Sobre la revuelta del 1 de diciembre .
"Los poderosos siempre temen, no solamente el recuerdo de sus 
actos destructivos, sino también el recuerdo de la posibilidad de que 
personas mucho menos armadas y bajo el más estricto control posible 
puedan lograr rebelarse y matar a sus vigilantes. Si el recuerdo de 
estos dos aspectos claves de toda historia humana, estuvieran más 
presentes en nuestras mentes, la sociedad represiva y explotadora no 
encontraría siquiera tiempo para despedirse” (Walter Benjamin)
Gases tóxicos, balas de goma, vallas de tres metros de altura e 
infinidad de policía bastarda por todos los rincones, todo este arsenal 
propio de un auténtico Estado de Sitio al resguardo de 
los señores nauseabundos de saco y corbata, que dentro de ese asqueroso 
recinto de manipulación y maquinación de los embates legales que la 
burguesía impone a los explotados en base a leyes y reformas que 
satisfacen a sus patrones, familias, amigos y bancadas políticas; se 
perfilaban para darle la bienvenida a una de las peores representaciones
 de la miseria del sistema burgués nacional en su conjunto: Enrique Peña Nieto.
Mientras este espectáculo aparentaba ir en “calma” tal como se 
buscaba imponer, afuera, en la calle, la realidad era otra. Masas de 
proletarios reunidos respondiendo el ataque de la policía que envenenaba
 el lugar, en base al tan conocido gas tóxico (gases lacrimógeno y pimienta que causan ceguera temporal, asfixia y en uso excesivo hasta la muerte), balas de goma y 
tanquetas arrojando agua a presión, pretendiendo mantener a raya a la 
manifestación. Pero ¡Oh Sorpresa! La gente ni pensaba en replegarse, 
bien al contrario ¡Combatir! Y esto es lo que más jode a
 los medios burgueses de comunicación, a las autoridades y a todos 
aquellos malditos perros defensores del capital. Ya no más pasividad, ya
 no más subyugados y aborregados a las protestas pusilánimes.
¿Y quién provocó todo esto?, ¿los “anarketos”?, ¿los vándalos?, ¿los 
porros?, ¿los malos manifestantes? No, nada de esto; fue la misma 
provocación del Estado y sus fuerzas policíacas de represión que desde 
el principio nunca pararon de gasear tóxicos y disparar balas de goma, 
resultando de ello una infinidad de heridos y un compañero con un 
impacto de “bala de goma” que le perforó el cráneo ¡Hecho del cuál 
ningún medio de comunicación ha hecho énfasis!
La noticia del compañero muerto y los terribles efectos que se vivían
 por la atmosfera donde se respiraba continuamente gas tóxico, impacto 
fuertemente a los manifestantes, pero al contrario de lo que esperaba el
 gobierno, ellos nunca se replegaron, al contrario: ¡Combatieron!
La autodefensa ni siquiera fue exclusiva de los 
compañeros anarquistas, sinceramente nadie lo esperaba así, las cosas se
 fueron sucediendo de manera totalmente espontanea, de lo cual la 
infinidad de imágenes y videos dan cuenta. Era el conjunto de 
manifestantes más allá de una bandera, de una ideología, de una estética
 o de tal o cual sector, y todo aquello jode a los mismísimos 
intelectuales y lacayos de la burguesía. No fue un grupo, ni un sector 
¡fue el conjunto de proletarios habidos de coraje, de bronca, de rebelión!
El ataque a la propiedad espectacular del capital no fue gratuito. Es el cuestionamiento al corazón de este asqueroso sistema: ¡La mercancía! Y la puesta en jaque del ordenamiento obligatorio que subsume a la mayoría proletaria desde sus casas, pasando por los centros laborales para finalizar en la tienda comercial.
 Destruir los comercios de comida rápida, de ropa fashion, restaurantes,
 hoteles de lujo, bancos, instituciones de gobierno, etc., no fue simple
 “vandalismo” de un grupo -cual conspiración fantástica de película de 
ficción en Ciudad Gótica-, fue, y lo repito, la respuesta más acertada 
de la rabia proletaria que ha vivido en la contención social y el hartazgo desde ya hace mucho tiempo.
Que el gobierno desde su atalaya comunicacional quiera hacernos creer
 una total mentira y orquestar la represión en contra de los 
combatientes anarquistas, utilizarlos como chivo expiatorio de un 
movimiento de protesta radical y generalizado que afectó en muchos 
sentidos la normalidad burguesa y los espacios espectaculares de 
hacinamiento de miseria ciudadana: o sea el gran “Centro Comercial de 
México” -mejor conocido como “Centro Histórico”-, es parte misma del 
continuo reforzamiento de las infranqueables barreras de la explotación y
 estafa política.
La maquinación, la represión, los chivos expiatorios no se hacen 
esperar, la manipulación y los engaños son el pan de cada día para 
alimentar la putrefacción de los cerebros telespectadores, para 
enfrentar y dividir a la clase trabajadora, de sumirla de nuevo en la derrota
 y la desesperación. Aplicar la clásica receta de los medios de 
comunicación y los intelectuales de izquierdas y derechas del capital: ¡Odiar al oprimido y amar al rico asesino!
Ante esta escalada de engaños la acción consecuente es la difusión de
 la realidad, de los hechos del día a día y el posicionamiento de los 
núcleos revolucionarios que están aportando la crítica en la teoría y en
 la práctica en contra de éste sistema de exterminio que ahora se ve 
camuflado de Democracia, Republica Representativa, etcétera. Al final de cuentas llámase como se llame es lo mismo de siempre: una inmensa prisión
 donde se aglutina a las masas proletarias para explotarlas, matarlas, 
dividirlas, engañarlas y sustituirlas por nuevas generaciones de 
proletarios. En fin, todo esto con la única razón de mantener la “paz ciudadana” y la pacífica circulación de mercancías; o en otras y más justas palabras: “El orden burgués de exterminio”.
¡Libertad a todos los presos de la guerra social!
“Esto es una guerra…
La guerra de clases,
si no lo ves asi,
si no lo ves asi,
es que hasta los ojos te han robado…”
¡A duelo a muerte contra todo lo existente, sus defensores y sus falsos críticos!
#Anónimo, región mexicana Diciembre de 2012 
No hay comentarios:
Publicar un comentario