jueves, 16 de enero de 2014

¡LO QUEREMOS TODO! Contra los planes de austeridad

El nuevo papa que vino a limpiarle la cara al catolicismo predica la austeridad, el ser buenos cristianos que se conforman con poco, el observar a los ricos con paciencia y piedad. Los políticos de los países más castigados por la crisis llaman a hacer otro esfuerzo más por la patria y la economía nacional. En los países más estables el llamado a la austeridad es para no caer en la desgracia de esos países, empujando a trabajar en cada vez peores condiciones mientras se señalan como amenaza las desgracias del ejército de reserva desocupado y hambriento de esta u otra región. Los ecologistas y los economistas (¿o son lo mismo?) llaman a la austeridad y nos culpan de las catástrofes medioambientales. Según ellos, nuestras costumbres antiecológicas están destruyendo el planeta, pero no dicen que esas costumbres son la forma de vida impuesta democráticamente por la dictadura capitalista y que son un grano de arena en el desierto de este modo de producción y reproducción que se contrapone a la vida. Y ante todo tratan de ocultar que la erradicación de esa destrucción planetaria sólo es posible destruyendo esta sociedad de muerte sometida a la tasa de ganancia.

La austeridad es un llamado a proteger el débil equilibrio de la economía burguesa pidiendo sacrificios a los proletarios por el bien de la nación. Un llamado a evitar que se profundicen y violenten aún más los enfrentamientos de clase, dejando en ridículo a las fuerzas represivas del Estado, así como a los negociadores de nuestras vidas quienes siempre nos dicen que no debemos atacar sino aguantar: sindicatos más o menos reformistas, partidos de todos los colores, grupejos más o menos parlamentarios, ecologistas y autoproclamados filántropos. Los llamados a la austeridad intentan disciplinar al proletariado y hacerlo colaborar con sus explotadores, obligarnos a ajustarnos aún más los cinturones frente a las migajas que quedan del triste festín burgués.

Pero el proletariado… ¡Lo quiere todo! ¡Para apropiarse de lo que necesita, para juzgar todo lo que ha creado este mundo de miseria inspirado en la ganancia y si es necesario desecharlo, para destruir lo que nos destruye.

Nuestra clase está determinada históricamente por su propia vida a asumir una lucha para abolir todas las condiciones que han separado al ser humano de sus medios de vida, a imponer la sociedad sin clases que lleva en su propio ser, derribando la tiranía del valor en favor de los intereses y las necesidades de la vida. Las reivindicaciones que el proletariado va realizando (menos horas de trabajo, más medios materiales para satisfacer sus necesidades, rechazo a sacrificios…), y que tratan de ser transformadas en reformas (es decir, destruidas) por el reformismo, son los diferentes momentos, los diferentes niveles, en los que el proletariado va expresando su tendencia a reivindicarlo todo. Son los momentos de todo el proceso histórico en el que se desarrolla el programa revolucionario del proletariado que se dirige hacia la expropiación de los expropiadores aboliendo la propiedad privada, el trabajo asalariado y el Estado, apropiándose de todos los medios de producción y reproducción de la vida, pero no para tomarlos tal cual y hacer uso de ellos, pues estos medios fueron concebidos por criterios de valorización, sino para cuestionarlos en su totalidad, desechando lo que haya que desechar… En definitiva, transformando toda la producción material de la vida y haciendo de ella una producción verdaderamente humana. 

# Proletarios Internacionalistas, Enero de 2014.
www.proletariosinternacionalistas.org

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