viernes, 17 de diciembre de 2021

[Italia] Trento: Contra el Pase Verde, contra el Estado y su emergencia. Bloqueemos todo

15/10/2021

El pase verde es una medida que no tiene nada que ver con la salud: es un instrumento más de una política liberticida de chantaje y control tecnológico, que alimenta las divisiones y la guerra entre los pobres.

Esta epidemia, como otras que pueden venir, es producto del capitalismo y de la globalización, de la ganadería intensiva, de la devastación industrial y de las guerras estatales emprendidas para expropiar tierras en nombre del progreso tecnológico.

La propagación del contagio no puede ser derrotada mediante la aceptación de una medida coercitiva. No nos dejemos engañar por la odiosa guerra entre vacunados y no vacunados, tras la cual el Estado esconde sus responsabilidades. Rechacemos esta falsa oposición: la dicotomía es entre explotados y explotadores; el pase verde obligatorio es un ataque de clase, una nueva arma de chantaje y división en manos de la patronal, que nos afecta a todos, más allá de las decisiones de cada uno.

Desde las muertes en Bérgamo entre las fábricas de Valseriana hasta el nuevo PNRR introducido por el gobierno de Draghi, está claro que la prioridad no es la salud, sino un fortalecimiento del sistema de explotación y empobrecimiento en la onda de un Estado de Emergencia.

Ante el tipo de mundo que nos están montando, los llamamientos al respeto de la Constitución son vanos. El pase verde es una expresión de un mundo de algoritmos y eficiencia informática que está declarando la guerra al propio ser humano, un modelo que ha llegado para quedarse. No será mientras los tecnócratas, los militares y los capitalistas estén juntos en el poder cuando las leyes y los tribunales dejen de ser herramientas de la clase dominante. La clase que llevó a cabo las masacres en las cárceles de 2020 cuando los presos levantaron la cabeza; la clase que recortó la financiación de la sanidad pública provocando la muerte de miles de personas; la clase que llenó las calles de militares y mantuvo las fábricas abiertas mientras la gente moría de Covid. Estos no son los daños colaterales de un gobierno "equivocado", sino los productos dentro de la estructura del Estado.

La única manera de resistir es autoorganizarse y luchar, conscientes de que no saldremos de la Emergencia mientras sigamos obedeciendo.

Detener un año y siete meses de obligaciones e intimidaciones del Estado y de Confindustria es posible.

La determinación de los trabajadores portuarios de Trieste y Génova es el ejemplo más claro de ello, en solidaridad con la situación actual: bloquear la producción y los flujos hasta que se levante la obligación del pase verde para todos los trabajadores de todas las categorías, sin concesiones.

EL PASE VERDE ES SÓLO LA PUNTA DEL ICEBERG DE UN SISTEMA EXPLOTADOR QUE QUIERE HACERNOS CADA VEZ MÁS COMO MÁQUINAS.

RESISTAMOS ESTA IMPOSICIÓN.

ORGANICEMOS EN LOS CENTROS DE TRABAJO, EN LAS ESCUELAS, EN LOS LUGARES DONDE VIVIMOS.

Asamblea celebrada tras la huelga general del 11 de octubre, Trento

Fuente: https://ilrovescio.info/2021/10/15/trento-contro-il-green-pass-contro-lo-stato-e-le-sue-emergenze-blocchiamo-tutto

[Italia] Nada volverá a ser lo mismo para vos

14/10/2021

"Quiero destacar que en todos los casos más graves, las instituciones se han mostrado unidas: magistrados, prefectos, cuestores y todas las fuerzas del orden han intervenido sin vacilar, haciendo que el rostro del Estado sea aún más decidido ante los actos delictivos que se estaban produciendo". Las palabras con las que el ex ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, reivindicó en el Parlamento la masacre en las cárceles italianas en marzo de 2020 pueden aplicarse, de hecho, a todo lo ocurrido en los últimos dos años.

Millones de personas pudieron ver por fin la verdadera cara del Estado. Primero nos encerraron en nuestras casas durante tres meses, luego llegó el turno del toque de queda nocturno, de los cierres regionalizados, del llamado semienclavamiento (cuando podíamos salir de nuestras casas, sí, pero sólo para ir a trabajar). Finalmente, llegamos al ansiado "reinicio".

La recuperación económica, cueste lo que cueste, no es ciertamente un "retorno" de la libertad y la felicidad de los individuos, sino la exigencia de una abnegación total a las necesidades del mercado. Hay un hilo rojo que une episodios dramáticos como la masacre de Mottarone, las seis muertes diarias en el trabajo, los ataques a los porteadores en huelga y la imposición del pase verde a todos los trabajadores: este hilo rojo se llama reinicio de la economía capitalista. Lo único que les interesa es que la economía no se paralice de nuevo, que no haya brotes en las empresas. La máquina no debe detenerse de nuevo, sino que se cortan los frenos. La máquina no debe frenar, sino que nos atropellará.

Estos son los mismos grandes señores de la Confindustria (Confederación de la Industria Italiana) que en febrero de 2020 presionaron para mantener las fábricas abiertas, que restaron importancia a la gravedad del virus, que junto con los alcaldes democráticos de Milán y Bérgamo dijeron que no podíamos parar. Los mismos que ahora quieren imponer el pase verde. ¿Qué dignidad tienen estos señores para llamarnos irresponsables, para decirnos que somos los "negacionistas"?

El pase verde no tiene nada que ver con la crisis sanitaria. De hecho, tampoco tiene nada que ver con las vacunas (pensemos lo que pensemos de ellas). No es cierto que el pase verde sirva para forzar a la población hacia la campaña de vacunación. Es exactamente lo contrario: es un pretexto para obligarnos a descargar el pase verde. El objetivo mal disimulado del gobierno es aprovechar la pandemia para dar un giro autoritario sin precedentes.

En los últimos años, la patronal lo ha conseguido todo: ha seguido produciendo, exigiendo que nos quedemos en casa cuando no teníamos que ir a trabajar para ellos; ha conseguido la liberación de los despidos, imponiendo como jefe de gobierno a Mario Draghi, ya malvado burócrata del BCE y masacrador de Grecia; nos está matando de hambre con las subidas de las facturas y de los combustibles, una forma indirecta de recortar nuestros salarios. Ante esta crisis estructural, la única respuesta que puede dar el Estado es endurecer la represión y reforzar el control social.

Para eso está el pase verde.

El pase verde no es una medida temporal: en sus planes, es un instrumento de control que permanecerá. Frente a este odioso aparato, no podemos permitirnos compromisos ni puntos intermedios. El problema no es obtener un pase verde preservando nuestra supuesta "libertad de elección". Esta infame herramienta de control debe ser saboteada por todos los medios.

Respondemos a este endurecimiento de la represión endureciendo la lucha. Mucha gente lo ha entendido, saliendo a la calle sin dirigentes ni burócratas que colaboren con el régimen. No sabemos cómo terminará esta lucha, pero sí sabemos que para millones de personas explotadas lo que ha ocurrido en los últimos dos años ha sido una especie de pérdida de inocencia. Muchos han visto la verdadera cara del Estado. Son los propios analistas del régimen los que se preocupan por la pérdida de confianza en las instituciones, la política, la policía y los sindicatos. Que este foso se vuelva insalvable, que sean ellos los que se sientan asediados desde hoy. Que la desconfianza se convierta en conflicto.

Al principio de la emergencia nos dijeron que "nada volverá a ser lo mismo". Eso es lo único en lo que no nos mintieron: para ustedes, los jefes y gobernantes, nada volverá a ser igual. No reclamamos derechos, ardemos con la anarquía.

NOS VEMOS EN LAS CALLES

Fuente: https://malacoda.noblogs.org/post/2021/10/14/niente-sara-piu-come-prima-per-voi

domingo, 12 de diciembre de 2021

[España] La huelga de Cádiz y las flores en la guadaña

11/12/2021, Colectivo Barbaria

En las últimas semanas hemos visto el estallido y el rápido sofoco de la llama de nuestra clase, esta vez a propósito de la huelga del sector del metal en la provincia de Cádiz, que tiene la segunda mayor tasa de paro de toda España, con un 23,16%. Hemos vuelto a ver, cómo no, al Estado, a la izquierda que lo encabeza y a los sindicatos en acción, haciendo el papel que históricamente mejor han sabido hacer: dinamitar cualquier perturbación de la “paz social”.

La huelga empezó a tomar forma a lo largo del mes de octubre, dada la descompensación que hay entre la inflación, que se ha disparado al 5,5% en 2021, y la subida de los salarios, de la que hablaremos más adelante. Estos hechos están afectando en mayor o menor medida a todos los trabajadores, haciéndonos perder salario real y poder adquisitivo, con el consiguiente empobrecimiento. Esta circunstancia en el ya previamente maltrecho y amenazado sector de la industria metalúrgica genera las condiciones para el estallido de, como poco, una huelga, que fue impulsada por los elementos más precarios del sector. Ante la inevitabilidad de la huelga, los sindicatos decidieron intervenir para mantener la huelga dentro de los límites aceptables desde la lógica del beneficio económico, la única posible para el sindicalismo. En este sentido, los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO) se afanaron por mantener la huelga lo más aislada posible en su sector, y en este sentido se vieron presionados para ponerse al frente de las asambleas de trabajadores, que desde luego no habían nacido de la iniciativa sindical, para asegurarse de que así fuera. Del mismo modo, las reticencias de los partidos del gobierno PSOE-Podemos frente a la huelga pasaron a convertirse en muestras de apoyo cuando esta amenazaba con desbordarse, tomando el papel de poli bueno al avisar a los trabajadores de que la huelga podía ser instrumentalizada por la derecha. Una vez más, por si no hubiéramos tenido suficientes muestras ya, sus diatribas palaciegas y cortoplacistas se muestran totalmente ajenas a los intereses de nuestra clase. Entretanto, los sindicatos acordaron pactar con el gobierno una subida de los salarios del 2%, más que insuficiente para cubrir la inflación, en una votación individual y secreta que los sindicatos más “radicales” no tardaron en señalar como un fraude, movilizando a los trabajadores más comprometidos para continuar con la huelga, al coste de enfrentarse a sus propios compañeros.

Una línea general que atraviesa todos los elementos que han conducido al fracaso de la huelga ha sido, sin duda, la división. Por una parte, la división que mantuvieron los sindicatos mayoritarios para garantizar que la huelga se restringía al sector del metal, evitando que otros sectores se solidarizasen con la huelga. Por otra parte, estos mismos sindicatos se aseguraron de mantener atomizados a los trabajadores del propio sector del metal, al sabotear la asamblea e imponer el voto secreto, como derecho ciudadano, evitando que los trabajadores pudiesen poner en común sus intereses para actuar de forma unitaria. Luego, los sindicatos “radicales” decidieron empujar a los trabajadores más comprometidos a continuar con la huelga -de forma unilateral, sin contar con la asamblea de los trabajadores, al igual que hacen los sindicatos mayoritarios- por el rechazo al acuerdo que habían alcanzado los sindicatos mayoritarios con el gobierno, a sabiendas de que la huelga ya había sido sofocada y que eso generaría enfrentamientos por una parte entre los compañeros más radicales y los que ya se habían desmovilizado, y por otra parte un enfrentamiento estéril entre los trabajadores radicales y la policía, que de paso sirvió al gobierno para dividir a los huelguistas entre los buenos -que aceptan el acuerdo alcanzado- y los malos -que no lo aceptan y además perturban el orden público-, a los cuales lógicamente había que darles un escarmiento.

Es importante señalar que el hecho de que esta dinámica se haya reproducido huelga tras huelga durante décadas no es algo casual, ni fruto de alguna traición particular, sino que atiende a la propia esencia de los sindicatos. El papel de los sindicatos no es el de velar por los intereses de nuestra clase, sino el de mediar entre el Estado y la patronal por una parte y los trabajadores por otra, además en un único sentido, que los trabajadores acepten las vueltas de tuerca que les va imponiendo la burguesía. Es por esto que podemos decir que los sindicatos son el brazo del Estado en la clase trabajadora, y no al contrario, como se nos ha pretendido hacer creer. Por esto mismo no es de extrañar que hayan sido tan considerados con la rentabilidad económica del sector y hayan aceptado una subida de los salarios que de sobra saben que no compensa la inflación. También, como hemos visto, los sindicatos “radicales” no escapan a esto, pues necesariamente priman su afán por ganar representatividad -ante el Estado- sobre los intereses de los trabajadores a los que dice representar. El sindicalismo es, como el parlamentarismo, una vía muerta que jamás tuvo nada de revolucionaria, pues jamás hubo nada de revolucionario en mantener una separación entre la política y la economía que no tarda en mostrarse ficticia. En las elocuentes palabras de alguien que sufrió la violencia de esos mismos partidos que hoy se hallan al frente del Estado español:

“Determinados grupos con más humos que penetración, achacan la evidente incompatibilidad de los sindicatos con la revolución a un carácter reformista que en verdad nunca tuvieron, y por otra parte a la supuesta incapacidad del capitalismo hogareño para hacer concesiones al proletariado. Lejos de ello, la causa es esencial, no contingente. Lo que engendra el carácter reaccionario de la organización sindical no es otra cosa que su propia función organizativa. Obtenga o no determinadas mejoras, está directamente interesada en que el proletariado siga siendo indefinidamente proletariado, fuerza de trabajo asalariado, cuya venta negocia ella. Los sindicatos representan la perennidad de la condición proletaria. […] Ahora bien, representar la perennidad de la condición proletaria conlleva aceptar, y de hecho necesitar también, la perennidad del capital. Los dos factores antitéticos del sistema actual han de conservarse para que el sindicato desempeñe su función, de ahí su profunda naturaleza reaccionaria, independientemente de los vaivenes que modifiquen, para mal, para menos mal o para mejor, la compra-venta de la mano de obra, jugarreta clave del sistema capitalista.” Los sindicatos contra la revolución, Munis

Por último, y aunque suene a perogrullada, cabe recordar que el Estado y su política no son garantes de los intereses de nuestra clase, ni hay modo alguno en que lo sean, pese a los llamados del PCE (parte de la coalición de Unidas Podemos) para que los trabajadores confíen en el gobierno que empeora sistemáticamente sus condiciones de vida -y del que ellos forman parte- al mismo tiempo que les enviaban una tanqueta y una brigada de antidisturbios, que por lo visto debían venir en son de paz. Esto no quiere decir que los trabajadores nos tengamos que desmovilizar, ni que no haya nada que hacer, al contrario. Lo que esto quiere decir es que cualquier movilización será desmantelada si no sigue los principios que han marcado los éxitos de nuestro movimiento (hay que señalar que también los ha habido), y que no son otros que el internacionalismo y la independencia de nuestra clase, lo que en una huelga se concreta por una parte extendiéndola a otros sectores -y no aislándola en uno solo-, tendencia que se ha visto en la huelga de Cádiz, que tuvo una marcada tendencia a desbordar el marco de la fábrica extendiéndose por el entorno urbano de Cádiz y San Fernando a través de manifestaciones y asambleas de barrio, y por otra entregando todo el poder de decisión sobre la huelga a la asamblea formada por los propios trabajadores, y no a sindicatos ajenos a estos y con intereses diferentes, cuando no opuestos, a los de nuestra clase. Dicho de otra manera, los intereses de nuestra clase solo pueden ser representados por la propia clase, cuando se constituye como partido y se pone a la cabeza de la revolución que dejará en la cuneta a los sindicatos, a la izquierda del capital y a todos los que quieren conciliarnos con nuestros verdugos poniendo, como el título de este artículo, flores en sus guadañas.

Fuente con links: https://barbaria.net/2021/12/11/la-huelga-de-cadiz-y-las-flores-en-la-guadana 

jueves, 2 de diciembre de 2021

[Francia] Pase Sanitario / Revolución sin fronteras

• Combatir la explotación y el nacionalismo
• Marcha de Revolución sin Fronteras - Manifestación contra el pase sanitario
• Una pequeña aclaración sobre el artículo de FAFWATCH
• ¿El peor producto del fascismo? ¡Es el antifascismo!

Compilado y publicado por Tridni Valka en diciembre de 2021

Nota de Tridni Valka: Desde hace varios meses, se está desarrollando en todo el mundo un movimiento de protesta muy heterogéneo y confuso, una protesta que tiene como objetivo la obligación de la vacuna anticovid, así como el "pase sanitario" que la acompaña, y sus consecuencias en términos de refuerzo del control social ejercido por el Estado hacia el proletariado. Este movimiento se expresa con cierta virulencia en Francia, y los militantes revolucionarios intentan infundirle consignas para una clara ruptura con el orden capitalista (como "Luchemos contra la explotación y el nacionalismo" o "¡La única perspectiva de una vida mejor es la revolución!") y asumir así sus tareas de liderazgo. En Toulouse, en particular, los compañeros que organizaban una "marcha revolucionaria" bajo el lema "Revolución sin fronteras" fueron agredidos físicamente por una banda de algunas decenas de militantes de extrema derecha. Aunque estos compañeros se niegan a caer en la trampa del antifascismo, era una oportunidad demasiado buena para que todos los sectores locales de la socialdemocracia y el izquierdismo gritaran y trataran de vendernos por milésima vez su mercancía ideológica adulterada haciendo circular la consigna "Toulouse antifascista"...

Por lo tanto, aprovechamos la reedición de varias pequeñas contribuciones sobre estos acontecimientos para reafirmar sucintamente nuestra posición de siempre sobre la cuestión del fascismo y el antifascismo, así como la necesidad de organizar la autodefensa de los compañeros y nuestras luchas.

La crítica del antifascismo se inscribe plenamente en la crítica global de la falsa polarización burguesa del fascismo frente al antifascismo, no debe limitarse a la crítica del frontismo y del activismo, ni separarse de la globalidad de la lucha anticapitalista. El fascismo no es una tercera fuerza, es sólo una de las facetas, una manifestación cotidiana entre otras de la fuerza del Estado. Históricamente, el proletariado siempre ha tenido que enfrentarse a estos órganos del Estado que son las milicias patronales (Pinkerton en EEUU, redes cercanas a la SAC, la OAS y Peugeot en Francia), los pistoleros en España en los años 20, las guardias blancas y los ejércitos, los escuadrones de la muerte (Triple A en Argentina, Policía de Honor en Francia, GAL y Guérilleros de Cristo Rey en España durante los años 70) o los cuerpos francos en Alemania y Hungría en 1919. El proletariado también ha tenido siempre que armarse en consecuencia para defenderse de las amenazas y ataques contra sus condiciones de vida y organización de la lucha.

En este sentido, es necesario aclarar el contenido real de la acción de los grupos proletarios que se constituyen como grupos de autodefensa frente al Estado, que en este caso toma la forma de fascistas armados a menudo dispuestos a matar, porque el uso de expresiones como "lucha antifascista" sólo puede reforzar la confusión. La polarización fascismo versus antifascismo sólo ha servido para confinar cualquier avance revolucionario a la defensa de un mal menor y, por tanto, del orden existente, movilizando a los proletarios en defensa del Estado, para preparar el enfrentamiento bélico en un terreno que no es el de nuestra clase. Es una visión global de los fenómenos y una crítica histórica del antifascismo lo que nos permite considerar de forma muy precisa el ejemplo de la llamada "guerra de España": ésta no sólo fue de forma eminentemente práctica el ataúd del proletariado militante en esta región, sino que también preparó ideológicamente a toda la clase de los explotados para aceptar dejarse envolver en la masacre generalizada que fue la llamada "segunda guerra mundial".

Desde hace décadas, algunos sectores militantes defienden también un "antifascismo revolucionario", considerando que el "verdadero antifascismo" no debe centrarse sólo en la desaparición de los fascistas de la faz de la tierra, sino que debe potenciar el cambio (revolucionario) de la sociedad, un cambio que permita librarla de las razones por las que aparece el fascismo, en contraposición a lo que se denomina "antifascismo democrático" que "proviene de iniciativas ciudadanas" y que "paradójicamente sólo ayuda al fascismo". Evidentemente, aunque algunas formulaciones sigan siendo ambiguas, existe una cierta voluntad de aclarar las cosas.

Sin embargo, consideramos que es cuando menos contraproducente querer "revolucionar" absolutamente lo que es manifiesta y plenamente contrarrevolucionario desde el principio: es tan absurdo "revolucionar" el antifascismo como "revolucionar" el sindicalismo o el parlamentarismo. Siguiendo las lecciones aprendidas por muchos militantes, grupos, colectivos, partidos..., señalamos que la necesidad de que nuestra clase y sus minorías revolucionarias se organicen contra "las milicias fascistas" no puede corresponder de ninguna manera a una adhesión (¡y menos de forma estructurada!) a la ideología antifascista (que ya ha demostrado sus efectos nefastos en la historia) sino a una necesidad de autodefensa en su lucha como minoría por afirmar sus medios de existencia.

Recordemos esta lección esencial que toda la historia del movimiento obrero nos ha enseñado desde hace cien años: ¡sea fascista o antifascista, la democracia es siempre la dictadura del Capital!

Que muera el Capital y su democracia, así como sus fascistas y antifascistas.

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Combatir la explotación y el nacionalismo


Folleto encontrado en la manifestación de Toulouse del 4 de septiembre de 2021 y publicado por Détruisons l’économie.

Con la introducción del pase sanitario y sus medidas complementarias, el Estado vuelve a aplicar la misma estrategia que ha utilizado desde el comienzo de la epidemia de Covid: reforzar el control social, enfrentando a las personas entre sí, esta vez entre los que tienen el pase y los que no.

Las rencillas entre vacunados y no vacunados complican cualquier solidaridad entre los explotados e impiden identificar al causante de las sucesivas crisis que vivimos: el sistema capitalista y no nuestro compañero, nuestro vecino, nuestro amigo...

Por otro lado, quieren acostumbrarnos a estar sometidos a controles cada vez más regulares. Se refuerzan los poderes de la policía, se generalizan los controles de identidad y se subcontrata a una parte cada vez mayor de la población. No es de extrañar que esta vigilancia se lleve a cabo con el apoyo de la tecnología.

Las condiciones de vida de los inmigrantes indocumentados, ya de por sí duras, serán aún más duras. Por otro lado, las mercancías, los diversos comerciantes internacionales y los turistas de los países más ricos seguirán circulando de un país a otro sin dificultad, mientras que las personas que no tengan los papeles en regla tendrán que luchar aún más en las fronteras y en sus viajes.

Es contra esta dinámica de control social acelerado contra la que pretendemos luchar.

Si luchamos contra el pase, no es porque nos opongamos a la vacunación, sino contra el capitalismo y las diferentes herramientas que utiliza para mantenerse, al contrario que ciertos componentes del movimiento que están ahí por razones antagónicas a las nuestras: la extrema derecha siempre se ha opuesto a derribar el sistema.

Siempre ha velado por el mantenimiento del orden establecido, de la moral burguesa, enclaustrada tras las fronteras que defiende a ultranza. La designación de chivos expiatorios siempre ha formado parte de sus prácticas. No son más que carroñeros, que quieren fortalecerse a través de este movimiento para establecer una sociedad aún más autoritaria.


Ante la crisis sanitaria, la degradación de nuestras condiciones de vida que traerá la crisis económica, los despidos que inevitablemente caerán, la reforma del paro o las pensiones, más que servir la sopa a la extrema derecha:

La única perspectiva de una vida mejor es la revolución.


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Marcha de Revolución sin Fronteras - Manifestación contra el pase sanitario

Este texto fue escrito por personas que participaron en una marcha revolucionaria presente durante la manifestación contra el "pase sanitario", el sábado 11 de septiembre de 2021 en Toulouse.

¿Por qué una marcha revolucionaria?
Queríamos celebrar una marcha revolucionaria para defender una orientación: la que vincula las manifestaciones contra el pase sanitario con el levantamiento de los Gilets Jaunes [Chalecos Amarillos] y, más ampliamente, con la gran ola de revueltas que ha sacudido el mundo desde entonces.

¿Por qué "Revolución sin fronteras"?
Queríamos insistir en el carácter sin fronteras de la revolución, porque sabemos bien que los ataques contra los explotados, los policías que se están generalizando, adoptan ciertamente formas diferentes según los países, pero en la misma lógica general: aplastar las bocas de los proles, dividirnos para explotarnos mejor.

Ciertas tendencias políticas quisieran acabar con las prácticas y las luchas de los últimos años.
Pretenden circunscribir la manifestación a los espacios autorizados y reducir la lucha a reivindicaciones parciales, como la libertad de consumir sin pase, cuando fracciones cada vez más amplias de la población simplemente ya no tienen la posibilidad financiera de consumir.

La hostilidad de estas tendencias a tomar el camino revolucionario abierto por los GJ, en favor del statu quo o la reacción, es lo que ha dado confianza a los grupos fascistas. La falta de solidaridad del resto de la manifestación fue lo que contó a los grupos fascistas que atacaron a la comitiva de revolucionarios y chalecos amarillos. Pero los manifestantes no lo oyeron así y juntos la manifestación despejó a los fascistas, antes de que los policías echaran gases por todas partes.

¿Qué es lo siguiente?
¡Reiteramos nuestra oposición al control social que constituye el pase sanitario y, sobre todo, al deterioro de nuestras condiciones de vida, a los despidos y a las cesantías que se avecinan!

Viva la revolución sin fronteras
Construyamos la solidaridad de todos los explotados

Source : https://iaata.info/Cortege-revolution-sans-frontiere-Manif-contre-le-pass-sanitaire-4927.html
PDF : https://iaata.info/IMG/pdf/sans_titre-3.pdf

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Pequeña aclaración sobre el artículo de FAFWATCH

Publicado el 15 de septiembre de 2021.

Un texto que ignora la perspectiva revolucionaria de la marcha para esconderse detrás de una estrategia "pacifista y democrática". Todo lo contrario de lo que llevaba la marcha revolucionaria atacada por los fascistas.

El texto de fafwatch sobre el ataque a la manifestación (que puede encontrarse aquí https://iaata.info/Toulouse-attaque-fasciste-contre-la-manifestation-anti-pass-sanitaire-4931.html) es, a su vez, un ataque al discurso que la marcha revolucionaria pretendía llevar a la manifestación.

En este sentido, no es baladí comprobar que la marcha revolucionaria contra la explotación y el nacionalismo se ha convertido, una vez pasada por el tamiz del antifascismo inocentista de este texto, en una simple marcha contra la explotación y el nacionalismo.

Así que no es de extrañar que el texto se esconda tras la defensa de una manifestación "democrática y pacifista". Básicamente: se atacó a ciudadanos inocentes pacifistas que ejercían su derecho a manifestarse. La posición de exterioridad de este texto es evidente aquí. Mientras la marcha revolucionaria se asume como parte de la manifestación, mientras toma partido por un futuro revolucionario, contra las tendencias interclasistas, ciudadanistas, legalistas y demócratas, pero también confusionistas y nacionalistas, fafwatch plantea el antifascismo como una especie de banda de vigilantes al margen de la lucha, que toma la defensa de los ciudadanos inocentes. Una milicia que defiende la inocuidad del movimiento no es revolucionaria (eufemismo).

Y por cierto, se realiza una verdadera investigación y balance a partir de las imágenes de la escena para establecer las responsabilidades, ¡un verdadero trabajo de keuf [policía]! ¿A quién le importa si podemos demostrar, con tres fotos, quién llevaba la bolsa con su equipo? ¿O la premeditación del acto? ¿Si no es con la esperanza de que la policía se apodere de estas imágenes para detenerlos? Además, el llamamiento al Estado para que juzgue y condene a estos grupos fascistas es claro en este texto.

De hecho, la perspectiva revolucionaria es barrida por este texto en favor de una delación inocente en la forma debida.

Y es justo que el texto no termine con la importancia de votar en las próximas elecciones para contrarrestar a la extrema derecha (porque los fascistas "meterán una papeleta marrón en la urna el próximo mayo").

Así que un pequeño recordatorio de la pancarta atacada: Abajo el Estado, los policías y los jefes. Revolución sin fronteras.

Defender el statu quo de una manifestación inofensiva, democrática y pacifista hace el juego a las tendencias que allanan el camino a estos fascistas. Vea el texto publicado en iaata aquí :

https://iaata.info/Cortege-revolution-sans-frontiere-Manif-contre-le-pass-sanitaire-4927.html


Fuente : https://iaata.info/Petite-mise-au-point-a-propos-de-l-article-de-FAFWATCH-4932.html

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¿El peor producto del fascismo? ¡Es el antifascismo!

[Nota de Tridni Valka: He aquí algunas "tesis de trabajo" sobre la polarización fascismo burgués versus antifascismo. No se trata de un absoluto, ni de una biblia, y menos aún de un "texto sagrado" que hay que firmar con las dos manos, sino sólo de un preliminar a una discusión más profunda de la cuestión.

De los archivos de un camarada desenterramos este viejo texto, que data de hace más de 20 años y que en su momento circuló principalmente en inglés en Europa del Este, pero también en Francia y España. Hemos hecho algunas pequeñas correcciones pero nos gustaría señalar la categorización ideológica presente en el texto según la cual la dictadura del Capital se articula en torno a los polos "democracia" versus "dictadura" (incluso con el uso de comillas), una categorización que tiende a eludir la naturaleza profunda de la dictadura social del Capital que es precisamente y realmente la democracia (¡SU democracia!) como principalmente la negación del antagonismo de clase y su conflictividad.

Como todo el material político de nuestra clase y de nuestra lucha, este texto debe ser fuertemente criticado. Así que discutan y aporten la contradicción para fortalecer nuestra comunidad de crítica contra el Capital.]

1/ La esencia del antifascismo consiste en luchar contra el fascismo promoviendo la democracia, a la que se opone, es decir, en luchar no para destruir el capitalismo, sino para obligarlo a renunciar a su naturaleza totalitaria. Al promover esta utopía, el antifascismo desvía los antagonismos de clase de manera muy concreta; ya no hay dos clases enfrentadas: proletariado versus burguesía, sino dos proyectos opuestos: Comunismo/anarquía frente al Capital, destrucción del Viejo Mundo frente a su preservación, abolición de la sociedad de clases e imposición de las necesidades humanas frente a la dictadura del Valor, pero en lugar de las polarizaciones burguesas: "democracia" frente a "fascismo", "estado de derecho" frente a "estado policial", "civiles" frente a "militares", "parlamentarismo" frente a "régimen dictatorial" y "partido único". El fascismo se identifica, en el "mejor" de los casos, con el totalitarismo del Estado. Todas estas campañas burguesas son la negación en acción de los antagonismos de clase, de su lucha implacable y secular, y son por tanto en este sentido el reino de la democracia. Jugar al antifascismo es reforzar lo que se cree que se está combatiendo. Las actuales campañas antifascistas dirigidas por la burguesía (al igual que las campañas fascistas) tienen como objetivo reconstituir la unión nacional en torno al Estado, hacer que los proletarios se adhieran a la reproducción de la relación social capitalista. También permiten hoy, como ayer, recrear una polarización con vistas al lanzamiento de una nueva guerra que permita (según nuestros enemigos de clase) el relanzamiento de un nuevo ciclo de acumulación…

2/ El problema no es que la "democracia" garantice una explotación más suave que la "dictadura" (por utilizar las categorizaciones acordadas que introduce la socialdemocracia): todo el mundo "preferiría" ser explotado a la manera sueca que ser torturado a la manera brasileña. Pero, ¿tenemos elección? No podemos elegir la forma en que se nos explota. Es siempre el estado del capital el que cambia las formas de su dictadura según sus necesidades de valorización. Esta "democracia" se transformará a su vez en una "dictadura" en cuanto sea necesario. El Estado sólo puede tener una función, que cumple "democráticamente" o "dictatorialmente".

3/ El fascismo sólo puede explicarse teniendo en cuenta el período precedente: el aplastamiento de la ola revolucionaria de 1917-21 por la socialdemocracia (Rusia, Alemania, Italia, Hungría, Bulgaria, etc.). Es ante todo la socialdemocracia la que desarma, ideológica y prácticamente, al proletariado y reprime militarmente sus insurrecciones. En Alemania, fueron los cuerpos libres dirigidos por el socialista Noske quienes encabezaron la campaña para restablecer el orden. El fascismo, al igual que su hermano mayor el estalinismo, "sólo" completa la obra de la contrarrevolución acabando con un proletariado derrotado. La llamada dictadura siempre llega después de que los proletarios hayan sido derrotados por la democracia, con sus sindicatos y partidos de izquierda. El antifascismo oscurece esta realidad fundamental al identificar el fascismo con las "fuerzas del mal" y reducirlo a una "reacción" a-histórica e "irracional" surgida de la nada. La credibilidad del fascismo en los años 30 se explica por el hecho de que cumplía en parte el programa de la socialdemocracia: "mejora" del "nivel de vida", grandes obras públicas, reducción del paro, etc.

4/ La táctica esencial de todos los frentes antifascistas es pegar ruidosamente la etiqueta de fascista al Estado (véase en Francia la consigna: "CRS=SS"), que tiene el mismo efecto que la denuncia de los partidos que dirigen el Estado. En ambos casos, la crítica al Estado se esconde tras la denuncia de quienes lo dirigen. Más aún, el antifascismo es la promoción y el fortalecimiento de la democracia y, por tanto, de su Estado.

5/ El antifascismo recuerda constantemente las masacres nazis, lo que sirve para justificar esta guerra dándole un carácter humanitario y ocultar así la realidad de que la guerra es una necesidad material del Capital, que le permite liquidar en poco tiempo una masa excedente de fuerzas productivas. Pero toda guerra necesita una justificación para enrolar a los proletarios bajo sus banderas. La lucha contra el fascismo permitió justificar la masacre de más de 50 millones de proletarios con la lucha contra el "totalitarismo". Y sin embargo, incluso si nos situamos en el único terreno del humanismo burgués y pacifista, los campos de exterminio nazis no fueron los únicos "horrores" de la guerra: por ejemplo, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, los bombardeos masivos y asesinos sobre las grandes ciudades de Alemania, las masacres de Setif en Argelia en mayo de 1945 por el ejército francés, el mismo día de "la Liberación", etc.

6/ El desarrollo del Capital lleva a estas dos consecuencias principales: la obediencia de los trabajadores, y por tanto la destrucción suave o violenta del movimiento revolucionario; y la competencia con otros capitales nacionales, y por tanto la guerra. La relación social capitalista se articula en torno a la competencia y a la constitución de naciones que servirán de soporte, de base material para las guerras. Cada nación produce su propio nacionalismo en competencia con su nacionalismo vecino, cada nación tiende a acaparar la cuota de mercado de su vecino. Todo nacionalismo es en esencia imperialista y, en consecuencia, favorece las guerras. Toda nación contiene en su interior las semillas del imperialismo, incluso las llamadas naciones progresistas del "Tercer Mundo": Vietnam, Nicaragua, etc.

7/ El triunfo del Capital nunca es tan total como cuando los trabajadores se movilizan por él creyendo que están "cambiando la vida". Entre la "dictadura" y la "democracia", se trata más bien de dos maneras de encuadrar al proletariado, ya sea integrándolo por la fuerza, ya sea asociándolo a través de "sus" organizaciones: sindicatos, partidos, asociaciones, etc. El antifascismo consecuente consiste en reforzar el Estado, siempre presentado como "democrático", "de derecho",... mientras se vincula al proletariado, "haciendo participar a los hombres".

8/ Para todos los reformistas de la sociedad capitalista, la democracia se concibe como un elemento del socialismo, elemento que ya está presente en el mundo actual. El socialismo sería, en efecto, una democracia total. La lucha por el socialismo consistiría en ganar más y más derechos democráticos dentro del capitalismo, una ideología socialdemócrata que tiene un nombre: gradualismo. El antifascismo siempre llevará a más totalitarismo; su lucha por un estado "democrático" (¡lo es en esencia!) consolida el estado. Para los revolucionarios, el socialismo, el comunismo, la anarquía significa la destrucción total de la relación social capitalista, por tanto de sus clases, de su Estado, de su democracia. No tenemos que mejorar, y por tanto reforzar en última instancia, aquello contra lo que luchamos. El fascismo y el antifascismo forman parte de un todo, son las dos fauces de una misma trampa que nos aplasta.

9/ Cuando los proletarios se unen voluntaria y militantemente al campo de la democracia, del antifascismo, del Estado, pierden toda capacidad de defender sus propios intereses de clase, se desautorizan como clase revolucionaria, destructora de esta sociedad de clases, refuerzan lo que dicen combatir: el Estado. No hay, es decir, no hay más, movimiento autónomo del proletariado desde el momento en que se encierra en el marco estatal.

10/ El movimiento comunista sólo puede ganar si los proletarios van más allá del simple levantamiento (incluso armado) que no ataca al propio asalariado.

11/ La guerra de España sirvió para polarizar a los proletarios de todo el mundo, tanto de los "países fascistas" como de los "países democráticos", en torno a la oposición fascismo-antifascismo, y preparar así la Sagrada Unión de 1939-1945. Fue un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial, como la Guerra de los Balcanes lo fue de la Primera. La burguesía siempre busca formalizar alianzas, polarizar los campos en pugna, hacer que los proletarios se adhieran a sus banderas para dar una base material sólida a su solución que es la guerra.

12/ Al apoyar al Estado existente en su forma "democrática" para impedir que adopte la forma "dictatorial", el antifascismo desarma ideológica y materialmente a los proletarios al falsear y negar el antagonismo que les opone al Estado, el Estado del Capital. El antifascismo entrega así a los proletarios a la represión, al pedir el fin de la lucha contra el enemigo de clase, que está decidido a llegar hasta el final. Esto es lo que hizo, entre otras cosas, durante las sangrientas luchas en Barcelona en mayo de 1937. Es la falta de ruptura de los proletarios y revolucionarios con el antifascismo, y más globalmente con la socialdemocracia, lo que les llevó a la derrota y a la muerte.

13/ Para una franja radicalizada del proletariado, la guerra de España servirá como inicio de la justificación de la (futura) guerra contra el fascismo. Rechazando hasta entonces la Sagrada Unión, incluso contra la Alemania nazi, los proletarios que aún resistían llegaron a aceptarla como el "mal menor" en comparación con la victoria fascista. La gran función ideológica de la guerra de España fue, pues, polarizar a los indecisos en torno a la alternativa "democracia" versus "fascismo", presentada en cada campo como la única respuesta al totalitarismo "plutocrático" o "fascista". Y en 1936, como en 1940 o 1914, seguía siendo la socialdemocracia la que estaba al frente de la movilización de los proletarios para la guerra.

El antifascismo es una fórmula de confusión.

Fascista o antifascista, ¡la dictadura del Capital es la democracia!

La lucha contra el fascismo comienza con la lucha por la revolución social.