Original en: https://alayhesarmaye.com
Traducción: Barbaria
El destino de las mujeres prisioneras en las mazmorras, los trabajadores bajo la tortura del capital
¡Ojalá todos los trabajadores comprendieran que todos los Estados capitalistas, todos los modelos de gobierno capitalista, todos los bloques y polos de poder y dominación del capital global, son igualmente asesinos de trabajadores, salvajes, genocidas, antihumanos y promotores de guerra! Y esto por una razón clara: todos ellos son formas y modelos del aparato estatal del capital, máquinas de violencia y barbarie capitalista, y fortificaciones que garantizan la supervivencia de la esclavitud asalariada. Todos hacen lo que el capital exige: satisfacer su necesidad de mayores ganancias, competencia destructiva y codicia con tentáculos de pulpo. Las diferencias entre ellos están solo en su capacidad actual para alcanzar estos fines. Democracia, dictadura, religiosidad o secularismo son apenas adornos y herramientas al servicio de este objetivo.
Basta con mirar lo que les ha ocurrido en estos últimos días a la multitud de prisioneros, especialmente mujeres, en las mazmorras de la muerte de la República Islámica. Desde hace años, este régimen asesino de trabajadores las ha torturado, golpeado, agotado, llevado a la muerte o amenazado con exterminarlas de inmediato. El Estado salvaje de Israel, con bombas estadounidenses y europeas, se ha lanzado contra ellas. Las bestias gobernantes del capital en Irán las encarcelaron por el crimen de protestar, y ahora Israel y Estados Unidos, enarbolando la bandera de la lucha contra la República Islámica, han abierto fuego mortal contra estas mismas luchadoras. El régimen iraní las ha privado incluso del mínimo acceso a medicamentos y atención médica. Las bestias gobernantes de Israel, Estados Unidos y el "campo democrático" han bombardeado incluso los centros de salud más precarios sin dejar posibilidad alguna a estas prisioneras.
La República Islámica ha enviado a cientos de estas prisioneras libres y luchadoras —supervivientes del bombardeo genocida israelí— al infierno de Qarchak, la sección más horrenda de sus mazmorras y centros de tortura. Su ración de comida de "no comas y muere" ha sido aún más reducida. Se les ha cerrado todo acceso a medicinas y tratamiento. Han sido apiladas unas sobre otras en celdas estrechas, oscuras y mortíferas. Se ha prohibido y hecho imposible cualquier intento de sus familias por obtener información sobre su suerte.
Todo esto lo han hecho en conjunto, como aliados o como enemigos, como socios o como rivales: la República Islámica, los gobiernos de Israel, Estados Unidos, la Unión Europea y el mundo entero contra un grupo de trabajadores, contra personas que protestan frente al terror opresivo de la explotación, la barbarie, la brutalidad y la masacre del capital. Nada hay más estúpido que un trabajador que caiga en la trampa de distinguir entre estas bestias. Hay que luchar contra todos ellos, contra el capital como fundamento mismo del poder estatal y del gobierno.
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