miércoles, 19 de junio de 2024

Nada nuevo bajo el sol. La clase obrera europea tendrá que organizarse para impedir que la lleven a la guerra

Valladolor
España, junio 2024

Tras los resultados de este 9J, toca -como siempre o más aún- resistir y organizarse, para afrontar los retos sociales e internacionales.

La sociedad europea ha votado claramente por apoyar a las opciones capitalistas y ultracapitalistas que pueden conducir a Europa, una vez más, a la guerra y a su autodestrucción.
La acción intoxicadora llevada a cabo durante décadas por el reformismo, el pacifismo, el legalismo, dificulta y en buena medida paraliza el movimiento de clase del proletariado. Y este es el objetivo de toda la cuestión electoral.

Las formaciones capitalistas europeas, de derechas, ultraderecha y socialdemócratas apuestan por una escalada belicista en los conflictos internacionales, en la propia Europa y en el Mediterráneo. Mientras, Palestina se desangra con la complicidad de la UE.

Reorganizarse para detener el genocidio, la guerra y trabajar desde la solidaridad internacionalista, deberá ser la opción estratégica prioritaria para el conjunto de la clase trabajadora europea.

Cabe recordar que los bloques conservador (Partido Popular Europeo) y social-liberal (Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y Renovar Europa) ya han venido gobernado durante los últimos años en una gran coalición. Esta ‘gran coalición’ parece decidida ahora a apoyarse aún más en una de las dos ultraderechas, o en las dos, que se han reconfigurado en Europa, y que también podrían unirse entre ellas, a pesar de sus diferencias. Una de estas facciones de la ultraderecha, es la de Marine Le Pen, la líder de Rassemblement National que ha arrasado en Francia, obligando a Macron a convocar elecciones legislativas para el 30 de junio y el 7 de julio. En este bloque está Matteo Salvini -líder de La Liga y viceprimer ministro de Italia-. La otra familia ultraderechista es la de Fratelli d'Italia de Georgia Meloni -heredera de los camisas negras de Mussolini-, junto con el españolista Vox y el Fidesz húngaro de Viktor Orban.

Derechas y ultraderechas acabarán entendiéndose. Todas tienden la mano a Meloni. El viernes lo hizo Le Pen. Antes ya lo habían hecho la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el líder del PP español, Alberto Núñez Feijóo. Como ya dijo el periodista Ibai Azparren, la UE ya viene aplicando la agenda migratoria de la extrema derecha.



EL "AUGE" DEL FASCISMO ES PRODUCTO DE LA BURGUESÍA EUROPEA Y DE SU POLÍTICA BELICISTA
 

El fascismo, esta tercera fase capitalista, ha sido interpretado por el estalinismo y por sus múltiples variantes como si fuese una vuelta atrás de la historia, un intento de restauración precapitalista contra el cual estaba más que justificada la lucha y la guerra para restaurar la modernidad y las formas políticas típicas de la democracia. Pero antes del estalinismo, ya Gramsci había teorizado el fascismo tanto como un movimiento de «regresión histórica» como un movimiento «independiente» de las clases medias empujadas a hacer «su revolución». Sin embargo, el fascismo constituye un método de gobierno al que apela la burguesía cada vez que las masas, radicalizadas por la crisis del capitalismo, no se dejan ya engañar por fórmulas mentirosas... Por tanto, el fascismo no es un tumor patológico, un germen extraño al régimen burgués, o peor, un retorno al régimen que precedió el triunfo de los «principios sagrados» de la revolución francesa. Es uno de los métodos de gobierno que puede utilizar la burguesía cada
vez que el método democrático no logra asegurar ya su dominación de clase.

Su crecimiento está fundamentado en varios factores:

- en primer lugar, El Estado: La burguesía ha podido construir su organización fascista precisamente en la medida en la cual su aparato estatal se reforzaba.

- en segundo lugar, la gran Burguesía: «Los capitalistas de la industria, de la banca, del comercio y
los grandes propietarios de tierras, tienen interés natural en que se funda una organización de combate que apoye su ofensiva contra los trabajadores»

- en tercer lugar, las clases "medias": Hacía falta atraer elementos diferentes de aquellos que la clase alta dominante podía proporcionar desde sus filas. Se obtuvieron dirigiéndose a los estratos de las clases medias que ya hemos citado, y atrayéndolos con la defensa de sus intereses. Esto es lo que el fascismo trató de hacer y que, hace falta reconocerlo, resultó exitoso. Obtuvo partisanos en los estratos más cercanos al proletariado, como entre los insatisfechos de la guerra, entre todos los pequeño-
burgueses, semi-burgueses, tenderos y mercaderes y, sobre todo, entre los elementos intelectuales de la juventud burguesa.

El movimiento de las clases medias lleva dominando el escenario político desde hace tiempo (desde el 15 M, probablemente). Y el proletariado, en muchos sentidos, sigue ausente (mayoritariamente en la abstención, pero raramente activa). Ante esta situación, y rechazando el antifascismo democrático, nos acordamos de unas palabras que se decían en una charla de hace algunos años con el objetivo de "hacer del antifascismo un arma ofensiva dentro de la lucha de la clase trabajadora anticapitalista", y de algunas de sus conclusiones:

- Entender la lucha antifascista como un aspecto de la lucha general y enmarcarla siempre en la lucha por la revolución proletaria.

- Rechazo de la discusión democracia/dictadura, que son dos métodos de gobierno de una misma burguesía.

- Violencia revolucionaria y lucha ofensiva: es necesario hacer de la acción (fuerza, violencia) y del rechazo del pacifismo y el legalismo una de las bases de la práctica.

- Ocupar las calles, los barrios, las plazas para dar cabida a las luchas de la clase trabajadora y a la lucha central anticapitalista y por la revolución proletaria.

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