jueves, 31 de octubre de 2019

[CHILE] EL DERECHO DE VIVIR NO SE MENDIGA, ¡SE TOMA!

Mientras toma té con un grupo de viejas fachas, la quinta pila de mierda más millonaria de Chile (con un patrimonio de US$2.800 millones), Piñera, nos da su sermón paternal de sobremesa:

“Ayer anuncié que estamos en plena marcha con un proceso de normalización frente a la situación de emergencia que hemos vivido y conocido en los últimos días. Y que se debe no a las manifestaciones pacíficas de la gente, se debe a la acción de grupos pequeños, organizados, violentos, y que han causado un daño gigantesco (… ) contra ellos estamos enfrentados, no contra la gente humilde, o la gente pacífica, o la gente que quiere protestar, o que quiere manifestarse. Por eso, para lograr implementar con rapidez y con éxito este proceso de normalización que significa ir reduciendo y levantando los toques de queda y levantando los estados de emergencia, necesitamos avanzar en lograr el resguardo del orden público, la protección de la seguridad de las personas, el respeto a los derechos humanos y también asegurar la libertad y el derecho de las personas a movilizarse, a ir a trabajar, a ir a estudiar, hacer de sus vidas algo que valga la pena. (…) Por eso nuestro gobierno va a seguir combatiendo con todos los instrumentos que nos otorga la democracia, los instrumentos legítimos de la democracia, a estos grupos de violentistas que con total maldad han causado tanto daño a tantos chilenos y muchos de ellos gente humilde”.

Nosotras le respondemos: la tradición del oprimido nos enseña que el “estado de emergencia” en que vivimos no es la excepción, sino la regla.

"Hasta que vivir valga la pena" es una de las consignas de este movimiento espontáneo. Primero, lo obvio: vivir tal y cual como están las cosas no vale la pena. Un botón de muestra: 50% de las 11 mil personas que se jubilaron este agosto lo hicieron con $48.000 como pensión; 11 millones de chilenos viven endeudados; Chile tiene la segunda tasa de suicidio adolescente más alta de la OCDE después de Corea del Norte; más del 50% del país gana menos de $350 mil mensuales, etc. Pero luego, la lógica de fondo de tal eslogan apunta al hecho vital que todos padecemos producto de la dictadura del dinero: la mercantilización de todas las esferas de la vida. Esto es lo que produce el progreso capitalista y es el verdadero estado de emergencia. Es triste que la vida no valga, pero es más triste que deba valer —y la pena— para querer vivirla.

El mafioso caradura de Piñera nos asegura que nos está protegiendo contra “la violencia brutal, la delincuencia desatada y la destrucción masiva”, pero para eso tendría que destituirse él mismo de su cargo, pues a nadie se le olvida, por ejemplo, su desfalco al Banco de Talca de los ‘80 —cuando Piñera, con una deuda de más de 200 millones de dólares que el banco le había prestado a empresas fantasmas relacionadas a él, se dio a la fuga por 24 días— o la evasión de contribuciones por 30 años de una de sus propiedades en el Lago Caburga y que la sabiduría popular nos indica que alcanzaría para 83 mil pasajes escolares.

El hecho de que los medios tradicionales de comunicación y los políticos traten a los insurgentes de delincuentes demuestra la vulnerabilidad del capitalismo, que nos repite ad nauseum que debemos volver a la normalidad que nos trajo hasta aquí.

Puesto que la democracia desde sus orígenes ha estado basada en la opresión de grupos esclavizados, Piñera no se equivoca cuando dice que está usando “los instrumentos que nos otorga la democracia” para acallar el impulso de vida que se está manifestado. Contra este totalitarismo democrático afirmamos:

LA LIBERTAD ES LA LIBERTAD DE ACABAR CON CUALQUIER TIRANIA.

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