martes, 24 de diciembre de 2024

Declaración Surrealista Internacional sobre y contra las guerras del capital y en concreto la masacre de Gaza

24/12/2024

Las manos de la tormenta

Tu flor pasará por las manos de la tormenta
Sigue la estrella de su mano, sus máscaras, sus halcones,
y  el hielo rojo del trance.
(Laurence Weisberg)

Dame la niebla que fecunde el barrio de los insaciados,
que tatúe con su lengua el farallón alto de su pecho insatisfecho.
Dame el océano y su rumor de promesas,
y su voz depositando en la calle un idioma confín.
(Eugenio Castro)
En nuestra lucha por liberarnos del lúgubre laberinto en el que seguimos atrapados desde hace un siglo, los surrealistas nos alineamos con quienes comparten nuestro objetivo de transformar el mundo y cambiar la vida. Condenamos los obstáculos a esta liberación y las mentiras y las excusas al servicio de este imperio de la miseria.

Pero el mundo necesita algo más que declaraciones. La retórica visionaria no detendrá las bombas ni resucitará a los muertos. Convencidos sin embargo de que el surrealismo es un proyecto liberador que enraíza su utopía en la crítica despiadada de todo lo que existe objetiva y subjetivamente en todos los planos de lo real y de lo imaginario, o no es nada, reafirmamos nuestros principios como una chispa de esperanza y como una señal que presagia caminos mejores. Lo mismo que el cielo estrellado sobre el smog y las luces de neón, a veces estos caminos se deben alcanzar utilizando la imaginación incluso cuando la mera hipótesis de su existencia desafía y rompe los esquemas de nuestros sentidos, y especialmente el sentido así llamado “común” que dicta y administra la dominación.

Por ello mismo seguimos siendo fieles al espíritu de la solidaridad internacional que el realismo racionalizador ignora y el capitalista sofoca y persigue, y en consecuencia rechazamos alinearnos con bloques imperialistas y frentes capitalistas, ya sea en defensa de la desesperada hegemonía de EE.UU y sus lacayos, o en nombre de los regímenes “multipolares” rivales. Nos negamos a tomar partido en guerras apocalípticas entre bandas mafiosas nacionales. Por consiguiente, ante la matanza imperialista y la guerra por poderes en Ucrania no adoptamos otra posición que el derrotismo total en relación con todas las partes, en favor de la disolución de todos los Estados beligerantes y de la apertura de un camino hacia la utopía a través de sus ruinas. Merecen nuestro desprecio todos los dobles raseros y los insulsos llamamientos a la democracia, la soberanía y el antifascismo (con ambos ejércitos con neonazis recalcitrantes en sus filas). Nos burlamos de los políticos y expertos que nos dicen que aceptemos la necesidad de una guerra nuclear. Y si se nos acusa de maximalistas, ilusos o utópicos con toda su razón instrumental, nos arrogamos el derecho de réplica, en nombre de nuestra razón ardiente, preguntando a nuestros sensatos y realistas acusadores qué es entonces el pragmatismo, el punto medio, el mal menor, la realidad abyecta y la miserable realpolitik que tendríamos que aceptar en lugar de nuestro deseo de emancipación total e irreductible, y qué garantías del más mínimo éxito pueden ofrecer semejantes expedientes mediocres, cobardes y colaboracionistas, que no pase por el reforzamiento de la dominación y su fin del mundo que nunca jamás será el nuestro.

Del mismo modo que rechazamos esas narrativas putrefactas, también rechazamos las ideologías de superioridad racial o religiosa y la licencia que las acompaña para aniquilar a los demás. Esta mentalidad es más que evidente en la masacre que el ejército de Israel está perpetrando contra la población de Gaza, a instancias de un Estado que ya no teme expresar sus profundos anhelos genocidas mientras sus patrones (y clientes) de Washington y Bruselas callan, bizquean y asienten. Es un hecho criminal e intolerable que el mundo no ayude a los palestinos hasta que se desmantele la ocupación: esta es la primera y última medida a tomar, por su absoluta y prioritaria necesidad, y porque poco o nada más se podría esperar de un «concierto internacional» podrido, de una «gobernanza mundial» enloquecida, de un humanitarismo asesino que no es sino el corolario inevitable y lógico del abominable colonialismo europeo, que fue denunciado y estigmatizado, como no podía ser menos y con esta misma expresión terrible pero certera, por los surrealistas de los años 30 del pasado siglo.

Tampoco nos hacemos ilusiones algunas con respecto a ningún régimen de Oriente Próximo, pues todos ellos se ríen de la libertad y aplastan la disidencia a mayor gloria del Mercado omnipresente y omnipotente, incluyendo a las dos potencias, Israel e Irán, que supuesta y espectacularmente posan como enemigos antagónicos cuando no son sino las dos caras de la misma moneda autoritaria, teocrática, nacionalista y capitalista, por mucho que una se diga «demócrata occidental», y la otra presuma de «democracia islámica». La única esperanza germina y crece entre sus respectivos sediciosos, y en su convergencia hoy improbable y remota pero no imposible: los Anarquistas contra el Muro y los desertores de la guerra que en Israel denuncian la cínica demagogia asesina de Netanyahu, las jóvenes y los insurrectos que en Irán desafían la barbarie clerical en nombre de la mujer, la vida y la libertad. Y por supuesto, los palestinos que por todos los medios resisten a la opresión y la muerte, sin privarse empero de criticar la más que discutible estrategia de los dirigentes de Hamás y sus crímenes y exacciones, a pesar de arriesgase a una doble y fatal represión.

Porque lo mismo pensamos de los movimientos de liberación nacional y/o religiosa cuyos medios se corresponden exactamente con sus fines, incluyendo para empezar los que aplican a su propio pueblo al que nunca se le pregunta su opinión ni sus deseos, por mucho que sea comprensible que ese mismo pueblo pueda cerrar filas tras su bandera por pura desesperación y rabia ante el genocidio perpetrado por un sionismo racista y neocolonial que, presa de una paranoia securitaria que ha roto y burlado cualquier freno moral o excusa plausible, se ha entregado definitivamente a las peores fantasías del profético destino manifiesto y el sagrado espacio vital. Pero insistimos en que sólo se podrá encontrar una solución, aun imperfecta y precaria, cuando se produzca una transformación revolucionaria regional y global hacia una confederación antiestatal de comunas árabes e israelíes emancipadas tanto de la economía espectacular como del espectáculo religioso, como ya apunta la experiencia kurda en Rojava a pesar de su imperfección y precariedad. Por muy maximalista, ilusa y utópica que pueda parecer ahora mismo tal deseo y esperanza, en plena noche opaca del siglo donde nos debatimos a ciegas, buscando la anhelada puerta de salida (y de clausura) de las ideologías y religiones muertas y mortíferas, y la utopía que puede y debe tender a ser real siempre que recuerde las nobles experiencias revolucionarias que nos precedieron, si no olvida las amargas lecciones de la Historia y sus promesas traicionadas.

Pero aunque las contingencias existan como Grandes Transparentes donde todo será otra vez, por ahora el optimismo anticipatorio tiene que velar sus armas inactuales, dejando su puesto a la organización del pesimismo que la urgencia del desastre actual reclama y exige. En medio de este horror, los cadáveres de niños etiquetados como terroristas ponen en evidencia los principios del “orden internacional basado en unas normas”. En Israel y en todo el mundo, los partidarios de la sed de sangre apocalíptica se encarnizan hasta el delirio frenético, tanto los que pretenden justificarse con una elucubración teológica como los que esgrimen un sofisma laico, mientras que se difumina, o mejor dicho pretenden difuminar, el recuerdo de las generosas organizaciones revolucionarias internacionalistas como el movimiento israelí Matzpen, que en los años 60 y 70 denunció el colonialismo sionista desde dentro tendiendo puentes con sus camaradas palestinos, libaneses y argelinos por la revolución proletaria, o el grupo surrealista árabe Le Désir Libertaire, que se atrevió a combatir el nacionalismo panarabista y el fanatismo islamista como problemas y males añadidos a la trágica iniquidad de la ocupación de Palestina y la petrificación y explotación de las sociedades árabes, y nunca su solución.

Por su hipócrita parte, el liberalismo progresista y tecnófilo es un fósil moral en bancarrota que se desmorona y se fusiona cada vez más con el estercolero circundante, y sus huecos pronunciamientos humanitarios se reducen a una alucinación narcisista en el humo del campo de batalla. Una bala que roza la oreja de un obsceno oligarca provoca jadeos en bocas que rezuman la sangre de Gaza, que hacen una pausa entre cráneos roídos para denunciar la «violencia política» en el corazón del principal exportador de violencia del mundo.

Por todo ello, los que todavía pretendan domesticar la poesía, la libertad y el amor al servicio de esta monstruosa civilización capitalista que nos gobierna con números y balas tienen la boca llena de cadáveres. Muy al contrario, y desde la desviación absoluta respecto a semejante cultura servil y tal ideología atroz, seguimos sosteniendo que el espíritu poético debe arder en todas partes si todavía desea y pretende cambiar la vida y transformar el mundo, abrasando como un eros salvaje los endebles simulacros de la nuda vida miserabilista y monitorizada que se nos imponen desde todas partes.

Flores y apoyo a los resistentes, a los que confraternizan, a los desertores y a los que están de duelo, a los que luchan por su vida y a los perseguidos por sus actos de conciencia.

Un saludo a todos los rebeldes que, desde los ecologistas radicales de Soulévements de la terre contra las megabalsas en Francia, a los proletarios y estudiantes de Kenia o Bangladés contra el neoliberalismo y la tiranía, siguen saliendo a las calles y campos para encender una vez más y siempre la llamarada blasfema de la libertad y la revuelta, luz negra que devora y abole la iluminación artificial e inhumana de la ridícula antorcha olímpica de Macron I el Represor y del siniestro incendio de los pogromos fascistas.

¡No comeremos de ese pan! Seguiremos, sí, la estrella que enarbola la tormenta, que fecundará el barrio demolido de los insaciados, que depositará en todas las calles la promesa del hielo rojo del trance: un común idioma confín.
 
Primeras firmas:
Magdalena Benavente, Jay Blackwood, Richard Burke, Susan Burke, Doug Campbell, Steven Cline, Neil Coombs, Mohsen ElBelasy, Alice Farley, Brandon Freels, Esther Holbrook, Stuart Inman, Ghadah Kamal, Renay Kerkman, Taya King, Unruh Lee, Ryan McCarthy, David Nadeau, Jaime Alfaro Ngwazi, Flores Nunes Jr, Daniel O’Reilly, Marianna O’Reilly, Gregorio Parades, Pierre Petiot, Matthew Presti, Marco Rivera, Penelope Rosemont, Mark Rosenzweig, Veronica Cabanillas Samaniego, James Sebor, LaDonna Smith, Darren Thomas, Andrew Torch, Beth E. Wilson, Craig S. Wilson, Dada Zilch.

Cooperativa Surrealista Chrysopoeia.

Grupo Surrealista del Medio Oeste y del Norte de África.

Por el Grupo surrealista de Madrid: Manuel Crespo, Andrés Devesa, Vicente Gutiérrez Escudero, Javier Gálvez, Lurdes Martínez, Noé Ortega, Jesús García Rodríguez, Jose Manuel Rojo.
                                                                     ***
El 1 de agosto de 2024 recibimos el borrador de una Declaración Surrealista Internacional sobre y contra las guerras del capital, en concreto la intolerable masacre de Gaza a manos del ejército israelí y su lúgubre mesías, propuesta por los camaradas estadounidenses Ryan McCarthy, Mark Rosenzweig y Craig S. Wilson en nombre del colectivo Surrealist Revolution. No dudamos en sumarnos colaborando sustancialmente en su redacción, proceso lento y complejo que se alargó mucho más tiempo del conveniente al ser necesario discutir, armonizar y aprobar el texto definitivo, cuya versión en inglés es más breve y resumida que la que aquí ofrecemos por las exigencias y servidumbres de la traducción.

Por razones análogas, y porque no se pretendía abordar un análisis o estudio exhaustivo, se ha renunciado a añadir nuevas consideraciones sobre la invasión israelí de Líbano o la caída de la sangrienta tiranía de Bashar Al Assad en Siria, acontecimientos que nada bueno presagian en tanto responden a la misma y criminal lógica geopolítica imperialista y sectaria que ha engendrado tanto dolor, espanto e iniquidad, y que por ello mismo en poco o nada nos obligarían a corregir o matizar las principales reflexiones y pronunciamientos del texto, tanto críticos como utopistas, más allá de sus aspectos más coyunturales.

Por último, no nos hacemos ninguna ilusión, aunque sí todo el deseo que ningún realismo capitalista, ningún miserabilismo religioso, racista o nacionalista nos podrá arrebatar jamás, sobre el alcance, repercusión y sobre todo eficacia de esta Declaración, asumiendo los límites, limitaciones, incoherencias obvias, arbitrariedades infundadas, errores garrafales y simples lugares comunes que pudiera lastrar su discurso y significado, por lo demás inevitables al abordar una cuestión tan sangrante y dolorosa como compleja.

Pero quien calla otorga, y también olvida, y el terror criminal de ayer engendra el de mañana. Y tamaño colaboracionismo, semejante amnesia cómplice, tal silencio reveladoramente culpable, tampoco son los nuestros.

Porque la voz del idioma confín puede equivocar su palabra y su oráculo, y se equivoca, pero solo lo hace total e irremisiblemente cuando no se pronuncia.

Grupo surrealista de Madrid

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