lunes, 29 de agosto de 2011

Sobre las protestas en chile

En momentos álgidos de agitación social, el Estado/Capital y sus servidores (como el Partido Comunista, la Concertación y el gobierno) intentan ensayar fórmulas que apuestan hacia la desmovilización. Primero fue la criminalización lisa y llana, luego, al crecer la movilización y generar legitimidad más allá de los medios, fue necesario aceptar y mostrar como legítimas sus demandas, para pasar a criminalizar la violencia callejera.

Desde la lupa del Poder toda acción que desborde la protesta “ciudadana”, pacífica y respetuosa de las instituciones; es calificada de vandalismo, robo. Se intentó instaurar la división al interior del movimiento, generando falsas dicotomías: o violentista o no-violento, o creativo o delincuente. Luego se escucharon exigencias de plebiscitos, asambleas constituyentes y demás basura burguesa del PC. Si hay movimiento, si hay capacidad de presión ¿Qué diálogo vamos a pedir? ¿Un plebiscito para diluir nuestra capacidad organizativa?

Hoy sigue la protesta, no hay acuerdo, las bases se siguen organizando y la solidaridad con otros sectores (trabajadores portuarios, mineros, bancarios, oficinistas, familias en general) abre un universo de posibilidades. Pero parece que sí hay un acuerdo, un acuerdo entre el gobierno y los “dirigentes” del movimiento estudiantil (como Camila Vallejos del PC): “la violencia no es un recurso válido, hay que defender la democracia”.

La violencia no es el único método de lucha, pero no podemos negarla como válida, legítima y claramente efectiva. Los medios masivos (burgueses de por sí) no nos pueden marcar el terreno. Es hora de terminar con separar prácticas que son inherentes a cualquier intento de transformación de la sociedad. La ingenuidad no está en creer que se “pide lo imposible”, sino que lo posible es aquello que se logra de forma pacífica, en el congreso y respetando todos los parámetros de cómo el enemigo quiere que “luchemos”.

Todos los sujetos que se manifiestan a través de cualquier medio contra el actual sistema de educación chileno son origen y producto del mismo. Los menores de edad que se manifiestan son estudiantes y si no lo son, son desertores del sistema escolar, que seguramente no han encontrando en sus instituciones los elementos para reintegrarse a los liceos.

Otros tantos son mayores, innumerables deben ser los que nunca han pisado una universidad, precisamente porque la educación de mercado los excluye. Otros quizás, ya no son estudiantes, porque no pudieron seguir pagando y se quedaron con abultadas deudas por carreras que no pudieron terminar. Ejemplos podrán sobrar, pero lo cierto, es que hoy en Chile, bajo las condiciones que imperan hay motivos de sobra para manifestarse con todos los medios posibles. La rabia, la impotencia, la exclusión no pueden canalizarse sólo a través de “carnavales culturales” o de protestas festivas, pues el impulso natural de la frustación no está maquillado de payaso ni adornado con globos. El jueves 4 de agosto, ante la negativa del gobierno para autorizar las manifestaciones convocadas, la gente estalló. En Chile se levantaron miles de barricadas, la represión fue brutal, pero al menos sirvió para que unos pocos se atrevieran a romper con esa funesta caricatura del buen ciudadano, que respeta los conductos de la sana democracia y que se manifiesta bajo los parámetros que le permite la ley. Este movimiento necesita seguir transgrediendo límites.

¡Arriba las tomas que anulan la forma burguesa y autoritaria de enseñanza!

¡Arriba los destrozos que desgarran la rutina degradante del día a día!

En la cooperación entre pares, en la autoorganización está la belleza. Lo más violento sería volver ahora a la normalidad.

Que tiemblen los “dirigentes”, porque esto se desborda. La negociación no es una opción. Bases contra direcciones, delincuentes contra negociadores. La Anarquía entrando en acción.

Hermanos, que los saqueos a los bancos continúen, que las barricadas no se extingan, porque a la distancia, con su belleza iluminan nuestro camino y encienden nuestros corazones.

Amigos, compañeros: ¡Fuerza y cariño!


# Anónimo. Repartido en la movilización del Jueves 25 de Agosto de 2011 frente al consulado chileno en Buenos Aires

martes, 9 de agosto de 2011

RECONOCERNOS

Al proponerse una actividad negadora y destructora de las estructuras de dominación y apropiación de nuestras vidas que permita *imponer nuestras necesidades en la sociedad sin debate[1] , requiere comprender quienes somos nosotros

No se trata de una cuestión retórica ni de una contemplación desencontrada con algún tipo de actividad, sino que justamente, es mediante nuestra actividad y su comprensión que seremos capaces de asumir que las acciones de insurgencia y rebeldía no solo tienen que ver con las imágenes e ideas preconcebidas que conocemos y con las que contamos en nuestro arsenal de experiencias en la lucha de clases. Claro está que estas últimas son un medio que nos ayudará de gran modo a comprender el presente: así como la acción reformista de los aparatos políticos burgueses que intentan hablar con la voz del proletariado ha significado el amargo aprendizaje de la constante manipulación de la revuelta y su traición (enseñanza que nunca debe olvidarse, ni dejar de ser sancionada), la interacción comunicativa a través de Internet es un campo de exploración que ha abierto un ámbito de difusión importante -aunque no trascendental- para las revueltas que se experimentan en diferentes rincones del mundo.

De todos modos ambas situaciones recién planteadas (el reformismo socialdemócrata y ciudadanista y la comunicación por medios informáticos) son ejemplos de experiencias que no pueden constituirse en pilares de una teoría, son formas y expresiones que debemos intentar comprender para el desarrollo del pensamiento en relación con nuestras acciones y estrategias, de modo contrario caemos en el acto de fe que no ejerce ninguna fuerza. Afirmaciones del tipo: “[…] quienes nos sentimos cómplices de quien se rebela, de quien se insurge y lucha, de quien esta lucha la transforma en rebeldía contra lo que nos asfixia y no dejará de asfixiarnos a menos que hagamos algo, y quienes vemos en él un igual, uno de los nuestros, no podemos pensar en términos de gueto”[2] no solo son un exceso de redundancia que nada dice más que lo que algunos desean escuchar afirmando lo que dicen negar (“si compañeros, estamos juntos en esto, somos los rebeldes y combatientes decididos a hacer algo y sabremos reconocernos entre nosotros”*), y de tal modo solo reducen a un limitado grupo de afines –aunque en extremo difuso- el potencial subversivo. Aun así, vemos actualmente a millones de individuos con diferentes motivaciones actuando colectivamente en la calle de diferentes ciudades enfrentándose con la realidad que nos somete. Por supuesto que no es suficiente*, la mayoría de esas personas no son concientes de lo que están haciendo, sus actos son más certeros que sus palabras[3] , pero si pretendemos romper con las estructuras formales de dominación que se nos imponen socialmente debemos entonces ser capaces de cuestionarnos nuestra propia posición de ventaja frente a los acontecimientos. Tenemos claridad y conciencia de la fuerza de los hechos a través de una acumulación histórica de experiencias, aquellos que somos parte de minorías revolucionarias (en tanto no renunciamos ni dudamos de su necesidad y posibilidad y nos organizamos en tal perspectiva) hemos de descubrir como incidir, *llevar la gasolina al fuego*, pero aún así, ser concientes que la extensión revolucionaria de los actuales acontecimientos no dependen solo de nuestros deseos, sino justamente de la expansión del deseo revolucionario y la conciencia material de su necesidad: entonces el estudiante chileno dejará de reducir su propia acción a la reforma de lo existente y se hermanará a la acción desbordada en las barriadas inglesas; así, quién reclama por las formas de explotación de los recursos naturales comprenderá que es inviable su posición sin la aniquilación del sistema Capitalista, etc.

Lo que planteamos debe cuestionarse desde una posición personal, inmiscuido en la acción colectiva y con una posición de negación de la sociedad existente. Esto se trata de la mera experiencia puesta en relación con la teoría; lo conciente y lo subjetivo tensando hasta la ruptura la realidad existente.

# por comunista contemplativo. Agosto de 2011
# extraído de Hommodolars




[1] Trabajo, Comunidad, Política, Guerra, “Antipolítica”. www.prole.info. Sacado de Cuaderno de Negación Nº1
[2] Extraído de Enrabiaos, algunos apuntes acerca de la #Spanish revolution
[3] Panfleto “El presente no volverá”