La contradicción entre las necesidades humanas y las necesidades del capital (de la ganancia capitalista), es cada vez más aguda en todo el mundo. Los criminales tejes y manejes de bolsas y mercados, el calendario cínico y asesino de los planes de ajuste estructurales que la burguesía organiza a nivel mundial, las medidas anticrisis (despidos, reformas laborales, EREs…) significan para nuestra clase cada vez más miseria, privación, envenenamiento cotidiano y generalizado. La catástrofe del capital se acelera y ¡es siempre nuestra clase la que paga la cuenta!
El capital nos ha desposeído de todo para obligarnos a trabajar. Somos esclavos de los burgueses que nos exprimen en las fábricas, en las oficinas, en el campo, en la calle o donde sea, y cuando no nos necesitan nos lanzan a la basura. Cuando la catástrofe que ellos han creado estalla, nos llevan al límite de nuestra resistencia para salvar sus muebles, nos ponen en fila para que reventemos en la puta calle, a la espera que no nos quede ni un recurso para subsistir.
Lo que hoy pasa en todo el mundo, las medidas contra el proletariado que se aprueban en todos los países sin excepción, no son producto de “malas políticas”, de los bancos, de la buena o mala voluntad, de tal institución… es el producto más genuino del capitalismo, de un sistema social cimentado en la explotación del hombre por el hombre, de la explotación de una clase sobre otra, de un mundo que avanza como una trituradora dispuesto a arrasar con todo rastro de vida en el planeta a medida que escupe valor, que chorrea capital.
Pero el proletariado no traga eternamente la brutalidad creciente de los múltiples ataques contra sus condiciones de vida. Hoy vemos que en la calle comienzan a esbozarse las nuevas luchas que se avecinan. Estos meses en algunos países como Grecia nuestros hermanos ya han marcado el inicio del camino. Han salido a la calle haciendo frente a las medidas de apretarse aun más el cinturón. Han asumido la defensa de sus necesidades humanas reapropiándose de medios de vida, atacando los símbolos capital, rechazando la mediación sindical, haciendo frente a la represión policial, negando la solución democrática. Se han enfrentado al Estado.
En realidad no tenemos más que dos alternativas: luchar por destruir este sistema social o reventar. No hay caminos intermedios. El reformismo, la fe en las promesas, la ideología del mal menor o la pasividad, los políticos, el sindicalismo, solo nos conducen a la derrota, a mantener en pie este mundo miserable que nos ahoga a la espera de que nos remate. Todos esos políticos y sindicatos que dicen representar a los obreros son expresiones de la bestia capitalista. Nunca fueron herramientas para luchar por los intereses proletarios, por nuestras necesidades. Fueron, son y serán herramientas del enemigo, estructuras del Estado, del capital, por muy rojo que se pinten.
Nuestra fuerza está única y exclusivamente en nosotros mismos. En organizarnos fuera y en contra de las estructuras del Estado, en romper nuestras divisiones sector por sector, país por país, en defender intransigentemente nuestros intereses contra los de la economía: ningún sacrificio, ninguna defensa de la empresa, ninguna delegación sindical, ninguna concesión. Retomemos la acción directa, organicemos y estructuremos la lucha, dirijamos nuestros destinos. Acabemos con el capitalismo.
El capital nos ha desposeído de todo para obligarnos a trabajar. Somos esclavos de los burgueses que nos exprimen en las fábricas, en las oficinas, en el campo, en la calle o donde sea, y cuando no nos necesitan nos lanzan a la basura. Cuando la catástrofe que ellos han creado estalla, nos llevan al límite de nuestra resistencia para salvar sus muebles, nos ponen en fila para que reventemos en la puta calle, a la espera que no nos quede ni un recurso para subsistir.
Lo que hoy pasa en todo el mundo, las medidas contra el proletariado que se aprueban en todos los países sin excepción, no son producto de “malas políticas”, de los bancos, de la buena o mala voluntad, de tal institución… es el producto más genuino del capitalismo, de un sistema social cimentado en la explotación del hombre por el hombre, de la explotación de una clase sobre otra, de un mundo que avanza como una trituradora dispuesto a arrasar con todo rastro de vida en el planeta a medida que escupe valor, que chorrea capital.
Pero el proletariado no traga eternamente la brutalidad creciente de los múltiples ataques contra sus condiciones de vida. Hoy vemos que en la calle comienzan a esbozarse las nuevas luchas que se avecinan. Estos meses en algunos países como Grecia nuestros hermanos ya han marcado el inicio del camino. Han salido a la calle haciendo frente a las medidas de apretarse aun más el cinturón. Han asumido la defensa de sus necesidades humanas reapropiándose de medios de vida, atacando los símbolos capital, rechazando la mediación sindical, haciendo frente a la represión policial, negando la solución democrática. Se han enfrentado al Estado.
En realidad no tenemos más que dos alternativas: luchar por destruir este sistema social o reventar. No hay caminos intermedios. El reformismo, la fe en las promesas, la ideología del mal menor o la pasividad, los políticos, el sindicalismo, solo nos conducen a la derrota, a mantener en pie este mundo miserable que nos ahoga a la espera de que nos remate. Todos esos políticos y sindicatos que dicen representar a los obreros son expresiones de la bestia capitalista. Nunca fueron herramientas para luchar por los intereses proletarios, por nuestras necesidades. Fueron, son y serán herramientas del enemigo, estructuras del Estado, del capital, por muy rojo que se pinten.
Nuestra fuerza está única y exclusivamente en nosotros mismos. En organizarnos fuera y en contra de las estructuras del Estado, en romper nuestras divisiones sector por sector, país por país, en defender intransigentemente nuestros intereses contra los de la economía: ningún sacrificio, ninguna defensa de la empresa, ninguna delegación sindical, ninguna concesión. Retomemos la acción directa, organicemos y estructuremos la lucha, dirijamos nuestros destinos. Acabemos con el capitalismo.
Reventar o luchar, no hay otra alternativa para el proletariado.
No aceptemos ni un solo sacrificio. Impongamos nuestra fuerza colectiva
Organicémonos fuera y contra de los sindicatos.
CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE LA ECONOMÍA…
… POR LA DICTADURA DE NUESTRAS NECESIDADES HUMANAS
No aceptemos ni un solo sacrificio. Impongamos nuestra fuerza colectiva
Organicémonos fuera y contra de los sindicatos.
CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE LA ECONOMÍA…
… POR LA DICTADURA DE NUESTRAS NECESIDADES HUMANAS
Proletarios internacionalistas
# Región ibérica, Octubre 2010
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