viernes, 8 de mayo de 2020

[Chile] ¿NO TENEMOS MINISTRA? ¡NO QUEREMOS MINISTRA!

Proletarixs en revuelta
8 de mayo de 2020

Estas últimas horas hemos visto como el hashtag #Notenemosministra se ha tomado el espacio virtual como medio de denuncia ante la reciente designación de la sobrina nieta de Pinochet, Macarena Santelices Cañas, como Ministra de la Mujer y Equidad de Género, luego de 50 días de que la titular anterior (Isabel Plá) dejara el cargo. Se argumenta que esto corresponde a un insulto al movimiento feminista, puesto que “El Ministerio de la Mujer y Equidad de Género es una institución que fue el resultado de la lucha histórica de organizaciones de mujeres y feministas”.

Frente a esto nuestra pregunta es clara, ¿cuál es el camino que está tomando la crítica feminista como parte del movimiento real en contra de esta forma de vida durante los últimos meses?

Hasta el momento, existe una tendencia general del movimiento que está demostrando una clara inclinación por el camino institucional “desde abajo”, desarrollando una ferviente campaña por el apruebo de la nueva constitución, una nueva “Constitución feminista”, que busca garantizar algunos derechos fundamentales a las mujeres y disidencias, revindicando el acceso parcial y abstracto a un Estado que, sea del color que sea, siempre mantiene en pie el mundo de las mercancías, que es el mundo concreto de nuestra explotación.

Esto nos parece penoso puesto que es proporcional a reivindicar el acceso universal de las mujeres al trabajo asalariado o al voto que legitima el poder. Anteriores pasos que han develado la profunda potencialidad del feminismo como discurso recuperable e institucionalizable. Aun así, no es nuevo, lo han advertido organizaciones de mujeres en el pasado.

Frente a esto, el debate en el medio feminista anticapitalista se ha tornado paupérrimo, tras los surgimientos de académicos discursos liberales travestidos de emancipadores, avalados e impulsados incluso por la ONU -hecho frente al cual nos parece irrisoria la falta de, a lo menos, un cuestionamiento-. Nos referimos a la ostensible variante interseccional del feminismo actual, que bebe de los discursos posmodernos, y que se posiciona como solución a los problemas inmediatos mediante la visibilización de distintas opresiones que suscriben a los cuerpos que habitamos los distintos rincones del planeta. En algunos casos, la consecuencia es devastadora; la crítica anticapitalista se empobrece, puesto que reduce a la clase como una categoría más dentro de las opresiones que coaccionan a los sujetos, reafirmando una noción de clase como sinónimo de clasismo, como una circunstancia, lo que relativiza la condición proletaria. De esta manera, aspectos fundamentales de la crítica a la sociedad capitalista son vistos como “abstracciones lejanas” en comparación a la “inmediatez” de replantearse el lenguaje o la deconstruccón de los roles sociales.

Adjudicándose la bandera de la crítica real y profunda, radical, se sostiene que el patriarcado es el origen de todos los males de la humanidad y el “hombre blanco hetero cis”, el opresor, por lo tanto, todo lo producido por este sujeto, debe ser sistemáticamente anulado, llegando incluso, en algunos espacios, a desechar la posibilidad de la revolución social, por ser considerada una “utopía” promulgada por hombres. De esta manera, la salida que se postula es a través de pequeñas revoluciones individuales en espacios de permanente separatismo, ficticiamente “seguros”, -que la deconstrucción personal posibilitaría-, como caminos generales para sortear la aguda crisis de relaciones humanas a la que el capitalismo nos ha arrastrado.

Claramente los debates están siendo coartados en unos espacios por un implacable discurso disfrazado de empatía, pero repleto de la más abrasadora moralidad y, en otros, por la cantinela socialdemócrata de “buscar soluciones reales a los problemas”. En este escenario, donde la crítica es recibida con hostilidad, es esperable que cada unx se reivindique así mismx desde el espacio que habita como ser oprimidx, pero dejando de lado debates fundamentales que evitarían afirmaciones como aquella de “No es una democracia, sino una dictadura” frente a la proclamación de la nueva ministra. No, muchachas, esto es la democracia, les guste o no. Es primordial que se destruya la inmaculada esperanza que se deposita en un eventual “gobierno del pueblo”.

En el mismo nivel, tenemos que comprender que la dictadura y la democracia son dos formas de administrar la vida social en el capitalismo y que ninguna es deseable. La campaña contra el fascismo, contra el fantasma que nos atormenta desde hace cuarenta y siete años, es una excelente jugada para recuperar la fuerza crítica que podemos generar ante este orden. Debemos negarnos a ser guiadxs por el transitado camino del rebaño que consiste en nuevamente unir a la clase solo para que esta admire la democracia como la mejor forma posible y deseable de organización social.

El nombramiento de la Ministra es una clara advertencia para quienes luchan de la presencia y mirada constante del brazo más despótico del capital mundial, que aún existe. Y, en respuesta, debemos lograr generar la reflexión suficiente para enfrentarnos a cualquier escenario posible.

La pandemia global ha agudizado la sistemática violencia machista en los hogares, eso es una realidad incuestionable, como lo es, también, que la vida en su totalidad es violenta en el capitalismo, minuto tras minuto. El feminismo es una manifestación más de cómo la humanidad en resistencia le disputamos la vida al capital, es la manifestación patente de la pulsión de vida de las mujeres. Sin embargo, como crítica está anquilosada en los debates identitarios y completamente coaptada por los discursos de rebeldía liberal.

Frente a esto, creemos que es fundamental reencontrarnos como clase en lo que nos une, retomar la perspectiva de la revolución social, una vez comprendido el origen material de nuestras diferencias y este es la explotación totalizadora y planetaria a la que estamos sometidxs todxs lxs habitantes de la tierra. Urge una lucha integral y unitaria contra el estado, el Capital y el Patriarcado.

La revolución debe ser a título humano y planetario.

La vida en la tierra en su conjunto es la que está en amenaza constante por el capitalismo asesino.

NO NECESITAMOS UN MINISTERIO DE LA MUJER NI UNA CONSTITUCIÓN FEMINISTA.

¡Vamos hacia la vida!

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