Trabajadores anticapitalistas, militantes del Movimiento por la Abolición del Trabajo Asalariado
Irán, diciembre de 2024
El régimen de Assad ha caído y la pregunta fundamental es: ¿qué significa esto en la práctica? ¿Qué ha ocurrido? La respuesta de los principales medios de comunicación del mundo es que los “sirios” de todas partes, dentro y fuera del país, lo están celebrando. Consideran que la caída de un gobierno que había sido tan brutal durante tanto tiempo es su victoria, depositan sus esperanzas en un futuro mejor y ¡esperan milagros de los nuevos dirigentes! La oposición burguesa de derecha e izquierda, y quizás incluso algunos trabajadores de Irán, también lo celebran y dicen que estos acontecimientos son buenas noticias. “La República Islámica ha perdido su profundidad estratégica”, su influencia en Oriente Medio se ha debilitado, todo lo que ha conseguido en la región en los últimos 45 años se ha evaporado; Assad ha huido, Nasrallah ha muerto, Soleimani ha sido asesinado, Hezbolá se está derrumbando… la lista continúa. Pero la cuestión central es: ¿cuál es el significado real de estos acontecimientos? ¿Qué se ha derrumbado? ¿Qué lo sustituye? ¿Qué lugar ocupan en esta historia la gran masa de trabajadores sirios, los pobres, los sin techo y los refugiados? ¿Quiénes son los vencedores? ¿Cuál es la maquinaria de guerra que ha hecho posible estas asombrosas victorias? ¿Qué planean hacer y cuál es su programa presente y futuro para los millones de trabajadores sirios?
Una cosa está clara: la burguesía siria, que hasta ayer estaba en la oposición, ahora está a punto de ser coronada y de adquirir enormes cuotas de beneficios, propiedad, poder y gobierno. Sus homólogos iraníes, afines o no, que se unieron a la oposición con el único propósito de alcanzar sueños similares, ven el debilitamiento de la República Islámica, el colapso de sus bastiones en Oriente Medio y el temblor del suelo bajo sus pies como signos de su propia victoria y emergencia al estilo de Tahrir al-Sham. Su caso está claro, y el debate no es sobre ellos, sino sobre las masas trabajadoras sirias, iraníes, libanesas, iraquíes y palestinas, una fuerza abrumadora de cientos de millones de personas que deben examinar de forma consciente y atenta el desarrollo de los acontecimientos. De lo contrario, las celebraciones correrán la misma suerte que sus camaradas en Libia, Egipto, Irán (tras el advenimiento del régimen islámico asesino) y otros lugares.
La afirmación más simple y directa sobre lo que ha sucedido hasta ahora es la siguiente: en Siria, un brutal régimen capitalista ha caído y otro – igualmente brutal, genocida y quizás aún más despiadado – se prepara para tomar el poder. Al mismo tiempo, la República Islámica capitalista y antihumana se ha debilitado considerablemente, mientras que los Estados genocidas de Israel, Turquía y Estados Unidos han izado sus banderas de victoria. Netanyahu, refiriéndose a los cementerios y ruinas causados por el holocausto de Gaza, sus atrocidades en Líbano y los golpes mortales que ha infligido al régimen islámico, alardea con orgullo de su “recompensa legal” y “honor soberano”, blandiendo las medallas de apoyo que le han concedido las potencias capitalistas dominantes del mundo. Se ve a sí mismo como el “Comandante Qadisiyya” de este siglo, de la región y del mundo. Erdogan ve el establecimiento de sus apoderados y mercenarios en partes de Siria como el primer paso hacia el renacimiento del capitalismo otomano. Sobre la base de estos logros, advierte a los Estados rivales que le feliciten de antemano por sus futuras conquistas.
Todo lo que ha sucedido hasta ahora puede resumirse así. ¿De qué hay que alegrarse? Una respuesta consciente a esta pregunta es crucial para los trabajadores y abrirá una ventana a una comprensión más profunda de quienes se regocijan.
Algunos podrían decir que un brutal régimen dictatorial ha caído en Siria y que otro régimen – quizás mejor – está a punto de ocupar su lugar. Y que, por el momento, ¡no habría nada más que celebrar y dar la bienvenida! ¡Eso está muy bien! Pero las fuerzas conocidas como “Tahrir al-Sham” y el “Ejército Nacional Sirio” son, en primer lugar – en el mejor de los casos – bárbaros representantes de las partes más atrasadas y aterradoras de la burguesía del país. En segundo lugar, en su propia existencia social, ni siquiera poseen tales posiciones o capacidades. Desempeñan el papel de marionetas y carroñeros. Sus victorias relámpago ni siquiera se deben a ninguna ilusión popular entre la gente desesperada.
Todas estas victorias son el resultado directo del completo colapso del régimen de Assad, el fin de la dominación de la República Islámica, la pérdida de influencia de Hezbolá en la región y el impacto sustancial de este colapso en el papel de Rusia, por un lado, y el completo apoyo de Israel, Turquía y Estados Unidos a estas fuerzas, por otro. El debate sobre la supuesta transformación de Tahrir al-Sham a partir de sus raíces en Al Qaeda o Jabhat al-Nusra no es más que un análisis barato y engañoso destinado a rehabilitar a estas fuerzas bárbaras. Estas dos mafias deben todo lo que tienen a los gobiernos de Turquía y Estados Unidos. Israel, Turquía y Estados Unidos controlan todos los acontecimientos y están preparados para la más amplia dominación, la codicia y la persecución de sus ambiciones a largo plazo.
Montañas de pruebas demuestran que fuerzas bien conocidas, nacidas del vientre del ISIS y alimentadas por Turquía, EEUU y sus aliados, lanzaron su reciente levantamiento con señales del régimen genocida israelí y la coordinación de Erdogan. Esto se hizo con la aprobación de Estados Unidos, el posterior alineamiento con Rusia y, en última instancia, la inevitable retirada de la República Islámica. Al mismo tiempo, Netanyahu, embriagado por el genocidio y la conquista, reveló su firme intención de determinar el destino del tambaleante régimen de Assad, incluso mientras discutía un acuerdo de alto el fuego en Líbano. Dijo que aceptaría el alto el fuego porque había llegado el momento de una nueva confrontación con el régimen islámico. El campo de batalla de esta confrontación es sin duda Siria, y el objetivo era acabar con el régimen de Assad, que ya estaba roto por todos lados.
En este contexto, Netanyahu también llevó a cabo las negociaciones necesarias con el gobierno de Erdogan. Al mismo tiempo, trató de convencer a Rusia de que el cambiante equilibrio de poder en la región no dejaba lugar a su intervención para asegurar la victoria de Assad. Sugirió que Rusia debía seguir defendiendo sus intereses cooperando con Israel. Del mismo modo, trató de convencer al régimen islámico de que no podría conseguir nada. Todo indica que el ascenso de los yihadistas y de los nuevos “herederos al trono” ha surgido de este mismo proceso. Los planes, los acuerdos, los avances y las retiradas forzadas se han materializado.
Sin embargo, el curso de los acontecimientos no se limita a la caída de Assad o al ascenso de otro régimen brutal. La repartición de Siria y su división entre regímenes, mafias y diversas bandas en expansión es un grave peligro que amenaza a millones de trabajadores sirios oprimidos, ya agotados por los crímenes del sistema capitalista de esclavitud asalariada. Los informes indican que más de 80 grupos armados activos, depredadores y mercenarios, financiados y controlados por diversos Estados, redes y mafias, están listos para desatar la violencia contra la población de este país.
Israel, que durante décadas ha actuado como el mimado y guardián de los arsenales militares, intelectuales, técnicos y de inteligencia del capital mundial, ha extendido ahora su agresión para apoderarse de nuevas partes de Siria. Israel ya ha desmantelado las fronteras entre ambos países en los Altos del Golán, ha expulsado a las fuerzas de la ONU, ha ocupado la provincia siria de Quneitra y está en proceso de apoderarse de otros territorios. Como parte de estos acuerdos, Rusia entregó a Israel sus dos pequeños campamentos militares que habían quedado inservibles. Netanyahu describe estas victorias como otro eslabón importante en su cadena de agresiones similares al Holocausto, que ha durado ya 14 meses.
Turquía está estableciendo su Estado sustituto en Siria para extender su influencia hasta las últimas fronteras posibles de Oriente Próximo. El primer paso en estas conquistas es lanzar los ataques más salvajes y operaciones genocidas contra las vastas masas trabajadoras kurdas. Mientras tanto, Estados Unidos, que considera la dominación regional de Israel como su propia victoria, ve la caída de Assad y la partición de Siria como un éxito decisivo en su rivalidad con el gobierno de Putin.
Estos son los acontecimientos tal como se han desarrollado y como siguen desarrollándose. Como hemos dicho, la cuestión más fundamental sigue siendo el destino de los millones de trabajadores sirios, libaneses, kurdos y de otros países a la sombra de estos acontecimientos. Una cuestión complementaria es el papel que las masas trabajadoras de Irán, Irak, Egipto, Jordania y otras partes del mundo pueden desempeñar en estos acontecimientos.
A este respecto, es importante subrayar varios puntos clave.
1/ Uno de los principales ejes del engaño, el lavado de cerebro y la desorientación que practican los medios de comunicación burgueses de derecha e izquierda en todo el mundo es la narrativa de que Siria es un país formado por árabes, kurdos, turcos, turcomanos, yazidíes, musulmanes, cristianos, alauitas, judíos y suníes. Es la droga o veneno más mortífero inyectado históricamente en la conciencia humana por las clases dominantes, sus gobiernos y, en innumerables ocasiones, por el sistema capitalista con sus abrumadoras fuerzas de coerción. Esta narrativa pretende destruir la existencia social unificada de los trabajadores y la base de su lucha por la liberación, poniéndolos unos contra otros e impidiendo su lucha radical y común contra las verdaderas raíces de la explotación, la opresión y la miseria.
Los habitantes de ningún país, en ninguna parte del mundo, pueden dividirse en un puñado de seguidores de tal o cual religión o credo, secta o ideología, raza o grupo étnico. Todos vivimos en un sistema capitalista inhumano y criminal, que ha dividido por la fuerza a la humanidad en dos clases sociales fundamentalmente opuestas. Los trabajadores constituyen el 80% de la población mundial, mientras que el resto son propietarios del capital. Esta misma división se aplica a Siria y es la única categorización clara, innegable y correcta.
Lo que une al 80% de los trabajadores sirios es su existencia social común. Este 80%, a pesar de las variaciones en el empleo, los salarios, los medios de subsistencia y el bienestar, están separados del producto de su trabajo y privados de cualquier derecho a determinar el destino de la producción, el trabajo o sus vidas. Esta es la única identidad verdadera que define a la clase obrera y a la humanidad, una identidad que es la fuente y la fuerza motriz del movimiento moderno de liberación humana. El capitalismo, con todo su poder de manipulación, propaganda y lavado de cerebro, intenta utilizar identidades como árabe, kurda, yazidí, turcomana, suní o alauita como veneno mortal para paralizar y debilitar este movimiento.
El 80% de la población trabajadora de Siria debe romper las cadenas de la etnia, la lengua, la raza, la religión, las creencias y el sectarismo en las profundidades de la historia. Deben unirse como una sola clase social para luchar contra el capital, el sistema capitalista asesino, la explotación, la opresión, el apartheid de género, la supresión de las libertades y todas las formas de desposesión derivadas de la esclavitud asalariada. Es con esta unidad que deben salir al campo de batalla como arma poderosa contra este sistema.
2/ Cada etapa de esta lucha depende de la formación de consejos obreros poderosamente organizados y extendidos, una fuerza que se opone al poder, al capital y a toda forma de gobernanza y modelo de gobierno capitalista. Sin un esfuerzo estratégico plenamente consciente en esta dirección, nada podrá lograrse y ninguna expectativa se cumplirá. Mañana será demasiado tarde. Hoy, debemos unir nuestras fuerzas de la forma más rápida, consciente y radical posible, y con la mayor experiencia posible. Hay que crear consejos y construir un movimiento anticapitalista fuerte.
3/ ¡Un siniestro escenario de engaño, orquestado por los nuevos poseedores de la corona y sus apoyos estatales y aliados en todo el mundo, implicará probablemente el “circo electoral”! Nos llamarán a las urnas, ¿para qué? Para elegir a los nuevos empresarios feroces, ávidos de lucro, poder y posesión, y considerarlos “nuestro gobierno”, permitiéndoles así cimentar el sistema capitalista de esclavitud asalariada – que es la raíz de toda explotación, pobreza, falta de vivienda, falta de atención sanitaria, falta de medicinas, falta de educación, hambre, pobreza, humillación y miseria. Utilizarán nuestros votos para perpetuar nuestra condición de esclavos asalariados, para intensificar nuestra explotación en nombre del capital y de los capitalistas, para despojarnos de toda libertad humana real bajo el disfraz de la “elección”, y bombardearnos hasta el último aliento de nuestra libertad humana en nombre de una libertad falsificada y de la farsa que es la democracia.
Nuestra respuesta a sus exigencias debe ser el rechazo categórico de cualquier escenario de “elecciones”. Nuestra respuesta debe ser organizarnos en nuestros consejos y construir un poderoso movimiento de consejos contra la esclavitud asalariada. Haremos de los consejos la plataforma para la participación más libre, consciente, creativa, efectiva e igualitaria de todas las personas. Dentro de estos consejos, exigiremos controlar el destino de nuestro trabajo, nuestra producción y nuestras vidas. Juntos tomaremos decisiones colectivas sobre qué producir, qué no producir, cuánto tiempo trabajar y cómo definir el trabajo para satisfacer las necesidades cotidianas y, en última instancia, eliminar la escasez. Planificaremos y ejecutaremos todo colectivamente.
Nos oponemos a la creación de cualquier forma de Estado o modelo de gobierno que sitúe la autoridad por encima de los seres humanos.
4/ En este proceso de organización de un movimiento anticapitalista basado en consejos, la base de nuestros esfuerzos debe ser tomar el control de nuestro trabajo, nuestra producción y nuestras vidas. Debemos luchar por recuperar la mayor parte posible de los resultados de nuestro trabajo de las garras ensangrentadas de los capitalistas y orientar el ciclo del trabajo y la producción hacia la satisfacción de las necesidades reales y, en última instancia, la liberación de la humanidad de la desposesión. En este sentido, y como primer eslabón de la cadena de luchas que se desarrollan a nivel de todo el país, exigimos que la alimentación, el vestido, las medicinas, la sanidad, el agua, la electricidad, el gas, el transporte y la atención a los discapacitados dejen de ser reducidos a meras mercancías dentro del sistema capitalista de intercambio monetario y mercantil.
5/ No cabe duda de que en cuanto propongamos uno de los puntos anteriores, los todopoderosos ejércitos de la oposición de derecha e izquierda – los autoproclamados liberadores de la humanidad – pulularán como una nube de langostas, rodeándonos por todos lados. Cada uno gritará, más elocuentemente, más sabiamente, más académicamente, más sociológicamente, más históricamente y más filosóficamente que el otro: “¿Qué tontería es ésta? Ha llegado el momento de enarbolar la orgullosa bandera de la democracia, de exigir el derecho a formar sindicatos, a crear partidos, a alistarse en la infantería de los ejércitos de partidos y sindicatos, a exigir libertad de organización, libertad de manifestación, la promulgación de leyes notables contra el apartheid de género y un largo etcétera.”
Nuestra respuesta a esta gentuza es meridianamente clara. Detonaremos toda la historia del siglo XX como una bomba en sus conciencias y gritaremos:
Vergüenza debería darles repetir esas palabras de nuevo!!!!. ¿No hicimos todo eso durante 150 años? ¿No vieron la tierra estéril que han producido sus recetas? Mitren directamente a los ojos de los 4.000 millones de trabajadores del mundo, hambrientos, privados de medicinas, sanidad, educación, humillados, aplastados, subyugados, oprimidos. ¡Fuera de nuestro camino! No necesitamos que nos aprueben el llamado “derecho de sindicación”. Nos organizamos con la fuerza de nuestra lucha. No enterraremos nuestras organizaciones en el cementerio del orden capitalista y no las convertiremos en armas del poder capitalista. Construiremos verdaderos consejos anticapitalistas. Desde las alturas de estos consejos anticapitalistas, antiestatales y antiautoritarios, declaramos que tomaremos el control del trabajo, de la producción y de las vidas que sólo nos pertenecen a nosotros.
6/ La misma multitud de la que hablamos arriba gritará a pleno pulmón:
Estamos en Siria, su economía está en quiebra, su industria es “dependiente” y “subdesarrollada”, su crecimiento es bajo, su productividad es deficiente, su competitividad está paralizada y su producto interior bruto per cápita es minúsculo. En una sociedad así, ¿estás hablando de eliminar necesidades básicas y servicios sociales como la educación y la sanidad del sistema capitalista de intercambio monetario y de mercado? ¡Eso es socialismo! ¡Eso es utopismo! ¡Te estás aferrando a los ideales de Platón y planeando una utopía platónica!”
Una vez más, nuestra respuesta es clara: ¡Fuera de nuestro camino! No pretendemos otra cosa que disfrutar de los frutos de nuestro trabajo y nuestra producción. No pretendemos resolver todos los problemas de la humanidad moderna hoy, aquí en el infierno de devastación y derramamiento de sangre que es Siria. La esencia de nuestra reivindicación es simple y pura: no queremos un Estado que nos gobierne. No permitiremos que el producto de nuestro trabajo se convierta en una montaña de capital para los trusts, las corporaciones, los gigantes financieros e industriales, para el pulpo estatal o para la máquina de opresión física e ideológica que nos gobierna. Sabemos muy bien cómo utilizar los frutos de nuestro trabajo para satisfacer nuestras necesidades de subsistencia, bienestar y libertad humana. Sabemos distribuir eficazmente cada parte del mismo. Somos capaces de hacer todo esto.
No vemos nuestra victoria como algo predeterminado o inevitable. Para lograr la victoria, lucharemos – y volveremos a luchar – de forma más consciente, más reflexiva y más alerta.
Original
en persa: https://alayhesarmaye.com/2024/12/09/_/5212
Fuente en inglés:
https://againstwagelabor.com/2024/12/16/syria-war-partition-and-the-fate-of-the-working-masses
Traducción:
https://www.autistici.org/tridnivalka/alayhesarmaye-siria-la-guerra-la-reparticion-y-el-destino-de-las-masas-trabajadoras