jueves, 22 de julio de 2021

El mito del "socialismo cubano"

REVISTA COMUNISMO No.38 (Febrero 1996)
GRUPO COMUNISTA INTERNACIONALISTA


38.1 El mito del "socialismo cubano": el izquierdismo burgués disfrazado de comunismo
38.2 Dinero o socialismo
38.3 Contrarrevolucionarios de ayer, de hoy y de siempre: el P"C" cubano, con Machado, con Batista, con Fidel...
38.4 Parece chiste: el Retorno del Sobrino Pródigo

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Análisis de la actual crisis y revuelta en Cuba desde la perspectiva comunista radical

Proletarios Cabreados
Quito, julio 2021

• Los hechos y sus falsas versiones de derecha y de izquierda
• Las causas coyunturales y sus datos
• Las causas estructurales y sus datos
• Conclusiones y perspectivas de fondo

Texto completo: https://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2021/07/analisis-de-la-actual-revuelta-en-cuba.html [en el mismo enlace, al final del artículo, hay diversos enlaces relacionados]

[Cuba] Primera declaración del Grupo Anarquista de Intervención (GAI)

 Recibido el 16/07/2021 ContraInfo

LANZAMOS ESTA BOTELLA AL MAR
(PRIMERA DECLARACION DEL GAI)

Frente a un país que incrementa el control social; con la invasión policiaca y militar de nuestros pueblos y ciudades; frente al asedio de los esbirros en nuestros barrios; frente al colapso de la mentira discursiva; en medio de la impotencia y la rabia anti-sistema de la juventud que ha perdido el miedo; bajo la amenaza de ser debut y despedida pero sin auto-victimización, nos presentamos en el ámbito cubano, latinoamericano y caribeño, y en general ante nuestrxs hermanxs anarquistas en el mundo.

El GRUPO ANARQUISTA DE INTERVENCION (GAI), lo conformamos cuatrx gatxs que nos hemos asociado libremente. Venimos caminando hace algunos meses. Huyéndole al aislamiento pero también desmarcándonos de toda la muela política y del optimismo democrático pagado que habita en algunos rincones disidentes. Este recorrido ha sido solxs, sin líderes ni dirigentes. Huérfanos de toda tutela o subvención, con la intención de promover acciones de intervención junto a la gente que ha perdido el miedo y de quienes aún sueñan con perderlo. No pretendemos hacerle el juego a ningún grupo político, ni de adentro ni de afuera. Somos apolíticxs. Nuestra propuesta de intervención es crear espacios amplificadores de lucha, conformando una lucha diferente a la actual polarización dicotómica de «izquierda-derecha», «gusanos-revolucionarios», «mercenarios-patriotas», «comunistas-anticomunistas».

Para nosotrxs todas esas palabras son palabras huecas a disposición del discurso del poder, de cualquier poder. Para nosotrxs todxs son la misma mierda demagógica.

Por eso proponemos una revuela generalizada contra todo poder, contra cualquier autoridad, mediante la practica creativa de la lucha y el impulso libertario de todxs lxs espíritus rebeldes que están dispuestos a ponerle punto final a esta dictadura pero que también están dispuestos a no dejar que nadie se encarame en el poder. No luchamos por sustituir a nuestrxs malos opresores por buenos opresores. No queremos malos gobiernos ni buenos gobiernos. Luchamos contra este gobierno y lucharemos contra el que venga. Luchamos por la destrucción del poder; luchamos por la anarquía.

A 48 horas de la explosión social, todxs cuentan su «verdad» de las revueltas, y lxs que no la inventan, tratando de sacarle partido a la lucha de lxs excluidxs. Unxs dicen que fueron unxs cuantos «mercenarixs violentxs», manipuladxs y pagadxs por el gobierno de los Estados Unidos, que agredieron en las calles a los «revolucionarixs», incluso con armas blancas. Otrxs hablan de millones de cubanxs en las calles tomando instalaciones gubernamentales y edificios de radio y televisión, a lxs que se unían en masa militares y policías que se quitaban el uniforme para abrazar al «heroico pueblo». Unxs dicen que lo que nos hizo salir a las calles fue el «bloqueo genocida» impuesto por el gobierno americano.» Otrxs que fue la Covid; la falta de medicamentos y vacunas; los apagones…

La verdad la conocemos lxs protagonistas. Lxs miles de mujeres y hombres de todas las edades, pero mayoritariamente jóvenes, que el domingo pasado nos tiramos para la calle en las 14 provincias, con un grito claro y terminante: «¡libertad!», y «abajo la dictadura», hartos de tanta mentira y demagogia. También muchxs gritaron con gran expectación «Patria y Vida», anticipando el mundo que quieren y disputándole el terreno al nacionalismo necrológico que domina. Otrxs cantaban la vieja consigna chilena que alienta las manifestaciones cotidianas de la izquierda en América Latina.

Las protestas fueron pacíficas. Casi todxs lxs manifestantes estaban dispuestxs a poner primero una y luego la otra mejilla. Casi todxs querían demostrar que la violencia solo la ejercería la policía y los agentes de seguridad del estado. Cuando fuimos atacadxs por los esbirros del régimen, muchxs seguían pidiendo no caer en la provocación de la violencia y se conformaban con gritarle a los verdugos «abusadores» y «asesinos». Pero lxs jóvenes enfrentamos la represión. A las balas respondimos con piedras. Y viramos patrullas y tuvieron que mandarse a correr los pnrs. Por primera vez sintieron el mismo miedo que nos infunden.

En los barrios más calientes salieron a confrontar al estado lxs habitantes de las cloacas del país; lxs pobladores de las franjas marginales que no se ven en el noticiero ni en los afiches turísticos ni en las portadas de cds; lxs que habitan las calles en la noche y malviven acinadxs; los más pobres de los pobres; lxs excluidxs del sistema. Salieron a recuperar su dignidad pero también a satisfacer el hambre. Asaltaron las tiendas en MLC donde nunca han podido comprar. Esa catarsis colectiva se transformó en un potencial libertador porque todxs habían perdido el miedo.

Ahora vivimos una calma chicha. Pueblos y ciudades están militarizados. Se desconoce el número de muertos y heridxs que dejó la represión; el gobierno sólo reconoce un muerto entre lxs manifestantes. Hay miles de detenidxs y cientos de desaprecidxs pero tampoco se conoce la cantidad exacta. Las organizaciones independientes de Derechos Humanos indican que sólo en La Habana hay más de 3000 detenidxs, y que rebasan los 15 000 en toda la isla. Aún no han sido trasladadxs a las prisiones sino se encuentran en los calabozos de las estaciones de policías y en algunas unidades militares mientras los procesan por «vandalismo» y «contra-revolución».

Lxs comunistas son tan cínicxs que acusan «qué mal agradecido son los negrxs con tanto que les hemos dado y todavía protestan»; y desde las altas esferas del partido, hablan del «populacho reaccionario», de la «chusma», lxs «delincuentes», «desadaptadxs sociales» y «sectores marginados», todxs pagados por el imperio.

Nuestro anarquismo hermanxs, lo aprendimos en la calle confrontando el único bloqueo que tenemos; el que los esbirros imponen y nos lo jamamos a pulso en el cotidiano represivo. Nuestro anarquismo nos llegó con el punk y el hiphop latinoamericano. No tuvimos tiempo de leerlo en los libros. Nos nació de las entrañas y desde las entrañas continuaremos promoviendo la anarquía; procurando mantener la guardia en alto; aprendiendo de nuestrxs hermanxs anarquistas chilenxs que nos enseñaron que la lucha no es de un día y que todo los días podemos hacer que viva la anarquía.

Gracias a nuestrxs hermanxs chilenxs, italianxs y españoles que nos han acompañado en el camino y nos han oído, ayudándonos a romper el mito del bloqueo y toda la mierda comunista que también consumen algunxs que se auto titulan anarquistas.

GAI
Julio, 2021

Lista parcial de lxs presxs de la revuelta en el sitio de ContraInfo

Informe semanal de N+1 (extracto)

 
N+1, julio de 2021
Traducción tomada de facebook

Desde hace unos días se están produciendo en Cuba numerosas manifestaciones, expresión, según la televisión y la prensa, de una demanda de democracia. Profundizando un poco más, se descubre que las motivaciones que han empujado a los cubanos a salir a la calle tienen su origen en el empeoramiento de las condiciones económicas, debido al alto coste de la vida, el aumento de la pobreza y las dificultades relacionadas con la pandemia (reducción del turismo). También hay quienes sospechan del posible papel de los servicios de inteligencia norteamericanos en la difusión de la protesta, y/o quienes se sorprenden de que esto pueda ocurrir en la "Cuba socialista" (los izquierdistas de Il Manifiesto titularon un artículo: "Insólita manifestación en Cuba"). Pero más allá de la posible influencia del país de las barras y estrellas, y de las mismas reivindicaciones expresadas por los manifestantes, lo cierto es que en la base del descontento hay determinaciones materiales. Y es en estas situaciones cuando se producen los cortocircuitos antes mencionados: miles de personas que salen a la calle para protestar contra nuevos impuestos o recortes de subvenciones y para exigir más democracia, luego acaban incendiando el parlamento. Son dinámicas que hemos visto muy a menudo en los últimos años.

La polarización de la riqueza y el aumento de la pobreza también están detrás de las violentas protestas que han estallado en algunas grandes ciudades de Sudáfrica. Las manifestaciones y los saqueos comenzaron tras la detención del ex presidente Jacob Zuma, pero se enmarcan en una situación económica muy precaria, agravada recientemente por el Coronavirus. El Líbano también atraviesa una violenta crisis. El país está técnicamente en bancarrota, la población se muere de hambre, y los vídeos que circulan por la red muestran al ejército obligado a abandonar algunos barrios de la capital porque la población les ha hecho retroceder con piedras (y más). En Cisjordania, el asesinato de Nizar Banat, un conocido miembro de la oposición a Abu Mazen, ha desencadenado protestas y manifestaciones en Hebrón y otras ciudades más pequeñas contra la Autoridad Nacional Palestina y su corrupción.

Las palabras de moda de las revueltas pueden ser de lo más dispares, corrupción, dictadura, represión, democracia, coste de los billetes de transporte, impuestos, etc., pero lo que realmente importa es que las masas se pongan en movimiento y se autoorganicen, mientras que las reivindicaciones iniciales de las que nació la revuelta suelen trascender a otra cosa o se abandonan en las calles. En tales contextos, el matón global del capitalismo, EE.UU., no puede eludir su tarea de prevenir y gestionar el conflicto social, utilizando toda la influencia que pueda reunir, pero sólo hasta cierto punto. En el artículo "El caos social y la guerra" (abril de 2011), escribimos que la ola de revueltas iniciada en el norte de África, y "el intento estadounidense de cabalgarla debe leerse como una acción de retaguardia, defensiva, y no como la de unos titiriteros ocultos, propulsores de improbables revoluciones 'de color'".

Disturbios en Cuba: Ni con la “oposición democrática” ni con el régimen castrista. El proletariado cubano sólo tiene una salida: la lucha de clase

Partido Comunista Internacional (El Proletario)
15/07/2021

Desde hace varios días, las principales ciudades de Cuba, especialmente La Habana, viven enfrentamientos continuos entre manifestantes y policía. De acuerdo a la información que proporciona la prensa internacional, que siempre debe ser tomada con cuidado dada la especial tendenciosidad que anima siempre sus noticias sobre Cuba, a las manifestaciones que desde el fin de semana pasado tienen lugar en la isla, el gobierno de Díaz-Canel ha respondido mediante la militarización de las ciudades, ya que la policía no se bastaba para contener a la marea de amotinados. La misma prensa señala que el gobierno cubano se ha visto obligado a reconocer que en los disturbios ha muerto al menos una persona, cuando protestaba delante de una comisaría en la periferia de La Habana. Mientras la represión, a la que el propio presidente Díaz-Canel ha arengado en sus redes sociales, intenta calmar la tensión a base de porras y disparos, el gobierno ha comenzado una serie de repartos de comida en los barrios más desfavorecidos de La
Habana y Santiago a la vez que ha hecho cesar los apagones eléctricos que estaban en el origen de las protestas.

Más allá de estos hechos, la realidad para la mayor parte de la población cubana es que sus condiciones de existencia han caído drásticamente en los últimos años. Los efectos del embargo que Estados Unidos mantiene contra cualquier actividad comercial con Cuba se agravaron con la llegada de Donald Trump a la presidencia porque revirtió todas las medidas de apertura que su antecesor, Obama, había puesto en marcha. Con la victoria electoral de Biden el pasado mes de noviembre, las cosas no han cambiado y las consecuencias de la política de restricciones se hacen notar en forma de carencia de prácticamente todo tipo de bienes de primera necesidad. Pero el embargo norteamericano sólo es una de las causas de la situación por la que atraviesa la mal parada economía cubana. Como es sabido, Cuba depende casi por completo del turismo para subsistir. La crisis de la Covid 19 ha liquidado bruscamente los viajes turísticos a la isla y esto ha implicado la pérdida de una fuente de ingresos de primera necesidad dado que con las divisas provenientes de estos viajes se financiaba la compra de buena parte de los bienes de equipo, especialmente agrícolas, que necesita el país.

Finalmente, el tradicional apoyo venezolano, que vendía a bajo precio petróleo y otras materias primas de primer orden, también se ha visto restringido drásticamente, agudizando la carencia de fuentes de energía que está detrás tanto de la subida del precio de la luz como de los apagones que las grandes ciudades han vivido en los últimos meses.

A la crisis económica el gobierno cubano respondió, en enero de 2021, con una serie de medidas financieras que únicamente lograron agravar la situación de la clase proletaria: el tradicional sistema de dos monedas (peso cubano, de uso normal en la isla y peso convertible, utilizado para el comercio internacional) ha desaparecido, quedando en pie únicamente el peso cubano fijado a una tasa de convertibilidad de 24 pesos por dólar. Con ello se genera una devaluación de la moneda para el sector económico estatal, que es el único en condiciones de importar los bienes necesarios para la vida diaria en Cuba, y por lo tanto una drástica subida de precios de estos bienes. Así, el gobierno “socialista” de Díaz-Canel procedió a eliminar las subvenciones a casi todos los productos básicos. Como compensación, el gobierno incrementó salarios y pensiones hasta en un 450%... una medida del todo inútil cuando existe un problema fundamental de carestía de bienes y servicios y que por lo tanto no mejora el poder adquisitivo de los proletarios cubanos.

Esta situación catastrófica algunos comentaristas internacionales la comparan con lo que supuso en términos económicos el famoso “periodo especial”, es decir la larga década que transcurrió después de que la implosión del bloque del Este dejase a Cuba sin su principal fuente de abastecimiento y su principal comprador en el mercado internacional. Entonces los disturbios del conocido como “maleconazo” en 1.994 y la “crisis de los balseros” en los años posteriores fueron la respuesta que los proletarios cubanos dieron a la crisis económica y social que vivía el país. Una respuesta desesperada, que llevó a la muerte a decenas de cubanos que se ahogaban en el mar Caribe, y que fue rápidamente sofocada dentro del país por una combinación muy conocida de fuerza represiva y persuasión a cargo de los principales líderes del gobierno.

Hoy la realidad es completamente diferente a la de entonces. En primer lugar porque los años transcurridos tanto desde la revolución castrista de 1959 como de la caída del bloque de países del Este en 1991 han contribuido a diluir la ilusión, que tanto pesó, en el supuesto “socialismo cubano”: las medidas económicas, políticas y sociales con las que se salió de la crisis del “periodo especial” han debilitado enormemente la creencia en que gobierno y proletariado cubano marchan juntos hacia el socialismo o, si quiera, hacia la derrota del imperialismo norteamericano.

En segundo lugar porque precisamente esas medidas, que se aceleraron a partir de la llegada al poder de Raúl Castro y que iban destinadas a favorecer una “apertura” de la economía cubana tanto a los mercados internacionales (principalmente al turismo) como a pequeño comercio local, mediante la liberalización de ciertas actividades de compra venta ha provocado un incremento de la polarización social. Por un lado, la casta conformada por la cúpula militar y los líderes del Partido “comunista” que controlan las empresas nacionales no han dejado de reafirmar un poder inamovible que a medida que pierde su ascendente entre las masas debe reaccionar con mayor violencia contra estas. En segundo lugar, una pequeña pero consistente capa de clase media, de pequeña burguesía, enriquecida con la apertura comercial y que ha sido capaz de utilizar la liberalización del comercio para mejorar su posición económica mediante los establecimientos que compran y venden sólo en dólares, etc. Finalmente, una masa proletaria en el campo y la ciudad, tradicionalmente empleada por una u otra rama del sector público, que padece los vaivenes económicos sin ninguna perspectiva de mejora, sin posibilidad de organizarse sindical o políticamente y por supuesto sin poder acceder a las “ventajas” de los espacios de libre comercio que se abrieron durante los últimos seis años

Las revueltas de los últimos días han puesto en juego tanto a esta clase proletaria como a la pequeña burguesía. Esta última se ha visto afectada también con dureza por las medidas financieras del pasado enero, lo cual ha contribuido a acrecentar un enfrentamiento contra el gobierno que maduraba lentamente a través de grupos artísticos, de opinión, etc. como el llamado “movimiento San Isidro”. Es esta clase media la que lanza las consignas de “democracia” y “libertad” o la de “patria y vida” (por contraposición al célebre “patria o muerte”), que se escucharon en las protestas. Todo su interés está puesto en capitanear el descontento social, en lograr ponerse al frente de los proletarios que salen espontáneamente a la calle para imponer sus propias exigencias, que obviamente difieren tanto en lo político como en lo económico de las de la clase obrera. Esta pequeña burguesía, que aspira únicamente a ver reconocido su estatus económico mediante una entrada moderada en las estructuras estatales, que a su vez le permita reforzar ese estatus, es también la coartada de todas las potencias imperialistas europeas y americanas que tienen interés en forzar un cambio de gobierno en Cuba.

Por su parte, la clase proletaria se presenta a la lucha con las manos desnudas. Y esto no sólo porque de nuevo ha puesto su cuerpo desarmado frente a policías y militares, sino porque sobre ella todavía pesa con demasiada fuerza el falso mito del “socialismo nacional” cubano. La presión de más de sesenta años de gobierno de los Castro, líderes antaño de la revolución, y de alineamiento con este gobierno y contra la presión del imperialismo norteamericano, todavía es capaz de evitar que los proletarios cubanos reconozcan en ese régimen capitalista disfrazado de “socialismo” y en ese falso partido “comunista” en el cual se organiza su enemigo de clase, el verdadero enemigo a abatir. Es por ello que, más allá de los disturbios espontáneos, las dificultades que afronta el proletariado cubano para romper con la política de colaboración entre clases que supone la defensa del “Estado socialista” son inmensas: ni sobre el terreno de la lucha económica inmediata, en el cual el Estado controla todas las organizaciones sindicales existentes, ni sobre el terreno de la lucha política, consigue ir más allá.

Pero cada una de estas explosiones sociales, de las que auguramos habrá muchas más, cada una de estas revueltas, contribuyen a mostrar la cruda realidad: en Cuba existe el capitalismo, existe por lo tanto la clase proletaria y existen sus enemigos de clase, la clase burguesa dominante cubana, por reducida que sea, y los estratos de la pequeña burguesía urbana y rural que han desarrollado la función de pegamento social durante el dominio político castrista y falsamente socialista y que, una vez se acabaron las ayudas provenientes de Rusia y de los países del Este europeo a ligados a esta y aquellas del chavismo, se refiere siempre a un protector de más altura, el imperialismo de los Estados Unidos, que no es otra cosa que uno de los grandes enemigos de los proletarios de todos los países. A medida que esta realidad se hace más visible, el mito del “socialismo cubano” se va erosionando y la presión, ideológica y material, que ejercía sobre los proletarios se va debilitando. La importancia de este hecho no tiene un alcance únicamente nacional cubano: el mito de la Cuba “socialista” se extiende mucho más allá de sus fronteras. En primer lugar a América Latina, donde el propio Estado cubano de una manera u otra ha hecho valer este mito para defender sus intereses nacionales y donde ha encontrado siempre un gran arraigo entre la clase proletaria y las masas populares. En segundo lugar al resto del mundo, empezando por España, donde la adhesión, aunque sea en términos “humanitarios” y contra el bloqueo norte americano, sigue siendo una referencia de primer orden para las fuerzas locales del oportunismo político y sindical.

El valor de los motines de los últimos días está, por lo tanto, en son expresión de una fuerza social que tiende inevitablemente a mostrar que la lucha de clase del proletariado, en cualquier país y en cualquier circunstancia, continúa siendo la gran cuestión en el mundo burgués. Que incluso allí donde la burguesía ha tenido que disfrazar su dominio bajo el disfraz del falso socialismo, este tiende a caer a medida que las exigencias de la propia sociedad burguesa, que llevan a crisis periódicas y a fases de miseria cada vez más frecuentes para el proletariado, vuelve a poner la lucha de clase en primer lugar.

¡Contra el falso “socialismo” nacional!
¡Contra las exigencias democráticas de la pequeña burguesía!
¡Por el retorno de la lucha de clase del proletariado!
¡Por la reconstitución del Partido comunista, internacional e internacionalista!