Partido Comunista Internacional (El Proletario)
4 de julio de 2022
www.pcint.org
La abolición del derecho federal al aborto en los Estados Unidos de América por parte del Tribunal Supremo ha causado un gran revuelo en el mundo occidental. Desde los partidos más marcadamente socialdemócratas y parlamentarios hasta los partidos (autoproclamados) "marxistas" de la oposición, se han lanzado gritos contra esta afrenta a los derechos humanos, afrenta que parece aún más grave por el hecho de que sea un país "avanzado" el que ha aplicado dicha política. Nosotros, en cambio, lo vemos como una confirmación de nuestras tesis sobre la democracia y la supuesta "civilización" de la sociedad burguesa actual. Sin embargo, si queremos abordar la cuestión de forma más orgánica, parece oportuno hacer un breve recorrido por la historia del derecho al aborto en Estados Unidos, con algunas notas sobre la situación en Italia.
En Estados Unidos, el derecho al aborto se institucionalizó a nivel federal con la sentencia Roe v. Wade en 1973. Antes de esta sentencia, el aborto estaba regulado por las leyes de cada estado de forma independiente, lo que lo convertía en ilegal en todos los casos para un gran número de estados (al menos 30), dada la elección de las administraciones locales de tendencia conservadora y cristiana. El caso de Jane Roe, seudónimo de Norma McCorvey, fue especialmente importante en el desarrollo del derecho en Estados Unidos. La mujer, que nació y vivió en el llamado Sur profundo y se casó a los 16 años, decidió demandar al estado de Texas por su legislación antiabortista mientras esperaba su tercer hijo. El abogado defensor del Estado era Wade, que da nombre a la demanda. El Tribunal Supremo de EE.UU., que conoció el caso después de tres años de litigio, sostuvo que la Constitución de EE.UU. (en particular la 14ª Enmienda) debía garantizar la limitación de la injerencia del Estado en el individuo incluso en el á
mbito del aborto. Esta sentencia tuvo una importancia trascendental, ya que obligó a un gran número de estados a cambiar su legislación sobre el aborto y preparó directamente el camino para la ley federal sobre el aborto. En esta historia, podemos ver ciertamente cómo, aunque evidentemente había presiones sociales, el fallo fue un paso esencialmente legal por parte de un pequeño círculo de burócratas: podemos por tanto entender esta liberalización como un proceso (como ocurre tan a menudo en el sistema capitalista moderno) de limitación de las fricciones de clase mediante concesiones para aliviar las penurias de la vida proletaria.
Para completar el escenario, hay que señalar que en Italia, con la ley 194 de 1978, se habló de controlar el aborto y no de liberalizarlo. Las grandes luchas (instrumentalizadas por las distintas corrientes políticas burguesas) para conseguir este resultado, en medio del caos, de referendos opuestos, de votaciones en el parlamento y de mítines contrarios, han conducido a un resultado decididamente subóptimo, como era de esperar de la legislación burguesa. Además, el porcentaje de objetores de conciencia en Italia es muy alto, lo que socava la posibilidad de que las jóvenes proletarias tengan un acceso seguro y discreto al aborto. La presión de las familias reaccionarias, el escaso acceso al servicio y las condiciones de dificultad generalizadas provocan grandes problemas y evidentes deficiencias en la legislación italiana al respecto. Por lo tanto, la cuestión no está cerrada ni siquiera en Italia, y estamos seguros, como venimos diciendo desde hace más de cuarenta años, de que "sólo un poder dictatorial de la clase obrera podrá imponer a los intereses que hoy dominan que no dominen" (1).
En Estados Unidos, por tanto, la última sentencia del Tribunal Supremo anuló el caso Roe contra Wade, provocando un retroceso legislativo de casi 50 años. Y mientras el trumpismo se regocija de su gran logro, comienza la polémica de los demócratas sobre el tema, en un interminable debate digno de las peores universidades teológicas de la Edad Media.
¿Quién paga estas maniobras políticas sin escrúpulos? ¡Qué preguntas! Los 40 millones de mujeres en edad fértil que ahora viven en estados antiabortistas (que representan el 58% de las de Estados Unidos, como señala el Centro de Derechos Reproductivos), que son en su inmensa mayoría proletarias. Una vez más, una cuestión que concierne en primer lugar a las condiciones de las mujeres proletarias se convierte en un pretexto para dar más fuerza a las instituciones democrático-burguesas, alimentando una polémica entre fuerzas que nunca podrá resolver realmente los problemas y contradicciones de este sistema. Por el contrario, esta sentencia es una prueba más de la quiebra del sistema democrático, de que es un mero instrumento de la clase burguesa para llevar a cabo sus reivindicaciones desafiando una abstracta "voluntad popular". El proletariado nunca podrá obtener condiciones de vida verdaderamente humanas y un sistema que vele por sus intereses, si no es forjando su propia revolución de clase internacional: sólo la dictadura del proletariado podrá resolver las contradicciones del Estado capitalista, eliminando las contradicciones de la democracia junto con la propia democracia.
¿Dónde nos situamos entonces los marxistas revolucionarios? Como siempre, en la de la continuidad e invariabilidad del marxismo. Siempre hemos exigido "un aborto asistido completamente libre y gratuito, extendido a las menores" (2), pero no en nombre de un miserable humanitarismo socialdemócrata. Consideramos que ésta es una reivindicación complementaria a todas las demás reivindicaciones para la mejora de la vida de las mujeres proletarias, por lo que "es necesario luchar en defensa de todas las condiciones de vida y de trabajo que aquejan a las mujeres proletarias en primer lugar" (ibid.). Es muy importante que estas reivindicaciones se entiendan en un sentido esencialmente clasista, y no como luchas extemporáneas y desorganizadas: sin esta consideración, caemos en la manía reformista de la burguesía, y no seguimos la estela de la decisión revolucionaria del proletariado.
La actuación del Tribunal Supremo es indudablemente reaccionaria y antiproletaria, porque afecta no sólo a las mujeres en general, sino a las mujeres proletarias en particular, ya que las mujeres burguesas, como siempre han hecho, si no pueden abortar en el estado donde viven, pueden permitirse hacerlo en otros estados de la Unión o incluso en el extranjero. A las mujeres proletarias les queda el aborto clandestino, que se paga muy caro, a menudo con la vida. El terreno contrarrevolucionario, afirmaba Marx, es dialéctica e históricamente también el terreno revolucionario. Así, el terreno de la reacción más odiosa, como la que se produce contra la dignidad y el cuerpo de las mujeres, se convertirá dialécticamente en el terreno de la reanudación de la lucha de clases en EEUU, como en cualquier otro país. Sin un encuadre clasista del problema, reaccionar a esta sentencia reaccionaria con los habituales métodos impotentes del debate parlamentario, creyendo en las promesas de los demócratas y del presidente Biden de acudir en ayuda de las mujeres, es volver a caer en las ilusiones de la democracia burguesa, legitimándola por enésima vez.
No es el voto lo que cambiará la sociedad, sólo la dura lucha de clases. Refiriéndonos al caso italiano y viendo cómo el problema ya ha sido abordado por el partido (en relación con el referéndum para derogar la ley 194 en Italia, mencionado anteriormente), podemos leer en el artículo de 1981 citado anteriormente: "Esta ley, por lo tanto, no debe ser defendida (e ir a votar, aunque el no la defienda). Hay que ponerlo en cuestión, sí, pero mediante la lucha de las mujeres, que debe ser preparada por la agitación, la propaganda, la organización, en primer lugar en las fábricas, en los centros de trabajo, abarcando no sólo una, sino todas las reivindicaciones que defienden concretamente las condiciones de la mujer proletaria, porque sólo con su contribución fundamental se puede implementar la defensa de la mujer en general.”
Por lo tanto, no nos sumamos al grito de indignación de los demócratas americanos, europeos, asiáticos o africanos, porque nuestro grito es uno solo desde hace casi dos siglos: ¡proletarios de todos los países, uníos! En nombre de este lema, preparamos la redención mundial de la clase obrera.
¡PROLETARIOS!
¡ORGANIZARSE PARA CONQUISTAR UN VERDADERO DERECHO AL ABORTO!
¡LOS ASALARIADOS, MUJERES Y HOMBRES, DEBEN UNIRSE POR LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA DE CLASES!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIAL INTERNACIONAL!
Notas:
(1.) Cf. “Aborto: solo con la lotta proletaria, con la sua organizzazione si può agire per gli interessi proletari” ["Aborto: sólo con la lucha proletaria, con su organización, se puede actuar en favor de los intereses proletarios"]El Programa Comunista, nº 6/1981 (véase www.pcint.org., Archivos, Il Programma Comunista 1952-1983).
2. Ibid.
lunes, 11 de julio de 2022
DENEGADO EL DERECHO AL ABORTO EN LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
jueves, 7 de julio de 2022
NUESTRA SANGRE = SU DINERO. MATANZA DE PROLETARIOS AFRICANOS EN MELILLA
Grupo Barbaria
30 de junio de 2022, España.
Nuestra sangre = su dinero
MATANZA DE PROLETARIOS AFRICANOS EN MELILLA
HAGAMOSELO PAGAR MUY CARO
Al menos 37 de nuestros hermanos (y muchos más heridos, agredidos, humillados, expulsados) han sido brutalmente asesinados en la valla de Melilla, esa frontera artificial (como todas) que separa a los proletarios de Europa y África pero que aúna los intereses de la burguesía española y marroquí (entre otras) en mantener a raya las “temidas” migraciones.
Los/as burgueses/as de todo pelaje y sus politiquillos/as asquerosos/as (izquierda/derecha), no tienen ningún problema en ponerse de acuerdo para explotar y masacrar al proletariado: bien sea en los tajos, las guerras o las fronteras.
La represión y el racismo son elementos consustanciales a la sociedad capitalista y una prioridad para sus Estados, esto, por desgracia, no es novedad. El gobierno español, de izquierdas, ha felicitado y celebrado la matanza y la policía española ha colaborado en la misma, junto a la marroquí. Ese gobierno que iba a parar el fascismo, que vociferaba por un frente amplio contra Vox y su basura, evidencia que son la misma mierda, la otra cara de la moneda brutal del capital, la violencia necesaria y extrema para mantener sus intereses y su poder.
Esta masacre no deja de inscribirse en sus juegos macabros de intereses en el momento actual de crisis y guerra. Los nuevos pactos con Marruecos, la escasez de gas por la guerra de Ucrania, la necesidades estratégicas de Europa y la competencia frente a los capitalistas del este y de oriente; fuerzan un incremento de la represión en las fronteras y el pago (con la sangre de los nuestros) de las deudas adquiridas.
Mientras tanto los generales del capital occidental (bajo las banderas de la OTAN) cenan y festejan en el Museo del Prado, mientras se arman y preparan las próximas ofensivas de una guerra que ya está aquí, que siempre fue guerra contra nuestra Clase. Nuestro gobierno de izquierdas se jacta, ante los suyos. prometiendo que doblará su presupuesto en armas. Nos dicen que para defender la democracia (esa abominable forma de dictadura del capital) y nuestro “modo de vida”… ¿qué vida?, ¿la de la explotación, la miseria y la muerte?, ¿la de nuestros hermanos asesinados en la valla?
Decenas de miles de proletarios migrantes, de hermanos/as, compañeros/as, seres humanos, han muerto estos últimos años como sacrificios en el altar fagocitador de la acumulación del capital, de sus beneficios, en las fronteras defendidas por la democracia del capital. Todas esas muertes no son casuales, es un resultado más de la catástrofe capitalista, como la de tantos otros proletarios/as anónimos/as. No está de más recordar todas las muertes y torturas en los CIE, en el “cementerio” Mediterráneo, o a manos de la policía, como la muerte del “mantero” Mbaye en 2018, que levantó la rabia de cientos de proletarios migrantes y también nativos, contra la policía (ese brazo armado del Estado) Es necesario recuperar esa rabia, unidos como una misma clase, contra nuestros verdugos.
El racismo es consustancial a este sistema, la violencia que sufren los/as compañeros/as migrantes es una violencia que sufren como proletarios/as (seres humanos desnudos frente a la violencia del capital), su reacción es nuestra reacción, su lucha nuestra lucha, la de una clase que tiene que romper con todas las separaciones y diferencias que nos atan a las miserias de este mundo.
Solidaridad y lucha contra el racismo de Estado y su violencia policial
Por la unidad de clase del proletariado
Abajo el capital, sus Estados y sus fronteras
Fuente: http://barbaria.net/2022/07/01/nuestra-sangre-su-dinero
MUERTE Y EXTINCIÓN: A PROPÓSITO DE LA INVASIÓN DE UCRANIA
Jacques Camatte, 10 de marzo de 2022
El momento de la invasión de Ucrania me impuso la siguiente cuestión: ¿es esta dinámica de muerte una máscara de nuestro devenir hacia la extinción? ¿O es el devenir a la extinción lo que precisamente condiciona este nuevo montaje de la matanza, de la guerra en su forma antigua (no la guerra cibernética), visible y tocante a la lucha por la supervivencia? Pero, de hecho, esto aplica a todos los conflictos armados actuales, que no comenzaron ayer.
Lo que se pone fundamentalmente de relieve es la importancia de la amenaza por ambos lados, pero especialmente del lado ruso. Y esto: el desencadenamiento de la enemistad. Los ucranianos reaccionaron al ataque ruso defendiéndose enérgicamente, lo cual es lógico y está ampliamente justificado; pero esto fue acompañado por un desencadenamiento de odio no sólo por parte de rusos y ucranianos, sino por parte de los que se llaman occidentales y apoyan a los ucranianos. De modo que la defensa de los ucranianos y la demonización de los rusos han sido la principal preocupación de los medios, enmascarando, ocultando la cuestión del Covid 19 (curiosa y repentinamente ya no se considera peligroso y las medidas contra él pronto serán derogadas) y la publicación del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) que destaca el grave peligro del calentamiento global y, por tanto, el aumento del riesgo de extinción.
Los rusos se han sentido amenazados desde hace mucho tiempo, especialmente desde el fin de la Unión Soviética, y es importante recordar que, en ese momento, ellos liquidaron el Pacto de Varsovia e incluso propusieron unirse a la OTAN –ya que volvían a ser amigos como lo habían sido durante la guerra contra Alemania. “La seguridad paneuropea es un sueño”, se les respondió. La realidad es la enemistad, y Estados Unidos necesitaba un enemigo. Tener un enemigo permite protegerse de una amenaza haciéndola visible gracias a algún tipo de encarnación. Esta situación no ha hecho más que incrementarse más y más hasta hoy.[1]
De hecho, tenemos que remontarnos más atrás en el tiempo para encontrar los fundamentos de esta enemistad: a la Revolución de Octubre de 1917, que generó una gran amenaza –que pareció tener un fundamento real durante un corto período, pero que, de manera atenuada, persistió incluso después del final de la fase revolucionaria–, así como la enemistad contra el proletariado que estaba ligado a ella. Esta enemistad duró hasta fines del siglo pasado, cuando el proletariado desapareció y fue reemplazado por estratos sociales dominados y explotados en diversos grados. Se podría decir que, hasta hoy, más o menos inconscientemente, se culpa a los rusos de haber hecho la revolución.
Hemos afirmado varias veces que la especie humana trata continuamente de ponerse en guardia contra una amenaza. Esta puesta en guardia se actualiza tanto a nivel de naciones como de individuos: de ahí los diferentes conflictos que pueblan la historia. La muerte aparece como el medio de escapar de la amenaza.[2] Esta es una explicación de la intervención rusa en Ucrania, pero no una justificación. Más aún: cuanto más se lucha contra una amenaza, más se la refuerza, como muestra el caso de Rusia en lo que hace al presente y lo que viene.
Esta dinámica –que provoca guerras que destruyen a hombres, mujeres, pero también a la naturaleza (hecho que muchas veces queda encubierto)– aumenta el riesgo de extinción porque exalta la enemistad que es la causa esencial del calentamiento global ligada a la destrucción de la naturaleza misma. Se trata de una dinámica que no encuentra ningún obstáculo porque se sustenta en otra dinámica: la de la autonomización de la forma capital –que fue capaz de imponerse gracias a la desaparición del proletariado– expresada a través de la necesidad de una constante innovación que induce a la obsolescencia de lo producido así como de los productores no innovadores o insuficientes, generando una amenaza acompañada de una enemistad en el seno de la realidad social y económica, complementaria a la de lo superfluo de los seres humanos, contribuyendo todo ello a la creación de condiciones de vida donde “¿No es más deseable la muerte que esa vida que es una mera medida preventiva contra la muerte?” (Marx). De hecho, incluso la
muerte no puede resolver nada, porque no puede abolir la cada vez más cercana víspera de la extinción. La humanidad sólo puede escapar de ella abandonando la enemistad como forma y principio de vida.
Notas:
[1] Muchos documentos que prueban la validez de esta proposición están disponibles en Internet. Por otro lado, debemos mencionar el pasado nazi de Ucrania, que fue una amenaza para la URSS, ahora Rusia, pero fue igualmente una fuerza contra la Alemania nazi. Recordemos también esto: “De hecho, la crisis que llevó a la disolución de la URSS y del bloque del Este no es un fenómeno local que concierne sólo a estos países sino un fenómeno global: el fin de la oposición capital-trabajo y la evanescencia del fenómeno de la propiedad basada en la tierra; la plena eliminación de los límites al devenir del capital y la realización de un desarrollo no antagónico, no dialéctico. Más exactamente, hay una disolución del conflicto por su generalización dentro de la comunidad-sociedad del capital. Esto conmociona profundamente los cerebros de los humanos que están acostumbrados a pensar solo en términos de conflicto y polarización entre dos campos. El escenario ahora alcanzado por el capital impone a hombres y mujeres la necesidad de vivir sin enemigos, lo que socava todas sus representaciones y causa el actual desconcierto, que corre el riesgo de ser sólo transitorio porque los enemigos se transforman en competidores, en verdaderos actores capitalistas. Se necesita algún tiempo para eliminar las viejas representaciones” (Epílogo al «Manifiesto comunista de 1848», escrito en 1991).
[2] Cfr. la consigna franquista: ¡Viva la muerte!
Fuente: https://contemporaneafilosofia.blogspot.com/2022/06/jacques-camatte-muerte-y-extincion.html
viernes, 1 de julio de 2022
¿Qué es eso del antifascismo revolucionario?
Agustín Guillamón
Barcelona, julio de 2022
Al hilo del tiempo
AYER
Amadeo Bordiga abordó el tema del fascismo en numerosos artículos, entre 1921 y 1926. El fascismo era el problema número uno que el PCd´I debía afrontar en su acción durante estos años.
Ante todo, para comprender las tesis de Bordiga sobre el fascismo, es preciso diferenciar su pensamiento de la ideología antifascista.
Para el antifascismo, el fascismo se caracteriza esencialmente por la supresión violenta de la legalidad y las libertades políticas democráticas. Para Bordiga, dentro de la más pura ortodoxia marxista, el uso abierto de la violencia no caracteriza nada. La violencia en sí carece de significación precisa. Lo importante es analizar y concretar qué clase utiliza la violencia contra qué otra clase. Para Bordiga, el abecé más elemental del marxismo enseña que, en toda sociedad dividida en clases, la clase dominante ejerce la violencia para someter a la clase dominada.
Bordiga consideraba que la ideología que caracteriza el fascismo como una regresión a formas precapitalistas es ajena a la teoría marxista.
Las formas políticas no varían con la moda, sino que vienen determinadas por el conjunto de relaciones sociales imperantes, y su evolución depende no del azar, el capricho o la voluntad, sino del desarrollo económico y social de esa sociedad, esto es, de los cambios que se operan en esa estructura de relaciones sociales en su contacto con los acontecimientos históricos.
En el pensamiento de Bordiga, la aceptación por el proletariado de la ideología antifascista suponía defender la democracia, renunciando a sus intereses de clase, o lo que es lo mismo, renunciando a afirmarse como clase revolucionaria.
Así pues, la antítesis democracia/fascismo, para Bordiga era falsa. Democracia y fascismo no se oponen, sino que se complementan: esta sería una tesis fundamental y distintiva, no sólo para Bordiga, sino para la Fracción de Izquierda comunista italiana en los años treinta.
Tanto fascismo como democracia son, en los artículos de Bordiga, métodos de dominación de la gran burguesía, orientados al mantenimiento de las relaciones sociales de producción capitalistas.
Bordiga, abandonando las definiciones e ideas fetichistas del capital, esto es, el capital como cosa, ya sea dinero, fábricas, etc., retomaba la definición marxista del capital, definido como una relación social de producción, y precisamente aquella que se establece entre una clase social, caracterizada por su libertad (libertad para vender su fuerza de trabajo), y aquella otra clase social caracterizada por ser compradora de fuerza de trabajo asalariada.
Partiendo de la definición marxista del capital, Bordiga afirmó que la clase dominante, es decir, la caracterizada por comprar fuerza de trabajo, se servía alternativamente (o al unísono) del método democrático y/o del método fascista de dominación, para mantener vigentes las relaciones sociales de producción capitalistas, es decir, la compra-venta de fuerza de trabajo en un mercado regido por la ley de la oferta y la demanda.
Que la clase capitalista dominante recurrirse al método democrático o al método fascista no dependía de una opción ideológica; no era un acto voluntario, sino que dependía del grado de maduración de los conflictos sociales.
El método más hábil, el que dio mejores resultados en la Italia de 1920-1925, fue el empleo conjunto de la violencia fascista, alentada y apoyada desde las instituciones democráticas, junto al arma sutil y paralizante del reformismo social y la defensa de las libertades democráticas y la legalidad burguesa, como objetivo propuesto al movimiento obrero.
El fascismo no era para Bordiga una regresión hacia formas políticas precapitalistas, ni tampoco una forma política incompatible con los postulados democráticos, sino una contrarrevolución preventiva para conjurar la amenaza revolucionaria del proletariado.
Bordiga y sus partidarios en la dirección del PCd´I extrajeron sus tesis de la experiencia histórica vivida día a día por el proletariado en Italia.
Obra de la democracia parlamentaria fue la represión durante el bienio rojo de los movimientos populares surgidos a causa de la crisis económica de postguerra: inflación, reconversión industrial y paro, que golpearon duramente las condiciones de vida de la clase obrera.
Las milicias fascistas no intervinieron decisivamente sino con posterioridad a la liquidación del movimiento de ocupación de fábricas de septiembre de 1920, al final del bienio rojo.
El arma más eficaz, utilizada por Giolitti en la desmovilización del movimiento revolucionario, fue la CGL y el PSI, es decir, el reformismo sindicalista y socialista.
El Estado democrático, en colaboración con la socialdemocracia, había creado las condiciones para la aparición de un tercer factor contrarrevolucionario: las escuadras fascistas.
Su misión no fue la de aplastar un movimiento revolucionario, ya vencido por la represión del Estado democrático y el colaboracionismo del socialismo reformista, sino impedir su rebrote.
Un rasgo esencial del fascismo, para Bordiga, era su raíz industrial, y por tanto negaba el carácter de reacción feudal del movimiento fascista.
Bordiga afirmaba que el fascismo había nacido en las grandes ciudades industriales del norte de Italia, como Milán, donde Mussolini fundó los fascios en 1919. De ahí la temprana financiación del fascismo por parte de los grandes industriales, así como la aparición del Fascio como un gran movimiento unitario de la clase dominante. Su implantación en las grandes y ricas regiones rurales de Emilia-Romaña, anterior incluso al dominio de las grandes ciudades industriales, se produjo precisamente en las zonas rurales caracterizadas por una agricultura avanzada, plenamente capitalista, como la imperante en el Valle del Po. La gran burguesía terrateniente de Emilia-Romaña dio su total apoyo al fascismo, que apenas si tuvo eco en el atrasado sur de Italia.
Todavía fueron precisos dos años de auténtica guerra civil (1921 y 1922), la preciosa colaboración del socialismo reformista y la traición del sindicalismo de la CGL, para que el fascismo pudiera dominar los grandes centros industriales del norte de Italia. Pero una vez conseguido esto, tras el fracaso de la huelga general de agosto de 1922, la Marcha sobre Roma se convirtió en puro trámite.
Trámite en el que Bordiga no dejó de subrayar la toma democrática del poder por los fascistas, con el voto favorable de todas las formaciones políticas liberales y democráticas existentes entonces en el Parlamento.
HOY
Pasados cien años de la publicación de los artículos de Bordiga sobre el origen y auge del fascismo en Italia, podemos afirmar, sin duda alguna, que el antifascismo ha sido la peor consecuencia histórica e ideológica del fascismo y es. hoy, el último baluarte teórico del capital.
La esencia del antifascismo radica en promover la lucha contra el fascismo, fortaleciendo la democracia. Esto es, no apoya la lucha contra el capitalismo, sino sólo contra su forma fascista. No lucha por destruir el capitalismo, no lucha por la revolución proletaria, su objetivo es la caída del fascismo para restablecer la democracia burguesa.
El antifascismo conduce a la lucha por una opción burguesa, excluyendo toda alternativa revolucionaria y anticapitalista. Y esa exclusión es precisamente la función contrarrevolucionaria del antifascismo.
No existe un antifascismo revolucionario, más allá de la vacua retórica de un confuso oxímoron. El antifascismo siempre es democrático e integrador, nunca es antisistema, y siempre es objetivamente contrarrevolucionario.
Otra cosa es la imagen deforme y falsa que los militantes antifascistas creen y difunden de sí mismos como gallos peleones con un terrible espolón, cuando solo son desplumadas aves de corral, listas para ser degolladas y arrojadas al caldero.