Volante internacionalista contra la guerra entre Irán e Israel
Proletarios Revolucionarios. Octubre de 2024
https://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2024/10/volante-internacionalista-contra-la.html
Precisiones sobre el derrotismo revolucionario
Proletarios Internacionalistas. Octubre de 2024
https://proleint.org/?p=330&i=1
miércoles, 23 de octubre de 2024
Dos textos sobre derrotismo revolucionario
miércoles, 19 de junio de 2024
Nada nuevo bajo el sol. La clase obrera europea tendrá que organizarse para impedir que la lleven a la guerra
Valladolor
España, junio 2024
Tras los resultados de este 9J, toca -como siempre o más aún- resistir y organizarse, para afrontar los retos sociales e internacionales.
La sociedad europea ha votado claramente por apoyar a las opciones capitalistas y ultracapitalistas que pueden conducir a Europa, una vez más, a la guerra y a su autodestrucción.
La acción intoxicadora llevada a cabo durante décadas por el reformismo, el pacifismo, el legalismo, dificulta y en buena medida paraliza el movimiento de clase del proletariado. Y este es el objetivo de toda la cuestión electoral.
Las formaciones capitalistas europeas, de derechas, ultraderecha y socialdemócratas apuestan por una escalada belicista en los conflictos internacionales, en la propia Europa y en el Mediterráneo. Mientras, Palestina se desangra con la complicidad de la UE.
Reorganizarse para detener el genocidio, la guerra y trabajar desde la solidaridad internacionalista, deberá ser la opción estratégica prioritaria para el conjunto de la clase trabajadora europea.
Cabe recordar que los bloques conservador (Partido Popular Europeo) y social-liberal (Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y Renovar Europa) ya han venido gobernado durante los últimos años en una gran coalición. Esta ‘gran coalición’ parece decidida ahora a apoyarse aún más en una de las dos ultraderechas, o en las dos, que se han reconfigurado en Europa, y que también podrían unirse entre ellas, a pesar de sus diferencias. Una de estas facciones de la ultraderecha, es la de Marine Le Pen, la líder de Rassemblement National que ha arrasado en Francia, obligando a Macron a convocar elecciones legislativas para el 30 de junio y el 7 de julio. En este bloque está Matteo Salvini -líder de La Liga y viceprimer ministro de Italia-. La otra familia ultraderechista es la de Fratelli d'Italia de Georgia Meloni -heredera de los camisas negras de Mussolini-, junto con el españolista Vox y el Fidesz húngaro de Viktor Orban.
Derechas y ultraderechas acabarán entendiéndose. Todas tienden la mano a Meloni. El viernes lo hizo Le Pen. Antes ya lo habían hecho la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el líder del PP español, Alberto Núñez Feijóo. Como ya dijo el periodista Ibai Azparren, la UE ya viene aplicando la agenda migratoria de la extrema derecha.
EL "AUGE" DEL FASCISMO ES PRODUCTO DE LA BURGUESÍA EUROPEA Y DE SU POLÍTICA BELICISTA
El fascismo, esta tercera fase capitalista, ha sido interpretado por el estalinismo y por sus múltiples variantes como si fuese una vuelta atrás de la historia, un intento de restauración precapitalista contra el cual estaba más que justificada la lucha y la guerra para restaurar la modernidad y las formas políticas típicas de la democracia. Pero antes del estalinismo, ya Gramsci había teorizado el fascismo tanto como un movimiento de «regresión histórica» como un movimiento «independiente» de las clases medias empujadas a hacer «su revolución». Sin embargo, el fascismo constituye un método de gobierno al que apela la burguesía cada vez que las masas, radicalizadas por la crisis del capitalismo, no se dejan ya engañar por fórmulas mentirosas... Por tanto, el fascismo no es un tumor patológico, un germen extraño al régimen burgués, o peor, un retorno al régimen que precedió el triunfo de los «principios sagrados» de la revolución francesa. Es uno de los métodos de gobierno que puede utilizar la burguesía cada
vez que el método democrático no logra asegurar ya su dominación de clase.
Su crecimiento está fundamentado en varios factores:
- en primer lugar, El Estado: La burguesía ha podido construir su organización fascista precisamente en la medida en la cual su aparato estatal se reforzaba.
- en segundo lugar, la gran Burguesía: «Los capitalistas de la industria, de la banca, del comercio y
los grandes propietarios de tierras, tienen interés natural en que se funda una organización de combate que apoye su ofensiva contra los trabajadores»
- en tercer lugar, las clases "medias": Hacía falta atraer elementos diferentes de aquellos que la clase alta dominante podía proporcionar desde sus filas. Se obtuvieron dirigiéndose a los estratos de las clases medias que ya hemos citado, y atrayéndolos con la defensa de sus intereses. Esto es lo que el fascismo trató de hacer y que, hace falta reconocerlo, resultó exitoso. Obtuvo partisanos en los estratos más cercanos al proletariado, como entre los insatisfechos de la guerra, entre todos los pequeño-
burgueses, semi-burgueses, tenderos y mercaderes y, sobre todo, entre los elementos intelectuales de la juventud burguesa.
El movimiento de las clases medias lleva dominando el escenario político desde hace tiempo (desde el 15 M, probablemente). Y el proletariado, en muchos sentidos, sigue ausente (mayoritariamente en la abstención, pero raramente activa). Ante esta situación, y rechazando el antifascismo democrático, nos acordamos de unas palabras que se decían en una charla de hace algunos años con el objetivo de "hacer del antifascismo un arma ofensiva dentro de la lucha de la clase trabajadora anticapitalista", y de algunas de sus conclusiones:
- Entender la lucha antifascista como un aspecto de la lucha general y enmarcarla siempre en la lucha por la revolución proletaria.
- Rechazo de la discusión democracia/dictadura, que son dos métodos de gobierno de una misma burguesía.
- Violencia revolucionaria y lucha ofensiva: es necesario hacer de la acción (fuerza, violencia) y del rechazo del pacifismo y el legalismo una de las bases de la práctica.
- Ocupar las calles, los barrios, las plazas para dar cabida a las luchas de la clase trabajadora y a la lucha central anticapitalista y por la revolución proletaria.
[Argentina] Buscar la paz. Detenidos, infiltrados, la ley y el orden
Anarquista
Buenos Aires, junio 2024
“Lo que hay que hacer frente a eso (la represión) es no dejarse hacer bullying. Hay que enfrentarlo, hay que enfrentarlo a lo Gandhi, poniendo el cuerpo. Si tenés que cobrar, cobra. No lastimes a otra persona; no lastimes a otro ser humano.” Juan Grabois sobre los hechos del 12 de junio.
“Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Apocalipsis 3:16, La Biblia.
No entendemos la protesta como un derecho, sino como una necesidad. No nos interesa si es constitucional o no el hecho de declarar nuestra existencia como seres humanos con la suficiente dignidad para levantar nuestra voz o nuestros brazos. No vemos la represión por parte de las fuerzas del Estado como una anomalía, sino como la razón de su existencia. Tampoco creemos que se tenga que responder con flores a la violencia del Estado.
Más de una decena de personas se encuentran detenidas en penales federales, fruto de la cacería desatada durante la sesión por la Ley Bases. Toda detención es arbitraria, y al mismo tiempo, ninguna lo es.
La ley
La aprobación de la Ley Bases en el Senado no debería sorprender a nadie. De hecho, se conocieron algunas de las concesiones otorgadas a cada funcionario antes de la votación; sin embargo, el show continuó con una procesión de palabras vacías que se extendió hasta la madrugada. Afuera, una convocatoria mucho más reducida que las últimas movilizaciones por la defensa de las universidades o el pasado 24 de marzo tuvo lugar desde temprano.
Desde las primeras horas, el operativo de la ministra Bullrich inundó las calles con las distintas fuerzas de seguridad que, apenas pasado el mediodía, ya provocaban con gas a quienes manifestaban cerca de las vallas. Incluso un grupo de diputados fue atacado por la policía; es difícil saber si el uniformado en cuestión sabía de quién se trataba. Más tarde, usaron carros hidrantes para apagar pequeños fuegos en la calle, lo que provocó que comenzaran a volar piedras y palos. La policía respondió primero con agua, y luego con balas de goma y gases lacrimógenos. Un gran grupo de personas, con las caras tapadas con remeras, trapos o barbijos, vitoreaba y participaba del enfrentamiento.
La potencia y cantidad de los gases lograron hacer retroceder al grueso de este grupo. Algunas personas voltearon un auto de un medio de comunicación y otros lo incendiaron. En ese momento, las fuerzas del Estado todavía se encontraban detrás del vallado, a unos ochenta metros del automóvil en cuestión.
Hacemos esta descripción porque se está llevando a cabo una operación mediática que busca cambiar la realidad de los hechos para ajustarlos mejor a una narrativa propia. Desde los medios alineados a un sector del peronismo, con Página12 a la cabeza, hasta la izquierda electoralista con Izquierda Diario, y parte de quienes se autoperciben como medios independientes, se lleva adelante una campaña de criminalización contra quienes participaron en este conflicto. El discurso de que existen infiltrados en las manifestaciones provocando destrozos se populariza para marcar la diferencia entre los ciudadanos de bien que cumplen con las leyes y los violentos que cometen el desleal acto de atacar a los funcionarios policiales. Las evidencias presentadas son solo recortes, conjeturas y noticias falsas.
La calle
En el año 2022, mientras el Congreso debatía el acuerdo con el FMI, afuera se lanzaban piedras, se incendiaban contenedores y se tiraban bombas molotov a la policía. Si miramos años atrás, vamos a encontrar situaciones similares, hasta llegar a las famosas “catorce toneladas de piedras”, donde en las calles aledañas se cruzaban contenedores y vehículos para evitar el avance de la policía. En ninguno de estos hechos había policías infiltrados ocasionando disturbios.
A fines de 2023, a días de las elecciones, durante una actividad anti-electoral, se desató una represión en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires. Los policías redujeron a varias personas, entre ellas a Facundo Morales. Facundo murió con un “funcionario” que colocaba todo su peso sobre él. Es difícil llamar a una acción de ese tipo de otra forma que no sea asesinato; Facundo no perdió la vida, se la arrebataron las fuerzas del Estado.
Un día después de su muerte, en una concentración por este caso, un grupo pequeño atacó el centro de monitoreo de la Policía de la Ciudad. Algunos medios como Página12 (siempre Página) dijeron que eran infiltrados; no lo eran. Es curioso que incluso en una situación como esta, la respuesta automática sea que tienen que ser infiltrados. No se considera la posibilidad de reconocer el dolor y la bronca que un hecho como este puede ocasionar.
Pero no sorprende, este cuento sobre infiltrados gozo de popularidad en 2017 cuando mataron a un compañero anarquista. Ante cada acción por la aparición de Santiago Maldonado se respondía que debía haber sido perpetrada por infiltrados. No cabía en el imaginario nacional y popular que existiera gente que no pretendiera hacer política con la muerte.
Un mes después de la desaparición de Lechu, La Izquierda Diario publicó lo siguiente: “Aunque no dudamos de que hay jóvenes que en todo el país quieren descargar su bronca contra la policía, la repentina existencia de ‘ataques’ coordinados en todo el país en las últimas semanas hace sospechar que como mínimo existe un accionar de provocaciones del Gobierno y de los servicios de inteligencia.”
Para aclararle a este medio, no solo hubo ataques en todo el país, también en varios otros países. Solo un mes después, un gran número de compas anarquistas atacaron la Embajada Argentina en Chile. La solidaridad ácrata y el dolor compartido no reconocen fronteras.
No podemos olvidar al diputado Leopoldo Moreau levantando una foto y mintiendo descaradamente sobre un grupo de personas que estaban “todos vestidos de negro para simular que son anarquistas”, llamándoles policías e inventando nombres. Tampoco olvidamos el patético despliegue del PTS cuando rodearon las vallas alrededor de la Catedral frente a Plaza de Mayo para defender a la policía del fuego y las piedras. Mientras esto pasaba, el cuerpo del Lechu esperaba en una morgue.
El orden
Cada día, a cada hora, hay una agenda que busca imponerse desde algún bando de la política. Se busca interpretar cada recorte de la realidad a conveniencia de uno u otro sector. Hoy, la izquierda, tan necesitada de validación social, intenta por todos los medios presentarse como un movimiento democrático y pacífico. Al mismo tiempo, junto con el peronismo progre, hablan de que Milei es “la” dictadura, que hay que echarlo y se llenan la boca de discursos combativos. Palabras.
A veces nos preguntamos cómo pudo existir tanta complicidad civil durante la última dictadura militar, pero acá vemos claramente el accionar de grupos que definen quiénes son culpables e inocentes según sus propias especulaciones. Existe un constante pedido de prisión para los “delincuentes” desde cada lado del espectro, ya sea Eduardo Feinmann o Revista Cítrica. Ambos llaman a detener a quienes prendieron fuego un auto o causaron disturbios. No hay grieta en esta oda a la ley y el orden.
No siempre fue así. Hemos estado lado a lado con muchos militantes de esa izquierda. Hemos mantenido a raya a los policías, sostenido tomas en lugares de trabajo y esperado la libertad fuera y dentro de las comisarías. Hoy parecen apostar por el juego de las redes y los petitorios. Nunca se logró nada firmando petitorios. No se llamarían conquistas si el poder entregase derechos pidiéndolos de forma amable; cada mejora en nuestras vidas es fruto del conflicto directo con quienes tienen todo y no quieren entregar ni lo mínimo.
Pero entendemos que nada es totalmente blanco o negro; existen grises, y es en esos grises donde vivimos la mayor parte del tiempo. No estamos diciendo cómo deben ser las cosas, no tenemos recetas, ni esperamos con estas palabras tener una visión compartida sobre lo que es posible o no. Cada momento es particular y requiere su propio análisis. Es válido decir que “se hace el juego”, “se es funcional”, o que “no estaba pactado”; todos los argumentos son válidos. Lo que no puede dejarse pasar es acusar a personas de ser policías. Las cosas que pasan cuando la policía avanza, provoca, ataca, no están en manos de las organizaciones políticas ni sociales, y mucho menos de los anarquistas. Es, sencillamente, la humanidad que aflora y se defiende, como ha ocurrido en cada periodo de la historia.
La carcel
En toda movilización hay policías de civil que hacen inteligencia, marcan gente y sacan fotos que comparten en sus grupos de WhatsApp para informar lo que está pasando en los lugares donde los uniformados no pueden llegar. Esto es muy distinto de lo que se entiende como un “agente provocador”, alguien cuya única función es provocar el conflicto para justificar la represión. La realidad en estas tierras es que ese tipo de estrategias son de poca utilidad. Hay grupos que van preparados para “pincharla”, pero también hay poca tolerancia al accionar policial. Si esto es bueno, malo, mejor o peor es indiferente; el punto es que la realidad debería importar al menos un poco a la hora de hablar, porque en el futuro va a haber mas represión, más gente presa y condenas más largas.
Este no es un debate sobre si usar o no la violencia, sino sobre entender que los métodos de autodefensa, como las capuchas, las barricadas, las piedras y palos que permiten la retirada, son herramientas que no pueden ser descartadas sin un debate serio sobre cuándo es necesario cada una. Denostar estas herramientas, haciéndolas pasar como acciones del Estado, pone en riesgo la libertad y las vidas de quienes se manifiestan.
La realidad es que la policía no necesita excusas para reprimir ni para detener gente. La inocencia, los estudios, la profesión, etc., de los detenidos solo importan a la hora de demostrar arraigo o negociar una probation. Cuando se pone tanto el foco en que los detenidos son argentinos de bien, se termina justificando quiénes deberían estar en prisión. No nos importa el grado de culpabilidad o inocencia de cada quien, ni sus títulos universitarios o qué tan buenas personas son para la sociedad. Queremos su libertad.
A pesar de lo que digan los periodistas y sabiondos digitales, encapuchados de esos que el ciudadano progre gusta llamar “infiltrados” caen presos. Algunos pasan largo tiempo en esos centros de tortura que llamamos cárceles, olvidados por la mayor parte del “campo popular” que en su momento quizás pidió su libertad. Cuando las cámaras se apagan y las redes hablan de otras cosas, los presos dejan de servir políticamente. Es por eso que entendemos lo que están pasando las familias, amistades y personas cercanas de quienes están en prisión. Organizar la solidaridad, la lucha y buscar en la potencialidad creativa las formas de resistencia a otro nuevo periodo de miserias que se avecina, es vital. Este gobierno no teme actuar, no le preocupa apostar su capital político en cada jugada y gana mucho más de lo que pierde al repartir palos y condenas de prisión. Que haya sectores de la oposición que prefieran fingir demencia, acusando a la gente de infiltrados por no seguir sus lineamientos, puede ser un camino de no retorno.
Esto no está en nuestras manos, ni en las manos de nadie. La vida, la rebelión, siempre encuentra un camino. Como dijera Marcelo Villarroel, un compañero que continúa secuestrado en una prisión del otro lado de la cordillera, “mientras exista miseria, habrá rebelión”.
Las acampadas por Gaza. Entrevistas con los participantes
Endnotes & Megaphone, 2024
Pensamiento & Batalla, junio 2024. Presentación a la traducción:
El presente texto fue publicado recientemente en el sitio web de la revista comunizadora de habla inglesa “Endnotes”. Nos pareció relevante traducirlo y hacerlo circular, porque entrega información de primera fuente de lo que ocurrió en diversos campus universitarios de Estados Unidos con las masivas acampadas por Gaza, táctica que luego fue replicada en diversas universidades de varios lugares del mundo como España, Alemania, Reino Unido, Países Bajos, México e incluso Chile, con el acampe en la Casa Central de la Universidad de Chile.
La principal reivindicación planteada en esta lucha colectiva es el cese al fuego en la Franja de Gaza que ya ha
cobrado la vida de más de 36.000 palestin@s y que las
instituciones educativas corten los vínculos con el Estado
de Israel y las empresas que apoyan el genocidio. La masividad de esta movilización logró romper con la censura
tanto de los medios de comunicación masivos, como de las
redes sociales, visibilizando el episodio actual más cruel y
catastrófico de la guerra civil planetaria en curso.
En inglés: https://endnotes.org.uk/posts/the-encampments-for-gaza
Traducción: https://drive.google.com/file/d/1qMy9bAqeoUcLprTSyhXXiXZjZ9KZKifi
miércoles, 1 de mayo de 2024
[Argentina] 1° DE MAYO
La Oveja Negra
1 de mayo de 2024. Rosario.
INTERNACIONALISTA
Porque la cuestión social no está planteada en términos patrióticos sino de clase. La burguesía, nacional o extranjera, nos explota y nos oprime de diferentes maneras. Tengamos o no trabajo. De cualquier género, de todos los colores y diferentes capacidades.
ANTICAPITALISTA
Porque el ajuste es un ataque contra quienes trabajamos, alquilamos, usamos transporte, salud pública y/o recibimos ayudas sociales.
REVOLUCIONARIO
Porque es momento de explorar nuevas perspectivas, nuevas maneras de luchar. Más allá de la patria, del Estado, de la democracia, de la lógica de la mercancía, de los partidos y los sindicatos.
Por un Primero de Mayo rojo
Grupo Barbaria
1° de mayo de 2024
Pocos recuerdan ahora la huelga de Chicago de 1886 por la jornada laboral de ocho horas, ni la decisión de conmemorar ese momento de lucha, ni los caídos que causó entre el proletariado haber levantado la cabeza y dejar de sufrir de modo pasivo. Desde entonces el Primero de Mayo fue el símbolo de la lucha contra la burguesía, su Estado y la sociedad basada en el trabajo asalariado. Hoy, cuando la propia burguesía lo ha convertido en una parodia de armonía, paz y fraternidad, sigue siendo para todo internacionalista auténtico un símbolo de la lucha revolucionaria del proletariado.
La contrarrevolución convirtió esta fecha histórica para nuestra clase en un paseo sindical por la democracia y la promesa de una buena vida dentro de este sistema. Hoy más que nunca es evidente cómo la única forma de mejorar nuestras condiciones de vida no es con subidas salariales que la inflación se va comiendo y que la siguiente crisis económica se encarga de liquidar, sino con la abolición del trabajo asalariado. Pero la izquierda del capital continúa alimentando la ilusión de que unos buenos gobernantes y algo de presión popular bastarán para acabar con la miseria creciente de este sistema.
Hoy la democracia se muestra cada vez más como lo que es, la gestión más eficaz de la explotación capitalista, pero sigue teniendo suficiente poder como para hacer sonar los tambores de guerra por ella.
Ayer como hoy, la única forma de recuperar lo que fue el Primero de Mayo para nuestro movimiento es la lucha frontal por la abolición del trabajo asalariado y la democracia capitalista, con sus naciones y sus fronteras.
La catástrofe capitalista hace más necesaria que nunca la revolución
Crisis, inflación, miseria, guerra… constituyen el día a día del capital. Estamos entrando ya en esa fase histórica del capitalismo senil descrito por Marx. Esa fase está caracterizada por los procesos de sustitución de trabajo vivo por trabajo muerto a través de la automatización cada vez más generalizada en la producción de bienes y servicios. Todo esto hace que el robo del tiempo de trabajo ajeno sobre el que se funda la riqueza capitalista, es decir, el plusvalor, sea una base miserable y parasitaria. La riqueza humana no se adecúa ya a su medida mercantil a partir de la forma valor. Con el enorme desarrollo del capital ficticio, el capitalismo lanza la pelota hacia delante para encubrir su crisis, pero solo gana tiempo a costa de sacudidas más intensas en el futuro.
Y junto a esto se presenta en el horizonte el fantasma de la guerra imperialista generalizada. La crisis del capital agudiza todas las contradicciones y rivalidades entre las potencias capitalistas. Los actuales conflictos entre Rusia y Ucrania o entre Israel y Palestina no podemos leerlos de manera aislada. El capitalismo es un sistema mundial que se alimenta de la producción y reparto del plusvalor global. En un momento de crisis como el actual, todas las potencias (grandes, medianas o pequeñas) acentúan las rivalidades que les conducen a la guerra. Primero en conflictos más localizados, pero que no son ajenos a la constitución de bloques imperialistas, luego de un modo generalizado. No sabemos los tiempos y los ritmos, pero la propia lógica de la crisis capitalista y de la lucha por el reparto del plusvalor mundial lleva a la guerra.
La lucha hoy es una lucha de clarificación de frentes
Crisis y guerras son las respuestas que nacen de la lógica del capitalismo. En definitiva, son el resultado del desarrollo cada vez más acelerado de la crisis de su modo de producción. La respuesta del proletariado no puede ser sino la de la afirmación del internacionalismo proletario, contra todas las naciones, sean grandes o pequeñas, y por la defensa intransigente de nuestras necesidades históricas. Todo ello pasa por la superación del capitalismo y su lógica catastrófica. Por eso, la independencia de clase es contra todos los aparatos políticos del capital, ya sean de derechas o de izquierdas, porque son todos expresiones de la lógica del capital, incluyendo sus versiones más extremas que han santificado las experiencias de un capitalismo vestido de rojo en Rusia, China, Vietnam o Cuba. Nuestra bandera roja no puede confundirse con las banderas rojas del nacional-comunismo.
La independencia de clase también es contra los sindicatos. Da igual que sean más o menos combativos porque no son ni pueden ser otra cosa que instrumentos al servicio del capital, meros intermediarios de la venta de la mercancía fuerza de trabajo que es su única razón de ser. Y es que como decía un compañero nuestro del pasado:
«Lo que engendra el carácter reaccionario de la organización sindical no es otra cosa que su propia función organizativa. Obtenga o no determinadas mejoras, está directamente interesada en que el proletariado siga siendo indefinidamente proletariado, fuerza de trabajo asalariado, cuya venta negocia ella. Los sindicatos representan la perennidad de la condición proletaria. […] Ahora bien, representar la perennidad de la condición proletaria conlleva aceptar, y de hecho necesitar también, la perennidad del capital».
Munis: Los sindicatos contra la revolución.
Frente a las estructuras sindicales que separan a los trabajadores por carnets y mantienen el conflicto dentro de cauces razonables para la patronal, defendemos la autoorganización real de los trabajadores y trabajadoras en asambleas creadas con ocasión de la lucha. Solo si estas asambleas mantienen las riendas del conflicto, si intentan extenderlo más allá de las fronteras de la fábrica a otras empresas y al propio territorio, pueden convertirse en un lugar propicio para vincular la lucha por las condiciones inmediatas a la batalla más general por la abolición definitiva de la explotación, por la sociedad comunista. Es ese el terreno propicio del que pueden surgir los grupos de vanguardia que, a través de la intervención de las minorías revolucionarias actuales, transitarán hacia el partido de clase.
A día de hoy cada vez más trabajadores/as (sobre todo jóvenes) son conscientes tanto de la necesidad de la lucha por el socialismo/comunismo, como de la total inutilidad de los organismos burgueses de representación como los partidos, los sindicatos e instrumentos similares (ONGs…). Por eso es imprescindible recuperar los principios del programa comunista, forjados por la lucha histórica de nuestra clase. Las minorías revolucionarias de hoy tienen el deber de sostener los elementos fundamentales de nuestro programa: la independencia de clase, el internacionalismo, la lucha revolucionaria, la autoorganización del proletariado, la denuncia de los regímenes “socialistas” como capitalismo de Estado y anticomunistas… Elementos indiscutibles que los movimientos del ahora y del mañana del proletariado retomarán de su propia historia para proseguir el curso de la lucha por la liberación de la humanidad. Pero para hacerlo no podemos engañarnos, no podemos dejarnos llevar por los cantos de sirena de siempre (el parlamentarismo, el voluntarismo…) ni por los nuevos reformismos, esas nuevas formas con viejos contenidos que aparentan radicalidad sin afirmar de forma clara e intransigente los principios.
La recuperación de esos principios programáticos en el seno de los movimientos futuros del proletariado cristalizará en el partido, que es órgano y programa contra todos los partidos de la burguesía, por y para la lucha de nuestra clase. Es en ese momento cuando podrá comenzar a fructificar el enorme patrimonio conservado y elaborado por el partido histórico del pasado. Parte de esta recuperación será retomar esta jornada del Primero de Mayo como una jornada del proletariado mundial en lucha por liberarse de las cadenas que le atan al presente y le impiden actuar como fuerza liberadora del futuro comunista, de un mundo sin mercancía ni dinero, sin clases y sin Estados.
martes, 16 de abril de 2024
Manifestación contra las guerras capitalistas y la paz capitalista
El colectivo que organiza la Semana de Acción de Mayo en Praga convoca una manifestación contra la guerra el viernes 24 de mayo de 2024 a las 17:00 horas en la plaza Palacký.
La guerra es un fenómeno que no es sólo teórico, sino que tiene un impacto muy real en la vida de todos. En el orden social actual, no existe una línea divisoria entre la vida en guerra y la vida en paz. Todos estamos en guerra. Sólo difieren las formas en que nos afecta la realidad de la guerra. Algunos viven en la retaguardia, en ciudades bombardeadas, otros son enviados al frente para servir como carne de cañón y otros se ven obligados a vender su fuerza de trabajo, que mantiene girando las ruedas de la economía de guerra. Además, todos somos objeto de propaganda bélica destinada a incitarnos a participar en una u otra forma de guerra. Por último, a todos se nos adoctrina con el supuesto deber de sacrificarnos en la guerra por el bien del país, la nación, el pueblo, la economía, la democracia, la religión…
Vivamos en Járkov, Praga, Tel Aviv, Madrid, Gaza, Moscú, Budapest, Zagreb, Roma, Berlín o en cualquier otra parte del mundo, ninguno de nosotros vive fuera del contexto de la guerra. Por lo tanto, debemos oponernos a la guerra desde esta posición. Debemos actuar como una fuerza internacional colectiva que siente el impacto de la guerra pero que también dispone de los medios para detenerla.
Pero no queremos reunirnos para plantear exigencias a los políticos, a sus partidos y a sus instituciones. Sabemos muy bien que todos ellos son parte del problema y que ninguna solución puede venir de ellos.
No queremos intentar acercarnos a las fracciones “progresistas” o democráticas de la burguesía, porque sabemos que son los capitalistas quienes inician las guerras y son ellos quienes se benefician de ellas.
No queremos pedir que se equipe mejor al ejército de tal o cual Estado en nombre del apoyo al “mal menor”, porque la historia nos ha enseñado que los conflictos se desescalan subvirtiendo la maquinaria bélica, no alimentándola.
No queremos hacer un llamamiento a la paz dentro del capitalismo, porque sabemos que la paz capitalista sólo es una preparación para otras guerras, aún más destructivas que las anteriores.
Queremos reunirnos para que se oigan las voces de los más afectados por la guerra. Queremos que la reunión física sirva de foro y de herramienta organizativa para fortalecer a la comunidad enfrentada no sólo a las guerras, sino también a sus causas: el capitalismo, sus Estados y sus ideologías. Queremos contribuir a organizar la resistencia a las mismas.
Las guerras son un fenómeno global al que respondemos movilizándonos internacionalmente. No nos limitamos a ninguna región o idioma, por lo que la manifestación contará con voces en checo, inglés, alemán, ruso, ucraniano y posiblemente otros idiomas, que podremos utilizar para articular nuestras posiciones y defender una acción colectiva contra la guerra.
domingo, 24 de marzo de 2024
[Argentina] Hambre y represión en los 70 y en el 2000 también
Radikal books
24 de marzo, Pigüe
Razones sobran para manifestarnos en esta fecha significativa para la región argentina.
Los tiempos duros que nos han tocado vivir son los que por un lado nos desarman por su crudeza y a la vez nos convocan para la acción y la reflexión. Empezando por repudiar el reciente ataque a una militante de H.I.J.O.S que fue abusada y maltratada por dos personas que ingresaron a su casa, amenazándola de muerte por su compromiso con luchas de derechos humanos. Se ha visto no hace mucho policías filmando pasajeros arriba de los colectivos, sufriendo incluso requisas en determinados barrios (esto último desde hace algunos años ya), comandos unificados, intervención policial en asambleas de trabajadores, protocolos para manifestaciones, ¡represión pura y dura! Todo esto sumado a un creciente avance del narcotráfico con sus correspondientes consecuencias y una vida pauperizada siempre en pos de las ganancias empresariales.
Los recortes llevados a cabo por el gobierno también constituyen otra forma de represión en tanto que limitan el acceso cuestiones básicas (servicios, alimentos, salud) a una clase que ya es privada de todo por su condición.
Los guiños a sectores rancios (represores de la última dictadura) y su prédica negacionista pretenden volver a instalar la duda para construir otro relato que nos sumerja en la amnesia colectiva. Aunque no descartamos que haya alguna devolución de favores en esto.
Hasta ahora el presidente economista que decía lograr bajar la inflación y volver a hacer de Argentina una potencia mundial no hace más que ahogar en la miseria cada día más al proletariado, despedir laburantes y darles palos si protestan, entregándoles recursos y negocios fenomenales a empresas privadas, tal como lo hizo Videla en la dictadura.
No seamos espectadores de nuestra ruina, podemos ponerle fin a la ignominia de este sistema, en cualquiera de sus versiones.
[Argentina] ¿Qué memoria nos espera?
Expandiendo la revuelta + Periódico Gatx Negrx
24 de marzo de 2024, Buenos Aires
Nos encontramos de cara a otro aniversario más de la última dictadura cívico-eclesiástica-militar. El contexto es adverso, ya que como todxs sabemos, quienes actualmente presiden el gobierno reivindican abiertamente el plan de exterminio llevado adelante entre el 1976-83.
Nos posicionamos en contra de toda esa pestilencia liberal y neoconservadora y todos los microfascismos cotidianos que vuelven a presentar las doctrinas del libre mercado y la competencia como soluciones posibles. Milei llega a donde llega en un contexto democrático, de precarización laboral, economía ahogando los bolsillos y mucho descontento social con la continuidad de “siempre los mismos”, apropiándose de consignas como “el que se vayan todos” y del concepto “libertario”.
A pesar de que se escucha decir “Milei basura, vos sos la dictadura”, no podemos dejar de reconocer que la situación desesperante en la cual nos encontramos es el resultado de años y años de democracia capitalista. Con ella, toda actividad se encuentra reducida al interés privado, representado en el dinero y la mercancía.
Hartxs de ver el pasamanos de poder entre gobiernos, el hacer la plancha durante años delegando nuestras condiciones materiales y nuestras luchas, pidiendo que “nos cuiden, que nos auguren derechos” que no terminan siendo más que arreglos entre cúpulas que de un año a otro borran de un plumazo.
Toda comunicación real entre las personas ha sido mediatizada por las redes del Estado y degradada en el debate de interés espectacular: la política. Son los partidos políticos y sus creyentes los encargados de sostener esta incomunicación, reproduciendo todo lo que dicen combatir: verticalidad, jefes, rosca, tranzas, pasividad, delegación, arreglos, excluyendo a la gente de la toma de decisiones. Son esos mismos mecanismos alienados los que nos han conducido a la miseria actual o nos endulzan con la zanahoria de la ampliación de derechos.
Milei no dio un golpe de Estado, sino que siguió las reglas del juego: armó un partido político y ganó las elecciones de manera “limpia”. La mitad de lxs electores durante el ballotage lo eligieron a él y a sus secuaces, ¿evidenciando una vez más que el fascismo también es parte del deseo de las masas?
¿Cómo visibilizar que todo Estado excluye? ¿Cómo visibilizar que todo gobierno tortura, desaparece y asesina en democracia? ¿Cómo visibilizar las continuidades históricas entre las distintas variantes políticas? ¿Alguna vez la democracia ha sido otra cosa que la separación institucionalizada de toda comunidad humana? ¿Por qué ningún gobierno ha abierto los archivos de la última dictadura militar? Seguimos preguntando ¿dónde está Julio López?, desaparecido dos veces, una en dictadura y otra en democracia. Seguimos gritando ¿dónde está Tehuel?
Ya todxs sabemos a qué vino este gobierno. Vino a profundizar la explotación de la tierra, vino por el litio y el agua, por las tierras indígenas y los glaciares, por el petróleo y la minería, y pareciera que la única elección a la cual nos quieren reducir los partidos políticos es a elegir cuántos impuestos cobrar por dicha devastación.
Desde el momento en que renunciamos a cuestionar el capitalismo como una totalidad común a todas las variedades de regulación política, reduciendo la lucha a elegir entre distintas variantes de explotación, continuaremos recorriendo el camino de la resignación a la devastación.
Por eso nos negamos a naturalizar el capitalismo. Queremos criticarlo en todas sus formas de relación y expresión, sea en dictadura y su continuidad democrática. Sostenemos que la dictadura es una tendencia del Capital, una forma social específica que se materializa cuando las condiciones lo necesitan. No es casual que la Argentina haya tenido 6 golpes de Estado.
Como su nombre lo indica, el Proceso de Reorganización Nacional vino a “reorganizar” lo que se había desorganizado: la democracia capitalista extractivista. La organización sindical combativa más el accionar de las agrupaciones revolucionarias, sumado a la paranoia anticomunista, generaban muchas molestias para el proceso de valorización capitalista y su forma política democrática.
La Triple A, creada por el peronismo en el 73 comenzaría el trabajo de exterminio en plena democracia. Para eso lo habían traído a Perón, para desmovilizar a los sectores más combativos. La CONADEP estima que para 1975 ya 395 personas habían desaparecido. Tras la muerte de Perón y la imposibilidad de cumplir la misión, la tarea sería asumida por la Junta Militar, empoderada por los Decretos de Aniquilamiento promulgados por Isabel Martínez de Perón y firmados por Ítalo Lúder, Manuel Aráuz Castex, Tomás Vottero, Carlos Emery, Carlos Ruckauf, Antonio Cafiero y Ángel Federico Robledo. Recordemos que Jorge Rafael Videla fue nombrado Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas durante dicho gobierno. El costo: 30.400 personas desaparecidas.
En su última entrevista antes de morir, Videla admitiría que “los políticos y el empresariado argentino incitaban al golpe”. A su vez, también diría que los empresarios le acusaban: “Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más”. En dicha entrevista, continúa: “Las desapariciones se dan luego de los decretos del presidente interino Ítalo Luder, que nos dan licencia para matar”. La dictadura no es una anomalía externa a la democracia, sino que sus propias bases capitalistas basadas en la propiedad privada, el trabajo, la mercancía, el dinero y las clases sociales generan las condiciones para su aparición.
También es preciso mencionar que dicho fenómeno fue regional, es decir que dicha dictadura se enmarcó en un proceso más amplio llamado Plan Cóndor. Todos los países latinoamericanos produjeron, con la ayuda extranjera, dictaduras militares para aniquilar al sindicalismo combativo y las organizaciones guerrilleras. La dictadura es el Capital defendiéndose.
Así, la democracia se nos revela como la continuación de la dictadura por otros medios. A veces fascista, a veces progresista, a veces de izquierda, a veces radical, a veces todo junto, no importa la forma política que adopte, su objetivo final será siempre asegurar la conservación de las relaciones de producción capitalistas y sus modos de vivir y relacionarnos.
Nos enfurecen y duelen en el alma todas las desapariciones, torturas, violaciones y violencias que se perpetraron sistemáticamente contra toda una generación. Aún seguimos sanando e intentando aprehender esas heridas profundas que cargamos en nuestros corazones. Así mismo, no podemos dejar de ver que las desapariciones, torturas, muertes, el saqueo, explotación y contaminación han continuado durante estas cuatro décadas de retorno a la democracia.
Buscamos nutrir una memoria que nos permita sí combatir contra todas las dictaduras pero también contra la complejización represiva de la democracia. Seguimos sosteniendo, como lo hicieron siempre les rebeldes, que la lucha es por transformar la vida cotidiana, la forma en que producimos y nos reproducimos. Mientras sigamos sosteniendo la democracia como único horizonte posible de vida, la dictadura será siempre una amenaza latente.
Seguimos buscando una práctica que no haga una crítica meramente económica o cuantitativa, sino existencial y cualitativa. Estamos cansadxs de repetir siempre las mismas fórmulas y análisis. Buscamos nutrirnos del pasado para construir una memoria enraizada que nos permita pasar de la lucha de frases a la lucha de clases, dejando atrás las lógicas patriarcales y autoritarias para construir un mundo basado en el apoyo mutuo y la solidaridad.
viernes, 22 de marzo de 2024
[Ecuador] El gobierno de la burguesía agroexportadora decreta el aumento del IVA del 12 al 15% desde abril y, encima más, dice que hay que “trabajar duro”
Proletarios revolucionarios
Quito, marzo 2024
Esta medida, de por sí, va a aumentar el costo de la vida y reducir el salario real: todo va a subir, menos los salarios. Para colmo, en una entrevista televisiva de hace tres semanas, el presidente Daniel Noboa la defendió diciendo literalmente: "Los invito a trabajar igual de duro que estamos trabajando en el Gobierno, la misma cantidad de horas, y estoy seguro de que se van a comprar varios platos de comida: entrada, plato fuerte y postre."
“Trabajar duro” significa trabajar más para supuestamente “comprar varios platos de comida”. Pero, la realidad en cifras oficiales (INEC) es que 3 de cada 10 ecuatorianos tienen un “empleo adecuado”. Los 7 restantes tienen un “empleo inadecuado” o, de plano, están subempleados y desempleados. Algunos tienen hasta 2 trabajos o “empleos inadecuados” para poder sobrevivir. Otros se la pasan trabajando todo el día de lo que sea —en el subempleo— y no les alcanza para llegar a fin de mes. Porque el salario básico está en $460 vs. la canasta básica que está en $789. Mientras que el ingreso mensual promedio de los subempleados —la mayoría de la clase trabajadora ecuatoriana— es de $306; es decir, no llegan ni al salario básico. Por su parte, el 26% de los ecuatorianos vive con $90 al mes o $3 al día; y, el 37.3% de quienes están en la pobreza no tienen acceso a servicios básicos.
Por si el aumento del IVA al 15% —que sí va a encarecer la canasta básica desde abril— fuera poco, este gobierno del empresariado está empujando una reforma laboral de contrato por horas, en forma de última pregunta de la "Consulta Popular" asimismo para abril del presente año. Concretamente: que el valor de la hora-trabajo en Ecuador sea desde $3.88 hasta $5 y $6, según los “cálculos” del Ministerio de Trabajo. Por eso el presidente Daniel Noboa “invita a trabajar duro”; esto es, a trabajar más horas dentro de las precarias condiciones antes expuestas.
No es una contradicción. Es una medida acorde con los intereses de la burguesía en tiempos de crisis: aumentar la tasa de explotación del proletariado para compensar la caída de la tasa de ganancia del capital. Más claro: en un polo de la sociedad, mayor explotación/precariedad laboral y peores condiciones materiales de existencia para la clase trabajadora; y, en otro polo de la sociedad, mayores ganancias y lujos para la clase capitalista o empresarial, que es la única que en realidad puede comer “entrada, plato fuerte y postre”, estudiar en universidades de élite, heredar haciendas y empresas familiares, irse de vacaciones al extranjero, exportar —y consumir— banano y cocaína, evadir impuestos, hacer caridad y lavado de imagen, dedicarse a la alta política y convertirse en presidente de la nación.
Para esto mismo fue que el mafioso gobierno actual hizo todo el show de terror del 9 de enero, declarando “conflicto armado interno” y estado de excepción: para poder imponer su "paquetazo" sin dar chance a la protesta social, con los militares, los policías y los narcos haciendo de las suyas en las calles. En tal contexto, subir el IVA y encima decir “trabajen duro” no sólo es una burla y un insulto. Es un ataque. Es terrorismo económico de la clase patronal contra la ya precarizada, explotada y empobrecida clase trabajadora. Por lo tanto, para nosotros como proletarios es inevitable, necesario y legítimo exclamar:
¡ODIO Y LUCHA DE CLASE CONTRA EL EXPLOTADOR NOBOA!
¡SOLIDARIDAD Y AUTOORGANIZACIÓN ENTRE EXPLOTADOS!
Esperemos que, a pesar del estado de excepción, la rabia se acumule y las protestas en los centros de trabajo y en las calles no se hagan esperar durante los próximos meses…
¿Qué está ocurriendo en Rusia?
Un internacionalista
Rusia, marzo 2024
En primer lugar, hay una ofensiva. Las pérdidas son enormes, pero el ejército avanza, aunque muy lentamente. Pierden hasta 1.000 personas al día y heridos. Durante la batalla por Avdeevka, que duró 4 meses, Rusia perdió 16 mil sólo los que murieron sólo en esta zona (el número total de muertos y heridos es posible alrededor de 50 mil y Rusia tiene mala medicina militar, por lo que muchos heridos quedarán discapacitados, si sobreviven) .
El canal patriótico ruso del periodista y militar, apodado el Murz, anunció las pérdidas. Curiosamente, este estalinista soñaba con volver a la época de la Segunda Guerra Mundial y sentía nostalgia del ejército de la URSS del modelo de 1941-1945. Sin embargo, ante las gigantescas pérdidas, que en realidad son normales en muchas guerras de Rusia ("las mujeres dan a luz lo nuevo", como se dice en Rusia), se suicidó.
El ejército avanza, aunque el movimiento es muy lento. Quieren tomar tantos territorios como sea posible en unas condiciones en las que la ayuda de Estados Unidos ha cesado. Las potencias europeas son débiles y aún no pueden proporcionar a las Fuerzas Armadas de Ucrania una cantidad suficiente de armas. Rusia quiere hacerse con el mayor número posible de territorios durante este periodo de tiempo, hasta que se haya establecido el abastecimiento de Ucrania.
En el país hay una gigantesca redistribución de fondos a favor del complejo militar-industrial, el ejército y los servicios especiales. En total, se trata de aproximadamente el 40% del presupuesto estatal. Las plantas de la industria militar y algunas otras como las industrias metalúrgicas están totalmente cargadas. Esto dio un cierto efecto de multiplicación. La economía empezó a crecer, pero ahora el crecimiento ha cesado. El keynesianismo militar no siempre es eficaz.
En primer lugar, el producto manufacturado simplemente se quema. En segundo lugar, el gobierno toma cada vez más dinero del sector civil privado y estatal, aumenta la retirada de fondos, los impuestos. Además, el gobierno lucha contra la inflación, por lo que aumenta el tipo de interés, haciendo que un préstamo bancario sea muy caro. Como resultado, incluso un gigante como Gazprom (que, como todas las empresas rusas, es de propiedad mixta estatal y privada) empezó a experimentar grandes dificultades porque el Estado se queda con sus beneficios. Además, las sanciones funcionan. Principalmente las empresas militares obtienen beneficios.
Un punto importante es que en Rusia, a diferencia de Estados Unidos, las empresas militares no pueden compartir sus tecnologías con el sector civil. Esto destruye cierta capacidad de modernización económicamente positiva del keynesianismo militar.
Los observadores indican otro proceso. Como señala el economista Igor Lipts, comenzó una nueva redistribución de activos. Parece que el Kremlin, que es el único regulador, selecciona los activos de los antiguos oligarcas (que ascendieron en la década de 1990) y los transfiere al Estado. Probablemente, los activos se transferirán posteriormente a personas relacionadas con el ejército y los servicios secretos. Aunque este proceso no ha hecho más que empezar. Por lo tanto, es difícil saber si desembocará en un conflicto agudo entre varios grupos de la oligarquía, como prevé Lipsitz.
En cualquier caso, existe un proceso de redistribución de los flujos financieros del sector civil al sector militar-industrial, un proceso que tiene un alcance increíble. De hecho, junto con una fuerte represión, esto significa un aumento de la influencia del ejército, los servicios especiales, la policía y los oligarcas uniformados asociados.
Se trata de un proceso natural provocado por los acontecimientos militares. Sin embargo, algunos creen que el Kremlin, cuya política encabezan Putin y Sergey Kiriyenko, quiere eliminar a la vieja generación de oligarcas y hacer crecer una nueva generación de oligarcas de entre los militares y los servicios especiales que sean más leales al Kremlin.
La población sigue sintiendo débilmente las consecuencias negativas. Esto se manifiesta principalmente en forma de inflación. En cuanto a las pérdidas, la mayoría de los militares son contratados que han ido a luchar voluntariamente. Pero además de ellos, 200-300 mil movilizados (aproximadamente la mitad del ejército) están en el frente, y algunos de ellos están descontentos. Además, pequeños grupos de sus esposas intentan protestar en voz baja.
El nuevo fenómeno fueron los ataques de drones ucranianos a refinerías de petróleo. En una semana, los ucranianos inutilizaron el 10% de la producción de gasolina en Rusia. Esto provoca un aumento de los precios del combustible.
El segundo fenómeno inesperado fueron las incursiones de nacionalistas rusos de la oposición en las regiones de Belgorod y Kursk (estas zonas son fronterizas con Ucrania). Estos ataques están organizados principalmente por el RDK (Cuerpo de Voluntarios Rusos). RDK - la organización de ultraderecha de los nacionalistas rusos, que recibe armas y entrenamiento de las Fuerzas Armadas de Ucrania. El año pasado, estos ataques fueron débiles. Pero esta vez los combates tuvieron lugar en el plazo de una semana, y esto también es bastante inesperado. La RDK y las Fuerzas Armadas de Ucrania quieren claramente trasladar las operaciones militares al territorio de Rusia.
En este contexto, Putin decidió organizar unas pseudoelecciones tras haber excluido anteriormente a todos los candidatos que pudieran suponer una amenaza. En particular, excluyó a Boris Nadezhdin. Este liberal moderado es una marioneta asociada al Kremlin. Al principio recibió permiso para criticar suavemente la guerra. El Kremlin quería que obtuviera entre un 2 y un 3% en las elecciones. De este modo, Putin podría demostrar que la gente le apoya mayoritariamente a él y a la guerra.
Pero todo salió mal. Debido al cansancio de la población por la subida de los precios y la guerra, incluso el desconocido Nadezhdin pudo recoger 200 mil firmas, lo que le permitió participar en las elecciones. Estas 200 mil firmas son un resultado fuerte para Rusia, donde la población está muy pasiva e intimidada. Pero lo principal es que había largas colas de personas que recogían firmas para Nadezhdin. Estas grandes protestas silenciosas llamaron la atención. Las autoridades se asustaron y privaron a Nadezhdin del derecho a participar en las elecciones, temiendo que su participación pudiera ser el detonante de un aumento del descontento.
Hubo 3 candidatos más como unos títeres, pero apoyan a Putin en todo.
Como resultado, Putin recibió oficialmente el 87% de los votos (70 millones de votantes). Sin embargo, según las estimaciones de los matemáticos que estudiaron las elecciones, 31,6 millones de votos fueron falsos. Además, muchos votaron por él bajo presión, ya que los jefes se lo exigieron a los funcionarios. Esto suma muchos millones de votos.
Las elecciones deberían haber sido en realidad un referéndum de apoyo a Putin y a sus operaciones militares, pero esto no funcionó
Masacre en Gaza: El horror de la civilización del capital
Vamos Hacia la Vida
Chile, marzo 2024
Desde hace más de dos décadas que la población palestina de la Franja de Gaza ha debido enfrentar el recrudecimiento de la política de exclusión del Estado israelí, lo que se ha traducido en el cercamiento y consecuente aislamiento del proletariado gazatí y la ocupación militar de sus ciudades. Las duras condiciones de sobrevivencia impuestas por el régimen sionista han transformado dicha región en un verdadero campo de concentración a cielo abierto.
El Estado de Israel ha pretendido gestionar esta “población sobrante” (para los intereses del capital) mediante el terror más brutal, valiéndose también de pactos con organizaciones de la burguesía palestina para controlar y administrar el territorio, lo que conlleva una relación contradictoria entre ambos aparatos, en tanto que estas organizaciones paraestatales de Palestina deben a su vez validarse continuamente con la población que gobiernan recurriendo a la retórica y actividad anticolonial contra Israel, razón que explica en parte que organizaciones antes financiadas y promovidas por el Estado israelí, como Hamás, se muestren luego como los más encarnizados enemigos de éste.
Sin embargo, el 7 de octubre del año pasado ha marcado un punto de inflexión en esta continua política genocida con el inicio por parte de Israel de una contraofensiva militar que, en base a la utilización de sofisticada tecnología, ha ido arrasando la Franja de Gaza, masacrando y desplazando a cerca de 2 millones de seres humanos de sus hogares. A la fecha, ya suman más de 31.000 las personas asesinadas ―el 70% de esta cifra la componen niñ@s y mujeres; al menos 14.000 niñ@s y más de 9.000 mujeres―, miles más se encuentran desaparecidas bajo las ruinas dejadas por los incesantes bombardeos y más de 73.000 han sido heridas. Estas espeluznantes cifras siguen aumentando con cada día que pasa. Por si esto fuera poco, las personas se encuentran acorraladas en un ínfimo espacio, corriendo el riesgo de perder la vida debido tanto al asedio y los bombardeos efectuados por Israel, como por la falta de acceso a la ayuda humanitaria provocado por el bloqueo total impuesto en la zona.
A escala global, la reciente masacre en curso marca un momento crucial en la evolución de la democracia y el Capital: la adopción de un estado de excepción permanente como única solución viable para un capitalismo que constantemente se enfrenta a sus propias contradicciones en medio de una crisis sistémica que empeora cada vez más nuestras condiciones de vida. Así se legitima crecientemente, ante la pasividad e inmovilismo de una gran mayoría, el terrorismo de Estado: se van ensayando formas represivas, y tal como en los últimos años, una vez que alguna resulta exitosa y, más allá de alguna polémica internacional temporal, ésta queda instalada como por derecho adquirido. De esta manera, todo el peso de la arremetida israelí marca un precedente para el terrorismo de Estado de las democracias mundiales. Por esto cobra sentido la consigna “Gaza es el mundo”, levantada por compañer@s, y que nosotr@s también reivindicamos; la situación en Palestina es una imagen que podría extenderse próximamente a diversos lugares del planeta en un contexto en que la violencia y la descomposición social se generalizan, en sintonía con la irracionalidad inherente a la acumulación capitalista que destruye todo a su paso.
Lo que ocurre en Gaza ―aunque con una magnitud obviamente diferente―, también es conocido y ha sido cruelmente experimentado en nuestra región por las comunidades mapuche en lucha. Bajo un estado de excepción supuestamente temporal, pero que se volvió permanente bajo la administración estatal de Boric, se legitimó la intervención militar que persigue, encarcela, criminaliza y asesina impunemente en el Wallmapu con armamento proporcionado por el mismísimo Estado de Israel.
Volviendo a Gaza, ¿Qué podemos hacer para contribuir a frenar este genocidio? Lo primero es tener claro que intentar comprender las complejidades, lo común y lo específico que tienen estas coyunturas no tiene por qué transformarse en un acto de pasividad. La extrema urgencia de la situación no puede llevarnos a salidas que incrementen nuestra impotencia. Alentamos las acciones de solidaridad con la población palestina y de sabotaje a los Estados directamente involucrados en esta masacre genocida. Creemos importante ir más allá del internacionalismo del movimiento obrero tradicional, promoviendo uno que sea capaz de proyectar el contenido comunista que pueda gestarse en las batallas actuales por la supervivencia de una humanidad proletarizada que se encuentra en una nueva etapa crítica del desarrollo del capital.
Por lo tanto, consideramos que es necesario y urgente difundir, informar, boicotear a las mercancías y al Estado de Israel, movilizarse y solidarizarse en la calle manteniendo y profundizando una perspectiva de autoemancipación de toda forma de gestión capitalista.
martes, 12 de marzo de 2024
[Praga] CONGRESO CONTRA LA GUERRA
Del 20 al 26 de mayo de 2024, grupos e individuos de diferentes partes del mundo se reunirán en Praga para coordinar actividades contra la guerra como parte de la Semana de Acción. La serie de eventos también incluirá un Congreso contra la guerra, que tendrá lugar del viernes 24 al domingo 26 de mayo de 2024. En el Congreso se presentarán campañas, acciones directas, proyectos, publicaciones y análisis relacionados con la cuestión de la guerra. Entre otras cosas, este evento internacionalista servirá como asamblea abierta que intentará combinar fundamentos teóricos con actividades prácticas.
Consideramos necesario, en el proceso de resistencia a la guerra, desarrollar una práctica anticapitalista que busque preservar la autonomía política. En concreto, esto significa que queremos organizarnos fuera de los partidos políticos, fuera de las estructuras de los Estados, y contra todos los Estados. Buscaremos especialmente las formas de oponernos a todas las duras condiciones a las que hemos estado expuestos y sometidos durante las guerras interestatales y la paz capitalista. Buscaremos las formas de sabotear las guerras, cómo privar a nuestros enemigos de recursos, cómo socavar la capacidad de los Estados y sus ejércitos para continuar las guerras.
¿Qué dirección hay que tomar y qué hay que hacer? ¿Cómo unir fuerzas y organizarse? Buscaremos respuestas basadas en la diferenciación de clase, y no en la diferenciación nacional; respuestas que tengan en cuenta la contraposición entre soldados rasos y oficiales, entre trabajadores asalariados y patrones, entre el proletariado y la burguesía. Buscaremos formas de hacer que los soldados en uniforme de cualquier ejército estatal se identifiquen con la lucha social de sus hermanos y hermanas al otro lado del frente, y no con las órdenes asesinas de sus oficiales. También buscaremos la manera de oponernos a los falsos amigos, a todos aquellos que pretenden transformar la lucha de clases en una lucha nacional o religiosa por un nuevo Estado, un nuevo espacio capitalista, mejor adaptado a sus necesidades.
Apoyamos a la comunidad internacionalista que afirma la lucha contra la burguesía de todos los bandos en guerra, contra los ejércitos de todos los Estados, contra los capitalistas de cada país. Las manifestaciones actuales de resistencia, por contradictorias y fragmentadas que sean, contienen sin duda el germen de una polarización social que puede convertir las guerras entre Estados en un enfrentamiento de clase. Se trata de la confrontación entre los defensores de la nación, de los Estados y del capitalismo, por un lado, y la clase social, por otro, que empieza a darse cuenta de que defender la nación a la que está encadenada sólo sirve a los intereses de quienes la explotan.
La acción directa contra las guerras adopta ahora diversas formas, más o menos selectivas, más o menos organizadas. Luchemos por un cambio cualitativo en el que los actos individuales de resistencia rompan su aislamiento mediante la interconexión y la coordinación. El enemigo común en cada época es, en primer lugar, el capitalismo, y por tanto cada Estado que lo estructura, el ejército que lo defiende, la burguesía que lo encarna. La única salida a la pesadilla de las guerras y la paz capitalistas es un despertar colectivo: debemos ver y sabotear toda la maquinaria de la guerra, derrocar a sus representantes y recuperar nuestro poder como creadores del mundo.
Hacemos un llamamiento a los grupos e individuos interesados en participar en el congreso contra la guerra de Praga para que se pongan en contacto con nosotros con suficiente antelación con propuestas para el programa.
¡Juntos contra las guerras capitalistas y la paz capitalista!
miércoles, 28 de febrero de 2024
[Israel] El discurso de los derechos humanos ha fracasao en detener el genocidio en Gaza
Un anarquista de Jaffa sobre la necesidad de estrategias anticoloniales para la liberación
2024-02-13, publicación original en CrimthInc.
Tras cuatro meses de asalto a Gaza, el ejército israelí ha obligado a más de un millón de refugiados a refugiarse al borde de la frontera egipcia y ahora los bombardea mientras amenaza con organizar un asalto terrestre contra ellos. En el siguiente texto, Jonathan Pollak, participante desde hace mucho tiempo en Anarquistas contra el Muro y otros esfuerzos de solidaridad anticolonial, explica por qué no debemos esperar que las instituciones internacionales o los movimientos de protesta de la sociedad israelí pongan fin al genocidio de Gaza y hace un llamamiento a la gente corriente para que pase a la acción.
Una versión más corta de este texto fue rechazada por la plataforma liberal israelí Haaretz, un indicio de la disminución del espacio para la disidencia en Palestina y dentro de la sociedad israelí.
El discurso de los derechos humanos no ha logrado detener el genocidio en Gaza
Llevamos ya más de 120 días de un ataque israelí sin precedentes contra Gaza. Sus terribles repercusiones y nuestra incapacidad para ponerle fin deberían obligarnos a reevaluar nuestra perspectiva sobre el poder, nuestra forma de entenderlo y, lo que es más importante, lo que tenemos que hacer para combatirlo.
En medio de la sangre derramada, los interminables días de muerte y destrucción, la insoportable escasez, el hambre, la sed y la desesperación, las incesantes noches de fuego y azufre y fósforo blanco lloviendo indiscriminadamente del cielo, debemos enfrentarnos a la cruda realidad y remodelar nuestras estrategias.
Las víctimas mortales registradas oficialmente -además de las muchas personas palestinas que permanecen sepultadas bajo los escombros y que aún no figuran en el recuento oficial- suponen ya la aniquilación de casi el 1,5% de toda la vida humana en la Franja de Gaza. A medida que Israel intensifica sus ataques contra Rafah, parece que no hay final a la vista. Pronto se habrá extinguido la vida de uno de cada cincuenta habitantes de Gaza.
El ejército israelí está infligiendo un número sin precedentes de sufrimiento y muerte a los 2,3 millones de habitantes de Gaza, superando cualquier cosa jamás presenciada en Palestina -o en cualquier otro lugar- durante el siglo XXI. Sin embargo, estas asombrosas cifras no han penetrado en las gruesas capas de disociación y desconexión que caracterizan a la sociedad israelí y a los aliados occidentales de Israel. En todo caso, la reducción de esta tragedia a estadísticas parece dificultar más que mejorar nuestra comprensión. Presenta un todo que oscurece lo específico: las cifras ocultan la personalidad de los innumerables individuos que han sufrido muertes dolorosas y particulares.
Al mismo tiempo, la insondable magnitud de la masacre de Gaza hace imposible comprenderla a través de las historias de las víctimas individuales. Periodistas, barrenderos, poetas, amas de casa, trabajadores de la construcción, madres, médicos y niños, una multitud demasiado vasta para ser narrada. Nos quedan figuras anónimas sin rostro. Entre ellos hay más de 12.000 niños. Probablemente muchos más.
Por favor, hagan una pausa y digan esto en voz alta, palabra por palabra: más de doce mil niños y niñas. Asesinadas. ¿Hay alguna forma de que podamos asimilarlo y superar el ámbito de las estadísticas para comprender la horrible realidad?
Las frías y contundentes cifras también ocultan cientos de familias aniquiladas, muchas de ellas completamente borradas -a veces tres, incluso cuatro generaciones, borradas de la faz de la tierra.
Estas cifras eclipsan a las más de 67.000 personas que han resultado heridas, miles de las cuales quedarán paralizadas para el resto de sus vidas. El sistema médico de Gaza ha sido destruido casi por completo; se están llevando a cabo amputaciones vitales sin anestesia. El grado de destrucción de las infraestructuras en Gaza supera al de los bombardeos de Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial. Casi dos millones de personas -aproximadamente el 85% de la población de la Franja de Gaza- se han visto desplazadas, con sus vidas destrozadas por los bombardeos israelíes mientras se refugian en el sur de la Franja, peligrosamente superpoblada, que el gobierno israelí declaró falsamente “segura”, pero que sigue bombardeando con cientos de bombas de 2000 libras. El hambre en Gaza, creado por la política estatal israelí incluso antes de la guerra, es tan grave que equivale a una hambruna. En su desesperación, la gente ha recurrido a comer forraje, pero ahora incluso eso se está acabando.
Hace aproximadamente un mes, un conocido mío que huyó a Rafah desde la ciudad de Gaza después de que bombardearan su casa allí me dijo que él y su familia ya se habían visto obligados a trasladarse de un refugio temporal a otro seis veces diferentes en sus intentos de escapar de las bombas. Desesperado, me dijo: “No hay comida, ni agua, ni un lugar donde dormir. Estamos constantemente sedientos, hambrientos y mojados. Ya he tenido que sacar a mis hijos de debajo de los escombros dos veces: una en Gaza y otra aquí en Rafah”.
Estos ríos de sangre deben romper los muros de nuestra apatía. Ojalá el tiempo se detuviera lo suficiente para que todos pudiéramos procesar nuestro dolor. Pero no lo hará. Sigue pasando mientras caen más bombas sobre Gaza.
Décadas de injusticia han allanado el camino para esto. Han pasado 75 años desde la Nakba, 75 años de colonialismo israelí, y sus defensores siguen negando los hechos. Incluso después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) afirmara que hay motivos para temer que se esté cometiendo un genocidio en Gaza, Estados Unidos y muchos de los demás aliados occidentales de Israel han guardado silencio.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó la mera disposición del tribunal a debatir el caso de “una vergüenza que no se borrará en generaciones”. Efectivamente, la sentencia es una vergüenza. A pesar de que todo quedó a la vista, el tribunal no ordenó a Israel que cesara el fuego. Es una vergüenza para el propio tribunal y para la idea misma de que el derecho internacional debe proteger las vidas y los derechos de las personas que son aplastadas por la fuerza militar de las naciones.
Se dirá sin duda que el derecho, por naturaleza, es meticuloso y que considera el bosque no como un todo sino como árboles individuales. A eso debemos responder que la realidad, los hechos, el sentido común deben estar por encima de la ley, no por debajo de ella. Israel dedica considerables recursos a un legalismo del campo de batalla, destinado a dar cobertura a sus actos asesinos. Este enfoque consiste en trocear la realidad en finas lonchas de observaciones y acciones independientes aprobadas legalmente. En el bloque X había un objetivo militar, lo que justifica la muerte de más de dos docenas de civiles no implicados; el bloque Y era el hogar de un bombero empleado por Hamás, lo que legitima, según el principio de proporcionalidad, la decisión de aniquilar a tres familias vecinas. Pero esta práctica no puede convertir el agua genocida en vino legítimo. Se trata de una luz de gas legal que desmenuza la realidad para ocultar un patrón de asesinato masivo indiscriminado.
Si la matanza del 1,5% de la población en cuatro meses no es genocidio; si los actos de Israel no se consideran lo suficientemente graves como para que un tribunal ordene el cese inmediato de la matanza, ni siquiera a la luz de la incitación abierta al exterminio de los palestinos por parte de destacados políticos israelíes y miembros de la prensa, por no mencionar al presidente y al primer ministro de Israel; cuando se acepta la falta de castigo por tales incitaciones y tales actos en lugar de calificarlos de genocidio en los términos más sencillos, entonces las palabras que utilizamos para describir la realidad han perdido todo su significado y necesitamos urgentemente un nuevo lenguaje que vaya más allá de los confines de la jerga jurídica.
Dejar el cuchillo del carnicero en la mano del carnicero -dejar a Israel sin trabas ni obstáculos- significa permitir que continúe la matanza en Gaza. Este es el fracaso absoluto y continuo del derecho internacional y de las instituciones encargadas de mantenerlo.
Este fracaso traspasa la responsabilidad de forzar el fin de la catástrofe en curso, para que recaiga sobre los hombros de la sociedad civil. Esto debería obligarnos a superar los vacíos paradigmas liberales de los derechos humanos, que han sustituido a la liberación como discurso dominante en la política de izquierdas.
El camino a seguir
El discurso de los derechos humanos que ha secuestrado a la izquierda política en las últimas décadas nos ha alejado de un marco de liberación y acción eficaz. Ahora está claro que debemos desviarnos del pensamiento liberal para restablecer estrategias que desarmen y deconstruyan el poder. La complicidad moral con los crímenes de Israel que representa la negativa de la CIJ a ordenar un alto el fuego inmediato nos obliga a ello. Ofrece un argumento convincente de que todos debemos romper con el actual sistema fracasado.
Por otra parte, la realidad no esperará a que resolvamos las cosas. No podemos simplemente tomarnos nuestro tiempo y esperar a pasar a la acción hasta que hayamos desarrollado y popularizado nuevas narrativas y marcos conceptuales. Tenemos que utilizar todos los medios a nuestro alcance para actuar ahora mismo.
¿Nos ofrece la CIJ alguna herramienta que podamos utilizar? la CIJ está considerada la más alta instancia del derecho internacional. Aunque no dispone de mecanismos de aplicación independientes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sus sentencias y jurisprudencia se consideran la base de la jurisprudencia del derecho internacional, y a menudo se incorporan a las sentencias de los tribunales nacionales sobre estos asuntos. A pesar de haber ordenado muy pocas medidas contra Israel o el genocidio en curso que se está llevando a cabo, el tribunal sí determinó que hay motivos considerables para creer que se está produciendo un genocidio.
Dado que el tribunal no adoptó ninguna medida real contra Israel, debería ser evidente que la responsabilidad de actuar recae sobre nosotras y nuestros movimientos. Afortunadamente, la sentencia también podría darnos algunas herramientas para utilizar aquí y ahora mientras desarrollamos nuevos marcos de liberación. Un ejemplo de ello es una reciente demanda ante un tribunal federal de California que pretendía ordenar a la administración estadounidense que pusiera fin al apoyo militar a Israel. El caso fue desestimado alegando que la política exterior estadounidense está fuera de la jurisdicción del tribunal, pero éste determinó que es plausible que Israel esté cometiendo genocidio en Gaza basándose en la sentencia de la CIJ.
El argumento jurídico de que los gobiernos deben abstenerse de complicidad en el genocidio no carece de fundamento en la legislación estadounidense, así como en muchos otros países. Un tribunal holandés ha ordenado recientemente al gobierno de los Países Bajos que detenga la entrega de piezas para los aviones de combate F-35 que Israel está utilizando para bombardear la Franja de Gaza. Ahora podría ser plausible obligar a más gobiernos a imponer embargos de armas, sanciones u otras medidas a través de los tribunales nacionales.
Sin embargo, tales estrategias nos siguen reduciendo a confiar en supuestos expertos; no nos ayudarán a construir movimientos. El genocidio no se detendrá desde dentro de la sociedad israelí. La presión para hacerlo debe venir de fuera. Ha llegado el momento de la acción directa y de los esfuerzos de abajo arriba, como los boicots impulsados por las comunidades a los productos israelíes, a los vendedores que comercian con ellos, a las exportaciones culturales y propagandísticas israelíes y a cualquier otra cosa que alimente el movimiento mundial de boicot, desinversión y sanciones. El bloqueo del puerto de Tacoma o las acciones de los trabajadores portuarios de todo el mundo que se niegan a cargar barcos y mercancías israelíes y a transportar armas a Israel son ejemplos de cómo podríamos avanzar, construyendo hacia un movimiento de base proactivo.
Debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para detener el genocidio que se está produciendo ahora, pero es importante que abordemos el hecho de hacerlo como un paso hacia la promoción de la liberación palestina y el desmantelamiento del colonialismo de los colonos israelíes. La descripción del pueblo palestino como poco más que víctimas a merced de la represión israelí es a veces bien intencionada, pero borra su personalidad y su capacidad de acción. Mientras nos esforzamos por poner fin a la maquinaria bélica de Israel, debemos articular que esto forma parte de la lucha para acabar con el colonialismo israelí, y centrar a los y las palestinas como protagonistas de esa historia.
Las raíces del problema
Desde antes de la creación del Estado israelí, Israel ha sido una sociedad racista y colonialista, basada en la idea de que los israelíes son fundamentalmente superiores a los palestinos. Esta es la corriente principal del pensamiento político israelí, tanto en su ala derecha como en la llamada izquierda. Este es el pensamiento que motivó la desposesión masiva de familias palestinas que precedió a la formación del Estado, la limpieza étnica de la Nakba en 1948, y diversas formas de apartheid y gobierno militar desde entonces. De hecho, sólo ha habido un año en la historia de Israel -1966- en el que no impusiera un régimen de dictadura militar sobre al menos parte de su población palestina.
Desde mucho antes del actual asalto a Gaza, la realidad cotidiana de la existencia palestina bajo el dominio israelí ha sido un terror continuo y permanente en medio de la violencia y la incertidumbre. Ser palestino significa pasar por un puesto de control sin saber si te sacarán y te detendrán; significa la violencia de las turbas de colonos; significa que te metan en la cárcel bajo detención administrativa, sin saber para qué ni durante cuánto tiempo; significa una redada militar en mitad de la noche. Son todas estas cosas y otras peores, día tras día, a lo largo de toda una vida, a lo largo de generaciones. Una de las muchas cosas que ocurrieron el 7 de octubre fue que, durante un breve periodo de tiempo, también los israelíes, como sociedad, experimentaron ese tipo de terror existencial, esa inquietante incertidumbre y falta de seguridad.
Los sucesos del 7 de octubre han tenido tal impacto en la sociedad israelí que, incluso hoy, la mayoría de la ciudadanía israelí sigue centrándose en sí misma como principal víctima de la narración. Uno de los efectos de esto es la obsesión israelí por contextualizar el genocidio de Gaza en relación con la violencia del 7 de octubre. Una queja común sobre la decisión de la CIJ entre los israelíes es que el tribunal no mencionó el 7 de octubre en su decisión (de hecho, sí lo mencionó). Al mismo tiempo, esta exigencia de contexto pretende suprimir el contexto más amplio. Muchas personas, incluso de la llamada izquierda, expresan su indignación cuando la situación actual se pone en el contexto de la Nakba, la ocupación de 1967 o el asedio en curso. Según esta lógica al revés, proporcionar ese contexto se percibe como un genocidio contra los israelíes.
El racismo israelí era frecuente antes, pero desde el 7 de octubre, el discurso genocida no disimulado y los llamamientos abiertos al genocidio real se han convertido en la norma. Dentro de la sociedad israelí no existe ningún movimiento realmente significativo contra el genocidio. Los movimientos de protesta que existen tienen un tamaño y una influencia insignificantes, o se dedican principalmente a exigir un acuerdo de intercambio de rehenes, o se centran en cuestiones internas israelíes, reminiscencias del movimiento pro-judicial de antes del 7 de octubre.
Los minúsculos islotes aislados de resistencia al asalto a Gaza y a los aspectos más generales del dominio israelí son tan pequeños que deben entenderse como un error de redondeo, no como una fuerza real. La idea de que existe un movimiento contra el colonialismo y por la liberación palestina dentro de la sociedad israelí es una ilusión. Para desempeñar un papel a la hora de labrar un camino hacia un futuro de verdadera libertad, quienes proceden de esta sociedad de colonos tendrán que rechazar de raíz el colonialismo israelí. Debemos tener en cuenta que, por mucho que queramos ser parte de la solución, también seguiremos siendo inherentemente parte del problema.
Al abordar el futuro posterior al genocidio, debemos preguntarnos cómo sobrevivirán las ideas igualitarias en una realidad asolada por la guerra, la muerte y la destrucción. No está claro cómo podemos prever y crear un futuro que pueda trascender el trauma del pasado reciente, sobre todo teniendo en cuenta que, aunque la ruina y la violencia podrían disminuir una vez que haya cesado el asalto, la represión israelí continuará.
Todavía no hay nada claro sobre el futuro posterior al genocidio,
incluidos los giros que tomará el movimiento palestino de liberación.
Eso sólo lo puede decidir los y las palestinas. Lo que es obvio -y
debería haber estado claro mucho antes- es que quienes se oponen al
colonialismo no deben regodearse en los privilegios que éste otorga. Los
detalles exactos del camino hacia la liberación son inciertos, pero es
innegable que quienes quieran contribuir a allanarlo sólo pueden
desempeñar un papel en ello dentro del movimiento palestino. La
responsabilidad de encontrar formas de hacerlo, de transgredir los
límites de la identidad nacional forzada que existen precisamente para
impedirlo, recae en quienes desean apoyar al pueblo palestino y romper
los confines del colonialismo.
lunes, 26 de febrero de 2024
[EE.UU.] Sobre la acción de Aaron Bushnell en solidaridad con Gaza
Aaron Bushnell, era soldado estadounidense de 25 años que se prendió fuego frente a la embajada de Israel en Washington DC, murió en el hospital. Grito “Palestina libre” mientras se prende fuego.
Traducción automática de un artículo publicado en CrimethInc.: “This Is What Our Ruling Class Has Decided Will Be Normal” On Aaron Bushnell’s Action in Solidarity with Gaza
“Esto es lo que nuestra clase gobernante ha decidido que será normal”
Sobre la acción de Aaron Bushnell en solidaridad con Gaza
El domingo 25 de febrero recibimos un correo electrónico de una persona que firmó Aarón Bushnell.
Lee,
Hoy planeo participar en un acto extremo de protesta contra el genocidio del pueblo palestino. Los enlaces a continuación deberían llevarlo a una transmisión en vivo y a imágenes grabadas del evento, que serán muy inquietantes. Le pido que se asegure de que las imágenes se conserven y se informen sobre ellas.
Consultamos la cuenta de Twitch. El nombre de usuario mostrado era “LillyAnarKitty” y el ícono de usuario era un círculo A, el significado universal del anarquismo: el movimiento contra todas las formas de dominación y opresión.
En el vídeo, Aaron comienza presentándose. “Mi nombre es Aaron Bushnell. Soy miembro en servicio activo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y ya no seré cómplice del genocidio. Estoy a punto de participar en un acto de protesta extremo, pero en comparación con lo que la gente ha estado experimentando en Palestina a manos de sus colonizadores, no es nada extremo. Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que será normal”.
El vídeo muestra a Aaron continuando filmando mientras camina hacia la puerta de la embajada de Israel en Washington, DC, cuelga el teléfono, se moja en un líquido inflamable y se prende fuego, gritando “Palestina libre” varias veces. Después de que se desploma, los agentes de policía que habían estado observando cómo se desarrollaba la situación entran corriendo en el marco: uno con un extintor de incendios, otro con una pistola. El oficial continúa apuntando con el arma a Aaron durante más de treinta segundos mientras Aaron yace en el suelo, ardiendo.
Posteriormente, la policía anunció que habían llamado a su Unidad de Eliminación de Artefactos Explosivos.
Desde entonces hemos confirmado la identidad de Aaron Bushnell. Sirvió en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante casi cuatro años. Uno de sus seres queridos nos describió a Aaron como “una fuerza de alegría en nuestra comunidad”. Una publicación en línea lo describió como “una persona increíblemente gentil, amable y compasiva que dedica cada minuto y cada centavo que tiene a ayudar a los demás. Es tonto, hace reír a cualquiera y no haría daño a una mosca. Es un anarquista de principios que vive sus valores en todo lo que hace”.
Los amigos de Aaron nos dicen que ha fallecido como consecuencia de sus heridas.
Toda la tarde, mientras otros periodistas daban la noticia, discutíamos cómo debíamos hablar de esto. Algunos temas son demasiado complejos para abordarlos en una publicación apresurada en las redes sociales.
La magnitud de la tragedia que está teniendo lugar en Gaza es desgarradora. Supera todo lo que podemos entender desde el punto de vista de Estados Unidos. Más de 30.000 palestinos han sido asesinados, entre ellos más de 12.000 niños. Más de la mitad de todos los edificios habitables de toda Gaza han sido destruidos, junto con la mayoría de los hospitales. La gran mayoría de la población vive como refugiada con poco acceso a agua, alimentos o refugio.
El ejército israelí está planeando ahora una invasión terrestre de Rafah que añadirá un número incalculable de víctimas a este número. No es una exageración decir que estamos siendo testigos de la comisión deliberada de genocidio. Todas las pruebas disponibles indican que el ejército israelí seguirá matando a miles de palestinos hasta que se vean obligados a detenerse. Y cuanto más se prolongue este derramamiento de sangre, más personas morirán en el futuro, mientras otros gobiernos y grupos imitan el precedente sentado por el gobierno israelí.
El gobierno de Estados Unidos tiene la misma responsabilidad en esta tragedia, ya que armó y financió a Israel y le proporcionó impunidad en la esfera de las relaciones internacionales. Dentro de Israel, las autoridades han reprimido efectivamente los movimientos de protesta en solidaridad con Gaza. Si las protestas van a ejercer influencia para detener el genocidio, corresponde al pueblo de Estados Unidos descubrir cómo lograrlo.
¿Pero qué hará falta? Miles de personas en todo el país han participado en valientes actos de protesta sin lograr aún detener el ataque de Israel.
Aaron Bushnell fue uno de los que simpatizó con los palestinos que sufren y mueren en Gaza, uno de los que está atormentado por la pregunta de cuáles son nuestras responsabilidades cuando nos enfrentamos a una tragedia así. En este sentido, fue ejemplar. Honramos su deseo de no permanecer pasivos ante la atrocidad.
La muerte de una persona en Estados Unidos no debería considerarse más trágica –ni más digna de noticia– que la muerte de un solo palestino. Aún así, hay más que decir sobre su decisión.
Aaron fue la segunda persona que se autoinmoló en una institución diplomática israelí en Estados Unidos. Otro manifestante hizo lo mismo en el consulado de Israel en Atlanta el 1 de diciembre de 2023. No nos resulta fácil saber hablar de sus muertes.
Algunos periodistas se ven a sí mismos involucrados en la actividad neutral de difundir información como un fin en sí mismo, como si el proceso de seleccionar qué difundir y cómo enmarcarlo pudiera alguna vez ser neutral. Por nuestra parte, cuando hablamos, suponemos que estamos hablando con personas de acción, personas como nosotros que son conscientes de su agencia y están en el proceso de decidir qué hacer, personas que pueden estar luchando contra el dolor y la desesperación.
Los seres humanos se influyen unos a otros tanto a través de argumentos racionales como a través de la contagiosidad de la acción. Como dijo Peter Kropotkin : "El coraje, la devoción y el espíritu de sacrificio son tan contagiosos como la cobardía, la sumisión y el pánico".
Así como tenemos la responsabilidad de no mostrar cobardía, también tenemos la responsabilidad de no promover el sacrificio de manera casual. No debemos hablar descuidadamente de asumir riesgos, ni siquiera de riesgos que hayamos asumido nosotros mismos. Una cosa es exponerse al riesgo; otra cosa es invitar a otros a correr riesgos sin saber cuáles pueden ser las consecuencias para ellos.
Y aquí no hablamos de un riesgo, sino de la peor de todas las certezas.
No enaltezcamos la decisión de acabar con la vida, ni celebremos nada que tenga repercusiones tan permanentes. En lugar de exaltar a Aarón como mártir y animar a otros a emularlo, honramos su memoria, pero os exhortamos a tomar un camino diferente.
"Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que será normal".
Estas palabras de Aarón nos persiguen.
El esta en lo correcto. Estamos entrando rápidamente en una era en la que la vida humana se considera inútil. Esto es obvio en Gaza, pero también podemos verlo en otras partes del mundo. Con las guerras proliferando en Medio Oriente y el norte de África, nos encontramos en el umbral de una nueva era de genocidios. Incluso dentro de Estados Unidos, los incidentes con víctimas masivas se han vuelto rutinarios, mientras que un segmento entero de la clase baja está condenado a la adicción , la falta de vivienda y la muerte.
Como táctica, la autoinmolación expresa una lógica similar a la premisa de la huelga de hambre. El manifestante se trata a sí mismo como un rehén e intenta utilizar su voluntad de morir para presionar a las autoridades. Esta estrategia supone que las autoridades están preocupadas en primer lugar por el bienestar del manifestante. Hoy, sin embargo, como escribimos sobre la huelga de hambre de Alfredo Cospito ,
Nadie debería hacerse ilusiones sobre cómo ven los gobiernos la santidad de la vida en la era de la COVID-19, cuando el gobierno de Estados Unidos puede tolerar la muerte de un millón de personas sin sonrojarse mientras el gobierno ruso emplea explícitamente a convictos como carne de cañón. Los políticos fascistas recién elegidos que gobiernan Italia no tienen escrúpulos en condenar a muerte a poblaciones enteras, y mucho menos en permitir que muera un solo anarquista.
En este caso, Aaron no era un anarquista encarcelado, sino un miembro en servicio activo del ejército estadounidense. Su perfil de linkedin especifica que se graduó de la formación básica “de primer nivel y de primera clase”. ¿Hará esto alguna diferencia para el gobierno de Estados Unidos?
Al menos, la acción de Aaron muestra que el genocidio no puede tener lugar en el extranjero sin daños colaterales en este lado del océano. Desafortunadamente, las autoridades nunca se han sentido especialmente conmovidas por las muertes de personal militar estadounidense. Innumerables veteranos estadounidenses han luchado contra la adicción y la falta de vivienda desde que regresaron de Irak y Afganistán . Los veteranos se suicidan a un ritmo mucho mayor que el resto de adultos. El ejército estadounidense sigue utilizando armas que exponen a las tropas estadounidenses a lesiones cerebrales permanentes .
A los miembros del ejército se les enseña a comprender su voluntad de morir como el principal recurso que tienen para poner al servicio de las cosas en las que creen. En muchos casos, esta forma de pensar se transmite de generación en generación. Al mismo tiempo, la clase dominante toma con calma la muerte de soldados. Esto es lo que han decidido que será normal.
No es la voluntad de morir lo que influirá en nuestros gobernantes. Realmente temen nuestras vidas, no nuestras muertes; temen nuestra voluntad de actuar colectivamente según una lógica diferente, interrumpiendo activamente su orden.
Muchas cosas que valen la pena hacer implican riesgos, pero elegir poner fin intencionalmente a tu vida significa excluir años o décadas de posibilidades, negándonos al resto de nosotros un futuro contigo. Si tal decisión alguna vez es apropiada, será sólo cuando se hayan agotado todos los demás cursos de acción posibles.
La incertidumbre es una de las cosas más difíciles de soportar para el ser humano. Existe una tendencia a tratar de resolverlo lo más rápido posible, incluso imponiendo de antemano el peor de los casos, incluso si eso significa elegir la muerte. Hay una especie de alivio al saber cómo resultarán las cosas. Con demasiada frecuencia, la desesperación y el autosacrificio se mezclan y confunden, ofreciendo un escape demasiado simple de tragedias que parecen irresolubles.
Si tienes el corazón destrozado por los horrores en Gaza y estás dispuesto a soportar consecuencias significativas para intentar detenerlos, te instamos a que hagas todo lo que esté a tu alcance para encontrar camaradas y hacer planes colectivamente. Sentar las bases para una vida plena de resistencia al colonialismo y a todas las formas de opresión. Prepárese para correr riesgos según lo exija su conciencia, pero no se apresure hacia la autodestrucción. Te necesitamos desesperadamente vivo, a nuestro lado, para todo lo que está por venir.
Como escribimos en 2011 en referencia a la autoinmolación de Mohamed Bouazizi ,
Nada es más aterrador que apartarse de lo que sabemos. Puede que se necesite más coraje para hacer esto sin suicidarse que para prenderse fuego. Ese coraje es más fácil de encontrar en compañía; Hay tantas cosas que podemos hacer juntos que no podemos hacer como individuos. Si hubiera podido participar en un movimiento social poderoso, quizás Bouazizi nunca se habría suicidado; pero, paradójicamente, para que tal cosa sea posible, cada uno de nosotros tiene que dar un paso análogo al que dio hacia el vacío.
Admitamos que el tipo de actividad de protesta que ha tenido lugar hasta ahora en Estados Unidos no ha servido para obligar al gobierno estadounidense a obligar a detener el genocidio en Gaza. Es una pregunta abierta qué podría lograr eso. La acción de Aarón nos desafía a responder esta pregunta, y a responderla de manera diferente a como lo hizo él.
Lamentamos su fallecimiento.
Si usted o sus familiares actualmente sirven en el ejército de los EE. UU., comuníquese con la línea directa de derechos de los militares al 1-877-447-4487.