viernes, 21 de enero de 2022

Sobre Kazajstán

Entrevista con una anarquista de Kazajstán: «La gente todavía tendrá la oportunidad de librar al país de un dictador»
Hablamos con una camarada y feminista anarquista de Kazajstán para entender mejor lo que está pasando y entender cómo los activistas locales ven la situación. Cuál es el carácter social del levantamiento, cuáles son sus demandas y formas, quién lidera la lucha armada y qué consecuencias traerán estos hechos para la región.

Declaración sobre Kazajistán de CRAS-AIT
(anarcosindicalistas y anarquistas de Rusia)


lunes, 10 de enero de 2022

[Chile] ¿El triunfo de qué? / Rebelión y castigo

¿El triunfo de qué?
[Sobre las elecciones presindeciales en Chile, fascismo y antifascismo]
22/12/2021
por Julio Cortés 

Rebelión y castigo. Consideraciones acerca de la criminalización del “estallido social” y el proyecto de indulto general a los “Presos de la Revuelta”
[En este artículo se analizan los principales aspectos de la respuesta judicial frente a la rebelión popular de octubre de 2019 en Chile, y en especial los procesos de criminalización de quienes han sido imputados de participar en la comisión de delitos políticos y comunes en dicho contexto. Se hace además un recorrido por el concepto de prisión política y el uso habitual en la historia de Chile de amnistías e indultos luego de procesos de alta conflictividad política y social, centrándose en el efecto “creador de derecho” que tuvo la “revuelta” y los principales contenidos del proyecto de indulto general que se tramita actualmente en el Senado.]
21/12/2021
por Julio Cortés

domingo, 9 de enero de 2022

[Chile] La alegría nunca llegó y el miedo se disfraza de esperanza

Notas sobre el cambio de administración estatal en la región chilena

05/01/2022, Chile
Vamos hacia la vida

I

El pasado 19 de diciembre pasó a la historia y no por pocas razones. Aquella jornada el nuevo presidente electo, la joven ex figura de la burocracia estudiantil, Gabriel Boric, se impuso en el balotaje con una gran diferencia sobre su contrincante José Antonio Kast, un anticomunista y pinochetista recalcitrante que había logrado apoderarse de la primera mayoría en la primera vuelta, y con ello de la representación de la derecha y su pacto “Chile Podemos Más”.

Este logro electoral fue celebrado, en ese sentido, por fervientes demócratas e izquierdistas “críticos” como una verdadera victoria popular, como un triunfo aplastante frente al “fascismo” y como la continuidad de un proceso que desde el estallido de la revuelta en adelante, con Convención Constitucional incluida, viene abriendo el camino para la “dignidad del pueblo chileno”; una actitud que contrasta mucho con la demostrada un mes antes, cuando con pavor estos mism@s demócratas e izquierdistas veían como esta figura del “fascismo” lograba obtener la primera mayoría: una lluvia de lamentos, insultos, memes, amenazas con irse del país y todo lo que el imaginario de izquierda lleva consigo junto al miedo se sumó a las repetidas increpaciones al “pueblo ignorante” y a l@s “fascistas de izquierda”, que gracias a su abstención permitieron —supuestamente— aquel resultado.

Y le agregamos “supuestamente”, pues la reacción frente a este primer resultado fue la que le permitió a Boric su “aplastante” triunfo electoral en segunda vuelta. En efecto, una vez pasada esta primera vuelta, Boric y Kast no dejaron de moverse hacia el centro como naturalmente buscaría cualquier candidato; Boric apelando a la vieja Concertación, cortejando sobre todo a la Democracia Cristiana, con los apoyos explícitos de Lagos y Bachelet, mientras que por su lado Kast se enfocaba en la cuestión de la mujer, desprendiéndose de los elementos reaccionarios extremos que aún generaban anticuerpos en su electorado. Ambos, obviamente, concentrando su discurso en la estabilidad y el orden. Este lobby político junto al uso de la famosa calculadora fue el que mantenía a Boric liderando en las encuestas por un pequeño margen, manteniendo la incertidumbre acerca de la eventual participación de quienes histórica y mayoritariamente se han restado de estos procesos eleccionarios. No hay encuesta MORI para medir esto, pero efectivamente tras la primera vuelta que ponía a Kast en la delantera, y a contra corriente del “giro” hacia el centro de su candidato —que en verdad es la continuidad de la política institucional y policial que siempre ha defendido—, un tedioso vendaval desde la mayor parte de la izquierda se desató en las redes sociales, algunos espacios sociales y calles, con su campaña de apoyo “crítico”: comunidades LGTBIQ+ y feministas institucionales, izquierdistas trasnochados y antifascistas de conciertos, comenzaron la verdadera campaña “contra el nazi” que le dio el triunfo a Boric, un candidato al que nadie quería y famoso por su rol reaccionario, pero que fue capaz de movilizar a sus propi@s adversari@s en base a la caricatura del fascismo —incluso sin tener que mencionarlo—. Boric, sin ningún pelo de tonto, selló con un broche de oro su triunfo en una jornada multitudinaria con la frase “ganó la esperanza sobre el miedo” (cuando en realidad fue el miedo a la ultraderecha pinochetista la que lo hizo ganar, no alguna esperanza general en su ya mediocre programa de gobierno), a sabiendas que su elección cerraba un ciclo y con él se intenta enterrar toda proyección revolucionaria de la experiencia de octubre, o por lo menos, aplazarla lo suficiente por un buen periodo de tiempo.

Por otro lado, y también a contra corriente del pensamiento popular, no fue su “fascismo” lo que le impidió captar más votos a Kast, sino todo lo contrario: la falta de él. En primer lugar, el discurso de Kast no contó para nada con elementos revolucionarios y populares propios del fascismo histórico que pudieran enganchar con algún sector indeciso del proletariado —al cual necesita ganarse para imponerse democráticamente—, y en segundo lugar, no logró trascender el esquema político tradicional aferrándose a su pinochetismo clásico con un carácter claramente burgués, lo que al igual que en las elecciones del Apruebo/Rechazo se reflejó bien, por ejemplo, en el mapa del voto en las comunas del gran Santiago. Esto, al parecer, lo ha sabido leer bien el ex candidato, el cual inaugura una nueva etapa dentro del Partido Republicano el primer día del 2022, presentando públicamente su renuncia a la presidencia del partido, tomando la dirección de su ala social Acción Republicana y llamando a disputar las “muchas zonas y territorios de nuestro país donde la izquierda tiene un predominio y donde por años, nos hemos marginado de ejercer la acción social y política de nuestras ideas”, afirmando de paso que “el debate en Chile sigue centrado en los problemas de la elite y los grupos de presión, alejado de la realidad que día a día golpea a millones de chilenos”.

Sin duda alguna, estas últimas elecciones terminaron conmocionando a todo el país y la artificial y publicitada polarización de la que tanto hablaron los periodistas terminó por movilizar a casi 1.300.000 personas más a las urnas: el voto “antifa” y “antiKast”, de proletari@s que no suelen votar, fue fundamental para que Boric venciera, más que un voto a favor de su programa. En los tiempos de la volatilidad política se pasó de un mes a otro, de una marcada abstención —votó en primera vuelta el 47.33% del padrón electoral— a una participación histórica —55.65% del padrón—, todo esto en medio de debates televisados y ampliamente difundidos, declaraciones, polémicas, funas y des-funas. Basta recordar como Boric, repudiado con justa razón desde su época como burócrata estudiantil en donde asumió un rol desmovilizador en los momentos clave del 2011, pasando por su participación insigne en la firma del repudiado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, y su recordado apoyo al paquete de leyes represivas implementadas en plena revuelta —Ley anti saqueos y anti barricadas—, golpeado, escupido y bañado en cerveza rancia, le ganó a un Daniel Jadue que, adulado por grandes sectores de la izquierda, venía desde hace años preparándose como una de las grandes promesas de la política pre y post revuelta. De esta misma forma, un Kast con capacidad de voto marginal, representante de una ultraderecha que se daba por muerta a no ser de por un par de ex boneheads y viejos pinochetistas sin influencia alguna, logró ganarle al candidato de un oficialismo con aires de renovación (Sebastián Sichel); o un Franco Parisi y el Partido de la Gente, que con su candidatura virtual captó gran parte del electorado y fue también relevante en el resultado final de la competencia al cargo presidencial.

Efectivamente, las últimas elecciones fueron un gran negocio para l@s analistas y periodistas polític@s, y de hecho afloró también en la población misma, todo un espíritu republicano con viej@s militantes y “opinólog@s” de política, expert@s en estadísticas y, sobre todo, usuari@s pretendidamente hábiles en los cálculos políticos a la hora de escoger “el mal menor”. Toda esta ensalada que se presenta ahora como los síntomas de un sistema político en recuperación, como los sanos gestos de un país que vuelve a dialogar, solo expresan en resumen la bancarrota total de la política que desde hace varios años debe recurrir más a figuras televisivas que a polític@s profesionales, y que por ende se encuentra aún más a merced de los criterios del capital mundial; expresa la recta final de un aparato gubernamental con cada vez menos injerencia y más supeditado a los consejos de tecnócratas y asesor@s fieles a los índices macro económicos. Es la crisis en actos.

II

Como es bien sabido, el Covid-19 solo ha acelerado un proceso de restructuración capitalista frente a una crisis de valor y ecológica sin precedentes, con las consecuencias nefastas que recaen sobre nuestra clase y la Tierra. La crisis de valorización del capital –disminución tendencial de la tasa de ganancia capitalista por la sustitución del trabajo humano provocada por la automatización de los procesos productivos– se ha manifestado en tiempos de pandemia de diversas maneras: migraciones masivas, crisis logística en los puertos y en las cadenas de suministro, escasez de suministros tecnológicos, aumento del costo del transporte marítimo, subida de los precios de alimentos, combustibles y materias primas. Con respecto al aumento de los precios, el Banco Mundial indica que ha sido la recesión con el incremento inflacionario más rápido de los últimos 50 años: el aumento de los precios de los combustibles y de las materias primas, ha repercutido  directamente en un aumento de los precios de otras mercancías, y de esta forma, a través de precios inflados, se encubre la disminución real del valor –que representa el tiempo de trabajo socialmente necesario, en constante disminución desde la tercera revolución tecnológica– a la vez que se sigue asegurando una rentabilidad para la clase capitalista en términos de ganancia y renta de la tierra.

En la región dominada por el Estado chileno la inflación se ubicó a fines del 2021 cerca del 7%, lo que implica un marcado aumento del costo de la vida que no escapa a la dinámica mundial y su potencial agravamiento frente a un proceso de recesión más duradero. Sin embargo, esta región presenta una “caja chica” aún solvente y una deuda pública baja, lo que le entrega una mejor situación para hacer frente a la crisis del capital con respecto a otros países de la región latinoamericana. Además Chile, por su posición geográfica, es fundamental para el capital mundial como puerta de entrada de mercancías a través de sus puertos en el Pacífico, y los Tratados de Libre Comercio firmados, como también por los capitales internacionales y nacionales instalados en el territorio, que poseen un marcado carácter extractivista y son altamente contaminantes –megaminería, forestales, agricultura de exportación y salmoneras–, por lo que no deja de ser una buena fuente de negocios para la clase capitalista, mientras generan mayores desastres ecológicos y “zonas de sacrificio”. La destrucción ecológica de suelos, la sequía permanente, y los cambios a nivel climáticos que hemos observados durante la última década han disminuido la productividad de las tierras locales presionando a un alza de los precios de los alimentos: todos ellos son síntomas que indican el carácter demencial del modo de producción capitalista. Por otra parte, la región chilena ha presentado durante el último año una depreciación de la moneda nacional sin precedentes, llegando el precio del dólar a los $872 durante el triunfo de Boric, lo cual haría aún más complejo el escenario inflacionario debido a la fuerte dependencia de esta región al capital internacional, y que recae por completo en la capacidad de nuestra clase de acceder a los medios de subsistencia para nuestra reproducción.

La fase actual de descomposición del capital hace incierto el panorama futuro, una reestructuración sin conflictos es imposible, y como sabemos todo el peso de la crisis recaerá sobre nosotr@s, por saludable que sea la economía chilena hoy, y por ingenuas que sean las aspiraciones de mejorar el capitalismo, el peso de las tendencias destructivas del modo de (re)producción capitalista se impondrán de forma violenta.

III

Ante la expectación e ilusión de una parte de votantes que ven en Boric un cambio en la forma de hacer política, una verdadera inoculación a un sistema en profunda crisis y muy recientemente cuestionado que busca extender su vida de manera desesperada, es lógico preguntarnos qué es realmente lo que podemos esperar del próximo gobierno y, en contrapartida, qué respuesta se puede visualizar de los grupos de izquierda frente al posible futuro escenario.

Como elementos de vital urgencia, se nos presentan dos aspectos fundamentales que constituyen el foco más amplio de interés, expectativa y controversia. Estos son, por un lado, la prisión política y el desarrollo de la guerra social en el Wallmapu, cuyo carácter humano lo transforma en la más amplia contradicción de los principios originales que alguna vez proclamó encarnar el proyecto hoy electo, y, por otra, la galopante inflación que amenaza las bases materiales de cualquier gobierno y que no es otra cosa que un síntoma de la profunda crisis que atraviesa el capital global.

En cuanto a lo primero, se hace fundamental recordar a la propia concentración que se volcó a las calles el domingo 19 de diciembre que vociferó la imperante necesidad de la liberación de l@s pres@s polític@s, específicamente l@s de la revuelta, que cuentan con mayor respaldo social en sus demandas, llamamiento que durante varios días fue enfrentado con evasivas por el presidente electo y que junto con el avance de la lucha mapuche autónoma en el Wallmapu, que en los últimos meses ha significado un recrudecimiento de las medidas represivas, han suscitado el más polémico viraje de los principales ejes del discurso del otrora candidato desde  la primera a la segunda vuelta, que en el interés de salvaguardar la democracia lo han encaminado a develar en su proclama el resguardo del orden público y el camino de la paz como el horizonte del siguiente gobierno, situación que ha tenido como consecuencia incluso las refutaciones con destacados miembros de su coalición, como son Jackson y Siches, que han llegado tarde al desnudamiento de los verdaderos principios que mueve a la política en la democracia.

Por otro lado, pero no menos importante, la creciente inflación y la desaceleración del crecimiento ha llevado al Banco Central a advertir el grave problema de las excesivas expectativas que se enfrentan, aconsejando “moderación fiscal” ante la alerta amarilla de la economía e invitando a reducir la incertidumbre dando confianza al mercado con estabilidad social y política, tornando altamente improbable que existan reformas o contrarreformas significativas. Muy por el contrario, se hace esperable que se perpetúe un Estado subsidiario de carácter focalizado que pueda entregar medidas conciliadoras que no lograrán satisfacer las promesas de estatización de los servicios básicos y derogación de las leyes represivas que formaron parte del entramado de respuestas que buscaron explicar el descontento que vio nacer y resultó de octubre 2019. Lo que, sin ir muy lejos, queda de manifiesto en el cambio que se ha dado al anhelado fin de las AFP –que junto con la educación, salud y vivienda han sido las demandas históricas de los movimientos sociales locales– y que ha sido postergado a un plazo de cuarenta años hacia el futuro según el equipo de Boric.

Es indudable que, ante un eventual escenario de masiva decepción provocada por el sistemático abandono de los principales ejes de campaña que heredó Boric de su experiencia en los movimientos sociales que ignora su propia naturaleza inviable en el marco capitalista,  se buscará apoyo en la izquierda y probablemente la convocatoria a la moderación, la  unidad y el respaldo a un programa que traiciona sus propias raíces muertas invocará a la desmovilización ante una cada vez mayor amenaza de una derecha alimentada del desencanto, lo que hace posible prever el resurgimiento de los llamados a respaldar y proteger al gobierno y, junto con esto, el aislamiento y la criminalización de quienes rechacen este camino por “hacerle el juego a la derecha”, por amenazar el orden público y la paz, que se perpetúan como las directrices de esta ficción de nuevo proyecto de país.

IV

Desde luego, Chile no es una excepción en esta dinámica de contención institucional que le sigue a una profunda ruptura de la continuidad capitalista producida por una intensa agitación social. Además de la brutal represión estatal, la política de cooptación suele acompañarse con el aprovechamiento electoral del descontento generalizado por parte del progresismo y la centroizquierda, siempre en defensa del orden.

Esta es una constante histórica, pero baste recordar lo que ha ocurrido recientemente en Grecia y España, países que han visto el ascenso al poder de distintas fracciones de la socialdemocracia, para refrescar la memoria.

Grecia, a fines de la primera década de este siglo, experimentó grandes movilizaciones sociales. En diciembre de 2008, luego del asesinato del adolescente de 15 años Alexandros Grigoropoulos en Atenas a manos de la policía, se desata una revuelta que encuentra su fermento en la grave situación económica y política del país. A partir de ahí la tensión es constante, y a fines del 2009 estalla la conocida como “crisis de la deuda soberana en Grecia” o “depresión griega”. Organismos del capital y la Unión Europea exigen la implementación de medidas de austeridad, atacando directamente las condiciones de vida del proletariado, el que resiste tenazmente estas políticas. Particularmente, en mayo de 2011 surge el “Movimiento de las Plazas”, en sintonía con la aparición de movilizaciones similares por toda Europa, Medio Oriente y otras regiones del mundo (EEU.U., por ejemplo), ocupando las plazas centrales de las ciudades, y centrado en este caso en el rechazo a la implementación de estas medidas de precarización de la vida. En 2015, una coalición de organizaciones de izquierda formada en 2004, que agrupaba a grupos trotskistas, maoístas, escisiones del Partido Comunista Griego (KKE) y otras variedades de izquierdismo, denominada Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA), logra hacerse del gobierno a través de las urnas —la coalición pasa a conformarse como partido político ante estas elecciones, para optar a los premios electorales que el sistema griego otorga al partido más votado—, marcando un hito en la historia política del país, siendo Alexis Tsipras nombrado primer ministro. Llega al poder prometiendo la cancelación de la deuda pública y la abolición de los programas de austeridad, bajo el discurso de la no subordinación nacional a las medidas impuestas por la UE (a través de la Comisión Europea), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio del “rescate económico” del país. Sin embargo, SYRIZA no logra mayoría absoluta en el parlamento, por lo que forma alianza con el partido de derecha nacionalista y populista ANEL (lo que causa una primera decepción con el reciente gobierno). Posteriormente, en las negociaciones por las medidas de austeridad, el mismo gobierno promovió un referéndum para decidir si se aceptaban o no las condiciones impuestas al país —al proletariado griego, en realidad— para el rescate económico, ganando el rechazo a estas medidas por un amplio margen (con un 61.31%). Sin embargo, se desentendió a los pocos días del resultado y terminó sometiéndose a las exigencias de la troika, que fueron incluso más duras que las que se habían considerado cuando se llamó al referéndum. Finalmente, fue a través de este gobierno izquierdista —por su conformación, situado más a la izquierda que el actual bloque FA-P”C” y sus amistades exconcertacionistas— que las medidas de austeridad impuestas contra el pueblo griego por el capital, y que habían sido férreamente combatidas durante años en las calles, pudieron seguir implementándose, allanando el camino para que hoy sea nuevamente la derecha (Nueva Democracia) la que se encuentre instalada en el gobierno.

En España, con sus particularidades, se vive un proceso que sigue una lógica similar. El movimiento de ocupación de las plazas tiene como referencia precisamente al movimiento de “los indignados” españoles o 15M, que también en mayo de 2011 explotara en el país ibérico. Si bien el contenido de dicho movimiento se encuentra desde un inicio supeditado a un ciudadanismo que exigía “más y mejor democracia”, algunas de sus experiencias van más allá en el cuestionamiento del orden social capitalista. Surge de un rechazo a un sistema político deslegitimado y que se aprecia como agotado, y a una creciente precarización de la vida, que se observa en el progresivo desmantelamiento de políticas de seguridad social a partir de la crisis mundial del 2008 y a la implementación de medidas privatizadoras de corte neoliberal. Este descontento lo intenta canalizar el partido político PODEMOS, que pretende abandonar el eje izquierda-derecha y abrazar aquel que supone como contrarios a la democracia y la dictadura. PODEMOS surge con el discurso de defender y promover una verdadera democracia. Se formó el 2014 y en poco tiempo logró cosechar varias victorias electorales, y desde el 2020 forma parte del gobierno español gracias a un acuerdo con el PSOE —partido tradicional del bipartidismo que era uno de los blancos de las protestas del movimiento 15M—. En esta posición, por ejemplo, han implementado fundamentalmente las mismas políticas frente a la pandemia de coronavirus que casi todos los países, es decir, salvaguardando los intereses de la clase capitalista frente a la vida de las personas, y se han destacado hace unas semanas por ser responsables de la brutal represión a la huelga de los obreros del metal en Cádiz, dulcificada por las declaraciones de algunos de sus portavoces. Y es que, como es lógico, los gobiernos solo pueden defender los intereses del capital, y harán todo lo que tengan a mano para cumplir con tal fin.

La izquierda del capital funciona como agente desarticulador cuando llega a las esferas de poder. Incluso sin quererlo —ni comprenderlo— forman parte de una estructura que no está hecha para defender al proletariado, una estructura que tiene su función en garantizar la supervivencia a largo plazo de las relaciones de explotación. La izquierda se comporta como un medio eficiente para implementar medidas a favor de la acumulación capitalista que encontrarían mayor resistencia si fueran promovidas por otros gobiernos, y reprime tan brutalmente como le sea necesario: en la región chilena, con la llegada de Boric y “Apruebo Dignidad” al control del Estado, no tiene por qué ser diferente.

 

Para PDF imprimible: https://hacialavida.noblogs.org/la-alegria-nunca-llego-y-el-miedo-se-disfraza-de-esperanza

Levantamiento de trabajadores y desempleados en Kazajstán

07/01/2022
escrito desde Rusia

En Kazajstán se está produciendo un verdadero levantamiento popular y desde el principio las protestas tuvieron un carácter social y de clase, ya que la duplicación del precio del gas licuado en la bolsa de gas fue sólo la gota que colmó el vaso de la paciencia. Al fin y al cabo, las protestas comenzaron en Zhanaozen por iniciativa de los trabajadores del petróleo, que se convirtió en una especie de cuartel general político de todo el movimiento de protesta.

Y la dinámica de este movimiento es indicativa porque empezó como una protesta social, luego empezó a expandirse, y los colectivos laborales aprovecharon las reuniones para plantear sus demandas de un aumento salarial del 100%, la anulación de los resultados de la campaña de optimización, la mejora de las condiciones de trabajo y la libertad de actividad sindical. Como resultado, ya el 3 de enero, toda la región de Mangistau quedó cubierta por la huelga general, que ya se ha extendido a la vecina región de Atyrau.

Cabe destacar que ya el 4 de enero los trabajadores petroleros de la empresa Tengizchevroil, en la que la participación de las empresas estadounidenses alcanza el 75 por ciento, se pusieron en huelga. Fue allí donde en diciembre del año pasado fueron despedidos 40 mil trabajadores y se planeó una nueva serie de despidos. Más tarde, ya apoyaron la huelga las empresas petroleras de las regiones de Aktobe y Kazajstán Occidental y Kyzylorda.

Además, en la tarde del mismo día comenzaron las huelgas de los mineros de la empresa ArmelorMittal Temirtau en la región de Karaganda y de los fundidores y mineros de la corporación Kazakhmys, lo que puede considerarse como una huelga general en toda la industria extractiva del país. En ella se plantearon también las reivindicaciones de aumento salarial, reducción de la edad de jubilación, derecho a los sindicatos y a la huelga.

Mientras tanto, el martes, las huelgas abiertas ya comenzaron en Atyrau, Uralsk, Aktyubinsk, Kyzyl-Orda, Taraz, Taldykorgan, Turkestan, Shymkent, Ekibastuz, en las ciudades de la región de Almaty y en la propia Almaty, donde el bloqueo de las calles ya en la noche del 4 al 5 de enero en el choque abierto de los manifestantes con la policía, como resultado de lo cual "akimat" (oficina del gobierno de la ciudad) fue tomada temporalmente. Esto dio a Kassym-Jomart Tokayev motivos para declarar la introducción del estado de emergencia.

Es necesario señalar que en estas manifestaciones en Almaty participaron principalmente jóvenes desempleados y emigrantes internos que viven en los suburbios de la megalópolis y trabajan en empleos temporales o mal pagados. Y los intentos de aplacarlos con promesas, reduciendo el precio del gas a 50 tenge, por separado para la región de Mangistau y Almaty no han satisfecho a nadie.

La decisión de Kassym-Zhomart Tokayev de destituir al gobierno, y luego de destituir a Nursultan Nazarbayev como presidente del Consejo de Seguridad tampoco detuvo las protestas, porque a partir del 5 de enero comenzaron las protestas masivas en los centros de los oblast del norte y el este de Kazajstán, donde no se veían antes - en Petropavlovsk, Pavlodar, Ust-Kamenogorsk, Semipalatinsk. Al mismo tiempo, en Aktyubinsk, Taldykorgan, Shymkent y Almaty, se intentó asaltar los edificios de los akimats regionales.

En el mismo Zhanaozen, los trabajadores formularon nuevas reivindicaciones en su reunión indefinida: la dimisión del actual presidente y de todos los funcionarios de Nazarbayev, la restauración de la Constitución de 1993 y de las correspondientes libertades para crear partidos y sindicatos, la liberación de los presos políticos y el fin de las represiones. El Consejo de Aksakals se estableció como órgano informal de poder.

De este modo, las reivindicaciones y consignas que ahora se utilizan en varias ciudades y regiones se transmitieron a todo el movimiento y se dio un contenido político a la lucha. También se intenta crear comités y consejos para coordinar la lucha.

Al mismo tiempo, las tropas fueron retiradas en Almaty, Aktau y Zhanaozen y si en la provincia de Mangistau todo transcurrió pacíficamente y los soldados se negaron a dispersar a los manifestantes, en la capital del sur comenzaron los disparos, y en la noche del 5 al 6 de enero se introdujeron divisiones especiales que iniciaron una contundente limpieza del aeropuerto y de los bloques ocupados por los rebeldes. Según diversas fuentes, ya hay decenas de muertos por parte de los manifestantes.

 

Tomado de: https://www.facebook.com/ProletariosCabreados

Explosión en Kazajstán: revuelta de trabajadores, jóvenes desempleados, suburbios pobres

06/01/2022
escrito desde Rusia

La renuncia del gobierno a las demandas es sólo la cuarta parte. En Kazajstán, los habitantes de las grandes ciudades salieron a la calle en masa. La rabia fue causada inicialmente por el aumento de los precios del combustible. Desde el 1 de enero, el precio del litro de gas licuado ha aumentado a 120 tenge (0,27 dólares). Los manifestantes exigieron que el precio se redujera a 50-60 tenge (0,11-0,13 $). En respuesta, el presidente de Kazajstán, Kassym-Zhomart Tokayev, dio instrucciones al gobierno para que estudiara urgentemente la situación de las regiones en protesta. Posteriormente, se informó de que el gobierno había accedido a reducir el coste del gas. Pero era demasiado tarde.

Las protestas se convirtieron en un levantamiento. Los manifestantes atacaron los edificios del gobierno. Han comenzado los enfrentamientos Se han incendiado coches de policía en las calles. Los acontecimientos recuerdan en parte a procesos similares en Kirguistán. Los rebeldes -multitudes de miles de residentes de grandes centros- están invadiendo edificios administrativos, es decir, los manifestantes no se defienden, sino que avanzan, la iniciativa está de su lado, donde las batallas se suceden con mayor o menor éxito. Hubo escenas de confraternización de multitudes de insurgentes con los militares y escenas de huida de los militares al acercarse la multitud (Almaty).

Parece que el ejército, compuesto en gran parte por reclutas comunes, no desea enfrentarse a los manifestantes. Además, se grabó un vídeo de la detención de la policía con armas de fuego. En Almaty, las multitudes se obstinan en asaltar los edificios del gobierno local, a veces utilizando armas. Sin embargo, las fuerzas de seguridad que permanecen leales al gobierno también utilizan armas. Según algunos informes, los edificios han cambiado de manos varias veces.

Las protestas y revueltas se extienden por todo el país, por lo que el régimen no puede concentrar todas las fuerzas que le son leales en la capital. Y también porque Kazajistán es enorme.

Otro hecho interesante es que a las protestas asiste la clase obrera industrial, incluida Zhanaozen, donde los trabajadores fueron fusilados por el régimen durante una huelga en el pasado. Todos los insurgentes parecen trabajadores urbanos y rurales ordinarios o desempleados pobres. Grupos industriales enteros se han unido a las protestas. Las fábricas metalúrgicas de Balkhash se han puesto en huelga. Los trabajadores de Mangistaumunaigaz, una de las mayores empresas de petróleo y gas de Kazajstán en la región de Mangistau, también se pusieron en huelga.

Es posible que algunos representantes de pequeñas empresas también participen en los discursos, pero la cúpula empresarial de Kazajstán está de alguna manera conectada con el Estado y los clanes de funcionarios gobernantes.

Sin embargo, ¿cuáles son las opiniones, las ideas de los participantes en la revuelta? Es curioso que los grupos de la oposición no estén presentes en los mítines ni en las giras, ni en las banderas, ni en los eslóganes, ni en los carriles.

Los propios habitantes de Kazajstán dicen que el descontento viene madurando desde hace tiempo. El país tiene enormes recursos naturales, sobre todo reservas de petróleo y gas, pero la mayoría vive en la pobreza, casi sin clase media. La mayor parte de la población está formada por trabajadores mal pagados en los sectores de servicios e industrial. La pandemia también ha influido: en 2020, el PIB cayó un 2,6 %. Es cierto que en 2021 hubo un crecimiento de recuperación (dentro del 3,5 %). La pobreza relativa de la población frente al paño de fondo de la riqueza del país y su élite hace tiempo que molesta. El aumento de los precios de los combustibles fue sólo la gota que colmó el vaso.

La creciente irritación por las consecuencias de la pandemia y los infructuosos intentos de afrontarla también han afectado. El propio Nursultan Nazarbayev, considerado por muchos como el verdadero gobernante del país, también provoca descontento.

Por eso, cuando el gobierno cedió a las demandas de precios más bajos, ya no pudo rebajar el calor de la confrontación. O quizá el hecho de que las fuerzas del orden cedieran ante los manifestantes les ha demostrado que se puede conseguir más, que las autoridades les temen. En las protestas comenzó a difundirse la consigna dirigida personalmente contra Nazarbayev: "¡Shal, ket!" (¡Vete viejo!). Al mismo tiempo, entre los rebeldes prevalecen las reivindicaciones sociales.

En nombre de un determinado Comité del Pueblo, las exigencias se distribuyen de la siguiente manera:
1. La reducción de los precios de los alimentos
2. Bajada de los precios de los carburantes y lubricantes
3. Reducción de la edad de jubilación a 58/60 años
4. Dimisión completa del gobierno
5. Liberación de todos los presos detenidos durante las manifestaciones.
6. Aumento de los salarios de los ciudadanos de a pie.

La lista también incluye demandas de aumento de las pensiones, supresión de las autopistas de peaje y aumento de las prestaciones por hijos. Es significativo que la dimisión del gobierno sólo ocupe el cuarto lugar. El primer punto indica lo que más preocupa a los usuarios de las carreteras: el precio de los alimentos. Y el sexto punto habla por sí mismo, indicando la composición social y de clase de los rebeldes.

El politólogo Kamran Hasanov cree que los sucesos de Bielorrusia y Kazajstán son una especie de primavera árabe en la CEI (Comunidad de Estados Independientes), causada principalmente por la pandemia y la incapacidad de algunos gobiernos para afrontar la situación. Puede que esto sea cierto en parte.

Sin embargo, a diferencia de Bielorrusia, donde el movimiento estaba bajo el control o bajo las condiciones de la hegemonía ideológica de la oposición liberal (''hegemonía cultural burguesa", como diría el pensador italiano Antonio Gramsci), los rebeldes kazajos presentan demandas sobre todo sociales y también rechazan las prácticas de no violencia y la falta de respeto a la propiedad. Cuando los liberales desaparecen del mapa de las protestas, la dinámica cambia radicalmente...

Así, en Kazajstán, vemos un levantamiento espontáneo de la clase social básica: un levantamiento de los trabajadores, de los jóvenes desempleados, de los suburbios pobres. Hoy en día, las capas más bajas de la sociedad no tienen su propia conciencia y organización de clase en forma de consejos elegidos o comités populares. Es decir, las masas no intentan crear sus propios órganos de autogobierno, tomando el control del corazón del mundo (como fue el caso a principios del siglo XX en muchos países). Es poco probable que esto ocurra en un futuro próximo. Aunque lo que está ocurriendo puede dar mucha experiencia a las capas más bajas de la sociedad, difícilmente se espera que surja de un sistema de consejos obreros territoriales y de fábrica, como durante las revoluciones rusa, alemana e italiana de 1917-1921 o durante la revolución de Hungría de 1956.

El futuro próximo de Kazajstán sigue siendo incierto. Si el movimiento no es reprimido, Kazajstán puede enfrentarse a un escenario como el de Kirguistán. Esto significa que las masas abandonarán temporalmente las calles tras la victoria. También significa la llegada al poder, una tras otra, de gobiernos débiles, poco capaces de todo, pero que de vez en cuando ceden a las demandas populares. Sin embargo, es demasiado pronto para hablar de ello.

P.D. En los últimos días, hemos visto una brillante ilustración de la verdadera actitud hacia los valores de la clase dirigente de los más altos representantes de esta clase. El principal patriota nacional de Kazajstán, el presidente Tokayev, invitó a tropas extranjeras a su país (rusas, bielorrusas y armenias) para luchar contra sus propios trabajadores rebeldes y jóvenes desempleados. Y el principal demócrata de la CEI, el primer ministro de Armenia, Pashinyan (él, a diferencia de Tokayev, ganó unas elecciones relativamente justas en su propio país) hizo la primera declaración sobre la intervención de ejércitos de varios estados, incluyendo Armenia, para reprimir la rebelión de las clases bajas allí.
 

Tomado de: https://www.facebook.com/ProletariosCabreados

sábado, 8 de enero de 2022

[Argentina] ¡NO al Pase Sanitario!

Emancipación, 31/12/2021


Desde el 1 de enero de 2022 será obligatoria la presentación del “pase sanitario” por parte de toda persona mayor de 13 años para asistir a determinadas “actividades de mayor riesgo epidemiológico y sanitario” en Argentina.

El “pase” certifica que una persona tiene “un esquema de vacunación completo contra la COVID-19, aplicado al menos CATORCE (14) días antes de la asistencia a la actividad o evento, exhibiéndolo ante el requerimiento de personal público o privado designado para su constatación, y al momento previo de acceder a la entrada del evento o actividad”. Durante el mes de diciembre, el certificado comenzó a regir en distintas jurisdicciones, entre ellas Tucumán (vigente desde el 1/12/2021), Buenos Aires y Santa Fe, entre otras provincias.

La imposición del Estado nacional será (por el momento) para “actividades recreativas”. Sin embargo, ciertas normativas vigentes en algunas provincias afectan derechos ciudadanos básicos que bien podrían nacionalizarse. Así, en las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe el pase sanitario se exige para realizar “trámites presenciales ante organismos públicos provinciales”. Además, en la provincia de Buenos Aires el pase se debe presentar para realizar trámites presenciales ante “organismos municipales” y “entidades privadas” (se exige para cobrar la jubilación por ventanilla bancaria, por ejemplo) y deben tenerlo, para poder trabajar, “trabajadores que realicen atención al público, ya sea de entidades públicas o privadas”; la normativa bonaerense estipula que en el futuro “se puede ampliar en función de la evolución de la situación epidemiológica, el avance de la vacunación y a decisión de las autoridades sanitarias, por lo que oportunamente podrán ampliarse las actividades para las cuales sea necesario contar con el ‘PASE LIBRE COVID’”.

El pase sanitario tiene por objetivo inmediato forzar la inoculación de quienes aún no lo han hecho y completar el esquema de vacunación de las personas a las que se les aplicó una sola dosis de la vacuna.

No obstante, al hacer un repaso rápido vemos que el 80% del total de la población argentina tiene aplicada al menos la primera dosis y el 70% ya completó el esquema de vacunación (y el 90% de las personas mayores de 50 años completó dicho esquema), números que constatan que la inmunización por vacunación (sin contar la obtenida por contagio) es elevada. Recordemos que la vacuna no impide el contagio y propagación de la enfermedad, por lo que hay legítimas dudas sobre su pretendida eficacia a la hora de contener la nueva “ola de contagios” que acontece en la actualidad.

En Argentina tampoco estamos en presencia de un importante movimiento “antivacunas” y nos hallamos muy lejos de una “epidemia de conspiranoia”, a pesar de su presencia inflamada en la esfera virtual de la realidad social. Y tengamos en cuenta que ninguna vacuna completó la totalidad de las fases de desarrollo, que la industria farmacéutica legalmente no se hace cargo frente a posibles eventos adversos producidos por las vacunas y que ningún Estado asume dicha responsabilidad ante la población. Adicionalmente, no podemos dejar de mencionar las arbitrarias e incoherentes decisiones estatales que contrastan con la atemorizante información pública brindada desde el comienzo de la “pandemia”. Así, por ejemplo, el 5/10/2021 el presidente Alberto Fernández dijo en un acto público que “la pandemia ha pasado”; sin embargo seis meses antes, el 14/4/2021, al anunciar la imposición del toque de queda en todo el país, el peronista Fernández afirmó: “el virus nos está atacando y lejos está de ceder”. Más aún: hacia octubre de 2021 el gobierno nacional comenzó a fomentar fuertemente el tránsito con fines turísticos en todo el país, y la apertura de bares y de espectáculos en lugares cerrados luego de un año y medio de machacar insistentemente con que no sólo los boliches y teatros eran focos de infección sino hasta las escuelas (¡incluso las prácticas deportivas al aire libre estuvieron prohibidas durante ocho meses seguidos!). Aun así, quien en 2021 se contagió de coronavirus pese a haber completado el esquema de vacunación (dos dosis) y en 2020 hizo festicholas en recintos cerrados de su residencia presidencial mientras la mayoría de la población no estaba vacunada y tenía prohibido reunirse con sus seres queridos, daba cátedra de comportamiento cívico… ¿No es previsible y lógico que un sector de la población desconfíe ya no de las vacunas sino de toda la parafernalia de “cuidados” frente al SARS-Cov-2?

Este festival de informaciones y contrainformaciones incoherentes y contradictorias alrededor de medidas de “cuidado” es posible gracias a la imposición de esta suerte de “Estado de excepción” vigente no sólo en Argentina sino en casi todo el mundo que suspende y restringe el ejercicio de derechos ciudadanos básicos. Y es en este contexto donde el Estado logra imponer el “pase sanitario” como dispositivo de control social. El pase sanitario no responde a ningún criterio médico-epidemiológico sino a fines políticos. Mientras la imposición estatal se dirige al grueso de la población, ubicando la responsabilidad en cada una de las personas que “no se cuidan y nos ponen en peligro a todos”, se omiten considerar los verdaderos problemas que puso en evidencia la “pandemia” y se bloquea toda discusión pública al respecto.

Mientras el Estado nacional impone el pase sanitario, el sistema de salud sigue igual de insuficiente (y en ciertos lugares del país inexistente), el hacinamiento habitacional que facilita el contagio por patógenos sigue siendo igual que hace 100 años atrás y, más aún, la forma de relacionarnos entre personas se deshumaniza cada vez más y nuestro vínculo con la naturaleza se degrada a pasos agigantados…

El “pase sanitario” que se está imponiendo en Argentina y otros países del mundo además de servir a su objetivo explícito e inmediato (fortalecer un ritmo de vacunación que, como ya dijimos, en Argentina es acelerado aun sin la existencia del “pase”, debido en gran parte al miedo a la muerte inscrito en el cuerpo colectivo desde el inicio de la “pandemia”) es también una modalidad —democráticamente disfrazada— de amplio control social que apunta tanto a controlar el movimiento poblacional entre ciudades, países y continentes como a reforzar el aparato represivo en tanto herramienta de intervención sobre la sociedad civil; síntomas, todos estos, de la crisis capitalista. Otro síntoma es la propia “pandemia” y sus explicaciones ligadas al arrinconamiento civilizatorio de los biomas.

Rechazamos la imposición del pase sanitario y defendemos las libertades pisoteadas por los gobiernos nacional y provinciales. Al mismo tiempo señalamos que es necesario abolir estas relaciones sociales entre cosas para entonces poder relacionarnos socialmente entre personas. Abolido este mortuorio mundo burgués iremos hacia la vida: al comunismo anárquico.

¡Abajo el “pase sanitario” en Argentina y en todo el mundo!
¡Libertad de reunión, de circulación y de movimiento!