sábado, 23 de abril de 2011

Carta de Martino desde la prisión de Dozza

¡Terrorista es quien encarcela y deja caer bombas, no lxs que luchan contra ellxs!
Mi nombre es Martino, soy uno de lxs anarquistas detenidxs en Bolonia el 6 de abril a consecuencia de una nueva ola de represión orquestada por el Estado: una operación que llevó a la detención de cinco compañerxs, la expulsión de otrxs 7, un gran número de búsquedas (llevado a cabo simultáneamente en diferentes ciudades) e incluso el secuestro del espacio de documentación Fuoriluogo (que pasó de ser un hogar donde radicales textos críticos se distribuyen y que organiza cada semana eventos públicos, a ser una fortaleza inexpugnable de lxs terroristas), en una investigación en el que había trabajado el fiscal durante mucho tiempo y que, después de algunos ataques anónimos se produjo en la ciudad en una semana contra IBM[1], ENI[2], Emil Banca[3] y la Lega Nord[4], decidieron que era hora de seguir (aunque en el resumen de documentos que se entregó en el momento de nuestra detención, no hay ninguna referencia a estos hechos, con buena paz para los periodistas reaccionarios).

En un clima de linchamiento mediático destinado a intimidar a las muchas personas se unan a la lucha en la que lxs anarquistas están comprometidxs debido a la "tierra arrasada" en torno a ellxs (que con Maroni[5], anunció su descenso mortal en la ciudad) la detención de una persona era necesario.
Debido a que la policía está y ha estado ahí, todo está bajo control.

Somos lxs mismos de siempre: todas las expresiones de disidencia no recuperable debe ser desvirtuada, circunscrita a una "guerra privada" entre el Poder y sus enemigxs declaradxs, para calmar su trayectoria social y contrarrestar su potencial.

Como si, restando a lxs anarquistas, en este mundo de comodidades habrían sujetxs dóciles convencidxs de que viven en el mejor de los mundos posibles.

Sin embargo, observen que en el mundo en que vivimos, no hay necesidad de ser unx de lxs subversivxs: desde la inminente amenaza nuclear a la guerra de ocupación en Libia en el extranjero, la militarización sentencia a prisión a lxs inmigrantes en sus propias casas... la catástrofe diaria de la sociedad mercantil es sufrida por todxs.

En un momento en que la oscura resignación, que con demasiada frecuencia se cierne sobre la costa norte del Mediterráneo, está iluminada por las insurrecciones que inflaman la costa sur.

En un momento en que la OTAN emite un informe (Operaciones Urbanas en el año 2020) en donde sus analistas prevén escenarios para el año 2020, en los que se utiliza masivamente el ejército para sofocar las revueltas en los suburbios pobres de las grandes ciudades occidentales.

En tiempos de crisis, no debe sorprendernos que la propagación del ideal anarquista (especialmente si es defendido por individuos que no esperan con las manos juntas por la futura llegada de una humanidad federada y libre sino que, al contrario, luchan aquí y ahora poniéndose ellxs mismxs en juego) perturba los sueños de quienes mandan.

En realidad, cuando se ve claramente, en una sociedad como ésta la única "función" que es éticamente aceptable es la del enemigo interno:
-Yo no quiero ser cómplice de una sociedad que destruye la tierra en la que vive.
-Yo no quiero ser cómplice de una economía que, para sobrevivir, tiene que seguir las guerras y reducir al hambre a poblaciones enteras
-Yo no quiero ser cómplice de lxs guardias que raptan y asesinan en los cuarteles, en el CIE[6], en las comisarías y en las cárceles.
-Yo no quiero ser cómplice de una sociedad que desarrolla la nanotecnología y la modificación genética con el fin de controlar la vida y doblar los requisitos de su rentabilidad.
-Yo no quiero ser cómplice en el racismo de la caza de inmigrantes, la prisión que espera a quienes no se someterán a las leyes de un país donde los gobiernos pueden cambiar, pero siguen siendo las cámaras, palos y alambre de púas.
-Yo no quiero ser cómplice de la hipocresía religiosa y del turismo sexual que, a menudo, es su contraparte.
-Yo no quiero ser cómplice de la masacre en curso de millones de animales criadxs y engordadxs para servir de comida en la industria que envenena y mata de hambre, o para probar los productos y acceder a nuevos mercados (incluso si esto significa la invención de nuevas enfermedades para patentar nuevos medicamentos).

Por el contrario, saludo y abrazo a lxs que luchan contra todo eso: la solidaridad con lxs compañerxs de prisión en Italia, Suiza, Alemania, Francia, Grecia, España, Chile, Argentina, México y Estados Unidos, con lxs mapuche en lucha por su tierra, con lxs Freedom Fighters[7] en el Delta del Nigeria[8], la insurgencia en el Magreb y la lucha de todxs los que no conocen o no el nombre.

Gracias por la gran solidaridad mostrada hacia mí y lxs otrxs detenidxs[9].

¡Siempre de la parte de aquellos que, aplastadxs por un pesado cielo, optan por provocar la tempestad!
¡Cada vez más lúcida! ¡Cada vez más furioso! ¡Siempre con la frente en alto! ¡Siempre con rabia!

Por la anarquía,

# Martino Trevisan. Abril de 2011



Notas:
[1] International Business Machines (Máquinas Internacionales de Trabajos). IBM es una empresa multinacional estadounidense que fabrica y comercializa herramientas, programas y servicios relacionados con la informática.
[2] Ente Nazionale Idrocarburi (Empresa Nacional de Hidrocarburos) es una empresa italiana de energía eléctrica. Usa petróleo, gas natural y petroquímica.
[3] Emil Banca Crédito Cooperativo es un banco italiano que se especializa en préstamos.
[4] Lega Nord (Liga Norte) es un partido político italiano que cuenta explusivamente con el apoyo político del norte de Italia y es el máximo exponente del nacionalismo padano (que consiste en la lucha por la autonomía de varias regiones de Italia). Políticamente pertenece al populismo de derecha.
[5] Se refiere a Roberto Maroni, segundo al mando de la Lega Nord.
[6] El Centro di Identificazione ed Espulsione (Centro de Identificación y Expulsión) es el ente xenófobo italiano encargado de regular la inmigración.
[7] Luchadores de la Libertad, en inglés.
[8] El Delta de Nigeria es una región densamente poblada en el sur de Nigeria.
[9] Se refiere a lxs demás arrestadxs en los allanamientos: Robert Ferro, Nicusor Roman, Stefania Carolei y Pistolesi Anna Maria.

jueves, 21 de abril de 2011

LLAMADO A LOS QUE LUCHAN EN KURDISTAN Y EN IRAK

Las manifestaciones en todas las ciudades y pueblos del Kurdistán son la expresión directa de la rabia contra la explotación y el Estado y es el resultado de la crisis social y la contradicción entre el trabajo y el capital. Estas luchas no están aisladas con respecto a la cadena de manifestaciones y levantamientos que se sucedieron en Grecia, Francia…y luego Tunes, Egipto, Libia…y el resto del mundo. Es el principio de la eclosión de la revolución internacional, que ahora toca el Kurdistán. En este sentido los explotados de Kurdistán asumen levantándose aquí que se trata de la misma clase que lucha en todas partes. Esta lucha le da continuidad a la lucha revolucionaria de nuestra clase iniciada en otras partes. Sin ninguna duda esta lucha es la misma contra el Estado en todas partes y crea en todos los Estados pánico e inestabilidad.

Contra ello el enemigo trata de desviar la lucha y trata de preservar el orden en los centros decisivos Arbil, Dujok y Kirkuk, para lo cual

- Rodean Sulemenania cercándola con fuerzas militares especiales traídas de otras partes, para dificultar la expansión de la protesta

- Crean en el centro de la ciudad en la “plaza de la liberación” un verdadero centro de permanentes celebraciones adonde se repiten día y noche eslóganes patrióticos

- Llaman a las reformas y al civismo de la sociedad.

- Tiran lacrimógenos contra las manifestaciones y denuncian a los que hacen saqueos así como los que denominan “terroristas armados por el extranjero”, lo que por supuesto es falso.

- Y además reactivan la putrefacta ideología de la “liberación de Kirkuk” para fomentar el patriotismo kurdo.

Por lo que sabemos en aquellos países, el movimiento comenzó también en base a pequeñas expresiones locales y con poca gente; pero luego la dirección fue cambiando y el movimiento se fue haciendo potente dando a su vez a los explotados fuerza para romper el muro del miedo y miles de militantes y luchadores proletarios salieron a la calle para atacar al Estado. La clase dominante sabe bien que este movimiento está sonando la alarma de su propia muerte, por lo que hacen todo lo posible para separarnos para individualizarnos, dividirnos por categoría, dispersarnos, para evitar que las manifestaciones sigan generalizándose. En esta determinación todas las fracciones dominantes con la ayuda de los medios de comunicación y los colaboradores del Estado (escritores, los profesores universitarios y todos los que en público hablan en nombre del Pueblo y que en forma secreta se reúnen con los represores) buscan defender el parlamentarismo para destruir el movimiento revolucionario. La clase dominante utiliza el terror, el asesinato, las detenciones, desapariciones …por un lado y como no es suficientemente efectivo van a buscar las jetas más representativas (como los religiosos, políticos reformistas…) que hacen siempre un discurso sobre la “fragilidad del Estado kurdo”, haciendo la apología de la “nueva y joven experiencia que hay que preservar”. ¿Qué tipo de experiencia es esa que nos extrae la vida entera y nos pide en nombre del Estado capitalista que nos callemos y que no nos rebelemos? Le respondemos, ustedes son parte del Estado mundial, nosotros formamos parte de esta situación revolucionaria que asumiendo su propia experiencia, estalla en todas partes y que, jalón tras jalón, va ganando victorias contra el capitalismo mundial, incluido contra el propio Estado en Kurdistán. El Estado intenta pacificar y ciudadanizar la lucha, así te piden que expliques en las cámaras de televisión que no se quiere ningún otro cambio que tal o cual reforma, nuevas elecciones y cambiar este gobierno por otro. Lo que tienen miedo es justamente que la lucha contra el Estado se generalice en toda la región.

Repetimos, declaramos nuevamente, debemos organizarnos nosotros mismos apoyándonos entre nosotros mutuamente, en una comunidad de lucha, esa es la única manera de vencer, esa es la única manera de destruir esta sociedad inhumana

¡Viva la revuelta proletaria en todas partes!.

¡Abajo el sistema del trabajo y el Estado!

¡Vamos por la revolución comunista!


# Grupo Comunista Internacionalista http://gci-icg.org/
# Kurdistan 28/2/2011

LA OLA DE LUCHAS LLEGA AL KURDISTAN

Al mismo tiempo que las insurrecciones revolucionarias de Egipto, Tunes, Yemen, Baréin, Jordania, Irán y toda la región, la ola de luchas se manifiesta en Kurdistán y otros sitios de Irak. Es la ruptura común y violenta contra la explotación y muestra la fuerza de nuestra clase en el proceso de liberación. Es una ola internacional de lucha que resulta de la acumulación y de la profunda agudización de los problemas sociales, que el Estado capitalista se muestra incapaz de solucionar. Esa es la debilidad que tuvo el Estado para cerrarnos la boca-.Por eso pudimos expresarnos sin que nos la tapen con otra zanahoria.

En Sulemania se atacaron los centros políticos del Estado. Las pedradas tiradas contra las sedes de los partidos políticos son parte de la acción actual del proletariado internacional. El Estado al arrestar a los manifestantes y disparar contra los combatientes vuelve a adoptar el terrorismo de Estado de siempre, como el que aplicó en Piramagrun y Hallabya. Pero mientras aquí se reprime, nos llena de alegría que las manifestaciones se generalicen en el centro y sur del país (Bagdad, Bashora, Kut, Wasset…) que reventaron la paz social y desestabilizaron el Estado, aterrorizando a importantes miembros del mismo.

Esas expresiones de lucha no tienen nada que ver con la oposición burguesa como “Cambio” (nuevo partido constituido sobre la base de la izquierda del partido de Talabani-PUK-NDR) y las fracciones islamistas. Por el contrario todos estos partidos se encuentran unidos contra el movimiento junto al Gobierno Kurdo y contribuyen a su represión, lo que ni siquiera niega Cambio, que se limita a llamar a la paz social por reformas.

El Estado llama a los manifestantes “subversivos”, ”extranjeros”, “ladrones” negando la profundidad social del movimiento, como siempre lo ha hecho. Para enfrentar esta ideología estatal debemos:

- Organizarnos nosotros mismos, concentrar nuestras fuerzas para generalizar el movimiento a todas partes conectando todas las partes de Irak y crear comités revolucionarios.
- Armar el movimiento contra el terror de Estrado
- Tomar los centros de los partidos políticos del Estado y quemarlos
- Llamamos a los pobres dentro de esos partidos a romper con ellos y venir, con sus armas, a unificarse a nosotros
- Llamamos a declarar la huelga general, a que no se trabaje en ninguna fábrica ni oficina, ni administración estatal.
- Escupamos contra los medios de difusión burguesa, reventemos sus máquinas de fotos y filmadoras.
- No concentremos las manifestaciones en un solo lugar porque facilitamos el trabajo de los represores.


# Grupo Comunista Internacionalista http://gci-icg.org/
# Kurdistan 19/2/2011

jueves, 14 de abril de 2011

¡CONTRA LA DICTADURA DE LA ECONOMÍA! - ¡VIVA LA REVUELTA INTERNACIONAL DEL PROLETARIADO!

¿Cuál es la diferencia entre las revueltas que estallan en Mundo Arabe y las revueltas anteriores en América Latina o la de Grecia o los barrios pobres de Francia? ¿Qué diferencia puede haber entre la lucha de los proletarios en Argelia, Tunes, Egipto, Yemen, Libia, Bahréin, Siria, o con la de Bolivia o China? No hay causas diferentes, no hay enemigo diferente, no puede haber perspectiva diferente. Si la revuelta proletaria estalla en forma separada es por la capacidad (cada vez menor) del capital mundial de atacar paquete por paquete al proletariado, en base a la dosificación de los planes de austeridad, en función de los consejos de los aparatos de contrainsurgencia y también por la incapacidad organizativa del proletariado de coordinar su propia lucha.

Los medios de falsificación de la opinión pública han hecho lo imposible para ocultar la revuelta proletaria generalizada en todo el mundo árabe. Para la burguesía, la perspectiva de que su dominación internacional sea desestabilizada no es una ficción: a cualquier precio se intenta evitar que la lucha sea un ejemplo para los otros proletarios del mundo. Todo debe ser presentado como diferente, salvo la mistificación democrática que sería un paraíso para todos. La lucha social, que estamos viviendo en una parte cada vez mayor del planeta, no es sólo una lucha contra tal o cual dictador, no es una lucha por imponer tal o cual secta religiosa o por más o menos democracia, sino bien por el contrario, es una profunda revuelta social contra el capitalismo mundial, que condena a una parte siempre mayor de seres humanos a soportar toda la catástrofe de este sistema social.

Los aumentos de precios de todos los cereales, de las legumbres, de la carne…volvieron a generalizarse a fines del 2010 y principios de este año. Las revueltas en Tunes, en Argelia, Egipto, Palestina, Irak, Libia, Siria… son, antes que nada, revueltas de la misma clase social y por las mismas razones. La supervivencia es mucho más difícil, la lucha contra una mayor opresión capitalista es una necesidad. Es esa identidad de necesidades y perspectivas lo que más se busca ocultar con las ideologías de “revoluciones democráticas” y/o religiosas.

Claro que la revuelta ataca frontalmente a la dominación política burguesa formal de tal o cual país, tal o tal monstruoso dictador y que es normal que las fracciones burguesas de oposición tratando, de terminar la revolución lo antes posible, griten a la “revolución democrática” o determinen que el objetivo de la misma sea sólo la liquidación de tal o cual tirano.

Nada más normal que la sublevación proletaria se estrelle primero contra los opresores de su propio Estado. Nada más normal que, cuando no basta el terrorismo de Estado, la burguesía como clase mundial deje caer a quienes siempre había apoyado. Pero, más allá de la liquidación de tal o tal odiado jefe de Estado, lo que hace de las diferentes revueltas una sola lucha mundial, es esa lucha fundamental por la supervivencia, por la vida, contra el mundo del capitalismo y contra la consecuente dictadura del mercado y la ganancia. Lo importante no es lo que figure en cada bandera o consigna, sino que esa negación de tal o tal personaje contenga, al mismo tiempo, la negación del mundo capitalista y que el proletariado en otras latitudes se reconozca en esa misma lucha.

Saludamos el ataque de los proletarios contra los bastiones y símbolos de cada una de las dictaduras regionales, contra cada uno de los tiranos, de los torturadores. Pero dentro de ese ataque reafirmamos la universalidad de esa lucha, que surge de la contradicción general entre capitalismo y humanidad, entre capital y la tierra, entre la pervivencia de este sistema social y la necesidad de la especie humana de destruir para siempre todo el sistema social mundial.

Si, se trata de luchar contra la dictadura, pero no contra tal o cual dictadura política particular, sino bien por el contrario, contra la dictadura social y general del capitalismo.

¡Viva la lucha contra todos los dictadores!

¡Viva la lucha contra la dictadura social y mundial del capital!

La fabricación ideológica de las “revoluciones democráticas” no es evidentemente, sólo una cuestión ideológica. Las banderas que las compañías de información levantan, y con las que se dirigen a las masas en revueltas, son a su vez los límites del movimiento mismo del proletariado. Además, todas las agencias de seguridad, las fuerzas militares, y las estructuras de espionaje y de sabotaje actúan prácticamente para transformar esas profundas revueltas sociales en meras luchas políticas entre fracciones burguesas, entre potencias imperialistas. Frente al proletariado mundial, especialmente cuando este reafirma su perspectiva revolucionaria internacional de destruir el capitalismo mundial, la burguesía internacional tiene como única perspectiva la desestructuración de esa fuerza canalizándola en polarizaciones interburguesas, interimperialistas.

Es a esa realidad que obedecen las acciones militares bajo la dirección de los Estados Gendarmes en Libia. No sólo quieren apropiarse el petróleo libio y tienen intereses particulares como fracciones burguesas. Su acción sigue teniendo el mismo objetivo que el de Gadhafi: ¡liquidar la revuelta proletaria! ¡Alinear a los combatientes en uno u otro bando imperialista!

LA LUCHA DE LOS PROLETARIOS EL MUNDO ÁRABE, ES NUESTRA LUCHA.

EL ENEMIGO ES EL CAPITALISMO Y LA DICTADURA DEL MERCADO MUNDIAL.

EL OBJETIVO ES EL MISMO EN TODAS PARTES: ¡REVOLUCIÓN SOCIAL!

¡DESTRUCCIÓN DEL CAPITALISMO Y EL ESTADO!

# por Grupo Comunista Internacionalista www.gci-icg.org
# Marzo de 2011

miércoles, 13 de abril de 2011

Dos revueltas: Túnez y Egipto 2010-11


[se publica a continuación un análisis, mas que un panfleto sobre este tema, del cual es tan complicado encontrar información por fuera de los medios masivos de propaganda del Capital]



El mundo árabe contiene el aliento y mira hacia Egipto. La lucha que allí está a punto de desplegarse prefigura el resultado de las luchas que quizá surjan pronto por toda la región. Una derrota del levantamiento egipcio, sea a manos de los militares o a manos de los islamistas, se traduciría en una derrota para los levantamientos ya en curso, en Libia, el Sudán árabe, Yemen y Argelia. Determinará lo que salga de ellos de un modo u otro.


1. En Egipto las cosas han llegado a un punto en el que hay claros indicios de descomposición revolucionaria y reorganización de la sociedad.

La odiada policía casi se ha desintegrado, se ha retirado de la calle, no se la veía por ninguna parte. Esta asombrosa observación, que nadie pudo pronosticar y que topó con la incredulidad y la desconfianza de los manifestantes, no es indicio de la relativa fuerza de estos últimos —en términos militares— sino de la debilidad interna de la policía.

Dicha fuerza se mostró medianamente fiable mientras se vio a los manifestantes como gente de clase media con formación universitaria. Parece ser que esta noción se vino abajo cuando personas de los estratos inferiores de la sociedad, tras algunas vacilaciones, comenzaron a interesarse por su lucha y salieron a la calle a apoyarles.

La policía, compuesta en su mayor parte por gente de esos estratos inferiores, parece haber titubeado instantáneamente frente a un levantamiento que en gran medida ha demostrado ser proletario.

La desaparición de la policía de la calle, y la oleada instantánea de saqueos que le siguió —según la mayoría de los egipcios organizada por la propia policía— provocó una respuesta de las masas: empezaron a organizar comités de barrio dedicados a salvaguardar a la población y a organizar su defensa, tanto contra el Estado como contra las bandas.


2. Otra forma de autoorganización cobró existencia de un modo muy parecido: comités de fábrica obreros, al menos en los bastiones industriales, donde los trabajadores se unen para defender (lo que podríamos traducir como: ocupar) su lugar de trabajo y organizar una huelga general. También partió de estos círculos el intento de formar sindicatos independientes.

Estos acontecimientos son significativos en la medida en que en esta fase ya no existía el control estatal sobre partes de la vida social. A la gente se le dio la ocasión, y la obligación, de organizarse a sí misma.

Parece que si hay un criterio que defina a la social revolución frente a la mera revolución política, es éste. Lo que ahora estamos presenciando en Egipto es una auténtica revolución social.

A juzgar por cómo fracasó la revolución iraní en 1979, ya se puede deducir que existe un peligro profundamente arraigado en la doble estructura de esta autoorganización nueva y espontánea. Las dos ramas, si se quiere, podrían tender a tomar rumbos divergentes porque representan necesidades completamente diferentes y obedecen a una dinámica totalmente distinta; y eso podría acabar utilizándose para arruinarlas.

En 1978-1979, los comités de barrio, los komiteha, acabaron bajo la influencia de los clérigos islamistas y sus seguidores porque en esos círculos tenían muchos seguidores y muy devotos, temerarios y organizados, que no estaban dispuestos a respetar las reglas de la democracia revolucionaria, y que decidieron aplastar a sus adversarios. Más tarde, su brazo armado se incrustó en lo que acabaría siendo la organización pasdaran, de una forma muy semejante al modo en que Feliks Dzershinsky creó la Cheka a partir de lo que quedaba de los comités militares de los soviets locales, tras purgarlos de todos los no-bolcheviques y convertirlos en un mero instrumento.

Por otra parte, los consejos obreros fueron controlados poco a poco por grupos leninistas y populistas de izquierda que redujeron la trascendencia y el impacto potencial de estos consejos a la condición de un mero instrumento político; cuando llegó el momento en que los islamistas se volvieron contra los obreros, toda su organización cayó en cuestión de meses.

Así fue cómo la autoorganización del proletariado sucumbió ante la contrarrevolución islamista.

Estas dos ramas representaban dos tendencias diferentes, y en última instancia servían a dos clases distintas: los comités de barrio representaban cada vez más a lo que podría llamarse una pequeña burguesía, y los consejos de fábrica al proletariado industrial. No había ninguna organización, sin embargo, capaz de ocuparse de la organización de la sociedad posrevolucionaria en su conjunto; la democracia insurgente, nacida de la necesidad de autodefensa, demostró su parálisis, y en última instancia fue incapaz de hacer frente al enemigo.

En estos momentos no vemos qué podría ayudar al levantamiento egipcio a evitar este escollo.


3. El ejército egipcio no parece saber si volverse contra Mubarak o contra el levantamiento. Ha entrado en las ciudades, donde fue vitoreado por la multitud, que lo acogió como contrapeso a la detestada policía; hasta el momento se ha abstenido de reprimir al pueblo insurgente.

Son pocos los analistas que no creen que pueda hacerlo. No es nuestro caso, sin embargo, porque no vemos cómo el ejército podría evitar correr la misma suerte que la policía; y si lo hiciera, entonces los desertores armados se sumarían al levantamiento, que entonces estaría armado. Y eso supondría el fin de cualquier intento de restaurar el orden pronto, que es lo que pretende el liderazgo militar.

Además, los militares quieren desesperadamente ser percibidos como parte de la solución, no como parte del problema. Por tanto, sólo reprimirán las protestas si se encuentra una solución política, es decir, un llamado gobierno de unidad nacional bajo Baradei u otro, con o sin la participación del PND.

El día en que se encuentre esa solución será el día en que comience en serio la represión.

El último factor de la ecuación son los Ikhwan al muslimun. Los islamistas no parecen estar a punto de saltar al primer plano ni de tratar de hacerse con el poder. Aguardarán al momento en que se sepa quién es el ganador, y entonces harán su apuesta. Mantienen una presencia en gran medida simbólica dentro de las protestas y negocian entre bambalinas. Saben que formarán parte de cualquier solución política, y que tienen suficiente fuerza en la calle para que su voz sea oída en ella en caso necesario.

Son un enemigo a tener en cuenta. Nadie puede pensar que hayan sido marginados. Sólo se muestran cautelosos. De un modo u otro, tendremos noticias suyas.

Cualquier supuesta solución política, recordémoslo, no es una solución. Esto no tiene que ver con el establecimiento de un nuevo gobierno; de haber sido ese el caso, nada de esto habría sucedido.

El mundo árabe, y no sólo el mundo árabe, está observando. Están a punto de suceder grandes cosas. Nadie sabe cómo saldrán. Todo podría salir horriblemente mal. Para que no salgan horriblemente mal, las cosas necesitan asistencia. Hacen falta iniciativas, en Europa y en otras partes. Todos los interesados en el éxito de la revolución egipcia deberían ponerse en movimiento. Si no sois unos completos chalados —cosa que algunos sois— sabréis lo que tenéis que hacer.


# traducción de un análisis en alemán publicado en el blog In The Absence Of Truth en Enero de 2011 por No había futuro

La era de los motines ha comenzado…

Nada explota como una refinería y a los insurrectos parece gustarles quemar cosas…
(declaración de un analista financiero en Aljazeera)


La fase de transición de la crisis: de la reestructuración a la rebelión

Día a día, el viento de revuelta que barre regiones de África y de Oriente Medio se hace sentir más. Un país tras otro aparece en los titulares de la prensa internacional y el tema es siempre el mismo: conflictos entre manifestantes y la policía o matones paraestatales de cada régimen local, que suele ser totalitario. Pese a todos los esfuerzos del espectáculo global para ocultar la naturaleza proletaria de los levantamientos y subrayar sus contradicciones internas, presentando los acontecimientos como meros «movimientos políticos por la democracia» o como confrontaciones políticas entre los seguidores de tal o cual político regional, no se puede ocultar la evidente verdad: se trata de una clase contra otra. Los proletarios utilizan piedras, cócteles Molotov y palos; la poli está completamente armada y tiene tanto miedo que dispara y mata indiscriminadamente. Los proletarios ocupan edificios, bloquean carreteras y queman coches, reducen cárceles a cenizas, liberan a los presos y sabotean las infraestructuras. El capital se prepara para imponer una dictadura aún más dura. Para los regímenes de transición no será fácil estabilizarse, pues no podrán satisfacer ninguna de las principales reivindicaciones de los insurrectos relacionadas con sus condiciones de vida. Egipto y Libia son, de momento, las manifestaciones más serias de la fase insurreccional de la crisis. Egipto es importante debido a su relevancia económica y geopolítica dentro de la competencia global intercapitalista y Libia lo es, no sólo por su relevancia como país productor de petróleo, sino también porque el Estado perdió rápidamente el control de la situación, lo que ha desatado el pánico a escala mundial.

El actual régimen de acumulación es el resultado de la primera reestructuración que tuvo lugar durante las décadas de 1970 y 1980; su crisis es la otra cara del éxito de esa reestructuración. Es la profundización del propio neoliberalismo lo que ha producido esta crisis histórica, porque el capitalismo es un sistema de relaciones sociales contradictorias. No importa lo estable que parezca por fuera cada modo de acumulación: lleva en su seno el desarrollo de su dinámica contradictoria interna, lo que acaba conduciendo al estallido de la crisis. El logro del capitalismo reestructurado, a saber, el triunfo de la subsunción de toda la existencia del proletariado bajo el capital, ha hecho depender desesperadamente la reproducción del proletariado (y del capitalismo) de los altibajos de la economía, esto es, que ésta sea más vulnerable a la crisis que en cualquier período histórico anterior. En el actual momento histórico en el que nos encontramos, la fase de transición de la crisis capitalista global que estalló en 2008 sigue desarrollándose. En esta fase de transición, el capital financiero global intenta evitar su devaluación directa mediante la imposición de una draconiana segunda fase de la reestructuración en todo el planeta. Las consecuencias de este esfuerzo son visibles en todas partes, pero difieren en lo que se refiere a la intensidad y la calidad del ataque contra el proletariado, que depende de: a) la posición de cada Estado dentro de la jerarquía capitalista global, b) los progresos ya realizados durante la primera fase de la reestructuración impuesta y sobre todo c) la historia de lucha de clases en cada región. En todo el mundo (salvo en China) la reestructuración supone la reducción del salario directo e indirecto (pensiones, prestaciones y servicios públicos); supone que la reivindicación salarial se vuelve ilegítima; también supone el aumento en los precios de bienes esenciales, lo que se debe tanto al mecanismo objetivo de la crisis como al hecho de que determinadas facciones del capital especulan claramente con los precios alimentarios. Uno de los resultados de esta apuesta es que la parte más desvalorizada del proletariado no tiene literalmente nada que comer: «Los precios han subido tanto que si compro unos cuantos limones para mi dolor de garganta, me quedo sin blanca durante todo el mes» dijo un trabajador del Ministerio de Transporte en Egipto.

Ante la tormenta de la crisis económica, los subsidios estatales para la supervivencia de la fuerza de trabajo superflua desaparecen y el resultado es la proliferación del trabajo informal y de la miseria. Los proletarios no tienen otra opción que trabajar (en su mayoría de modo informal) para poder sobrevivir y al mismo tiempo, como resultado de la crisis, les resulta imposible encontrar un empleo o tener unos ingresos que cubran el coste de la reproducción de su fuerza de trabajo. Los proletarios exigen sobrevivir, así que reivindican reducciones en los precios de los alimentos, aumentos salariales y empleos. Sus reivindicaciones piden desesperadamente a los capitalistas que salven al capitalismo de sí mismo. Cuando exigen empleo estable y salarios «decentes», de hecho los proletarios les dicen a los capitalistas: «nos necesitáis, sin nosotros no hay extracción de plusvalía, no hay capital». El capital, por su parte, responde que no puede costear la supervivencia del proletariado, y deja claro que una parte (significativa) de este último es inútil (en términos de valor) y, más importante aún, que la deseada recuperación no conlleva reintegración alguna de esta parte superflua del proletariado; de ello se sigue que estructuralmente estos proletarios constituyen una población sobrante. Históricamente, pues, la reivindicación salarial aparece como un callejón sin salida (estructural, no cíclico) y a la vez como algo necesario. El levantamiento de este proletariado superfluo, y por tanto carente de futuro, se enfrenta a la forma más clara y cruel de dominación capitalista, la policía. Y es precisamente el hecho de que la salida de la crisis, desde el punto de vista capitalista, no incluya a esta población proletaria superflua lo que convierte a la policía en la forma general del capitalismo actual.

En todo el mundo los proletarios experimentan lo asfixiante de su precaria situación en un contexto definido por la miseria y la ghettoización. Los ejemplos más llamativos son Frontex (la policía de fronteras de la UE), la policía y los militares respectivos desplegados en la frontera estadounidense con México, el muro en Palestina, los campos de trabajo vigilados por el ejército en China, las comunidades valladas de Hispanoamérica y su equivalente, las favelas, inmensos barrios bajos, y por supuesto la versión griega de esta situación, la valla de 12,5 km en la frontera con Turquía. De forma lenta pero definitiva, el planeta entero se convierte en un espacio gobernado por el apartheid y se construyen modernos bantustanes para la clase trabajadora. Esta represión urbana asfixia a los proletarios y niega una de las condiciones básicas del capitalismo: la venta libre de la fuerza de trabajo. En El Cairo, este tipo de planificación urbana se puso en práctica a buen ritmo durante la década pasada. En todas las regiones de África y Oriente Medio en las que ahora se produce el levantamiento proletario, la dictadura del valor y de la economía adopta la forma política de una democracia dictatorial. La razón por la que estos motines han alarmado a los capitalistas de todo el mundo es que la dictadura democrática, el totalitarismo, ahora también es la fantasía de la burguesía en los países más desarrollados, pues parece ser la única forma de imponer la segunda fase de la reestructuración.

En todos estos países las manifestaciones y motines comenzaron a partir del terreno de la reproducción; la cuestión es saber si la agitación también llegará al terreno de la producción de valor, al epicentro del capitalismo. Las huelgas que siguieron a la caída del dictador socialista Mubarak parecen apuntar en esa dirección y los capitalistas observan ansiosamente ese rincón del mundo con el dedo en el gatillo, pues de repente los «El Dorados» se convierten en trampas para el capital en regiones volátiles cuyo futuro es muy incierto. La «inmensa ventaja competitiva» se ha convertido, prácticamente de la noche a la mañana, en «un riesgo de gestión imposible». La subcontratación, el turismo, la construcción y la industria textil, pero sobre todo las rutas petroleras y comerciales (Suez y el Golfo) topan ahora con el fuego del levantamiento proletario. Después de Túnez, Egipto y Libia, donde la insurrección prosigue todavía, Bahrein, Yemen, Irán, Irak y Argelia matan proletarios en su esfuerzo por impedir el levantamiento.

El régimen griego también intenta operar proactivamente contra la revuelta venidera: de una parte se prepara para la imposición formal de alguna forma de dictadura (quizá mediante elecciones) y por otra busca dirigir las reacciones hacia un rumbo populista-nacionalista de derecha o de izquierda (como segunda opción). Los funcionarios del capital financiero global, que controlan en estos momentos el poder estatal griego, intentan ahora vender rápidamente la propiedad estatal, después de su éxito en reducir los salarios. Esta venta no es sino un intento de valorizar un capital atrapado (principalmente) en el sistema financiero griego y europeo y que corre peligro inmediato de devaluación masiva. En el otro bando, los proletarios se oponen a esta venta porque comprenden que supone una reducción todavía mayor del salario indirecto y el deterioro de sus condiciones de vida en general; se niegan a pagar multas y peajes, ocupan edificios, tratan de reducir los efectos de crisis haciendo tanto ruido como pueden, pero hasta ahora sólo en la esfera de la circulación y la reproducción. Las huelgas en sectores afectados por la reestructuración no se corresponden con la intensidad del ataque; no representan sino los últimos cartuchos de las capacidades de mediación de los sindicatos.

Las dos probables estrategias de la burguesía griega son de doble filo. La imposición de una dictadura en Grecia probablemente haría atravesar el Mediterráneo al virus de la rebelión, con todo lo que algo así supondría para otros países europeos. Por otro lado, la desaceleración de la reestructuración seguramente pondría en entredicho la participación del Estado griego en la Europa políticamente unificada, lo que lo relegaría a la tercera zona del capital. Eso haría peligrar seriamente los intereses de un gran sector de la burguesía griega.

Para los proletarios que viven en Grecia sólo hay un camino, con independencia de la opción puesta en práctica: unas luchas de clase cada vez más radicalizadas. Seguramente los sindicatos no convocarán pronto otra huelga general de 24 horas como la de hoy, pero a medida que pase el tiempo los frentes de la lucha de clases se multiplicarán y el estallido de la insurgencia ya no puede posponerse mucho más. Por la dinámica de su propio desarrollo y sus fracasos objetivos, las luchas reivindicativas del proletariado, centradas en la existencia del salario y contra el deterioro general del nivel de vida, acabarán rompiendo con su contenido reivindicativo. Esta ruptura ya se anuncia en casos como el de Keratea y aparecerá netamente en cualquier conflicto localizado. El contenido de ruptura hace imposible la unificación política de los proletarios en lucha y por tanto la mediación efectiva de los conflictos. Por ejemplo, la represión a la que probablemente se enfrente el movimiento social «nosotros no vamos a pagar la crisis» podría llevar el conflicto al punto de poner en peligro la propia existencia de los actuales medios de transporte. El desarrollo de la dinámica de rupturas jamás puede terminar y estabilizarse en «conquistas de la clase trabajadora»; sólo puede ser el comienzo del proceso revolucionario histórico.



# por Agentes del Caos
# Octavilla repartida el 23 de febrero de 2011 durante las manifestaciones por la huelga general en Atenas y Tesalónica, Grecia.
# extraído de No había futuro

Aviso de la llegada de una inestabilidad generalizada en todo el país


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# región española, Abril de 2011
# extraído de: institutodeltiempo.blogspot.com