Procesados políticos: Contra los discursos burgueses que polarizan a nuestra clase
A los desposeídos
A los explotados
A los oprimidos
Frente al linchamiento mediático y la campaña de desprestigio hacia los movimientos emergentes que pugnan por un cambio en la base sobre la que se erige la sociedad, exhortamos ha vislumbrar el fin último que pretende esta táctica de Estado, la cual se pone en práctica a través de los medios masivos de comunicación supeditados a sus interés de clase dominante. Dicha táctica es más perturbadora que la simple difamación de los métodos de lucha empleados por compañeros organizados, el objetivo de esto traspasa la tergiversación de la lucha buscando justificar y legitimar la represión inherente al Estado hacia el descontento generalizado de los trabajadores, de nuestros hermanos de clase. La reposesión y tales tácticas del Estado buscan también el prejuicio absurdo de que no nos asumamos como sujetos llamados históricamente a cambiar nuestra realidad objetiva, consiguiendo con ello la desconfianza colectiva a partir de la paranoia y el miedo bajo el discurso ridículo – sin embargo peligroso- de los encapuchados que ante la opinión pública, los hacen ver como sinónimos de infiltrados, ajenos a los intereses del proletariado, esto con el fin de desmovilizar y limitar el alcance de las exigencias que surgen del pueblo elevando el tono de la protesta social, alejándola más del marco de la legalidad burguesa que la misma cúpula dominante viola día con día, una y otra vez.
En contraste el grueso de la clase trabajadora, en la cual se encuentran inmersos los estudiantes, optan por desarrollar y legitimar en discurso y práctica, el hecho de que los métodos revolucionarios de acción son legítimos y necesarios con motivo de la crisis actual, no limitándose a los medios constitucionales como creación de partidos políticos [que desorientan los verdaderos objetivos y tareas inmediatas de nuestra clase], frente a ello se busca hacer a un lado los falsos discursos de oportunistas, de hipócritas “revolucionarios” de escritorio, quienes bajo la consigna del pacifismo, la legalidad, de sus putrefactos análisis donde nunca “hay condiciones”; intentan permear la organización de reformismo, reforzando así el Estado, dándole un respiro al modo de producción actual, y con esto intentado desarticular el proceso revolucionario.
A los desposeídos
A los explotados
A los oprimidos
Frente al linchamiento mediático y la campaña de desprestigio hacia los movimientos emergentes que pugnan por un cambio en la base sobre la que se erige la sociedad, exhortamos ha vislumbrar el fin último que pretende esta táctica de Estado, la cual se pone en práctica a través de los medios masivos de comunicación supeditados a sus interés de clase dominante. Dicha táctica es más perturbadora que la simple difamación de los métodos de lucha empleados por compañeros organizados, el objetivo de esto traspasa la tergiversación de la lucha buscando justificar y legitimar la represión inherente al Estado hacia el descontento generalizado de los trabajadores, de nuestros hermanos de clase. La reposesión y tales tácticas del Estado buscan también el prejuicio absurdo de que no nos asumamos como sujetos llamados históricamente a cambiar nuestra realidad objetiva, consiguiendo con ello la desconfianza colectiva a partir de la paranoia y el miedo bajo el discurso ridículo – sin embargo peligroso- de los encapuchados que ante la opinión pública, los hacen ver como sinónimos de infiltrados, ajenos a los intereses del proletariado, esto con el fin de desmovilizar y limitar el alcance de las exigencias que surgen del pueblo elevando el tono de la protesta social, alejándola más del marco de la legalidad burguesa que la misma cúpula dominante viola día con día, una y otra vez.
En contraste el grueso de la clase trabajadora, en la cual se encuentran inmersos los estudiantes, optan por desarrollar y legitimar en discurso y práctica, el hecho de que los métodos revolucionarios de acción son legítimos y necesarios con motivo de la crisis actual, no limitándose a los medios constitucionales como creación de partidos políticos [que desorientan los verdaderos objetivos y tareas inmediatas de nuestra clase], frente a ello se busca hacer a un lado los falsos discursos de oportunistas, de hipócritas “revolucionarios” de escritorio, quienes bajo la consigna del pacifismo, la legalidad, de sus putrefactos análisis donde nunca “hay condiciones”; intentan permear la organización de reformismo, reforzando así el Estado, dándole un respiro al modo de producción actual, y con esto intentado desarticular el proceso revolucionario.
La violencia estructural y sistemática que ejerce el Estado como parte de la clase burguesa organizada, que condena a los trabajadores a la insatisfacción de sus necesidades materiales de existencia [condena que se ejerce a partir de la propiedad privada]; perpetua su existencia misma, así como la de la explotación de una clase sobre otra; anulando una transformación radical de las relaciones sociales de producción.
Conforme se van perfeccionando con el paso del tiempo los instrumentos de represión y coacción hacia el conjunto del proletariado, como lo es el aparato jurídico que se abalanza sobre nosotros para someternos al sistema penitenciario desde adentro y desde afuera con la recurrente “libertad condicional” que nos somete al acoso y espionaje más de cerca con los procesos jurídicos abiertos; estrategias que buscan imponernos desde sus mal llamadas rehabilitaciones para que aceptemos el perfil del ciudadano por excelencia, sumiso y temeroso; o por el contrario quebrantar nuestras ideas a base de torturas, de aislamientos, etc.
Es en este contexto que debemos extender entre nuestra clase la solidaridad, una solidaridad viva, dejando de reproducir los discursos que emanan de la burguesía y por el contrario analizar las formas y métodos por los que intentan a toda costa dividirnos y polarizarnos más de lo que ya estamos, podríamos entonces cuestionar: el discurso que generaliza y califica de vándalos, de infiltrados a las personas que optan por otros métodos de protesta ¿A quién beneficia? ¿A quién no le conviene que decenas de hombres y mujeres eleven el tono de la protesta y ataquen la propiedad privada y los símbolos de la mercancía y los edificios que defiende el capital, que ostentan el poder y la opresión? Nosotros los explotados no perdemos nada cuando esto es atacado en una manifestación legitima de rabia, son ellos los que pierden; la policía no necesita de provocaciones en las marchas, ellos siguen órdenes y si les ordenan atacar un contingente de gente pacífica lo harán sin ningún remordimiento, como históricamente lo han hecho.
Debemos organizarnos llevando la bandera de la vida sobre la muerte que impone el sistema, debemos abrazarnos como explotados, caminando libres, caminando juntos, arremetiendo contra toda mistificación socialdemócrata -que emana necesariamente del Estado y el capital- cualquier discurso de ellos es maquinado deshonestamente, no debemos perder de vista que somos nosotros y son ellos, no hay puntos medios, nunca los ha habido.
Conforme se van perfeccionando con el paso del tiempo los instrumentos de represión y coacción hacia el conjunto del proletariado, como lo es el aparato jurídico que se abalanza sobre nosotros para someternos al sistema penitenciario desde adentro y desde afuera con la recurrente “libertad condicional” que nos somete al acoso y espionaje más de cerca con los procesos jurídicos abiertos; estrategias que buscan imponernos desde sus mal llamadas rehabilitaciones para que aceptemos el perfil del ciudadano por excelencia, sumiso y temeroso; o por el contrario quebrantar nuestras ideas a base de torturas, de aislamientos, etc.
Es en este contexto que debemos extender entre nuestra clase la solidaridad, una solidaridad viva, dejando de reproducir los discursos que emanan de la burguesía y por el contrario analizar las formas y métodos por los que intentan a toda costa dividirnos y polarizarnos más de lo que ya estamos, podríamos entonces cuestionar: el discurso que generaliza y califica de vándalos, de infiltrados a las personas que optan por otros métodos de protesta ¿A quién beneficia? ¿A quién no le conviene que decenas de hombres y mujeres eleven el tono de la protesta y ataquen la propiedad privada y los símbolos de la mercancía y los edificios que defiende el capital, que ostentan el poder y la opresión? Nosotros los explotados no perdemos nada cuando esto es atacado en una manifestación legitima de rabia, son ellos los que pierden; la policía no necesita de provocaciones en las marchas, ellos siguen órdenes y si les ordenan atacar un contingente de gente pacífica lo harán sin ningún remordimiento, como históricamente lo han hecho.
Debemos organizarnos llevando la bandera de la vida sobre la muerte que impone el sistema, debemos abrazarnos como explotados, caminando libres, caminando juntos, arremetiendo contra toda mistificación socialdemócrata -que emana necesariamente del Estado y el capital- cualquier discurso de ellos es maquinado deshonestamente, no debemos perder de vista que somos nosotros y son ellos, no hay puntos medios, nunca los ha habido.
Fraternalmente ex presos y ahora procesados políticos
!!Que la revuelta estalle lxs presxs a la calle¡¡
!!Que la revuelta estalle lxs presxs a la calle¡¡
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