Todos, cualquier cosa que digamos, cualquier cosa que hagamos, 
tomamos parte en la lucha de clases… Sea de forma activa o pasiva… Sea 
profundizándola y extendiéndola o sea negándola… Como sujeto de su 
propia existencia o como objeto de su supervivencia bajo la dictadura 
del valor… En el área del proletariado o de la burguesía… Como un ser 
humano o como un idiota útil al capital… “La historia de todas las 
sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de clases.”
 (Karl Marx)
En este corto texto acerca de las actuales luchas en Egipto, queremos
 enfatizar las importantes afirmaciones de la histórica lucha de nuestra
 clase contra la tiranía del valor, contra la explotación. Nuestro 
objetivo es obviamente no analizar estos eventos solo para simplemente 
comprenderlos, sino para transformarlos, para interrumpir la naturaleza 
cotidiana de nuestra vida como proletarios con la miseria que nos ahoga,
 para que erradiquemos definitivamente la relación social capitalista de
 nuestro planeta. No queremos derrochar nuestro tiempo describiendo en 
incontables páginas los horrores de esta sociedad de muerte y 
sufrimiento. Obviamente no queremos ser seres pasivos o académicos. 
Tampoco estamos interesados en la biología del Capital, ni nos interesa 
describirla de una manera objetiva. Por el contrario, nuestro propósito 
es tomar parte en su destrucción final actuando en el movimiento de su 
necrología… Y esto implica erguirse firmemente en el corazón de los 
eventos que ocurren frente a nuestros ojos, para ser una parte 
determinada de ellos como una fuerza activa y decisiva.
Desde hace más de dos años, una importante ola de revueltas ha 
corrido a través del Magreb y Máshrek. Una tras otro, Túnez, Egipto, 
Bahréin, Yemen, Libia, y Siria… han estallado en las llamas de la 
revuelta… Algunos “dictadores” han caído, otros se han aferrado a los 
remanentes de su poder. La represión es feroz en todos lados, pues el 
proletariado está determinado a no estirar la pata en el altar del valor
 sin al menos vender cara su vida. Revueltas contra el hambre, contra la
 miseria, contra los aumentos de precios de la “canasta básica”, contra 
el desempleo, contra la impunidad de los torturadores, contra la 
arrogancia de los señores atrincherados en sus cada vez menos 
inaccesibles fuertes…
Y cuando los “dictadores” han sido sacados por la presión “de la 
calle” (un eufemismo periodístico para no referirse al genuino sujeto de
 estos movimientos: a saber ¡el proletariado en lucha!), o mejor dicho, 
cuando la burguesía mundial y su aparato central remueven a tal o cual 
administrador que se ha mostrado incapaz de controlar la situación, 
entonces “nuevas” caras aparecen, “alternativas” políticas más creíbles 
emergen en orden de restituir la paz social y la ley y el orden de los 
negocios. Pero rápidamente, la lucha recobra sus dinámicas como hemos 
visto en los últimos dos años…
En Túnez, no pasa un día sin protestas, piquetes, ocupaciones, 
huelgas salvajes en Túnez (capital), Sfax, Siliana, Kasserine, El Kef, 
Gafsa, Redeyef, etc., sin que las estaciones de policía hayan sido 
incendiadas por proletarios enfurecidos, quienes claramente no se creen 
más ningún cuento hecho por los administradores de su supervivencia, 
mientras van sembrando sus semillas de un llamado cada vez más global a 
cuestionar éste mundo de miseria. Los “nuevos” líderes (una mezcla de 
facciones “progresistas” e islámicas) son usualmente abucheadas en sus 
apariciones públicas, como por ejemplo en el aniversario de “la 
revolución”, los líderes del partido Islamista de gobierno “Ennahda” 
fueron prendidos fuego por proletarios más que hartos de ser siempre 
engañados y jodidos por la burguesía.
A comienzos de febrero, el asesinato de un “oponente de izquierda” en
 el medio de la calle hizo que estallara todo y miles de proletarios 
explotaron de rabia. Chokri Belaid era el líder del “Partido Unificado 
de Patriotas Democráticos” (¡con un programa burgués!), una de las 
organizaciones más importantes dentro del “Frente Popular” el cual tuvo 
que radicalizar su discurso de algún modo ante la presión del 
proletariado para parecer una alternativa más convincente frente a los 
islamistas y el “vacío de poder” como consecuencia del desarrollo de los
 disturbios. El asunto aquí no es tanto si algunos proletarios se 
identifican a sí mismos como la “oponentes” al gobierno de “Ennahda” o 
no. Ellos solo expresan un tipo de empatía con alguien a quien 
consideran víctima del mismo Estado enemigo, el cual por medio de 
milicias islámicas, escuadrones de la muerte y la policía persiguen y 
maten día y noche a los proletarios radicalizados. Desde entonces, no es
 sorprendente que nuestra clase incremente su ofensiva y apunte a las 
más evidentes y odiadas representaciones de éste Estado…
En Siria no hay duda que los bombardeos sobre las ciudades y las 
masacres masivas, el terrible estado de represión y su militarización, 
representa un persistente acoso que busca reclutar proletarios en lucha 
(tengan estos armas o no) para una u otra facción, oponiéndose entre 
ellas en la tentativa por conquistar el poder y dirigir el antagonismo 
social. La totalidad de los poderes estatales regionales e 
internacionales (Rusia, Irán, China por un lado, Arabia Saudita, Qatar, 
Turquía, Francia, Estados Unidos, etc. por el otro) empuja a la 
confrontación de clases hacia la militarización, de forma que el 
proletariado pierda sus propias dinámicas de subversión de este mundo 
miserable, privando al proletariado de su autonomía de clase… El tercer 
campo en Siria (así es como se ha llamado al proletariado que se opone a
 ambos polos de la contrarrevolución) está camino a la ruina y a ser 
reclutado si no quiebra el aislamiento al que ha sido empujado, si el 
contenido universal de esta lucha (el cual emerge en todas las luchas de
 nuestra clase) no es puesto en frente, si rápidamente no encuentra eco a
 sus luchas, si una nueva fuente de hostilidad insurreccional no se 
desarrolla por todas partes de modo que no haya nunca más un minuto de 
descanso para la voraz burguesía…
Y es precisamente desde Egipto, donde los tambores de nuestra guerra 
social resuenan siempre con más fuerza, que podemos escuchar las voces 
anunciando con profunda determinación que el antagonismo social que ha 
comenzado antes por esta región deberá expandirse por todo el mundo.
“No votes por nadie…”
Cuando el “dictador” Mubarak fue depuesto, toda la burguesía proclamó
 que la “democracia” debía ser establecida, que el “pueblo soberano” 
debía participar en la construcción de su futuro y su voz finalmente 
sería escuchada. Pero rápidamente fue creciendo la desilusión de la 
burguesía pues la elección de la Asamblea Constituyente en noviembre del
 201, así como la elección presidencial de junio del 2012 (con más de un
 58% de abstención) y el referéndum para la nueva constitución en 
diciembre del mismo año (donde la abstención superó el 68%), a saber, 
cada ronda del circo electoral fue rechazado por importantes sectores 
del proletariado en un activo boicot. Cerca de la plaza Tahrir, alguien 
escribió en sobre una pared: “No vote por nadie. Nadie mantendrá sus 
promesas. Nadie escucha al pobre. A nadie le importa un carajo esto”. 
Sin embargo el estado logró movilizar a millones de tontos útiles 
quienes se hicieron cómplices en forma voluntaria de esta orgía 
electoral. Y es gracias a “el pueblo” que los “Hermanos Musulmanes” y 
otros islamistas son (¡temporalmente!) los “nuevos líderes” del país. 
Por lo tanto, podemos ver como, a través del mito democrático del 
“pueblo soberano”, se desarrolla el enfrentamiento de dos polos que se 
oponen dentro de la misma población: por un lado “el pueblo egipcio” que
 toma parte en las elecciones y posteriormente en la consolidación de 
una dictadura democrática, y al otro lado de la barricada social al 
proletariado en lucha que rechaza estas elecciones y proyecta la 
continuidad de la acción directa para expresar su desprecio (ciertamente
 aún confuso y limitado) por la democracia.
Aquí también debemos enfatizar la contundente respuesta que los 
militantes que se denominan a sí mismos “Camaradas del Cairo” enviaron a
 “Occupy Wall Street” (OWS) en noviembre del 2011. OWS, como forma de 
“solidaridad”, quiso enviar algunos “monitores electorales” a Egipto de 
modo que la farsa electoral “marchara sobre ruedas”. Esto es lo que 
“Camaradas del Cairo” declaró: “La verdad sea dicha, la noticia nos 
chocó bastante; simplemente pasamos la mayor parte del día tratando de 
imaginar quién podría haber solicitado esta ayuda en nuestro nombre. 
Tenemos algunas consideraciones respecto a vuestra idea, y queremos 
sumarnos a su conversación. Nos ha parecido que ustedes han tomado las 
calles y ocupado parques y ciudades ante la insatisfacción con las 
falsas promesas del juego de la política electoral. […] ¿Por qué, 
entonces, nuestras elecciones podrían ser una causa de celebración? 
¿Cuándo, incluso en el mejor de los mundos posibles, puede existir una 
entidad supuestamente “representativa” basada en el interés del 1% sobre
 el restante 99% de nosotros? […] ¿Es esto lo que ustedes desean 
monitorear?”.
A pesar de los obvios límites de éste texto, solo nos queda expresar 
nuestra genuina solidaridad con la respuesta de “Camaradas del Cairo”. 
De hecho, lo que OWS proponía significa que el mundo capitalista se 
puede dividir en al menos dos partes, con situaciones diferentes y 
tareas diferentes que asumir: por un lado el próspero “mundo occidental”
 donde las elecciones y el parlamentarismo no son un problema a tratar 
en la agenda, y por el otro lado los países “subdesarrollados” del 
“Tercer mundo” donde las tareas de las masas proletarias serían defender
 a la facción progresista de la clase dominante y usar medios burgueses 
como las elecciones… Esto es obviamente completamente falso, 
paternalista y tiene la mala leche de dividirnos como compañeros y 
compañeras alrededor del mundo que enfrentáramos los mismos enemigos, la
 misma opresión, la misma explotación, y que usamos las mismas armas y 
medios para revolucionar éste mundo, para abolir la sociedad de clases.
Pero desde que el islamista Morsi fue electo presidente, ha sido 
evidente que esta facción de la burguesía ha terminado rápidamente 
desacreditada por su incapacidad para lidiar con la tarea fundamental, 
la cual es manejar las relaciones sociales capitalistas a favor de la 
clase dirigente, y al mismo tiempo pretender satisfacer las ilusorias 
promesas de cambios y bienestar social que solo un puñado de idiotas 
(“el pueblo egipcio”, trabajando y votando) ha creído. De cara a la 
desilusión, los recortes de salarios, los aumentos de precios de los 
bienes básicos, enfrentando una permanente represión feroz, el 
proletariado ha reanudado su ofensiva y recién electo Morsi como 
presidente ha salido a la calle a rechazar en las calles con más fuerza y
 determinación de lo que fue Mubarak hace unos pocos meses atrás…
“No hacer las cosas rentables para los capitalistas”
La operación para mantener la paz social en Egipto (la cual desplazó,
 luego de solo dieciocho días de protestas y combates del proletariado, a
 un “dictador” demasiado manso e incapaz de manejar las relaciones 
sociales capitalistas de forma más conveniente para los negocios) no dio
 frutos después de todo. Una de las primeras medidas para restaurar la 
ley y orden capitalistas tomado por la camarilla militar después de la 
caída de Mubarak fue prohibir las huelgas (“¡que destruyen al país!”). 
Sin embargo, debemos hacer hincapié que en los últimos dos años el 
proletariado ha estado rechazando todo tipo de disciplina del trabajo, 
todo tipo de sacrificio, en resumen, han luchado para “no hacer las 
cosas provechosas para los capitalistas”, para parafrasear a los 
camaradas del KAPD a comienzo de los años 20. El pasado octubre, lo que 
es lo mismo que decir un par de semanas después de las elecciones 
presidenciales, el Banco Mundial expresó su “preocupación” (por lo bajo)
 respecto de la escala que había alcanzado el descontento social en 
Egipto donde se habían registrado más de 300 huelgas en las primeras dos
 semanas de septiembre, la mayor parte de ellas en sectores clave de la 
economía perteneciente al ejército. Más de 2000 huelgas se registraron 
en septiembre y octubre a pesar de la represión y la criminalización de 
los trabajadores militantes.
Durante noviembre y diciembre, alguna gente se indignó por el hecho 
de que el nuevo proyecto de constitución impuesto por los “Hermanos 
Musulmanes”, y en última instancia por el estado de los capitalistas, 
del cual estos islamistas y algunos militares solo son sus 
representantes políticos, contenía medidas “liberticidas” (así fue 
expresado por todos los liberales y otros devotos de ésta hipocresía que
 es la dictadura democrática). Pero éstas maniobras solo taparon 
torpemente otras medidas de la misma constitución las cuales consolidan 
la represión anti-obrera y esto es solo la continuación de numerosos 
arrestos y seguimientos contra los militantes obreros involucrados en la
 extensión de las huelgas salvajes. Y éste no es más que el enésimo 
intento de amordazar a nuestra clase, esa donde miles de proletarios se 
encuentran luchando en las calles de El Cairo, Alejandría, Suez, Port 
Said, Ismailía, etc., esa que asaltó el palacio presidencial, esa que 
combatió a la policía pero también a los militantes islamistas, y con 
los matones del brazo armado de los Hermanos Musulmanes, incendiando 
decenas de sus oficinas por todo el país. Debemos enfatizar que al mismo
 tiempo que se expresaba el desprecio por el “nuevo poder” islamita 
(“democráticamente elegido, debemos recordarlo), nuestros hermanos y 
hermanas de clase deseaban conmemorar la importancia de los sangrientas 
protestas de noviembre del 2011 (conocidas con el nombre de “batalla de 
la calle Mohamed Mahmud”), boicoteando la elección de la asamblea 
constituyente, donde más de cuarenta compañeros murieron.
Toda esta rebelión, toda esta revuelta, todo este rechazo profundo y 
radical a someterse a los estándares del funcionamiento del capital 
general, todo este rencor, incluso cuando a nuestra clase la engañan con
 el circo electoral, en resumen, todo este sabotaje de la economía 
nacional ha llevado a la economía de Egipto a un catastrófico estado de 
crisis. La actual moneda, el peso egipcio, deberá ser devaluado, las 
reservas monetarias del Banco Central, que llegaban a los 36 mil 
millones en enero del 2011 (es decir, justo antes de la caída de 
Mubarak), hoy llegan solo a los 13 mil millones, tan solo dos años 
después, difícilmente esta cantidad alcanzará para pagar 3 meses de 
bienes básicos de importación. El gobierno egipcio necesita con urgencia
 15 mil millones para equilibrar su presupuesto; pero lejos de esta 
cifra solo Qatar ha accedido a prestarle 5, lo cual está lejos de ser 
suficiente. El verano pasado, el presidente Morsi negoció préstamo por 
4,8 mil millones con el Fondo Monetario Internacional, pero el aumento 
de las huelgas salvajes y la agitación social pospusieron un posible 
acuerdo. El mensaje “subliminal” de FMI fue que Egipto debe primero 
restaurar la ley y el orden así como la paz social en el país, y 
terminar con los subsidios a los productos básicos garantizados por el 
gobierno, lo que inevitablemente generaría una nueva oleada de 
agitación… Cada vez más la burguesía local como la mundial está llegando
 a un camino sin salida en ésta crisis sistemática…
Como en el 25 de enero, 2013 se acerca…
En este día que marca oficialmente el segundo aniversario del 
comienzo de “la revolución” que tumbó a Mubarak, las fuerzas del 
proletariado se han expresado una vez más de forma masiva en las calles 
enfrentando a las fuerzas que buscan conservar este mundo. Estos hechos 
no representan un “segundo asalto de la revolución”, y mucho menos una 
“segunda revolución”, pues se trata del mismo movimiento de nuestra 
clase, el mismo proceso de cuestionamiento de lo existente, es el mismo 
movimiento el que continúa, el que se desarrolla y afirma a sí mismo 
cada vez más fuerte. Y en esto no solo hay continuidad en el tiempo, de 
hecho, acá no ha habido un “cese de las hostilidades” entre proletarios y
 burgueses en los últimos dos años. Esto también se refiere al contenido
 de la lucha, y su reflexión hacía la clarificación del movimiento no 
sólo respecto a la lucha aquí y ahora, sino también por la lucha en el 
contexto histórico. Para muchos de los que se rebelaron contra Mubarak 
hoy es claro que en realidad ellos se han estado revelando contra toda 
personificación de la relación capitalista de explotación. Se trata de 
continuar y profundizar la ruptura esbozada en enero del 2011 la cual ha
 ido obteniendo colores brillantes en un proceso de radicalización 
inevitable. Nuestra clase no se conforma con solo unos cambios 
cosméticos (por ejemplo alcanzar varias vueltas en el circo electoral, 
una nueva constitución, “libertad de prensa”, etc.) combinados con 
diversas medidas que aspiran a volver a la economía nacional nuevamente 
sobre sus rieles y por lo tanto incrementar nuestra tasa de explotación.
Tras el aprendizaje obtenido en las violentas confrontaciones de 
noviembre y diciembre pasados, algunos de los sectores más determinados y
 avanzados de nuestra clase desarrollaron la ofensiva y seguridad de las
 protestas proletarias organizando grupos de choque autónomos para 
resistir cualquier intento de los matones islamitas de sofocar nuestro 
movimiento. Los medios de comunicación se hicieron un festín con la 
historia de “un nuevo grupo de Black Bloc en Egipto”… Sensacionalismo, 
una mierda. Pero es hace semanas y meses, incluso de antes de “la 
revolución” del 2011, que el asociacionismo proletario (derivados de las
 dinámicas del movimiento de lucha) se ha desarrollado, reforzado y 
consolidado en Egipto tan bien como en todo rincón del planeta donde 
nuestra clase levanta cabeza tras décadas de sufrimiento, sometimiento, 
silencio… Muchas expresiones militantes y estructuras re-emergieron de 
las profundidades de esta vorágine social y la antigua confrontación 
entre las fuerzas antagónicas de ambas clases sociales, desplegando las 
potencias y debilidades de nuestra clase, sus límites e incomprensión: 
“socialistas libertarios”, “sindicalistas revolucionarios”, socialistas 
revolucionarios”, “anarquistas”, “comunistas”, “Black Blocs”, “Ultras”, 
“barras bravas”, etc. son algunos de los nombres que estas minorías han 
usado para etiquetarse a sí mismas o que la prensa burguesa le ha 
colgado a sus acciones, sus rupturas y sus vacilaciones.
A partir del viernes 25 de enero, importantes protestas y choques 
sacudieron todo el país, mostrando así el agravamiento de la crisis 
global (“social”, “económica”, “política”) y la reducción a los términos
 básicos del antagonismo entre los sectores del proletariado en lucha y 
la última alternativa política (los “Hermanos Musulmanes”) impulsados 
por el sistema de administración del capitalismo.
El día después, el anuncio de la sentencia a muerte de 21 hinchas de 
Port Said provocó una nueva ola de agitación: estaciones de policías 
fueron asaltadas e incendiadas así como las oficinas de los “Hermanos 
Musulmanes”, algunos grupos armados atacaron la principal prisión e 
intentaron liberar a los presos… En tres días cerca de cuarenta 
proletarios fueron asesinados por los policías, lo que llevó al gobierno
 a imponer el estado de emergencia y el toque de queda en Port Said así 
como en las ciudades industriales de Ismailía y Suez. Pero la población 
desafió abiertamente esta decisión organizando protestas nocturnas y 
partidos de fútbol en las calles, en los cuales, los soldados que se 
suponía debían vigilar el toque de queda, también participaron. Luego de
 algunos días, el toque de queda fue “aflojado”, aunque no del todo bien
 abolido por falta de confianza en el acatamiento de los soldados…
En la misma disposición de derrotismo dentro de las “fuerzas de 
seguridad”, notamos que al mismo tiempo que un grupo de policías 
protestaba pidiendo al gobierno mayor capacidad de represión, más 
armamento para “defenderse” y colaboración de “matones armados”, otros 
sectores de la policía salieron a las calles por todo el país, el 12 de 
febrero, para expresar su rechazo a ser usados como instrumentos de la 
maquinaria represiva contra la población.
Queremos enfatizar el desprecio de nuestra clase hacia la actitud 
“camaleónica” (nada para sorprenderse…) de la oposición burguesa 
(principalmente representada por la coalición del Frente de Salvación 
Nacional) en el transcurso de estos eventos. El FSN, siempre marcando el
 paso atrás del movimiento de nuestra clase, temerosos de su energía y 
radicalización, intentando en vano de canalizarlo, finalmente firma un 
acuerdo con los “Hermanos Musulmanes” condenando “toda forma de 
violencia” en la víspera de la gran protesta del viernes primero de 
febrero, con el fin de tomar el control del movimiento y pacificar 
nuestra rabia. Pero nuestra clase dio una respuesta clara a estos 
“opositores” burgueses así como al gobierno y una vez más (por varios 
días) el palacio presidencial fue asaltado… todos los llamados 
posteriores del FSN para “derrocar al opresivo régimen y la dominación 
política de los Hermanos Musulmanes”, intentando así de estar a la saga 
de la perspectiva de un movimiento radicalizado, son infructuosos pues 
estos profesionales de la política se han desacreditado completamente 
ante los manifestantes salvo un puñado de tontos útiles que siguen 
creyendo sus mentiras…
Dicho esto, no pretendemos discutir aquí sobre el contenido de los 
eventos de febrero del 2012, los cuales son la causa para la sentencia a
 muerte en Port Said, cuando más de 70 personas que estaban en un 
partido de fútbol entre el equipo local (Al-Masry) y un club de El Cairo
 (Al Ahly) fueron muertos en enfrentamientos. Sin embargo, no hay dudas 
de que un sector de los militares deliberada e intencionadamente 
quisieron castigar a los “barras” de El Cairo famosos por su 
participación y militancia en la ola de agitación social que ha sacudido
 a Egipto. Por el otro lado, el hecho que proletarios de la barra de Por
 Said puedan haber sido usados como mercenarios en éste terrible hecho, 
aún no ha sido probado, y aunque ese sea el caso, no sería la primera 
vez en la tormentosa historia de la lucha de clases que un grupo de 
proletarios defienda (temporalmente) los intereses de la burguesía aún 
así sea contra sus propios intereses y los de toda nuestra clase… Como 
haya sido este asunto turbio cocinado de antemano, el proletariado en 
lucha en Port Said demostró claramente de que lado de la barricada se 
plantan durante estas últimas semanas…
En efecto, desde el domingo 17 de febrero, amplios sectores 
proletarios de Port Said empezaron, fuera de toda estructura sindical o 
partido político, una campaña de “desobediencia civil”, consistente en 
bloquear toda actividad económica en la zona industrial del Canal de 
Suez a la vez que imponían una huelga general, forzando a algunos buques
 a ser desviados, levantando piquetes y barricadas en los principales 
puntos de la ciudad, cortando rutas y las vías del ferrocarril, 
organizando piquetes itinerantes para que trabajadores de otras fábricas
 se unieran a la huelga, cerrando las escuelas y los edificios de la 
administración pública, rechazando el pago de los impuestos, boicoteando
 el pago de las facturas de el servicio eléctrico, enfrentándose 
directamente con la policía, atacando e incendiando sus guaridas, 
provocando cantidad de muertes en ambos bandos, etc. Lo que parece 
caracterizar el desarrollo de esta lucha es la auto-organización de las 
masas descontentas, las que se dotaron una vez más de estructuras 
autónomas (“comités populares”, etc.) tomando a su cargo los diversos 
aspectos esenciales de la vida, como la distribución (gratis o no) de 
comida, como cuestionar la producción (¿qué se debe producir y por 
qué?), rechazando el trabajo y el sistema escolar, etc. A causa de todas
 estas expresiones de ruptura con el orden social establecido, algunos 
militantes han dicho (tal vez un poco a prisa) que esta experiencia en 
Port Said es “una realidad sin precedentes” así como “un experimento de 
una nueva forma de vida, producción y existencia”, y yendo más lejos 
llamándola “La Comuna de París Egipcia”…(1)
En los días siguientes, esta campaña de acción directa se propagó 
rápidamente como un fuego incontrolable a otras ciudades de la zona del 
canal, como Ismailía y Suez, así como a otras del delta del Nilo: 
violentos choques entre las “fuerzas de seguridad” de la burguesía y 
proletarios cada vez más decididos a dar combate estallan en Mansura 
(muchos muertos), Tanta, El-Mahalla, El-Kubra, etc., los que parecieron 
estar fuera del control de los partisanos de la paz social… y así hasta 
Alejandría y El Cairo. Desde el 5 de marzo docenas de estaciones de 
policía y la mayoría de las gobernaciones del país fueron afectadas por 
una huelga de policías quienes rechazaban ser enviados al choque contra 
las huelgas y manifestaciones. Todo esto indica una vez más el nivel de 
disolución de los aparatos de represión central del Estado… Este asunto 
de la “seguridad” se volvió central para el Estado al punto de que el 
gobierno consideró la creación de una “policía privada” para restaurar 
la ley y el orden o como propuso el grupo islamista “ultraconservador” 
Al-Gamaa Al-Islamiya la organización de “milicias de seguridad” para 
“proteger la propiedad privada y los bancos”…
Finalmente no podemos dejar de mencionar la explosión de violencia 
que siguió a la confirmación de la sentencia a muerte de los 21 de Port 
Said el sábado 9 de marzo y especialmente el veredicto que dejó libres a
 varios oficiales de policía y a otros que sólo dieron una sentencia 
simbólica. En Port Said los protestantes intentaron bloquear el Canal de
 Suez, así como en El Cairo los edificios de la policía ardieron. Lo 
mismo sucedió en las oficinas de la “Asociación de Fútbol Egipcia”, lo 
que muestra la pérdida de interés que una parte importante de sectores 
combativos y activos del proletariado empiezan a sentir hacia el fútbol y
 los deportes en general, el cual deja de cumplir su propósito social de
 distracción y de alimentar el nacionalismo. Los estadios han sido 
abandonados por los proletarios que tienen cosas mejores que hacer como 
charlar por las calles, discutir de “política” y atacar el deterioro de 
sus condiciones de vida… Grupos de hinchas de equipos de fútbol, como 
los “Green Devils” de Port Said o los “Ultras Devils” y los “Ultras 
Ahlawy” de El Cairo se han involucrado en el movimiento social y han 
creado sus “tropas de choque”. Incluso más de algún conocido jugador de 
fútbol ha pasado a rechazar este aspecto de la sociedad espectacular 
para involucrarse en el movimiento de nuestra clase…
Deseamos terminar este breve texto sobre la lucha de clases en Egipto
 con algunas consideraciones programáticas, las cuales no son creación 
de nuestros cerebros sino que son el resultado directo de este 
movimiento que ha ocurrido frente a nuestros ojos. También hay algunas 
“lecciones” que podemos bosquejar y otras que las minorías 
revolucionarias ya han planteado a raíz de las luchas del pasado. Ya sea
 en el momento del movimiento proletario en Francia en los años 1870-71,
 mejor conocido como “La Comuna de París”; o de la época del proceso 
revolucionario que impactó al mundo entre 1917 y 1921, especialmente en 
Rusia, pero también los las repúblicas de consejos de Baviera y Hungría 
en 1919; o incluso en España en 1936-37, etc. En todos esos momentos 
álgidos de la lucha del proletariado, el Capital fue capaz de animar 
todo tipo de alternancias democráticas. De cara a un enemigo común (el 
proletariado) que amenaza los fundamentos mismos de la expansión de la 
reproducción de la relación social existente, todas las facciones 
burguesas que hasta ayer (formalmente) se “odiaban” unas a otras, hoy se
 unen o asumen una tras otra la administración de la sociedad y su paz 
social. Incluso el Capital está dispuesto, si es necesario, a cooptar 
elementos del proletariado derivados de la lucha, para colocarlos a 
cargo de cierta función esencial del “poder” y de ese modo 
transformarlos en administradores de las relaciones sociales y 
enterradores de la lucha (como el rol que jugó la CNT y los “camaradas 
ministros” en España)…
El Estado es una relación social
Como sea, todo esto es para decir, contrariamente a todas las 
creencias idealistas transmitidas por la ideología dominante, y por lo 
tanto repetidas por un gran número de proletarios y militantes en lucha,
 contrariamente a lo que en general se entiende por Estado, es decir su 
reducción a un “aparato”, a una “institución”, o a una simple 
“estructura”; el Estado no es una herramienta “neutral” que el 
proletariado puede tomar bajo su control y utilizarla como tal para sus 
propios fines, o incluso pasar de la toma de decisiones “vertical” a la 
toma de decisiones “horizontal” (¡el fetichismo y la miseria del 
federalismo!). Un gran número de revolucionarios del pasado, hayan sido 
“anarquistas”, “comunistas”, “Marxistas”, “socialistas revolucionarios”,
 etc., siempre comprendieron el Estado como una “herramienta” o más 
simplemente como “el gobierno”…
El Estado es una relación social compuesta de diversos aparatos 
(gobierno, parlamento, policía, ejército, empresarios, sindicatos, 
partidos políticos, sistema educacional, etc.). En éste sentido solo 
podemos reafirmar lo expuesto por Malatesta a fines del siglo 19, que el
 Estado se encuentra aún dentro de nuestras asociaciones…
El Estado es una relación social que se reproduce aún dentro de nuestras luchas y lo cual combatimos con vehemencia.
El Estado es una relación social y en Egipto se hace visible cuando 
todas las facciones burguesas se candidatean para administrarlo: desde 
los militares que asumieron durante el “período de transición 
democrática” tras haber “despedido” al incapaz de Mubarak, hasta los 
Islamistas y su poción mágica de ultraliberalismo divino, y por último 
los próximos candidatos como El Baradei y otros charlatanes que son lo 
mismo… Y es seguro que todas las tendencias del arco-iris izquierdista 
están esperando tras bambalinas su turno para aparecer…
El Estado es una relación social y hasta el presente nivel de 
desarrollo de las sociedades de clases (y el capitalismo es el resultado
 final de este desarrollo, como una síntesis de los modos previos de 
producción), el Estado solo puede ser el Estado de los capitalistas, y 
por lo tanto solo puede ser destruido por la fuerza de una revolución 
social, a través del movimiento de subversión de éste mundo que 
terminará todas las formas de explotación para abrazar la sociedad 
comunista…
 
¿Qué cambio? ¿Qué revolución?
Nos diferenciamos claramente de todos aquellos (“aquí” como “allá”) 
que hacen llamados por “más democracia”, rechazamos esa falsa dicotomía 
entre “dictadura” y “democracia”, pues en todas partes funciona el mismo
 Estado, la misma dictadura de la ganancia y el dinero que se impone 
sobre nuestras necesidades humanas, en todas partes se vive el 
antagonismo irreconciliable entre la clase de los ricos que impone sus 
normas y la de los desposeídos, se trate de una democracia 
“parlamentaria” y “multipartidista” o de una “militar” y de “un solo 
partido”… Esta democracia genera muchas ideologías, las cuales se 
vuelven fuerzas materiales, como el mito del “pueblo soberano”, lo cual 
se traduce en que esta fuerza niega en la acción el antagonismo de 
clases. Bajo la democrática dictadura del valor, el proletariado se ve 
disuelto en “el pueblo” y termina codo a codo con su enemigo histórico, 
la burguesía, en defensa de los intereses de la nación y la economía. Ya
 se trate de Túnez o más aún, de Egipto, es el “pueblo soberano” el que 
elige un nuevo amo, aunque el voto esté teórica y prácticamente en 
oposición directa al proletariado, del cual importantes sectores 
rechazan esta comedia infernal. No se trata solo de la burguesía en 
contra del proletariado, sino especialmente del pueblo contra el 
proletariado mismo… y de vuelta, el proletariado se tiene que organizar 
su lucha en contra del “pueblo”…
Titulamos este texto “Nada ha cambiado, pero todo comienza…”, para 
hacer evidente que estamos enfermos y cansados de todos esos “cambios” y
 esas “revoluciones” de las que habla la burguesía, y que no son nada 
más que premisas a la luz de los enormes levantamientos que estamos 
esperando y los cuales hemos de conducir con fuerza. De hecho, todo 
comienza y es especialmente necesario que todo continúe, que el 
movimiento de subversión de este mundo no se detenga, al menos no antes 
que encontremos la solución de las contradicciones y antagonismos 
sociales, no antes que toda la humanidad sea libre, y se libre por sí 
misma de sus antiguas y milenarias cadenas…
Pero sabemos que al mismo tiempo, muchas cosas han cambiado y muchas 
otras están cambiando… Acontecimientos como los de Egipto, Túnez, Siria 
(a pesar de la enorme represión que intenta suprimir nuestra energía 
bajo un diluvio de fuego y sangre, de cenizas y rublos), en Grecia, en 
Sudáfrica… y donde sea que nuestra clase levante su cabeza y luche por 
vivir, estos acontecimientos nos transforman, nos llenan de energía, nos
 otorgan nuevas perspectivas a esta despiadada y lamentable 
supervivencia a la que estamos condenados sobre el altar de sumisión al 
Dios Capital. Los hombres y mujeres lanzados de cabeza a la lucha ya 
tienen otra concepción de la vida, han forjado y alcanzado una 
“conciencia política”, lo que es lo mismo que decir que han transformado
 sus relaciones con otros hombres y mujeres que están en lucha, sus 
relaciones con el mundo… El miedo empieza a moverse al otro bando…
En este breve texto respecto a las presentes luchas en Egipto, 
queremos enfatizar las importantes afirmaciones de la vieja lucha de 
nuestra clase contra la tiranía del valor, contra la explotación. 
Nuestro punto obviamente no es analizarlos para simplemente entenderlos,
 sino más bien para transformarlos, para interrumpir la naturaleza 
histórica de nuestra vida diaria de proletarios sujetos por la miseria, 
por lo que debemos erradicar definitivamente la relación social 
capitalista de la superficie de nuestro planeta. No pretendemos gastar 
nuestro tiempo describiendo a lo largo de estas páginas los horrores de 
esta sociedad de muerte y sufrimiento. Obviamente no queremos ponernos 
en un rol pasivo y académico. Tampoco nos interesa la biología del 
capital, y no tenemos ninguna intención de describir las cosas de forma 
objetiva. Por el contrario nuestro propósito es tomar parte directamente
 en su destrucción final y participar en el movimiento de su necrología…
 Y esto significa plantarse firmemente en el corazón de los 
acontecimientos que tiene lugar frente a nuestros ojos, ser parte 
determinante de ellos como una fuerza activa y decisiva…
Como decía el viejo amigo Karl Marx “La historia de todas las 
sociedades existentes hasta nuestro días es la historia de la lucha de 
clases”… Pero si la lucha de clases está siempre presente, incluso 
cuando el proletariado se muestra impasible, agotado, invisible, 
ausente, debemos enfatizar que el desarrollo de las luchas en el mundo 
desde hace algunos años nos señala que estamos comenzando a transitar de
 un periodo de luchas de “baja intensidad” (como le gusta decir 
groseramente a la burguesía y sus estúpidos ejércitos) a un período de 
“mediana intensidad” previos a abordar luchas de “alta intensidad”. Esta
 última clase de luchas se han de traducir en una afirmación global de 
un proceso revolucionario a escala mundial que considere teórica y 
prácticamente la destrucción de la relación social capitalista, de la 
tiranía del valor y de un mundo basado en la producción de mercancías…
Camaradas proletarios en lucha en Túnez, Siria, Egipto… En 
Sudáfrica, China, Grecia… y en todo rincón del planeta… el capitalismo 
no tiene nada más que ofrecernos salvo austeridad, miseria, explotación,
 represión, guerra, muerte…
La lucha por vivir, por el desarrollo de una sociedad sin clases, 
sin Estado y sin explotadores, sin patrones, sin policía, ejércitos, 
cárceles, etc. pasa por la destrucción de todas las facciones burguesas 
que manejan nuestra vida cotidiana y nos mantienen en la miseria: 
“dictadores” y “demócratas”, los militares y civiles de “izquierda” y 
“derecha”, ultraliberales, socialdemócratas, islamistas y secularistas…
Abracemos el internacionalismo, rompamos las fronteras nacionales 
(así como las fronteras entre diferentes sectores) que envenenan las 
luchas de nuestra clase. Promovamos el derrotismo revolucionario: la 
mayor solidaridad con los proletarios que están lejos es luchar en 
nuestro propio territorio contra nuestro enemigo común, contra nuestra 
propia burguesía, contra el propio Estado que nos somete, contra el 
Estado Mundial del Capital.
¡Que nada sea rentable para los capitalistas!
¡La economía está en crisis, que reviente!
¡El enemigo es el capitalismo y la dictadura del mercado mundial!
¡El objetivo es en todos los sitios el mismo: revolución social!
¡Destrucción del Estado y el Capital!
¡La economía está en crisis, que reviente!
¡El enemigo es el capitalismo y la dictadura del mercado mundial!
¡El objetivo es en todos los sitios el mismo: revolución social!
¡Destrucción del Estado y el Capital!
# Tridni Valka (Guerra de Clases)
# Febrero/Marzo 2013
http://autistici.org/tridnivalka/
tridnivalka@yahoo.com
http://autistici.org/tridnivalka/
tridnivalka@yahoo.com
(1) Ver el texto publicado por el blog militante italiano infoaut.org: 
“Egipto. La autogestión de Port Said y la lucha obrera” disponible en 
español en http://anarkismo.net/article/25078/
No hay comentarios:
Publicar un comentario