Lenin Moreno, actual presidente de Ecuador y artífice de la brutal represión contra el pueblo insurgente en estos días, fue militante del MIR ecuatoriano en los años setenta y del partido Acción Popular Revolucionaria en los noventa. Títulos rimbombantes que en el resto de América Latina suenan familiares. La Ministra de Gobierno de Moreno, María Paula Romo, se revuelca en el mismo chiquero, y hoy en Ecuador comandan juntos el Estado de Excepción, que es sencillamente la suspensión temporal del Estado de Derecho a fin de poder aplastar el levantamiento proletario sin tener que afrontar más tarde las responsabilidades criminales del caso.
No hay de qué sorprenderse: toda organización política de izquierda aspira a administrar, ya sea por las armas o mediante elecciones democráticas, el Estado realmente existente, que es el Estado del capital. El resultado es y será siempre el mismo: marionetas de la economía mercantil, no pueden hacer otra cosa que asegurar la ganancia empresarial y la gobernabilidad de la explotación, adormeciendo a los explotados con espectáculos folklóricos o bajándolos con balas de plomo, según cómo se den las cosas. Al final, el progresismo engaña sólo en tiempos de paz: su populismo demócrata, su feminismo de última hora, su sencillez fotogénica se acaban en cuanto llega la primera turbulencia, que pone al descubierto su verdadero rostro: el de perro guardián de recambio de un capitalismo que corre hacia la nada a lomos de una sociedad sin alma y sin futuro.
Cuando oigan vociferar a esos que se reclaman representantes del pueblo, demócratas, izquierdistas, no escuchen sus palabras, presten atención a sus actos. Vean cómo se comportaron en Grecia en cuanto la Coalición de Izquierda Radical (Syriza) accedió al gobierno: lo primero que hicieron fue apretar con fuerza la soga crediticia del FMI sobre la garganta de la clase obrera griega, diciendo que no podían hacer otra cosa lo cual era cierto. ¿Y en España? Perdida ya toda vergüenza, Podemos se apresuró a avalar las medidas de austeridad impuestas por Syriza, en nombre de un lastimoso pragmatismo que no resuelve nada pero paga bien en el Parlamento. Allí tampoco podían hacer nada más.
¿Y en Chile? Hace tres meses, cuando el gobierno reprimía brutalmente a estudiantes y trabajadores, mientras seguían apareciendo activistas asesinados, el Frente Amplio no salió a condenar la represión sino que se ofreció para sentarse a dialogar con el gobierno en nombre de los pisoteados, abyección que está en su naturaleza tanto como está en la naturaleza del escorpión aguijonear a la rana que lo lleva en andas.
No hay mucho más que esperar del progresismo posmoderno, reclutado entre arribistas, cocainómanos adictos a la mentira, y manipuladores ataviados con un sentimentalismo popular-guerrillerista que no significa nada.
Fanáticos del inmediatismo más estrecho e interesado, ni siquiera saben lo que hacen: mientras se presentan como alternativa de gobernabilidad, ofreciéndose para seguir apretando las tuercas de nuestra explotación y miseria, en realidad aseguran que más temprano que tarde quedemos arrinconados entre la espada y la pared, y con eso no hacen más que cavar su propia tumba junto a los oligarcas con los que se acuestan en sus aposentos legislativos.
¿Balas? ¿Perdigones? ¿Bombas lacrimógenas? ¿Escuadrones de la muerte? ¿Sicarios? Su violencia sólo les salvará el pellejo por un instante. En su ensoñación progresista están tratando de detener un tsunami con tres sacos de arena.
A medida que el capital se fagocita a sí mismo bloqueando uno tras otro sus propios mecanismos de acumulación, el proletariado no puede hacer otra cosa que multiplicarse y desesperar hasta perder el miedo, carcomiendo en todas partes los cimientos podridos sobre los que se levanta este orden social terrorista e hipócrita. Hoy Ecuador es el anuncio de lo que viene en todas partes, y un ensayo parcial de la guerra de clases que mañana se hará total y sin tregua. Nada ha cambiado, no hay perdón posible y nada está olvidado: en nombre de los hermanos ecuatorianos que están siendo reprimidos por el Estado progresista, en nombre de la fuerza e integridad que están desplegando en las calles, y en nombre de nuestra vida robada y mil veces recuperada, no descansaremos hasta que el último burgués sea estrangulado con las tripas del último burócrata.
// tomado de un muro de facebook
// primeros días de Octubre 2019
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