Lo que le pasó a Rémi habría podido 
pasarle a cualquiera, en el Testet o en otro lugar. Eso sí, a cualquiera
 que ese día mostrara determinación a la hora de practicar sus ideas al 
respecto. Así pues, ese día murió un muchacho y poco importa que fuera 
“pacifista” o “radical”. La noche del sábado se hallaba en la colina 
protestando contra la zona militarizada tratando de hacer retroceder a 
los maderos y las máquinas.
El domingo por la tarde dijeron que Rémi
 era pacifista y que quienes participaron en los enfrentamientos eran 
anarquistas. Tales afirmaciones no se pueden tolerar. Decir estas cosas 
significa volver a las viejas divisiones y hacerle el juego al orden 
policial. La fuerza de los movimientos como el No TAV en Italia o la ZAD
 de Nantes y de otros sitios, consiste en ser capaz de agrupar unas 
prácticas que en lugar de oponerse se complementan, pudiendo de esta 
manera asociarse y caminar hacia victorias tangibles y materiales. La 
inteligencia de la lucha precisamente reside en la capacidad de 
transformar lo que a menudo surge como diversidad de tono o rígidas 
divergencias en tensiones a discutir y replantear que permitan aunar 
fuerzas y energías. O sea, en extraer un máximo de fuerza de una 
multitud de prácticas.
La idea de una Zona A Defender se nutre 
de los forasteros, por eso el “tú no eres de aquí” o el “nunca te 
habíamos visto antes” son una solemne tontería. Sin el apoyo masivo de 
mucha gente, la ZAD de Notre-Dame-Des-Landes jamás hubiera podido 
resistir a los maderos y las máquinas. La ZAD del Testet, igual que las 
demás ZAD, no es solamente un problema local, sino que lleva consigo una
 idea de la vida en lucha contra el desarrollismo, la ordenación del 
territorio y la propia existencia de la policía.
Ahora, hay que centrarse en la respuesta.
Cuando el 2008 Alexis fue asesinado en 
Grecia por la policía, la protesta se extendió por todo el país. 
Cuando 
el 2005 Zyad y Bouna murieron electrocutados al tratar de escabullirse 
de la persecución policial, hubo semanas de violentas asonadas en los 
suburbios franceses. Opinamos pues que no reaccionar significaría una 
derrota. No hay que dejar que el miedo se apodere de nosotros y nos 
reduzca a la impotencia. Están en juego nuestras vidas y nuestras 
luchas. Aunque el proyecto de pantano se paralizase o quedara 
provisionalmente parado, no por ello hoy podríamos cantar victoria.
Hemos escuchado frases como ésta: 
“cuidado, no hay que dejarse llevar por la ira”; o esta otra: “hay que 
andar con tiento”; o aún: “puede que dentro de poco el proyecto sea 
abandonado”. Esta manera de pensar la lucha no es de recibo. Habría que 
recordar a quienes hablan así que una vida vale mucho más que el 
abandono de un proyecto de pantano. La rabia que hoy nos invade no puede
 disiparse trayendo a colación cálculos administrativos o echando mano 
del miedo a que la masa se desborde. Ningún cálculo 
estratégico-mediático justificará jamás la represión de la cólera 
causada por la pérdida de un compañero. No importa que unos hayan 
participado en la lucha contra el pantano y otros no. La reacción que ha
 de desencadenarse ahora sobrepasa con mucho el carácter local de la 
protesta. Ayer ya hubo manifestaciones por toda Francia y esto es sólo 
el comienzo.
No importa lo que diga la autopsia. No 
importa lo que digan los medios de comunicación. La verdad la conocemos 
todos y no necesitamos otra: los maderos han matado a Rémi.
No queremos hacer de Rémi un mártir; de 
lo que se trata es de aprovechar su muerte para impedir toda marcha 
atrás. Salir victoriosos de la lucha es hacerse cargo la situación 
juntos de nuevo. Primero, dando vida a lo que empujó a Rémi y a otros 
miles hacia las verjas, y acto seguido, demostrando nuestra capacidad de
 construir un movimiento.
Ahora, en cualquier parte, organicémonos.
A la vida.
A Rémi.
# Panfleto distribuido en la ZAD del Testet el fin de semana pasado. Traducido por Argelaga.
#Noviembre 2014, Francia 
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