Un nuevo Primero de Mayo nos encuentra para recordarnos como el
trabajo se nos sigue imponiendo, bajo la dictadura de la economía,
como la única forma de concebir, conseguir y en el fondo vivir la
vida, dando a la burguesía las armas (nuestra fuerza y su plusvalor)
para seguir definiendo el sentido de este mundo a su antojo. Pero al
mismo tiempo, esta fecha en el calendario también hace presente
nuestra historia de lucha, nos demuestra como nuestra clase, a pesar
de las limitaciones, reemerge como fuerza internacional e internacionalista,
aquí y allá, afirmándonos que mientras no empecemos el proceso
de destrucción de esta relación social imperante, no hay modo
que descubramos de qué somos realmente capaces como humanidad.
Nos hablan de mejorar nuestra posición en la escala social, de buscar
formas democráticas donde participar y “decidir”, de repartir las riquezas,
de cubrir las grietas que los antagonismos de clase muestran evidentes.
Nos dicen que lo que nos hace falta a los proletarios son oportunidades
para poder insertarnos de manera efectiva dentro de este círculo social
desastroso. Nos insisten en que éstas son las victorias que el “pueblo”
debe defender, nos las presentan como necesarias para una “vida
digna”.
Pero aunque se nos intente hacer creer lo contrario, son cada vez
peores las condiciones sociales del mundo capitalista y cada vez más destructivas
sus consecuencias; tras siglos de reformas y mejoras sociales,
de progreso y conquistas por parte de los defensores de la democracia,
es cada vez más amplio el sector que se encuentra enfrentado al
desarrollo incontrolable de este progreso y a su cada vez más catastrófica
destrucción de la vida y el planeta en general.
No, no existe forma alguna de gestionar de mejor manera esta miseria,
no existe forma de humanizar la explotación, la dominación, la violencia
sistematizada que ejerce el capitalismo sobre el proletariado y el
mundo entero. No existió ayer ni existirá nunca: la historia nos ha demostrado
que todas las supuestas “victorias” que nos invita a festejar
la burguesía y la socialdemocracia, lo único que han logrado es acomodar
esta realidad de explotación al punto de que por momentos
casi no existe conciencia de ésta realidad; el único favor que le han
hecho al proletariado estas reformas y la realidad difusa que producen
es que nuestra clase siga atrapada en la nebulosa del falso bienestar;
que siga celebrando su condición ante la idea de un pasado peor perdiendo
la propia conciencia de la realidad que nos oprime, obstaculizando
la fuerza que va adquiriendo nuestra clase a medida que va superando estas
ilusiones.
Es en momentos como éste, cuando oportunistas y reformistas de
todo color se reproducen como las cucarachas que son para canalizar las
explosiones de nuestra clase, donde debemos afirmar con mucha más
fuerza la autonomía del proletariado y su proyecto histórico. Frente a
toda la mierda que izquierdistas, demócratas y sindicalistas nos venden
como “soluciones reales” para combatir nuestra miseria, la lucha
nos demuestra que es la organización de la ruptura, de la lucha y la
negación donde el proletariado encuentra su fuerza y orienta su dirección.
Es frente a todo esto que el proletariado tiene el deber de afirmar
su programa de siempre, invariante; su verdadero proyecto histórico
de negación, de destrucción, única forma de rehacer la vida y nuestra
relación con ésta para gestar una comunidad humana mundial
¡Nada que reformar, nada que “autogestionar”! ¡Lo único que
podemos autogestionar es la destrucción total del Capitalismo y la
dictadura del Valor!
Este 1 de Mayo reafirmemos nuestra unidad como clase, como explotados
del mundo y apuntemos nuestros esfuerzos en una sola dirección:
¡Revolución proletaria mundial!
¡Abolición del Capital y del Estado!
¡Comunismo y Anarquía!
# 1° de Mayo de 2013