Aclaraciones sobre los últimos acontecimientos en la región.
Consideramos que lo primordial es mantenernos fieles a nuestras convicciones y a los valores que intentamos contagiar. Y, por supuesto, no podemos compartir con los demás algo que esta ausente en nosotros mismos, como personas, como colectivo, como grupo o como movimiento. Ya sea esto una perspectiva, un proyecto o incluso una actitud frente a la vida.
Ya que hace tiempo que se habla de las “necesidades”, de las urgencias, de los deseos y de las ganas, creemos que es momento de comenzar a plantearnos las consecuencias, las verdaderas motivaciones, las capacidades y la coherencia. No para generar miedo, desgano o pasividad, sino para que a la hora de enfrentar o tomar nuestras decisiones, tengamos en claro su peso y no salgamos corriendo.
El avance o la intensificación, por así decir, de la lucha suele conllevar una puntualización del hostigamiento, el acoso, en fin, la represión. No importa cuantas vueltas se le de al asunto, la rebelión es y será siempre combatida por el Poder, ya que solo en los espacios inofensivos, visibles y más fácilmente controlables es donde probablemente podamos movernos, según el contexto, “sin represalias”(1). Y aunque incluso en estos espacios hay potencial, el debate sobre los límites y las posibilidades que contienen, no es lo que nos motiva ahora; aunque los entendamos a éstos como parte de un todo, junto con el resto de espacios y momentos de la lucha.
Cuando luchamos e incitamos a otros a luchar también, asumimos e incitamos a los otros a asumir un riesgo: la represión. Y es ésta misma represión la que muchas veces es subestimada e ignorada por los propios compañeros, hasta que la fuerza de los acontecimientos nos obligan a enfrentarla tal cual es o, depende que tan firmes estemos, a huir en bandada a refugiarnos en los espacios mas visibles, cerrando quizás la puerta a los represaliados y asomando la mano por la ventana… Y mientras mas “profundizamos” la lucha recurriendo a métodos supuestamente mas radicales(2), mayor aun es la respuesta represiva y el golpe que desestabiliza. A estas alturas sabemos, o deberíamos saber, que la manipulación y la violencia, y sobre todo la manipulación de la violencia, es algo que el Poder domina con gran habilidad de cara a la población oprimida, es su carta de presentación y su lenguaje.
Los últimos acontecimientos ocurridos en Chile, la represión a centros sociales y el encarcelamiento de compañeros, nos llaman a la reflexión sobre varias cuestiones. Por un lado, y ésta será labor de los compañeros involucrados y/o conocedores de los pormenores del contexto en el que combaten, todo lo referente a las formas en que se complementan y retroalimentan, y en que medida se difunden y se propagan las prácticas “ilegales” y las actividades “a plena luz del día”(3). Asumiendo que, y los hechos lo demuestran, cuando al Poder le conviene se inventa culpabilidades. Nada nuevo. Barajando también que a veces la propaganda escrita dice más de lo que se cree o debería, que el lenguaje y sus expresiones son también cuestiones a valorar a la luz de la seguridad. Por el otro lado, la capacidad que tenemos colectivamente de aprender y avanzar sobre las experiencias de otros compañeros, quizás en otros contextos pero con varias similitudes en lo que respecta al posicionamiento y la acción de los grupos. Sobre esto hay muchísimo para profundizar: seguridad, procuración de los recursos, metodología, etc…
Para nosotros esta claro, la solidaridad y la posible complicidad con los compañeros de esa o cualquier otra región, al margen de las lejanías o las distancias, de los cariños o el desconocimiento personal, responde a que, aunque sean distintos territorios, es la misma guerra y nos posicionamos, combatimos, desde el mismo bando: contra el Poder, contra la Dominación en todas sus formas y por la libertad absoluta.
En este sentido, el apoyo, la solidaridad y el sostén de los compañeros encarcelados también nos merece una reflexión (4). Aunque el tiempo transcurre, y en la calle se suele estar muy pendientes a las ultimas novedades, sin importar que tan lejanas sean, muchas veces los compañeros continúan encerrados y una responsabilidad que debiese ser colectiva, sobre todo cuando se habla tanto de la cárcel y la represión, suele recaer en unos pocos pasado el interés inicial (siempre surge algo nuevo tras lo cual correr, cuando no se tiene un planteamiento o una visión más o menos clara de las cosas). Y no hablamos solo del apoyo cotidiano (visitas, comunicación, contacto en general) sino de la difusión de la situación en cuestión y del sostén económico. Ojala podamos superar estos obstáculos.
Nuestros compañeros encarcelados y todos los rebeldes que no claudican frente a la cárcel (incluso los fugados y algunos que nunca han pisado un calabozo) nos demostraron una realidad: que a este sistema, a este orden y sus leyes, es posible combatirlos hasta el final, que hay una guerra impuesta y silenciada sobre el conjunto de los oprimidos. De ahí la reivindicación de estos compañeros, y no por martirización o rédito político. Nuestra lucha sigue siendo contra la cárcel. Nuestra solidaridad para los presos que luchan. Nuestra sensibilidad con todos aquellos que sufrimos las miserias de este sistema. Entre todo esto, tratamos de desarrollar una perspectiva de lucha revolucionaria lo mas coherente posible, sin morir en la frialdad e indiferencia de los programas ideológicos o análisis estratégicos, sino siguiendo a nuestro corazón y a nuestro instinto, con la memoria lo mas afilada posible. Y sobre todo, concientes de que sin importar cuanto nos aíslen (o nos aislemos), no tenemos que perder los valores esenciales que nos diferencian y nos enfrentan a nuestros enemigos. Nuestras ideas valen por la firmeza con que defienden y sostienen la libertad, la solidaridad, la verdadera justicia; no por qué tan ferozmente combaten lo que niegan. Para soldados y mercenarios ya están los ejércitos, sus estructuras autoritarias y su mentalidad policial.
Existe dentro del ghetto político revolucionario también la mala costumbre de reproducir practicas y experiencias pertenecientes a otras realidades y contextos, y de trasladar metodologías sin el previo trabajo de analizar, criticar y transformarlas, intentando crear un inexistente paralelismo entres diferentes países y regiones, confundiendo la solidaridad y la lucha con las tendencias y las apariencias(5).
Los viejos anarquistas que plantearon el concepto de propaganda por el hecho, han advertido claramente la necesidad de realizar acciones que por si mismas evidencien un conflicto y una tensión social puntual. Una acción que necesita indefectiblemente de un extenso comunicado es una contradicción, sobre todo porque si debemos explicar nuestra revuelta al resto de los explotados es porque algo no esta funcionando, un desentendimiento y una falta de lenguaje, encuentro y entendimiento en común con el que es necesario acabar. Existe una mentalidad vanguardista y/o elitista, también de ghetto, que nos aísla y nos margina de los nuestros, que sufren la represión y la miseria del mismo modo que nosotros(6). Y ésta mentalidad no se supera solo con decir que no se es vanguardia, o criticar a los grupos armados, al foquismo, etc. En todo caso, creemos que nada hay que dialogar con el Poder, ni siquiera por comunicados. Ni siquiera intercambiando amenazas, mucho menos cuando se esta dispuesto y se es capaz de concretarlas.
Se han registrado en este último año en Buenos Aires y en el interior numerosos atentados a bancos y demás entidades e instituciones. La mayoría de estas han sido al típico estilo: acción => comunicado vía Internet => firma Célula, Brigada, Núcleo, etc., fulano => a veces repercusión en los medios => reivindicación por tal o cual conflicto, etc. Pasando por todo, podemos decir que el nexo entre la acción y el conflicto, o sea su móvil, es visible muchas veces solo en la mente de sus protagonistas.
La circulación de información en los sitios de Internet, queda solo a merced de la interpretación de los sectores militantes, provoca aceptación o rechazo, indiferencia o paja mental. Ni más ni menos.
Buscar la radicalidad de la cuestión como un fin en sí misma y no la profundización sobre diferentes prácticas para realmente radicalizar y extender las luchas, nos huele a protagonismo ficticio. La verdadera necesidad revolucionaria consiste en recuperar terrenos y espacios de lucha que nos han quitado, hemos perdido, o no somos capaces de visualizar. El Poder nos ha marcado un camino del que es imprescindible salirse. Porque para su conveniencia, debemos ser pasivos luchadores, lo cual no representa un peligro para ellos, o de forma contraria, despiadados terroristas, cuya imagen mediatizada permite la aplicación de leyes con todo un peso político y social del que es muy difícil deshacerse. Sabemos que igualmente el camino siempre es duro, pero no debemos regalarnos nuevos obstáculos solo por no hacer el esfuerzo de analizar un poco el entorno y la realidad que nos rodea.
Concretar acciones violentas contra el Poder, responde en muchos casos, mas a una cuestión de voluntad y decisión personal, que a un proyecto revolucionario o una perspectiva de lucha. Esto es así, no esta mal, y aunque lo compartamos, no compartimos el hacer pasar una cosa por otra. Realmente no se puede construir ni proponer un cambio radical simplemente a partir del odio y la violencia. Quizás si a partir de la rebeldía y la solidaridad, y de una inclinación a propagarlas en todas sus formas. El ataque al Poder es parte de una recuperación de la dignidad y de una identificación y materialización del enemigo, del demostrar que esta ahí en unos espacios concretos sobre el territorio, que es también visible y atacable y no solo una serie de relaciones y redes abstractas. Al cambiar nosotros, también cambia la forma en que nos relacionamos con lo que nos rodea. Pero es también una decisión, como muchas otras quizás más difíciles (como el comprometerse sinceramente y hasta el final con uno mismo, con sus compañeros y las propias ideas), cuya elección no nos garantiza esto último.
En el ultimo año en Argentina, aparece una supuesta Brigada llamada Luciano Arruga, organización que nuclea varias “células” que se han adjudicado robos a bancos, atentados, recuperación de armamento, palizas a dirigentes, asaltos a comisarías, etc., en uno de los cuales (supuesto artefacto explosivo en una escuela de policías en el sur) los medios informan sobre la muerte de un barrendero, producto de la explosión. Sin más que una despreciable mención sobre este hecho en Internet, el grupo siguió revindicando acciones en sus comunicados bajo nombres espectaculares, entre ellos el de dos compañeros encarcelados (Diego Petrissans y Leandro Morel). De esta forma, la utilización de sus nombres (o la de cualquier otro compañero encarcelado), en la reclamación de la autoría de acciones de este tipo (y no la sola mención de su situación o la expresión de solidaridad) no hacen mas que aclararnos dos cosas: una clara intención de perjudicar la situación de los compañeros prontos a salir a la calle y a su entorno más cercano, y allanar el camino a futuras (e incluso actuales) investigaciones y/o golpes represivos –como la realidad lo viene demostrando–, vinculando así distintas realidades en un solo y complejo entramado existente solo en la cabeza de la policía o algún fiscal. Hablando mal y pronto, por las menciones y las intenciones expuestas en las reivindicaciones y comunicados, todo esto nos huele a colaboración internacional entre los aparatos represivos de Chile y Argentina.
Existen, pensamos, dos posibilidades: tras cada hecho de robo (por ej. El reciente intento de asalto a un blindado en el cual mueren dos policías) con cierta repercusión mediática, la “Brigada” asume el hecho y se lo adjudica mediante una reivindicación por Internet (copiando una formula exportada de otras épocas pero muy de moda en estos tiempos) o, lo que para muchos es mas difícil de creer, este grupo realmente crea estas situaciones, como manera de generar confusión y tensión entre la gente. No sabemos con exactitud que es lo que se esta tramando con todo esto, tenemos muchas dudas también, lo que sabemos y supimos desde un principio es que esta gente no es para nada compañera, sino todo lo contrario. Por el lenguaje militarista, vanguardista, policial, el discurso prefabricado totalmente vacío de perspectiva, se deja ver una vieja estrategia del enemigo con una clara intención (sin ir muy lejos, recordamos algunas “acciones” del FAR –Frente Anarquista Revolucionario- en Chile).
Históricamente, los sectores mas fascistas del Poder han utilizado esta estrategia contra los grupos mas radicales, sobre todo concretando acciones (siempre violentas y si hay muertos mejor) bajo un nombre fantasma, creando un clima de miedo y descontento en la gente, para preparar así el terreno a la represión hacia los rebeldes (7).
Lo peor de todo esto es la facilidad con la que, cualquiera con acceso a Internet y dos dedos de frente para copiar (incluso sin ningún tipo de audacia) un discurso “radical” encuentra eco y se ubica entre las “filas” del movimiento anarquista, antiautoritario, etc. Solo por figurar en Internet. Solo por decir que se hizo algo violento. Se les abre gratuitamente las puertas y se los defiende y reclama como compañeros. Sin un gramo de autocrítica o análisis (hasta que resulto totalmente evidente, incluso ridículo, siendo que días antes se les daba cabida en los propios portales que luego los criticaron). Casi todas las paginas web, que en muchos casos no hacen mas que regalar información a la policía y reproducir compulsivamente cualquier hecho violento en el mundo, todo desde una óptica muy insurreccional (a tono con la sociedad actual y su sobredosis diaria e indigerible de información), le dieron vuelo y vida a esta historia que, desde el principio, estuvo cargada de un lenguaje y un tono policiaco y vinculante. Lo triste sigue siendo ver a compañeros a la pesca de cualquier comunicado, la mayoría de las veces innecesario y/o sobredimensionado (por lo menos, en esta región), sobre alguna acción para ir corriendo a colgarlo en Internet y que los compañeros de otros lugares se crean una historia que no es. Ni hablar de los que, creyéndose estar a la altura de esta Brigada, les pidieron “explicaciones” y dialogaron con ellos. Obviamente, siempre, navegando en la red, cuando en la calle hubo otras urgencias bastante más reales que andar jugando a la “lucha armada” y a los comunicados espectaculares.
Incluso sabiendo que habrá quien lo haga con las mejores intenciones (eso queremos creer), hay cosas que no son un juego y tienen repercusiones que no se limitan a lo ficticio de los grupos que deambulan por Internet. Hay que entender que estas historias sientan precedentes y quizás no ahora, ni el año que viene, pero tarde o temprano alguien va a terminar siendo acusado de las supuestas acciones y atentados de esta supuesta Brigada.
A los que, así y todo, aun creen que este grupo existe realmente y son “compañeros”, sepan que verdaderos compañeros permanecen todavía encerrados, condenados y enfrentando investigaciones, procesos, luchando (de una u otra forma), y soportando la crudeza brutal de una realidad carcelaria que muchos realmente desconocen, como para encima cargar con las ganas de protagonismo y las ilusiones de quienes creen sentirse parte de un supuesto y “amenazante” movimiento armado y clandestino que no existe. Esto no es por victimizarlos, de hecho están pagando una larga condena y sabemos que han asumido y asumen su situación con la frente en alto, incluso la que les han tirado encima ahora, pero también sabemos que no hay nada mas lejos de un compañero que aprovecharse o sacar ventaja de los presos, ensuciándolos y enterrándolos aún más.
Lo expresado aquí ha sido el motor fundamental que nos incito a escribir este texto. Cobardemente se silencio y silencia una vez más una situación, y nadie tomo la palabra sobre esto, muy por el contrario muchos se alegraban pensando esto como una “extensión” del ataque: el nacimiento de una brigada con una aparente estructura capaz de actuar en varios sitios de la región, una autentica brigada (policial). Y ahora que las cosas se tornan obvias, todos tienen una opinión para emitir.
Esto y todo lo antes expuesto es producto de una reflexión entre compañeros. Por eso antes de finalizar nos urge dejar claro lo siguiente: no condenamos la violencia en la lucha contra el Poder, la consideramos parte de nuestra práctica. Criticamos sus formas y métodos. Alentamos también a no tragarse todo lo que sale en Internet y a tener la capacidad de reflexionar y criticar. Tampoco actuamos por miedo a la represión, ponemos en la balanza sus consecuencias, afrontándola, teniendo clarísimo de que lado estamos y cual es nuestra lucha, quienes son nuestros enemigos y quienes nuestros compañeros, y dándole para adelante hasta el final, seguimos en el mismo camino luchando y aprendiendo.
Consideramos que lo primordial es mantenernos fieles a nuestras convicciones y a los valores que intentamos contagiar. Y, por supuesto, no podemos compartir con los demás algo que esta ausente en nosotros mismos, como personas, como colectivo, como grupo o como movimiento. Ya sea esto una perspectiva, un proyecto o incluso una actitud frente a la vida.
Ya que hace tiempo que se habla de las “necesidades”, de las urgencias, de los deseos y de las ganas, creemos que es momento de comenzar a plantearnos las consecuencias, las verdaderas motivaciones, las capacidades y la coherencia. No para generar miedo, desgano o pasividad, sino para que a la hora de enfrentar o tomar nuestras decisiones, tengamos en claro su peso y no salgamos corriendo.
El avance o la intensificación, por así decir, de la lucha suele conllevar una puntualización del hostigamiento, el acoso, en fin, la represión. No importa cuantas vueltas se le de al asunto, la rebelión es y será siempre combatida por el Poder, ya que solo en los espacios inofensivos, visibles y más fácilmente controlables es donde probablemente podamos movernos, según el contexto, “sin represalias”(1). Y aunque incluso en estos espacios hay potencial, el debate sobre los límites y las posibilidades que contienen, no es lo que nos motiva ahora; aunque los entendamos a éstos como parte de un todo, junto con el resto de espacios y momentos de la lucha.
Cuando luchamos e incitamos a otros a luchar también, asumimos e incitamos a los otros a asumir un riesgo: la represión. Y es ésta misma represión la que muchas veces es subestimada e ignorada por los propios compañeros, hasta que la fuerza de los acontecimientos nos obligan a enfrentarla tal cual es o, depende que tan firmes estemos, a huir en bandada a refugiarnos en los espacios mas visibles, cerrando quizás la puerta a los represaliados y asomando la mano por la ventana… Y mientras mas “profundizamos” la lucha recurriendo a métodos supuestamente mas radicales(2), mayor aun es la respuesta represiva y el golpe que desestabiliza. A estas alturas sabemos, o deberíamos saber, que la manipulación y la violencia, y sobre todo la manipulación de la violencia, es algo que el Poder domina con gran habilidad de cara a la población oprimida, es su carta de presentación y su lenguaje.
Los últimos acontecimientos ocurridos en Chile, la represión a centros sociales y el encarcelamiento de compañeros, nos llaman a la reflexión sobre varias cuestiones. Por un lado, y ésta será labor de los compañeros involucrados y/o conocedores de los pormenores del contexto en el que combaten, todo lo referente a las formas en que se complementan y retroalimentan, y en que medida se difunden y se propagan las prácticas “ilegales” y las actividades “a plena luz del día”(3). Asumiendo que, y los hechos lo demuestran, cuando al Poder le conviene se inventa culpabilidades. Nada nuevo. Barajando también que a veces la propaganda escrita dice más de lo que se cree o debería, que el lenguaje y sus expresiones son también cuestiones a valorar a la luz de la seguridad. Por el otro lado, la capacidad que tenemos colectivamente de aprender y avanzar sobre las experiencias de otros compañeros, quizás en otros contextos pero con varias similitudes en lo que respecta al posicionamiento y la acción de los grupos. Sobre esto hay muchísimo para profundizar: seguridad, procuración de los recursos, metodología, etc…
Para nosotros esta claro, la solidaridad y la posible complicidad con los compañeros de esa o cualquier otra región, al margen de las lejanías o las distancias, de los cariños o el desconocimiento personal, responde a que, aunque sean distintos territorios, es la misma guerra y nos posicionamos, combatimos, desde el mismo bando: contra el Poder, contra la Dominación en todas sus formas y por la libertad absoluta.
En este sentido, el apoyo, la solidaridad y el sostén de los compañeros encarcelados también nos merece una reflexión (4). Aunque el tiempo transcurre, y en la calle se suele estar muy pendientes a las ultimas novedades, sin importar que tan lejanas sean, muchas veces los compañeros continúan encerrados y una responsabilidad que debiese ser colectiva, sobre todo cuando se habla tanto de la cárcel y la represión, suele recaer en unos pocos pasado el interés inicial (siempre surge algo nuevo tras lo cual correr, cuando no se tiene un planteamiento o una visión más o menos clara de las cosas). Y no hablamos solo del apoyo cotidiano (visitas, comunicación, contacto en general) sino de la difusión de la situación en cuestión y del sostén económico. Ojala podamos superar estos obstáculos.
Nuestros compañeros encarcelados y todos los rebeldes que no claudican frente a la cárcel (incluso los fugados y algunos que nunca han pisado un calabozo) nos demostraron una realidad: que a este sistema, a este orden y sus leyes, es posible combatirlos hasta el final, que hay una guerra impuesta y silenciada sobre el conjunto de los oprimidos. De ahí la reivindicación de estos compañeros, y no por martirización o rédito político. Nuestra lucha sigue siendo contra la cárcel. Nuestra solidaridad para los presos que luchan. Nuestra sensibilidad con todos aquellos que sufrimos las miserias de este sistema. Entre todo esto, tratamos de desarrollar una perspectiva de lucha revolucionaria lo mas coherente posible, sin morir en la frialdad e indiferencia de los programas ideológicos o análisis estratégicos, sino siguiendo a nuestro corazón y a nuestro instinto, con la memoria lo mas afilada posible. Y sobre todo, concientes de que sin importar cuanto nos aíslen (o nos aislemos), no tenemos que perder los valores esenciales que nos diferencian y nos enfrentan a nuestros enemigos. Nuestras ideas valen por la firmeza con que defienden y sostienen la libertad, la solidaridad, la verdadera justicia; no por qué tan ferozmente combaten lo que niegan. Para soldados y mercenarios ya están los ejércitos, sus estructuras autoritarias y su mentalidad policial.
Existe dentro del ghetto político revolucionario también la mala costumbre de reproducir practicas y experiencias pertenecientes a otras realidades y contextos, y de trasladar metodologías sin el previo trabajo de analizar, criticar y transformarlas, intentando crear un inexistente paralelismo entres diferentes países y regiones, confundiendo la solidaridad y la lucha con las tendencias y las apariencias(5).
Los viejos anarquistas que plantearon el concepto de propaganda por el hecho, han advertido claramente la necesidad de realizar acciones que por si mismas evidencien un conflicto y una tensión social puntual. Una acción que necesita indefectiblemente de un extenso comunicado es una contradicción, sobre todo porque si debemos explicar nuestra revuelta al resto de los explotados es porque algo no esta funcionando, un desentendimiento y una falta de lenguaje, encuentro y entendimiento en común con el que es necesario acabar. Existe una mentalidad vanguardista y/o elitista, también de ghetto, que nos aísla y nos margina de los nuestros, que sufren la represión y la miseria del mismo modo que nosotros(6). Y ésta mentalidad no se supera solo con decir que no se es vanguardia, o criticar a los grupos armados, al foquismo, etc. En todo caso, creemos que nada hay que dialogar con el Poder, ni siquiera por comunicados. Ni siquiera intercambiando amenazas, mucho menos cuando se esta dispuesto y se es capaz de concretarlas.
Se han registrado en este último año en Buenos Aires y en el interior numerosos atentados a bancos y demás entidades e instituciones. La mayoría de estas han sido al típico estilo: acción => comunicado vía Internet => firma Célula, Brigada, Núcleo, etc., fulano => a veces repercusión en los medios => reivindicación por tal o cual conflicto, etc. Pasando por todo, podemos decir que el nexo entre la acción y el conflicto, o sea su móvil, es visible muchas veces solo en la mente de sus protagonistas.
La circulación de información en los sitios de Internet, queda solo a merced de la interpretación de los sectores militantes, provoca aceptación o rechazo, indiferencia o paja mental. Ni más ni menos.
Buscar la radicalidad de la cuestión como un fin en sí misma y no la profundización sobre diferentes prácticas para realmente radicalizar y extender las luchas, nos huele a protagonismo ficticio. La verdadera necesidad revolucionaria consiste en recuperar terrenos y espacios de lucha que nos han quitado, hemos perdido, o no somos capaces de visualizar. El Poder nos ha marcado un camino del que es imprescindible salirse. Porque para su conveniencia, debemos ser pasivos luchadores, lo cual no representa un peligro para ellos, o de forma contraria, despiadados terroristas, cuya imagen mediatizada permite la aplicación de leyes con todo un peso político y social del que es muy difícil deshacerse. Sabemos que igualmente el camino siempre es duro, pero no debemos regalarnos nuevos obstáculos solo por no hacer el esfuerzo de analizar un poco el entorno y la realidad que nos rodea.
Concretar acciones violentas contra el Poder, responde en muchos casos, mas a una cuestión de voluntad y decisión personal, que a un proyecto revolucionario o una perspectiva de lucha. Esto es así, no esta mal, y aunque lo compartamos, no compartimos el hacer pasar una cosa por otra. Realmente no se puede construir ni proponer un cambio radical simplemente a partir del odio y la violencia. Quizás si a partir de la rebeldía y la solidaridad, y de una inclinación a propagarlas en todas sus formas. El ataque al Poder es parte de una recuperación de la dignidad y de una identificación y materialización del enemigo, del demostrar que esta ahí en unos espacios concretos sobre el territorio, que es también visible y atacable y no solo una serie de relaciones y redes abstractas. Al cambiar nosotros, también cambia la forma en que nos relacionamos con lo que nos rodea. Pero es también una decisión, como muchas otras quizás más difíciles (como el comprometerse sinceramente y hasta el final con uno mismo, con sus compañeros y las propias ideas), cuya elección no nos garantiza esto último.
En el ultimo año en Argentina, aparece una supuesta Brigada llamada Luciano Arruga, organización que nuclea varias “células” que se han adjudicado robos a bancos, atentados, recuperación de armamento, palizas a dirigentes, asaltos a comisarías, etc., en uno de los cuales (supuesto artefacto explosivo en una escuela de policías en el sur) los medios informan sobre la muerte de un barrendero, producto de la explosión. Sin más que una despreciable mención sobre este hecho en Internet, el grupo siguió revindicando acciones en sus comunicados bajo nombres espectaculares, entre ellos el de dos compañeros encarcelados (Diego Petrissans y Leandro Morel). De esta forma, la utilización de sus nombres (o la de cualquier otro compañero encarcelado), en la reclamación de la autoría de acciones de este tipo (y no la sola mención de su situación o la expresión de solidaridad) no hacen mas que aclararnos dos cosas: una clara intención de perjudicar la situación de los compañeros prontos a salir a la calle y a su entorno más cercano, y allanar el camino a futuras (e incluso actuales) investigaciones y/o golpes represivos –como la realidad lo viene demostrando–, vinculando así distintas realidades en un solo y complejo entramado existente solo en la cabeza de la policía o algún fiscal. Hablando mal y pronto, por las menciones y las intenciones expuestas en las reivindicaciones y comunicados, todo esto nos huele a colaboración internacional entre los aparatos represivos de Chile y Argentina.
Existen, pensamos, dos posibilidades: tras cada hecho de robo (por ej. El reciente intento de asalto a un blindado en el cual mueren dos policías) con cierta repercusión mediática, la “Brigada” asume el hecho y se lo adjudica mediante una reivindicación por Internet (copiando una formula exportada de otras épocas pero muy de moda en estos tiempos) o, lo que para muchos es mas difícil de creer, este grupo realmente crea estas situaciones, como manera de generar confusión y tensión entre la gente. No sabemos con exactitud que es lo que se esta tramando con todo esto, tenemos muchas dudas también, lo que sabemos y supimos desde un principio es que esta gente no es para nada compañera, sino todo lo contrario. Por el lenguaje militarista, vanguardista, policial, el discurso prefabricado totalmente vacío de perspectiva, se deja ver una vieja estrategia del enemigo con una clara intención (sin ir muy lejos, recordamos algunas “acciones” del FAR –Frente Anarquista Revolucionario- en Chile).
Históricamente, los sectores mas fascistas del Poder han utilizado esta estrategia contra los grupos mas radicales, sobre todo concretando acciones (siempre violentas y si hay muertos mejor) bajo un nombre fantasma, creando un clima de miedo y descontento en la gente, para preparar así el terreno a la represión hacia los rebeldes (7).
Lo peor de todo esto es la facilidad con la que, cualquiera con acceso a Internet y dos dedos de frente para copiar (incluso sin ningún tipo de audacia) un discurso “radical” encuentra eco y se ubica entre las “filas” del movimiento anarquista, antiautoritario, etc. Solo por figurar en Internet. Solo por decir que se hizo algo violento. Se les abre gratuitamente las puertas y se los defiende y reclama como compañeros. Sin un gramo de autocrítica o análisis (hasta que resulto totalmente evidente, incluso ridículo, siendo que días antes se les daba cabida en los propios portales que luego los criticaron). Casi todas las paginas web, que en muchos casos no hacen mas que regalar información a la policía y reproducir compulsivamente cualquier hecho violento en el mundo, todo desde una óptica muy insurreccional (a tono con la sociedad actual y su sobredosis diaria e indigerible de información), le dieron vuelo y vida a esta historia que, desde el principio, estuvo cargada de un lenguaje y un tono policiaco y vinculante. Lo triste sigue siendo ver a compañeros a la pesca de cualquier comunicado, la mayoría de las veces innecesario y/o sobredimensionado (por lo menos, en esta región), sobre alguna acción para ir corriendo a colgarlo en Internet y que los compañeros de otros lugares se crean una historia que no es. Ni hablar de los que, creyéndose estar a la altura de esta Brigada, les pidieron “explicaciones” y dialogaron con ellos. Obviamente, siempre, navegando en la red, cuando en la calle hubo otras urgencias bastante más reales que andar jugando a la “lucha armada” y a los comunicados espectaculares.
Incluso sabiendo que habrá quien lo haga con las mejores intenciones (eso queremos creer), hay cosas que no son un juego y tienen repercusiones que no se limitan a lo ficticio de los grupos que deambulan por Internet. Hay que entender que estas historias sientan precedentes y quizás no ahora, ni el año que viene, pero tarde o temprano alguien va a terminar siendo acusado de las supuestas acciones y atentados de esta supuesta Brigada.
A los que, así y todo, aun creen que este grupo existe realmente y son “compañeros”, sepan que verdaderos compañeros permanecen todavía encerrados, condenados y enfrentando investigaciones, procesos, luchando (de una u otra forma), y soportando la crudeza brutal de una realidad carcelaria que muchos realmente desconocen, como para encima cargar con las ganas de protagonismo y las ilusiones de quienes creen sentirse parte de un supuesto y “amenazante” movimiento armado y clandestino que no existe. Esto no es por victimizarlos, de hecho están pagando una larga condena y sabemos que han asumido y asumen su situación con la frente en alto, incluso la que les han tirado encima ahora, pero también sabemos que no hay nada mas lejos de un compañero que aprovecharse o sacar ventaja de los presos, ensuciándolos y enterrándolos aún más.
Lo expresado aquí ha sido el motor fundamental que nos incito a escribir este texto. Cobardemente se silencio y silencia una vez más una situación, y nadie tomo la palabra sobre esto, muy por el contrario muchos se alegraban pensando esto como una “extensión” del ataque: el nacimiento de una brigada con una aparente estructura capaz de actuar en varios sitios de la región, una autentica brigada (policial). Y ahora que las cosas se tornan obvias, todos tienen una opinión para emitir.
Esto y todo lo antes expuesto es producto de una reflexión entre compañeros. Por eso antes de finalizar nos urge dejar claro lo siguiente: no condenamos la violencia en la lucha contra el Poder, la consideramos parte de nuestra práctica. Criticamos sus formas y métodos. Alentamos también a no tragarse todo lo que sale en Internet y a tener la capacidad de reflexionar y criticar. Tampoco actuamos por miedo a la represión, ponemos en la balanza sus consecuencias, afrontándola, teniendo clarísimo de que lado estamos y cual es nuestra lucha, quienes son nuestros enemigos y quienes nuestros compañeros, y dándole para adelante hasta el final, seguimos en el mismo camino luchando y aprendiendo.
Algunos anarquistas de Buenos Aires.
Diciembre, 2010.
Diciembre, 2010.
NOTAS
(1): El avance represivo sobre centros sociales y okupas anarquistas y autónomas en Chile deja en claro, como quien no quiere la cosa, que se combate el delito (ya sea éste el de terrorismo, delincuencia o el que fuese). La ejecución de un crimen. La democracia y sus representantes se encargan de aclarar siempre esta separación (que para nosotros no existe) entre quienes piensan o quieren destruir el Poder, cambiar la realidad, y quienes cometen o ayudan a cometer delitos contra edificios o personas, quienes materializan una parte de la lucha, acá y ahora. Las ideas, sus motivaciones, serán agravantes para la condena (sobre todo cuando se habla de aplicaciones de leyes cargadas de un contenido bien político), pero se cuidan de dejar siempre las puertas abiertas al reformismo, argumentando que se puede “luchar” siempre que sea dentro de su legalidad. Para explicarnos mejor, creemos que lo que se persigue es la concreción de una idea y una propuesta subversiva, no las ilusiones de un círculo de soñadores, o las extravagancias de un sector de la población con tendencias cultural y socialmente alternativas. Se persigue responsables de hechos concretos que son parte de una lucha, y se vincula a los espacios sociales por ser la cara visible de una idea que sostiene e impulsa la concreción de esa lucha. Y a la larga, la propuesta de destrucción del Dominio por la capacidad que tenemos todos de vivir libremente, es potencialmente peligrosa cuando se la toma en serio.
(2): Existe una tendencia creciente entre los compañeros a sobrevalorar y jerarquizar un medio de lucha sobre otro. Y esto es así, aunque se diga lo contrario, sobre todo cuando abundan las publicaciones que se regocijan contabilizando hechos violentos, por el solo hecho de serlos. En todo caso la valoración que hacemos sobre los medios de lucha, pasa por el nivel de compromiso y convicción que requieren, y no por la espectacularidad o repercusión mediática que estos reciban (aunque ésta, en determinados casos sea lo que se busca en ciertas luchas, poner sobre la mesa y en boca de todos una situación concreta).
(3): No hablamos únicamente de atentados, robos, etc. Sabemos que el Estado criminaliza a antojo y conveniencia todo tipo de resistencia, y que determinadas actividades o prácticas, como puede ser una manifestación o un mural (inclusive una actividad abierta o un recital), pueden parecerle irrelevantes y permitirlas en una región, y ser perseguidas, prohibidas y castigadas en otra. Esta persecución a prácticas y espacios que, posicionándose como revolucionarios (indiferentemente de la legalidad del Poder), no son necesariamente “ilegales”, suele ir acompañada de una creación mediática de una imagen y una figura: la del enemigo interno.
(4): También otra nos merece todo lo relativo a los compañeros perseguidos, fugados o complicados. Ya sea por elección o por como se den las cosas, no podemos dejar de analizar y profundizar sobre esta posibilidad, de manera individual y colectiva, y sobre todo prepararnos lo mejor posible para afrontar posibles situaciones que quizás exigen muchísimo y en muy poco tiempo. La reivindicación de la fuga, si bien es también una elección personal, es otro tema sobre el que profundizar (sus consecuencias en el entorno más cercano, las posibilidades que se les otorga a los medios de utilizar e incriminar aun mas a los compañeros, la circulación de información, etc.).
(5): La similitud con la que se desenvuelven y preparan el terreno los aparatos represivos, contra compañeros en otras regiones (sobre todo, lo que fue y es la represión a los compañeros en Europa), es siempre algo a tener en cuenta, no para decir una vez recibido el golpe “se veía venir”, sino para actuar en consecuencia y mantener a los compañeros lo mas alejado de las garras del enemigo, sobre todo cuando se están arriesgando condenas largas y el cerco represivo se estrecha cada vez más. Nuevamente, los medios y recursos siguen siendo una de las principales necesidades reales.
(6): Así como no respondemos a ninguna ideología, los anarquistas, rebeldes, antiautoritarios, etc., tampoco respondemos a ninguna estética ni moda discursiva. El discurso vacío acerca de una guerra social poco explicada y desarrollada, mucho menos vivida o sentida en todo su peso, no nos identifica para nada. El curso de la guerra social no lo creamos ni lo decidimos nosotros graciosamente, es una constante y un contexto, en el cual debemos tomar posición, atacar y defendernos. La homogenización de un discurso, unos hábitos y una estética y la necesidad de identificación dentro del ghetto antagonista es algo a abandonar. Vestir de negro, llevar capucha y adoptar una pose beligerante no nos garantiza nada.
(7): Tampoco se puede caer en lo fácil de acusar de policías a quienes actúan, cada vez que una acción sale mal y se ve involucrada o herida gente que nada tiene que ver. Desgraciadamente, aunque muchas veces sea por errores evitables, a veces son compañeros quienes llevan adelante estas acciones. Cuando es así, sabemos que ninguna mención o aclaración de lo sucedido, refleja el dolor que sentimos todos (ellos incluidos), al entender lo nocivo y perjudicial de la violencia, sobre todo sabiendo que las cosas jamás caerán por su propio peso y que es necesario recurrir a ella, para destruir la Dominación.
# Diciembre de 2010, región argentina.
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