martes, 17 de noviembre de 2015

El Estado Islámico

[Este artículo es un apéndice del libro Guerra social y telaraña imperialista en Siria de Proletarios Internacionalistas, noviembre de 2015]

Ante el avance catastrófico del capital que sufrimos los proletarios en todas partes y las luchas que de forma explosiva responden a esta situación aquí y allá, ante la negra perspectiva que se dibuja en el horizonte para los amos del mundo, incluso en los países donde la paz social sigue reinando, el capital siempre busca formas de impe-dir la contestación social y mantenerse a flote en mitad de la tormenta. En los últimos años el cuco islamista se presenta como una de las bazas por excelencia para alcanzar este objetivo.
Si en el pasado se sacó al proletariado de la pelea contra el capital con el cuco del fascismo, afirmando la polarización fascismo–antifascismo que llevará al proletariado a negarse y masacrarse en una de las carnicerías más grandes de la historia (la llama-da segunda guerra mundial), hoy el islamismo ocupa el lugar que en su día le correspondió al fascismo.1

Por un lado, el islamismo se pre-senta de forma ilusoria para muchos proletarios que revientan brutalmente bajo la dictadura del capital, como si fuera una alternativa al infierno que viven, por otro lado, otros muchos proletarios lo perciben como una terrible amenaza que hay que combatir, más incluso que el capitalismo. 

Como con el fascismo, se logra hacer creer que el islamismo es algo diferente, independiente o separado del capitalismo. En este escenario el capital oxigena sus células y se prepara para rejuvenecerse bañándose en los ríos de sangre emanados de los cuerpos de los explotados de todo el mundo.

Las campañas de difusión, orques-tadas por los medios y voceros del capital desde hace años, han conseguido darle al islamismo la importancia necesaria para presentarlo en ciertos lugares como el mal absoluto, en otros como una oposición a los gendarmes mundiales del capitalismo. Al–Qaeda primero y el Estado Islámico después representan las dos organizaciones más importantes del islamismo “ra-dical”. El protagonismo adquirido por este último a raíz de la contienda siria, nos vuelve a demostrar la necesidad de denunciar esta trampa de la burguesía, y exponer que todo lo que actualmente se denomina islamismo no es más que una ideología utilizada por fracciones del capital para pelear por el reparto del mundo, controlar a proletarios y hacer al mismo tiempo que se maten entre ellos. No es nuestra intención exponer aquí una crítica detallada del islamismo, sino subrayar esta función social que cumple en la actualidad esta ideología religiosa y en particular una de sus expresiones actuales, el EI (Estado Islámico).

Los orígenes del EI hay que rastrearlos en Irak y concretamente en la estrategia de ocupación del Estado de EEUU en 2004 en Irak que fomentó la baza religiosa para poder dividir al proletariado y controlar ese país, utilizando a la burguesía religiosa chiita. Precisamente ahí está el origen de la ola yihadista del Estado Islámico que busca canalizar la contraposición a esa burguesía religiosa que gobernaba Irak, reivindicando el exterminio de los chiitas de la faz de la tierra como método de liberación. Este accionar irá parejo de la ejecución de todo aquel que es señalado como hereje en las zonas suníes de Irak, junto con todas las brutalidades a las que someten a las mujeres.Mientras Israel, Arabia Saudí, sus protegidos y evidentemente EEUU se frotaban las manos con esta beligerancia, comenzará una campaña de voladuras sistemáticas de mezquitas chiitas en Irak que posteriormente se extenderá por todo el mundo. 

La principal organización que asumirá todo esto en un primer momento en Irak será Al–Qaeda, pero pronto pasó a denominarse Estado Islámico de Irak.Con el comienzo de la guerra en Siria esta organización iba a ganar protagonismo. Las dificultades de encuadramiento que en ese país surgían en las regiones del norte, ante todo en la región de Rojava, llevará a la fracción burguesa encabezada por EEUU, especialmente al Estado de Turquía, a impulsar al EI desde Irak porque Al–Nusra no era capaz de abrir las rutas de suministros del ELS a través de la región de Rojava. Rápidamente el EI se convertirá en una herramienta fundamental para reprimir al proletariado de ese país ante la situación causada tras el desgaste del ELS. 

El flujo de dólares de los saudíes y del propio EEUU les fortalece en todos los rincones del llamado entorno yihadista suní saliendo del ostracismo en el que se encontraban.Por esa época empieza hablarse del Estado Islámico de Irak y Levante como una «marca blanca» del ELS para hacer cierto trabajo sucio en esa región. Como decíamos su labor se centrará en las zonas del norte de Siria donde se concentraron una gran parte de los proletarios disidentes con la oposición burguesa a Assad. 

Esa región sufrirá el acoso de Al–Nusra, el Frente Islámico y el Estado Islámico de Irak y Levante en el verano de 2013 y 2014. Con el paso del tiempo el EI se irá haciendo un pequeño nombre en la historia del terror capitalista gracias a las acciones que realiza para aterrorizar a los proletarios, algunas de las más conocidas acontecerán en Rojava.

Se darán todo tipo de facilidades para el reclutamiento de miles de personas del Magreb y de Europa, que fueron a parar a las filas del Estado Islámico atraídos por el salario que ofrecía así como su propaganda antioccidental. En un prin-cipio se complementa en su tarea con Al–Nusra: mientras ésta última encuadra a los combatientes en siria que rompen con el ELS, el Estado Islámico recluta a combatientes extranjeros, muchos de ellos provenientes de Al–Nusra.

Pero no será hasta los sucesos de Irak en 2014 cuando el Estado Islámico se consolidará como un verdadero ejército insertado en Oriente Medio. En esa fecha el ejército iraquí se hunde en amplias zonas del país y algo menos de 15.000 combatientes del EI avanzan ante más de 250.000 soldados iraquíes que se niegan a ser carne de cañón y desertan en masa.

Con esa victoria y la reestructuración del EI con nuevas incorporaciones y con un mando único, se crea el fenómeno mediático de la apoteosis del hedonismo sádico. Internet se saturará de vídeos de esta organización decapitando en masa. Todo difundido profusamente y con una tupida red de propagandistas y captadores que envían nuevas remesas de soldados.

Desde ese momento, sintiéndose fuerte y con la cobertura del Estado de Turquía, el EI tratará de coger distancia de sus antiguos aliados y financiadores para asumir con cierta independencia sus actuaciones en Siria. Comenzará a concentrar centenares de tanques y blindados pesados, capturados sin gran esfuerzo en Irak, por las carreteras en dirección a Siria, aplastarán toda débil oposición del ELS, y se enfrentarán a tumba abierta con Al–Nusra. El mariscal Rommel jamás tuvo tantas facilidades para mover divisiones de tanques por desiertos y eriales sin un solo lugar donde esconderse. Más de doscientos tanques y blindados aparecerán en Kobane, sin contar la artillería pesada, para controlar la ciudad. Allí encontraremos uno de los momentos fundamentales para consolidar esta polarización interburguesa (islamismo–antiislamismo) a nivel internacional y arrastrar al proletariado al frentismo y a la guerra imperialista esgrimiendo la amenaza yihadista. Las políticas represivas se redoblarán contra el proletariado en todo el mundo bajo la cobertura yihadista, mientras el Estado Islámico avanzará por las zonas rurales sirias.

La histeria llega a tal punto que se clamará la intervención de la OTAN, el bombardeo de EEUU, para derrotar al EI. Como siempre la causa humanitaria será la bandera que lleven clavada en la punta los misiles occidentales que caigan sobre el suelo sirio. Lo que pocos se atreverán a decir es que el EI no es ninguna novedad en la historia terrorista del capitalismo, sólo es una pequeña expresión de ese terror que no hace más que imponer las necesidades capitalistas, tal y como hacen en el resto del mundo otras expresiones del capital. No es de extrañar entonces que el EI se encargue de la gestión de las zonas menos pobladas de Siria y por consiguiente de las regiones rurales desérticas y de la cuenca del Éufrates.

No hay que olvidar que no hace mucho un informe del FMI aconsejaba a los gobiernos de Medio Oriente una vuelta de tuerca a la privatización de esas tierras, de los montes comu-nales que perduraban, así como de las cuencas fluviales para sanear la economía. Algo que supondría la expulsión y el aumento de la explotación de los proletarios locales, así como la explotación de los escasos recursos hídricos disponibles. Las compañías agroindustriales de la casa de Saud, turcas o incluso multinacionales de abolengo como Monsanto esperan su oportunidad para expoliar el suelo y los acuíferos en manos del EI, como sucedió en la cuenca del mar Caspio.

Efectivamente, mediante el EI se concretan ciertos planes orquestados por el capitalismo mundial que no pudo implementar el gobierno del partido Baaz y su familia presidencial.

Todo esto nos recuerda entre muchos episodios, el caso argelino en 1992 donde se usó el yihadismo para poder imponer ciertos planes del capital.2 Lo que está claro es que no hay dife-rencia entre la gestión de la miseria en Siria entre el Estado Islámico, Assad o la oposición burguesa en torno a EEUU.

El terror para la imposición de las necesidades del capital es la sagrada escritura de todos ellos, el dinero contante y sonante su verdadero Dios. Son manifestaciones del capital que compiten por mostrarse como las más aptas para hacerse con la gestión capitalista en tal o cual lugar del mundo.

En consecuencia todo este ascenso del islamismo es un elemento generado e inseparable del capitalismo. La burguesía busca formas ideológicas de dominación que sean capaces de imponer la paz social y permitir una óptima producción y circulación de capital. El islamismo cumple ese rol, tanto como el cristianismo, el fascismo, el stalinismo… En consecuencia no se trata para los proletarios de emprender una lucha específica contra esas formas ideológicas, como si se trataran de realidades que coexisten con el capitalismo, sino de comprender que son expresiones de un todo, que son partículas de un mismo organismo: el capitalismo. Es una ilusión tratar de combatir lo que genera el capitalismo si no es combatiendo al mismo capitalismo, luchando por abolir esta sociedad de explotación y muerte. 

Poner al islamismo como un enemigo al lado del capital es seguir el juego de distracción de la burguesía, es caminar hacia el frentismo, hacia la polarización interclasista, hacia la alianza con expresiones del enemigo, hacia la liquidación de la autonomía de clase. Para nosotros no hay duda alguna de que el enemigo es el capital, independientemente que asuma tal o cual forma religiosa, tal o cual manifestación ideológica. Quien escinde el islamismo del cuerpo orgánico del que forma parte no comprende el proyecto social de esa ideología, quedándose en las formas, en el mundo de las apariencias, imposibilitado de atacar la raíz del problema.

El modo de producción capitalista todo lo abarca, todo lo subsume y todo lo pervierte. La contraposición a esta totalidad sólo puede venir de la crítica de la totalidad. Abandonar la crítica unitaria de este modo de producción y escindirla en críticas parciales (aunque se quieran unificar en tanto que separadas) es abandonar el terreno de la revolución social. Por ello la lucha contra el islamismo sólo adquiere contenido real en la lucha contra el capitalismo, en la lucha revolucionaria por la abolición de las clases sociales. Sólo desde esa perspectiva radical las múltiples manifestaciones del capital y todas sus implicaciones son puestas en la picota para su liquidación.

Notas:
1La baza fascismo–antifascismo sigue y seguirá siendo muy importante para neutralizar la lucha del proletariado. Pese a ser usado hasta la extenuación a lo largo de décadas, pese al balance de las experiencias del pasado hecho por minorías revolucionarias de episodios como la guerra civil en España o la llamada segunda guerra mundial, esta polarización interbur-guesa sigue teniendo una gran vigencia (podemos citar su uso en las convulsiones sociales en Grecia y Ucrania como ejemplos recientes). Es evidente que sólo cuando sectores importantes del proletariado se afirmen en el combate orientados por la experien-cia de su clase todos esos anzuelos entrarán en crisis.

2Ver al respecto el libro La guerra sucia el ex–milico (subteniente del ejército argelino) Habib Suaïdia que escribió acerca de la lucha antiterrorista en Argelia y del desaparecido y misterioso GIA (Grupo Islámico Armado), destapando la operación de los servicios secretos argelinos y franceses, y los manejos en la transición de las propieda-des de la tierra.

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