domingo, 28 de abril de 2013

PANFLETO ANONIMO ENCONTRADO POR AHÍ

En mi casa somos cuatro, mi madre, mi padre, mi hermana y yo. Ya sé leer y todo eso. Ya sé ingles y todo eso. Pero yo no voy a hacer un master en Oxford, ni voy a ser un intelectual, ni creo que salga por la televisión. La misma televisión que nos ha endeudado hasta tres generaciones para que mi padre pueda ver la Champions League por Vía Digital; la misma televisión que dice que no exisitimos ningún/a de nosotr@s. Porque aquí, en España, sólo hay ric@s. Ric@s que lavan con Mistol y a l@s que les gusta vivir en este mundo con los electrodomésticos Bosch porque tienen una mansión en el campo; ric@s que comen “Brasador” de Maggi en un velero y que bailan como gilipollas porque comen con “Isabel” y las nuevas salsas Calvé; ric@s que compran sus trajes de primavera en el Corte Inglés por 200.000 ptas., pero no tienen problemas porque beben Nestea y tienen acciones y plan de inversiones a bajo riesgo en el Banco Santander.

Mis padres también tienen una hipoteca en el banco. Nos mandan muchas cartas. Un día mi madre abrió una y se puso a llorar, lloró toda la tarde. Cuando llegó mi padre de trabajar también lloró. Dijo que no podía mas, que se iba a quitar la vida. Aunque se suicidara no serviría de mucho, la vida de mi padre no vale nada porque no tiene un seguro de vida Santa Lucia, de esos que salen por la tele. Mi madre compra en Día, pero no es una mujer de hoy. Tampoco su cara y su figura son las de antes, pero va a seguir igual, porque mi madre nunca ha ido a Corporación Dermoestética, y eso que las mujeres de la tele se lo aconsejan todos los días. Tampoco tenemos un coche. Debemos ser de l@ poc@s que no tenemos un Galloper, porque en la tele dicen que son baratísimos. Mis compañer@s del cole tampoco tienen un Galloper. Sus padres también tienen una hipoteca en el banco y también han llorado alguna vez. En realidad están hart@s de llorar. Y de trabajar.

Yo quiero a mis padres, pero no voy a ser como ellos. Mis compañer@s del cole y yo hemos visto que el banco del barrio es quien manda las cartas a nuestras casas (aunque no sabemos bien si nuestras casas son nuestras o del banco). Hoy vamos a quemarlo. Ya no llorarán más.
Al menos eso creemos. Si no, seguiremos quemando bancos. Hasta que no haya más cartas.
Creo que al fin y al cabo si voy a salir por la tele…


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