sábado, 28 de junio de 2025

[Irán] Trabajadores Anticapitalistas sobre el bombardeo de Israel a la cárcel de mujeres de Evin

Original en: https://alayhesarmaye.com
Traducción: Barbaria

El destino de las mujeres prisioneras en las mazmorras, los trabajadores bajo la tortura del capital
¡Ojalá todos los trabajadores comprendieran que todos los Estados capitalistas, todos los modelos de gobierno capitalista, todos los bloques y polos de poder y dominación del capital global, son igualmente asesinos de trabajadores, salvajes, genocidas, antihumanos y promotores de guerra! Y esto por una razón clara: todos ellos son formas y modelos del aparato estatal del capital, máquinas de violencia y barbarie capitalista, y fortificaciones que garantizan la supervivencia de la esclavitud asalariada. Todos hacen lo que el capital exige: satisfacer su necesidad de mayores ganancias, competencia destructiva y codicia con tentáculos de pulpo. Las diferencias entre ellos están solo en su capacidad actual para alcanzar estos fines. Democracia, dictadura, religiosidad o secularismo son apenas adornos y herramientas al servicio de este objetivo.

Basta con mirar lo que les ha ocurrido en estos últimos días a la multitud de prisioneros, especialmente mujeres, en las mazmorras de la muerte de la República Islámica. Desde hace años, este régimen asesino de trabajadores las ha torturado, golpeado, agotado, llevado a la muerte o amenazado con exterminarlas de inmediato. El Estado salvaje de Israel, con bombas estadounidenses y europeas, se ha lanzado contra ellas. Las bestias gobernantes del capital en Irán las encarcelaron por el crimen de protestar, y ahora Israel y Estados Unidos, enarbolando la bandera de la lucha contra la República Islámica, han abierto fuego mortal contra estas mismas luchadoras. El régimen iraní las ha privado incluso del mínimo acceso a medicamentos y atención médica. Las bestias gobernantes de Israel, Estados Unidos y el "campo democrático" han bombardeado incluso los centros de salud más precarios sin dejar posibilidad alguna a estas prisioneras.

La República Islámica ha enviado a cientos de estas prisioneras libres y luchadoras —supervivientes del bombardeo genocida israelí— al infierno de Qarchak, la sección más horrenda de sus mazmorras y centros de tortura. Su ración de comida de "no comas y muere" ha sido aún más reducida. Se les ha cerrado todo acceso a medicinas y tratamiento. Han sido apiladas unas sobre otras en celdas estrechas, oscuras y mortíferas. Se ha prohibido y hecho imposible cualquier intento de sus familias por obtener información sobre su suerte.

Todo esto lo han hecho en conjunto, como aliados o como enemigos, como socios o como rivales: la República Islámica, los gobiernos de Israel, Estados Unidos, la Unión Europea y el mundo entero contra un grupo de trabajadores, contra personas que protestan frente al terror opresivo de la explotación, la barbarie, la brutalidad y la masacre del capital. Nada hay más estúpido que un trabajador que caiga en la trampa de distinguir entre estas bestias. Hay que luchar contra todos ellos, contra el capital como fundamento mismo del poder estatal y del gobierno.

[Irán] Un informe detallado de la guerra – y unos cuantos millones obligados a huir

Frente Anarquista de Irán y Afganistán 

Tomado del inglés :https://theanarchistlibrary.org/library/anarchist-front-of-iran-and-afghanistan-a-detailed-report-of-war (25/06/2025)

Se trata de la continuación del informe: Teherán bajo las bombas: testimonio de un compañero anarquista

 

1.

Cuando me dispuse a escribir este informe, incluso el título me hizo dudar. «Huir» no era una palabra que quisiera utilizar. Pero es la verdad. Yo huí. Huimos.

Escapamos de Teherán, huyendo no porque tuviéramos alguna conexión con la República Islámica o con Israel, sino simplemente para sobrevivir a las bombas que caían del cielo.

En aquellos últimos momentos antes de partir, todo se reducía a una cosa: salir. Toda la rabia, toda la adrenalina que llevaba encima la canalicé en la preparación de este informe y en la planificación de nuestra huida.

Parecía lo más necesario del mundo.
Quizá incluso suficiente.
Pero en nuestra primera noche en un lugar seguro, me di cuenta de que no era suficiente. No podía dejar de pensar en lo que habíamos dejado atrás en Teherán.

Lo que más me enfurecía era ver los noticiarios oficiales de la República Islámica. Fingían que todo iba bien. No tenían soluciones, ninguna. Su única preocupación, como siempre, era aferrarse al poder.

Como ya he informado antes, no hay refugios oficiales del gobierno en Teherán, ni en ningún otro lugar de Irán. Cuando leas esto, o bien será mucho después de que hayan terminado los bombardeos, o bien yo ya no estaré en Irán, o tal vez nunca llegues a leer esto.

Han cortado Internet. Las señales de los satélites están interferidas. Éstas eran las únicas formas de que la gente de Teherán y de todo Irán pudiera seguir el momento y el tipo de los ataques que se avecinaban.

Ahora, la República Islámica utiliza a la gente como escudos humanos. Los leales al régimen se esconden entre los civiles. Van de puerta en puerta, retirando las antenas parabólicas de los tejados. Buscan herramientas de Internet por satélite, tratando de estrangular todo canal de conexión, todo susurro de noticias.

Mientras tanto, ni siquiera se ofrece la ayuda más básica a los civiles afectados por la guerra. El gobierno niega la existencia misma de esta guerra catastrófica a gran escala. Pero la población de Irán está completamente indefensa: atrapada, abandonada y atacada.

Hace años, paralelamente al ejército nacional, la República Islámica creó su propia fuerza militar-económica: el CGRI (Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica), conocido simplemente como Sepah en persa.

Su misión nunca fue la protección de las personas, sino la protección del régimen. En la actualidad, el Sepah tiene un poder abrumador en toda la economía de Irán, su estructura militar y casi todas las industrias importantes. Su alcance es total. Su interés es singular: la supervivencia del régimen.

2.
Esta institución (el CGRI) siempre ha estado fundamentalmente comprometida con la preservación de la República Islámica y su estructura dirigente.

El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) es una de las principales fuerzas responsables de reprimir y torturar a los manifestantes iraníes. Sus miembros han utilizado munición real contra manifestantes en las calles y han gestionado centros secretos de tortura donde se viola y asesina a personas.

Hoy, esta misma fuerza es la encargada de dirigir los esfuerzos bélicos de Irán contra Israel.

El líder supremo Alí Jamenei ha delegado oficialmente una parte importante de su autoridad en el CGRI. El ejército nacional iraní está ahora totalmente subordinado al mando de la Guardia.

Como resultado, junto con Estados Unidos e Israel, la CGRI se ha convertido en una fuerza con control de vida o muerte sobre el pueblo iraní.

Algunos iraníes, totalmente abandonados por las instituciones nacionales e internacionales, recurrieron a Internet antes del reciente apagón, suplicando en persa a las autoridades israelíes, a «Terror Alarm» y a los monárquicos de extrema derecha que no atacaran zonas residenciales dentro de Irán.

Pero, ¿quiénes son estas voces desesperadas?

Desde la instauración de la República Islámica, un gran número de iraníes se han visto obligados a exiliarse. Sus motivos para huir eran variados: algunos tenían convicciones políticas que los ponían en peligro, mientras que otros eran simplemente músicos, propietarios de bares, vendedores de moda o de películas.

La República Islámica consideraba a monárquicos, conservadores, izquierdistas, anarquistas, laicistas, artistas, bailarines -e incluso islamistas con distintas interpretaciones de la fe- como amenazas para su régimen.

Para evitar ser encarcelados, torturados o ejecutados -y mantener su derecho a trabajar y vivir libremente-, muchos huyeron del país. Estos exiliados formaron grandes comunidades de la diáspora en Europa y Norteamérica.

Entre ellos había también individuos y grupos afiliados al régimen anterior, es decir, los Pahlavis.

3.

Estos individuos se encontraban entre los que habían transferido importantes riquezas fuera de Irán. Al establecer redes de televisión por satélite en el extranjero, empezaron a promover sus propias ideologías.

Con el tiempo, algunos segmentos de la diáspora iraní y de las comunidades de expatriados recibieron el apoyo de gobiernos occidentales, sobre todo de Estados Unidos. Este apoyo a las cadenas de televisión contrarias a la República Islámica pasó a formar parte de un proyecto más amplio del Reino Unido, Estados Unidos y, más tarde, otras potencias occidentales para influir en la opinión pública y las narrativas culturales.

Este proyecto continúa hasta hoy, al servicio de sus propios intereses políticos y estratégicos.

Llegó a un punto en que medios como Voice of America (persa), Israel in Persian, Manoto TV e Iran International adquirieron una influencia comparable a la de la radiotelevisión estatal iraní y los medios oficiales en lengua persa.

Muchos opositores iraníes a la República Islámica, que justificaban su colaboración con estas redes diciendo «necesitamos dinero y recursos para luchar contra el régimen», pasaron a formar parte de este ecosistema mediático.

Estas redes configuraron colectivamente lo que hoy se conoce en el mundo de habla persa como los medios de comunicación dominantes.

En el núcleo de su orientación política se encuentran varias creencias compartidas: el laicismo y la oposición al gobierno religioso (especialmente el islamismo), la glorificación de la antigua monarquía, la idealización de la antigua Persia y el nacionalismo, el apoyo a Israel y la preparación del terreno para el regreso al poder del hijo del antiguo sha de Irán, titulado príncipe Reza Pahlavi.

Como muchos otros grupos de la oposición, su principal método ha sido convocar protestas públicas masivas. Sin embargo, no hicieron ningún esfuerzo por tener en cuenta la seguridad o el bienestar de los ciudadanos. Para ellos, los manifestantes no eran más que números: cuantos más, mejor.

4.

La probabilidad de que la República Islámica se derrumbara habría sido mayor.

No se tomaron en absoluto en serio los costes de estas protestas. Al final, no hubo un verdadero apoyo a los revolucionarios, a los manifestantes o a la gente corriente por parte de estos medios de comunicación o de la oposición dominante, ni siquiera después de haber sido perjudicados por el régimen.

Hoy, y antes del cierre de Internet, algunos iraníes -sintiéndose despojados de su agencia política- suplicaron a estas plataformas mediáticas que limitaran el alcance de los ataques, simplemente para sobrevivir.

En este contexto, el gobierno israelí también hizo una promesa al pueblo de Irán: se comprometió a que los civiles no serían objetivo de los ataques.

5-

«No atacamos emplazamientos civiles. Y si hay algún plan para atacar una zona densamente poblada, emitiremos un aviso de evacuación».

Esto es lo que afirmaron el Primer Ministro y el Ministro de Defensa israelíes. Sin embargo, en la práctica, apuntar sólo a objetivos militares resulta casi imposible cuando la República Islámica utiliza a civiles como escudos humanos.

Intento compartir un informe que presencié personalmente y que se relaciona directamente con esta situación.

6.

Un hombre de mediana edad, con el ojo desprendido de su órbita, fue llevado al hospital.

Había estado trabajando en un supermercado junto a un centro Basij (una base para las fuerzas del CGRI y partidarios de la República Islámica) cuando un fragmento de un avión no tripulado derribado impactó en la parte posterior de su cabeza. El impacto le aplastó parte del cráneo y le sacó un ojo.

La primera noche se le acercaron periodistas de agencias de noticias afiliadas al CGRI. A pesar de su estado crítico, le exigieron que concediera una entrevista en la que condenara a Israel. El hombre, dolorido y aterrorizado, se negó; su única preocupación era recibir tratamiento médico. Pero los interrogadores-periodistas le dijeron que, a menos que cooperara y hablara en apoyo de la República Islámica, le negarían la atención médica. Finalmente, bajo coacción, se le obligó a conceder la entrevista antes de recibir tratamiento alguno.

Este informe ilustra claramente que ni la República Islámica ni el régimen israelí pueden pretender actuar en interés del pueblo iraní.

La afirmación de que los civiles no sufren daños es una mentira flagrante.

La forma en que huí, lo que vi y cómo regresé.

7.

Yo informaba desde Teherán y escribía para vosotros. El día que Israel atacó el edificio de la televisión estatal, yo estaba presente en la autopista cercana, justo debajo de las colinas, para recoger un informe.

En lo alto, hubo un intercambio de disparos: parecía una escena sacada de un apocalipsis.

En ese mismo momento, Israel emitió una advertencia de evacuación a los residentes de Teherán. Se ordenó a todos los habitantes del distrito 3, donde yo me encontraba, y del distrito 18 que abandonaran el lugar inmediatamente.

Pero debido al intenso tráfico, la evacuación era prácticamente imposible.

Además, las fuerzas de seguridad de la República Islámica estaban apostadas por todas partes, vigilando numerosos puestos de control, lo que no hizo sino ralentizar aún más el proceso.

Tuve que enviar mi informe y borrar inmediatamente los datos de mi teléfono. Porque cualquiera que fuera sorprendido captando imágenes de los atentados o intentando comunicar la noticia al extranjero podía ser detenido acusado de espionaje a Israel, cargos que a menudo conllevan el riesgo de ejecución.

Pero Internet no funcionaba.No podía informar a mis camaradas o colegas en el extranjero de que estaba a salvo, ni siquiera enviar el informe.

Aplacé la transmisión y, en su lugar, con gran dificultad, logré escapar de la zona atacada.

Teherán ya no era segura.

Con la mochila de emergencia que ya había preparado, decidí abandonar la ciudad. Tras un esfuerzo considerable, conduje hacia el oeste y luego hacia el norte de Irán. Las carreteras estaban casi paralizadas por el tráfico y los vehículos atestados.

Hacía calor. En el coche, el único sonido procedía de la radio de la República Islámica, que emitía himnos amenazadores en árabe contra Israel. Al cabo de horas, llegamos a un área de descanso junto a la carretera y a una gasolinera. Conseguí un poco de agua y volví a esperar horas en la cola del combustible, con la esperanza de conseguir mi parte de la gasolina racionada.

Hacia la 1 de la madrugada, miré a mi alrededor. Internet seguía sin funcionar. Había viajeros cansados de la guerra por todas partes. Algunos jugaban al voleibol en el aire ligeramente más fresco de la noche; otros estaban sentados en el suelo, comiendo lo que tenían. Los niños jugaban cerca. No estaba en un campo de refugiados, pero lo parecía.

Y ya podía intuir que esta imagen de personas desplazadas en busca de supervivencia se convertiría en una imagen recurrente en los días venideros.

Todos habíamos adquirido una nueva identidad: Éramos refugiados de guerra.

8.

Por el camino, el agua embotellada estaba estrictamente racionada y teníamos que hacer largas colas sólo para ir al baño.

Según los informes oficiales, en pocos días casi seis millones de personas habían entrado en Mazandaran y cuatro millones en Gilan, dos provincias del norte consideradas relativamente seguras.

Viajábamos junto a una gran parte de esa población desplazada. Las ciudades septentrionales estaban abrumadoramente abarrotadas y, en algunos lugares, los suministros básicos de alimentos se estaban agotando.

Me resultó dolorosamente claro que la carga de nuestra supervivencia recaía sobre los hombros de las comunidades locales del norte.

Esto, comprensiblemente, podía provocar tensiones e incluso conflictos. Aunque se estaban llevando a cabo esfuerzos de ayuda autoorganizada y de apoyo de base, ninguno de ellos era suficiente para acomodar la migración forzada de diez millones de personas.

9.

A la mañana siguiente, llegamos a una de las llamadas «zonas seguras». El acceso a Internet había mejorado ligeramente, así que envié un informe. Poco después, recibí varios mensajes de camaradas.

Los habían detenido, acusados de espiar para Israel.

Nunca hemos apoyado la ideología sionista. Lo hemos dicho abierta y repetidamente. Entonces, ¿cuál fue el motivo de estas detenciones?

Uno de los detenidos era un solicitante de asilo en Irán que había huido de los talibanes y casualmente llevaba consigo algunos libros no islámicos.Otro era un antiguo compañero de universidad.

Una vez nos detuvieron juntos durante las protestas de «Mujer, Vida, Libertad». A los ojos de la República Islámica, cualquiera que se atreva a permanecer, resistir y mantener una postura diferente a la del Estado es automáticamente tachado de espía. Cualquiera que se manifieste o proteste es acusado de trabajar para Israel.

El régimen aprovecha el estado de guerra para intensificar la represión de la disidencia. Han silenciado nuestras voces para poder imponer su propia narrativa al mundo.

Cada mañana se ejecuta en las cárceles iraníes a al menos dos presos políticos. La República Islámica ha declarado que se ha detenido a casi 80 «espías» en cada provincia, una cifra absurda y claramente inventada.

La mayoría de estos supuestos espías son simplemente activistas políticos y sociales, civiles: gente como yo, como nosotros.

Por enviar estos informes y mantener estas líneas de comunicación, puede que me mate, no Israel, sino la República Islámica.

10.

Ayer secuestraron a uno de mis amigos y desde entonces no se sabe nada de él.

No era sionista; su único «delito» era tener creencias distintas de las de la República Islámica. Era conocido como activista por los derechos de los niños y, de hecho, solía escribir y organizar actos sobre los derechos de los niños en Gaza.

La República Islámica, junto con Jamenei -que recientemente ha empezado a llamarse Irán-, detiene, tortura y, en última instancia, asesina a sus críticos con el pretexto de “defender a Irán”. Pero, en realidad, no es más que una defensa de su propia supervivencia y de la represión continuada.

Mi pueblo está siendo amenazado y asesinado por la República Islámica vía terrestre, mientras que desde el cielo, Israel bombardea sus hogares.

Mientras tanto, en Europa y Estados Unidos, algunos críticos de las políticas occidentales defienden a la República Islámica bajo la bandera de la «paz» y el activismo «contra la guerra». Pero condenar los crímenes de Israel o el imperialismo de Estados Unidos no exige defender o justificar a la República Islámica y su narrativa.

Al igual que nadie necesitó blanquear a los nazis o al régimen soviético para condenar el belicismo de la Segunda Guerra Mundial, nadie necesita defender hoy un régimen criminal para oponerse a otro.

Tal vez la única ayuda real que podemos ofrecer a los encarcelados en esta geografía sea reflejar plena y verazmente toda la historia de lo que está ocurriendo en Irán.

11.

En Irán se ha cortado totalmente el acceso a Internet.

Aparte de unas pocas bases del CGRI  y un puñado de ciudadanos privilegiados, nadie tiene conexión con el mundo exterior.

También se han bloqueado las líneas telefónicas para llamadas internacionales a Irán, lo que hace casi imposible la comunicación para el público en general.

Alrededor de ciudades y barrios se han establecido numerosos puestos de control, supuestamente para hacer frente al ejército israelí.

En realidad, sin embargo, estos puestos de control se han utilizado principalmente para acosar, registrar y detener a ciudadanos iraníes de a pie, más que para hacer frente a cualquier amenaza extranjera.

12.

Estados Unidos había emitido una orden de advertencia y evacuación de Teherán.

Cada noche, las defensas aéreas se activan en la ciudad y el sonido de las explosiones resuena en toda la capital.

Tomé la decisión de regresar a Teherán, una ciudad que ha quedado inquietantemente despoblada.

Como escribí al principio de esta serie de informes: Desprecio la idea de huir. Más que eso, odio la sensación de impotencia.

Imagino que todos estamos atrapados en una prisión masiva, y siento la responsabilidad de hacer algo más que huir o hacerme la víctima.

Todas las redes de comunicación del movimiento anarquista dentro de Irán han sido cortadas o gravemente interrumpidas.

Corremos un grave peligro. Aún así, era importante para mí volver a Teherán para evaluar la situación de primera mano y, si era posible, restablecer la comunicación con el mundo exterior, para volver a conectar con camaradas de otras regiones y, si era necesario, luchar junto a ellos.

Y así fue como regresé.

La ciudad que dejé atrás estaba mucho más abarrotada que el Teherán militarizado y fantasmal al que regresé. Los bancos sólo abren hasta las 11 de la mañana, y las grandes tiendas no funcionan más tarde del mediodía.

Los alimentos de muchas tiendas se han echado a perder o escasean. Los productos de higiene femenina y los enlatados están ahora racionados.

Pero lo que más llama la atención son los puestos de control repartidos por toda la ciudad. Unos días antes de salir de Teherán, esos puestos de control estaban ocupados por iraníes afines al régimen, principalmente la milicia Basij.

A mi regreso, sin embargo, me encontré con un panorama distinto: muchos de los guardias actuales son fuerzas no iraníes aliadas de la República Islámica, probablemente islamistas chiíes árabes iraquíes y otros grupos militantes.

Han sustituido a los Basij en estos puestos.

Así pues, no sólo Israel o Estados Unidos han invadido mi ciudad y mi hogar, sino también grupos paramilitares islamistas que han llegado de la región y se han desplegado en Teherán.

Esta gente está claramente aquí para apoyar y proteger la continuación de la República Islámica, un régimen criminal.

Parecen haber olvidado que esta tierra tiene sus propios propietarios y residentes. Y ahora, parece que se están preparando para convertir Irán en otro campo de batalla para sus guerras.

13.

Actualmente me encuentro en Teherán, y los atentados continúan.

Varios compañeros han sido detenidos -probablemente en las mismas detenciones masivas que otros- y tememos que, como muchos detenidos, se nos acuse de espionaje.

Aunque nos oponemos firmemente a todos los gobiernos y a todas las guerras -incluidos el Estado israelí, la República Islámica de Irán y todas sus guerras-, sabemos cómo funciona la maquinaria del Estado.

Llaman “espías” a las personas y las acusan de espionaje a favor de Israel simplemente porque se oponen al régimen. Pero nosotros no somos agentes de ningún Estado. De hecho, creemos que todos los gobiernos son el mal absoluto y nos oponemos a todos los Estados de la Tierra.

Nos acusan de colaborar con un gobierno, cuando en realidad, nos oponemos a todos ellos – los vemos a todos como entidades criminales.

Ahora mismo, Internet está cortado. Nuestra situación es extremadamente peligrosa. Puede que esta sea la última vez que pueda ponerme en contacto contigo. La próxima vez, podría estar en la cárcel, o incluso ejecutado.

A pesar de ello, seguiré informando desde el territorio.

Recientemente, las fuerzas de seguridad secuestraron a uno de mis compañeros y lo acusaron de espionaje a favor de Israel, a pesar de que es abiertamente contrario a la guerra, a Israel y al Estado. Podría ser ejecutado.

 

 

Declaración del Frente Anarquista de Irán y Afganistán

Frente Anarquista de Irán y Afganistán 

Tomado de su traducción al inglés: https://theanarchistlibrary.org/library/federation-of-anarchism-era-statement-condemning-the-war-mongering-governments (18/06/2025)

Declaración de condena a los gobiernos belicistas

Nosotros, el Frente Anarquista de Irán y Afganistán, reafirmamos una vez más nuestra postura inquebrantable y de principios:

Toda guerra, de cualquier escala y bajo cualquier pretexto, iniciada o prolongada por los Estados debe ser condenada inequívocamente.

Los Estados, independientemente de su forma o apariencia, utilizan la guerra como instrumento de supervivencia y control. Y en este proceso, son las vidas, la dignidad y el futuro de la gente común los que se ven pisoteados.

En un momento en que el mundo se ve nuevamente envuelto en la violencia, los bombardeos, la muerte, el desplazamiento y la inseguridad, insistimos en esta verdad perdurable: las verdaderas víctimas de la guerra son siempre las personas, no los Estados, no las ideologías, no las fronteras.

Nuestra lucha, como siempre, no es por la redistribución del poder entre las élites, sino contra la institución misma del Estado y todas las formas de dominación organizada.

Nos solidarizamos, con cuidado y determinación, con el pueblo de Irán, Afganistán y la región en general.

Lo que presenciamos hoy son, por un lado, los crímenes flagrantes del régimen israelí, que ataca a la población civil en Gaza y otros lugares con una brutalidad despiadada. Por otro lado, vemos a la República Islámica de Irán manipulando el miedo público, jugando juegos geopolíticos a costa de vidas iraníes e imponiendo el peso de la guerra a la sociedad.

Vemos a la República Islámica no sólo como un belicista regional, sino como parte de una cadena global de dominación y represión: un régimen que durante décadas ha atacado al pueblo iraní con censura, pobreza, encarcelamiento, tortura y ejecuciones, y que pone en peligro imprudentemente a millones de personas a través de sus provocaciones militares.

Si bien condenamos las atrocidades del régimen sionista en los términos más enérgicos, también declaramos que la lucha contra la República Islámica es parte de nuestra lucha más amplia contra todos los Estados y estructuras de dominación, una lucha que persistirá.

Luchamos por un mundo sin fronteras, sin estados, sin ejércitos ni autoritarismo; un mundo donde la humanidad, la vida y la libertad sean el centro. Nuestra principal lucha siempre ha sido contra el autoritarismo político, el totalitarismo y el propio Estado.

viernes, 27 de junio de 2025

Frente a las guerras: militarismo y masculinismo en la izquierda

por Agnes de Oliveira
Brasil, 18/06/2025
Original: https://quilomboinvisivel.com/2025/06/19/diante-das-guerras-militarismo-e-masculinismo-na-esquerda (traducción no profesional)

«La masculinidad moderna no está hecha de testosterona, sino de gasolina y pólvora.» (Paul Preciado, Disforia Mundi)

«Aunque sólo sea por eso, es precisamente el auge del principio masculino del "trabajo abstracto como fin tautológico en sí mismo" lo que ha provocado el confinamiento doméstico y la represión de las mujeres en la historia occidental, produciendo en última instancia la pérdida de la dimensión sensible de las relaciones humanas, la destrucción de la naturaleza y la amenaza de una guerra nuclear.» (Roswitha Scholz, El valor es el hombre)


El viernes 13 de junio, Israel declaró la guerra a Irán bombardeando una serie de instalaciones nucleares, refinerías de petróleo y zonas residenciales de Teherán, Natanz y otras ciudades, matando a 78 personas, entre civiles (incluidos niños), militares de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Revolucionaria, y científicos.[1] En una justificación que recordaba a la guerra de Irak, y anticipándose ya a las represalias, las FDI alegaron "ataques preventivos" contra una supuesta amenaza que suponía el programa nuclear iraní, a pesar de que Irán no había amenazado a Israel ni tenía armas nucleares.[2] Tanto en 2003 como ahora, es el mismo mecanismo el que funciona para crear lo que se pretende matar, en el que la producción de la diferencia racial y cultural realiza su trabajo de autorizar la violencia contra las "fuerzas del mal".

La guerra se declaró dos días antes de la reunión sobre el acuerdo nuclear entre Irán y Estados Unidos. Trump, por su parte, no sólo había sido informado del ataque, sino que se había pronunciado públicamente apoyando a Israel, justificando la "necesidad" de la guerra y culpando a Irán de no abandonar su programa de enriquecimiento de uranio.[3] Merece la pena mencionar otras dos observaciones sobre la fecha del ataque: 1) Pocos días antes del ataque de Israel contra Irán, la coalición de Netanyahu corría el riesgo de disolverse y convocar elecciones anticipadas. No es ningún secreto, por cierto, que Netanyahu utiliza las guerras para mantenerse en el poder y escapar a la posibilidad de ser condenado y encarcelado; 2) Los atentados se llevaron a cabo cuatro días antes de la conferencia de la ONU sobre la solución del conflicto mediante la creación de dos Estados. La conferencia fue aplazada el mismo viernes 13, cuando comenzó la guerra.[4] Tras seis días de guerra, con más de 240 muertos, la mayoría civiles i
raníes, es evidente el interés de EEUU e Israel en una escalada bélica. Trump, por ejemplo, se negó a firmar la declaración del G7 para desescalar la guerra, incluso ordenó la evacuación de Teherán y amenazó de muerte al ayatolá Ali Jamenei. [5] Más que eso, la situación expresa cómo la guerra es tanto un producto como un medio para intensificar la lógica de aniquilación no sólo del Estado de Israel, sino global y autodestructivamente del propio capitalismo, como en el caso de la guerra entre Ucrania y Rusia.[6]

El capital global, en sus diversas "guerras de orden mundial" promovidas por el imperialismo de seguridad, sólo puede preservarse, en medio de su crisis estructural, violando constantemente el derecho internacional.[7] Lo que estamos viendo ahora es una aceleración y profundización del colapso del derecho internacional. En este proceso, el papel de Israel en Oriente Medio ha sido bien definido por el propio canciller alemán: "Este es el trabajo sucio que Israel hace por todos nosotros".[8]

Al mismo tiempo que la guerra, Israel sigue profundizando el genocidio en la Franja de Gaza. También lo ha hecho con el apoyo y la financiación de milicias: tanto en Gaza, para contrarrestar a Hamás, como la milicia Al Shabaab, como en Cisjordania, mediante la formación de milicias de colonos israelíes. También el lunes (16), Israel llevó a cabo un ataque en el que murieron al menos 59 palestinos, y el miércoles (18) hubo otro ataque en el que murieron más de 400 palestinos.

Estamos, pues, ante la intensificación de la producción de muerte, que se ha convertido en un fin en sí mismo a escala ampliada. No en vano, los grandes medios de comunicación, los comentaristas y los expertos se encuentran perdidos en medio de la falta de perspectiva de la guerra.

En este escenario, sin embargo, también podemos ver manifestaciones militaristas y de apoyo a la guerra por parte de la izquierda. Al igual que la extrema derecha, pero con signo inverso, parte de la izquierda ve la guerra como "necesaria" para detener militarmente el genocidio en Gaza, apoyando a Irán en esta escalada militar. En ambos casos, estamos ante un "belicismo moral", referenciado desde un punto de vista nacional, que proporciona legitimación a las propias guerras del imperialismo global. Argumentamos aquí que esta posición de la izquierda no puede entenderse sin su relación con el masculinismo de crisis, el militarismo sacrificial y su economía libidinal subyacente.

Masculinismo de crisis y militarismo de sacrificio

El auge de un "masculinismo de crisis" dentro de la izquierda, que remite a una crisis del propio patriarcado capitalista, es cada vez más observable, por ejemplo, en el crecimiento de las posiciones antiminorías (o "antiidentitarias"), el nacionalismo y, como veremos, la defensa del militarismo. Como ya se ha señalado, el masculinismo no sólo concierne a los "hombres" como individuos empíricos, ni se deriva de ninguna determinación biológica. Más bien, es una forma de relación social de dominación sin un sujeto preexistente, dentro de la cual el sujeto se produce como masculino. Como tales, las mujeres cis y las minorías de género y sexualidad pueden no sólo defender posiciones políticas masculinistas, que refuerzan esta forma de dominación, sino también, al ocupar posiciones políticas estructuralmente patriarcales, llevar a cabo la dominación masculina desde una "doble socialidad", sin que las jerarquías de género dejen de existir. La figura de Ursula Von der Leyen, presidenta de la Unión Europea, personifica bien esta situación, ya que actualmente es la responsable de llevar a la Unión Europea a una carrera armamentística.[9] Pero algo similar podría decirse de figuras políticas como Carla Zambelli y Damares Alves, o del propio feminismo transexcluyente en afinidad con la política de extrema derecha y sus conspiraciones antisemitas, que acaban reforzando el propio patriarcado.

Frente a la guerra, en la izquierda y en la derecha, el masculinismo se manifiesta en su nexo interno con el militarismo, orientando la adhesión inmediata, como espectadores y aficionados, a los procesos (auto)sacrificiales resultantes de la escalada militar global. Esta dinámica sacrificial y su supuesto régimen libidinal no son ajenos a una crisis del propio Sujeto moderno -siempre ya patriarcal- que ve sus bases sociales de autoafirmación cada vez más socavadas por la crisis, descargando, en una dinámica competitiva de aniquilación, la violencia contra el mundo exterior y, al final, contra sí mismo. En consecuencia, la crisis del Sujeto se convierte también en una crisis del "Sujeto Revolucionario" bajo el paradigma de la soberanía y la autodeterminación mediadas por la estatalidad. Esta crisis del sujeto se expresa, por ejemplo, en el crecimiento de las figuras masculinas de los mártires y de los actos de amok suicidas y "sin perspectiva", con los que los hombres de izquierda y de derecha, sobre todo, establecen relaciones de identificación. Del ayatolá Jamenei a Netanyahu, de la Guardia Revolucionaria a las Fuerzas de Defensa de Israel.[10]

En un pasaje poco comentado de Necropolítica, al tratar de la situación de apartheid en Palestina, Achille Mbembe aborda la lógica del martirio, caracterizada por la figura del "terrorista suicida". Lo que caracteriza esta lógica es que "mi muerte va unida a la muerte del otro". El asesinato y el suicidio se llevan a cabo en el mismo acto. Y, en gran medida, resistencia y autodestrucción son sinónimos". El cuerpo, a su vez, ya no tiene valor en sí mismo, sino que se convierte en el soporte de un "proceso de abstracción basado en el deseo de eternidad", dentro del cual "el sujeto triunfa sobre su propia mortalidad". Esta relación entre autodestrucción y libertad, como manifestación de un proceso de abstracción en el que el cuerpo carece de valor determinante, no es el resultado de una codificación islámica y religiosa "arcaica" o "premoderna". Como muestra Mbembe, esta lógica está en la base de la metafísica del sujeto moderno y de su concepción de la libertad como autodeterminación, que en situaciones de terror y excepción alcanza sus formas más brutales de manifestación, en las que coinciden la autoafirmación y la autoaniquilación.

Sin embargo, la tendencia actual a la autoaniquilación se refiere a un proceso social más amplio de autodestrucción del propio patriarcado capitalista y su pulsión de muerte. Como argumentó Kurz en War of World Order: «La 'sed de muerte' no es un motivo específicamente islámico, sino más bien el grito universal de desesperación de una humanidad que se autoejecuta en su forma de mundo capitalista». De ahí el continuum  que encontramos desde las figuras del terrorista suicida, los sujetos masculinos amojamados y los adolescentes asesinos, hasta la propia dinámica de los Estados con sus aparatos de violencia y el imperialismo de seguridad "democrático", que se ha convertido en un "amok global ideal" y nuclear: «La pulsión de muerte del capitalismo se manifiesta como un amok policial mundial, que amenaza con adquirir dimensiones capaces de destruir el planeta.»

Tal es el masculinismo de crisis, que adopta la forma tanto de una guerra civil molecular (auto)destructiva como de una escala militar global, que llevamos tiempo viendo desarrollarse, adquiriendo escalas cada vez mayores y más peligrosas.

Masculinismo, militarismo y antiimperialismo

En este contexto, la guerra que ahora se recrudece se convierte en un momento de desescalada para la manifestación del deseo patriarcal de aniquilación, que adquiere un aire de fascinación espectacular a medida que las bombas rasgan el cielo y se producen muertes. Por parte de la izquierda occidental, la adhesión inmediata y la inversión libidinal en estas formas de aniquilación violenta llevadas a cabo por los Estados-nación acaba compensando su propia impotencia política ante el genocidio de Gaza.[11] Y, no por casualidad, en el contexto de la guerra entre Israel e Irán, la racionalización de esta adhesión va acompañada también de un aumento de las manifestaciones explícitamente antisemitas y de la legitimación del exterminio masivo de israelíes.

Para pintar la escala militar capitalista con los colores de la liberación, resultado de un proceso social global que se desarrolla a ciegas y mediado por la competencia entre Estados y bloques de poder, una parte de la izquierda presenta la guerra Israel-Irán como una guerra antiimperialista de liberación nacional. En este punto, el discurso de la izquierda se acerca -y se adapta- al discurso nacionalista antiimperialista de los duginistas (Cuarta Teoría Política) y de la extrema derecha prorrusa (Nazbols).[12] Desde los anarquistas hasta la Nueva Resistencia, se repite la misma justificación de la guerra y de su "necesidad", que tienen en común la posición del Eje de la Resistencia, así como la alianza euroasiática, como fuerza antiimperialista a la que hay que apoyar en la lucha por la liberación palestina. Así, mientras que del lado de la extrema derecha occidental la guerra se justifica como el "derecho a la defensa" de Israel, para la izquierda occidental y la extrema derecha prorrusa, se justifica a través de un "antiimperialismo" nacional, estructuralmente patriarcal, en el que los aliados, según criterios materialistas "objetivos" y "necesarios", se convierten en las élites políticas y los señores de la guerra de los regímenes de las naciones "aliadas". Es entonces cuando los regímenes nacionales, por el simple hecho de oponerse a Estados Unidos, no son mistificados como "anticapitalistas".[12]

La "pérdida de la historia" no podría ser aquí más explícita. Frente a un proceso de fragmentación y escalada militar global, en cuyo seno se intensifica la competencia entre Estados y bloques de poder, la izquierda "antiimperialista" evoca la constelación de la primera mitad del siglo XX, marcada por las guerras mundiales entre potencias imperiales, y las guerras de liberación nacional, responsables de la expansión de las formaciones estatales nacionales en un contexto de "capitalismos de Estado".[14] Como resultado, perdemos de vista que, en lugar de que el "antiimperialismo" traiga condiciones para la liberación, estamos frente a un proceso de profundización de la crisis global de la propia forma social dentro de la cual las luchas de liberación nacional tuvieron sentido y fueron históricamente concluidas. En lugar de una expansión de las formaciones y soberanías nacionales a través de las guerras de liberación nacional, lo que estamos presenciando es la descomposición de los propios Estados modernos formados en este proceso histórico. La escalada militar en curso es una de las formas en que se procesa esta descomposición social-global, resultado de la competencia patriarcal entre estados y bloques de poder en un contexto de agravamiento de la crisis estructural de la reproducción social capitalista.[15] Esto es difícil de aceptar en los análisis "realistas", que pretenden fundamentar la necesidad y objetividad de la guerra recurriendo a la constelación de guerras de liberación. Tales análisis no sólo se aferran a teorías cuyo punto de referencia histórico se ha agotado, sino a una visión del capitalismo como el "eterno retorno" de lo Mismo, como si ciertas formas de mediación social y de dinámica social tuvieran un poder infinito de regeneración y no estuvieran ellas mismas sometidas a una profunda crisis que plantea desafíos a la izquierda. Este punto ciego del "antiimperialismo", sin embargo, es coherente con el encuadramiento nacional de los conflictos, aislándolo de su pertenencia a un plan social mundial dinámico y cualitativamente modificado, caracterizado por una mundialización de las cadenas de producción y de los flujos de capital monetario, que es al mismo tiempo una crisis estructural de acumulación.

Sin embargo, y a pesar del "realismo" de las posiciones antiimperialistas, no es exagerado afirmar que uno de los efectos más probables de esta guerra será la profundización de la crisis económica y social de Irán, sumiéndolo en una guerra civil y en un proceso de descomposición del Estado-nación similar a lo ocurrido en Siria y Ucrania, aumentando la fragmentación social y la formación de máquinas de guerra. Algo que también está en marcha en el propio Estado de Israel, actualmente impulsado por el proyecto mesiánico y fundamentalista del "Gran Israel". La intensificación del genocidio y la escalada militar de Israel han profundizado la crisis de sus propias condiciones políticas, económicas y sociales, al tiempo que han ampliado las formas militantes de control territorial. Este proceso es sintomático de cómo la violencia de la aniquilación se ha convertido en un "fin en sí mismo" que contradice sus propios cálculos de intereses (económicos, políticos y militares), y no puede explicarse simplemente por ellos.

La retirada de Trump de la reunión del G7 y su negativa a firmar la declaración de alto el fuego es un síntoma de este nuevo momento de globalización y crisis del imperialismo, que intensifica la fragmentación y la competencia. Esto está en continuidad con el abandono de EEUU del apoyo militar a Ucrania, la posibilidad de retirar tropas de Europa y las tensiones con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Lo que estamos viendo, en este sentido, es toda la estructura del patriarcado capitalista y su imperialismo de seguridad, bajo la hegemonía estadounidense, desmoronándose a un ritmo acelerado, arrastrando al mundo a una espiral de destrucción.

Este proceso de escalada militar no produce en sí mismo más que guerras sin fin y sin perspectiva, dentro de las cuales el patriarcado capitalista transforma el globo en una enorme máquina competitiva y sacrificial de cuerpos reducidos a carne.

 

Notas:

1 https://g1.globo.com/mundo/noticia/2025/06/12/israel-realiza-aereo-contra-ira.ghtml

2 La relación fue puesta de manifiesto por el propio ministro de Defensa israelí, Israel Katz, quien afirmó que el ayatolá Jamenei podría correr la misma suerte que Sadam Husein.

3 Trump incluso comentó que la guerra "tenía que ocurrir". https://noticias.uol.com.br/internacional/ultimas-noticias/2025/06/15/trump-guerra-israel-ira-eua-se-envolver.htm

4 https://pt.euronews.com/my-europe/2025/06/14/crise-irao-israel-faz-adiar-conferencia-da-onu-sobre-solucao-de-dois-estados

5 https://www.reuters.com/business/aerospace-defense/trump-urges-tehran-evacuation-iran-israel-conflict-enters-fifth-day-2025-06-17/

6 https://quilomboinvisivel.com/2025/01/21/o-ascenso-do-masculinismo-na-esquerda/

7 En Wars of World Order, Kurz diagnostica el proceso de colapso del derecho internacional en la guerra de Kosovo de 1998, a la que siguió la de Irak.

8 https://www.dw.com/pt-br/israel-faz-trabalho-sujo-no-ir%C3%A3-por-n%C3%B3s-diz-chanceler-alem%C3%A3o/a-72955873

9 https://www.bbc.com/portuguese/articles/cj671j4g42lo

10 Según el relato de un activista anarquista iraní sobre la guerra y la fragmentación de la población iraní, la posición de una parte de la izquierda occidental, que ve los bombardeos de Tel Aviv como presagios de liberación, está más cerca de los fundamentalistas islámicos y de su lógica de mártires que de la izquierda iraní. Sobre esto, véase: https://quilomboinvisivel.com/2025/06/19/teera-sob-bombas-testemunho-de-uma-companheira-anarquista/

11 Se trata de un "amor desinteresado", de una alegría por participar en un poder deseante de aniquilación que no se posee ni se autonomiza en forma de poder capitalista. Algo que ya presupone una "impotencia"/carencia inscrita en el propio deseo.

12Esta deriva del antiimperialismo hacia una posición abiertamente de extrema derecha y un discurso de legitimación belicista basado en el pathos nacional no es reciente. Kurz había diagnosticado esta transformación en 2003: "La orientación hacia la nación como punto de referencia supuestamente anticapitalista y antiimperialista se ha convertido, liberada de su lastre marxista, en parte en una ideología y una política abiertamente nacionalistas de extrema derecha (como, por otra parte, lo ha hecho el patriotismo "socialista" en toda Europa del Este, incluida Alemania Oriental). La mutación de algunos de los tribunos del radicalismo izquierdista alemán de 1968 en nacionalistas reaccionarios (por ejemplo, Bernd Rabehl) e incluso en neonazis declarados (por ejemplo, Reinhold Oberlercher u Horst Mahler) es, en esta medida, más coherente de lo que podría parecer a primera vista." (World Order War, p.252). En nuestra opinión, esto sólo debe explicarse adecuadamente cuando se refiere al agotamiento de la fuerza histórica progresiva del capitalismo, sacando a la luz los elementos reaccionarios constitutivos del propio antiimperialismo de "liberación nacional", que se convierte, en un contexto de crisis, en una guerra sin perspectiva por la autoafirmación en la forma social capitalista, confundiéndose en muchos casos con el autosacrificio.

13 Es precisamente la toma de la nación (una construcción capitalista en sí misma) como punto de referencia supuestamente antiimperialista y anticapitalista lo que permite, por ejemplo, a la extrema derecha duginista presentarse como "anticapitalista"

14 Incluso se ha convertido en un lugar común en la izquierda, ante la profundización de la crisis del "imperialismo de seguridad" bajo la pax americana, volver a la constelación del imperialismo policéntrico. Cuando, sin embargo, está en curso una descomposición de los propios Estados nacionales y, más ampliamente, de la matriz de la socialidad moderna, que no merece que derramemos lágrimas sobre su final.

15 Según el Índice de Paz Global 2024, hay 56 conflictos armados activos en el mundo, incluida la guerra en Ucrania y el genocidio en Palestina. Se trata de la cifra más alta desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un claro proceso de escala militar global.

¡Parar la guerra! ¿Anti-imperialismo o lucha de clases?

por Instituto de Balística
México, 26/06/2025

Una nueva guerra, otra vez…

1. La campaña militar israelita en Palestina no solo tiene un carácter salvaje, sino que también presenta cualidades racistas y de limpieza étnica, por lo cual no es exagerado llamarla una práctica genocida sin necesidad de entrar en debates estadísticos. Sin embargo, su naturaleza no corresponde a ninguna excepcionalidad, es una empresa social de destrucción[1] como el resto de conflictos bélicos modernos, que tiene como objetivo final la conquista del territorio de la Franja de Gaza primero, y de Cisjordania después.

2. Por muy desgarradoras que resulten las imágenes, no cambia el hecho de que es una más de las guerras del capitalismo. Aunque las modalidades pueden cambiar, a veces por materias primas, a veces por expansión de mercados o como en este caso, por un espacio desde donde posicionarse en la guerra entre imperios.

3. Lo iniciado en octubre de 2023 ha desencadenado un reacomodo en la geopolítica de Oriente Medio y el mundo, pero la geometría tradicional no alcanza para explicarlo.  El capitalismo ha tenido varias olas exitosas de globalización, desde el comercio marítimo del s. XVI hasta la conquista del telón de acero soviético a finales del s. XX, hoy podemos afirmar que domina todas las esquinas del planeta y que ya no hay oposiciones regionales, dado que la única oposición a la burguesía podría ser el proletariado insurrecto y ese no “gobierna” en ningún lugar del mundo (mucho menos en China).

4. Los regímenes a los que se les suele atribuir alguna diferencia, ya sea por su forma o por su cultura, no dejan de ser capitalistas. No existen “vacíos” a resguardar. La producción material de la vida en el lugar más apartado de la tierra ya forma parte de una cadena de valorización, y el producto de esta es forzosamente gestionado por la burguesía que domina ese territorio a través de su forma política, el Estado. Las imágenes de Rafah antes de la guerra lo demuestran, con su comercio de mercancías bajo[2] el dominio policiaco no solo del ejercito sionista, también de la policía de la ANP o de Hamás.

¿Y nosotros?

5. Cómo posicionarse ante las guerras capitalistas es un tema que ha dividido a los elementos organizados del proletariado desde hace dos siglos, esto porque asumimos que no hay tal cosa como una lucha nacional, dado que ambas clases son mundiales, y los proletarios somos compañeros que luchan en cualquier parte del mundo[3]. Consignas como “si luchas aquí, luchas allá” no son solo versos, expresan una realidad material.

6. Las formas de solidaridad se han adaptado a las condiciones históricas de cada guerra. En un inicio fueron forajidos románticos al estilo Bakunin cruzando el mundo para socorrer los levantamientos, llegando a Paris, a Bolonia o a Cuautla. Pero en tiempos de la II Internacional, partidos y sindicatos obreros le otorgaron un lugar central en sus discusiones. No participar de la guerra, sino parar su maquinaria era una obligación de los revolucionarios, y para ello se llamaría a una huelga general internacional[4]. En la práctica todos estos esfuerzos fracasaron, ya que estas organizaciones fueron absorbidas por sus enemigos. No solo fue la socialdemocracia aprobando las declaraciones de guerra, incluso algunos patriarcas del anarquismo declararon que era preferible que la guerra la ganara el bando aliado (aquellas democracias que ejecutaban revolucionarios a la menor provocación)[5].

7. Sin embargo, en 1918, en plena carnicería mundial, el primer asalto proletario comenzó con los motines y deserciones de conscriptos en ambos frentes. Lo que los bolcheviques y espartaquistas sintetizaron como “derrotismo revolucionario”, que no es otra cosa que los soldados volteando sus armas contra sus generales como forma de parar la guerra, fue la lección más importante del periodo [6].

8. Después de la 2ª guerra mundial, esta consigna mutó colosalmente. Al existir dos bandos, los países coloniales tendrían un carácter progresista y derrotar a las metrópolis abriría procesos revolucionarios en ambos lados. Esto aplicaba a los partisanos de Europa, a los maoístas en Asia, a los panarabistas, africanistas y latinoamericanos. El esquema de liberación nacional duró tres décadas.

9. La solidaridad fue una práctica generalizada del proletariado alrededor del mundo. Ya sea suministrando recursos (financieros o humanos) a través de sus respectivas burocracias militantes (comités en apoyo al tercer mundo), ya sea a través de una condena moral y pidiendo una paz abstracta (hippies y new age) o en algunos casos cuestionando el papel de la propia burguesía ya sea como agresora o como cómplice. La consigna “traer la guerra a casa” sintetiza la lección del 2º asalto[7].

10. Lo cierto es que estos procesos anticoloniales fueron rápidamente secuestrados, abriendo en algunos casos feudos despóticos para nuevas burguesías locales (muchas veces en su forma militar) o siendo nuevos eslabones para algún bando imperialista, ya sea la URSS o USA. En la mayoría de ellos, los grupos revolucionarios fueron liquidados y el proletariado desmovilizado para volver a la producción.

¿Y ahora?

11. Lo que el conflicto en Oriente Medio nos permite reflexionar es la limitante que presentan las actuales posiciones ante la guerra. Aunque existen algunas aberraciones como la izquierda alemana pro-sionista, sabemos que el rechazo de la población a esta guerra es masivo, pero se expresa en la forma de un moralismo sentimental (positivo pero insuficiente) y que en el seno de las organizaciones militantes aun abunda con fuerza una postura peligrosa: el defensismo, que significa tomar partido por alguno de los bandos estatales del conflicto.

12. Este anti-imperialismo[8], parte del supuesto de que existen naciones buenas y naciones malas, cuando en realidad solo hay fuertes y débiles. Ya sea en la guerra ——Ucrania VS Rusia o Israel VS Irán, o el próximo USA VS China—, sus respectivos gobiernos funcionan oprimiendo a su población y sus ejércitos en cualquier momento se vuelven verdugos internos. Los trabajadores de estas naciones pasan de ser bestias de carga a carne de cañón.

13. La ofensiva que desató el régimen criminal de Netanyahu sobre Teherán ha traído de nuevo esas voces a la arena. Los llamados a defender el régimen de los ayatolás olvidan tanto el origen como la función de dicha teocracia, la contrarrevolución islámica. En 1979 hubo un levantamiento popular de enormes dimensiones para derrocar al Sha, encabezado por los consejos obreros (shoras) que no solo buscaban un cambio político sino una revolución social, ante lo cual la burguesía tuvo que recurrir a Jomeini y su grupo político para encauzarla y mantener la estabilidad necesaria para el desarrollo capitalista en Persia. Su supuesto anti-imperialismo quedó desmoronado cuando iniciaron aquella guerra santa contra el Irak del partido Baaz[9].

14. Hoy en día, Irán ha construido una imagen de “resistencia” a Occidente a través de su conflicto con USA, pero en el fondo sólo es una guerra económica más, donde los ayatolás construyen un frente regional a través de su apoyo a milicias islámicas, como en Líbano y Palestina, además de masacrar poblaciones kurdas. Justo antes de este conflicto, el gobierno estaba siendo sumamente cuestionado por su población, incluyendo las protestas en contra de la policía moral a raíz de la muerte de Amini, lo cual ahora será sepultado en medio los llamados a la unidad nacional, igual que ocurrió con los opositores a Netanyahu de Tel Aviv.

Ninguna guerra, más que la de clases

15. Llamar a defender al país pequeño para quebrar al imperio ha sido una estrategia no solo absurda, sino inútil, que ha llevado incluso a enrolarse bajo la dictadura de Videla en Argentina[10] o bajo el manto de los talibanes. Los estragos que ha dejado esta política en el movimiento revolucionario aún se siguen sufriendo [11], ya que la guerra no solo se libra en el frente, sino también la retaguardia, lo que implica aumentar los niveles de explotación para garantizar recursos al ejército, reforzar la vigilancia y la represión de la vida cotidiana.

16. Ahora, las críticas de todos estos grupos al derrotismo revolucionario son de tan bajo nivel que piensan que es un llamado a que los proletarios invadidos deben dejarse desarmar y abrir paso a las fuerzas de ocupación, pero eso es ridículo. Sabemos que los ejércitos no son de conscriptos, sino de mercenarios y profesionales y no esperamos que estos se conmuevan, dejen de disparar y den marcha atrás. No es 1917, las formas han cambiado [12], mantenemos este principio.

17. Lo que aquí se está defendiendo no es un invento, sino es el espíritu de las acciones que tienen lugar ya en contra de la guerra: desertar del ejército, como hacían los refuzniks hebreos, frenar el envío de suministros como los estibadores de Francia, parar la fabricación de armamento como los obreros ingleses, o incluso las acampadas de los universitarios de Boston. Conocer los límites propios de estas acciones no impide reconocer su potencia. Pasar de la suplica de la sociedad civil y el boicot de los consumidores, a la ruptura y el bloqueo de las cadenas que hacen posible las acciones militares.

18. El llamado a “romper relaciones diplomáticas” que sigue imperando en las manifestaciones se debe convertir en una acción encaminada al corto circuito de las condiciones que hacen posible la guerra. Aumentar la reflexión, la discusión y la conspiración. esto hasta que las armas de la crítica puedan convertirse en la crítica de las armas, en todos los frentes, el de Trump y Netanyahu, pero también el de los Ayatolás[13], desde el Ártico, hasta la Antártida.

 

Notas:

[1] Además de los clásicos sobre el estudio social de la guerra, recomendable la obra del sociólogo surrealista Roger Caillois, La cuesta de la guerra.

[2] Varios grupos y estudiosos presentan a Gaza como una suerte de campo de refugiados, una sociedad de clases atípica, sin embargo hasta antes de la guerra existía una industria de la construcción que movilizaba trabajadores hacia Israel, así como una agricultura y un mercado locales

[3] Este tema quizá es el que más polémica puede levantar. Desde los grupos que se reclaman decoloniales hay una crítica sobre qué tan solidaria puede ser la clase obrera de los países desarrollados frente a la de sus excolonias, de las cuales se siguen beneficiando para mantener un alto nivel de vida, y mostrándose indiferentes hacia la población que migra ya sea por trabajo, ya sea por seguridad. El caso de los colonos israelitas es acaso el más escandaloso.

[4] Existen muchos textos sobre “la bancarrota de la internacional”, recomendamos el de James Joll, La segunda Internacional, Barcelona, Icaria, 1976, por el énfasis que pone en el tema de la guerra y los debates entre personajes como el anarquista Domela Niewenhius.

[5] Nos referimos al famoso Manifiesto de los dieciséis, que firmaron Kropotkine y Grave, fuertemente criticado por Malatesta.

[6] Existen diversos textos sobre lo que significó esta estrategia de lucha, como los del grupo Bilan. Incluso hay un episodio que ha sido recreado en películas, la famosa tregua de navidad.

[7] En los USA se utilizó esta consigna por grupos radicales para instigar a la revuelta por medio de disturbios y saboteos masivos, de tal manera que las tropas tuvieran que volver de Vietnam, el episodio es recordado como Los días de furia.

[8] A manera de anti-crítica, no solo desde el norte global se ha denunciado este concepto como anacrónico y reaccionario, ya Raphael Pallais lo hizo a propósito de su uso por la burocracia sandinista en Nicaragua hace más de 40 años.

[9] El texto Fuego a la polvora, de Bardo ediciones incluye una introducción al respecto del insurreccionalista Wolfi Lanstreicher.

[10] Existieron excepciones dignas que, a diferencia de la ola leninista, no se enrolaron en la guerra patriotera, como el grupo Emancipación Obrera.

[11] Los grupos denominados anarquistas siguen cayendo en esa trampa, como muestra la última declaración conjunta de los restos del plataformismo latinoamericano.

[12] En el sitio de Proletarios Revolucionarios podemos encontrar un estado actual del debate, invitamos a su lectura.

[13] Al momento de escribir estas líneas, celebramos el hecho de que nos han llegado varios textos contra la guerra de proletarios iranís, feministas, sindicalistas, etc,,  destacando el testimonio de un anarquista: Teheran bajo las bombas.



jueves, 26 de junio de 2025

Ni Tsahal ni Artesh

Tridni Valka
21 de junio de 2025
Traducción al español: Los Amigos de la Guerra de Clase
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Han pasado más de 20 meses desde que comenzó la masacre en Gaza. La campaña de exterminio, similar a la liquidación del gueto de Varsovia, está en pleno apogeo. Bombas “inteligentes”, bombas “tontas”, fósforo blanco, gas nervioso, ejecuciones sumarias, marchas de la muerte, tortura, violaciones… Sistemas controlados por IA como “Lavender” y “¿Dónde está papá?” – un algoritmo diseñado para localizar a supuestos miembros de Hamás cuando están en casa con sus familias – eligen los objetivos para que los operadores de drones militares reduzcan a polvo todo el edificio en el que se encuentran. El hambre, el cólera y las epidemias de polio provocadas deliberadamente por Israel están acabando el trabajo en los restos de la franja, increíblemente superpoblados, en aras de los sueños de un futuro desarrollo capitalista, una vez eliminados los proletarios sobrantes e inconvenientes. Como cantan los niños israelíes en el himno de exterminio bautizado con el nombre orwelliano de “Canción de la amistad”: “… volveremos a arar nuestros campos…”.

Pero además de los campos fértiles, estos sueños imposibles incluyen también lujosos complejos turísticos costeros para Trump, la exploración de yacimientos de gas para ENI y un tren de alta velocidad de Tel Aviv a El Cairo para Siemens. Por supuesto, será difícil lograr la realización de este paraíso capitalista en una zona llena de explosivos, completamente envenenada por el amianto de los edificios destruidos, los metales pesados, el fósforo blanco, el uranio empobrecido… y con acuíferos subterráneos llenos de agua de mar que el ejército israelí bombeó deliberadamente allí.

Mientras tanto, otros miles de muertos y decenas de miles de soldados mutilados con uniformes israelíes se han sumado a las víctimas de la masacre del 7 de octubre, y muchos más vendrán, ya que las facciones burguesas lideradas por Irán y Estados Unidos, respectivamente, están tratando por todos los medios de arrastrar a los proletarios que viven en sus territorios a esta carnicería. Israel, donde la unidad de la guerra capitalista y la paz capitalista siempre ha sido evidente, ya se está convirtiendo en un importante “teatro” de la catástrofe militar mundial que se está gestando.

Mientras escribimos estas líneas, todos estos preparativos militares están empezando a dar sus frutos venenosos, ya que el 13 de junio Israel lanzó su ataque, planeado desde hace tiempo, contra las instalaciones nucleares iraníes y ahora las bombas, los misiles y los drones están causando estragos en ciudades iraníes e israelíes. Mientras esto sucede, los portaaviones de la Marina de los Estados Unidos están rodeando Irán y posicionándose en el Mar Rojo contra los hutíes, y las bases del Ejército de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico están en alerta máxima, al igual que los ejércitos de muchos otros países de la región. Trump se prepara para bombardear Irán; Jamenei se prepara para atacar las bases del Ejército de los Estados Unidos.

Sin embargo, en los últimos meses, el número de refuseniks y desertores en Israel, que antes era reducido, ha comenzado a crecer. Hasta ahora, cientos de reservistas se han negado públicamente a servir, negándose a participar en la masacre de los proletarios de Gaza por parte del Estado israelí y denunciándola, incluso si eso significa ir a la cárcel. Mientras tanto, hasta 100 000, es decir, alrededor de un tercio de todos los reservistas, simplemente no se presentaron. También hay “rumores” de “incidentes de fragging” que ya están ocurriendo dentro de las FDI…

La propaganda de nuestros enemigos burgueses está tratando de restar importancia a este movimiento para ocultar las crecientes grietas en la unidad nacional interclasista israelí.

Insisten en que a estos últimos no les importan realmente los palestinos y que su negativa se debe “solo” a que están agotados, no quieren morir o quedar lisiados, o porque cada vez que son llamados a las armas son despedidos de sus trabajos y quedan en la indigencia en medio de un costo de vida que se dispara. ¡Como si estas cosas no estuvieran unidas por la realidad material de la lucha por los intereses de nuestro enemigo de clase! ¡Esto no es más que otro de sus intentos de impedirnos reconocer que lo que nos une al otro lado de la trinchera es nuestra posición como clase explotada, como fuerza de trabajo movilizada o desechada según las necesidades de nuestros amos capitalistas! ¡Impedirnos vernos al otro lado de las trincheras como hermanos y hermanas en la lucha de clases!

Desde mayo se han producido varias marchas de protesta contra la guerra hacia la frontera de Gaza, una de las cuales terminó en enfrentamientos con la organización Tzav 9, una plaga nacionalista que acudió para impedir la entrada de alimentos en Gaza. También entre los manifestantes que exigían “el alto el fuego” y la liberación de los rehenes de Hamás se está extendiendo la conciencia de los horrores que se están viviendo en Gaza.

Al mismo tiempo, los proletarios hambrientos dentro de Gaza han celebrado recientemente varias protestas airadas, como ya hicieron muchas veces antes del 7 de octubre, a pesar de lo que nos digan los propagandistas burgueses, en las que pedían el fin de la matanza, exigían alimentos y denunciaban tanto a los carniceros del Estado israelí como a los kapos y los propietarios de los barrios marginales de Hamás. Por supuesto, los falsos amigos del proletariado del bando de la “liberación nacional palestina” están denunciando a estos manifestantes como “traidores” y “quinta columna”.

En cuanto a Irán, en los últimos meses ha estallado una nueva ola de huelgas militantes de trabajadores petroleros, camioneros y profesores en muchas partes del país, mientras que la ira proletaria y el deseo de venganza contra la burguesía por la brutal represión de los movimientos de la última década siguen hirviendo bajo la superficie. Movimientos que en sus momentos álgidos incluyeron a parte de los soldados del ejército e incluso a algunos miembros de la milicia Basij que cambiaron de bando y se unieron a las protestas. Y no olvidemos que los soldados iraníes saben cómo organizarse, cómo desobedecer las órdenes, cómo desertar, cómo volver sus armas contra sus oficiales, ¡como demostraron durante la llamada guerra entre Irán e Irak!

El programa burgués es siempre el mismo:

– Masacrar a los proletarios en Gaza y Cisjordania… La voluntad del Estado israelí de “masacrar a Hannibal” a cualquiera, como lo demostró el fuego de ametralladoras de helicópteros militares el 7 de octubre.

– Enviar proletarios a matar a otros proletarios o a morir a Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria o cualquier otro lugar… por los intereses del Capital y su Estado…

– La explotación sin fin y la espiral de miseria en la región de Oriente Medio y en el propio Israel…

El proletariado no tiene más remedio que luchar y desarrollar su propia perspectiva, la práctica del derrotismo revolucionario:

– El proletariado lucha contra su propia burguesía, contra las fuerzas burguesas que lo explotan y reprimen directamente. Por eso, el proletariado de Gaza protesta contra Hamás y contra el Estado israelí, mientras que los proletarios israelíes se manifiestan contra su gobierno.

Podemos ver una creciente resistencia de clase contra la guerra en Gaza y Cisjordania, en Israel, en forma de innumerables protestas y disturbios en todo el mundo, en forma de huelgas de trabajadores que se niegan a suministrar armas a Israel…

– Recientemente se están desarrollando huelgas obreras en la región de Oriente Medio: Turquía, Irán y el propio Israel…

– Todas estas acciones juntas constituyen orgánicamente un ataque contra la dominación burguesa en su conjunto. Expresar solidaridad con el proletariado en “Oriente Medio” significa luchar contra “nuestra propia” burguesía aquí y ahora.

Desarrollemos esto más:

– Los proletarios con uniformes del Estado israelí y del Estado iraní tienen que poner el último clavo en el ataúd del mito burgués de la “unidad nacional judía” y de la “Revolución Islámica”: ¡inspírense en los soldados estadounidenses en Vietnam y, recientemente, en los soldados rusos y ucranianos, y vuelvan sus armas contra sus “propios” oficiales y explotadores y sus ejecutores!

Todos los mandos del ejército israelí, los políticos israelíes, los propagandistas militares o gubernamentales, los operadores de drones leales o los pilotos de aviones de combate dispuestos a seguir arrasando Gaza, los torturadores de las prisiones militares, los policías militares que imponen el servicio militar obligatorio… merecen temblar de miedo por su vida…

Todas las infraestructuras militares o gubernamentales, oficinas, almacenes… merecen ser objeto de sabotaje, ocupación, saqueo… y ser reducidas a cenizas…

Contra todos los ideólogos burgueses, ya sean “Hasbara”, “Liberadores Nacionales de Palestina” o el “Eje de la Resistencia”, debemos plantear la perspectiva del proletariado como clase mundial unida por sus intereses, independientemente del uniforme, la nacionalidad, los colores… Debemos resistir todos los intentos burgueses de arrastrarnos a masacres, de convertirnos en carne de cañón, de imponernos los sacrificios de la economía de guerra…

¡Desertores y objetores de Israel, resistid el encarcelamiento con las armas en las manos!

¡Proletarios de Israel, camaradas, la única alternativa a la actual catástrofe capitalista es levantarse en insurrección contra el Estado junto con vuestros hermanos y hermanas proletarios palestinos, árabes, iraníes, turcos, estadounidenses, europeos…!
¡Apoyamos a las tropas israelíes, iraníes y estadounidenses… cuando disparan a sus oficiales!
Contra la guerra capitalista y contra la paz capitalista… ¡afirmamos la insurrección proletaria mundial por el comunismo!

domingo, 22 de junio de 2025

Las feministas iraníes se pronuncian

20 de junio de 2025
Tomado de Anarchist Communist Group
Publicamos a continuación varias declaraciones de feministas iraníes.
El primero es del Grupo de Liberación Feminista de Irán.

7 recordatorios clave para nuestros aliados internacionales sobre el conflicto en Irán

1. Prioriza la desescalada
Evita cuentas o narrativas que comiencen con lemas como "Irán tiene derecho a la legítima defensa" (a menudo propaganda estatal) o "Israel liberará a Irán y no atacará a los civiles" (a menudo propaganda sionista). Tales declaraciones a menudo ocultan o justifican la violencia estatal. En cambio, siempre deberíamos centrarnos en los civiles, no en los estados.

2. Vuelve a verificar tus fuentes
Hay una cantidad abrumadora de desinformación en línea. Antes de compartir algo, verifícalo con medios de comunicación acreditados o periodistas de confianza. Las publicaciones virales no siempre son precisas, incluso si son emocionalmente convincentes. Algunas cuentas a seguir: @middleeastmatters y @centerforhumanrights

3. No olvides a los presos políticos.

A medida que se desarrollan los ciclos informativos, muchas personas quedan olvidadas. En Irán, innumerables presos políticos, incluidos los condenados a muerte, corren grave peligro a diario. Durante la guerra entre Irán e Irak, miles de personas fueron ejecutadas en 1988 con el pretexto del conflicto. No permitamos que la historia se repita.

4. Evitemos idealizar cualquier forma de poder estatal.
La oposición a un régimen opresor no implica apoyo a otro. Todos los gobiernos deben rendir cuentas, ya sea Israel, Estados Unidos, Irán o cualquier otro Estado. El auténtico antiimperialismo exige un cuestionamiento constante de todas las formas de opresión.

5. Enfóquese en las voces de los directamente afectados.
Empodere a quienes están en primera línea, no a los influencers que se apropian de la narrativa. Encuentre y apoye a activistas de base, periodistas independientes y personas que hablan desde su propia experiencia.

6. Las mujeres y los hombres iraníes están atrapados entre dos formas de violencia.
Muchas personas en Irán se oponen al régimen islámico y, al mismo tiempo, temen la intervención militar extranjera. No quieren ser utilizadas como peones en juegos geopolíticos. La verdadera solidaridad significa apoyar sus demandas de libertad, sin intervención militar.

7. No ignoremos las demás luchas en curso, especialmente la lucha contra el genocidio en Palestina.

En solidaridad con las mujeres y los hombres iraníes, sigan alzando la voz contra las atrocidades en Palestina, Sudán, Ucrania y las injusticias globales. Estas luchas no compiten entre sí, sino que están entrelazadas a través de sistemas comunes de opresión, militarismo y violencia estatal. La solidaridad debe ser interseccional.

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La segunda y la tercera declaraciones provienen de mujeres en la terrible prisión de Evin . Ambas exigen el fin de la guerra, condenan el ataque del Estado de Israel contra Irán y, al mismo tiempo, rechazan el régimen teocrático y autoritario de Irán, responsable de miles de muertes de disidentes. Ambas enfatizan la necesidad de una lucha popular para derrocar al régimen, a la vez que rechazan la intervención extranjera. Si bien podemos criticar el uso de ciertos términos como «democracia», apoyamos el antimilitarismo y el internacionalismo de estas valientes mujeres.

En una de estas declaraciones, cuatro presos políticos —Reyhanna Ansari, Sakineh Parvaneh, Verisheh Moradi y Golrokh Irai— afirmaron que la verdadera libertad de Irán solo se logrará mediante la resistencia generalizada y el poder de los movimientos sociales. Rechazaron firmemente cualquier esperanza de depender de gobiernos extranjeros para traer la libertad o la democracia al pueblo iraní y condenaron enérgicamente los recientes ataques israelíes en suelo iraní, que resultaron en la muerte de civiles y la destrucción de infraestructura. Escribieron: «Nuestra liberación, la liberación del pueblo de Irán de la dictadura que gobierna el país, solo es posible mediante la lucha de las masas y recurriendo a las fuerzas sociales, no aferrándose a potencias extranjeras ni depositando esperanzas en ellas... Las potencias que siempre han traído destrucción a los países de la región mediante la explotación y la colonización, incitando guerras y asesinatos en busca de mayores beneficios, no tendrán otra salida para nosotros que una nueva destrucción y explotación».

*

En un mensaje aparte, las presas políticas Anisha Asadollahi, Nahid Khodabakhashi y Nasrin Javadi escribieron una carta directamente al pueblo de Irán. Comenzaron su carta con un saludo al pueblo oprimido y justo y declararon: «Las guerras nunca beneficiarán al pueblo». Es el pueblo, que no tuvo ningún papel en el inicio de estas guerras, quien siempre paga el precio.

Estas presas políticas se autodenominan "rehenes del gobierno", mantenidas indefensas tras puertas de hierro. Sin embargo, incluso desde dentro de la prisión han expresado su profunda preocupación por la gente que está afuera, llamando a la resistencia colectiva contra la guerra.

Dos panfletos desde Irán

Trabajadores Anticapitalistas (Irán)
15 y 17 de junio de 2025
Tomado de League of Internationalist Communists. Traducido por Barbaria.

Solo un levantamiento obrero anticapitalista puede aplastar a estos dos pulpos capitalistas asesinos y belicistas

1.    Los trabajadores estamos empleados en todos los sectores: en fábricas, escuelas, hospitales, servicios municipales, agricultura, industria, transporte por tierra, mar y aire, energía y servicios públicos, construcción, bosques y más. Ya estemos desempleados, jubilados o cargados de trabajo doméstico no remunerado, todos pertenecemos a la misma clase trabajadora, unidos por nuestra existencia social y nuestra explotación. Soportamos todo el peso de la dominación capitalista: la esclavitud asalariada, represión, privaciones, genocidio, encarcelamiento, tortura, violencia de género, opresión étnica, destrucción medioambiental y todas las calamidades que este sistema engendra.

2.    Hasta hace poco, sólo la clase capitalista y el régimen islámico de Irán nos imponían directamente esta violencia. Ahora, con la guerra en marcha, nos enfrentamos a dos monstruos capitalistas: la burguesía iraní y su régimen por un lado, y los gobiernos de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea por otro. A pesar de su conflicto, ambos bandos imponen la misma brutalidad genocida. Desde arriba y desde abajo, en todos los aspectos de la vida, estamos siendo aplastados por la violenta maquinaria del capital, ya sea iraní, israelí, estadounidense o europea.

3.    Esta guerra no se libra entre «Estados», se libra contra nosotros. Decenas de millones de trabajadores soportan la carga: desplazamientos, falta de vivienda, hambre, hambruna, falta de agua, medicinas, tratamientos, muerte masiva. Nuestros hogares son bombardeados, nuestros seres queridos yacen insepultos y el futuro de nuestros hijos es incierto. En Teherán, Kermanshah, Isfahan y otros lugares, el coste de la guerra es inmenso. Estas condiciones gritan que debemos actuar, colectivamente, a nivel nacional y con una organización consejista y con conciencia de clase. Esto no es un eslogan. Es una cuestión de supervivencia. Debemos unirnos allí donde vivimos y trabajamos —fábricas, escuelas, hospitales, puertos, barrios— para formar consejos. No deben ser aislados ni locales; deben crecer hasta convertirse en un movimiento nacional, capaz de movilizar todos los recursos para satisfacer las necesidades urgentes: alimentos, seguridad, atención sanitaria, vivienda, educación. Estos consejos deben unirse, evolucionar hasta convertirse en una fuerza anticapitalista unificada, y arrebatar el control de la producción, la riqueza y la infraestructura de las manos de la clase capitalista y su Estado. Proclamemos al mundo: vemos a todas las clases dominantes —israelí, islámica, estadounidense, europea— como enemigas genocidas de la clase trabajadora. Hacemos un llamamiento a los trabajadores de todo el mundo a la solidaridad y al apoyo.

 

La guerra entre las bestias capitalistas es una guerra contra todos nosotros

1.    Dos regímenes genocidas están ahora en guerra: el gobierno israelí y la República Islámica. Como todos los Estados capitalistas, ambos son asesinos de trabajadores, criminales y belicistas.

2.    Israel nació de la coalición imperialista que surgió de la Segunda Guerra Mundial: un puesto estratégico para las potencias capitalistas. Durante casi 80 años, ha llevado a cabo un genocidio continuo contra los trabajadores palestinos y de Oriente Medio. Sus acciones cuentan con el pleno consenso del capital mundial. La República Islámica, por el contrario, surgió de la derrota del movimiento obrero revolucionario de Irán a finales de la década de 1970. Fue la solución de emergencia del capital para aplastar los levantamientos obreros y preservar la explotación. Aunque sus orígenes son diferentes, ambos regímenes sirven a los intereses del capital mediante la guerra, la represión y la expansión. Su confrontación actual es un choque por la influencia, no por la justicia: una lucha entre facciones capitalistas rivales.

3.    Israel, con el apoyo incondicional del capital estadounidense y europeo, ya ha dañado gravemente la infraestructura militar de Irán. Sin embargo, esto no significa que el régimen islámico se derrumbe. Luchará para preservarse, utilizando todos los recursos disponibles. Sus recientes derrotas, aunque significativas, no bastan para asegurar su rendición. El régimen resistirá hasta que su propia supervivencia se vea amenazada.

4.    La guerra no es por las armas nucleares. La cuestión nuclear es un pretexto. Durante 45 años, el conflicto central ha sido el desafío de Irán al orden capitalista mundial liderado por Estados Unidos, su exigencia de una mayor cuota de poder y su negativa a someterse. Esta guerra pretende zanjar esa disputa de forma decisiva, aunque no permanente. Aunque la República Islámica se vea obligada a transigir, sus rivales no tienen un sustituto viable para ella. Los exiliados monárquicos, los que quieren revivir la monarquía de los Pahlavi y los restos que defienden a [Maryam] Rajavi no tienen una base real. El régimen no caerá: capitulará y negociará para minimizar sus pérdidas.

5.    Aunque esta guerra termine, la siguiente fase de explotación y represión continuará. Mientras exista el capitalismo, también existirán la guerra, la crisis, el genocidio y la competencia por la plusvalía, el capital y el poder. Creer que Netanyahu, Estados Unidos o el régimen islámico «liberarán» a los 60 millones de trabajadores de Irán es una ilusión peligrosa. A cualquier trabajador arrastrado a esta creencia se le ha robado la conciencia. Esta ilusión debe ser destrozada por una crítica de clase contundente y basada en principios.

6.    Nadie puede predecir las consecuencias económicas de la guerra. Pero el resultado probable será la pobreza masiva, el hambre, el colapso de la producción, la represión y la muerte, solo para llevar a Irán a la mesa de negociaciones. Las clases dominantes estadounidense e israelí no dudarán en convertir a Irán en otra Libia si ello sirve a sus objetivos. Pero Irán no es la Libia de Gadafi ni el Iraq de Sadam. El régimen islámico luchará para evitar el colapso total.

7.    Es probable que esta guerra se intensifique. Las condiciones —hambruna, falta de medicinas, falta de vivienda, desempleo masivo— empeorarán. Todos los bandos cargarán el coste de la guerra sobre la clase trabajadora. Debemos invertir esta tendencia. Debemos redirigir la crisis hacia el propio capital. Esto no es imposible. Nuestra clase tiene la capacidad de hacerlo. El capitalismo estampa la palabra «imposible» en cada sueño de liberación, pero eso es parte de su poder ideológico, su deshumanización del trabajo y la mistificación de las mercancías. Debemos romper estas ilusiones. Hacer recaer el coste de la guerra sobre el capital. Intensificar la lucha de clases anticapitalista, con claridad, estrategia y determinación.

8.    Esta no es nuestra guerra. Es la suya. Estamos en guerra con ambos regímenes, con ambos bloques, con todo el sistema capitalista mundial. Cualquier alineamiento con un bando es una traición. La actividad contra la guerra solo tiene sentido si promueve un programa revolucionario y anticapitalista. Las manifestaciones contra la guerra deben estar vinculadas a la lucha de clases: no como una protesta vacía, sino como un desafío a los dos polos del poder imperialista. De lo contrario, se convierte en un llamamiento al régimen islámico para que se rinda ante sus rivales más poderosos y genocidas. Debemos rechazar esta narrativa. Nuestra lucha es contra todos los Estados y todos los capitales.

9.    Un punto crucial: la lucha contra la guerra debe ser anticapitalista. Sin esto, nos vemos reducidos a ser soldados de infantería de uno de los dos bandos de asesinos. Por ejemplo, oponerse a la política de guerra de la República Islámica es necesario, pero solo si se combina con la oposición al Estado genocida israelí y al imperialismo occidental. Lo mismo ocurre con las armas nucleares. Debemos rechazar toda financiación de la guerra por parte de nuestro trabajo, pero no de forma que sirva a facciones capitalistas rivales. Nuestra crítica debe caer por igual sobre todos los belicistas, todos los estados, todas las alas de la burguesía global.

10.   Dondequiera que estemos —fábricas, escuelas, hospitales, puertos, barrios— debemos unirnos. Construyamos consejos obreros. Unámoslos, no como sueños, sino como herramientas materiales de resistencia. ¿Por qué llamar a esto utópico? ¿Es porque el régimen utiliza la represión brutal para impedirlo? ¿No hacen lo mismo con todas las huelgas? ¿No han intentado aplastar todas las protestas, especialmente las de las mujeres, los jóvenes y los desempleados? Aun así, hemos luchado. ¿Por qué dudar ahora? Esta vacilación no es nuestra, nos la ha implantado la ideología capitalista. Debemos rebelarnos contra ella.

11.  Hacer de los consejos nuestra arma. En tiempos normales, las huelgas y los paros son poderosos. Pero en tiempos de guerra, las huelgas pueden ser cooptadas por un bando. Debemos ir más allá: tomar los medios de producción. No solo parar el trabajo, sino tomar el control. Esto aterroriza tanto al régimen islámico como al capital occidental más que cualquier otra cosa. Sí, seremos reprimidos. Pero debemos empezar. Hacer contactos. Coordinar. Construir. Unir nuestros consejos en un movimiento capaz de tomar el control del trabajo, la vida y la producción.

12.    ¿Qué pasa con nuestras necesidades inmediatas: medicina, vivienda, energía, alimentos? No pueden asegurarse en el marco del comercio capitalista. Nuestra consigna debe ser: Ocupar. Preparar. Expandir. Cuanto más preparados estemos para tomar y organizar la vida colectivamente, más poder tendremos para imponer demandas y asegurar la supervivencia.

13.    Debemos actuar como clase. Hemos pasado generaciones evitando este camino, engañados por falsas esperanzas: sindicalismo, democracia, ONGs, revoluciones de colores, antiimperialismo, federalismo. Nos han llevado al agotamiento, a la traición, a la ruina. Un día debemos empezar. Ese día ya debería haber llegado hace mucho. hagamos que sea ahora.

domingo, 15 de junio de 2025

Teherán bajo las bombas: testimonio de un compañero anarquista

Traducido de: https://www.leperepeinard.com/breves/rapport-des-compagnon-es-iranien-nes-jour-3-de-la-guerre-iran-israel
14/06/2025

[Desde Teherán, un militante anarquista da testimonio de los ataques israelíes, del caos cotidiano y del papel que intentan desempeñar los anarquistas entre la guerra, la represión y la supervivencia. Un relato conmovedor que he traducido con lágrimas en los ojos. ¡Todos mis pensamientos están con aquellos que, en ambos bandos, luchan por la paz y la libertad! ¡A los desertores, únicos héroes de las guerras!]

Una noche de fuego y confusión

Anoche, mientras dormíamos, Israel atacó Irán. Los ataques se dirigieron contra Teherán, pero también contra otras ciudades. Oí estruendos, vi relámpagos... Pensé que era una tormenta. Nada hacía presagiar una guerra, sobre todo con las conversaciones entre Irán y Estados Unidos.

No fue hasta la mañana siguiente, a través de nuestro sindicato anarquista (el Frente Anarquista), cuando nos enteramos de lo que realmente había pasado: múltiples ataques, muertes de civiles. Salí a investigar. La ciudad estaba acordonada. El ejército y la policía prohibían el acceso a las zonas afectadas. Todavía había bombas sin explotar en los edificios. En el hospital me impidieron entrar y la policía borró todas las fotos de mi teléfono. Según un periodista que se encontraba allí, al menos siete niños habían muerto.

Algunos lloraban. Otros, como era de esperar, se alegraban de la muerte de figuras del régimen.

El día siguiente: un infierno sin alarma

En las horas siguientes, vi escenas apocalípticas. El cielo estaba surcado por misiles. El fuego caía sobre las carreteras. La gente huía de Teherán: familias enteras, jóvenes trabajadores, ancianos. Esperaban ayuda en las aceras. Heridos, quemados, dos muertos ante mis ojos. Sin alarma. Sin refugio. Nada.

Las pantallas gigantes difundían la versión oficial: la República Islámica ha atacado Tel Aviv, Israel promete responder. Yo tengo compañeros allí. Anarquistas, pacifistas, insumisos. No queremos esta guerra.

Una población en supervivencia

El aire está contaminado: las instalaciones nucleares han sido alcanzadas. La gente fabrica conservas, almacena, huye de las grandes ciudades... y luego regresa, por falta de alternativas. Las carreteras están saturadas. Los medios de comunicación estatales cantan himnos y difunden mentiras. La única fuente fiable: Telegram y los canales por satélite.

Las manifestaciones siguen siendo escasas. Demasiada policía, demasiado miedo. Ayer, frente a los hospitales, las familias buscaban a sus seres queridos desaparecidos. Gritaban. Lloraban. Resistían.

Sin refugio, sin evacuación

Las instituciones permanecen abiertas como si nada hubiera pasado. No hay instrucciones de seguridad, ni sirenas, ni centros de acogida. Es probable que se produzcan fugas químicas, pero no existe ningún protocolo.

Así que la gente huye por su cuenta: los comercios cierran, los estudiantes se niegan a hacer los exámenes, los funcionarios se quedan en casa. Solo los servicios de emergencia siguen funcionando.

A veces tengo la sensación de que sigo vivo solo porque Israel (todavía) no ataca las zonas residenciales. Pero los incendios, la lluvia radiactiva y los disparos perdidos matan a pesar de todo.

Y no hay ayuda. Nada. Ni ayuda humanitaria, ni organizaciones externas, ni medicamentos... y las sanciones ya llevan años matando.

Cuatro Iránes, una sola tierra bajo las bombas

Hay que entender que el pueblo iraní está fragmentado:

  1. Una mayoría silenciosa, que odia al régimen pero rechaza la guerra. Sobreviven, huyen, lloran a los muertos y maldicen a los dirigentes.
  2. Los islamistas, fieles al poder, que hablan de martirio y quieren responder.
  3. Los monárquicos y liberales, a menudo proisraelíes, que aplauden los ataques contra los Guardianes de la Revolución.
  4. Los anarquistas y militantes de izquierda, como nosotros: contra la República Islámica, pero también contra Israel, contra todos los Estados. Por la supervivencia, la ayuda mutua, la autonomía.

¿Qué lugar ocupan los anarquistas en esta guerra?

No estamos armados. No participamos en los combates. Nuestra tarea es otra: informar, socorrer, crear vínculos, contrarrestar la propaganda. Ayudamos como podemos: primeros auxilios, transmisión de información, sensibilización sobre los riesgos químicos. Nos ocupamos de los nuestros y de aquellos que no tienen a nadie.

Rechazamos los discursos simplistas. Ni «todos los israelíes deben morir», ni «los sionistas son nuestros salvadores». Estamos entre dos fuegos: el fundamentalismo religioso por un lado, el militarismo sionista por el otro.

Nuestro papel es ser puentes. Transmisores de ideas. Abrir brechas en el fatalismo. Mantener la firmeza, incluso sin armas, incluso con miedo.

El duelo del movimiento contra la guerra

Debo admitirlo: estoy triste. Profundamente triste. Hace diez años, conversaba con pacifistas israelíes. Rehusaban servir. Kurdos, árabes, armenios, anarquistas. Soñábamos juntos con un Oriente Medio libre, sin ejército, sin Estado.

Pero perdimos. No fuimos lo suficientemente fuertes para impedir la guerra. No tuvimos suficiente apoyo. Hoy en día, la gente tiene miedo de hablar de paz. Creen que sería una traición. Que pedir el fin de los ataques es entregarse al enemigo.

Y, sin embargo, todo el mundo quiere la paz. Pero nadie se atreve a pedirla.

Una voz en medio del tumulto

No sé cuánto tiempo aguantaremos. Anoche, los aviones rugían como una autopista en el cielo. Pero sé una cosa: mientras haya gente que cuide, resista y se organice sin esperar al Estado, habrá semillas de anarquía, incluso entre los escombros.

Conclusión: no normalicemos lo insoportable

Antes que nada, quiero agradecer sinceramente a todos los compañeros que se han tomado el tiempo de escucharnos. En un mundo en el que las fuerzas políticas, económicas y policiales nos aplastan constantemente, es raro que aún se nos deje espacio para hablar. Incluso sin bombas, la violencia nos rodea: toma la forma de alquileres inasequibles, papeleo interminable, discriminación, cansancio, aislamiento. Una violencia sorda, presentada como «normal», a la que no deberíamos acostumbrarnos.

Pero cuando estalla la guerra, esta violencia se desata de repente a plena luz. Lo que se toleraba se vuelve insoportable. Y entonces, paradójicamente, podemos hablar. He podido escribirles porque todo se ha derrumbado. Porque, en el caos, las verdades más simples vuelven a ser audibles.

Lo que quiero decirles es esto: no dejen que estas palabras caigan en el silencio. No dejen que nuestro dolor, aquí en Irán, como en otros lugares, quede relegado a los márgenes, como si fuera solo «local», «específico», «cultural» o «excepcional».

Porque, en realidad, compartimos la misma guerra: la que libran los Estados contra nuestras vidas. Así que les suplico, compañeros: no aceptenla violencia cotidiana como algo natural. Rechacen la idea de que hay que esperar a que lleguen los misiles para reaccionar. No esperen a que nuestro sufrimiento se convierta en algo espectacular para que merezca su atención.

Hablemos ahora mismo. Organicémonos. Creemos espacios reales de acción y ayuda mutua. Para que la guerra aquí no se convierta en ruido de fondo. Para que no seanreducidos a simples «salvadores» frente a nuestro sufrimiento, sino cómplices en la lucha.

Llamamiento a la solidaridad internacional

Hoy en día, la situación es inestable, crítica, quizás al borde de una catástrofe humanitaria. Si Irán está aislado del mundo, ya sea por las bombas o por la censura de la República Islámica, difundan nuestro mensaje. Cuenten lo que está pasando. Den voz a quienes no la tienen.

No contamos con ninguna protección internacional. Las ONG están prácticamente ausentes. Las sanciones agravan nuestro sufrimiento.

Si tienen contactos, influencias, intermediarios en colectivos, sindicatos, asociaciones o redes de asistencia sanitaria: movilícenlos. Pidan ayuda médica urgente, una mayor vigilancia de las violaciones, una mediación internacional que escape a la lógica estatal.

Pero, sobre todo, rechacen los relatos simplistas. No somos peones de Israel ni peones del régimen islámico. No creemos ni en las bombas «liberadoras» ni en los mulás «resistentes». Estamos atrapados entre dos máquinas de muerte, y seguimos intentando, una y otra vez, construir otra cosa.

Aún no hay un éxodo masivo. Pero si la guerra se extiende, las consecuencias serán terribles. Así que, camaradas, levantémonos juntos. No para apoyar a un bando contra otro, sino para hacer oír otra voz: la de la vida, la libertad, la solidaridad, contra todos los Estados, todas las fronteras, todas las guerras.