Frente Anarquista de Irán y Afganistán
Tomado del inglés :https://theanarchistlibrary.org/library/anarchist-front-of-iran-and-afghanistan-a-detailed-report-of-war (25/06/2025)
Se trata de la continuación del informe: Teherán bajo las bombas: testimonio de un compañero anarquista
1.
Cuando me dispuse a escribir este informe, incluso el título me hizo dudar. «Huir» no era una palabra que quisiera utilizar. Pero es la verdad. Yo huí. Huimos.
Escapamos de Teherán, huyendo no porque tuviéramos alguna conexión con la República Islámica o con Israel, sino simplemente para sobrevivir a las bombas que caían del cielo.
En aquellos últimos momentos antes de partir, todo se reducía a una cosa: salir. Toda la rabia, toda la adrenalina que llevaba encima la canalicé en la preparación de este informe y en la planificación de nuestra huida.
Parecía lo más necesario del mundo.
Quizá incluso suficiente.
Pero en nuestra primera noche en un lugar seguro, me di cuenta de que no era suficiente. No podía dejar de pensar en lo que habíamos dejado atrás en Teherán.
Lo que más me enfurecía era ver los noticiarios oficiales de la República Islámica. Fingían que todo iba bien. No tenían soluciones, ninguna. Su única preocupación, como siempre, era aferrarse al poder.
Como ya he informado antes, no hay refugios oficiales del gobierno en Teherán, ni en ningún otro lugar de Irán. Cuando leas esto, o bien será mucho después de que hayan terminado los bombardeos, o bien yo ya no estaré en Irán, o tal vez nunca llegues a leer esto.
Han cortado Internet. Las señales de los satélites están interferidas. Éstas eran las únicas formas de que la gente de Teherán y de todo Irán pudiera seguir el momento y el tipo de los ataques que se avecinaban.
Ahora, la República Islámica utiliza a la gente como escudos humanos. Los leales al régimen se esconden entre los civiles. Van de puerta en puerta, retirando las antenas parabólicas de los tejados. Buscan herramientas de Internet por satélite, tratando de estrangular todo canal de conexión, todo susurro de noticias.
Mientras tanto, ni siquiera se ofrece la ayuda más básica a los civiles afectados por la guerra. El gobierno niega la existencia misma de esta guerra catastrófica a gran escala. Pero la población de Irán está completamente indefensa: atrapada, abandonada y atacada.
Hace años, paralelamente al ejército nacional, la República Islámica creó su propia fuerza militar-económica: el CGRI (Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica), conocido simplemente como Sepah en persa.
Su misión nunca fue la protección de las personas, sino la protección del régimen. En la actualidad, el Sepah tiene un poder abrumador en toda la economía de Irán, su estructura militar y casi todas las industrias importantes. Su alcance es total. Su interés es singular: la supervivencia del régimen.
2.
Esta institución (el CGRI) siempre ha estado fundamentalmente comprometida con la preservación de la República Islámica y su estructura dirigente.
El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) es una de las principales fuerzas responsables de reprimir y torturar a los manifestantes iraníes. Sus miembros han utilizado munición real contra manifestantes en las calles y han gestionado centros secretos de tortura donde se viola y asesina a personas.
Hoy, esta misma fuerza es la encargada de dirigir los esfuerzos bélicos de Irán contra Israel.
El líder supremo Alí Jamenei ha delegado oficialmente una parte importante de su autoridad en el CGRI. El ejército nacional iraní está ahora totalmente subordinado al mando de la Guardia.
Como resultado, junto con Estados Unidos e Israel, la CGRI se ha convertido en una fuerza con control de vida o muerte sobre el pueblo iraní.
Algunos iraníes, totalmente abandonados por las instituciones nacionales e internacionales, recurrieron a Internet antes del reciente apagón, suplicando en persa a las autoridades israelíes, a «Terror Alarm» y a los monárquicos de extrema derecha que no atacaran zonas residenciales dentro de Irán.
Pero, ¿quiénes son estas voces desesperadas?
Desde la instauración de la República Islámica, un gran número de iraníes se han visto obligados a exiliarse. Sus motivos para huir eran variados: algunos tenían convicciones políticas que los ponían en peligro, mientras que otros eran simplemente músicos, propietarios de bares, vendedores de moda o de películas.
La República Islámica consideraba a monárquicos, conservadores, izquierdistas, anarquistas, laicistas, artistas, bailarines -e incluso islamistas con distintas interpretaciones de la fe- como amenazas para su régimen.
Para evitar ser encarcelados, torturados o ejecutados -y mantener su derecho a trabajar y vivir libremente-, muchos huyeron del país. Estos exiliados formaron grandes comunidades de la diáspora en Europa y Norteamérica.
Entre ellos había también individuos y grupos afiliados al régimen anterior, es decir, los Pahlavis.
3.
Estos individuos se encontraban entre los que habían transferido importantes riquezas fuera de Irán. Al establecer redes de televisión por satélite en el extranjero, empezaron a promover sus propias ideologías.
Con el tiempo, algunos segmentos de la diáspora iraní y de las comunidades de expatriados recibieron el apoyo de gobiernos occidentales, sobre todo de Estados Unidos. Este apoyo a las cadenas de televisión contrarias a la República Islámica pasó a formar parte de un proyecto más amplio del Reino Unido, Estados Unidos y, más tarde, otras potencias occidentales para influir en la opinión pública y las narrativas culturales.
Este proyecto continúa hasta hoy, al servicio de sus propios intereses políticos y estratégicos.
Llegó a un punto en que medios como Voice of America (persa), Israel in Persian, Manoto TV e Iran International adquirieron una influencia comparable a la de la radiotelevisión estatal iraní y los medios oficiales en lengua persa.
Muchos opositores iraníes a la República Islámica, que justificaban su colaboración con estas redes diciendo «necesitamos dinero y recursos para luchar contra el régimen», pasaron a formar parte de este ecosistema mediático.
Estas redes configuraron colectivamente lo que hoy se conoce en el mundo de habla persa como los medios de comunicación dominantes.
En el núcleo de su orientación política se encuentran varias creencias compartidas: el laicismo y la oposición al gobierno religioso (especialmente el islamismo), la glorificación de la antigua monarquía, la idealización de la antigua Persia y el nacionalismo, el apoyo a Israel y la preparación del terreno para el regreso al poder del hijo del antiguo sha de Irán, titulado príncipe Reza Pahlavi.
Como muchos otros grupos de la oposición, su principal método ha sido convocar protestas públicas masivas. Sin embargo, no hicieron ningún esfuerzo por tener en cuenta la seguridad o el bienestar de los ciudadanos. Para ellos, los manifestantes no eran más que números: cuantos más, mejor.
4.
La probabilidad de que la República Islámica se derrumbara habría sido mayor.
No se tomaron en absoluto en serio los costes de estas protestas. Al final, no hubo un verdadero apoyo a los revolucionarios, a los manifestantes o a la gente corriente por parte de estos medios de comunicación o de la oposición dominante, ni siquiera después de haber sido perjudicados por el régimen.
Hoy, y antes del cierre de Internet, algunos iraníes -sintiéndose despojados de su agencia política- suplicaron a estas plataformas mediáticas que limitaran el alcance de los ataques, simplemente para sobrevivir.
En este contexto, el gobierno israelí también hizo una promesa al pueblo de Irán: se comprometió a que los civiles no serían objetivo de los ataques.
5-
«No atacamos emplazamientos civiles. Y si hay algún plan para atacar una zona densamente poblada, emitiremos un aviso de evacuación».
Esto es lo que afirmaron el Primer Ministro y el Ministro de Defensa israelíes. Sin embargo, en la práctica, apuntar sólo a objetivos militares resulta casi imposible cuando la República Islámica utiliza a civiles como escudos humanos.
Intento compartir un informe que presencié personalmente y que se relaciona directamente con esta situación.
6.
Un hombre de mediana edad, con el ojo desprendido de su órbita, fue llevado al hospital.
Había estado trabajando en un supermercado junto a un centro Basij (una base para las fuerzas del CGRI y partidarios de la República Islámica) cuando un fragmento de un avión no tripulado derribado impactó en la parte posterior de su cabeza. El impacto le aplastó parte del cráneo y le sacó un ojo.
La primera noche se le acercaron periodistas de agencias de noticias afiliadas al CGRI. A pesar de su estado crítico, le exigieron que concediera una entrevista en la que condenara a Israel. El hombre, dolorido y aterrorizado, se negó; su única preocupación era recibir tratamiento médico. Pero los interrogadores-periodistas le dijeron que, a menos que cooperara y hablara en apoyo de la República Islámica, le negarían la atención médica. Finalmente, bajo coacción, se le obligó a conceder la entrevista antes de recibir tratamiento alguno.
Este informe ilustra claramente que ni la República Islámica ni el régimen israelí pueden pretender actuar en interés del pueblo iraní.
La afirmación de que los civiles no sufren daños es una mentira flagrante.
La forma en que huí, lo que vi y cómo regresé.
7.
Yo informaba desde Teherán y escribía para vosotros. El día que Israel atacó el edificio de la televisión estatal, yo estaba presente en la autopista cercana, justo debajo de las colinas, para recoger un informe.
En lo alto, hubo un intercambio de disparos: parecía una escena sacada de un apocalipsis.
En ese mismo momento, Israel emitió una advertencia de evacuación a los residentes de Teherán. Se ordenó a todos los habitantes del distrito 3, donde yo me encontraba, y del distrito 18 que abandonaran el lugar inmediatamente.
Pero debido al intenso tráfico, la evacuación era prácticamente imposible.
Además, las fuerzas de seguridad de la República Islámica estaban apostadas por todas partes, vigilando numerosos puestos de control, lo que no hizo sino ralentizar aún más el proceso.
Tuve que enviar mi informe y borrar inmediatamente los datos de mi teléfono. Porque cualquiera que fuera sorprendido captando imágenes de los atentados o intentando comunicar la noticia al extranjero podía ser detenido acusado de espionaje a Israel, cargos que a menudo conllevan el riesgo de ejecución.
Pero Internet no funcionaba.No podía informar a mis camaradas o colegas en el extranjero de que estaba a salvo, ni siquiera enviar el informe.
Aplacé la transmisión y, en su lugar, con gran dificultad, logré escapar de la zona atacada.
Teherán ya no era segura.
Con la mochila de emergencia que ya había preparado, decidí abandonar la ciudad. Tras un esfuerzo considerable, conduje hacia el oeste y luego hacia el norte de Irán. Las carreteras estaban casi paralizadas por el tráfico y los vehículos atestados.
Hacía calor. En el coche, el único sonido procedía de la radio de la República Islámica, que emitía himnos amenazadores en árabe contra Israel. Al cabo de horas, llegamos a un área de descanso junto a la carretera y a una gasolinera. Conseguí un poco de agua y volví a esperar horas en la cola del combustible, con la esperanza de conseguir mi parte de la gasolina racionada.
Hacia la 1 de la madrugada, miré a mi alrededor. Internet seguía sin funcionar. Había viajeros cansados de la guerra por todas partes. Algunos jugaban al voleibol en el aire ligeramente más fresco de la noche; otros estaban sentados en el suelo, comiendo lo que tenían. Los niños jugaban cerca. No estaba en un campo de refugiados, pero lo parecía.
Y ya podía intuir que esta imagen de personas desplazadas en busca de supervivencia se convertiría en una imagen recurrente en los días venideros.
Todos habíamos adquirido una nueva identidad: Éramos refugiados de guerra.
8.
Por el camino, el agua embotellada estaba estrictamente racionada y teníamos que hacer largas colas sólo para ir al baño.
Según los informes oficiales, en pocos días casi seis millones de personas habían entrado en Mazandaran y cuatro millones en Gilan, dos provincias del norte consideradas relativamente seguras.
Viajábamos junto a una gran parte de esa población desplazada. Las ciudades septentrionales estaban abrumadoramente abarrotadas y, en algunos lugares, los suministros básicos de alimentos se estaban agotando.
Me resultó dolorosamente claro que la carga de nuestra supervivencia recaía sobre los hombros de las comunidades locales del norte.
Esto, comprensiblemente, podía provocar tensiones e incluso conflictos. Aunque se estaban llevando a cabo esfuerzos de ayuda autoorganizada y de apoyo de base, ninguno de ellos era suficiente para acomodar la migración forzada de diez millones de personas.
9.
A la mañana siguiente, llegamos a una de las llamadas «zonas seguras». El acceso a Internet había mejorado ligeramente, así que envié un informe. Poco después, recibí varios mensajes de camaradas.
Los habían detenido, acusados de espiar para Israel.
Nunca hemos apoyado la ideología sionista. Lo hemos dicho abierta y repetidamente. Entonces, ¿cuál fue el motivo de estas detenciones?
Uno de los detenidos era un solicitante de asilo en Irán que había huido de los talibanes y casualmente llevaba consigo algunos libros no islámicos.Otro era un antiguo compañero de universidad.
Una vez nos detuvieron juntos durante las protestas de «Mujer, Vida, Libertad». A los ojos de la República Islámica, cualquiera que se atreva a permanecer, resistir y mantener una postura diferente a la del Estado es automáticamente tachado de espía. Cualquiera que se manifieste o proteste es acusado de trabajar para Israel.
El régimen aprovecha el estado de guerra para intensificar la represión de la disidencia. Han silenciado nuestras voces para poder imponer su propia narrativa al mundo.
Cada mañana se ejecuta en las cárceles iraníes a al menos dos presos políticos. La República Islámica ha declarado que se ha detenido a casi 80 «espías» en cada provincia, una cifra absurda y claramente inventada.
La mayoría de estos supuestos espías son simplemente activistas políticos y sociales, civiles: gente como yo, como nosotros.
Por enviar estos informes y mantener estas líneas de comunicación, puede que me mate, no Israel, sino la República Islámica.
10.
Ayer secuestraron a uno de mis amigos y desde entonces no se sabe nada de él.
No era sionista; su único «delito» era tener creencias distintas de las de la República Islámica. Era conocido como activista por los derechos de los niños y, de hecho, solía escribir y organizar actos sobre los derechos de los niños en Gaza.
La República Islámica, junto con Jamenei -que recientemente ha empezado a llamarse Irán-, detiene, tortura y, en última instancia, asesina a sus críticos con el pretexto de “defender a Irán”. Pero, en realidad, no es más que una defensa de su propia supervivencia y de la represión continuada.
Mi pueblo está siendo amenazado y asesinado por la República Islámica vía terrestre, mientras que desde el cielo, Israel bombardea sus hogares.
Mientras tanto, en Europa y Estados Unidos, algunos críticos de las políticas occidentales defienden a la República Islámica bajo la bandera de la «paz» y el activismo «contra la guerra». Pero condenar los crímenes de Israel o el imperialismo de Estados Unidos no exige defender o justificar a la República Islámica y su narrativa.
Al igual que nadie necesitó blanquear a los nazis o al régimen soviético para condenar el belicismo de la Segunda Guerra Mundial, nadie necesita defender hoy un régimen criminal para oponerse a otro.
Tal vez la única ayuda real que podemos ofrecer a los encarcelados en esta geografía sea reflejar plena y verazmente toda la historia de lo que está ocurriendo en Irán.
11.
En Irán se ha cortado totalmente el acceso a Internet.
Aparte de unas pocas bases del CGRI y un puñado de ciudadanos privilegiados, nadie tiene conexión con el mundo exterior.
También se han bloqueado las líneas telefónicas para llamadas internacionales a Irán, lo que hace casi imposible la comunicación para el público en general.
Alrededor de ciudades y barrios se han establecido numerosos puestos de control, supuestamente para hacer frente al ejército israelí.
En realidad, sin embargo, estos puestos de control se han utilizado principalmente para acosar, registrar y detener a ciudadanos iraníes de a pie, más que para hacer frente a cualquier amenaza extranjera.
12.
Estados Unidos había emitido una orden de advertencia y evacuación de Teherán.
Cada noche, las defensas aéreas se activan en la ciudad y el sonido de las explosiones resuena en toda la capital.
Tomé la decisión de regresar a Teherán, una ciudad que ha quedado inquietantemente despoblada.
Como escribí al principio de esta serie de informes: Desprecio la idea de huir. Más que eso, odio la sensación de impotencia.
Imagino que todos estamos atrapados en una prisión masiva, y siento la responsabilidad de hacer algo más que huir o hacerme la víctima.
Todas las redes de comunicación del movimiento anarquista dentro de Irán han sido cortadas o gravemente interrumpidas.
Corremos un grave peligro. Aún así, era importante para mí volver a Teherán para evaluar la situación de primera mano y, si era posible, restablecer la comunicación con el mundo exterior, para volver a conectar con camaradas de otras regiones y, si era necesario, luchar junto a ellos.
Y así fue como regresé.
La ciudad que dejé atrás estaba mucho más abarrotada que el Teherán militarizado y fantasmal al que regresé. Los bancos sólo abren hasta las 11 de la mañana, y las grandes tiendas no funcionan más tarde del mediodía.
Los alimentos de muchas tiendas se han echado a perder o escasean. Los productos de higiene femenina y los enlatados están ahora racionados.
Pero lo que más llama la atención son los puestos de control repartidos por toda la ciudad. Unos días antes de salir de Teherán, esos puestos de control estaban ocupados por iraníes afines al régimen, principalmente la milicia Basij.
A mi regreso, sin embargo, me encontré con un panorama distinto: muchos de los guardias actuales son fuerzas no iraníes aliadas de la República Islámica, probablemente islamistas chiíes árabes iraquíes y otros grupos militantes.
Han sustituido a los Basij en estos puestos.
Así pues, no sólo Israel o Estados Unidos han invadido mi ciudad y mi hogar, sino también grupos paramilitares islamistas que han llegado de la región y se han desplegado en Teherán.
Esta gente está claramente aquí para apoyar y proteger la continuación de la República Islámica, un régimen criminal.
Parecen haber olvidado que esta tierra tiene sus propios propietarios y residentes. Y ahora, parece que se están preparando para convertir Irán en otro campo de batalla para sus guerras.
13.
Actualmente me encuentro en Teherán, y los atentados continúan.
Varios compañeros han sido detenidos -probablemente en las mismas detenciones masivas que otros- y tememos que, como muchos detenidos, se nos acuse de espionaje.
Aunque nos oponemos firmemente a todos los gobiernos y a todas las guerras -incluidos el Estado israelí, la República Islámica de Irán y todas sus guerras-, sabemos cómo funciona la maquinaria del Estado.
Llaman “espías” a las personas y las acusan de espionaje a favor de Israel simplemente porque se oponen al régimen. Pero nosotros no somos agentes de ningún Estado. De hecho, creemos que todos los gobiernos son el mal absoluto y nos oponemos a todos los Estados de la Tierra.
Nos acusan de colaborar con un gobierno, cuando en realidad, nos oponemos a todos ellos – los vemos a todos como entidades criminales.
Ahora mismo, Internet está cortado. Nuestra situación es extremadamente peligrosa. Puede que esta sea la última vez que pueda ponerme en contacto contigo. La próxima vez, podría estar en la cárcel, o incluso ejecutado.
A pesar de ello, seguiré informando desde el territorio.
Recientemente, las fuerzas de seguridad secuestraron a uno de mis compañeros y lo acusaron de espionaje a favor de Israel, a pesar de que es abiertamente contrario a la guerra, a Israel y al Estado. Podría ser ejecutado.
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