La mayor crisis capitalista después de 1929, es decir, el mayor ataque de los amos a nuestras vidas después de la segunda guerra mundial crea una situación de muerte lenta, de depresión individual y colectiva, de miseria material y emocional, y también de rabia, que se extiende en cada vez mayores partes de la población.
En este contexto, el conflicto social y sus manifestaciones surgen de todos los poros del cuerpo social. Desde Río de Janeiro hasta Atenas, desde Sarajevo hasta Londres, las calles arden. No es una cuestión de la iniciativa de una o de otra sino una condición social generalizada, generada por las tensiones que crean las decisiones y las políticas de los dueños de este mundo.
La cuestión para las que luchan contra la barbarie dominante es organizar esta rabia, dotarla de los medios prácticos y teóricos para ser más eficaz en su lucha contra la explotación y la miseria, y así crear la posibilidad de un mundo de libertad e igualdad. Ahora es el momento de la acción; ahora es el momento de organizar y generalizar el conflicto; ahora es el momento de dejar de respetar las leyes y las normas que legitiman y garantizan las violaciones cotidianas impuestas por el capital y sus aliados políticos.
Sólo los que son cómplices de los expolios del Estado y del capital en nuestras vidas, o los que tienen tanto miedo que no pueden asumir la tremenda tarea de organización del proceso revolucionario que la sociedad necesita, pueden emitir «condenas de la violencia», sea cual sea, o caracterizar los ataques a los bancos y a la policía como «vandálicos» o criminales. Sólo los que posponen eternamente el momento de la insurrección de las esclavas, las oprimidas de este mundo, intentan desvincularse de las barricadas que se levantan cada vez más en las calles. ¿Si no ahora, cuándo?
Evidentemente, la necesidad inmediata de crear acontecimientos colectivos y socializados de resistencia, sin el permiso de nuestros adversarios, no equivale a decir que «todo vale» y que cualquier acto y momento de ataque son oportunos. «La improvisación nos ha costado muy cara», decían nuestras compañeras, en estas mismas tierras que pisamos nosotras, y tenían toda la razón. Hay que dejar atrás el espontaneísmo y la adoración del ataque individualizado, sin tener en cuenta a los
demás o las consecuencias. Hay que tomar nuestros deberes y nuestros deseos más en serio.
Y esto es verdad tanto para la manifestación en Barcelona del primero de mayo como para cualquier otra ocasión. No condenamos ningún acto de resistencia y defendemos su legitimidad ética y política. No nos desvinculamos nunca de estos actos, pero podemos cuestionar estrategias y tácticas, si consideramos que éstas son equivocadas. Y esto lo hacemos tanto para la manifestación del primero de mayo como para todas las ocasiones de levantamientos colectivos que vienen, que seguro vendrán. Por nuestra parte, creemos que no hemos sabido canalizar la rabia imperante, hasta el punto de vernos superadas por la situación. Achacamos este hecho a nuestra falta de capacidad organizativa interna, en la que debemos trabajar para, en el futuro, estar a la altura de las circunstancias.
Como convocantes del Bloque Libertario, seguiremos trabajando para promover la autodefensa social y colectiva, que es también una de las semillas de la sociedad que queremos crear, basada en la solidaridad, la horizontalidad y el apoyo mutuo, contra los dictámenenes del Estado y del capital. No cabe duda de que las que caen en las manos de nuestros enemigos, incluidas las detenidas en esta última manifestación, tienen nuestro pleno apoyo. Exigimos su liberación, porque la lucha por la libertad no es un delito sólo suyo sino que es de todas nosotras.
Por la revolución social. Por la libertad.
En este contexto, el conflicto social y sus manifestaciones surgen de todos los poros del cuerpo social. Desde Río de Janeiro hasta Atenas, desde Sarajevo hasta Londres, las calles arden. No es una cuestión de la iniciativa de una o de otra sino una condición social generalizada, generada por las tensiones que crean las decisiones y las políticas de los dueños de este mundo.
La cuestión para las que luchan contra la barbarie dominante es organizar esta rabia, dotarla de los medios prácticos y teóricos para ser más eficaz en su lucha contra la explotación y la miseria, y así crear la posibilidad de un mundo de libertad e igualdad. Ahora es el momento de la acción; ahora es el momento de organizar y generalizar el conflicto; ahora es el momento de dejar de respetar las leyes y las normas que legitiman y garantizan las violaciones cotidianas impuestas por el capital y sus aliados políticos.
Sólo los que son cómplices de los expolios del Estado y del capital en nuestras vidas, o los que tienen tanto miedo que no pueden asumir la tremenda tarea de organización del proceso revolucionario que la sociedad necesita, pueden emitir «condenas de la violencia», sea cual sea, o caracterizar los ataques a los bancos y a la policía como «vandálicos» o criminales. Sólo los que posponen eternamente el momento de la insurrección de las esclavas, las oprimidas de este mundo, intentan desvincularse de las barricadas que se levantan cada vez más en las calles. ¿Si no ahora, cuándo?
Evidentemente, la necesidad inmediata de crear acontecimientos colectivos y socializados de resistencia, sin el permiso de nuestros adversarios, no equivale a decir que «todo vale» y que cualquier acto y momento de ataque son oportunos. «La improvisación nos ha costado muy cara», decían nuestras compañeras, en estas mismas tierras que pisamos nosotras, y tenían toda la razón. Hay que dejar atrás el espontaneísmo y la adoración del ataque individualizado, sin tener en cuenta a los
demás o las consecuencias. Hay que tomar nuestros deberes y nuestros deseos más en serio.
Y esto es verdad tanto para la manifestación en Barcelona del primero de mayo como para cualquier otra ocasión. No condenamos ningún acto de resistencia y defendemos su legitimidad ética y política. No nos desvinculamos nunca de estos actos, pero podemos cuestionar estrategias y tácticas, si consideramos que éstas son equivocadas. Y esto lo hacemos tanto para la manifestación del primero de mayo como para todas las ocasiones de levantamientos colectivos que vienen, que seguro vendrán. Por nuestra parte, creemos que no hemos sabido canalizar la rabia imperante, hasta el punto de vernos superadas por la situación. Achacamos este hecho a nuestra falta de capacidad organizativa interna, en la que debemos trabajar para, en el futuro, estar a la altura de las circunstancias.
Como convocantes del Bloque Libertario, seguiremos trabajando para promover la autodefensa social y colectiva, que es también una de las semillas de la sociedad que queremos crear, basada en la solidaridad, la horizontalidad y el apoyo mutuo, contra los dictámenenes del Estado y del capital. No cabe duda de que las que caen en las manos de nuestros enemigos, incluidas las detenidas en esta última manifestación, tienen nuestro pleno apoyo. Exigimos su liberación, porque la lucha por la libertad no es un delito sólo suyo sino que es de todas nosotras.
Por la revolución social. Por la libertad.
# Barcelona, 1 de mayo de 2014