lunes, 22 de noviembre de 2021

[Chile] Sobre Kast, Boric y la contrarrevolución en curso

22 de noviembre de 2021. Tomado de un muro de facebook
 

Por el neofascista de corte liberal Kast votó casi el mismo número de personas que votó por el rechazo, lo cual era obvio si se considera que el sistema de la democracia burguesa encuentra sus más activos adherentes en aquell@s que se benefician de dicha institucionalidad. Hoy la izquierda progresista llora sus lágrimas de cocodrilo, los profesionales educados de la clase media no pueden aceptar que Boric -un candidato abiertamente anti-revuelta, que aprobó leyes que tienen encarceladas a muchas por personas por varios años de su vida, que es además el candidato de una parte importante del empresariado, etc.,- haya tenido menos votos que Kast. Por supuesto, la respuesta es la misma retórica narcisista e impotente que tanto los ha alejado de ese pueblo que tanto les gusta maltratar: "La ignorancia el mejor aliado del fascismo", "si votaste apruebo y luego por Kast no entendiste nada", "me voy de Chile", "el pueblo es tonto", y así ad nauseam. Algunos simplemente están en shock y lo reconocen, es natural que eso pase porque en primer lugar se perdieron del movimiento real que se desplegaba frente a sus propios ojos todo este tiempo, y el cual solo pudieron ver con los lentes de la ideología progresista y democrática que les ha llevado paso a paso a su nueva derrota histórica. De esta manera, tal como antes de ayer, no tienen nada que decir más que una serie de consignas que pretenden demostrar que Kast es el mal encarnado, pero no explican como Kast o alguien como Parisi han llegado a estar donde están, ni tienen nada más que proponer aparte de votar por Boric en la segunda vuelta para "derrotar al fascismo". Lo que ha pasado inadvertido hasta el momento para estas personas, es que el fascismo -es decir la reacción más conservadora de la burguesía frente al capitalismo amenazado- les ha derrotado sucesivamente desde el 15 de noviembre de 2019 en adelante, y Boric  y la convención constituyente, el apruebo y Elisa Loncón, son la expresión viva de esa derrota que hasta hace poco celebraban como una victoria que anunciaba un cambio social venidero. Aún recuerdo cuando el artista progre favorito de la gente, Alfredo Castro, celebró una premiación diciendo que Pinochet estaba muerto con el comienzo de una nueva constitución. En realidad, lo contrario es la verdad: Pinochet y su legado capitalista están más vivos que nunca, y tanto la convención como estas elecciones son la prueba de ello, puesto que el capitalismo refundado por su régimen terrorista ha sido administrado y profundizado por los gobiernos democráticos de izquierda y derecha, y el pretendido candidato del antifascismo aspira a ser un administrador de ese legado, no su destructor.

La realidad es que Boric y Kast no solo no son opuestos, sino que son dos caras de una misma contrarrevolución hoy triunfante. Ambos son la expresión política de la derrota de la revuelta, derrota que no hay que buscar comprender en la estupidez o la ignorancia de "la gente", o en la astucia de la socialdemocracia, sino en el contenido contradictorio de ese movimiento: la revuelta tuvo una naturaleza contradictoria en la que se encuentran simultáneamente un fuerte contenido negativo —anticapitalista— y reivindicaciones ciudadanas que abogan por una reforma del orden social capitalista dentro de los marcos de la democracia. Toda contrarrevolución surge sobre el terreno del movimiento de subversión que le precede. Hoy vivimos una restauración del capitalismo en un nivel superior, en un escenario histórico en el que salga quien salga como presidente deberá gobernar en un país polarizado, con un capitalismo que ya no funciona sin policía permanente en la calle, militares en el Wallmapu, leyes de control y represión del movimiento de personas y, por supuesto, sin una represión masiva sobre cualquier expresión de protesta. Boric ya lo anunció: como presidente mandará a la policía en ejercicio de la ley. Que nadie se engañe, Boric no es menos defensor de la propiedad privada y del capital que Kast.

Sin embargo, en este punto el pensamiento crítico de la mayoría de las personas anti-Kast se detiene. ¿Es que acaso no es Kast peor que Boric? ¿No representa Kast una amenaza para los derechos de las mujeres, de la comunidad LGTBQA+, de las personas inmigrantes? Efectivamente si, pero contrario a las apariencias no más que Boric. En primer lugar, Kast es una persona astuta, y ya ha demostrado tener flexibilidad en su programa. Ayer lo señaló en su discurso, no va a haber discriminación de género ni de orientación sexual. Evidentemente a alguien como Kast no se le creen sus palabras, sino que hay que ver el contenido de sus acciones. Kast, a menos que no quiera evitar una revuelta social masiva, no va a comenzar un hipotético gobierno quitando los derechos a las mujeres o persiguiendo a personas de la comunidad LGTBQ+, sino que se mostrará como el presidente de la unidad nacional en torno al desarrollo de la economía. Quienes realmente sufrirán peligro de su vida y su libertad son las personas vinculadas a la ultraizquierda y al movimiento mapuche, pero Boric no será más benévolo con ellas que su contrincante, después de todo ya demostró su voluntad de encarcelar a todo aquel que atente contra la paz social del capital. Y aquí está uno de los defectos más importantes de la izquierda actual: su deriva identitaria y posmoderna que la ha hecho abrazar la institucionalidad del capital como agente privilegiado de cambios. No es Boric ni la policía quienes protegerán a las mujeres, a la comunidad lgtbqa+ o a los inmigrantes, puesto que con la izquierda o la derecha en el gobierno el Estado nunca lo ha hecho. El problema del patriarcado, el racismo, la exclusión social es algo que va más allá de un gobierno, son características estructurales del capitalismo en Chile. Una respuesta real para el patriarcado, el racismo o la exclusión social solamente puede venir de masas políticamente organizadas en torno a un proyecto colectivo de emancipación común. No obstante, en lo esencial, el programa político de Kast no es tan diferente del programa de Boric: ambas son las propuestas de diferentes fracciones de una misma elite ante la crisis orgánica del modelo actual. Por otro lado el programa de Boric, en caso de salir presidente, no podrá cumplirse a menos que haya una resistencia masiva por parte las personas a los sabotajes de los poderes económicos a las medidas que podrían beneficiar materialmente a la clase trabajadora, o a cualquier ley de carácter progresista. Es útil recordar aquí el caso de México, donde un gobierno de izquierda asesina y persigue inmigrantes, mantiene completa impunidad ante la desaparición de mujeres y personas, se codea abiertamente con el narcotráfico, etc. No es el fascismo, es el funcionamiento orgánico de la democracia capitalista.

Estamos viviendo tiempos históricos convulsos, ya sea que gane Kast o Boric estamos en medio de un proceso contrarrevolucionario, proceso que será administrado por uno de los dos a la cabeza del Estado, pero con ambos en el mismo bando: la defensa acérrima de la paz social del capital. Si gana Kast, con Boric a la cabeza de la oposición ya sabemos que esperar de parte de su sector. Si gana Boric, Kast seguirá como líder visible indiscutido de la derecha, presionando desde su sector para aprobar leyes o trabar avances sociales con la misma fuerza con la que lo haría siendo presidente, porque Kast y su sector ya lograron su principal objetivo político: la derechización de todo el espectro político institucional. El enfrentamiento entre Kast y Boric es el conflicto entre dos fracciones de la elite por la cabeza del Estado, pero ambos coinciden en su unidad frente a la subversión social y el peligro que representa para el capital nacional e internacional el avance del proceso de recuperación de tierras por parte del pueblo mapuche.

Por otro lado, hay un enorme porcentaje, más del 50%, de personas que pudiendo votar no lo hicieron. ¿por qué? ¿será por su ignorancia? ¿su inconciencia?-aquí debo reprimir la náusea que me da escuchar que los profesores fallaron en educar, cuando es precisamente la educación que dan en la escuela un obstáculo para la transformación social radical-. Hay, por un lado, miles de personas en la ultraizquierda que no fueron a votar por Boric precisamente porque Boric es el mal menor, y cualquier persona que tenga un poco de memoria y recuerde los días en los que se le arrojaba cerveza en la calle sabrá porqué es detestable, peligroso e incluso una afrenta a la dignidad ir a votar por él. Estas personas de seguro votarán por Boric en la segunda vuelta, y de hecho es probable que éste último gane en las próximas elecciones no por ser un excelente candidato con un programa de transformación social radical vinculado y apoyado masivamente por las personas, sino solamente por el efecto anti-Kast. En este escenario, tanto como en el que gana Kast, los ganadores y los perdedores serán los mismos, porque ya el solo hecho de tener que elegir entre Kast y Boric es una alternativa dentro de un mismo callejón sin salida, y por otro lado ambos representan lo mismo, se quiera o no se quiera ver la realidad.

Lo de Kast, en medio del terror que supone para todo el mundo -excepto claro para la burguesía, y quienes le apoyan- supone de alguna forma un terremoto político que podría tener alguna utilidad para cuestionar y superar las imposturas que durante largo tiempo han parasitado a los movimientos sociales en nuestro siglo. En efecto, este es tiempo para pensar una alternativa de transformación social radical más allá de la institucionalidad capitalista, que permita unir las diferentes demandas sociales (ecológicas, feministas, de clase, etc) en torno a una praxis anticapitalista consciente. Porque gane Kast o Boric nuestros problemas seguirán allí, y la solución a ellos no pasa por una elección y luego retirarse a la casa y al trabajo por los próximos 4 años, sino que pasa por empezar a realizar colectivamente un proyecto de emancipación más allá de las clases, el dinero y el Estado. Pero ese proyecto y esa praxis emancipadora no caerán del cielo, ni ocurrirá por la ilustración repentina de las masas, sino que sucederá como una necesidad que surgirá al calor de la lucha y la agudización de la crisis actual del capitalismo. Por mi parte, espero que el miedo a Kast no se convierta solo en una votación obligada por Boric -es inevitable el retroceso a la disputa electoral ante la derrota de la revuelta y cuando no hay una masa movilizada y políticamente activa- sino que abra camino para empezar un nuevo tipo de actividad política de las masas y de desobediencia civil. Una cosa es clara: con Kast o con Boric a la cabeza del poder del Estado -pero con ambos gobernando-, habrá que volver a saltar el torniquete.

Porque se los aseguro, si no es Kast, será Boric y su gobierno quienes construirán una zanja (o algún otro método) para excluir, perseguir y expulsar inmigrantes, de la misma forma que es AMLO y Biden quienes administran oficialmente la maquinaria de persecución y exterminio policial y militar de sus respectivos países con el apoyo de toda la izquierda progresista. Y, en ese sentido, se hace hoy más necesaria que nunca tanto una reinterpretación colectiva del pasado, de la historia reciente desde 1970 en adelante, y también responder una pregunta crucial para el futuro del partido de la subversión social: ¿Cuál fue el contenido radical de la revuelta de octubre? En la respuesta a esa pregunta, reside la posibilidad de pensar y realizar una praxis política anticapitalista realmente efectiva.

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