24 de diciembre de 2024

Declaración Surrealista Internacional sobre y contra las guerras del capital y en concreto la masacre de Gaza

24/12/2024

Las manos de la tormenta

Tu flor pasará por las manos de la tormenta
Sigue la estrella de su mano, sus máscaras, sus halcones,
y  el hielo rojo del trance.
(Laurence Weisberg)

Dame la niebla que fecunde el barrio de los insaciados,
que tatúe con su lengua el farallón alto de su pecho insatisfecho.
Dame el océano y su rumor de promesas,
y su voz depositando en la calle un idioma confín.
(Eugenio Castro)
En nuestra lucha por liberarnos del lúgubre laberinto en el que seguimos atrapados desde hace un siglo, los surrealistas nos alineamos con quienes comparten nuestro objetivo de transformar el mundo y cambiar la vida. Condenamos los obstáculos a esta liberación y las mentiras y las excusas al servicio de este imperio de la miseria.

Pero el mundo necesita algo más que declaraciones. La retórica visionaria no detendrá las bombas ni resucitará a los muertos. Convencidos sin embargo de que el surrealismo es un proyecto liberador que enraíza su utopía en la crítica despiadada de todo lo que existe objetiva y subjetivamente en todos los planos de lo real y de lo imaginario, o no es nada, reafirmamos nuestros principios como una chispa de esperanza y como una señal que presagia caminos mejores. Lo mismo que el cielo estrellado sobre el smog y las luces de neón, a veces estos caminos se deben alcanzar utilizando la imaginación incluso cuando la mera hipótesis de su existencia desafía y rompe los esquemas de nuestros sentidos, y especialmente el sentido así llamado “común” que dicta y administra la dominación.

Por ello mismo seguimos siendo fieles al espíritu de la solidaridad internacional que el realismo racionalizador ignora y el capitalista sofoca y persigue, y en consecuencia rechazamos alinearnos con bloques imperialistas y frentes capitalistas, ya sea en defensa de la desesperada hegemonía de EE.UU y sus lacayos, o en nombre de los regímenes “multipolares” rivales. Nos negamos a tomar partido en guerras apocalípticas entre bandas mafiosas nacionales. Por consiguiente, ante la matanza imperialista y la guerra por poderes en Ucrania no adoptamos otra posición que el derrotismo total en relación con todas las partes, en favor de la disolución de todos los Estados beligerantes y de la apertura de un camino hacia la utopía a través de sus ruinas. Merecen nuestro desprecio todos los dobles raseros y los insulsos llamamientos a la democracia, la soberanía y el antifascismo (con ambos ejércitos con neonazis recalcitrantes en sus filas). Nos burlamos de los políticos y expertos que nos dicen que aceptemos la necesidad de una guerra nuclear. Y si se nos acusa de maximalistas, ilusos o utópicos con toda su razón instrumental, nos arrogamos el derecho de réplica, en nombre de nuestra razón ardiente, preguntando a nuestros sensatos y realistas acusadores qué es entonces el pragmatismo, el punto medio, el mal menor, la realidad abyecta y la miserable realpolitik que tendríamos que aceptar en lugar de nuestro deseo de emancipación total e irreductible, y qué garantías del más mínimo éxito pueden ofrecer semejantes expedientes mediocres, cobardes y colaboracionistas, que no pase por el reforzamiento de la dominación y su fin del mundo que nunca jamás será el nuestro.

Del mismo modo que rechazamos esas narrativas putrefactas, también rechazamos las ideologías de superioridad racial o religiosa y la licencia que las acompaña para aniquilar a los demás. Esta mentalidad es más que evidente en la masacre que el ejército de Israel está perpetrando contra la población de Gaza, a instancias de un Estado que ya no teme expresar sus profundos anhelos genocidas mientras sus patrones (y clientes) de Washington y Bruselas callan, bizquean y asienten. Es un hecho criminal e intolerable que el mundo no ayude a los palestinos hasta que se desmantele la ocupación: esta es la primera y última medida a tomar, por su absoluta y prioritaria necesidad, y porque poco o nada más se podría esperar de un «concierto internacional» podrido, de una «gobernanza mundial» enloquecida, de un humanitarismo asesino que no es sino el corolario inevitable y lógico del abominable colonialismo europeo, que fue denunciado y estigmatizado, como no podía ser menos y con esta misma expresión terrible pero certera, por los surrealistas de los años 30 del pasado siglo.

Tampoco nos hacemos ilusiones algunas con respecto a ningún régimen de Oriente Próximo, pues todos ellos se ríen de la libertad y aplastan la disidencia a mayor gloria del Mercado omnipresente y omnipotente, incluyendo a las dos potencias, Israel e Irán, que supuesta y espectacularmente posan como enemigos antagónicos cuando no son sino las dos caras de la misma moneda autoritaria, teocrática, nacionalista y capitalista, por mucho que una se diga «demócrata occidental», y la otra presuma de «democracia islámica». La única esperanza germina y crece entre sus respectivos sediciosos, y en su convergencia hoy improbable y remota pero no imposible: los Anarquistas contra el Muro y los desertores de la guerra que en Israel denuncian la cínica demagogia asesina de Netanyahu, las jóvenes y los insurrectos que en Irán desafían la barbarie clerical en nombre de la mujer, la vida y la libertad. Y por supuesto, los palestinos que por todos los medios resisten a la opresión y la muerte, sin privarse empero de criticar la más que discutible estrategia de los dirigentes de Hamás y sus crímenes y exacciones, a pesar de arriesgase a una doble y fatal represión.

Porque lo mismo pensamos de los movimientos de liberación nacional y/o religiosa cuyos medios se corresponden exactamente con sus fines, incluyendo para empezar los que aplican a su propio pueblo al que nunca se le pregunta su opinión ni sus deseos, por mucho que sea comprensible que ese mismo pueblo pueda cerrar filas tras su bandera por pura desesperación y rabia ante el genocidio perpetrado por un sionismo racista y neocolonial que, presa de una paranoia securitaria que ha roto y burlado cualquier freno moral o excusa plausible, se ha entregado definitivamente a las peores fantasías del profético destino manifiesto y el sagrado espacio vital. Pero insistimos en que sólo se podrá encontrar una solución, aun imperfecta y precaria, cuando se produzca una transformación revolucionaria regional y global hacia una confederación antiestatal de comunas árabes e israelíes emancipadas tanto de la economía espectacular como del espectáculo religioso, como ya apunta la experiencia kurda en Rojava a pesar de su imperfección y precariedad. Por muy maximalista, ilusa y utópica que pueda parecer ahora mismo tal deseo y esperanza, en plena noche opaca del siglo donde nos debatimos a ciegas, buscando la anhelada puerta de salida (y de clausura) de las ideologías y religiones muertas y mortíferas, y la utopía que puede y debe tender a ser real siempre que recuerde las nobles experiencias revolucionarias que nos precedieron, si no olvida las amargas lecciones de la Historia y sus promesas traicionadas.

Pero aunque las contingencias existan como Grandes Transparentes donde todo será otra vez, por ahora el optimismo anticipatorio tiene que velar sus armas inactuales, dejando su puesto a la organización del pesimismo que la urgencia del desastre actual reclama y exige. En medio de este horror, los cadáveres de niños etiquetados como terroristas ponen en evidencia los principios del “orden internacional basado en unas normas”. En Israel y en todo el mundo, los partidarios de la sed de sangre apocalíptica se encarnizan hasta el delirio frenético, tanto los que pretenden justificarse con una elucubración teológica como los que esgrimen un sofisma laico, mientras que se difumina, o mejor dicho pretenden difuminar, el recuerdo de las generosas organizaciones revolucionarias internacionalistas como el movimiento israelí Matzpen, que en los años 60 y 70 denunció el colonialismo sionista desde dentro tendiendo puentes con sus camaradas palestinos, libaneses y argelinos por la revolución proletaria, o el grupo surrealista árabe Le Désir Libertaire, que se atrevió a combatir el nacionalismo panarabista y el fanatismo islamista como problemas y males añadidos a la trágica iniquidad de la ocupación de Palestina y la petrificación y explotación de las sociedades árabes, y nunca su solución.

Por su hipócrita parte, el liberalismo progresista y tecnófilo es un fósil moral en bancarrota que se desmorona y se fusiona cada vez más con el estercolero circundante, y sus huecos pronunciamientos humanitarios se reducen a una alucinación narcisista en el humo del campo de batalla. Una bala que roza la oreja de un obsceno oligarca provoca jadeos en bocas que rezuman la sangre de Gaza, que hacen una pausa entre cráneos roídos para denunciar la «violencia política» en el corazón del principal exportador de violencia del mundo.

Por todo ello, los que todavía pretendan domesticar la poesía, la libertad y el amor al servicio de esta monstruosa civilización capitalista que nos gobierna con números y balas tienen la boca llena de cadáveres. Muy al contrario, y desde la desviación absoluta respecto a semejante cultura servil y tal ideología atroz, seguimos sosteniendo que el espíritu poético debe arder en todas partes si todavía desea y pretende cambiar la vida y transformar el mundo, abrasando como un eros salvaje los endebles simulacros de la nuda vida miserabilista y monitorizada que se nos imponen desde todas partes.

Flores y apoyo a los resistentes, a los que confraternizan, a los desertores y a los que están de duelo, a los que luchan por su vida y a los perseguidos por sus actos de conciencia.

Un saludo a todos los rebeldes que, desde los ecologistas radicales de Soulévements de la terre contra las megabalsas en Francia, a los proletarios y estudiantes de Kenia o Bangladés contra el neoliberalismo y la tiranía, siguen saliendo a las calles y campos para encender una vez más y siempre la llamarada blasfema de la libertad y la revuelta, luz negra que devora y abole la iluminación artificial e inhumana de la ridícula antorcha olímpica de Macron I el Represor y del siniestro incendio de los pogromos fascistas.

¡No comeremos de ese pan! Seguiremos, sí, la estrella que enarbola la tormenta, que fecundará el barrio demolido de los insaciados, que depositará en todas las calles la promesa del hielo rojo del trance: un común idioma confín.
 
Primeras firmas:
Magdalena Benavente, Jay Blackwood, Richard Burke, Susan Burke, Doug Campbell, Steven Cline, Neil Coombs, Mohsen ElBelasy, Alice Farley, Brandon Freels, Esther Holbrook, Stuart Inman, Ghadah Kamal, Renay Kerkman, Taya King, Unruh Lee, Ryan McCarthy, David Nadeau, Jaime Alfaro Ngwazi, Flores Nunes Jr, Daniel O’Reilly, Marianna O’Reilly, Gregorio Parades, Pierre Petiot, Matthew Presti, Marco Rivera, Penelope Rosemont, Mark Rosenzweig, Veronica Cabanillas Samaniego, James Sebor, LaDonna Smith, Darren Thomas, Andrew Torch, Beth E. Wilson, Craig S. Wilson, Dada Zilch.

Cooperativa Surrealista Chrysopoeia.

Grupo Surrealista del Medio Oeste y del Norte de África.

Por el Grupo surrealista de Madrid: Manuel Crespo, Andrés Devesa, Vicente Gutiérrez Escudero, Javier Gálvez, Lurdes Martínez, Noé Ortega, Jesús García Rodríguez, Jose Manuel Rojo.
                                                                     ***
El 1 de agosto de 2024 recibimos el borrador de una Declaración Surrealista Internacional sobre y contra las guerras del capital, en concreto la intolerable masacre de Gaza a manos del ejército israelí y su lúgubre mesías, propuesta por los camaradas estadounidenses Ryan McCarthy, Mark Rosenzweig y Craig S. Wilson en nombre del colectivo Surrealist Revolution. No dudamos en sumarnos colaborando sustancialmente en su redacción, proceso lento y complejo que se alargó mucho más tiempo del conveniente al ser necesario discutir, armonizar y aprobar el texto definitivo, cuya versión en inglés es más breve y resumida que la que aquí ofrecemos por las exigencias y servidumbres de la traducción.

Por razones análogas, y porque no se pretendía abordar un análisis o estudio exhaustivo, se ha renunciado a añadir nuevas consideraciones sobre la invasión israelí de Líbano o la caída de la sangrienta tiranía de Bashar Al Assad en Siria, acontecimientos que nada bueno presagian en tanto responden a la misma y criminal lógica geopolítica imperialista y sectaria que ha engendrado tanto dolor, espanto e iniquidad, y que por ello mismo en poco o nada nos obligarían a corregir o matizar las principales reflexiones y pronunciamientos del texto, tanto críticos como utopistas, más allá de sus aspectos más coyunturales.

Por último, no nos hacemos ninguna ilusión, aunque sí todo el deseo que ningún realismo capitalista, ningún miserabilismo religioso, racista o nacionalista nos podrá arrebatar jamás, sobre el alcance, repercusión y sobre todo eficacia de esta Declaración, asumiendo los límites, limitaciones, incoherencias obvias, arbitrariedades infundadas, errores garrafales y simples lugares comunes que pudiera lastrar su discurso y significado, por lo demás inevitables al abordar una cuestión tan sangrante y dolorosa como compleja.

Pero quien calla otorga, y también olvida, y el terror criminal de ayer engendra el de mañana. Y tamaño colaboracionismo, semejante amnesia cómplice, tal silencio reveladoramente culpable, tampoco son los nuestros.

Porque la voz del idioma confín puede equivocar su palabra y su oráculo, y se equivoca, pero solo lo hace total e irremisiblemente cuando no se pronuncia.

Grupo surrealista de Madrid

domingo, 24 de marzo de 2024

[Argentina] Hambre y represión en los 70 y en el 2000 también

Radikal books
24 de marzo, Pigüe

Razones sobran para manifestarnos en esta fecha significativa para la región argentina.

Los tiempos duros que nos han tocado vivir son los que por un lado nos desarman por su crudeza y a la vez nos convocan para la acción y la reflexión. Empezando por repudiar el reciente ataque a una militante  de H.I.J.O.S  que fue abusada y maltratada por dos personas que ingresaron a su casa, amenazándola de muerte por su compromiso con luchas de derechos humanos. Se ha visto no hace mucho policías  filmando pasajeros arriba de los colectivos, sufriendo incluso requisas en determinados barrios (esto último desde hace algunos años ya), comandos unificados, intervención policial en asambleas de trabajadores, protocolos para manifestaciones, ¡represión pura y dura! Todo esto sumado a un creciente avance del narcotráfico con sus correspondientes consecuencias y una vida pauperizada siempre en pos de las ganancias empresariales.

Los recortes llevados a cabo por el gobierno también constituyen otra forma de represión en tanto que limitan el acceso cuestiones básicas (servicios, alimentos, salud) a una clase que ya es privada de todo por su condición.

Los guiños a sectores rancios (represores de la última dictadura) y su prédica negacionista pretenden volver a instalar  la duda para construir otro relato que nos sumerja en la amnesia colectiva. Aunque no descartamos que haya alguna devolución de favores en esto.

Hasta ahora el presidente economista que decía lograr bajar la inflación y volver a hacer de Argentina una potencia mundial no hace más que ahogar en la miseria cada día más al proletariado, despedir laburantes y darles palos si protestan, entregándoles recursos y negocios fenomenales a empresas privadas, tal como lo hizo Videla en la dictadura.

No seamos espectadores de nuestra ruina, podemos ponerle fin a la ignominia de este sistema, en cualquiera de sus versiones.

[Argentina] ¿Qué memoria nos espera?

Expandiendo la revuelta + Periódico Gatx Negrx
24 de marzo de 2024, Buenos Aires

Nos encontramos de cara a otro aniversario más de la última dictadura cívico-eclesiástica-militar. El contexto es adverso, ya que como todxs sabemos, quienes actualmente presiden el gobierno reivindican abiertamente el plan de exterminio llevado adelante entre el 1976-83.

Nos posicionamos en contra de toda esa pestilencia liberal y neoconservadora y todos los microfascismos cotidianos que vuelven a presentar las doctrinas del libre mercado y la competencia como soluciones posibles. Milei llega a donde llega en un contexto democrático, de precarización laboral, economía ahogando los bolsillos y mucho descontento social con la continuidad de “siempre los mismos”, apropiándose de consignas como “el que se vayan todos” y del concepto “libertario”.

A pesar de que se escucha decir “Milei basura, vos sos la dictadura”, no podemos dejar de reconocer que la situación desesperante en la cual nos encontramos es el resultado de años y años de democracia capitalista. Con ella, toda actividad se encuentra reducida al interés privado, representado en el dinero y la mercancía.

Hartxs de ver el pasamanos de poder entre gobiernos, el hacer la plancha durante años delegando nuestras condiciones materiales y nuestras luchas, pidiendo que “nos cuiden, que nos auguren derechos” que no terminan siendo más que arreglos entre cúpulas que de un año a otro borran de un plumazo.

Toda comunicación real entre las personas ha sido mediatizada por las redes del Estado y degradada en el debate de interés espectacular: la política. Son los partidos políticos y sus creyentes los encargados de sostener esta incomunicación, reproduciendo todo lo que dicen combatir: verticalidad, jefes, rosca, tranzas, pasividad, delegación, arreglos, excluyendo a la gente de la toma de decisiones. Son esos mismos mecanismos alienados los que nos han conducido a la miseria actual o nos endulzan con la zanahoria de la ampliación de derechos.

Milei no dio un golpe de Estado, sino que siguió las reglas del juego: armó un partido político y ganó las elecciones de manera “limpia”. La mitad de lxs electores durante el ballotage lo eligieron a él y a sus secuaces, ¿evidenciando una vez más que el fascismo también es parte del deseo de las masas?

¿Cómo visibilizar que todo Estado excluye? ¿Cómo visibilizar que todo gobierno tortura, desaparece y asesina en democracia? ¿Cómo visibilizar las continuidades históricas entre las distintas variantes políticas? ¿Alguna vez la democracia ha sido otra cosa que la separación institucionalizada de toda comunidad humana? ¿Por qué ningún gobierno ha abierto los archivos de la última dictadura militar? Seguimos preguntando ¿dónde está Julio López?, desaparecido dos veces, una en dictadura y otra en democracia. Seguimos gritando ¿dónde está Tehuel?

Ya todxs sabemos a qué vino este gobierno. Vino a profundizar la explotación de la tierra, vino por el litio y el agua, por las tierras indígenas y los glaciares, por el petróleo y la minería, y pareciera que la única elección a la cual nos quieren reducir los partidos políticos es a elegir cuántos impuestos cobrar por dicha devastación.

Desde el momento en que renunciamos a cuestionar el capitalismo como una totalidad común a todas las variedades de regulación política, reduciendo la lucha a elegir entre distintas variantes de explotación, continuaremos recorriendo el camino de la resignación a la devastación.

Por eso nos negamos a naturalizar el capitalismo. Queremos criticarlo en todas sus formas de relación y expresión, sea en dictadura y su continuidad democrática. Sostenemos que la dictadura es una tendencia del Capital, una forma social específica que se materializa cuando las condiciones lo necesitan. No es casual que la Argentina haya tenido 6 golpes de Estado.

Como su nombre lo indica, el Proceso de Reorganización Nacional vino a “reorganizar” lo que se había desorganizado: la democracia capitalista extractivista. La organización sindical combativa más el accionar de las agrupaciones revolucionarias, sumado a la paranoia anticomunista, generaban muchas molestias para el proceso de valorización capitalista y su forma política democrática.

La Triple A, creada por el peronismo en el 73 comenzaría el trabajo de exterminio en plena democracia. Para eso lo habían traído a Perón, para desmovilizar a los sectores más combativos. La CONADEP estima que para 1975 ya 395 personas habían desaparecido. Tras la muerte de Perón y la imposibilidad de cumplir la misión, la tarea sería asumida por la Junta Militar, empoderada por los Decretos de Aniquilamiento promulgados por Isabel Martínez de Perón y firmados por Ítalo Lúder, Manuel Aráuz Castex, Tomás Vottero, Carlos Emery, Carlos Ruckauf, Antonio Cafiero y Ángel Federico Robledo. Recordemos que Jorge Rafael Videla fue nombrado Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas durante dicho gobierno. El costo: 30.400 personas desaparecidas.

En su última entrevista antes de morir, Videla admitiría que “los políticos y el empresariado argentino incitaban al golpe”. A su vez, también diría que los empresarios le acusaban: “Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más”. En dicha entrevista, continúa: “Las desapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder, que nos dan licencia para matar”. La dictadura no es una anomalía externa a la democracia, sino que sus propias bases capitalistas basadas en la propiedad privada, el trabajo, la mercancía, el dinero y las clases sociales generan las condiciones para su aparición.

También es preciso mencionar que dicho fenómeno fue regional, es decir que dicha dictadura se enmarcó en un proceso más amplio llamado Plan Cóndor. Todos los países latinoamericanos produjeron, con la ayuda extranjera, dictaduras militares para aniquilar al sindicalismo combativo y las organizaciones guerrilleras. La dictadura es el Capital defendiéndose.

Así, la democracia se nos revela como la continuación de la dictadura por otros medios. A veces fascista, a veces progresista, a veces de izquierda, a veces radical, a veces todo junto, no importa la forma política que adopte, su objetivo final será siempre asegurar la conservación de las relaciones de producción capitalistas y sus modos de vivir y relacionarnos.

Nos enfurecen y duelen en el alma todas las desapariciones, torturas, violaciones y violencias que se perpetraron sistemáticamente contra toda una generación. Aún seguimos sanando e intentando aprehender esas heridas profundas que cargamos en nuestros corazones. Así mismo, no podemos dejar de ver que las desapariciones, torturas, muertes, el saqueo, explotación y contaminación han continuado durante estas cuatro décadas de retorno a la democracia.

Buscamos nutrir una memoria que nos permita sí combatir contra todas las dictaduras pero también contra la complejización represiva de la democracia. Seguimos sosteniendo, como lo hicieron siempre les rebeldes, que la lucha es por transformar la vida cotidiana, la forma en que producimos y nos reproducimos. Mientras sigamos sosteniendo la democracia como único horizonte posible de vida, la dictadura será siempre una amenaza latente.

Seguimos buscando una práctica que no haga una crítica meramente económica o cuantitativa, sino existencial y cualitativa. Estamos cansadxs de repetir siempre las mismas fórmulas y análisis. Buscamos nutrirnos del pasado para construir una memoria enraizada que nos permita pasar de la lucha de frases a la lucha de clases, dejando atrás las lógicas patriarcales y autoritarias para construir un mundo basado en el apoyo mutuo y la solidaridad.

lunes, 9 de enero de 2023

Declaración del anarquista Alfredo Cospito

5/12/22 (por videoconferencia ante la Corte de Apelación de Torino)

Leo únicamente cuatro letras. Antes de desaparecer definitivamente en el olvido del régimen 41 bis dejadme decir unas pocas cosas y luego callaré para siempre.

La magistratura de la republica italiana ha decidido que,(siendo) demasiado subversivo, no puedo tener la posibilidad de ver las estrellas, (de) la libertad, se ha optado por el ergastolo ostativo, que no dudo que me aplicareis, con la absurda acusación de haber cometido una «masacre política» por dos atentados demostrativos (cometidos) en plena noche, en lugares desiertos, que no debían ni podían herir o matar a nadie. No satisfechos (con esto), se ha decidido, visto que desde la cárcel continuaba escribiendo y colaborando con publicaciones anarquistas, taparme la boca con la mordaza medieval del 41 bis, condenandome a un limbo sin fin en espera de la muerte. Yo no estoy por la labor y no me rindo, y continuaré mi huelga de hambre por la abolición del 41 bis y el ergastolo ostativo hasta mi último aliento, para dar a conocer al mundo estas dos abominaciones represivas de este país.

En este régimen estamos 750 (personas) y por esto también me bato. Junto a mí (están) mis hermanos y hermanas anarquistas y revolucionari@s.

Estoy acostumbrado a la censura y las cortinas de humo de los medios, que tienen como único objetivo mostrar como un/a monstruo a cualquier opositor/a radical y revolucionari@.

Abolición del régimen 41 bis.

Abolición del ergastolo ostativo.

Solidaridad a tod@s l@s pres@s anarquistas, comunistas y revolucionari@s del mundo.

Siempre por la anarquía.

 * * * * *

Para una información actualizada, recomendamos la web lucharcontrael41bis.noblogs.org


Ver también:

“Hasta mi último suspiro” 80 días de huelga de hambre del preso Alfredo Cospito contra el aislamiento y la cadena perpetua
0?/01/2023, Todo por hacer

El superdemocrático Estado burgués italiano, con la «Constitución más bella del mundo», no tiene ningún problema en dejar que se pudran en la cárcel quienes se rebelan contra su orden establecido. Un ejemplo de ello es el caso de los anarquistas Alfredo Cospito y Anna Beniamino [a pesar de no coincidir con las cuestiones de fondo compartimos dicho artículo por su solidaridad y por poner en contexto la situación represiva italiana]
Partido Comunista Internacional (El Proletario)
30/12/2022

viernes, 9 de diciembre de 2022

El orden del capital reina en el Perú: sobre las disputas interburguesas

Editorial Ande
Perú, 08/12/2022

Al calor del incesante avance de la crisis del capitalismo, la escalada militar a nivel mundial, el acrecentamiento de la lucha de clases, el desprestigio inagotable del Estado Nación, de los políticos de turno, de partidos y palabras bonitas como libertad e igualdad, entra en ebullición el termómetro de las disputas interburguesas en el Perú.

Los contendientes: 1) el poder ejecutivo frente al 2) legislativo y al judicial. Cada lado representando diversas fracciones de la burguesía. Los primeros representan, sobre todo, a la burguesía y pequeña burguesía provincianas aun difusas, pero cada vez más pujantes que se van insertando y disputando mercados, contrataciones con el Estado, concesiones millonarias en el sector de la construcción, territorios destinados a explotación minera, etc., y, por otro lado, el control político del Estado. En el segundo ramo de los bandos, más ligados a los intereses imperialistas, se encuentra la vieja clase burguesa agremiada en la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (CONFIEP) que incluye, principalmente, a los sectores nacionales de la banca, minería, construcción, agroindustria y petróleo.

Estos últimos han realizado contribuciones millonarias a políticos de extrema derecha, además de recibir - a través del Estado – préstamos exorbitantes, condonación de deudas, reducción de pagos tributarios, etc. durante la pandemia. A ello se suma de forma evidente los grandes medios de comunicación como los del Grupo El Comercio, Canal N, La República, Latina Televisión, Willax, RPP, etc. Algunos, harto conocidos por recibir coimas de Vladimiro Montesinos en el gobierno dictatorial de Fujimori, y fuertes financiamientos del Estado para publicidad hasta antes del gobierno actual. Son ellos mismos los que diariamente difunden e imponen la ideología de la clase dominante actuando como guardianes de sus intereses.

Aunque estos conflictos interburgueses afectan las actividades sociales en general, no se juegan los intereses esenciales de la clase trabajadora, sino el control del Estado para asegurar las ganancias del capital. En cuanto clase burguesa, el Estado salvaguardaba sus intereses económicos, en lo político se disputan el control del poder, incluso cuando una crisis de este tipo acarree perjurios al desarrollo mismo del capital. La anatomía del ejecutivo que representaba Pedro Castillo expresaba la continuidad sosegada del modo de producción capitalista. Nunca puso en tela de juicio el desarrollo de la acumulación de capital ni la explotación de la clase trabajadora, sino que fue parte integrante de una lista cada vez más larga de intentonas candorosas de transformar la realidad por medio del Estado, de Toledo a Ollanta, de Vizcarra a Sagasti, ingenuidad tras ingenuidad. Castillo se va como llegó al poder: desorientado.

La actual tentativa frustrada de disolver el Congreso por parte del ahora expresidente Pedro Castillo representa el cierre de un ciclo de disputas y el inicio de otras nuevas. De ninguna manera la paz que sueña la clase burguesa. El segundo bando tomó la iniciativa. Antes de la llegada de Castillo al poder, en julio del 2021, lo acusaron interminablemente de fraude electoral. No se dejó esperar la primera moción de vacancia redactada el 18 de noviembre y presentada el 25 de noviembre del 2021. Fue un fracaso. La segunda, del 8 de marzo del 2022, también nació frustrada. Las acusaciones llovieron: corrupción y hasta traición a la patria. Por su parte, el poder judicial se movilizó. El 20 de junio fue votada una nueva Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, que agudizó el intento de destituir a Castillo. El 11 de octubre la fiscal presentó una denuncia constitucional contra Castillo. También su familia fue acusada por corrupción y hasta su sobrina estuvo en prisión preventiva por meses. Castillo se mostró desorientado desde el principio, aunque la propia incompetencia del legislativo no consumó la destitución. Al mismo tiempo, se protegió con una continua introducción a su cartera ministerial de sectores de derecha recalcitrante y pactos interburgueses cada vez más escandalosos. También convocó a la OEA como mediadora, pero su mayor defensa la hizo con la llamada cuestión de confianza que presentó su primer ministro Aníbal Torres el 17 de noviembre del 2022. La reacción del legislativo fue la tercera moción de vacancia que se realizó hoy 7 de diciembre. Es en este escenario que la contienda llegó a su momento más álgido. Castillo terminó de mover las fichas que le quedaban a las 11: 41 am:  “Se dictan las siguientes medidas: disolver temporalmente el Congreso de la República e instaurar un gobierno de emergencia excepcional”       

Sin embargo, esas ideas y esas palabras no tenían ningún respaldo material. Castillo y su séquito parecían confiar ingenuamente en sus palabras, como si por arte de magia el Congreso se cerraría porque él así lo dijera. Tras una hora del mensaje no se sabía nada de los etnocaceristas ni de la policía y menos de las FFAA. No había ningún poder fáctico respaldando esas palabras. Mientras tanto, el campante Congreso aceleraba la vacancia. A la 1:30 pm, aproximadamente, las FFAA divulgaban en un escueto comunicado su apoyo al orden constitucional, lo que verdaderamente significaba el respaldo al legislativo. La estocada final la dieron los 101 votos congresales a favor de la vacancia, que terminó por consumar su corto período presidencial.

Tal fracaso político es expresión de la impotencia y bancarrota de la izquierda peruana, una izquierda que defendió la podredumbre de su gobierno, bajo la excusa de un golpe fascista en ciernes y la esperanza de mejores condiciones para la organización del circo constituyente. Lejos de proponerse la construcción de una apuesta programática independiente y clasista, la izquierda se limita a denunciar a la derecha por su “autoritarismo” y su nula “vocación democrática”. Ese camino los llevó al ridículo de respaldar la misión fiscalizadora de la Organización de Estados Americanos (OEA), órgano interventor del imperialismo yankee, y a justificar toda la política antiobrera y mediocre de Pedro Castillo.

Mientras los políticos burgueses y la izquierda del capital se achacan mutuamente la responsabilidad de la crisis política, los proletarios del campo y la ciudad continúan padeciendo la explotación y los embates de la crisis capitalista mundial y cargando las consecuencias sobre sus hombros: subida de precios, escasez de materiales para la producción agrícola como es el caso de los fertilizantes, sequías continuas, rebrote de la pandemia, alto precio de combustibles, etc.

En cuanto la izquierda del capital y la derecha se limiten a discutir cuál es la mejor salida para resolver las constantes disrupciones políticas de las instituciones burguesas que defienden con su vida, el hartazgo popular contra los políticos y sus medios de comunicación crece cada día más. Como no podría ser de otra manera, el interés de clase de los trabajadores estaba por completo ausente en este conflicto entre cúpulas. La gestión de Castillo nunca expresó el interés de los trabajadores ni siquiera en términos reformistas. No cumplió ni con las expectativas de las izquierdas del capital cuya aspiración máxima era el cambio constitucional. Aunque ideológicamente se presentara de otra manera – como disputa entre sectores populares y élites, entre “provincianos” y “limeños” – lo que estaba en juego era el control del Estado para beneficiar o discriminar fracciones capitalistas.

lunes, 3 de octubre de 2022

CONTRA LA TRAMPA DE LA DEMOCRACIA: ELECCIONES EN BRASIL

Editorial Ande
Perú, 02/10/2022

Protestas de la clase trabajadora a nivel mundial, una guerra interimperialista en curso que amenaza con devenir en una guerra nuclear, precios exorbitantemente elevados en cada rincón del planeta, la izquierda del capital revalidando nuevamente el electoralismo y la vieja historia de la crisis capitalista que promete ser más encarnizada. Es en este escenario contradictorio que se desarrolla una vez más las grisáceas trampas electorales de la democracia burguesa. El presente escenario es Brasil.

El resultado de los próximos comicios electorales en Brasil estará en el centro de la opinión pública internacional durante los próximos días. No es para menos, se trata de la principal economía regional en términos de producción y la decimotercera a nivel mundial. Una formación económico-social que, aun siendo periférica, tiene una considerable capacidad de exportación de capitales, manteniendo relaciones asimétricas o subimperialistas con vecinos de la región como Paraguay o Bolivia, y que históricamente se enroló de manera activa en las misiones contrainsurgentes impulsadas por el imperialismo norteamericano y las burguesías latinoamericanas. Actualmente mantiene relaciones económicas fluidas con el imperialismo chino colaborando con su expansión en América Latina.

Como es evidente, el curso de los acontecimientos políticos en este país no puede ser desestimado por nadie. Pero su evaluación, más aún si pretende realizarse desde una perspectiva proletaria, debe hacerse considerando las contradicciones esenciales, y no la mera inmediatez que solo se queda en lo aparente.

A pesar de que en los hechos el Partido de los Trabajadores (PT) demostró ser un reformista que no realizó cambios estructurales, buena parte de la izquierda y el llamado “progresismo” continúa sosteniendo la existencia de una diferencia esencial entre este partido y la extrema derecha representada por Jair Bolsonaro. La postura impulsada por estos sectores ingenuos afirma que la permanencia de Bolsonaro en el gobierno equivaldría a una victoria fascista sobre la democracia liberal cual Mussolini marchando sobre Roma. En consecuencia, la tarea inmediata sería la lucha contra el bolsonarismo en defensa de las libertades democráticas y el Estado de derecho. Es decir, que estos grandes “defensores de la libertad” son en realidad militantes del capital y sus expresiones democrático-burguesas. No importa que Lula haya sido muy claro con su postura procapitalista. Por ejemplo, ya desde el 2002 decía lo siguiente en una entrevista publicada en la Revista IstoÉ: “El capitalismo brasileño hoy está inoperante. El actual gobierno impide que Brasil sea capitalista, porque dificulta el crédito a quien produce y a quien consume debido a las altas tasas de interés. (…) Quiero dinamizar la economía. El primer paso es hacer que Brasil crezca en el mercado interior y externo. (…) Los empresarios deberían votarme porque, en este momento, solamente yo soy capaz de hacer que la economía vuelva a crecer (…)”. Tampoco importa que incluya entre sus filas a políticos tradicionales vinculados al catolicismo conservador y a la agroexportación como Geraldo Alckmin, y busque asegurar el apoyo reuniéndose con sectores del gran capital como Josué Gomes, presidente de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (FIESP); Isaac José Sidney, director de la Federación Brasileña de Bancos (FEBRABAN); Benjamin Steinbruch, director de la Consejo de Administración de Compañía Siderúrgica Nacional de Brasil; Flávio Gurgel Rocha, presidente del gigante textil Lojas Riachuelo y parte del más grande grupo de empresarios textiles en América Latina, Grupo Guararapes; y otro largo etcétera. En fin, todo vale con tal de sacar al “fascista” de la gestión gubernamental. Todo se reduce a los malabares políticos, dejando fuera las relaciones económicas, especialmente aquellas que mantienen en condiciones de creciente explotación a su población trabajadora. Estas organizaciones desligan el Estado de las dinámicas del capital y no comprenden las categorías como totalidad.

El primer elemento de esta falsa contradicción radica en trasladar de forma mecánica una categoría que sintetizaba un proceso histórico diferente y especifico al actual ascenso de la extrema derecha en el mundo. Pero aun considerando que tenga algo de credibilidad, la experiencia real del movimiento obrero probó hasta el cansancio que la lucha contra el fascismo no puede efectuarse sin una lucha contra el capitalismo en general. Contraponer el fascismo a los valores y las formas económicas y políticas liberales implica negar su unidad orgánica como dos momentos del desarrollo del capital.

En Brasil existe una clara continuidad entre la política económica del PT y la ejecutada por Bolsonaro. Para poner unos ejemplos, la producción de soja, commodity más importante de Brasil, tuvo su mayor despunte en los gobiernos del PT con un crecimiento continuo de 51, 919 440 toneladas en 2003 a 96, 394 820 en el 2016 (según la FAO). Mientras las hectáreas de producción de soja del 2006 al 2016 aumentaros de 22, 04 millones a 33, 15 millones (según la FAO). La producción total de granos para la agroexportación entre 1975 e 2017 que era de 38 millones de toneladas, creció más de 6 veces, hasta 236 millones despuntando principalmente en los gobiernos del PT (según el EMBRAPA). Es decir que hubo un crecimiento casi continuo de la agroexportación en los gobiernos petistas. Incluso, en el gobierno de Lula hubo mayor participación de los sectores de la industria en el PIB con un 23, 1% en el 2011 mientras que en el de Bolsonaro se redujo a un 18, 9% en el 2021 (según IBGE). Si la oposición entre fascismo y democracia debe desestimarse, es todavía más insostenible pensar en una disociación radical entre dos gestiones que, en lo fundamental, han mantenido el mismo programa económico en beneficio del agronegocio, el capital financiero y la burguesía industrial. La izquierda y el progresismo cierra los ojos ante los hechos y cae presa de las diferencias aparentes que existen entre Lula y Bolsonaro. La infame retórica y el cretinismo de este último, carácter rancio de la extrema derecha, no es más que una estrategia para capitalizar el descontento de los trabajadores frente a las limitaciones del “socialismo del siglo XXI” que caracterizó la experiencia petista.

Si admitiéramos que las diferencias entre los dos principales candidatos no son esenciales, pareciera sensato para los trabajadores optar por una “verdadera opción de izquierda” en el proceso electoral. De hecho, en los comicios brasileños abunda esta fauna electoral. Tratándose de distinguir del “lulo-petismo” encontramos las candidaturas del Partido Comunista Brasileño (PCB), la Unidad Popular (UP) y la del Polo Socialista Revolucionario (PSR). Estas organizaciones, más allá de sus matices, no parecen tener mayor objetivo que reemplazar al PT electoralmente y ejecutar, a partir del acceso a la maquinaria estatal, medidas aparentemente progresistas para los trabajadores. Sus prácticas, tan limitadas, como sus sueños de cumplir las llamadas “tareas democrático-burguesas” se justificarían porque el PT no habría realizado transformaciones sustanciales “traicionando” a los trabajadores. Se trata al fin de poner de cabeza al rey (capital), no de cortarle la cabeza.

Lo que subyace a este tipo de intervención política, por más que se enuncie una y otra vez que obedece a mediaciones tácticas, es una confianza ingenua en los mecanismos institucionales. Una fe pudorosa en la posibilidad de reformar lo irreformable o de consolidar conquistas que gradualmente modifiquen la balanza en favor de los trabajadores. El cuestionamiento del carácter de clase, del capital y el Estado, tan caro al comunismo, al que adscriben muchas de estas organizaciones, brilla por su ausencia. Han guardado en la gaveta El Manifiesto Comunista hasta el final del proceso electoral.

Es habitual que la priorización de la disputa institucional esté motivada por el oportunismo político y la obtención de beneficios económicos que brinda el acceso a la gestión del aparato estatal. Con todo, en el caso de muchas organizaciones que se reivindican de izquierda, esta opción “táctica” suele ser motivada por una evaluación equivocada del momento histórico y de las posibilidades reales de la actuación dentro del Estado. En medio de un proceso de decadencia social, económica y política generalizada a nivel global, conflictos bélicos con la participación de los principales bloques imperialistas, y una crisis de sobreacumulación sin resolución a la vista, llama la atención que los sectores que deberían encabezar la lucha contra el capitalismo no tengan nada más qué ofrecer a los trabajadores que ir a votar por la llamada “verdadera izquierda”. Aunque se llenen la boca con consignas grandilocuentes como “poder popular” o “socialismo”, en los hechos incurren en la afirmación del capital y sus formas políticas. En el contexto brasileño esta posición es todavía más deplorable. ¿Qué democracia van a defender los millones de proletarios que sufren desde siempre un Estado de excepción permanente en las favelas?

No deberá sorprender, entonces, que las masas desborden a los partidos y sindicatos como ocurrió en las manifestaciones del año 2013, cuando durante la gestión petista encabezada por Dilma Rousseff, millones de trabajadores irrumpieron en medio de las disputas interburguesas, colocando en evidencia que la única contradicción fundamental y real es la contradicción capital-trabajo. En aquel contexto, mientras el grueso de la izquierda reculaba en favor de la gestión petista, el ánimo radical de los trabajadores fue capitalizado por la demagogia derechista. Es decir, el engendro bolsonarista no es nada más que el resultado de la defensa ingenua de las instituciones burguesas practicadas por estos sectores electoreros atrapados en las redes democráticas. Es la dialéctica del capital en la política que solo cambia sus representantes. Sorprende que, aun después de estas experiencias, los agrupamientos que se identifican con los intereses del proletariado no puedan ir más allá de la crítica al PT. Esta, aunque fundamental, es insuficiente.

El parlamentarismo en las condiciones actuales no tiene otro papel que reducir el trabajo militante a un apéndice de la dinámica electoral. Dinámica democrática que es indisociable del interés capitalista y las exigencias de la valorización del valor. Subordina las energías de militantes honestos al curso infructuoso del juego institucional, en el que la burguesía siempre tiene la sartén por el mango. Obstruye el reconocimiento de la dominación de clase porque se presenta como una opción para mejorar algo sin ir a la raíz de los problemas. Cambio de la apariencia, mas no de la esencia.

La pregunta cae por su propio peso ¿qué hacer? Ser revolucionario significa comprenderse como momento del movimiento real de la clase, colaborando con sus autoesclarecimiento y sus procesos de lucha, es decir, concurrir en la acción colectiva del proletariado en la defensa de sus intereses de clase de manera irrestricta. En las condiciones actuales esto implica ir más allá de las trampas democrático burguesas agitando una posición abstencionista en el proceso electoral, pues ni la izquierda reformista, ni los críticos, ni mucho menos la extrema derecha, suponen una acción en sentido de negar radicalmente la dominación capitalista. Son, por tanto, una traba al desarrollo de la conciencia del proletariado y su papel revolucionario en la actual crisis capitalista. Nuestra consigna es, por tanto, la autoemancipación del proletariado a través de un proceso revolucionario más allá de las trampas democráticas de la burguesía.

domingo, 4 de septiembre de 2022

[Chile] «No hemos perdido nada»

por Luther Blisset
5 de septiembre 2022, Chile

No hemos perdido nada, porque nada en ese proceso era nuestro: todo era sobre la oligarquía y sus lacayos intentando reordenar el juego para perpetuar su dominación sobre la mayoría.

Cuando en el plebiscito de entrada el Apruebo ganó con el 80% de los votos, nadie salió a celebrar: esa fue una noche lúgubre, porque todo el mundo sabía que lo que se estaba aprobando era el menos malo de los chanchullos impuestos por los ricos mediante el terrorismo de estado y el confinamiento masivo.

Lo que vino después, la campaña del terror con que hicieron ganar a Boric, y la reciente algarabía histérica de la campaña del Apruebo, no ha sido otra cosa que el efecto amplificado del delirio de la burguesía, obligada a creer rabiosamente en sus propias mentiras. Tan sumergidos están en sus propios fluidos ideológicos, que llegaron a creer que ganarían si obligaban a todo el mundo a votar.  

Si alguien ha salido victorioso hoy, fueron las más de 2 millones de personas que a pesar de las amenazas no acudieron a las urnas. Si a ellos sumamos los votos nulos y en blanco -cuatro veces más numerosos que en el plebiscito de entrada-, resulta que un 16% de los inscritos, cerca de 2 millones y medio de personas, o bien se rehusaron a responder al interrogatorio fariseo de la casta política, o bien respondieron con un digno silencio.

Esa rebeldía elemental, esa voluntad de desertar de la política burguesa, es el piso mínimo para cualquier ambición emancipadora. Quienquiera que se pretenda revolucionario o anticapitalista, debe partir por fomentar y potenciar esa evasión. Esa evasión, la de quienes saltan sin miedo el torniquete del sistema de representación política burguesa, fue y seguirá siendo nuestro gesto primordial de rebelión, y es la condición previa de toda política independiente de las clases explotadas.

sábado, 3 de septiembre de 2022

[Chile] El acá y el allá se piensan juntos

Una respuesta al desasosiego ultraizquierdista del MIT

por Luther Blisset
3 de septiembre 2022, Chile

“Si el partido lo exige, un auténtico bolchevique está dispuesto a creer que lo negro es blanco y que lo blanco es negro.” (Gueorgui Piatakov)

Un pequeño partido trotskista, el MIT, acaba de publicar a través de su fanzine La voz de los trabajadores, un extraño y divertido artículo, firmado por un tal Hank Escorpio, acerca del plebiscito del 4 de septiembre. El autor dice que quienes han llamado a la abstención y al voto nulo, viendo en el proceso constituyente una restauración del poder oligárquico, son “ultraizquierdistas”, y que por lo tanto sus llamados muestran, además de una actitud “estudiantil”, una inclinación criminal, patológica, violenta y fascista.

Lo primero que llama la atención es que en el título se nos conmina a que “aprendamos a pensar”, mientras que el artículo es tan confuso, retorcido y alusivo, que si uno realmente piensa en lo que está leyendo, no puede tomárselo en serio. Aludiendo arbitrariamente a uno que otro concepto filosófico, el autor intenta dar la impresión de un pensamiento profundo y complejo, cuando en realidad su único propósito es demonizar una realidad con tal de poner al lector en contra de ella. Es decir: para que el artículo cumpla su propósito, es necesario que el lector no piense mucho, y más bien reaccione visceralmente ante la amenaza que le están proponiendo.

Vamos a dedicar algunas líneas a demostrar que la amenaza ultraizquierdista retratada por el MIT es más una fantasía que una realidad, y de paso aprenderemos dos o tres cosas quizás hasta ahora inadvertidas sobre la mentalidad y la política del trotskismo de derecha.

Despejando una niebla terminológica

Primero aclaremos: ¿qué es la ultraizquierda? En breve: es el nombre que los dirigentes de la Tercera Internacional le dieron, despectivamente, a los marxistas que se apartaron de su línea oficial porque la consideraban peligrosamente centralista y autoritaria. De hecho, alrededor de 1920 tanto los comunistas de consejos alemanes y holandeses, como también un variado archipiélago de grupos marxistas y anarquistas, pensaban que los jefes rusos de la Internacional, embriagados de poder, se habían vuelto ciegos a las aspiraciones y necesidades del movimiento obrero real, estando dispuestos a aplastar cualquier expresión de lucha que no se sometiera a sus órdenes (como efectivamente hicieron en numerosas ocasiones).

El movimiento obrero ya había sido advertido de esto cuando los jefes socialistas alemanes ordenaron asesinar a Rosa Luxemburgo, a principios de 1919: a su manera, esos jefes políticos habían expresado una temprana preocupación por la amenaza del “ultraizquierdismo”, aunque no utilizaran esa palabra. El término empezó a ser usado cuando Lenin dio a conocer su famoso libelo La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, escrito para denostar a las mismas corrientes políticas que los carniceros Ebert y Noske habían ahogado en sangre en Alemania, un año antes. En lo sucesivo el texto de Lenin ha sido utilizado como un manual doctrinario por todos los defensores del estado policial estalinista, y hoy sigue siendo útil a los izquierdistas que buscan salvar la institucionalidad burguesa, erigirse ellos en jefes políticos del pueblo, y demonizar la autoactividad proletaria.

El MIT, por su parte, sin ningún rigor, de forma obviamente malintencionada, y nada menos que en nombre de Lenin, reduce el ultraizquierdismo a la lucha armada, identificándolo con tendencias tan dispares como el guerrillerismo castro-guevarista y maoista, la ETA, el IRA, las Brigadas Rojas, el MIR, el FPMR, el MJL, la RAF y el anarquismo insurreccional… ocultando que la mayoría de esas expresiones son profundamente leninistas, y sin mencionar que en la ultraizquierda hay grupos que han criticado a ese lucharmadismo, precisamente por ser una forma extrema de leninismo. El MIT está delirando.

Volvamos a la realidad. Hoy en día, quienes se identifican con las tendencias que Lenin denigró como “ultraizquierdistas” (el comunismo de consejos, básicamente) tienden a formar sectas aisladas con muy poca o ninguna influencia social, y que tienden a replicar en miniatura las lógicas alienadas de los partidos burocráticos. Hay, por otro lado, quienes han roto con esa tendencia y la han criticado, en textos como Contribución a la crítica de la ideología de ultraizquierda de Jean Barrot, o De la ultraizquierda a la teoría de la comunización del grupo Thèorie Communiste, por citar sólo dos ejemplos.

El abstencionismo no es de sectas, es de masas

Lejos de las pocas sectas ultraizquierdistas que aún sobreviven, y de los escasos teóricos que les han dedicado críticas que casi nadie lee, hay un campo social bastante amplio y diverso que, sin saber nada de todo eso, encarna un fuerte rechazo a cualquier política burocrática y autoritaria, sea de izquierda o de derecha. Con el correr de los años, esa desconfianza del pueblo hacia los partidos y su política se ha ido convirtiendo en un asunto de sentido común y de decencia, tanto como lo es su rechazo a los carteles del narcotráfico o al tráfico de personas, por ejemplo.

Por lo tanto, es completamente natural que ese ánimo antipartidista forme parte constitutiva de una gran parte de la militancia poblacional, de la lucha medioambiental, del activismo sindical, del rescate historiográfico y de la experimentación cultural, prácticas que no se reconocen ni en la ultraizquierda ni en sus críticos, pero sí en la historia del poder popular y la autonomía obrera, en las luchas de los pueblos originarios y en la idea, vaga pero enérgica, de un “buen vivir” opuesto al capitalismo.

Es de este campo de donde vienen consignas tales como “el pueblo unido avanza sin partido”, “sólo el pueblo ayuda al pueblo”, y “que se vayan todos”, las cuales expresan el ánimo de la mayoría de la población; y es ahí donde más se ha hecho sentir el escepticismo y el asco frente a un proceso constitucional visto como fraudulento. Cuando encontramos llamamientos organizados a no validar ese proceso, o iniciativas en pro de la desobediencia civil, estamos viendo tan sólo la punta del iceberg de una disposición de ánimo que es masiva: la misma que irrumpió en octubre del 2019, y que hoy sigue madurando en el subsuelo de la sociedad, aún cuando parezca haberse extinguido. Atribuir la voluntad de abstención frente al proceso constitucional a la acción de “la ultraizquierda”, como hace el MIT a través de Hank Escorpio es, por decir lo menos, disparatado.

Disparatado, pero predecible. Porque el MIT es una organización que gravita en torno al siguiente artículo de fe: la emancipación de la clase trabajadora no será obra de ella misma, porque sólo puede ser obra de un partido que la dirija. Este dogma refleja fielmente el pensamiento de la burguesía, que se ve a sí misma como protagonista, como agente activo y pensante de la historia, y al proletariado como comparsa, mero músculo ejecutor de las decisiones de la élite dirigente. A quienes ven el mundo de esta forma, simplemente no les entra en la cabeza que las personas comunes puedan forjar sus propias ideas a partir de sus experiencias, ni que actúen por iniciativa propia movidas por sus intereses y necesidades. Según los partidos de derecha, si el pueblo se levanta y protesta en masa es porque unos conspiradores chavistas deben haberlo instigado. Según los partidos de izquierda, si el pueblo se abstiene de votar o acude de mala gana a las urnas para anular su voto, es porque además de ser apático, unos cuantos ultraizquierdistas lo han persuadido. Por lo tanto, si una brisa de escepticismo y desconfianza popular empieza a soplar en torno al plebiscito del 4 de septiembre, si mucha gente empieza a hablar de abstención, de anular y de desobediencia civil… trayendo a la memoria la altísima abstención electoral de años anteriores, lo que el MIT hace no es tratar de explicar todo eso, sino echarle la culpa al ultraizquierdismo. ¡Plop!

La verdadera soberanía es el comunismo

En todo caso, la contundente “explicación” del MIT para la abstención electoral de 58% alcanzada en Chile hace unos años, es ésta: “la gente siente apatía, desinterés, rechazo a la política”. Esto podría haberlo dicho cualquier político de cualquier partido de izquierda o de derecha, sin distinción, por cierto. Ni por un segundo se les ocurre que ese desinterés sea la condición previa para que los proletarios se planteen tomar su destino en sus propias manos, sin abdicar su soberanía en representante alguno. Al contrario, el MIT ve en esa apatía sólo una condición defectuosa que el partido debe corregir, haciendo que el pueblo vuelva a entusiasmarse con una política de dirigentes.

Lo que el MIT no entiende, porque de no entenderlo depende su propia existencia, es esto: la soberanía es una facultad indelegable, es decir que sólo puede ejercerse directamente y no a través de representantes; por lo tanto en un contexto sociohistórico como el nuestro, para que un verdadero ejercicio de soberanía popular sea posible, es necesario que el pueblo haya experimentado antes, frente a la política representativa de los partidos, una apatía y un desinterés total, absoluto y definitivo.

Tal como lo explicamos en un artículo anterior, Lenin y Trotsky (que dicho sea de paso son los principales referentes intelectuales del MIT), daban por sentado que para hacer la revolución el pueblo debe delegar su soberanía en sus representantes políticos, en un partido. Pensaban que con eso el pueblo no abdica de su soberanía, sino que simplemente la transfiere a gente capacitada para ejercerla en su nombre. Esta forma de ver las cosas es inseparable de la deficiente comprensión del capitalismo que aquejó al movimiento socialdemócrata de esa época en general, y a los dirigentes bolcheviques en particular. Ellos pensaban que antes de poder superar el capitalismo había que incrementar en un sentido cuantitativo las fuerzas productivas, multiplicando la industria pesada, las infraestructuras logísticas, de comunicación y transporte, expandiendo al mismo tiempo la reproducción de la fuerza de trabajo asalariada. Todo esto, por supuesto, sólo podía responder a un plan concebido por expertos, el cual para ser ejecutado requería firmes cadenas de mando jerárquico en que los obreros seguían ocupando los escalafones inferiores, tanto en ingresos como en poder de decisión, por debajo de los dirigentes políticos, intelectuales, funcionarios y profesionales.

Nos guste o no, hemos alcanzado el punto en que cualquier incremento cuantitativo de la fuerza productiva tal como ha sido configurada por el capital, sólo nos acerca un paso más hacia la catástrofe global y la extinción de la especie humana. Por lo tanto, en adelante cualquier noción de un mundo post-capitalista debe obligatoriamente contemplar una economía de estado estacionario como mínimo, si no un decrecimiento material acompañado de un incremento exponencial de la fuerza productiva entendida -a la manera de Marx- como la socialización misma, es decir, como praxis subjetiva.

Si la dinámica socioeconómica que los bolcheviques implantaron en Rusia era absolutamente incompatible con el ejercicio de la soberanía popular, porque la soberanía no es una mera gestualidad simbólica sino el ejercicio directo del poder sobre las propias condiciones de existencia, nosotros en cambio no podemos pensar en ninguna transición más allá del capitalismo, sin que ella implique la soberanía popular real. A este tipo de soberanía, que es el dominio consciente y directo de la población sobre sus condiciones de existencia, es a lo que se refieren expresiones como “la organización de los productores libremente asociados”, o la “administración de las cosas y no de los hombres”; y sólo sobre ese trasfondo de soberanía tiene sentido pensar en una vida colectiva que recibe “de cada cual según su capacidad” y da “a cada cual según su necesidad”.

Pensamiento dialéctico e historia

Por más que estas consideraciones puedan parecer abstractas y lejanas de nuestros problemas inmediatos, son sumamente importantes, porque según qué entendamos por capitalismo y cómo concibamos lo opuesto del capitalismo, así serán nuestras ideas sobre la contingencia política y sobre los fenómenos sociales que se agitan bajo ella. Una abstención electoral de casi dos tercios de la masa votante, y la actitud de esa masa frente a un sistema político en el que cree sólo a medias o no cree en absoluto, son fenómenos que significan cosas muy distintas según cómo se entienda la soberanía, el capitalismo, el comunismo, y el paso de uno a otro.

Quienes piensan que la revolución ya fue suficientemente explicada por los líderes bolcheviques en 1920 y que no hay mucho más que agregar, interpretan esa abstención como una “apatía y desinterés” que habría que corregir restableciendo la vieja confianza en los partidos. Esa rigidez tan poco dialéctica, esa fijación en la lógica formal que equipara las condiciones de la lucha de clases de hace un siglo con las de hoy, les iguala quieran o no a todos los partidos burgueses que hoy se parten la cabeza buscando el modo de restablecer la legitimidad perdida del sistema de representación burguesa.

Quienes, por el contrario, pensamos por nosotros mismos de acuerdo con la realidad que vivimos y no según lo que Lenin y Trotsky dijeron sobre Rusia en 1920, vemos esa misma abstención, esa apatía y desinterés frente al sistema de partidos como una evolución positiva, una que habilita problemas y aprendizajes que tienden potencialmente a la soberanía popular, y por tanto hacia el comunismo. Es sobre ese terreno que pensamos y actuamos, y eso no nos convierte en ultraizquierdistas.

Por cierto, es curioso que haya que explicarle esto a gente que se jacta de ser leninista, cuando es bastante sabido que el mayor mérito de Lenin fue precisamente haber mostrado que el contenido de la revolución debe guiar las actitudes políticas de los revolucionarios en todo momento, independientemente de cuán lejos parezca estar el horizonte comunista. Si el propio Lenin no pudo extraer de esta base metodológica correcta conclusiones mejores que las que sacó, no es por un “error” que haya cometido, sino porque en su época no había nada que le permitiera ver más allá de lo que vio, siendo la persona que él era.

De nuevo, pese a su declarado leninismo, el MIT parece necesitar que le refresquen la memoria respecto de la dialéctica histórica que Lenin quiso expresar: nosotros no analizamos la historia para encontrar culpables ni para reprochar defectos, sino para entender los límites que cada período histórico impone a las mentes y a los actos de sus protagonistas, porque sólo así podemos entender hasta qué punto esos límites no son los nuestros, y cómo los límites que nos impone nuestra propia época exigen respuestas que ellos no podrían haber siquiera imaginado. En este punto, estamos obligados a preguntarnos quién es el que “habla por los muertos y es incapaz de pensar por sí mismo”, cuando es Hank Escorpio quien se exaspera porque “cierta ultraizquierda” cita a Lenin y a Trotsky para demostrar que la época de ellos no volverá jamás, mientras que no parece inquietarle que su propio partido los cite constantemente para erigirlos en una voz de autoridad.

Por último, estas observaciones deberían bastar para que quede descartada la acusación hecha por Hank, respecto de que quienes hemos llamado a la abstención estaríamos motivados por un desprecio moral y puritano hacia la “servidumbre voluntaria” de quienes sí votan. Pues no, las cosas no son tan sencillas: uno puede apreciar el tratado de Etienne de la Boetie y seguir haciendo la crítica materialista del mundo del capital, sabiendo que quienes participan del sistema político burgués lo hacen porque las condiciones materiales de su existencia se los impone, tal como mañana esas mismas condiciones les impondrán hacer lo contrario, del mismo modo que hoy nuestro ser social objetivo nos hace captar y expresar tal movimiento contradictorio. De eso se trata el pensamiento dialéctico, en caso de que hiciera falta ilustrarlo.

Pseudofilosofía para incautos

El MIT afirma que reivindicar el voto nulo y la abstención, denunciando el proceso constitucional como un fraude y una derrota, equivale a “renunciar a la lucha gris y cotidiana” en nombre de “criterios absolutos” basados en una “lógica lineal y formal de tipo aristotélico”. Uno no sabe si reír o simplemente menear la cabeza cuando lee estas frases. Es como leer a esos militantes izquierdistas de los años setenta que en sus encarnizadas (e irrisorias) peleas por dominar la opinión ajena se acusaban mutuamente de abandonar “el materialismo dialéctico”, enrostrándose unos a otros una verborrea pastosa y vacía aprendida en los manuales de la Academia de Ciencias de la URSS, o de Marta Harnecker, sin que esas discusiones llegaran nunca a nada.

Dejémoslo claro de una vez: cuando uno reivindica la abstención, la apatía y el desinterés respecto de la política burguesa, como condiciones necesarias para la autoactividad proletaria y el poder popular, en eso no hay ninguna falta a la dialéctica, ninguna concesión a la lógica formal aristotélica, ningún “criterio absoluto” y ninguna renuncia “a la lucha gris y cotidiana”. Las razones históricas, sociales, políticas que sustentan una posición abstencionista frente al proceso constitucional de la burguesía son profundas, pesan, y han sido expuestas tanto en lenguaje teórico como en consignas, así como en un sinnúmero de expresiones populares cotidianas. Hay una comprensión dialéctica de los procesos históricos, hay razones fundantes de una decisión política responsable, madura y argumentada. Lo que no hay, es indulgencia ante el oportunismo y la demagogia, y es esto lo que molesta al MIT, no la falta de rigor filosófico. Decir que la nueva constitución traerá mejores condiciones para el pueblo y que había que llamar a aprobar en el plebiscito, no es más dialéctico que decir lo contrario. Sólo es más cómodo. Sólo hace parecer que la gris lucha cotidiana tiene más sentido porque se la ha acompañado con un posicionamiento político que ofrece ventajas comparativas a corto plazo.

Una justificación post festum

Quienes afirman que la defensa de la abstención y del voto nulo es “ultraizquierdista”, que responde a un “método estudiantil”, a una “iluminación pedagógica” cercana al fascismo, que es “vanguardista”, que es “criminal” y que es “patológica”… quienes dicen todo eso tal vez consigan dar de buenas a primeras una impresión superficial de adultez política, de responsabilidad histórica y de certeza científica, pero basta con remover un poco esas hileras de frases grandilocuentes puestas una detrás de otra, para ver que ahí no hay nada: sólo la voluntad de denostar, de demonizar una opción política que es contraria a la de ellos y que ellos son incapaces de refutar con verdaderos argumentos. Después de todo, ¿para qué cansarse pensando en argumentos cuando eso entraña el riesgo de no encontrarlos, y además resulta más fácil convencer a una audiencia de lectores desatentos movilizando sus temores y antipatías?

El punto es, justamente, que muchísima gente ya decidió votar Apruebo, que el MIT ya decidió sumarse a esa movilización política de masas respondiendo a cálculos que le conciernen en tanto partido político, y que una vez tomada esa decisión, están obligados a combatir con ferocidad cualquier oposición o crítica. Acá “ferocidad” significa: con mentiras, con tergiversaciones, con trucos retóricos. Que la abstención/voto nulo es ultraizquierdista, que es fascista, criminal, enferma. Esto en psicología se llama proyección: le atribuyen a otros lo que ellos temen encontrar en el fondo de sí mismos.

Todo el artículo de Hank Escorpio está plagado de ese mecanismo neurótico. El objetivo: aplastar la opción abstencionista en cuanto empiece a mostrarse como algo más que un fenómeno periférico, marginal e insignificante. Porque eso es exactamente lo que ha sucedido en estas últimas semanas: que ante la pasividad y postración de las masas populares, la casta política y la oligarquía se desataron, mostraron sin tapujos lo que el proceso constitucional siempre ha sido, un fraude total, y en respuesta a eso la sospecha que anidaba en mucha gente empezó a convertirse en inquietud, en malestar y finalmente en la decisión política de abstenerse o de votar nulo.

Frente a ese tenue, incipiente regreso de la desobediencia civil que estalló en octubre de 2019, el MIT se ha visto enfrentado al siguiente dilema: o admite que se equivocó al sumarse al Apruebo y reconoce la legitimidad del rechazo popular al fraude constitucional, o justifica su decisión a sabiendas de lo que implica, huyendo hacia adelante. Ya sabemos: ha preferido huir hacia adelante, y para justificarse va a echar mano a lo que sea, incluso a insinuar que sus detractores son extremistas armados locos y peligrosos. Lo importante es mostrarse serios y respetables ante el partido del orden, con la esperanza de ser admitido en sus filas.

Sí, lo queremos todo

Hasta aquí sólo hemos esbozado algunas ideas que esperamos ayuden a despejar la neblina de malos entendidos y tergiversaciones ofrecidas por Hank Escorpio en su artículo para el MIT. Sobre todo, nos ha interesado desmentir algunas deformaciones bastante groseras que Hank hizo pasar bajo un barniz aparentemente filosófico, dialéctico, realista, optimista y asertivo… y que en realidad denotan exactamente lo contrario: un pensamiento superficial, rígido, voluntarista y acomodaticio. Sólo para dejar consignado el grado de hostilidad que el abstencionismo electoral puede suscitar: Hank ha llegado al extremo de decir que quienes no votan en elecciones, esos ultraizquierdistas dementes, profesan un “odio patológico” a la clase obrera, buscan deliberadamente vivir en la pobreza, padecen de personalidades narcisistas, y usan el anonimato debido a sus acciones violentas, clandestinas e ilegales.

Por supuesto, no vale la pena ocuparnos de acusaciones tan estrambóticas, pero sí es relevante mencionar, respecto del anonimato, que la gran mayoría de los anticapitalistas que no revelan su identidad en internet, lo hacen simplemente porque desdeñan la figuración pública, no tienen ningún interés en el prestigio autoral, y en cualquier caso son lo bastante prudentes para no olvidar que llegado el momento de la represión política no hace falta cometer ninguna ilegalidad para ser blanco de ella. Como sea, no es muy común encontrar a anticapitalistas que le den demasiada importancia a la presencia de su Yo virtualizado en el mundo de internet. Por si fuera poco, existe una abundante producción literaria, filosófica y política que ha puesto en tela de juicio el valor de la identidad egoica y de su publicidad, pero es obvio que Hank Escorpio la ignora o no la entiende; sin pensarlo dos veces, se contenta con el absurdo de diagnosticarle narcisismo precisamente a quienes por motivos que nada tienen que ver con la ilegalidad, han renunciado de buena gana al reconocimiento de una sociedad que produce narcisismo en masa.

En cualquier caso, sería muy raro que en ese esfuerzo por justificar su adhesión al partido del orden, el MIT no hubiera acertado en una que otra descripción de los elementos políticos que hoy día están posicionados en torno al plebiscito. A saber: en los sectores que defienden la abstención y el voto nulo sí hay, efectivamente, un componente impresionista que aísla algún aspecto de la lucha social y la eleva a categoría suprema, suplantando el todo por una parte. Tampoco se puede negar que existe un elemento voluntarista, empirista, inmediatista, que tiende a reemplazar el análisis sociohistórico por los deseos personales y las inclinaciones emotivas del momento. Estos rasgos son límites inherentes al movimiento social tal como existe en este momento, y no van a desaparecer por un acto de voluntariosa denuncia retórica. Por lo mismo, son también rasgos notorios de los sectores militantes que no han sabido aún romper con las lógicas de la ultraizquierda. Pero por más que estos rasgos existan, y constituyan un límite a las luchas, deducir de ello que la abstención electoral es una manía de ultraizquierdistas, es una estupidez. No vamos a insistir en los motivos que el MIT tiene para incurrir en ella.

Por último, queda comentar, aunque sea muy rápido y para rematar, ciertas acusaciones que la izquierda partidista -no sólo el MIT- ha dejado caer últimamente sobre quienes han puesto en duda su vía institucional. Existencialismo, milenarismo, maximalismo, ultimatismo. Sería interesante ver cómo experimentarían esos izquierdistas estas evocaciones si no estuvieran cegados, ensordecidos e insensibilizados por su necesidad de justificar las míseras cuotas de poder que ya les han sido concedidas dentro del orden burgués. Tal vez, sólo tal vez, descubrirían que antes que ellos llegaran a solicitar su admisión en el negocio de la representación política, el existencialismo, el milenarismo, el maximalismo y el ultimatismo ya se habían consolidado como fuerzas motrices definitivas e insustituibles de toda transformación histórica. No las escuelas filosóficas ni las corrientes literarias, sino las vivencias compartidas por masas de gente que en determinados momentos no pudieron tolerar más la miseria, el vacío y el sinsentido de una existencia reducida a una variable del mercado. Sin esas disposiciones de ánimo, que una y otra vez actúan como fuerzas elementales de lo humano frente a la alienación de lo real cosificado… sin esas proyecciones subjetivas y sociales hacia un más allá de la alienación cotidiana, jamás habríamos oído una palabra sobre Espartaco, ni sobre Thomas Müntzer, ni sobre Marx, Bakunin, Lenin o Mao, ni sobre los Cordones Industriales o el poder popular. Tampoco habríamos vivido en primera persona un levantamiento social como el de octubre de 2019, ni habría en este momento ningún “político realista” buscando que le concedan un puesto en la gestión racional de la barbarie neoliberal.

El MIT, el Frente Amplio, y todos los demás partidos que ya están o aspiran a ser admitidos en la administración del capitalismo, le deben todo a esas pulsiones existencialistas, milenaristas, maximalistas, tan emparentadas con la poesía, con la alegría de vivir, con el amor y el espíritu de aventura y de descubrimiento. Sin esas pulsiones, el politicismo rencoroso y gris, burocrático y sin imaginación, de los militantes del conformismo, se ahogaría en su propia insignificancia, aparte de que no tendría nada que reprimir, nada que controlar, nada que acallar ni administrar. Así que un consejo: cuando perciban un aire de romanticismo revolucionario, existencialista y utópico, deberían como mínimo observar el mundo de pesadilla en el que apenas sobreviven, examinarse a sí mismos vegetando dentro de él, y al menos por pudor, callarse la boca, porque en ese aire inconformista está la semilla de toda revuelta, de toda revolución futura.

Lo que fue y lo que vendrá

Dicho esto, concluyamos con una advertencia, por la que podrán acusarnos de muchas cosas pero no de un exceso de humildad: pese a todo lo que esta breve pausa pueda sugerir, en Chile no se va a restablecer la legitimidad del sistema de dominación política de la burguesía. Así como hoy avanza a paso acelerado en varias regiones del planeta una marea de recesión económica, colapso climático y derrumbe de los estados nacionales; así como las clases dominantes se aprestan para la guerra civil generalizada confiando en que esta vez, contra toda evidencia pasada, la destrucción física alcanzará para detener la historia; así como hoy los humillados y ninguneados de siempre aguardan pacientemente el resultado de su último acto de confianza en el orden de las cosas, sabiendo que no van a esperar indefinidamente… asimismo aquí y en todas partes hay quienes han llevado el conocimiento dialéctico de la historia a la conclusión lógica que en este momento es evidente por sí misma: no es el momento de ceder ninguna fuerza, ningún gesto, ninguna esperanza, a la continuación de las cosas tal como han sido hasta hoy.

La vieja ensoñación constitucional, democrática, representativa, hoy restaurada por un rato, va a durar muy poco. El agua y la electricidad, el trigo y las hortalizas, las correas de transmisión y los microchips, las camillas y medicamentos, las señales inalámbricas y las armas, pronto empezarán a imponer sin mediaciones sus propias leyes inapelables, y toda convocatoria a “la razón” ilustrada y a “la razón” política, se va a revelar como una abstracción insignificante y ridícula, frente a la razón concreta de los pueblos vivientes, reales, buscando subsistir. Cualquiera que observe con atención las curvas de datos macroeconómicos, climáticos y sociales, y que acompañe esas curvas con informaciones frescas sobre desempleo, automatización, inundaciones, sequías e incendios catastróficos, hambrunas, guerras civiles y derrumbe de estados-nación, sabe que este es el curso inevitable a seguir, y que si bien no hay nada que podamos hacer para evitarlo, sí podemos hacer esta simple, modesta y crucial elección vital -que es a la vez política e histórica-: o dedicamos nuestras fuerzas a alimentar ilusiones vanas, o a destruirlas.

La mayoría de la gente que se abstiene de votar o vota nulo, sin importar cuán intenso haya sido el asedio propagandístico, lo hace por hastío, apatía y desinterés, que son las actitudes más saludables que alguien puede tener en estos tiempos frente al capitalismo real. Entre ellos, hay unos cuantos que pese a estar también hastiados del capitalismo y de los embusteros izquierdistas y ultraizquierdistas, promueven la abstención no por hastío, sino por economía de fuerzas. Mientras menos ilusiones existan sobre la capacidad de la política burguesa para mejorar nuestras condiciones de vida, mejores serán nuestras probabilidades de salir del capitalismo, hacerlo por nosotros mismos, y a partir de ahí, ser dueños soberanos de lo que sea que vaya a venir después.

martes, 23 de agosto de 2022

[Chile] ¿Qué es un plebiscito?

por Luther Blisset
23 de agosto 2022, Chile

Aunque en su raíz latina el vocablo plebiscito designa la decisión soberana de la plebe, su uso moderno se refiere a algo muy distinto. En nuestros días el plebiscito, al igual que todos los actos eleccionarios de las democracias modernas, no pasa de ser un simple interrogatorio: un acto unilateral en que los gobernantes le exigen a la masa gobernada que se pronuncie sobre un tema planteado por ellos. Por supuesto, cuando los gobernantes plantean un asunto a plebiscitar, es únicamente en interés de ellos mismos: necesitan saber qué tipo de dominación toleran mejor los gobernados, para poder ejercer sus funciones de mando con menos incertidumbre.

En algunos casos, la resistencia de los gobernados a responder interrogatorios -Chile alcanzó hace algunos años el 58% de abstención electoral, la más alta del mundo-, es síntoma de una indisciplina más profunda, que puede llegar a convertirse en rebelión abierta -como en este mismo país, a fines de 2019-. Llegado ese extremo, el poder debe simplificar y exacerbar al máximo las preguntas, al punto de que los gobernados no tengan escapatoria. Tras haberse visto sorprendidos por la desobediencia civil, y tras haberla desactivado o ahogado en sangre, los gobernantes deben poner a los gobernados entre la espada y la pared, obligándoles a opinar sobre una disyuntiva aparentemente lapidaria, definitiva.

Eso y no otra cosa es un plebiscito: un acto que representa ficcionalmente la soberanía de la plebe, pero que en realidad exhibe ante la vista de todos la soberanía sin rival de los gobernantes, capaces de reducir la cuestión social a un “sí” o un “no” inofensivo frente a la dominación, mientras restringen casi por completo la libertad de decir “no” al propio plebiscito.

El plebiscito, dado que es un interrogatorio, no tiene otra función que reafirmar la superioridad de quienes hacen las preguntas.

 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

[Chile] Crítica de la crítica del texto “Sobre Kast, Boric y la contrarrevolución en curso”

23 de noviembre de 2021. Tomado de un muro de facebook

Ver también:  Sobre Kast, Boric y la contrarrevolución en curso

El autor comienza su crítica saludando la discusión que aporta el texto en entornos libertarios, sin embargo, nos anuncia -sin aún decirnos las razones- que el escrito realiza una lectura errónea de la “realidad que se nos viene encima”, y aprovecha de especular una falta de lectura acerca de los medios asociados a la clase dominante. Sobre este primer punto, señalar en primera instancia que dicha afirmación se basa en una falacia por desconocimiento de lo que efectivamente ha hecho la persona que escribió el texto que crítica -y por tanto lo único que nos anuncia es que el pretendido crítico cree saber más acerca del tema en cuestión- y, en segundo lugar, cuando queremos saber qué pasos dará la clase dominante no leemos los medios de reproducción de su ideología – y, por tanto, de su falsa conciencia- sino que observamos atentamente lo que realmente hacen.

Como nuestro crítico, vamos por parte. Es una labor tediosa, porque es un compendio de todas las imposturas que el primer texto quería criticar y, por otro lado, no sale de la misma retórica impotente que caracteriza al anarquismo y la ultraizquierda en la actualidad. Ya antes de terminar el texto sabemos la conclusión: hay una terrible realidad que “se nos viene encima” -haciendo aquí gala del pensamiento paranoico que ha invadido al conjunto de la izquierda ante el fenómeno Kast-, y que gane Kast es peor a que gane Boric. Tal conclusión va en contra de cualquier pretensión de pensamiento materialista, ni tampoco aporta nada a alguna alternativa emancipadora, simplemente afianzan el pensamiento izquierdista actualmente existente y con ello reproduce de manera ampliada su ideología. Sobre todo hoy, cuando los hechos presentes que se desarrollan frente a nuestros ojos nos muestran que el gobierno más progresista de Europa lanza tanquetas a los obreros del metal, cuando AMLO pacta con narcotraficantes y lidera una cacería humana contra inmigrantes o cuando Biden continua una política genocida con el beneplácito complaciente de toda la izquierda progresista norteamericana. La realidad grita, pero nuestro crítico no escucha porque está atrapado en la cámara de resonancia que denuncia.

Más aún, en ningún momento del texto se señala la posibilidad segura de que Boric gane por un potencial efecto anti-Kast, solamente señala que un número de unas cuantas miles de personas no fueron a votar por Boric por razones sumamente fundadas, a las cuales nuestro crítico parece ser ciego porque, recordemos, hay una terrible realidad que se nos viene encima y el nos la va a señalar. Se ha pasado completamente por alto la tesis principal del texto, a saber, que Kast y Boric son dos caras de una misma contrarrevolución que comienza el 15 de noviembre de 2019. De allí el absurdo que recorre todo el texto, nos llama en última instancia a votar por Boric cuando el auge del fascismo se debe precisamente al triunfo de la política socialdemócrata que aún mantiene a Piñera dentro del palacio de La Moneda, y no al revés. Por lo demás, el texto nos habla acerca de las ideas de derecha de Parisi, de los pactos del PDG con Republicanos y todo lo que ocurre en el cielo de la política, pero no nos explica cómo puede ser que un candidato que realizó una campaña exclusivamente de manera online haya sacado casi un millón de votos, a qué publico apunta y porqué Boric es impotente para obtener dichos votos. Simplemente nos señala la alta improbabilidad de que eso suceda. Por nuestra parte, no jugamos a la futurología, simplemente señalamos los hechos reales que han hecho naufragar a Boric y, además, evidenciar el peligro que él representa para cualquier movimiento emancipador a despecho de todas las esperanzas e ilusiones que se hayan depositado en su programa y su despliegue de ingeniería emocional progresista.

Pero el crítico va más lejos, incluso coincide con la lectura política de los comentarista de El Mercurio -hay que tener cuidado al leer los “medios de la clase dominante”-, puesto que afirma que “de ganar las elecciones Boric, el proyecto tiene pocas esperanzas de éxito. Los inversionistas van a presionar hasta el cansancio, la derecha liderada por Kast va a estar a sus anchas, lo que podría traducirse en un viraje posterior aún más a derecha”. Nuevamente la crítica falla, porque entonces tendría que explicarnos porqué un candidato que se ha codeado con empresarios, que firmó como individualidad el Pacto por la Paz y la Nueva Constitución, que fue a la ENADE a calmar a cualquier empresario indeciso, que se ha mostrado sistemáticamente a favor de medidas represivas que mantengan la paz social del capital, que empero hace todo eso y más, sería un gobierno en el cual los “inversionistas” van a sentirse incómodos. Por el contrario, Boric ha hecho todo lo posible para salvar, perpetuar y engrandecer el proyecto histórico de la elite chilena: el desarrollo del capitalismo. Por lo demás, todo sea dicho, nos dice que “es cuestión de recordar que el auge del nazismo también es consecuencia del fracaso de la socialdemocracia”. Pero, amigo crítico, la socialdemocracia no fracasó con el nacionalsocialismo, sino que este fue la expresión de su triunfo y continuidad. La socialdemocracia masacró a la revolución para, acto seguido, abrir la puertas a la reacción fascista. En el texto anterior también lo he señalado, toda contrarrevolución surge sobre el terreno del movimiento de subversión que le precede. El movimiento nazi es la continuación empírica de la ideología del trabajo de la socialdemocracia alemana, por ello el lema de los campos de concentración fue arbeit mach frei [El trabajo libera]. De la misma manera, uno de los responsables directos de la reacción fascista que hoy tanto temor genera es precisamente aquel por quien hoy la izquierda llama histéricamente a votar.

Por otro lado, la nota jamás dice que solamente la ultraizquierda y el movimiento mapuche serán las víctimas de la persecución política en un eventual gobierno de Kast, simplemente dice que Boric – levantado por la izquierda como el supuesto último muro de defensa entre el fascismo y las mujeres y las disidencias sexuales- es una amenaza para ell@s tanto como lo es Kast, puesto que es, como ya he señalado, Boric mismo quien ha pactado, fortalecido y abierto el espacio político institucional para al expresión fascista. Por otro lado, le aviso a nuestro crítico que, de la misma manera que Republicanos, la policía, el Estado y quienes lo sostienen jamás han tenido reparos en materia de derechos humanos. La prueba: los acontecimientos del 18 de octubre en adelante, para los cuales Boric se apresuró a asegurar la futura impunidad con tal de salvar la “paz social”.

La crítica afirma que “la nota no señala nada sobre la convención constituyente. ¿Parece raro?”. Bueno, la verdad es que el texto si lo señala, dice “Lo que ha pasado inadvertido hasta el momento para estas personas, es que el fascismo -es decir la reacción más conservadora de la burguesía frente al capitalismo amenazado- les ha derrotado sucesivamente desde el 15 de noviembre de 2019 en adelante, y Boric y la convención constituyente, el apruebo y Elisa Loncón, son la expresión viva de esa derrota que hasta hace poco celebraban como una victoria que anunciaba un cambio social venidero. Aún recuerdo cuando el artista progre favorito de la gente, Alfredo Castro, celebró una premiación diciendo que Pinochet estaba muerto con el comienzo de una nueva constitución. En realidad, lo contrario es la verdad: Pinochet y su legado capitalista están más vivos que nunca, y tanto la convención como estas elecciones son la prueba de ello, puesto que el capitalismo refundado por su régimen terrorista ha sido administrado y profundizado por los gobiernos democráticos de izquierda y derecha, y el pretendido candidato del antifascismo aspira a ser un administrador de ese legado, no su destructor”. Nuestro crítico omite lo esencial de esa crítica: la convención es una continuidad del legado de Pinochet ¿Parece raro no?

El autor señala que la convención constituyente implica una reestructuración del poder y de la composición de fuerzas del trabajo-capital. Sin llegar si quiera a cuestionar la poca realidad de esa afirmación, en cuanto a los límites que el propio Boric le puso a dicha instancia el 15 de noviembre, hay que señalar que un cambio en las relaciones entre el capital y el trabajo, sigue siendo un cambio dentro de los marcos del capital y el trabajo, es decir en ningún caso supone una alteración de las relaciones de producción capitalista, simplemente plantea una modernización necesaria e inevitable de dicha relación que fue precipitada por el movimiento de la revuelta. Para remate, el autor me recuerda lo que es ser un buen marxiano, y señala que yo desconozco que Marx habría apoyado un punto de vista similar a que nuestro crítico expone. Y bueno, quizás tenga razón, porque Marx fue el más grande crítico del trabajo hasta ahora, pero también su obra tiene una dimensión que ontologiza el trabajo. Mientras que nuestro crítico se centra en este último, yo me quedo con el de la crítica de la economía política. Y, como Marx diría, si el Estado entrega salud gratuita se debe a los aspectos civilizatorios del capitalismo, a la lucha social de las personas, y al momento de crisis que atraviesa el capitalismo en general (véase el debate de la renta básica universal, que antes era impensable). Bajo ningún caso este es mérito de Boric, así como tampoco el IFE lo es de Piñera.

Finalmente, la parte más lamentable del texto. En ella señala que como hablo de contrarrevolución entonces el “estallido” pasa a ser automáticamente una revolución. Bajo ningún caso, se trata, sí, de una erupción revolucionaria de consecuencias a largo plazo, de la misma manera que la revuelta de 1905 presupone la revolución de 1917. Y uso esta caricatura para mostrar que nuestro crítico bien podría haberles advertido a las minorías revolucionarias de votar por Kerenski ante el terrible futuro que se avecinaba con un zarismo cada vez más despótico. Vuelvo aquí a la “nota” que nuestro crítico señalaba como tan errónea: “ Hoy vivimos una restauración del capitalismo en un nivel superior, en un escenario histórico en el que salga quien salga como presidente deberá gobernar en un país polarizado, con un capitalismo que ya no funciona sin policía permanente en la calle, militares en el Wallmapu, leyes de control y represión del movimiento de personas y, por supuesto, sin una represión masiva sobre cualquier expresión de protesta”. Acto seguido, el crítico nos dice que los manifestantes en la revuelta no querían la revolución, ¿pero es que se trata todo esto de voluntades subjetivas? Querido crítico, la revuelta no debe ser juzgada por lo que sus participantes dicen de sí mismos, sino por lo que realmente hizo, y en esa línea yo señalaba algunas pistas acerca de donde residía el contenido verdaderamente radical de la revuelta. Así que, lamentablemente, nuestro crítico nos quería señalar la realidad no solo del terrible futuro que se nos avecina, sino también mostrarnos la realidad de la revuelta. Y en ambas, según lo que puedo juzgar hasta ahora, nuestro crítico ha fallado, su texto más bien constituye un triste reduccionismo y, en consecuencia, sus conclusiones son erróneas.


lunes, 22 de noviembre de 2021

[Chile] Sobre Kast, Boric y la contrarrevolución en curso

22 de noviembre de 2021. Tomado de un muro de facebook
 

Por el neofascista de corte liberal Kast votó casi el mismo número de personas que votó por el rechazo, lo cual era obvio si se considera que el sistema de la democracia burguesa encuentra sus más activos adherentes en aquell@s que se benefician de dicha institucionalidad. Hoy la izquierda progresista llora sus lágrimas de cocodrilo, los profesionales educados de la clase media no pueden aceptar que Boric -un candidato abiertamente anti-revuelta, que aprobó leyes que tienen encarceladas a muchas por personas por varios años de su vida, que es además el candidato de una parte importante del empresariado, etc.,- haya tenido menos votos que Kast. Por supuesto, la respuesta es la misma retórica narcisista e impotente que tanto los ha alejado de ese pueblo que tanto les gusta maltratar: "La ignorancia el mejor aliado del fascismo", "si votaste apruebo y luego por Kast no entendiste nada", "me voy de Chile", "el pueblo es tonto", y así ad nauseam. Algunos simplemente están en shock y lo reconocen, es natural que eso pase porque en primer lugar se perdieron del movimiento real que se desplegaba frente a sus propios ojos todo este tiempo, y el cual solo pudieron ver con los lentes de la ideología progresista y democrática que les ha llevado paso a paso a su nueva derrota histórica. De esta manera, tal como antes de ayer, no tienen nada que decir más que una serie de consignas que pretenden demostrar que Kast es el mal encarnado, pero no explican como Kast o alguien como Parisi han llegado a estar donde están, ni tienen nada más que proponer aparte de votar por Boric en la segunda vuelta para "derrotar al fascismo". Lo que ha pasado inadvertido hasta el momento para estas personas, es que el fascismo -es decir la reacción más conservadora de la burguesía frente al capitalismo amenazado- les ha derrotado sucesivamente desde el 15 de noviembre de 2019 en adelante, y Boric  y la convención constituyente, el apruebo y Elisa Loncón, son la expresión viva de esa derrota que hasta hace poco celebraban como una victoria que anunciaba un cambio social venidero. Aún recuerdo cuando el artista progre favorito de la gente, Alfredo Castro, celebró una premiación diciendo que Pinochet estaba muerto con el comienzo de una nueva constitución. En realidad, lo contrario es la verdad: Pinochet y su legado capitalista están más vivos que nunca, y tanto la convención como estas elecciones son la prueba de ello, puesto que el capitalismo refundado por su régimen terrorista ha sido administrado y profundizado por los gobiernos democráticos de izquierda y derecha, y el pretendido candidato del antifascismo aspira a ser un administrador de ese legado, no su destructor.

La realidad es que Boric y Kast no solo no son opuestos, sino que son dos caras de una misma contrarrevolución hoy triunfante. Ambos son la expresión política de la derrota de la revuelta, derrota que no hay que buscar comprender en la estupidez o la ignorancia de "la gente", o en la astucia de la socialdemocracia, sino en el contenido contradictorio de ese movimiento: la revuelta tuvo una naturaleza contradictoria en la que se encuentran simultáneamente un fuerte contenido negativo —anticapitalista— y reivindicaciones ciudadanas que abogan por una reforma del orden social capitalista dentro de los marcos de la democracia. Toda contrarrevolución surge sobre el terreno del movimiento de subversión que le precede. Hoy vivimos una restauración del capitalismo en un nivel superior, en un escenario histórico en el que salga quien salga como presidente deberá gobernar en un país polarizado, con un capitalismo que ya no funciona sin policía permanente en la calle, militares en el Wallmapu, leyes de control y represión del movimiento de personas y, por supuesto, sin una represión masiva sobre cualquier expresión de protesta. Boric ya lo anunció: como presidente mandará a la policía en ejercicio de la ley. Que nadie se engañe, Boric no es menos defensor de la propiedad privada y del capital que Kast.

Sin embargo, en este punto el pensamiento crítico de la mayoría de las personas anti-Kast se detiene. ¿Es que acaso no es Kast peor que Boric? ¿No representa Kast una amenaza para los derechos de las mujeres, de la comunidad LGTBQA+, de las personas inmigrantes? Efectivamente si, pero contrario a las apariencias no más que Boric. En primer lugar, Kast es una persona astuta, y ya ha demostrado tener flexibilidad en su programa. Ayer lo señaló en su discurso, no va a haber discriminación de género ni de orientación sexual. Evidentemente a alguien como Kast no se le creen sus palabras, sino que hay que ver el contenido de sus acciones. Kast, a menos que no quiera evitar una revuelta social masiva, no va a comenzar un hipotético gobierno quitando los derechos a las mujeres o persiguiendo a personas de la comunidad LGTBQ+, sino que se mostrará como el presidente de la unidad nacional en torno al desarrollo de la economía. Quienes realmente sufrirán peligro de su vida y su libertad son las personas vinculadas a la ultraizquierda y al movimiento mapuche, pero Boric no será más benévolo con ellas que su contrincante, después de todo ya demostró su voluntad de encarcelar a todo aquel que atente contra la paz social del capital. Y aquí está uno de los defectos más importantes de la izquierda actual: su deriva identitaria y posmoderna que la ha hecho abrazar la institucionalidad del capital como agente privilegiado de cambios. No es Boric ni la policía quienes protegerán a las mujeres, a la comunidad lgtbqa+ o a los inmigrantes, puesto que con la izquierda o la derecha en el gobierno el Estado nunca lo ha hecho. El problema del patriarcado, el racismo, la exclusión social es algo que va más allá de un gobierno, son características estructurales del capitalismo en Chile. Una respuesta real para el patriarcado, el racismo o la exclusión social solamente puede venir de masas políticamente organizadas en torno a un proyecto colectivo de emancipación común. No obstante, en lo esencial, el programa político de Kast no es tan diferente del programa de Boric: ambas son las propuestas de diferentes fracciones de una misma elite ante la crisis orgánica del modelo actual. Por otro lado el programa de Boric, en caso de salir presidente, no podrá cumplirse a menos que haya una resistencia masiva por parte las personas a los sabotajes de los poderes económicos a las medidas que podrían beneficiar materialmente a la clase trabajadora, o a cualquier ley de carácter progresista. Es útil recordar aquí el caso de México, donde un gobierno de izquierda asesina y persigue inmigrantes, mantiene completa impunidad ante la desaparición de mujeres y personas, se codea abiertamente con el narcotráfico, etc. No es el fascismo, es el funcionamiento orgánico de la democracia capitalista.

Estamos viviendo tiempos históricos convulsos, ya sea que gane Kast o Boric estamos en medio de un proceso contrarrevolucionario, proceso que será administrado por uno de los dos a la cabeza del Estado, pero con ambos en el mismo bando: la defensa acérrima de la paz social del capital. Si gana Kast, con Boric a la cabeza de la oposición ya sabemos que esperar de parte de su sector. Si gana Boric, Kast seguirá como líder visible indiscutido de la derecha, presionando desde su sector para aprobar leyes o trabar avances sociales con la misma fuerza con la que lo haría siendo presidente, porque Kast y su sector ya lograron su principal objetivo político: la derechización de todo el espectro político institucional. El enfrentamiento entre Kast y Boric es el conflicto entre dos fracciones de la elite por la cabeza del Estado, pero ambos coinciden en su unidad frente a la subversión social y el peligro que representa para el capital nacional e internacional el avance del proceso de recuperación de tierras por parte del pueblo mapuche.

Por otro lado, hay un enorme porcentaje, más del 50%, de personas que pudiendo votar no lo hicieron. ¿por qué? ¿será por su ignorancia? ¿su inconciencia?-aquí debo reprimir la náusea que me da escuchar que los profesores fallaron en educar, cuando es precisamente la educación que dan en la escuela un obstáculo para la transformación social radical-. Hay, por un lado, miles de personas en la ultraizquierda que no fueron a votar por Boric precisamente porque Boric es el mal menor, y cualquier persona que tenga un poco de memoria y recuerde los días en los que se le arrojaba cerveza en la calle sabrá porqué es detestable, peligroso e incluso una afrenta a la dignidad ir a votar por él. Estas personas de seguro votarán por Boric en la segunda vuelta, y de hecho es probable que éste último gane en las próximas elecciones no por ser un excelente candidato con un programa de transformación social radical vinculado y apoyado masivamente por las personas, sino solamente por el efecto anti-Kast. En este escenario, tanto como en el que gana Kast, los ganadores y los perdedores serán los mismos, porque ya el solo hecho de tener que elegir entre Kast y Boric es una alternativa dentro de un mismo callejón sin salida, y por otro lado ambos representan lo mismo, se quiera o no se quiera ver la realidad.

Lo de Kast, en medio del terror que supone para todo el mundo -excepto claro para la burguesía, y quienes le apoyan- supone de alguna forma un terremoto político que podría tener alguna utilidad para cuestionar y superar las imposturas que durante largo tiempo han parasitado a los movimientos sociales en nuestro siglo. En efecto, este es tiempo para pensar una alternativa de transformación social radical más allá de la institucionalidad capitalista, que permita unir las diferentes demandas sociales (ecológicas, feministas, de clase, etc) en torno a una praxis anticapitalista consciente. Porque gane Kast o Boric nuestros problemas seguirán allí, y la solución a ellos no pasa por una elección y luego retirarse a la casa y al trabajo por los próximos 4 años, sino que pasa por empezar a realizar colectivamente un proyecto de emancipación más allá de las clases, el dinero y el Estado. Pero ese proyecto y esa praxis emancipadora no caerán del cielo, ni ocurrirá por la ilustración repentina de las masas, sino que sucederá como una necesidad que surgirá al calor de la lucha y la agudización de la crisis actual del capitalismo. Por mi parte, espero que el miedo a Kast no se convierta solo en una votación obligada por Boric -es inevitable el retroceso a la disputa electoral ante la derrota de la revuelta y cuando no hay una masa movilizada y políticamente activa- sino que abra camino para empezar un nuevo tipo de actividad política de las masas y de desobediencia civil. Una cosa es clara: con Kast o con Boric a la cabeza del poder del Estado -pero con ambos gobernando-, habrá que volver a saltar el torniquete.

Porque se los aseguro, si no es Kast, será Boric y su gobierno quienes construirán una zanja (o algún otro método) para excluir, perseguir y expulsar inmigrantes, de la misma forma que es AMLO y Biden quienes administran oficialmente la maquinaria de persecución y exterminio policial y militar de sus respectivos países con el apoyo de toda la izquierda progresista. Y, en ese sentido, se hace hoy más necesaria que nunca tanto una reinterpretación colectiva del pasado, de la historia reciente desde 1970 en adelante, y también responder una pregunta crucial para el futuro del partido de la subversión social: ¿Cuál fue el contenido radical de la revuelta de octubre? En la respuesta a esa pregunta, reside la posibilidad de pensar y realizar una praxis política anticapitalista realmente efectiva.